La cadencia de su cadera era perfecta, sentía mi polla rodeada y apretada por su coñito húmedo que no mojado…
Estaba preciosa…, no estaba seguro si ella sabía lo follable que se era ¿o sí?
La miré una vez más, miré sus piernas, estiradas y apenas entreabiertas, se las fui separando desde las rodillas, necesitaba sitio…, iba a follarla…
Mientras buscaba en los menús me fije en sus pechos, no se notaban, ¿Cómo se iban a notar con 70 años? Pero lo que si se advertían claramente eran sus pezones a través de la bata, se le marcaban mucho y no solo eso, sino que se clareaban oscuros junto a su areola…