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El trio de granada

en Trios

                                                        ------EL TRÍO DE GRANADA----

Voy conduciendo feliz  y contenta por la carretera que me lleva al sur de España, concretamente a Andalucía, miro el cartel que me anuncia que  faltan 50 kilómetros para llegar a la ciudad encantada; Granada.

Tenía unos días libres y era el momento de cumplir el sueño que tenía desde hacía tiempo; escribir un relato dentro de las murallas de la Alhambra.

Iba ilusionada sintiendo como una poderosa fuerza me arrastraba hasta allí en busca de sensaciones.

Llegué a la ciudad, el tráfico era espantoso y no había manera de llegar al hotel en coche ya que sus calles eran muy estrechas, le pregunté a un chico que iba en moto y muy amablemente se ofreció a acompañarme al parking más cercano y llevarme hasta el hotel andando.

Por fin llegué al hotel Sacromonte que estaba en el centro al lado de la  catedral, después de instalarme y mandar un correo, me dí una ducha rápida y fui a dar un paseo, lo primero que noté cuando salí a la calle, fue el aire tan limpio que se respiraba, aire puro de la sierra que te llenaba los pulmones, empecé a alucinar con todo lo que veía, la ciudad estaba atestada de turistas de todo el mundo, todos queríamos llenarnos con la majestuosidad del monumento más visitado de España,

¡La Alhambra de Granada!

Seguí paseando por sus calles sintiendo como el olor a azahar dulcificaba mis fosas nasales y como el sonido de una guitarra española llegaba a mi corazón con su dulce y desgarradora melodía.

Después degusté en una terraza las exquisitas tapas para saciar mi apetito y me fui a descansar.

Cuando volví al hotel fui directa al ordenador, estaba esperando un correo que era vital para mi, pero no llegó y sentí como de repente el mundo se hundía bajo mis pies, no voy a relatar las razones, solo diré que me llevé la decepción más grande de mi vida.

Llegados a este punto tenía dos opciones, hundirme en la amargura o darle la vuelta y sacar lo positivo, por supuesto elegí la segunda ya que mi filosofía en la vida es que está permitido caerse pero también es obligatorio levantarse.

Así que me puse un vaquero, una camiseta rosa, unas zapatillas, cogí mi cuaderno de notas y me fui a visitar mi sueño, ¡La Alhambra!

¡Qué maravilla de lugar, cuanta magia desprende!

Subí por sus arboladas cuestas, sintiendo el sonido del silencio, adornado con el canto de los pájaros y por la música de los riachuelos.

Llegué hasta arriba y me quedé sin aire al contemplar tanta majestuosidad, las vistas eran impresionantes, al pasear junto a su austero interior descubrí un maravilloso reino de fuentes musicales, unos jardines ingeniosamente diseñados y unos palacios finamente esculpidos.

Suspiré y mis suspiros eran una mezcla de emoción y amargura, me senté en una piedra y mi mano y mi bolígrafo cobraron vida al escribir un poema desgarrador dentro de aquellas murallas que yo había llenado de fantasías pero que se había convertido en una especie de tragedia por circunstancias de la vida.

Después me dirigí a la cuesta de San Nicolás para deslumbrarme con su famosa puesta de sol que atrae a tanta gente de la realeza. ¡Sencillamente….fascinante!

Caminando de vuelta al hotel, me fijé en lo guapos que son los granadinos y al hacerlo una sonrisa traviesa se dibujó en mi cara, a la vez que pensaba que no dejaría que acabase la noche sin probar alguno.

Antes de subir a cambiarme le pregunté al recepcionista donde me recomendaba él ir a cenar y a bailar, me habló del restaurante Azafrán y de un local de copas llamado Ganivet.

Subí a la habitación, me puse una falda vaquera corta, un top negro que dejaba al aire mi cintura y unas sandalias con mucho tacón, me maquillé un poquito, después un poco de mi perfume Black de Adolfo Domínguez y lista para triunfar.

Hacía una noche espléndida y como no estaba lejos decidí ir andando hasta el restaurante, cené los típicos manjares de la tierra con vistas a la Alhambra que estaba toda iluminada, brillando en todo su esplendor.

Un par de horas más tarde me fui a buscar el pub sintiendo como las miradas de  deseo  de los tíos acariciaban mi cuerpo, llegué al local y me gustó, la música era estupenda, había buen ambiente y las copas baratas, pedí un Gin-tonic y cuando iba a pagar se me acercó un chico y me dijo;

---Invito yo preciosa!

Era el chico de la moto que me acompañó al hotel, le sonreí diciéndole que le invitaba yo por el favor que me había echo.

Me dijo que se llamaba Sergio y que era médico y lo que pensé yo era que me encantaría que aquel morenazo de ojos grises me hiciera un reconocimiento completo jajaja.

Empezamos a bailar al son de la música de Shakira con la canción “una loba en el armario” sus ojos grises no se despegaban de los sensuales movimientos de mis caderas y os aseguro que no eran los únicos, en esto que él se disculpó diciendo que tenía que ir al baño y yo seguí bailando.

Al ratito se me acercaron dos chicas que me dejaron muy sorprendida al decirme que se querían hacer una foto con la chica más deseada del local, que se habían dado cuenta de que conmigo ligarían más esa noche, jajaja (qué cosas me pasan)

Esperamos a que llegara Sergio para hacernos las fotos, hicimos las presentaciones, ellas eran educadoras sociales, se llamaban Rebecca y Shara y las dos eran preciosas, nos pusimos a bailar todos juntos a la vez que hablábamos de nuestras vidas.

Yo les conté que era escritora de relatos eróticos, que tenía mi propia página para publicarlos y que eran leídos en más de medio mundo, las chicas me miraban sorprendidas y el ojazos alucinado, ellas fueron a buscar unas copas para celebrar que habían conocido a una escritora famosa y yo me quedé bailando con él, le miré más fijamente y era condenadamente guapo, pantalón vaquero y camisa negra, una sonrisa que te quitaba el hipo y un culo bien puesto con el que enseguida empecé a fantasear.

Mi forma de bailar se volvió más sensual al sonar música de reguetón, tanto que el tío se puso a sudar al ver mis contoneos, su mirada se repartía entre mi generoso escote y el lunar que tengo junto al ombligo y resoplaba al sentir como su testosterona hacía acto de presencia, al darme la vuelta sentí como uno de sus dedos se paseaba por mi cintura al aire, seguidamente bajó por mis caderas dibujando mis curvas con sus dedos, ummm... el ambiente se cargaba de erotismo y sensualidad, se pegó a mi espalda para seguir mis movimientos con los suyos, moviendo las caderas al unísono sentí su empalme en mi culo ufff, me apreté contra él notando como mi tanga se mojaba al sentir su calor y su dureza frotándose en mi culo.

Su mano volvió a mi cintura y una sobredosis de calentura me invadió al sentir como sus dedos rozaban la tira de mi tanga.

En esto que volvieron las chicas y se unieron al reguetón, Rebecca se puso de espaldas y moviéndose se pegó a mi, tanto que mis pezones se rozaban con su espalda, agarré su cintura para sentir con mis manos el vaivén de sus caderas, mientras Sergio seguía pegado a mi culo, susurrándome obscenidades al oído.

Por la forma en la que nos miraba la gente, significaba que estábamos dando un espectáculo y eso nos dio más morbo todavía.

Estaba acalorada por el baile y el calentón, fui al baño a refrescarme la cara y la que se vino detrás fue Shara, nos metimos las dos en el mismo baño, me solté la cremallera de la falda para mear y cuando lo estaba haciendo ella me paró y me dijo;

---- ¡Déjame hacerlo a mi, quiero probar tus secretos, escritora!

Se agachó ante mi y con un movimiento de sus dedos, mi falda resbaló por mis piernas hasta caer al suelo, seguidamente sus dientes tiraron de la tira de mi tanga hasta arrancarlo, ufff había tanta carga erótica en sus movimientos que me empezó a faltar la respiración.

Yo de pie y ella agachada de manera que mi rajita quedó a la altura de su boca, sacó la lengua húmeda y rosadita y la llevó a mi clítoris, mientras sus manos me abrían bien el coño para poder lamer los jugos calentitos que emanaban de mi interior, ummm aquella morena de ojos negros me estaba haciendo perder la cordura con su calentura y su manera de chupar, mi mano se fue a su escote y como no llevaba sujetador, me encontré con unos pezones duros y apetecibles, lo pellizqué con mis dedos y lo arañé con mis uñas, ella gemía a la vez que se bebía mis flujos y yo me derretía en su lengua.

De repente oímos voces masculinas y grifos que se abrían, jajaja, nos reímos las dos al darnos cuenta de que nos habíamos metido en el baño de los tíos, me puse otra vez la falda, esta vez sin tanga que al estar roto lo tiré a la basura y salimos las dos sonriendo ante la mirada burlona de los tíos.

Volvimos a la pista y Sergio nos dijo;

---- ¡Nos vamos a una fiesta Reggae y tú te vienes conmigo en la moto!

---- ¡Genial, me encanta la idea! Grité yo.

Salimos del local, ellas fueron a por el coche y nosotros nos montamos en la moto, me puse el casco, me abracé a su espalda y arrancamos sorteando el tráfico desde la Gran Vía hasta llegar a la Plaza Nueva y de allí al barrio de Albaicín, hacía una noche espléndida y la cuidad de noche era más mágica todavía, cerré los ojos para sentirla y noté que la moto botaba por las empedradas calles del Paseo de los Tristes, abrí los ojos para contemplar fascinada la majestuosidad de la Alhambra adornada con luces en tonos rojos que la hacían más bella aún si cabe.

Llegamos al local y ya se oía la música de Bob Marley, olía a marihuana y había un montón de rastas, este año se recuerda el 30 aniversario de la muerte del Rey del Reggae y quisimos sumarnos al homenaje, nos sentamos en el suelo, Sergio saludó a unos amigos que se quedaron con nosotros y empezaron a pasarnos copas de ron jamaicano y porros de maría a la vez que cantábamos juntos todo el repertorio de Bob Marley.

Qué bien se estaba, el sonido de la música y las risas me hicieron olvidarme del mundo, allí se respiraba magia y buen rollo por cualquier esquina.

A todo esto Sergio no me quitaba los ojos de encima, su sonrisa pícara me hizo intuir lo que estaba pensando y mi mente se llenó nuevamente de morbo.

Eran las 6 de la mañana y la fiesta estaba acabando, algunos empezaron a despedirse, había estado genial.

Rebecca decidió que se quedaba con los rastas, y Sergio nos propuso a Shara y a mi tomar la última copa en su casa  que estaba situada cerca del Parque de las Ciencias, él nos guió en moto y nosotras le seguimos en coche.

Shara conducía despacio y feliz por el curso que había tomado la noche, empezaba a amanecer y la ciudad despertaba de su letargo, puso la radio y la música de Maná nos envolvió con su dulce melodía, la miré y me regodeé con su cuerpo, llevaba un vestido corto dejando a la vista unas piernas morenitas y bien formadas, tenía unos pechos pequeños pero bien puestos y una boca golosa que todavía sabría a mi,

Apoyé mi mano en su muslo para sentir el calor de su piel y ella enseguida la llevó hasta su sexo, mis dedos se encontraron con su tanga que ya estaba mojado, lo aparté con los dedos y al deslizarme por sus pliegues húmedos, sentí como sus labios vaginales se hinchaban al contacto de mis dedos y como su clítoris aumentaba de tamaño al presionarlo, ella gemía a la vez que conducía y sus gemidos se mezclaban con mis jadeos, llevó su mano a uno de mis pechos y me retorció el pezón haciéndome arder con su calentura y su dulzura.

Sergio nos hacía señales para que parásemos, así  que aparcamos y subimos a su casa.

¡Y vaya casa! La verdad es que el médico no vivía nada mal, tenía una casa preciosa, moderna y muy acogedora.

Mientras nosotras contemplábamos desde el balcón las maravillosas vistas a Sierra Nevada, él preparaba la música, las luces y el champán, fuimos al dormitorio y vimos una cama enorme con una pantalla de plasma gigante en la que ya se veía porno.

Sergio se había quitado ya la camisa y vino hacia nosotras con una gran copa de helado de fresa, nosotras al adivinar sus deseos, nos relamíamos de gusto.

Él se sentó en la cama y presenció como dos lobas se pasaban el helado con sus bocas, como se desnudaban la una a la otra y como el morbo y la pasión llenaban la estancia.

Cuando ya estábamos todos desnudos, llevé a Shara a la cama y la tumbé entre los dos, cogí el helado y con mis dedos empecé a esparcirlo por su cuerpo, las reacciones de su piel al sentir el helado frío no se hicieron esperar, sus pezones se dispararon haciéndolos más apetecibles y dos bocas se apoderaron de sus tetas, lamiendo con frenesí, él cogió la derecha y yo la izquierda y a chupar, ummm mi lengua sorbía el helado mezclado con su pezón erecto, arrancando mis primeros gemidos de placer, Sergio le mordía el otro pezón, mientra su mano se perdía entre los jugos de mi coño.

Yo seguí  esparciendo el helado por el vientre de Shara hasta llevarlo a su pubis sin vello, ella se estremecía al contacto del helado frío, le abrí bien las piernas y le metí la lengua en su coñito arrastrando el helado hasta su culo, ufff la mezcla de sus jugos calentitos con el frío del helado era una explosión de sabores que sacudían mis sentidos.

Sergio ya estaba detrás de mí, agarrado a mis tetas y apuntando su capullo lleno de helado hacía mi coño, ufff un grito de placer salió de mi boca al sentir como su polla empujaba el helado hasta dentro de mi coño, haciéndome sentir escalofríos, él empujaba y empujaba y yo gemía a la vez que le lamía el clítoris a ella, ¡qué ricura!

Cambiamos de postura, yo me giré hacia él y ella se quedó detrás de mi, Sergio me agarró de la cabeza bajando hasta su rabo, la verdad es que el médico estaba muy dotado y empecé a lamer desde la punta hasta los huevos, mojándola con mi saliva, mamando con vicio, mientras ella disfrutaba metiendo su lengua  en mi coño y sus dedos en mi culo, mortificando todos mis sentidos,

Después se puso de rodillas para disfrutar de la polla de Sergio conmigo, y entre las dos se la mamamos como dos lobas hambrientas, ya todo eran gemidos y jadeos, la cama estaba empapada de helado, de flujos y el olor a sexo era como un potente afrodisíaco.

Shara y yo nos besábamos a la vez que le chupábamos la polla al médico, él agonizaba de placer sin dejar de meternos mano a las dos.

---ufff…. Vaya  dos calentorras (dijo él) vais a hacer que me corra, pero antes quiero follaros a las dos, ¡poneos en 4!

Nos sacó la polla de la boca con cierta urgencia y nos colocamos como él quería, nos palmeó el culo a las dos haciéndonos gritar, y sentí como su falo me atravesaba el culo, clavándome hasta el último de sus centímetros ufff, sus embestidas me hacían delirar de gusto, sentí como el helado resbalaba por mis ingles y como mi clítoris amenazaba con correrse, de repente sentí un vacío, Sergio me había sacado la polla del culo, para metérsela a Shara por el coño, ella esperaba impaciente, estaba tan excitada que su cuerpo se convulsionaba solo, quería sentirse empalada para gozar hasta el límite.

Yo al ver como la verga de Sergio entraba y salía del coño de Shara me produjo tanto morbo que tuve que masturbarme el clítoris con ansia hasta correrme una y otra vez, él estaba como loco al ver como yo me corría y como gritaba, entonces sacó su polla del coño de ella y me la metió en la boca para que le succionara las primeras gotas de semen, le apreté los huevos con fuerza hasta que sentí sus chorros calientes inundarme la boca y atravesarme la garganta, le lamí hasta la última gota, dejándole la polla limpita y los huevos vacíos.

Caímos los tres rendidos, estábamos empapados de sudor y derretidos como el helado, Sergio se dio una ducha rápida y fue a comprar churros para desayunar, eran las 10 de la mañana y teníamos un hambre voraz, nosotras de mientras cambiamos las sabanas y nos duchamos juntas sin dejar de meternos mano jajaja.

Después de devorar tan suculento desayuno nos despedimos de él con un largo beso y Shara me llevó de vuelta al hotel.

Cuando llegué me metí enseguida en la cama, estaba echa polvo y pensé en como ese día había empezado con una profunda amargura y como yo le había dado la vuelta para que terminase con lujuria y pasión.

Me fui de Granada con un sabor agridulce, sabiendo que ya no volvería a ser la misma porque algo en mi murió dentro de las murallas de la Alhambra, allí se quedó su duende, junto a mi decepción.

Pero mirando lo positivo también dejé mis risas, los latidos de mi corazón, mis gemidos, mis orgasmos y mis suspiros de emoción.

¡Adiós Granada te llevo en mi alma, junto a tu sabor y tu magia, estarás siempre en mi corazón¡

                                      ISSABELLA FERNÁNDEZ

Issabella@mundoissabella.com