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En el coche (y 2)

en Sexo Anal

Después de la sesión de sexo oral que acabábamos de tener (la conté en otro relato) cambiamos de posición, seguíamos en el asiento de atrás del coche, estábamos parados en un lugar oscuro donde nadie nos veía, su coño estaba todavía húmedo y mi polla estaba reluciente después de su estupenda felación, habíamos decidido cambiar de postura, estábamos sentados uno junto al otro, entonces ella se arrodilló en el asiento mirando hacia el parabrisas trasero, con los brazos apoyados entre los reposa cabezas traseros, en esa posición me ofrecía una vista impresionante de sus grandes y blancas nalgas, que nunca habían visto el sol.

Me coloqué tras ella y volví a lamerle la vulva, sus dulces jugos me embriagaban, me incorporé un poco y apoyé mi polla en la entrada de su cuevita, húmeda y ardiente, la introduje suavemente, entraba como si nuestros cuerpos estuviesen hechos a medida, sin fricciones, notaba el calor de su delicioso coño abrasando mi pene.

La agarré de las caderas y fui introduciendo toda mi verga en ella, coloqué mi pecho contra su espalda, sintiendo la suavidad de su piel contra la mía, me movía suavemente de dentro a fuera, sintiendo el suave roce de su interior contra la piel de mi polla, disfrutando cada milímetro que introducía, poco a poco fui incrementando el ritmo y al mismo tiempo la profundidad de mis embestidas.

Desplacé una de mis manos desde su cadera a su clítoris y empecé a masajearlo al tiempo que seguía con mi movimiento, ella gemía de placer, su coño parecía una fuente, sus fluidos eran abundantes y salían resbalando por sus muslos, como pude dada la relativa incomodidad de la posición en la que estábamos, recogía con mi mano parte de esos jugos y con ellos lubricaba su entrada trasera.

Mis huevos chocaban contra sus labios inferiores y en cada embestida se escuchaba el chapoteo que se producía al impactar la solidez de mi bajo vientre contra el humedal en que se había convertido su entrepierna, ella movía su culo hacia atrás haciendo más profunda la penetración, me pedía, entre jadeos, más velocidad, más profundidad, yo besaba su cuello y seguía acariciando su clítoris.

En un momento dado me dijo… quiero que me rompas el culo…¡ ahora!

Eso me dejó muy sorprendido, otras veces había jugado con mis dedos introduciendo uno o dos un poco dentro de su ano, pero nunca habíamos pasado de ahí.

Saqué mi polla, empapada de sus jugos y apoyé la punta sobre el pequeño orificio de su ano, no quería hacerle daño, por lo que humedecí mis dedos con saliva y los fui introduciendo poco a poco dilatando su entrada, haciendo sitio para la entrada de mi polla, ella contribuía separando sus nalgas con sus manos, y me pedía que se la metiera ya, que quería sentirme en su ano.

Introduje mi capullo, caliente y húmedo en su estrecho orificio, ella gemía de placer y dolor al mismo tiempo, se estremeció y empujó su culo contra mi vientre, introduciéndose todo mi pene de golpe al tiempo que soltaba un alarido…

-Siiiiiiiiiii ,que gustoooo , que grande está, y que calentita, quiero sentirla toda dentro.. ooohhhh,

Mi polla entraba y salía parcialmente de su ano, ella se convulsionaba de placer, movía su culo en pequeños circulos, yo sentía el calor de sus entrañas quemando la piel de mi polla, apretaba sus nalgas con mis manos, pasaba de vez en cuando una sobre su clítoris, su coño seguía manando como una fuente, yo recogía su licor, y untaba con el la parte de mi polla que salía de su culo, lubricando así la entrada, que se hacía de esta forma suave y placentera, ella se estremeció otra vez.

Me dijo que ya era la segunda vez que orgasmaba desde que tenía mi polla en su culo, que ahora lo que quería era sentir mi leche caliente inundándola por dentro, a mi ya no me faltaba mucho para correrme, y sus palabras aceleraron el proceso, no pasó más de un minuto de meta saca hasta que noté como mi leche entraba en ebullición y se disponía a salir disparada, me introduje más en su ano, me recliné sobre ella y le susurré al oído…. Ahí te va cariño….

Acto seguido inundé sus entrañas de mi leche, ella gimió de gusto, yo me disponía a sacar mi miembro de su interior y ella me pidió que no lo hiciera, que lo dejara dentro hasta que se encogiera.

Así nos quedamos, quietos, fundidos en uno sólo mientras mi polla lentamente se iba encogiendo, al reducirse el tamaño empezaron a refluir de su interior parte de los líquidos que se habían almacenado, sus jugos, los míos mi saliva, … corrían por sus muslos abajo.

Finalmente extraje mi pene, retraído casi por completo de su ano, y me senté sobre el asiento, mas bién casí me dejé caer sobre el asiento, estaba extasiado, estabamos ambos empapados en sudor, ella se dejó caer hacia el otro lado del asiento y luego dejó caer su cabeza sobre mi polla, la agarró muy suavemente con una de sus manos y la besó muy dulcemente….

Te has portado de maravilla, dijo dirigiéndose a mi flácido miembro.

A continuación nos besamos y nos vestimos antes de que nos cogiera el frío, la llevé a su casa y yo me fui a la mía, era la primera vez que lo hacíamos analmente y nos alegramos de que el protagonismo se lo llevara el placer y no el dolor al que tanto miedo teníamos.