miprimita.com

Les presento a Teresita

en No Consentido

Gracias al Ciberespacio he podido descubrir un mundo nuevo, lleno de conocimientos y cosas excitantes, que coincidió con mis deseos de Sexo, con el Chat y el Correo Electrónico, conocí e hice amistades con chicas y chicos de todo el mundo, ante quienes me abrí y también llegué a tener -¿porqué no decirlo?- muchos orgasmos. Pero eso precisamente, por un hecho fortuito se convertiría en un riesgo que amenazó con explotar frente a mí.

Una tarde en el liceo, mientras converso con algunas compañeras de estudio se me acerca una niña:

"Hola, eres Susana ¿no?", me pregunta, volteo a mirarla, en realidad ya la conocía, era una niña de séptimo grado , Teresa Gutiérrez, "Teresita" como le decían, para diferenciarla de otra Teresa mas grande y de mas edad que había en el colegio, tal como a mí solían llamarme Susanita, por la misma razón.

"Si, ¿Qué quieres?" le dije mirándola de arriba a bajo, estando yo en noveno grado, a éste nivel no solemos tratar a los alumnos de grados inferiores, a mí me lo hicieron, así que me sentía con el derecho de tratar con displicencia a ésta niña.

"Bueno, quisiera hablar contigo un momento…a solas, es sobre algo que te interesa", me responde, "¿si? ¿y sobre qué será?", le pregunto, dejándome llevar por su manito a un sitio mas retirado.

_ "Es que necesito tu ayuda"

_ "¿Cómo para qué?", sigo interrogando

_ "Es que yo sé…yo sé que tú sabes"

_ "¿Saber qué?"

_ "Bueno…esteeee…tú sabes…mmm"

_ "¡Pero dí mijita que quieres!", le pregunté, ya impaciente por tanto balbuceo

_ "Yo quiero saber…sobre…tirar, quiero saber de eso, de sexo"

Esa respuesta me dejó perpleja, anonadada, en ése momento, con mis ojos bien abiertos del asombro, pude mirar fijamente a ésta niña, mas pequeña aún que yo, (y yo ya era pequeña para mi edad), como de doce años, de piernas flaquitas, como dos tubitos, bajo su faldita, y sin pechos (yo al menos tenía "alguito" aunque no usara sostén), de piel morena clara, pelo negro y largo hasta los hombros, recogido por una liga, ciertamente, una niñita para mi criterio. Logro salir de mi estupor y le doy la espalda, sin responder nada, tratando de alcanzar a mis compañeras y ligando que nadie haya escuchado semejante conversación.

"¡pero espera!", me grita la niña mientras casi salgo corriendo, como huyéndole, logra alcanzarme y se me coloca frente a mí.

"! No quiero hablar contigo carajita loca! ¿Qué te crees?", le respondo airada, pero con voz medio baja, cuidando que no me escuchen.

"por favor", me dice, "no te pongas brava, sólo quiero saber, puedes confiar en mí, yo quiero aprender, yo quiero, quiero…quiero hacer el amor y todo eso, y saber de cosas de sexo, de cosas que tú sabes, anda dime, enséñame"

"¿Pero como te atreves, loca? ¿Quien te crees que soy? Déjame en paz o llamo a tu profesor guía, loquita, ¡vete, vete!", le grito, antes de irme a toda prisa, dejándola casi con la palabra en la boca. A partir de ese momento, no solo quedé perturbada por aquella petición tan extraña sino que tuve ahora a una "sombra" siguiéndome y molestándome, con su mirada, con su presencia, en todas partes me la encontraba, aún fuera del liceo, un día incluso, parece que intentó seguirme hasta mi casa, afortunadamente pude darme a cuenta a tiempo y logré despistarla, no dejaba pasar un chance para importunarme con su petición tan extraña, tan perturbada me encontraba que incluso en casa no dejaba de pensar en esa niña que se revelaba con ganas de ser una puta… como yo a su edad.

El colmo vino en cierta ocasión, luego de Educación Física, estábamos varias chicas en el baño, algunas duchándose, otras platicando por aquí y por allá, allí se presentó "Teresita" con su propuesta, aprovechando un momento en que me encontraba un tanto retirada, casi rendida, sigo negándome a su idea de que yo le "enseñe", le respondo airada lo que siempre le decía: "¡Pero no ves que apenas eres una niña!" su respuesta fué como para agarrar palco: "No, te dije que ya no soy una niña, mira, ya me salieron pelos", acto seguido se baja el mono de ejercicio dejándome ver aquella cuquita apretadita y pequeña, efectivamente, con un una pelusilla negra notable en su monte de Venus, volteo a todos lados, parece que nadie se dio cuenta, pero yo salgo de allí corriendo.

Pensaba yo que, con el transcurrir de los días, Teresita se había resignado a mi negativa, pues tenía tiempo sin molestarme, pero no fue así. Un día, sentada en la placita del Liceo, conversando con varios compañeros, se me acerca la niña y a boca de jarro, sin saludar ni nada, me pregunta con cara seria, como molesta, delante de todos: "¿Conoces a Abelardo Peña, Susana?"

Quedé pasmada, boquiabierta, el mundo se me puso chiquito, ¿De donde había sacado Teresita ese nombre? Abelardo Peña era unos de mis cyberamigos, uno de mis "cyberamantes" con quien yo había trabado amistad a través de Internet, ésta vez fui yo quien la tomó por el brazo y en un sitio privado le pregunté, fue allí que se me aclaró todo, Teresita me contó.

"Hace tres semanas hablé con él, Susy", me dice Teresa, "en el Cybercafé donde estabás dejaste tu correo y Messenger abierto, así que lo conocí, también me dijo unas cositas sobre ti, tú sabes", me dijo, al tiempo que la muy sucia me picaba el ojo con zamarrería, "¡Ah! por cierto, también revisé tus archivos, tienes cosas muuuuy chéveres ji,ji,ji."

Las piernas me temblaban, el corazón me latía con fuerza, lo sabía todo, lo había visto todo: mis fotos donde estoy desnuda, las de mis hermanas, mis historias, los documentos y archivos que me enviaban mis amigos, videos, fotos, todo, me quedé muda, no sabía que decir.

"Por eso sé que tú sabes, es mas chica, te voy a decir mas, yo leí tus cartas y Abelardo me confirmó que tú lo haces…que tú te dejas coger por tu perro…yo…yo quiero saber mas de eso…quiero que me digas todo de eso. Ahorita me voy pero mañana hablamos, chao.

Tuve que recostarme en la pared para no caerme, al rato salí corriendo hacia mi casa, no pude dormir esa noche, pensando en que todos mis secretos se sabrían en mi pueblo, sería la comidilla de toda la comunidad, lo de menos era que me expulsarían de mi escuela, ¿Qué iba a hacer? ¿Cuáles eran realmente las intenciones de Teresita? ¿Cómo reaccionaría mi tío, mi familia, si se enteraban por completo de estas cosas?

Y estaba ese sucio traidor de Abelardo, ¿Cómo pudo hacerme esto? (mucho tiempo después, mas serena, puede ver lo que pasó: Abelardo pensó que estaba hablando conmigo por eso reveló parte de mis cosas, Teresita viendo el material que yo tenía archivado solo tuvo que deducir el resto, mi correo quedó abierto porque el sistema, una vez concluido el tiempo pagado, bloquea la pantalla, pero detrás de ella queda abierto todo lo que uno tenía, y el próximo cliente, al desbloquearle la pantalla, puede ver lo que el cliente anterior estaba haciendo), a partir de ese entonces sentía una "Espada de Damocles" en mi cabeza, cada vez que veía a ésta niña, lo peor era que Teresita era hija del Profesor Ramón Rodríguez, mi profesor de Matemática y nada menos que sub-director de nuestro Colegio, a medida que pasaba el tiempo, con cada insistencia de Teresita, crecía en mí un resentimiento, un rencor fuerte, hacia ésta niña zorra, que cada vez me resultaba mas difícil de aguantar. Y efectivamente, una vez colmada mi paciencia, no aguanté más.

Tenía muchas presiones en determinado momento, problemas económicos y familiares, incidían en mi rendimiento en el liceo, estaba con tantas cosas en la cabeza…y se me aparece Teresita.

"Hola Susanita, ¿Cómo estás?", me saluda, "déjame en paz, bichita, tengo mucho que hacer ahora", le respondo, "no te me pongas así, Susana, mira que todavía quiero saber todo lo que tú sabes, y yo sé que tú sabes mucho", me encontraba como bufeando, podía sentir como mis narices se agrandaban con el resoplido que estaba haciendo de la arrechera que tenía en ese momento, estaba realmente mal.

"Anda vale, no te pongas así, tú sabes que yo quiero aprender", sigue diciendo la putica, "¿Cuándo por fin me vas a presentar a tu perro, yo también tengo uno, si quieres te lo presento".

"¡Coño! ¿Quieres dejarme en paz, piazo é zorra?, ¡yo no quiero nada contigo!"

"¡Ah pues! Ahora te la vas de santa, debe ser que tú no eres puta, mas bien perra, espera que yo le cuente a tu papá a ver si te la das de buena".

La gota que derramó el vaso, presa de la ira, la empujo del cuello pegándola a la puerta del laboratorio, que se encontraba abierto pero sin nadie en su interior, se abre la puerta y la empujo aún más fuerte, cayendo al piso del laboratorio.

"¡Que coño é madre te crees, pendejita!, ¿me vas a chantajear ahora?", le grito presa de rabia.

"¡que me vas a hacer marica!, déjame en paz, voy a gritar", responde, poniéndose de pié.

"Aquí nadie te vá escuchar, estamos muy lejos del salón que tiene clases ahorita ¿Así que quieres ser puta?, ¿quieres que te enseñe a ser puta? ¡Yo te voy a enseñar cabrona!"

Volví a tomarla del cuello, mientras ella trataba de zafarse, era fácil dominarla, yo era más fuerte y alta que ella, quizás la furia que tenía me hacía más fuerte aún, la agarré por la entrepierna con un brazo y de un envión logré montarla en la mesa embaldosada del laboratorio.

"¿Así que quieres ser una perra?, okey, vamos a ver que tienes aquí, zorrita", le abro las piernas a pesar de su lucha, la empujo para acostarla en la mesa, le levanto la falda y veo que tiene una ridícula pantaletica con dibujitos de ositos estampados.

"¿Y estas son las pantaletas de una mujer? ¡Dame acá marica!", le dije, al tiempo que de un tirón le rompo aquella delicada y suave prenda de algodón.

"A ver, a ver, deja que te examine bien", le digo, mientras intenta incorporarse, un empujón fuerte al pecho y vuelve a caer acostada a la dura mesa de cerámica del laboratorio, sigo viendo aquella vulva de niña, acariciando su delicado clítoris y sus pliegues suavecitos, entonces con brusquedad le meto dos dedos al tiempo que empujo con violencia hacia adentro.

"¡Noooo Susana, para, ayyy, me duele!" grita desesperada, intentando levantarse una vez mas, le cruzo una cachetada al rostro al tiempo que le abro su blusita azul, despegándose los botones, abajo tenía una camiseta blanca, tan suave como la pantaletica, o quizás era la furia que tenía, lo cierto es que logro rasgársela de un tirón y queda ante mí su pecho desnudo, contrariamente a lo que pensaba, si tenía algo de senos, bueno, en realidad eran unos rudimentarios pezones, bastante gruesos por cierto , que ya empezaban a brotar de su torso desnudo, sigo metiendo dedo en aquella cuca tan estrecha, torciéndolos en su interior para hacer mas espacio, "a ver, a ver, estás muy cerrada, perra, pero yo voy a resolver esto", le digo, al tiempo que le meto el dedo anular de mi mano derecha, para que haga compañía a mis dedos medio e índice, que ya estaban adentro, explorando aquella gruta tan pequeña.

"¡Aaaaahh, noooo Susanita, auxilioooo!", vuelve a gritar la niña, la vuelvo a empujar hacia la mesa, descubriendo su pezón izquierdo, el cual retuerzo con un pellizco, "¡cállate puta!", le digo, "nadie te va a escuchar, ¿no querías ser perra? Esto es lo que hacen las perras, yo te estoy entrenando, aguanta, todavía no sirves, bicha", sigo metiendo y sacando mis dedos de su gruta, ya puedo rotarlos un poco mejor, empujando con fuerza, como si quisiera llegarle hasta el fondo, entonces veo en la mesa un objeto mas apropiado: Un tubo de ensayo, el aparato de vidrio, por lo largo, me permitiría llegar mas profundo del interior de Teresa, lo saco de su soporte y le digo a la niña: "bueno, vamos a probar esto, a ver si te gusta mas, bichita", acto seguido, procedo con firmeza a introducirle el tubo de cristal, de 15 centímetros de largo por dos de ancho, su superficie lisa me permite rotarlo y empujarlo aún mas al fondo de aquella almeja adolescente, sigue llorando y suplicando, pero yo sólo estaba concentrada en meter aquel tubo, observo cómo al sacarlo vá quedando bastante mojado, "¡ajá, perra!, ¿ estás acabando?, ¿te está gustando la vaina, bicha sucia?" , acelero la follada con el tubo, pero alcanzo a divisar otro objeto del laboratorio: Es un matraz con su macito, éste es un envase pequeño de cerámica que se usa para moler muestras, triturándolas con un pequeño mazo, éste macito, también de cerámica, era mas pequeño que el tubo, pero mas grueso, su extremo terminaba en una bola de tres centímetros de ancho. "Llegó la hora de probar otra cosa, Teresita, ¿será que te gusta? No me contesta, sigue gimoteando mientras vé casi con pasividad cómo le introduzco con suavidad aquel mazo de matraz, que entra bastante bien, logro ensanchar un poco mas la entrada y casi le hundo todo el objeto, apenas si podía sujetarlo, la tranquilidad con que Teresa recibe aquel castigo me enardece aún mas, el mazo me parecía poco para ella.

"Maldita, ¿creíste que me ibas a joder tú a mí, carajita?" le digo con verdadero odio, "ahora soy yo la que te está jodiendo, pendeja", en ése momento, logro ver en el fregadero del laboratorio otro objeto que alguien dejó allí por descuido: Una botella de refresco, de malta, enseguida alcanzo a tomarla al tiempo que le digo: "me las vas a pagar, perra, vas a ver", le señalo la botella, pasándosela por la cara, sus ojos desorbitados en su rostro empapado de sudor y lágrimas me indicaban el terror de la que era presa, enmudecida observa como acerco la botella a la entrada de su vulva, brillante, afiebrada por la cogida y ya un poco entreabierta, con firmeza y suavidad le introduzco la boca de la botella, para luego meterle con violencia sádica el cuello de la botella.

"¡Ayyyyyyy, nooooooo, mamaaaaa, quiero a mi mamaaaaa, mamitaaaaa!", era, ahora que lo recuerdo, bastante patético ver aquella niña gritando, pidiendo ayuda de su madre, gritando con mas fuerza, en ése momento yo no tenía piedad, fuera de mí, sólo me concentraba en meter con saña aquella botella a la cuca de esa niña que tanto me había enfurecido, "¡Que mamá ni que nada, gafa! ¿crees que vá a venir a salvarte, piazo e´puta? ¡toma, toma!", seguía el castigo sin cuartel, hubo un momento en que, casi sin moverse, Teresa resistía la penetración continua que yo le daba con la botella, la sacaba y la metía, la sacaba y la metía, la cuca estrecha se resistía a la forma del envase, que sólo llegaba hasta un poco mas abajo del cuello ,entonces, no aguanté mas y le dije: "vas a ver, puta, vas a ver; ¡toma perra!" , con la palma de mi mano derecha empujo la botella hasta lo mas profundo de aquella vagina de niña, desapareciendo por completo en el interior de Teresa.

"¡mmmmmmggghhhhhaahhhh!", un sonido gutural sale de la boca entreabierta de Teresita, toda la botella yace en el interior de su concha, 20 centímetros enteros y cinco centímetros de grueso en la base de la botella, llenando por completo aquella vagina y forzando su abertura al máximo para una niña virgen...virgen. Teresita ya no era virgen, fue en ese momento que entré en razón, retrocedí un poco y ví aquella escena, casi dantesca: la niña con las piernas abiertas, falda subida a la cintura, montada en la mesa del laboratorio, torso desnudo, medio cubierto con una camisa rota, respiración entrecortada, podía ver como su pecho y abdomen se movían con rapidez por la inhalación y exhalación violenta, su rostro contraído, ojos cerrados, todo su cuerpo empapado de sudor, sus brazos abandonados al lado de su cuerpo, y sobre todo, esa dura imagen, la botella entre saliendo de su gruta forzada, que dejaba caer un hilillo de sangre que corría por las baldosas verticales de cerámica blanca de aquella dura mesa de laboratorio. Allí pude darme cuenta de lo que había pasado, de lo que yo había hecho: Había violado a Teresita, yo había cometido el infame delito de una violación contra una chica. Tapándome la boca , recojo mis cosas y salgo corriendo de allí.

No fui a clases durante dos días, alegando que estaba enferma, como llamaron a casa preguntando no había manera de evadir el Colegio, así que fui, presa del miedo, no podía concentrarme en nada, a cada segundo esperaba que me fuera a buscar el director en cualquier momento, con la policía, mi tio y Teresa, Teresita, a quien no había visto desde aquel día. Pasaban las horas y siempre estaba pendiente de no encontrarla, de verla primero para poder huir. Ya casi terminaba el día de clases y creí que mi pesadilla se había terminado, al menos por ése día, me dispuse a irme aliviada para mi casa y fué entonces que la ví.

Teresita. Con su uniforme impecable, mirada ruda, estaba a diez metros de mí, y observándome con ojos punzantes, me pareció una eternidad aquel momento cuando comenzó, con pasos lentos pero firmes, a caminar hacia mí.

"Ay Dios mío, llegó mi fin, ahora si me jodí", pensé para mis adentros, mientras veía como se acercaba, comencé a temblar y creo que a sudar, viendo a la niña acercarse. Cuando estábamos ya frente a frente, nos miramos, sin decir una palabra, yo no me atrevía a hablar, sólo veía aquella cara seria de Teresa, lo que pasó me dejó sorprendida y desarmada: Teresa se me acercó con rapidez sin darme tiempo de reaccionar y se abrazó a mi cuerpo, con suavidad y ternura. Estuvimos un rato que me pareció toda una vida antes de que fuera ella la que hablara sin dejar de abrazarme: "Discúlpame, no ha pasado nada, Susanita, todo está bien".

Me besó en la mejilla y luego se fue. Aquello fue tan desconcertante que todavía no dejo de pensar en ello, poco a poco, he podido acercarme a ella, con timidez y muy penosamente ambas hemos platicado de muchas cosas superficiales, incluso le he ayudado con sus clases, jamás hemos tocado hasta el momento temas muy íntimos y menos recordar lo que pasó aquel día, no sé que puede estar pasando en la mente de Teresita, pero lo cierto es que, quizás, algo bueno puede depararme haber tenido semejante experiencia con ella, no sé, quizás, haber conseguido una amiga de verdad, cosa que no tengo, en fin, sólo el tiempo lo dirá...y yo les contaré a ustedes.