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Un padre responsable y amoroso: Consecuencias

en Zoofilia

-¿Cómo estás, hija?

-Bien, Papá…bien.

Intenté un diálogo en la mesa mientras comíamos, tenía ganas de ser directo, lo que quería era preguntarle: "¿Cómo te sientes después de la cogida que el perro te echó ayer?", pero estaba totalmente cohibido, aún en ése momento pensaba que había cometido el error mas grande de nuestras vidas, aunque estaba seguro –yo lo vi- que a ella le había gustado.

Pero no, El error era ese, suponer que me había equivocado.

Sucedió una semana después. Yo venía del trabajo, a eso de las seis de la tarde, me habían cambiado el turno, así que no se suponía que llegara a casa a esa hora, ese detalle tan insignificante marcó la diferencia. Fue entonces que la ví.

-¡Ay que rico!, ¡ay que rico!, ¡Ugh!, ¡ugh!

Estaban en la sala cuando entre a la casa, Cristina en cuatro patas, Yellow arriba de ella, follada frenética, éxtasis total, pausa, desmonte, abotonados, culo con culo, en ese momento, por el reflejo del Televisor apagado es que ella se dá cuenta de que estoy allí.

¡Papá noooo!

¡No mi niña!, ¡está bien, está bien! –corro hacia ella, tratando de calmarla- no te preocupes, no pasa nada, quédate como estás, soy tu papá, soy…soy…soy tu amigo, todo está bien.

Casi gimoteaba, asustada y apenada. Con mi actitud logro calmarla, me agacho y le acaricio su rostro con mis mejillas, veo algunos arañazos en su blanca y delicada espalda, Yellow seguía pegado a su cuca, haciendo su trabajo…y mi hija disfrutaba.

Aquello fue el principio de una relación entre padre e hija, hermosa, íntima, fraterna, de confianza mutua y total como jamás he visto, incluso entre madres e hijas, y por supuesto, para ella, la obtención de un legítimo y sano desahogo sexual (aunque muchos de ustedes me acusen de blasfemo y corruptor). Todo cambió en cuanto se consolidó la Zoofilia, las relaciones sexuales entre mi hija y su perro, que ha partir de ese momento no cesarían.

No hubo más problemas en el Colegio, Cristina volvió a ser la chica aplicada de siempre, no hubo ningún truhán que me la desgraciara, todos los días llegaba contenta y nos encontrábamos con efusivos besos y abrazos, como dos cómplices, como los mejores amigos, llegamos a intimar a tal nivel que no nos alarmábamos cuando yo llegaba y ella se encontraba tirando con Yellow, en la sala (en el sofá era mucho mas cómodo que en la cama), tal era nuestra confianza que incluso en ocasiones andábamos ambos desnudos por la casa, e incluso nos bañábamos juntos, como la cosa mas natural del mundo, platicábamos de cualquier cosa, incluso de nuestras intimidades mas ocultas, nuestro nivel de conversación se elevó con el tiempo (descubrí que mi hija era muy inteligente y madura para su edad y ella observó que su padre estaba adquiriendo cierta cultura, modestia aparte), aunque seguíamos siendo pobres, con los problemas cotidianos de cualquier familia, se podía decir que alguna cosa buena pasó con todo esto, y éramos felices.

El tiempo transcurría. Todo marchaba muy bien, con mi hija siendo la perra de su perro, y yo, su padre, de cómplice ("cabrón" me dirán algunos), en una ocasión, un par de años después (toda ésta historia que les relato, y que va por su tercera parte, ocurrió en el año de 1996), al llegar a casa, me encuentro con una escena inesperada, impactante: Allí estaba en la sala, disfrutando de la follada frenética y poderosa de Yellow, nudo trabado incluido, en cuatro patas, sudorosa, gimiendo de placer, gozando como perra, pero…no, no era Cristina.

-¡Ay! ¡Señor Jesús! ¡Señor Jesús noooo!

Se llamaba Bernarda, pero todos le decíamos Bernardita, una dulce y tímida chama de 16 años, vecina y amiguita de Cristina, también era su compañera de clases, por lo que eran frecuentes sus visitas e incluso sus quedadas nocturnas, nada raro siendo la mejor amiga de mi hija, siendo vecina, y no teniendo mas amiga que Cristina (Bernardita sufría de una introversión tremenda, quizás producto de sus problemas de autoestima, era obesa –en aquel tiempo pesaba unos 80 kilos, demasiado para su edad y estatura-tenía un serio problema de acné y usaba gafas de las llamadas "culo de botella"), ya que no era para nada popular en la escuela, su timidez excesiva le impedía hacer amistades, pese a ser extraordinariamente buena estudiante, como mi niña.

Y allí estaba. Cuca trabada en el grueso nudo de nuestro perro, botando flujos a borbotones, empapada de sudor, la niñita gordita fue sorprendida en plena acción, ahora llorando a moco suelto sin poder hacer nada para taparse de mí. Sólo me quedo estupefacto unos segundos, enseguida reacciono:

¡No Bernardita, tranquila, no pasa nada!

¡Señor Jesús, Señor Jesús, no!

¡Papá! ¡llegaste!

Interviene mi hija, que se encontraba en el cuarto:

¡Papá, perdóname, es mi culpa, no te pongas bravo!

¡No tranquila Cristina! ¡dile a Bernarda que se calme!

¡No llores Bernardita, todo está bien, todo está bien!

Fue así como pasé a contarle a Bernardita nuestra historia, Cristina le había contado su parte y yo le completé el cuento, sentados mi hija y yo en el sofá de la sala, mientras la dulce gordita yacía atenta a nuestras palabras, abotonada al perro y desnuda en cuatro patas. Le secamos las lágrimas, logramos incluso sacarle una sonrisa de confianza mientras se despegaba de Yellow, al terminar de cogerla, con delicadeza levantamos su cuerpo cansado y desnudo, la llevamos entre los dos al baño donde la bañamos concienzudamente, mientras que Cristina me ponía al tanto de cómo y porqué Bernarda pasó a compartir nuestro secreto de familia. En ésta parte debo serles sincero y confesarles un pecado (yo se lo conté a la propia Bernarda años después): Aunque había visto mil veces a mi hija adolescente desnuda –modestia aparte, mi hija era y sigue siendo muy bella- nunca me vino a la mente relacionar su cuerpo desnudo con el Sexo, quizás por que me bloqueaba el vínculo de sangre, con Bernarda no existía tal bloqueo, por no ser familia, y aunque no era realmente agraciada, bueno, era una adolescente –todo un fetichismo de primer orden para cualquier hombre- y allí la tenía: Desnuda frente a mí, y a disposición de mis manos. Lavé su cuerpo de piel blanquísima y pecosa, toqué cada rincón de su rechoncha humanidad –otro fetichismo más- sus axilas, sus voluminosos pechos, con sus gruesos pezones de aureolas enormes y, por supuesto, su puchita, casi perdida entre rolletes de carne, de la manera mas natural del mundo le lavé concienzudamente su vulva y su vagina, frente a mi hija, introduje mis dedos en su gruta violada, retirando grandes cantidades de viscoso flujo perruno, detallando los pliegues de su concha, sus labios rosados y mucho mas gruesos que los de Cristina y sobre todo un clítoris enorme, que me provocaba chupar.

Así, de la mano y orientación de Cristina y con toda mi bendición entró una nueva persona a nuestro círculo zoo: La gordita y apreciada Bernardita, amiga de Cristina y ahora mi amiguita también. Con los años llegué a querer a Bernarda como si fuera una ahijada –casi lo era- y nuestro afecto, sincero, bueno y desinteresado se consolidó con el tiempo. Su participación en ésta historia tiene un sitio destacado y ya verán porqué.

Y es que en poco tiempo, la Zoofilia ejerció sobre Bernardita una influencia tan poderosa que, quien conozca a fondo los hechos no puede más que admirarse, quedarse con la boca abierta. Unidas aún más por aquel secreto, ahora las dos chicas compartían a Yellow, amante poderoso que podía darle mucho placer tanto a una como a otra sin quejarse. Pero Bernardita quería más. Convertida en mujer por Yellow, igual que Cristina (¿o deberíamos decir "en perra"?), se reveló como una verdadera chica hipersexual, sólo mis consejos y la influencia benigna de Cristina impidieron que las ansias de Sexo la descarriaran. Al pasar aún mas tiempo con nosotros –cosa que nos agradaba y también a su madre, pues sabía que nosotros éramos una buena familia- consolidó sus buenas costumbres como estudiante, incluso nos educábamos los tres (yo, erráticamente, comencé a estudiar secundaria en esos años) y, asiduos de Internet, aprendimos muchas cosas, nos culturizamos aún mas, y aprendimos incluso mas sobre follar con perros. Pero Bernardita le pedía mucho a Yellow, a veces lo "drenaba" y no le dejaba nada a Cristina, que también era muy cachonda (se quedaba en casa y se tiraba maratones de jodienda con el perro), pronto se hizo evidente que Yellow necesitaba "refuerzos". Así entró Fucker a nuestras vidas. Callejero como Yellow, lo consiguió Cristina, quien se lo regaló a Bernardita, luego de muchos ruegos, incluso míos, a su madre, para que permitiera que se quedara con el perro. Fucker, perro grande y negro, al principio peleaba con Yellow por sus "hembras", luego, con disciplina y constancia de nosotros, aprendieron que había suficiente para los dos. (El nombre "Fucker" –follador, cogedor- se lo dio Cristina, ni siquiera yo sabía lo que significaba, solo un tiempo después algún vecino preguntó intrigado por ese nombre y mi niña, muy inteligentemente, le cambió el sentido, escribiendo "Fokker"-una especie de avión- para que no hubiera dudas). Con dos perros a su disposición, las dos niñas-perras dieron rienda suelta a toda su imaginación verrionda, aplicando todo lo que habían leído sobre el Sexo con perros. Aprendieron a colocarle medias a las patas para que no las arañaran, los colocaban boca arriba, ensartándose ellas en sus pollas, usaron los dos perros a la vez con una sola, de modo que mientras un perro las cogía, le mamaban la verga al otro, o bien un perro les hacía el cunnilingus –a nuestros canes les gusta el sabor de los jugos de sus cucharas- mientras le mamaban el güevo al otro, en fin, ya no me resultaba extraño llegar a casa y encontrar alguna pequeña orgía, las dos chicas, siendo cogidas por los dos perros, a veces una "pareja" en la sala y otra en el cuarto, o bien ambas "parejas" en el sofá, lado a lado ( a los perros les resultaba mas cómodo penetrarlas), para mí era normal encontrar aquel jolgorio sexual en casa, aquel olor intenso a Sexo canino, los gemidos y gritos de placer zoofílico llenando mi hogar, mientras yo hacía mis cosas, ellas tiraban con los perros como algo muy natural, pero ¿saben qué? ¡A ellas les excitaba aún más cuando yo andaba por ahí viéndolas!

¡Ay Papá, mira como me coge Fucker!

¡Señor Jesús, Señor Jesús, que rico tirar con perros!

¡Me coge sabroso papi! ¡mírame!

¿Cómo se ve mi cuca desde allí? ¿se ve el nudo?

¡Que sabroso ser una perra, coño!

¡Papá Jesús (Bernardita aprendió a llamarme así), me está llenando! ¡que rica leche caliente! ¡voy a acabar, voy a acabar!

¡Que me entierre el nudo, quiero nudo en mi tronera!

¡Papá Jesús! ¡Se me salió el güevo! ¡no consigue mi cuca! ¡métamelo! ¡ayúdelo!

Era frecuente que les sirviera de Mamporrero a ambas, cuando estaba una sola y los dos perros querían, yo sostenía un perro que esperaba su turno, mientras el otro se pegaba a la niña, cuando terminaba y se desmontaba yo procedía a montar el otro, o bien, cuando querían uno "rapidito" antes de ir al colegio, yo los montaba y les metía la polla canina de turno en la ansiosa totona, procurando no meter el nudo (por supuesto, en su momento ya no hacía falta mi ayuda pero ellas insistían, era obvio que les gustaba que yo "ayudara" y ¿porqué no decirlo? A mí me gustaba "ayudar"). Divertido era el momento cuando, quedando alguna anudada al perro, en cuatro patas, frente al televisor, yo procedía a usar su espalda de mesa, comiendo en ella o colocando mis pies sobre ella, mientras el perro terminaba de follarla y se desinflamaba el nudo.

Así transcurrían los días, los meses. Poco a poco pero con evidencia, fuimos observando como Bernardita perdía peso de forma casi milagrosa, paulatinamente empezó a adquirir un peso ideal y, en general, una apariencia cada vez más atractiva, ¿Qué estaba pasando? ¿Cuál era el milagro?

El "Milagro" no era otro que tirar con perros…y la leche de los perros. Bernardita se hizo adicta a la leche de los perros, es decir, al semen. Pasando tanto tiempo con nosotros, entregándose al sexo canino con frenesí, antes o después de cada "faena" les mamaba la polla a los dos perros (en ocasiones no hacía mas que eso y yo ya temía que a los pobres animalitos se les irritara sus palomas de tanto chupar), les "drenaba" el aparato reproductivo a Fucker y a Yellow, sacándole grandes cantidades de leche perruna (los perros eyaculan líquido preseminal y seminal en abundancia, mucho mas que los humanos), tragando y consumiendo con avidez, ¿el resultado? Sintiéndose llena no sentía deseos de comer en abundancia, por lo que dejó de comer en exceso, ya no sentía ganas tampoco de comer dulces o chocolates, así, su problema de Acné y exceso de grasa en el cuerpo, la cara e incluso el cabello comenzó a disminuir. Las forzosas posiciones a que se veía obligada para tener sexo con perros con frecuencia exigían desgaste físico y tonificación muscular, además de los descomunales maratones sexuales que realizaba –los perros se la cogían sin parar casi todos los días durante al menos dos horas, una vez conté ¡siete horas de sexo desenfrenado con igual número de abotonamientos! Mas no se crean que pasaba hambre, solo bebía agua, evitando deshidratación, algunas galletas para reponer energías y ¡mucho semen canino! Resulta ser que el semen representa una porción importante de proteínas y minerales, que para la perra de Bernardita, por su abundancia representaba el alimento más importante de su ingesta diaria. (Éste cambio no se debió al Desarrollo como me dicen algunos, a los 16 años ya casi todas las chicas han alcanzado la madurez física y los caracteres anatómicos que las identificarán en su etapa adulta). En algunos meses la mofletuda chica se convirtió en una muy atractiva adolescente, Cristina le ayudó a dar los últimos toques a su apariencia, con un peinado, ropa y unos lentes de diseño mas juvenil, logrando despertar miradas de admiración entre los chicos de su liceo, lo cual hizo que se terminaran sus días de soledad y baja autoestima.

Más aún. La Señora Roberta, una dama un poco mayor que yo, era la mamá de Bernardita, ésta vecina adolecía del mismo problema de peso de su hija, y ella intuía que el "secreto" del cambio de Bernarda estaba oculto en mi casa.

Ande señor Jesús, dígame ¿como convencieron a Bernardita de que no comiera tanto?

Es un secreto de familia, señora Roberta –dije, sonriendo para mis adentros, Bernardita y Cristina sonreían.

Pero, ¿y…usted cree…será que yo?…no sé…a lo mejor me beneficio de ese secreto también.

No lo creo –dije- el secreto incluye muchos sacrificios. Las chicas estaban que no aguantaban la risa.

Pero ¡mire como estoy! –me dice la señora Roberta, efectivamente, su inmensa humanidad acusaba un sobrepeso criminal, quizás de unos 130 kilos. Reflexiono un poco y veo que, aunque descabellado, si sirvió para Bernarda el "Secreto" de la familia puede serle de utilidad a la gorda ésta, o, al menos, nos reiremos un poco a sus expensas.

Está bien –le digo- vamos a probar, le daré nuestro secreto pero eso sí, tiene que prometer que no se lo dirá a nadie, de lo contrario, no saldrá beneficiada.

¡Lo prometo, lo prometo! –grita casi con desesperación, sin reflexionar en lo absurdo de mis palabras.

Confíe en nosotros, espere resultados con éste "tratamiento" que le vamos a preparar.

¡Gracias!

Fue así como decidimos agregar a Pequeño a nuestro Servicio de "proveedor lácteo", era un perro mediano, de color marrón, pero tan culeador como los otros dos, las muchachas lo usaban sobre todo para que les lamiera la cuca y para sacarle leche, su tamaño hacía incómodo la penetración para ellas, sin embargo, por supuesto, se sentían en la obligación, como "perras" de satisfacer las necesidades sexuales de éste nuevo can. Durante varias semanas Cristina y Bernarda se dieron a la tarea de mamar verga canina para extraer litros de leche y así satisfacer la demanda, ahora de tres mujeres.

-Ande, beba –dije, presentando el vaso a Roberta, lleno del líquido blancuzco y espeso, ella mira desconfiada.

- ¿Esto es…el..."Secreto"?

- Si, es una…esencia para adelgazar. Eso tiene…tiene…entre otras cosas…Sábila.

Las muchachas tuvieron que irse al cuarto a reírse-ande, beba, ese es…su primera dosis. -Roberta sigue desconfiada. Las muchachas llegan e intervienen.

Bébaselo Mamá, le va a gustar.

Si, señora, lo sacamos ¡perdón! Lo preparamos nosotras mismas, con mucho cariño para usted. -Sigue desconfiada, Bernarda interviene.

Mire Mamá, vea. (Toma el vaso e ingiere un buen trago, un hilillo de semen se le escapa por la comisura del labio).

Déjame un poquito a mí (Cristina le quita el vaso a Bernarda y se termina de tomar la leche de los perros).

¡Hijas! ¡se tomaron toda la lech...la esencia!

No te preocupes papi, nosotras saca…preparamos suficiente.

Corre mi niña hacia la cocina, enseguida trae otro vaso con rebosante semen, lo entrega a Roberta, al fin, ante las miradas expectantes de todos Roberta toma un buen sorbo del líquido seminal

Bueno. No está tan mal, sabe como…fuerte…picoso…no tan mal.

Con ése "no tan mal" se dio comienzo a un "tratamiento" que duró unas doce semanas ¿resultado? Dos vasos de semen perruno –uno en la mañana y otro en la tarde- le ayudaron a rebajar a la señora Roberta ¡cuarenta kilos! Aún tenía algo de sobrepeso, pero era al menos más llevadero que el que tenía cuando comenzó todo (éste otro ejemplo nos confirmó las propiedades "dietéticas" del Semen canino).

Son tantas las cosas que les puedo decir, tantas las anécdotas, las vivencias, todas positivas, que podría llenar un libro que defendería con convicción y firmeza que aquella decisión bizarra -algunos de ustedes dirán Grotesca- de planificar y ejecutar la follada de mi propia hija por parte de un perro, fue, en su momento, la mas acertada, los hechos, el tiempo me han dado la razón, sino es así, que alguien me lo haga saber.

Como les dije, éstos hechos ocurrieron-los que les narré en tres entregas-entre los años 1996 y 1998. Tengo 39 años, soy abuelo y padre orgulloso de su hija. Cristina tiene 23 años, aún vive conmigo y todavía no se ha casado, aunque sé que eso pasará algún día, no muy lejos. Mis nietecitas, Anais y Thais, de once años, hijas de mi otra descarriada hija, también viven conmigo. Cristina es Técnico Superior Universitario en Administración –la primera de su promoción- y está sacando la licenciatura. Ya ha tenido sexo con humanos, con hombres, pero sigue prefiriendo a sus perros. Fucker y Pequeño han fallecido ya, el fiel Yellow se ha quedado ciego y casi no camina, es ya un anciano en edad de perros, le tendremos y le proporcionaremos todas las comodidades que se puedan en sus últimos días. Diecisiete perros hemos tenido y todos se encargaron de hacer feliz a mi hija, satisfaciéndola sexualmente como ningún hombre puede hacerlo. Actualmente contamos con tres caninos: Rocco, un verdadero Labrador, Byron, un mestizo mediano y North, un gigantesco perro negro, enrazado con Mastín, dotado de un gigantesco nudo del tamaño de una naranja grande, cuando abotona a mi hija son no menos de 45 minutos de Orgasmos continuos que "nockean" a Cristina durante un tiempo prolongado, derramando tanta leche que su expulsión por completo de la vagina de mi niña dura varios días.

Bernardita logró mucho con la zoofilia, gracias a ella se convirtió en una hermosa mujer, sólo logró graduarse de bachiller, a sus 18 años consiguió un hombre con quien se casó y se mudó del barrio, junto con su madre, la no tan gorda Roberta, hoy en día tiene una vida estable, con un bebe y un matrimonio tranquilo, si bien no logró superar el promedio de vida que se espera de una adolescente criada en un barrio marginal.

Aún vivimos en el mismo Barrio, aunque muchas cosas han pasado: Ya no vivimos en un Rancho (Favela, Chabola), nuestra casa, aunque humilde, tiene todo lo necesario: Dos baños, duchas, piso de cerámica y ¿saben que mas? ¡Internet! ¿Yo? logré graduarme de Bachiller y pronto cursaré estudios superiores, todavía trabajo como Vigilante pero ahora con más educación, con más preparación y cultura para enfrentar el futuro.

Hace unos días hubo una tragedia en mi barrio, una muchacha de 15 años quedó embarazada de quien sabe quien, extremadamente pobre, desesperada y ya sin alternativas intentó un aborto introduciéndose un gancho de ropa en el útero, el desgarro le causó una hemorragia que le provocó la muerte. Su cuerpo en avanzado estado de descomposición fue hallado por unos vecinos, alertados por el olor y las aves carroñeras que revoloteaban por el lugar. Con frecuencia oigo y veo casos como este, o muchachas que contraen SIDA o, en el mejor de los casos, arruinando sus vidas con un embarazo no deseado, siendo niñas madres. En un ambiente sórdido como el que vivimos, hemos logrado sortear éstos peligros, mi hija ha pasado el promedio, al menos pasó los 18 años, terminó la secundaria sin quedarse embarazada y hasta culminó una carrera superior. Hemos triunfado.

Los prejuicios son poderosos, sé que muchos de ustedes me condenarán, yo, al menos, con mi decisión "heterodoxa" logré darles alternativas a mi hija, que alguien me diga o me convenza de lo contrario, pero con argumentos. Pronto las gemelas estarán listas para "estrenarse" (¿creen que no corren el mismo peligro que en su momento corrió Cristina?), mientras, ven y aprenden de su tía cuando folla con alguno de sus perros. Pronto culminará otra meta profesional, yo estoy ahorrando porque le voy a hacer un regalo muy bello, el cual compartirá con sus sobrinas: Un Husky Siberiano.

 

Epílogo de Susana: Se es libre de pensar si partes de ésta historia, o toda ella es incierta, sin embargo, es indudable que sus temas y conclusiones presentan unos argumentos como para reflexionar, argumentos a mi parecer, como amante y practicante de la zoofilia, nada desdeñables. Cavilen un poco