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Otra de mis compañeras de estudio

en Jovencit@s

Miriam

Ya les conté de Gina. En esta ocasión voy a platicarles lo que me pasó con Miriam.

Como les dije, la Preparatoria donde estudié esta en la Ciudad de México. En una ocasión se organizó un viaje de estudios a la ciudad de Durango. Salimos un jueves en la noche y llegamos en la mañana del viernes a nuestro destino. Por la noche nos hospedamos en un hotel muy cómodo.

En realidad no teníamos permitido salir por la noche del hotel y no me preocupó porque no soy de salir mucho, pero mis dos compañeros de cuarto si se fueron de parranda.

Como a las 11 de la noche salí del cuarto a dar un recorrido por los pasillos a ver si encontraba alguien con quien platicar y ahí estaba; con un playera muy holgada pero que dejaba al descubierto lo largo de sus piernas, además de que, desde el ángulo donde la observaba, la luz hacía sus estragos y percibí lo bien formado de su cuerpo por debajo de la ropa.

Me le acerqué, ya que siendo compañeros de grupos llevaba cierta relación con Miriam.

-Hola, ¿qué haces aquí tan sola?- dije mientras le saludaba de mano y le veía fijamente a los ojos.

-Vine a buscar unas amigas, pero resulta que se salieron de reventón y no me invitaron- me contestó con la cara avergonzada por la ropa con la que la había descubierto-. Entonces ya me voy a ir a dormir.

-Pues somos vecinos de cuarto, sino te molesta puedo acompañarte.

Ella asintió con la cabeza y comenzamos a caminar muy juntos, ya que los pasillos eran estrechos. Conversamos sobre cosas insignificantes y, cuando estuvimos en la puerta de su habitación, intercambiamos miradas, acaricié su mejilla, me acerqué y la besé en los labios tiernamente.

-Buenas noches-le dije viendo su cara de asombró-, que descanses-y me di media vuelta para retirarme.

Ya estaba en mi recamara y me lamentaba no haber hecho otra cosa con aquella hermosa mujer, pero ni modo, dicen que "al que se apendeja, ya ni quejarse".

Me puse a ver la televisión, como había cable me dediqué a buscar documentales sobre cualquier cosa y cuando al fin había encontrado uno sobre la historia de la democracia en México cuando tocaron a la puerta. Maldiciendo, me levanté de la cama, ya solo traía bóxer y camiseta, me dirigí a la puerta y la abrí de golpe.

-Ho...Hola- voz tímida y mirada medio baja.

Era ella, Miriam.

-Hola- muy sorprendido-. ¿Pasa algo?- pregunté esto porque realmente me sorprendió que ella fue a buscarme.

-¿No molesto?, ¿Puedo pasar?

-Por supuesto. Adelante.

Nos sentamos de frente, uno en cada cama, nos quedamos viendo a los ojos mucho rato, sin decir nada.

-Me gustas- se oyeron nuestras voces al unísono.

Era cierto que me gustaba, pero igual que me gustaba alguna otra chica, sólo físicamente, nada serio. No sabía cómo decirlo, como explicarle sin que se fuera a sentir mal, pero ella me ayudó.

-Me gustas pero yo tengo novio.

-Y me gustas pero no quiero nada serio contigo. Solamente pasar un rato agradable de vez en cuando y durante el viaje, ¿te parece?

-Qué liberal. Pero me alivia lo que dices-me senté a su lado en la cama-, es exactamente lo que pienso yo también.

Ahí ya no me "apendejé" y la tomé de la cintura y le planté un beso largo, húmedo y profundo, a lo que respondió con la misma acción, dejándose llevar por el momento.

Para cuando reaccionamos ya le había quitado la playera que traía puesta y pude ver sus senos, no muy grandes ni pequeños, mis manos los cubrían casi a exactitud. Mientras besaba su cuello mis manos apretujaban sus pechos hasta llegara a pellizcar sus pezones con mis dedos índice y pulgar. Con esto comenzó a gemir con fuerza. Entonces pasé a morderlos y chuparlos, los succionaba con fuerza para sentirlos cada vez más duros.

La recosté en la cama y le saqué la pantaleta que llevaba. Sumí mi cabeza en la espesura de sus vellos y comencé a chuparla, penetrarla con mi lengua. Ella me tomaba con fuerza de los cabellos y me hundía en su vagina, al mismo tiempo que gemía y murmuraba cosas que no alcanza a descifrar.

Llegó el momento en que gritó y contrajo sus piernas apretando mi cabeza y, en un instante quedó quieta, inmóvil. Me limpié la cara, porque me llenó con sus deliciosos jugos, y me acerqué a besarla al tiempo que reaccionaba de lo que había sucedido.

-¿Tienes condones?-preguntó desesperada por escuchar un sí como respuesta. Solamente asentí con la cabeza y se los mostré.

Tomé uno y me lo puse. Estaba hincado frente a ella, se levantó, me aventó en la cama a que quedara acostado boca arriba y me tomó el pene guiándolo para penetrar en su vagina que estaba muy húmeda.

Se empezó a mover primero suave y pausadamente hasta que el miembro quedó por completo dentro de ella, en ese momento fue más rápido y violento el movimiento. Su cabello se agitaba y cubría su cara, sus senos rebotaban con cada movimiento que realizaba. La vi que estaba como loca y con mis dedos me dediqué a juguetear con su clítoris, lo que la excitó más y ya eran casi incontrolables sus movimientos. Seguimos así hasta alcanzar su orgasmo que fue realmente intenso. Cayó desfallecida sobre mí y permanecimos abrazados acariciándonos tierna y suavemente.

En un pequeño lapso de lucidez me dijo que quería que terminara en su boca, y comenzó a verme a los ojos con hambre de probar mi leche. Sus movimientos cambiaron de desenfrenados y locos a lentos, largos y más profundos, tratando de llevarme al clímax. Esto dio resultado y se lo hice saber, inmediatamente bajó hasta mi pene y me quitó el preservativo, comenzó a mamarme el glande, con una mano masturbaba el resto y con la otra apretujaba mis testículos. Ya no pude resistir y gemí con furia. Ella no se despegó del miembro, al contrario, intensificó lo que estaba haciendo y extrajo todo el semen que brotó de mí, me mostró su boca llena y, sorpresiva y excitantemente, lo tragó, saboreándose. Fue tal la sensación que en unos segundos mi erección bajó por completo.

Quedamos un rato ahí nada más acostados. Cuando recordamos que podían llegar mis compañeros o sus amigas, decidimos que mejor la acompañaría a su alcoba. Muy a tiempo lo decidimos ya que cuando estábamos en la puerta de su recamara aparecieron sus amigas. Entraron ellas y en seguida, con un tierno beso nos despedimos. Entró y escuché como las chicas comenzaron a preguntar lo sucedido y ella les comenzaba a explicar con lujo de detalles.

Se podría pensar que aquí quedó todo, pero no es así, luego les cuento lo que pasó en camión cuando íbamos de regreso a la Ciudad de México.