Dijo la Voz: «¡Hágase la luz!».
Y miles de cuerpos desnudos, pollas y coños cosidos, huyeron despavoridos a buscar refugio en lo más recóndito del Averno.
Dijo la Voz: «¡Hágase la luz!».
Y miles de cuerpos desnudos, pollas y coños cosidos, huyeron despavoridos a buscar refugio en lo más recóndito del Averno.