Esto sucedió hace 3 años, cuando empezaba la universidad
Cuando me mudé a mi nuevo domicilio, tenía un buen camino desde la universidad hasta la casa. Cuando no voy leyendo, me gusta mirar a todos los que viajan conmigo en el metro o el micro. En el último tramo, suelo coincidir con las mismas personas. Un día descubrí a Paty; era una mujer de treinta y tantos, morena clara, con el pelo muy corto. La primera vez que la vi, la descubrí a través de su hija. La niña tiene tres años y se pasa hablando con todo el mundo. Aquel día yo estaba sentado enfrente de ellas, leyendo algo de mi carrera y la pequeña me interrogó. Al bajarme del micro le dirigí una mirada y una sonrisa a la niña y descubrí a su madre. Pero apenas me fijé.
El día siguiente tuve que hacer unas compras y las volví a ver. Ellas no me vieron. Paty llevaba una chamarra, minifalda que dejaba admirar un par de piernas liadísimas.
La siguiente vez que vi a Paty iba sola. Estaba sentada en la parte de atrás del micro y yo, con toda la intención del mundo, me senté delante de ella.
Buenas tardes me sonrió.
Buenas tardes, ¿cómo está su hija?
En la guardería.
Por cierto mi nombre es Alejandro.
Paty su mano era suave y firme. Y blanquísima. Casi temía mancharla.
En aquél momento no se me ocurrió más conversación, así que saqué un libro y me puse a leerlo. El viejo truco y las miradas de reojo funcionan todavía, o quizá no, porque en una de esas me cacho mirándola por el reflejo del cristal y sonrió.
Pues bueno. Una semana después caminaba por el parque y me las encontré de casualidad, iban las dos agarradas de la mano.
Hola me saludó la niña.
Hola, Vero.
Señora... saludé a Olga con una inclinación de cabeza.
Señorita puntualizó ella.
Quiero enseñarte algo, ¡ven!, dijo Verónica al momento en que me jalaba hasta unos árboles donde había una ardilla.
A ver, ¿cómo se llama ese animal?
Ardilla.
Ah...
La lección de biología se prolongó durante media hora. Paty nos veía y aprovechó para fumarse un cigarro. Paseaba por el camino de arena, con una falda larga y un jersey de punto de angora. Y con mejores curvas que un circuito de Fórmula 1.
Paty se había acercado y se agachó. Su barbilla estaba por encima de mi hombro y noté el calor de su aliento cuando le habló a su hija.
Vero, tienes que ir a dormir la siesta.
Solo si Ale va con nosotras y me duerme.
Antes de que Paty dijera lo típico de "no molestes al joven" se me escapó.
Si, por mi no hay problema Vero.
¿Cómo? dijo Paty mientras arquea las cejas por encima de los lentes de sol, al momento en que sonreía y encogía de hombros. Así fue que acepto y caminaba por delante de nosotros, meneando las caderas. El caso es que estaba siguiendo a Paty y lo único en que pensaba era en cómo librarme de Vero y saltar encima de Paty.
Afortunadamente vivían cerca y mi tortura hormonal no se prolongó demasiado. Parece que profesionalmente, Paty estaba tan bien como en el plano físico. Acosté a Verónica que se quedó dormida entre mis brazos en el camino.
Había visto la cocina al pasar hacia el dormitorio de la niña y hacia allí me encaminé, pues había oído a Paty trastear con algo que sonó a platos. Ella estaba de espaldas, exprimiendo unas naranjas. Durante un breve instante, pensé en deslizar mis manos por su cuerpo, pero me detuve.
¿Refresco?, me preguntó ella al descubrirme en el reflejo de la ventana.
Si por favor.
Me condujo a la sala, ella se sentó en el sofá sonriendo.
Con éste calor que hace, no dan ganas nada más que de tumbarme en el sofá y dormir un ratito.
Pues hazlo, yo no te lo impediré.
¿Tú no quieres dormir la siesta?
Pues la verdad no lo acostumbro.
¿Y qué es lo que quieres?
Pues en estos momentos, lo que más quiero es borrar estar contigo.
¿Así?, pues ven aquí y demuéstramelo.
Despacio, deposité el vaso en la mesa. Sin decir nada me situé detrás de ella. Lentamente, muy lentamente acerqué mis labios a la parte posterior de su cuello. Rocé el vello con mi boca y soplé sobre él. Así pude ver como se le puso la carne de gallina. Diría que hasta cerró los ojos y sonrió, pero yo no podía verlo.
Descubrí su cuerpo con menos lentitud de lo que requerían las circunstancias, pero estaba realmente excitado. Besé su cuello, sus hombros, su vientre en una espiral que me acercaba implacablemente hacia la fruta que se enterraba en su ingle. Agarre sus pechos firmes y redondeados, un poco grandes. Sus manos se perdieron en mi espalda, en mi culo, mi vientre, mi pecho.
La volteé sobre el sofá, elevando sus caderas que me ofrecían un sexo hambriento de caricias. Ella quedó con los brazos apoyados en el respaldo, inclinada hacia delante y los pies en el suelo. Mi lengua atacó su rajita por detrás. Estaba húmeda, dulce, caliente... jadeaba con mis caricias. Le besé las nalgas. Luego pasé mi lengua entre ellas, sin profundizar, dejando que rozara el borde de su ano. Y así pude lograr que llegara aun rico y delicioso orgasmo.
Lentamente, separé sus nalgas, observando su ano, que recorrí con mi lengua para después metérsela lo más que podía. Paty suspiró sin ningún pudor. Seguí lamiendo su ano y deslicé mi mano por encima de su panocha. Lentamente, ella fué relajando el esfínter, haciendo que mi lengua penetrara más y más en ella. Mis dedos frotaban incansablemente su vulva jugosa.
La situé apoyando el glande en su ano. Me adelanté y le susurré al oído con la voz ronca:
¿La quieres?
Ssííí...gimió ella-. P... por favorrr...
Penetré muy despacio en su recto. Sus músculos se relajaban a medida que mi verga se enterraba en sus entrañas. Separó las piernas aún mas, mis huevos chocaban en sus nalgas muy rico. Despacio me moví de adelante a atrás, sujetándola por los senos. Su respiración era fuerte y profunda. Gemía con cada movimiento.
Nuestros jadeos se mezclaban. Yo empujaba mis caderas contra sus nalgas una y otra vez, moviéndome más rápido y profundamente. En un momento dado, cambié el ritmo bruscamente y le clavé la verga hasta el fondo. Ella gritó. Suplicó. Pidió. Ahí ya no pude más y me corrí en cuatro embestidas, gritando su nombre.
Oh... Ohh... ¡Paty! ¡PATYYY! como para haber despertado a la niña. Luego me caí sobre su espalda. Ella chilló a la vez, fue casi un grito animal.
Esto fue el principio de una relación entre nosotros, por el momento ya no la veo pues la universidad me lo impide
Espero me sigan escribiendo mujeres entre 18 a 50 años, así como parejas que quieran hacer trios, nos vemos, mi mail es chilango_hot@hotmail.com, me fascinan las mujeres maduras, les mando un abrazo, desde México DF.