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La sorpresa de Pili (1)

en Hetero: Infidelidad

LA SORPRESA DE PILI I

Eran las once de la noche, estaba cansada, había sido un día agotador en el supermercado. Estaba sentada en el sofá mirando distraída una serie en la tele. Sonó el móvil, lo cogió con desgana, seguro que era su suegra para ver que tal le había ido el día. Echó un vistazo a la pantalla y vio un número desconocido. No solía tener llamadas a esas horas y menos de un número extraño. Apretó el botón y acercó el teléfono a su oreja izquierda:

- Hola??

- Hola Pili, que tal estás?

Era una voz desconocida, pero que la llamaba por su nombre y con un trato familiar, como si se conocieran de hacía tiempo.

- ¿Quién eres?, no conozco ni el número ni la voz.

- Por supuesto que no conoces ni una cosa ni la otra. Soy Antonio, amigo de Fran y Nacho, sabes de quienes te hablo, ¿verdad?. Estuvisteis juntos hace unos dos o tres años. Creo que con muy buenos recuerdos por parte de los tres. ¿Sigues viviendo en A Coruña?

- Si, sigo viviendo en el mismo sitio.

- Bien, yo estoy de paso por en la ciudad, voy a quedarme solo una semana y me gustaría conocerte. Poder tomar un café contigo y hablar de algunas cositas que nos pueden interesar a los dos.

- Lo siento Antonio, pero creo que no va a ser posible. No me interesa nada de lo que te pudieran contar de los tiempos pasados, aquello pasó en un momento dado, fue algo emocionante, pero esta olvidado y sin ganas de repetirlo. Lo siento, pero no tengo ganas de seguir hablando del tema. Dales recuerdos cuando los veas. Adiós.

- Pili, espera, un momento por favor. Solo quiero que nos veamos, que tomemos un café y hablar un rato. No quiero que te sientas obligada a nada, solo quiero que tomemos ese café.

- No Antonio, no puede ser. Si lo hago volverán a aflorar recuerdos, volverán a estar presentes cosas que trato de olvidar. Perdona, pero no vamos a seguir hablando. Adiós.

Cortó la llamada y se recostó de nuevo en el sofá. Trató de volver a enlazar con la televisión, pero su mente ya estaba en otra parte. ¡Cuántos recuerdos!. Había imágenes que se habían quedado grabadas en su mente desde hacía tiempo, había sensaciones, emociones que no había conseguido borrar. ¡Cuantas veces se había masturbado pensando en aquellos dos amigos!. Ella en medio, dos hombres dentro de ella y haciéndola gozar como nunca lo había hecho. Volvió a mirar la pantalla con la idea de olvidar todo aquello. No fue posible. Cogió el teléfono para llamar a su amiga Vanessa para que viniera a pasar la noche con ella, pero le pareció una tontería. ¿Qué disculpa le iba a poner?, no le iba a decir que un amigo de sus amantes de hacía dos o tres años estaba en la ciudad y quería verla y que ese recuerdo la excitaba y la ponía nerviosa. Se fue a la cocina, preparó una tila y volvió a la sala para de nuevo recostarse en el sofá.

Despertó con frío. Miró el reloj y eran las cuatro de la mañana, se había vuelto a quedar dormida en el sofá. Se levantó, fue al aseo y directa a la cama, aún quedaban cuatro horas y podía aprovecharlas para dar una nueva cabezadita.

A las nueve de la noche cerraba el supermercado. No había ningún cliente. Era una noche de perros, con un viento fuerte que entraba desde El Orzán y cruzaba hasta La Marina y una lluvia torrencial Claro era A Coruña y era pleno mes de febrero. Salió de la tienda con su abrigo cerrado hasta el cuello, el paraguas no servía para nada con el viento, se puso un pañuelo en la cabeza y pensó en el cambio de tiempo y le peregrina idea de dejar el coche en casa aquella tarde. Si se hubiera fijado en la información metereológica la noche anterior ya lo habría traído. Menos mal que solo estaba a 500 metros de su casa. Ala, andando, a cruzar La Plaza de Pontevedra y en cinco minutos en su casita. Un caldito caliente y problema resuelto.

Hola, eres Pili, ¿verdad?

Hola, si, y tu ¿quién eres?

Hola, soy Antonio, hablamos ayer de noche.

Lo siento Antonio, creo que ayer te dejé las cosas claras. No quiero saber nada de ti, no. Toda esa historia es tiempo pasado y no quiero revivirlo ni empezar una nueva aventura. Lo siento, buenas noches.

Pili, ya se que soy un pelmazo, que soy un pesado y además no tengo el mínimo derecho a pedirte nada, pero al menos concédeme el privilegio de tomar un café conmigo. Será solo un ratito. Un café, una charla de lo que quieras y nos despedimos para siempre.

Vale, pero solo un café. No más.

Vale, gracias preciosa. ¿Dónde lo tomamos?

Donde quieras, aquí al lado hay un café muy tranquilo. Hace frío, llueve y no me apetece ir muy lejos.

Vale, pues donde tu digas, después de todo yo no conozco la ciudad.

Caminaron bajo la lluvia, con el viento empujándoles hasta la entrada del café. Pili estaba nerviosa. ¿Cómo sabía Antonio donde trabajaba?. Hace tres años trabajaba en otra tienda, en otra empresa y en otra zona de la ciudad. ¿Quién le había dicho donde estaba ahora y como la había reconocido?.

Se sentaron en una mesa al lado del gran ventanal que daba a la Plaza de Pontevedra y pidieron dos infusiones calentitas. Antonio la miraba de reojo al principio, pero una vez que se sacó el abrigo y pudo ver la figura de Pili la recorrió de arriba a bajo y viceversa. Se paró en su rostro, contempló los preciosos ojos verdosos y la boca entreabierta. Antonio esbozó una sonrisa e hizo un gesto de aprobación.

Caray chica, eres mas guapa de lo que me habían contado.

Gracias, pero vamos a tomarnos esto mientras esta caliente. Tengo frío.

Será porque quieres. Te lo puedo sacar en unos minutos.

Ya, claro, faltaría más. Seguro que intenciones no te faltan, pero recuerda, acepté tomar un café y nada más.

La figura de Antonio tampoco había pasado desapercibida para Pili. Era de mediana estatura, 1.70, mas o menos, delgado y con una cara agradable. Tenía el pelo gris, lo cual le daba un ligero toque morboso. Gafas muy pequeñas y con los vidrios sin montura, lo cual hacía resaltar los ojos casi negros y grandes. Tenía una sonrisa permanente. Una boca muy sensual. ¡Dios, Pili, sácate de la cabeza los malos pensamientos y vamos al grano!.

Pili miró la taza que tenía delante y se concentró mirando el vapor que salía de la misma. De nuevo pensó en como podía Antonio saber quién era y donde trabajaba. Llevaba solo unos meses en aquel nuevo trabajo. Había dejado el otro un año atrás, unos meses de paro para descansar y de nuevo en otra tienda y en otra zona, mas cerca de casa y la había encontrado y reconocido de noche, saliendo con cuello del abrigo alzado y con un pañuelo en la cabeza. Tenía muy buena información y además muy reciente. Sus dos amigos se habían marchado sin decir nada, pero sabía de buena tinta que no estaban en Coruña, se habían trasladado con sus familias a Lanzarote por motivos de trabajo.

Pili, se lo que ha pasado, se lo bien que lo has pasado en otros tiempos, se lo mucho que has disfrutado y creo que lo echas un poco de menos. Tu marido sigue embarcado. Más bien sigue huido de sus responsabilidades maritales y tú, sigues como siempre sola.

Antonio, te dije que no quería hablar de ese tema. Se bueno.

Claro que si Pili, pero es la realidad. Estas en una edad preciosa, con un cuerpo maravilloso y estas más sola que la una. Día tras día. Yo se lo que te gusta el sexo, se lo que te gusta disfrutarlo y lo que lo deseas. Se que por tener a tu suegra cerca de la casa no puedes tomarte muchas libertades y que no puedes hacer la vida que te gustaría. No te voy a proponer nada que no hayas hecho, solo una pequeña locura una de estas noches. Sabrás ponerle a tu suegra una disculpa para llegar un poco tarde una noche de estas. No soy un Casanova, pero me defiendo en las distancias cortas y te aseguro que lo pasaremos muy bien los dos.

Estoy segura que si, pero no va a poder ser. Lo siento.

Pili, no me digas que no, es una ocasión estupenda. Ya se que mas para mi que para ti, pero los dos podemos pasarlo bien. No creas que voy por la vida tratando de ligar con la primera que encuentro, pero es que me han hablado de ti auténticas maravillas. Estaba deseando llegar a A Coruña para verte, para conocerte y poder disfrutar un rato juntos los dos. ¿No me digas que después de todo esto a ti no te entra curiosidad por saber lo que me han contado?.

Claro, hombre, faltaría mas, estoy siempre a la espera que llegue algún hombre al que alguno de mis amantes, que no fueron muchos, llegue para contarme lo que le han contado de mi. Ja, vamos, no seas ingenuo.

Pili, no soy ingenuo, solo te digo que desde le día que hablé con los "cuñadísimos" que es como los llamamos en el grupo, me entraron una ganas tremendas de conocerte. No todos los días se conoce una diosa del sexo como tu.

No me hagas reír. ¿Me vas a decir que me pusieron a esa altura?

Si, te pusieron en un pedestal. Cualquiera de los dos afirmó que lo que tu hacías y como lo hacías no habían encontrado a nadie que lo superara.

Creo que exageras o tu o ellos, no soy ninguna diosa. Soy una mujer a la que le gusta en determinados momentos, en ambientes agradables y placenteros dar rienda suelta a su sexualidad.

Claro, pero con una naturalidad, una entrega que no es frecuente.

Bueno, Antonio, lo siento, van a ser las once de la noche y mañana me toca ir por la mañana para recepcionar el pescado. Claro que con este día, dudo mucho que venga nada fresco.

Pili, te voy a recoger mañana a las nueve otra vez. Tomamos otro café y continuamos hablando.

Jajajaja, creo que no podremos tomar otro café. Hoy hemos tomado una infusión.

Antonio entendió la indirecta al momento. Si, podía ir a buscarla mañana a las nueve, además era viernes y no sabía si trabajaba el sábado. Se lo iba a preguntar pero no hizo falta.

Además, mañana es viernes y este sábado libro, podemos tomarlo sin tanta prisa, pero no te hagas ilusiones de nada más. Te dedico un ratito más, pero pienso cenar en mi casita, el sábado tengo una cena con una pandilla de amigos, entre ellos tres matrimonios amigos de mi marido.

Bien, entiendo Pili, mañana nos tomamos un café y hablamos un rato. Nada más, te lo prometo. De todos modos estoy hospedado en Santa Cristina, en El Pescador, esta muy bien y tiene recepción nocturna automática.

Gracias, pero será necesario si te quedas luego por la ciudad de copas, en la parte vieja hay algunos pubs muy buenos y con buena música.

Hasta mañana Pili

Hasta mañana Antonio.

Cuando llegó a casa, lo primero fue llamar a su suegra para decirle que el viernes no podía ir a cenar. Había llegado un mercante al puerto y venía un amigo de …. (marido) con su esposa y había quedado con ellos para ir a cenar. Estarían solamente un par de días, era un barco granelero que venía de Chile y seguís rumbo a Italia.

Se fue a la ducha, cuando sacó el tanga se fijó en lo mojado que estaba. Uf, como se había puesto cuando Antonio le contaba las alabanzas que sus amigos le contaron a él. Pero seguía la duda de como sabía donde trabajaba.

No pensó mucho en eso, el chorro de agua caliente empezó a discurrir por su cuerpo. Puso el termostato a temperatura alta y cuando el agua llegó a su sexo, el choque fue emocionante, bajó su mano, sus dedos fueron directos a su clítorix y empezó a acariciarse con suavidad. Un dedo encontró pronto el agujerito mas abajo, lo exploró con suavidad y metió mitad dentro. De sus labios salió un suspiro. Era demasiado tarde ya, había empezado a masturbarse y, ni podía ni quería parar. En su mente se agolpaban recuerdos de hacía años y el deseo de ver como era Antonio en la intimidad. Sus dedos siguieron acariciando su sexo, dos, luego tres estaban dentro de vagina. Su otra mano acariciaba sus pechos, cogió el pezón derecho entre sus dedos, lo apretó con cierta violencia y un nuevo suspiro salió de su boca. Volvió a apretar, esta vez con mas fuerza, al mismo tiempo que sus tres dedos, ya convertidos en cuatro comenzaban un movimiento de vaiven en su sexo, dentro, fuera, dentro, fuera. Poco a poco la excitación fue creciendo, se imaginaba el sexo de su futuro amante entre sus pechos, en su boca, en su sexo, cerró los ojos, arreció en las caricias, buscó el clítorix y centró en él los movimientos, circulares y suaves al principio, mas cerca, con mas presión, cada vez mas cerca hasta que sus dedos rozaron el botón sagrado y en ese momento una explosión de emociones empezaron a arremolinarse en su cerebro. Aumento la frecuencia de las caricias, cada vez mas concentradas en su botoncito y la explosión de placer la invadió. Se dejó caer en la bañera, se sentó en el fondo, el chorro de agua seguía cayendo encima, el pelo enredado en su cara y en su cuello, los ojos cerrados y la boca abierta. Respiraba con prisas, necesitaba aire. Había sido un orgasmo fuerte y prolongado. Tenía la piel de gallina. HUAAAAAA, hacía tiempo que no tenía uno igual. Solo por esos segundos merecía la pena darle una oportunidad a Antonio. A ver si era cierto lo que se había imaginado viéndolo mover los dedos sobre la taza de infusión caliente.

Pili salió de la bañera, cogido un albornoz, se lo puso mientras no dejaba de pensar en el día siguiente, si Antonio sería de fiar, si sería de verdad amigo de Fran y Nacho, si sería un enviado por su suegra. Esta última idea enfrió sus ánimos. Y si fuera eso, un simple espía que su suegra le enviaba. Ya se había trasladado desde Santa Cruz a A Coruña, a escasos 100 metros de donde ella vivía para tenerla mas vigilada, al menos eso era lo que pensaba. La iba a buscar de vez en cuando al trabajo, la esperaba a la salida para acompañarla a casa o a tomar un café, todo para que la pobrecita de Pili no se sintiera sola. En realidad era solo para tenerla vigilada, para controlar a su "nuera", no fuera a ser que en descuido le pusiera los cuernos a su hijito. Pobre Juan, con lo bueno que era, lo mucho que trabajaba, cuanto la quería. Había que cuidar sus pertenencias, no fuera a que pasara por allí un mozo y se enrollara con la pobre Pili, que a decir de su suegra, era muy buena persona, pero un poco sin sentido y se podía dejar llevar por cualquiera. Pili empezó a darle vueltas a la situación, solo tenía una forma de saberlo, llamar directamente a Fran y preguntarle si Antonio era de verdad amigo suyo. Se fue al salón, cogió el móvil y buscó en la agenda si aún conservaba los teléfonos de aquellos dos amigos que le habían hecho pasar unos momentos tan preciosos y emocionantes.

Marcó el número de Fran y este contestó en unos segundos. El tono de la respuesta indicaba que no estaba solo ni en condiciones de decir muchas cosas.

- Hola, dígame.

- Fran, ¿eres tu?

- Si, ¿en que puedo ayudarte?

- Soy Pili, ¿recuerdas?

- Si, pero llama mañana a la oficina y te envío los datos que necesites.

- Solo para hacerte una pregunta: ¿Antonio es amigo tuyo?

- Claro, claro, Antonio, el comercial, si, es un buen chico. Te paso los datos mañana desde la oficina.

- ¿Es una persona de fiar?

- Por supuesto, es un comercial estupendo, es un chico de ley, te puedes fiar de su palabra sin problema.

- Vale gracias y un beso Fran

- Bien, ya se lo digo mañana. De todos modos mañana te llamo cuando te envíe la documentación por si tienes alguna duda.

- Gracias Fran, mil besos.

- Adiós, ya hablamos mañana.

Después de esta conversación Pili se quedó mas tranquila. Estaba claro que Antonio era al menos conocido de Fran y era de fiar.

Se fue a la cocina, preparó un bocadillo de queso, se sirvió un vaso de agua, cogió una manzana y se fue al salón a ver si había algo que ver en la tele, aunque estaba segura que no le iba a interesar mucho lo que hubiera. Su mente ya estaba llena con otros pensamientos. Tomó el bocadillo a toda prisa, la manzana sin a penas enterarse. Bebió el vaso de agua y se recostó en el sofá. El albornoz dejó al descubierto sus piernas. Se miró con una sonrisa pensando que mañana estaría me tensas y serían objeto de caricias por parte de aquellas manos que tanto le habían gustado mientras jugaban con la taza de la infusión.

Su mente empezó a divagar, fue de Fran a Nacho. Del uno al otro y viceversa, un calorcillo empezó a sofocarla. Se estaba excitando. Miró el reloj, eran las once de la noche y tenía tiempo para ella misma, lo mismo que otras noches de soledad a las que estaba acostumbrada. Últimamente Juan no pasaba mucho tiempo en casa y además cuando estaba no le hacía mucho caso. No pasaba de las tres o cuatro veces que hacían el amor en el mes que estaba en casa y estando solo uno cada cuatro, pues la verdad, salía bastante mal parada. Estaba muy acostumbrada a las visitas de su amiga y sobre todo a la utilización de sus propios recursos.

Abrió el cajón inferior de su cómoda, el cual estaba cerrado con un cierre oculto y sacó un consolador, se fue a la cama y no tardó en tener una mano acariciando sus pechos, pellizcando sus pezones y la otra con dos dedos sobre su clítoris. Estaba sobre la cama, las piernas entreabiertas, los ojos cerrados, mil imágenes pasando por su mente: las manos de Fran y Nacho, sus labios, sus penes, penetrada por los dos a la vez. El orgasmo no tardó en llegar, uno tras otro, así varias veces, hasta que su cuerpo dijo que no quería más. Estaba cansada y era hora de irse a la cama. Mañana Antonio merecía un trato especial.