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Buenos dias, buen orgasmo

en Hetero: General

BUENOS DIAS, BUEN ORGASMO
por Pipo

Riiing...

Sonó el despertador y la mano de Maira lo hizo callar.

Se estaba desperezando y cuando se iba a volver hacia su compañero unas manos le taparon los ojos y una voz le susurró al oído:

- ¡Bueeenos dííías!

Encontró que la voz de Juan sonaba un poco ronca, hizo un mohín con la cabeza y le contestó:

- ¡Buenos días! mi amor

Al mismo tiempo que su cuerpo desnudo se retorcía y acariciaba las sábanas de seda.

El cuerpo desnudo del hombre se apretujó contra su espalda y se restregó en ella sin quitar las manos que tapaban sus ojos.

Se giró y todo el peso del hombre aplastó el cuerpo de Maira sobre la cama. Una patada me hizo saltar de la cama y me coloqué en un rincón de la habitación para poder contemplar la batalla que se iba a desencadenar muy pronto y que yo no me quería perder.

- Como pesas - dijo ella - has engordado. Te pondré a régimen.

- Me permites - dijo la voz del hombre.

Las manos masculinas salieron de los ojos de Maira para ser sustituidas por una caperuza de cuero negro que le cubría toda la cabeza y le tapaba los ojos. La cerró con un candado para que no pudiera quitársela.

- ¿Quieres jugar? Preguntó

- Naturalmente le contestó

Maira volvía a sentir como un musculoso cuerpo masculino se restregaba en su espalda y una protuberancia se instalaba entre sus nalgas.

Desde mi rincón seguía absorto las evoluciones que tenían lugar en la cama. No me movía no fuera ser que se dieran cuenta de mi presencia y me echaran de la habitación.

Él seguía llevando la iniciativa. Parecía seguir un plan premeditado. Ahora sus manos cogieron las muñecas de la mujer, estiraron sus brazos hacia la espalda y una cuerda las ató.

- Eso es nuevo. Hoy estás inspirado. ¿Cómo voy a participar si tengo las manos atadas a la espalda y los ojos tapados?. - dijo ella.

- Mi goce es tú goce. Vas a disfrutar como nunca has disfrutado. Tu cuerpo explotará de placer - dijo la voz que a ella le pareció demasiado ronca y mentalmente acordó que para el desayuno le prepararía un té con miel para que se le aclarara la voz.

Unas manos masculinas recorrieron toda la espalda y se detuvieron en sus nalgas que fueron separadas para dejar a la vista un ano descuidado, peludo y poco apetitoso.

- Tienes el culo descuidado. ¿Cuánto tiempo hace que no te lo has rasurado? - le preguntó él.

- Nunca me he depilado el culo y tu nunca me lo habías pedido. ¿Desde cuando te interesa mi culo? - preguntó con una voz insegura.

Sin contestar a su pregunta le dijo: - esto se arregla fácilmente.

De un salto se pone de pie, la coge en volandas y se la lleva al cuarto de baño.

La deposita suavemente dentro de la bañera. Ella dobla las rodillas y el espejo que tiene delante refleja su imagen de mujer llena de deseo que sabe que pronto va estar satisfecha. Imagen que ella no ve pero todo su cuerpo intuye.

Mientras ella está reflexionando como colocar sus inmensas tetas que han quedado mal colocadas en el borde de la bañera, él ha ido a buscar la crema y la brocha de afeitar para realizar el trabajo que le había prometido.

Una mano varonil va embadurnando de crema de afeitar todo su culo y sin querer el dedo pulgar se ha colocado en su interior, ella al sentir este ataque a su intimidad ha resoplado.

- Tranquila, esto es el aperitivo de una gozada que no vas a olvidar jamás - dijo él.

Imperturbable continua su labor con toda seriedad, como un artista que está creando su obra más bella.

Toda la zona alrededor de su ano está lleno de espuma blanca, como preludio de la crema natural que va a recibir dentro de poco. Se para, mira su obra, reflexiona y decide continuar embadurnando de espuma de afeitar todo su pubis para ello le hace dar la vuelta y la sienta al borde de la bañera para facilitar su trabajo artístico, o por lo menos él se lo toma como tal.

Una vez toda la entrepierna tiene una abundante capa blanca deja el spray y coge su maquinilla de afeitar. Si antes había puesto toda su intención a la colocación de la crema ahora pone los cinco sentidos a la operación que va a empezar que es mucho más delicada y no quiere que un mal gesto arruine una jodienda que está preparando con tanto cuidado.

Yo desde mi rincón he quedado fuera de juego. No veo las vicisitudes que tienen lugar en el baño. No puedo aguantar más. Me decido aun a costa de ser descubierto y expulsado del campo de batalla. Sigilosamente me deslizo hacia el lugar donde tiene lugar el afeitado de las zonas más apetecibles por los hombres.

Detrás de las toallas y el albornoz es un buen lugar para ver sin ser visto y poder continuar contemplando unas escenas que nunca había visto ni podido imaginar. Lo que estaba aprendiendo yo en poco rato.

Él había empezado a rasurar todo su pubis. Para que su obra fuera perfecta introdujo los dedos dentro de su vulva para levantarla y poder afeitar bien los labios vaginales. Ella no se lo esperaba.

- Ya me penetras- dijo.

- No, son mis dedos. Todo llegará a su debido tiempo - dijo él. Y continuó imperturbable con su labor.

Una vez tenia bien afeitada toda la parte delantera de Maira la obligó a darse la vuelta y a colocarse de rodillas dentro de la bañera como ya había estado en un principio.

Esta vez los movimientos de ella tenían un aire mucho más sensual, quería gustar, provocar al hombre que se hallaba a sus espaldas.

- Otra vez estas tetas tan grandes - dijo ella, moviendo el cuerpo para dejarlas en una posición que no la molestaran y pudiera estar quieta para la operación que se avecinaba.

Unos dedos grandes y varoniles redistribuyeron la crema por todo el culo ya que se había perdido una parte al trabajar la zona delantera.

Como si nada hubiera pasado la cuchilla de afeitar volvió a cortar pelos, esta vez de la zona anal de Maira, una zona poco explorada de su cuerpo y que hoy parecía tener todo el protagonismo.

Delante de mi tenia una cabeza cubierta con una caperuza de cuero negro sin los agujeros de los ojos y cuyo cuerpo empezaba a disfrutar de los toqueteos a los que estaba sometido. Una boca feliz pero tensa ya que su cuerpo quería moverse, retorcerse de placer pero su mente le decía que no si no quería sufrir un accidente en una zona muy sensible de su cuerpo.

El estado de excitación - tensión a que estaba sometida era nuevo para ella. Le gustaba. Se preguntaba como iba a acabar aquello, pero apartó la pregunta de su cabeza para abrir todos sus poros al placer que empezaba a asomar en las puntas de los dedos que recorrían su entrepierna.

La cuchilla iba moviéndose con suavidad, parecía que bailara sobre las poderosas nalgas de Maira. Detrás de ella unos dedos parecían perseguirla, en realidad comprobaban la calidad del rasurado. La conjunción de la cuchilla por un lado y el cosquilleo de los dedos por otro provocaban un aumento de la temperatura corporal de Maira. Su respiración sé hacia más rápida.

Cuando empezaba a habituarse al baile de la cuchilla y los dedos entre su entrepierna fue sorprendida con la entrada de un dedo en su ano. Instintivamente su culo se puso tenso, se cerró, parecía querer retener en su interior aquel dedo varonil. Después de hacerlo girar, se retiró suavemente.

Una palmada en la nalga y la voz de él la sacan del sueño que había empezado a invadirla.

- Esto ya está.

Yo desde, mi rincón, observo como él se levanta y observa su obra a distancia congratulándose del trabajo realizado. La excitación también de está apoderando de mí. Intuyo que ha acabado el primer asalto de un combate que no se como terminará.

El hombre de pie dentro de la bañera se ofrece a mi vista como un Hércules en toda su magnificencia. Su pene flácido hace un rato a sido víctima de los perfumes que emanaban de ella. Su rostro estaba demasiado cerca de los objetos de deseo. La polla se encuentra en un estado de semierección que preludia grandes momentos.

Después de unos momentos de reflexión ha decido el siguiente paso. Abre la ducha y dirige el chorro de agua a las zonas afeitadas de Maira. Los restos de crema de afeitar son liquidados en dos pasadas. Un culo liso, brillante y tenso se ofrece a su vista. Esta visión provoca la reacción de su pene que pierde la línea horizontal para empezar a ganar la vertical.

Con toda cortesía, coge el brazo de ella y la ayuda a levantarse.

- Ya que estamos dentro de la bañera te voy a duchar- dijo él.

El agua de la ducha moja todo su cuerpo.

Las manos del hombre van recorriendo todo su cuerpo embadurnándolo de gel. Se paran en sus tetas y los pezones son amasados por unos dedos cada vez más excitados.

Esta operación provoca que el cuerpo de él situado detrás de ella se arrime a su espalda. Mientras está concentrado en sus tetas y sus pezones ella ha notado su fuerte tórax a su espalda y como no piensa permanecer pasiva, echa sus manos atadas hacia atrás y coge el órgano que más de apetece de él, su polla.

- ¡Oh! Chico, ¿Cómo estás? Las nuevas experiencias te están poniendo como nunca- dijo ella al comprobar el estado de erección de él.

Vuelve el silencio solo roto por la respiración entrecortada de dos cuerpos en lucha.

Cada uno a vuelto a concentrarse en su trabajo. Las dos manos de él jugando con las tetas y pezones de ella y ella amasando las pelotas y el pene de él.

La erección empezaba a llegar a límites peligrosos y él sin perder la cabeza para el juego y da por terminado el segundo asalto no fuera que el combate terminara antes de tiempo. Se notaba que era todo un profesional: el cuerpo caliente pero la cabeza fría.

Se separan. Coge la ducha y la dirige a su polla para apagar un poco sus ardores. El pene recibe el agua como una bendición del cielo. No se arruga pero pierde la tensión peligrosa en la que estaba.

A continuación pasa el chorro de agua por todo el cuerpo de ella que también lo agradece ya que contribuye a disminuir su temperatura.

A mí el agua no me gusta demasiado pero encuentro que en determinados casos puede ser interesante su utilidad. No creo que la incluya en mi próximo encuentro amoroso.

Mientras estaba sopesando la relación del agua y el amor los acontecimientos continuaban en el cuarto de baño. Habían salido de la bañera y mi cuerpo se aplastó contra la pared en busca de protección para no ser descubierto. Me tapé mejor con el albornoz que tenia delante.

Maira de pie sobre la alfombra tiesa como una estatua, con la cabeza levantada y las manos atadas a la espalda parecía una nueva versión de una escultura que a los griegos seguramente hubieran deseado esculpir si hubieran podido admirar su belleza en aquel momento.

El hombre, concentrado en su trabajo, deslizaba una toalla por todo su cuerpo. En las zonas afeitadas puso un especial cuidado, estaban muy sensibles y él lo sabia.

Una vez Maira tuvo todo su cuerpo seco la toalla le abandonó y notó que trabajaba a su lado. Ahora se secaba él.

Impaciente como estaba por saber como se iba a librar el siguiente asalto se sobresaltó al ser cogida en volandas. No se lo esperaba.

- Vamos a la cama. Mejor que te lleve yo, así no te vas a tropezar- dijo él.

Cuatro pasos y su cuerpo es depositado suavemente en la amplia cama.

Yo aproveché el trajín para deslizarme otra vez hasta el rincón que había ocupado con anterioridad en la habitación.

- Estoy incómoda con las manos atadas a la espalda- protestó ella.

- Está bien, lo arreglaremos enseguida- contestó

Desató sus manos de la espalda. Sus magníficas curvas descansaban atravesadas sobre la cama.

El se echó encima y empezó a explorar todo su cuerpo empezando por la nariz que fue mordida cariñosamente y su lengua jugueteó con la punta.

Mientras tanto las manos de los dos no estaban ociosas. Cada uno exploraba el cuerpo del otro.

La lengua de él se fue deslizando desde la nariz a la boca, que encontró abierta. Los labios se juntaron. Las lenguas se enzarzaron en una lacha cada vez más incruenta. Tuvieron de parar, les faltaba el aliento.

Cada mano cogió una teta. La lengua empezó a chupar un pezón. Lo mordisqueó. Lo succionó. La teta izquierda estaba celosa a ella solo le había tocado una mano también quería una boca. Sus súplicas fueron escuchadas. Unos labios ardientes se acercaron a su pezón que fue lamido, chupado y succionado como el de su vecino.

Mientras la lengua se entretenía con las tetas una mano había bajado hasta el pubis. Los dedos hicieron bailar al clítoris.

Dos zonas atacadas a la vez y sin piedad era demasiado para ella. Se soltó y el primer orgasmo explotó en su cuerpo. Se contorneó como pudo. Intentó arquearse para fundirse con su hombre pero el peso de su macho no lo permitió.

Después de la tempestad viene la relajación y la calma y esto esperaba ella pero no la dejaron. La lengua continuaba jugando con sus pechos como si nada hubiera pasado y los dedos se cansaron de bailar con su clítoris y dos de ellos entraron en su interior con total suavidad debido a la descarga que había tenido unos momentos antes.

- Podemos parar unos momentos- dijo ella. Es para recobrar el aliento.

- De acuerdo - dijo él

Se levantó y se puso de rodilla encima de sus pechos. Delante de la cara Maira tenia una magnífica polla que no podía ver a causa del antifaz que llevaba. Para que ella se diera cuenta de sus intenciones, cogió su pene y lo introdujo en su boca.

Tosió como pudo con aquel pedazo de carne que la atragantaba.

El no se enteró o no quiso darse por enterado y no retiró su herramienta sino todo lo contrario la introdujo más, como si quisiera tocar la campanilla con la punta de su glande.

La lengua de ella jugaba con su frenillo. Sus dientes parecían calibrar el grosor de su inmensa polla y la lengua parecía querer dar brillo a un glande cada vez más tenso y espectacular. Sus manos sopesaron los huevos que encontró muy grandes.

Los dos parecían encontrarse a gusto en esta posición. Ahora los movimientos eran rítmicos, cadenciosos, relajados.

Él decidió que ya le habían sacado todo el brillo a su verga y la sacó de su boca. Se trasladó a la parte inferior de su cuerpo. Se arrodilló en la cama, levantó el cuerpo de ella y colocó cada una de sus piernas en sus hombros.

Con esta operación quedaron los orificios de ella delante de sus narices. Estas absorbieron sus olores y la lengua se puso a trabajar.

Que magnífico espectáculo se ofrecía a mis ojos. Hércules arrodillado en la cama tenia la polla en total erección. En la parte superior de su glande brillaba una gota de néctar. Este inmenso pene estaba sujeto a dos grandes y duras pelotas cubiertas por un espeso y denso bosque de pelo negro.

Las manos al mismo tiempo que aguantaban en el aire las nalgas de Maira abrían y cerraban su ano. Su lengua después de recorrer todos los rincones de su coño necesitaba novedades.

Bajó un poco la cabeza y la lengua empezó a dar vueltas alrededor de su ano. Este se encogió, se cerró, quizá presentía lo que luego iba a pasar. Pero cuando la lengua tocó la puerta el culo este se abrió para darle la bienvenida y se coló en su interior.

La penetración de la lengua en su culo provocó un momento de tensión en el cuerpo de Maira pero inmediatamente se abandonó. Su posición: la cabeza apoyada en el colchón y las manos en la cama y el resto del cuerpo en el aire y sujetado por unas grandes manos varoniles; no era la forma más cómoda para una gozada pero la gran cantidad de buenas vibraciones que le llegaban de su entrepierna hacia desechar este pequeño inconveniente.

El segundo orgasmo llevó de imprevisto y rompió con sus razonamientos. Su cuerpo quería elevarse hasta el techo. Su culo quería cerrarse para que la lengua no lo abandonara jamás. Pero no era dueña de sus actos. Él la dominaba.

- Quiero más- dijo ella después de disfrutar su segundo orgasmo.

-Tranquila- dijo él, dejando suavemente su cuerpo encima de la cama.

- Ya va siendo hora que quite las telarañas de tu interior- continuó diciendo.

Separó sus piernas y sus manos recorrieron un monte de Venus limpio de pelos y sensible al tacto.

-Toma- dijo colocando la polla dentro de su boca. - Calibra bien su tamaño porque dentro de poco va ser toda tuya- continuó diciendo.

Después de dos o tres lengüetazos que le dejó la boca un sabor dulzón de néctar de hombre. Él se retiró y fue en busca de su más preciado tesoro.

Unos dedos ansiosos abrieron la puerta de su cielo y la inmensa polla de su amante entró en su interior. Que gusto, que placer.

Suave, firme y sin pausas en pene se fue abriendo paso en su interior, hasta el fondo. Se retiró para volver a recorrer el camino que lo estaba llevando al séptimo cielo. El vaivén suave y cadencioso se volvió cada vez más rápido y violento.

- No puedo más- dijo ella.

- Me corro- dijo él.

La eyaculación de él coincidió con el tercer orgasmo de ella. Una explosión de placer unió los dos cuerpos que cayeron desfallecidos uno al lado del otro.

Las respiraciones volvieron recuperar su ritmo habitual. Las olas de placer habían pasado. Sus cuerpos se estaban relajando.

- ¡Uf! Vaya polvo- dijo Maira.

- ¿Quieres más?- le preguntó él.

- No me dirás que estás en condiciones de continuar- preguntó ella entre ansiosa y sorprendida de capacidad amatoria que hoy hacia gala su amante.

- Todavía no, pero si me ayudas, quizás- le respondió él.

- ¿Qué tengo que hacer? Preguntó impaciente.

- Chúpame todo el cuerpo, así tendré tiempo de recobrar todo el vigor.

No se hizo rogar y como pudo se instaló encima de su Hércules. Él no la ayudó, quería permanecer pasivo, que fuera ella la que tomara la iniciativa.

Se arrastró como una serpiente sobre el cuerpo de su amante, su lengua recorrió sus amplios pectorales y continuó hacia abajo.

Las inmensas tetas de Maira se instalaron en la entrepierna de él. Notaron que si bien su polla no estaba dura tampoco estaba flácida, con lo que pensó que con unos cuantos toqueteos de su lengua se podría obrar el milagro de un segundo polvo.

Esta idea feliz avivó su ánimo y puso lengua y manos a la obra.

La lengua recorrió toda la polla y la limpió de todo resto del combate anterior al mismo tiempo que sus manos recorrían todo su cuerpo. Una vez limpia y brillante la dejó para ocuparse de los huevos. Sus dientes querían mordisquear un huevo pero eran tan grandes que no le cabina en la boca y abandonó el proyecto no sin antes dar unos lengüetazos y preguntarse por qué ella estaba afeitada y él no. No podía ser. La próxima vez ella le afeitaría los huevos y el culo a él. Ni en la cama podía olvidarse de sus obsesiones feministas.

Una vez resuelto mentalmente el problema del afeitado volvió al trabajo o sea volvió a dar lustre al pene que tanto placer le estaba dando. Aplicó todo su esmero en la obra, sabia que la recompensa era inmejorable.

- Creo que todavía no estoy en condiciones- dijo él. Hagamos un 69.

Él no se movió, fue ella la que con todas sus limitaciones giró encima de su cuerpo hasta colocarse en la posición adecuada.

Ante los ojos del macho en celo se ofrecían las aberturas que más deseaba. Primero limpió con la lengua el coño que había penetrado hacia unos momentos. Cuando estuvo limpio de polvo y paja se dedicó al culo, una de sus debilidades.

Empezó pasando la lengua, luego se mojó un dedo y lo introdujo dentro del ano. Cuando introdujo otro dedo en su vagina ella resopló y continuó con su labor.

Mientras le estaba trabajando el culo ella aplicaba todo su saber bucal a la polla de su amante. Mordisqueaba, lamía, besaba, en fin todo lo que su imaginación le dictaba. Sus esfuerzos se vieron pronto recompensados y la polla adquiría una espléndida erección como si fuera la primera en muchos días.

Al sentirse penetrada por un segundo dedo en su ano ella protestó.

- Mi culo es virgen solo ha dado cobijo a algún dedo de vez en cuando. Dos son demasiados para mí.

Él no hizo caso de sus protestas y le contestó.

- No podemos terminar la faena sin romper alguna virginidad. Pero, tranquila.¿No confías en mí después de toda la sesión que llevamos hoy?

La verdad es que ella no le podía reprochar el trabajo realizado hasta aquel momento. Le daba miedo que aquella inmensa polla que tanto placer le había dado ahora fuera un objeto de tortura. Por otro lado a él parecía hacerle ilusión su culo y no podía negarse por unos escrúpulos tontos.

- Está bien- contestó ella, pero cuidado no me hagas daño.

Se colocó a cuatro patas sobre la cama, separó las rodillas y ofreció su última virginidad a su hombre.

Yo en mi rincón capté el momento de tensión que se vivía en la cama. El combate que iba a empezar podía terminar en un desastre o en una explosión de placer. Todo mi ser se concentró para no perderme nada de lo que iba a ocurrir.

Él se había colocado detrás de ella. Su polla tensa babeaba de placer antes de tiempo. Él no perdía su sangre fría y parecía querer alargar la agonía pues en vez de perforar el culo de una vez se entretenía manoseando ahora el coño, ahora el culo como si no tuviera decidida la elección.

- Por favor- protestó ella, terminemos de una vez.

Accedió a sus súplicas. Cogió la verga y la introdujo hasta el fondo de un golpe certero y premeditado.

- Te has equivocado de agujero- volvió a protestar ella.

- No, mujer, te daré unos pases en el coño para lubrificar el pene y no hacerte tanto daño cuando penetre en el ano, ya ves que pienso en ti- le contestó él.

Y así lo hizo. Una vez la polla estuvo bien lubrificada, cosa que no costó demasiado, pues ella no paraba de mojarse. Sacó la polla, la cogió con la mano derecha y apuntó a la virginidad de ella.

Colocó la punta del glande y el culo de cerró como si temiera lo peor. Acto seguido se relajó pues ella pensó que si se ponía en tensión el resultado seria peor para ella.

Él advirtió el relajamiento del ano y lo aprovechó para dar un empujoncito y colocar todo el glande en su interior.

El culo se volvió a cerrar. Aprisionó al intruso, pero este no se movió.

Las sensaciones de ella eran contradictorias por un lado le dolía y por otro le gustaba.

- Me gusta, me duele, sal ya, entra más, no pares, termina- decía todo esto mostrando el estado de contradicción en el que se encontraba.

No le hizo caso y se concentró en su goce. Volvió a empujar de manera constante y lentamente hasta todo su pene había desaparecido en el interior de ella.

Se quedó quieto para retener todas las sensaciones que le llegaban de su polla. El culo era estrecho y le comprimía como nadie lo había hecho hasta entonces. Tenia la sensación que la opresión era demasiada ya que su polla había reaccionado aumentando, si cabe, su tamaño, con lo que la presión aumentó. Aquello no podía durar era demasiado.

Se retiró un poco, como temiendo que si lo retiraba hacia demasiado el sueño se esfumaría y volvió a penetrar.

- ¡Oh! ¡Cielos! Fue lo único que se le ocurrió decir a él.

Ella en estos momentos ya no sabia a que carta quedarse. Le parecía que de un momento a otro quedaría partida por la mitad. Por otro lado el placer que le estaba llegando del culo era diferente, nuevo y le gustaba. Este placer se estaba imponiendo al dolor que también sentía y que iba disminuyendo.

Después de dos o tres embestidas más él no pudo más y se corrió como un loco y como tal gritó.

El orgasmo de ella no fue inferior al de él aunque sí más callado.

Los dos se derrumbaron en la cama jadeantes y satisfechos como nunca lo habían estado. Él sobre ella y con la polla aun en su interior, no quería salir. El culo parecía querer succionar todo el semen que le quedaba en los huevos.

Fue ella la primera en recuperarse y se ladeó con lo que el cuerpo de él rodó sobre la cama y en pene salió del escondite donde se encontraba.

- Me quitas la caperuza ya- dijo ella con una voz dulce y suave.

- ¿Quién eres tú? Preguntó sobresaltada.

- Por favor no te asustes, ya hace mucho rato que nos conocemos - dijo él a modo de excusa.

- Me llamo Anabe Toniba - dijo el senegalés negro como el carbón que yacía a su lado y tantas novedades sexuales había introducido en su vida.

- Tu marido me ha contado que vuestra vida sexual era muy monótona y aburrida y recurrió a mí para darle un poco de salsa - dijo él.

- Tienes que darme tu teléfono, nos tenemos que ver más a menudo. Intuyo que la de hoy ha sido la primera lección de un curso que va a durar mucho tiempo - dijo ella recobrando la normalidad.

Viendo yo que en la cama reinada la concordia caminé hacia ella, di un salto y me coloqué al lado de Maira que sorprendida me cogió y me dijo.

- Gatito curioso seguro que no te has perdido detalle- dijo ella acariciándome la cabeza con sus manos.

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