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Continuación de mi relacion con miriam

en Jovencit@s

Miriam 1

Ya les conté lo que pasó en el hotel en aquel viaje de estudios, que, a decir verdad, es uno de los viajes que más he disfrutado en mi vida.

Pues el resto del viaje continuó casi como si nada hubiera pasado, luego les platico que mas sucedió. Hicimos los recorridos que establecieron los maestros y Miriam y yo no cambiamos nuestra forma de tratarnos: nos saludamos como siempre, ella se fue con sus amigas, y yo casi siempre andaba solo; ella veía ropa y accesorios de ese tipo, yo buscaba libros o discos, etc.

Todo el grupo que íbamos en el viaje estábamos separados en varios camiones. Pero había uno que casi iba vacío, en él se transportaban los jóvenes que quedaban siempre al último. Como dije, Miriam iba por su rumbo y yo por el mío, pero a la hora de la comida me acerqué a ella y le dije al oído en voz muy baja:

-Te espero para irnos juntos en el último camión.

No supe si me escuchó o no porque ni siquiera volteó a verme. En fin, di por perdido aquel momento con ella y, de todas maneras me esperé a subir en el último camión. No la vi que subiera en él.

Eché una ojeada en la gente que estaba ya sentada en el vehículo y la gran mayoría me eran desagradables. Me dirigí, como siempre lo hacía en cualquier lugar, hasta los asientos finales, para pasar desapercibido y estar tranquilo. Me senté del lado de ventanilla y un chistido se dirigió hacia mí: 

-Sshht, sshht, No que íbamos juntos- me hizo un ademán para que me sentara junto a ella, sin embargo me asomé a que nadie estuviera viendo y la tomé de la mano y la llevé hasta el fondo, hasta los últimos asientos, que en hilera eran tres, estando alejados del resto como unos 5 o 6 asientos que quedaban vacíos.

Estuvimos platicando de cosas sin importancia hasta que, ya avanzado el camino y la noche, los tripulantes del camión quedaron dormidos. Me levanté y verifiqué que así fuera, todos, menos el chofer, claro está, iban en brazos de Morfeo. Con esto me relamí los bigotes cual felino y fui de nuevo a su lado.

-Todos están dormidos, creo tenemos tiempo y espacio para "algo", ¿cómo ves?- dije mientras le indicaba que se recorriera al asiento del lado de la ventanilla.

-¿Tú crees?, yo lo afirmo, tenemos tiempo y espacio para lo que queramos.

No perdí tiempo y me abalancé a besarla en la boca, recorrí sus labios con mi lengua, besé su cuello hasta llegar por detrás de las orejas y meter mi lengua en su oído. Nuestras manos se daban vuelo acariciando el cuerpo del otro hasta yo tenía el pantalón desabrochado y ella la falda levantada.

Era muy arriesgado tener una relación sexual completa, con penetración y todo, pero el temor a que nos descubrieran nos prendía aún más de lo que estábamos.

Desabotoné su blusa y descubrí sus senos. Me di vuelo tocándolos y besándolos, acariciando cada milímetro de la piel blanca y suave que tenían, mordiendo los pezones oscuros y grandes que poseía y sentirlos totalmente erectos y duros.

Luego me arrodillé frente a ella, entre los dos asientos, con sus piernas abiertas delante de mí. Comencé con un dedo, lo desplacé a lo largo de su vagina, se sentía ya muy húmeda, hasta llegar a su clítoris, donde presione con más fuerza y solamente se estremeció, ya que cualquier ruido podía despertar a alguien. Al verla así, con la vista perdida y tocándose los senos acerqué mi cara a su entrepierna y lamí sus muslos por dentro, subiendo hasta meter mi lengua en su orificio. En ese momento tapó su boca con una mano. Penetré en su concha con mi lengua un rato, después fue con un dedo, mientras succionaba con fuerza su clítoris.

Hubo un  momento en que ya no aguantó y tuvo su orgasmo, me separó para que dejara de hacer aquello que tanto estaba disfrutando yo. Me senté a su lado y se quedó un rato descansando, respirando profundamente y con una cara de satisfacción que realmente me dejó impresionado.

Cuando habló, solamente dijo:

-Te cambio el lugar.

Me senté en el lugar que ella ocupaba  y... ¡Ahora ella fue la que se arrodilló ante mí! Terminó de bajar el pantalón y el bóxer. Y comenzó tocar mi pene, lo veía, lo acariciaba, le dio un beso en la punta, lo que me excitó muchísimo, y lentamente pasó la punta de su lengua desde el nacimiento hasta la punta del falo. Fue en ese momento cuando empezó a mamarme, con una destreza brutal. Sabía exactamente la intensidad de la succión, movía la lengua dentro de la boca y con una mano masturba el resto del miembro a la vez que la otra acariciaba los testículos. Fue espléndido sentir cómo hacía aquellas cosas. Fue tal la excitación que no contuve mucho tiempo y le dije:

-Voy a eyacular, ¿quieres que me quite?

-No...-casi no le entendía porque tenía la boca ocupada y no podía hablar bien- termina en mi boca...

Entonces me concentré en darle lo que pedía. Entendí por qué se había cubierto la boca cuando sentí cómo el semen iba subiendo para explotar. Con mi mano tapé mi boca y de mi pene brotaron varios chorros de semen que Miriam tuvo a bien recibir en su boca. Ahora era yo el que quedaba pasmado, callado, como dormido. Me subió el pantalón como pudo y se sentó a mi lado. Se acomodó la ropa, se peinó, total, se arregló para que pareciera que nada había pasado. Cuando reaccioné me acomodé la ropa y la besé tiernamente en los labios. No dijimos nada. El resto del camino nos dormimos Eso si abrazados tiernamente.

Miriam continuó siendo mi compañera de salón. La relación seguía igual. Tan igual que no volvimos a vernos para esos encuentros agradables. No supe por qué, pero lo acepté. Creo que algo de lo que les platicó a sus amigas les interesó, porque tiempo después dos de ellas me buscaron. Eso luego lo cuento.