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Mi hermana la mayor y yo

en Amor filial

En cuanto a mis hermanas, una de ellas era mayor y la otra menor que yo, no tenían el cuerpo de mi madre, pues eran un poco más delgadas que ella y más altas, me imagino que se iban a poner más buenas con el tiempo, cosa que sucedió para mi gusto. Mis hermanas, cada vez que se podía, pasaban un tiempo con mi padre en Puebla. Como lo indique antes, mi hermana la mayor no tenía el cuerpo de mi madre, pues era un poco más delgada, pero ya pintaba para buenota, ya que con el correr del tiempo, ella heredo las voluptuosas formas de mi madre. De mi hermana la menor, no digo nada, porque en esa época apenas era una niñita.

 

 

Como dije, espiaba a mi hermana también y me causaba curiosidad que a diferencia de mi madre no tuviera pelos en su pubis, en esa época no entendía porque era esto, sus pechos eran firmes y grandes, coronados con unos pezones grandes, que tal vez por el frío del baño, permanecían erectos al salir de el para vestirse. Tenía la ventaja que mi madre salía más temprano de casa, y podía entonces con toda la libertad del mundo espiar a mi hermosa hermana. Ella un poco mas apurada, tenía la costumbre de colocar un espejo frente a su vagina, para vérsela bien, estirando y abriendo sus labios como si se hiciera un examen, a veces se untaba en su vagina crema, sobando suavemente sus labios vaginales, para después, sin mucha prisa vestirse.

 

 

Así fue transcurriendo mi vida, luego vino la relación que sostuve con una amiga de mi madre, después tuve relaciones con mi tía, hasta que entre al Colegio Militar, mi desarrollo como hombre ya era bastante notorio, tenía una verga de buen tamaño, nada del otro mundo, pero que siempre estaba bien parada y debido a que en el colegio hacíamos mucho ejercicio, pues estaba bien mama dolores, lo que me daba una apariencia mayor. Por lo anterior, mis dos mujeres bromeaban conmigo por mi apariencia, porque ellas intuían que yo ya estaba practicando el sexo con alguna de las mamitas que iban al Colegio Militar de visita y tenían razón, en cuanto el sexo, en esa época, yo ya me estaba cogiendo a mi tía, le estaba dando mantenimiento todos los sábados que estaba franco.

 

 

 

Los fines de semana nos poníamos a hacer la talacha, durante la cual podía observar a mi madre y a mi hermana, vestidas con sus ropas de dormir (mi madre traía una pijama de dos piezas, y mi hermanita un camisón suelto de algodón, que le caía un poco arriba de las rodillas), las cuales se les pegaban sabrosamente a las nalgas, lo que me permitía poder observar esas hermosas protuberancias traseras que las dos poseían, era excitante ver como se les movían las nalgas al compas de su caminar, me imagino que no tenían nada abajo, lo cual me excitaba mas. Yo siempre me ponía un short que nos daban en el colegio para hacer ejercicio, el cual me quedaba un poco chico, por lo que se me notaba el bulto que mi verga hacia, alguna vez mi hermana se me quedó mirándome burlona y me dijo que estaba muy bien armado, al oír esto me hizo sonrojar.

 

 

Ella percibiendo mi turbación hizo el comentario con mi madre, que para rematar, me dijo que no quería tener nietos antes del matrimonio. Ellas tenían la costumbre de hacerse el pedicure mutuamente, decidí una tarde quedarme junto a ellas, para observar como lo hacían, como vi que mi hermana se sentó frente a mi madre para que se lo hiciera y al hacerlo, subió su camisón hasta la altura de los muslos y abrió las piernas, al ver esto, yo rápidamente me senté a un lado de mi madre  y lo hice, porque quería observar el maravilloso espectáculo de su entrepierna, lo que vi me encanto y me gusto, pude ver esa ricura de vagina depilada comiéndose un trozo de tela de sus pantis, esa imagen me puso bien caliente e hice mucho esfuerzo para que no se notara mi excitación.

 

 

Yo ya estaba bien caliente, por esa deliciosa visión. No sabía qué hacer, debido a todo lo que ocurría en ese momento, fue entonces que mi hermana retomo con toda desfachatez el tema de los chavos que querían andar con ella y otra vez nuestra madre nos dijo, que nos deberíamos cuidar, sobretodo ella, le dijo, que debía cuidarse y que era preciso, que si iba a acostarse con alguien tomara todas las precauciones para evitar una enfermedad o un embarazo indeseado. Como estábamos en confianza, ella nos confesó que era virgen y que por el momento tenía mucho temor de eso, dado que no quería meterse en problemas que arruinaran su vida.

 

Mi madre me vio y me dijo, señalando mi entrepierna, que debería ser como mi hermana, recalcándome que ella estaba segura de que yo andaba de loco con alguna muchacha (ella no sabía que andaba con su hermana) y que ella no estaba dispuesta convertirse en abuela tan temprano. Le dije que no se preocupara, pero tampoco afirmé nada, dejando la duda latente en ellas. Fue entonces que mi hermana le dijo a mi mama, ¡que le crees tú! ¿Tú crees que con eso que se carga? Señalando el bulto de mi entrepierna, ¿Deberás crees que mi hermano es todavía virgen? (Todavía no había tenido relaciones con mi madre, pero si con mi tía) Yo no lo creo, además dijo, mi hermano debería ser muy apetecido por todas esas loquitas que los visitan en el Colegio Militar.

 

 

Un poco sorprendido y encabronado, le dije a mi madre, que no estaba seguro de la virginidad de mi hermanita. Ella respondió airada, diciéndome que era una pena que no pudiera mostrarme, para que comprobara que estaba intacta. Mi madre reía con las estupideces que decíamos, no dándole importancia a esa conversación.

 

 

Alguna tarde en qué nos quedamos a solas en casa, ya que mi otra hermanita se había ido con mi padre, mi hermana me dijo que necesitaba hacerme algunas preguntas acerca de los hombres, yo asentí complacido, y ella, luego de hablar de tonterías que no recuerdo y de dar rodeos innecesarios, me comentó que la única referencia que tenía de un pene, era el que se imaginaba en medio de mis piernas, se rió con maldad mirándome de forma extraña, al tiempo que me decía que debería ser muy doloroso que una cosa así le entrara, pues su vagina era demasiado estrecha para dar paso a semejante instrumento.

 

 

Entonces le pregunté que si de verdad era virgen, pues seguía dudándolo, y sin más ni más se levantó la camiseta larga que traía y corriendo sus pantis, me dijo, que podía comprobarlo con mis propios ojos, mostrándome sus grandes labios totalmente cerrados y depilados, quede sorprendido por la reacción de ella, reponiéndome. Le pedí que si no se molestaba los abriera un poco, ella los abrió despacito, dejándome alucinado, al ver la telita de su virginidad completamente ilesa, pero con un hoyito, que dejaba salir un flujo claro que no podía ocultar o impedir.

 

Mi corazón latía como loco, pero temiendo cometer un error, le dije, con mucha delicadeza, que estaba muy bien que se hubiera cuidado hasta ese momento. Mi hermana sin mostrarse molesta, me dijo que era mi turno para dejarla ver lo mío, le pedí que esto que hacíamos solo quedara entre los dos, ella respondió que por supuesto. Me quite el short que traía y mis calzones de manga larga reglamentarios y quedé desnudo frente a ella, mientras que mi miembro comenzaba a pararse por la excitación del momento, ella lo miró fijamente, suspirando inquieta, mientras me decía que era hermoso, y que ahora si entendía lo que sus amigas le decían y lo que disfrutaban ellas con sus novios.

 

 

En un momento de audacia, le pregunte que si ella quería tocarlo, lo podía hacer, ella me miro, diciéndome que le daba vergüenza, porque éramos hermanos, acto seguido tomé una de sus manos y la coloqué encima de mi verga erecta, le dije que aprovechara el momento, que podía tocarlo sin problemas, le aseguré que yo sabría conservar la calma ante ella.

 

 

Con su respiración agitada y sin ofrecer resistencia, la tomó en sus manos y la comenzó a acariciar, la empezó a recorrer en toda su extensión con suaves movimientos, tomando al mismo tiempo mis huevos palpándolos con una curiosidad que me tenía desesperado, hasta que no pude controlarme y eyacule empapándola toda con el chorro de semen que salió disparado hacia ella. Más curiosa aún, acerco una de sus manos untadas de mi leche y la olió detenidamente, hasta que sacando su lengua probó uno de sus dedos, saboreándola me dijo, “sabe a almidón”, al tiempo que se echo a reír.

 

 

Nos miramos al principio avergonzados, pero después nos empezamos a reír de nuevo, le dije, que me perdonara haberla bañado así, le dije que era normal que eso ocurriera, debido a que la excitación había sido tan grande y por lo tanto no pude evitar esa eyaculación, además, le dije, que ella no se había quedado atrás, pues sus pantis se encontraban totalmente empapados con sus jugos.

 

 

Le pregunté si se hacía justicia por su propia mano, asegurándole que yo lo hacía con frecuencia, y me confesó que últimamente después de que conversaba con sus amigas de sexo, ella quedaba demasiado inquieta y entonces en la noche, procedía a tocarse su vulva hasta alcanzar una emoción deliciosa que no era otra cosa que un orgasmo. Le pedí que me dejara contemplar sus tetas, ella subió aun mas su bata de dormir dejándolas libres, eran hermosas esas tetas, coronadas con sus pezones duros y desafiantes.

 

 

Los tomé delicadamente en mis manos, acariciando el contorno de sus pezones, hasta que ella comenzó a excitarse, busco la forma de aprisionar de nuevo mi miembro, cuando lo tuvo en sus manos, lo dirigió a su boca, al ver esto, le dije, “eres preciosa hermanita”, fue todo lo que alcancé a decir, porque me la empezó a mamar como nadie me lo había hecho, yo estaba seguro, que de haber intentado cogérmela, ella no hubiera opuesto resistencia.

 

 

Mi corazón latía enormemente después de la mamada que me dio, le pedí que se acostara en la cama y que abriera sus piernas, con el fin de ver de cerca su hermosa vagina, sus hermosos labios virginales rezumaban un liquido, que él solo verlo y olerlo me excito grandemente, frote sus labios con mis dedos muy suavemente, no resistí mas y pegue mi boca a esa rica entrada, sus labios los metí en mi boca, al tiempo que los succionaba muy tiernamente, pasando mi lengua por en medio de ellos.

 

 

Ella en una mezcla de risa y excitación me pidió que parara pues no resistía mas, trate de contenerme, pero ella ya había iniciado el camino sin retorno, viniéndose completamente en mi boca, tuve la intención de cogérmela pero me contuve, ya que podría despertar desconfianza y arrepentimiento en ella de haber llegado tan lejos con su hermano menor. Queriendo dar un espacio a lo que estaba ocurriendo me preguntó porque yo la espiaba cuando ella salía del baño a vestirse y sin darme tiempo a que le respondiera, me dijo que ella también lo había hecho, y que alguna vez estuvo mirándome en la ducha mientras yo me masturbaba.

 

 

Nos reímos los dos, ella me pidió que le permitiera seguirme contemplando y yo haría lo mismo, siempre y cuando nuestra madre no estuviera en casa, acepte sin darle importancia. Me vestí de nuevo, al tiempo que le pregunte, si se sentía mal por lo que acabábamos de hacer, y me dijo que en efecto estaba algo mal, pero que en el fondo ella había deseado que esto hubiera pasado. La abracé suavemente, dándole un beso en la mejilla y la deje sola. Pienso que actuar de esa manera me dejaba el campo libre para un nuevo encuentro íntimo, lo cual ocurrió algún tiempo después.

 

El tiempo pasó, y empecé a tener relaciones con mi madre, nosotros queríamos guardar en secreto nuestros encuentros sexuales, para que no se dieran cuenta mis hermanas, pero no tuvimos éxito en la misión, como lo relato a continuación Mi hermana con el tiempo comenzó a sospechar que algo pasaba entre mi madre y yo. Una noche ya para irnos a dormir y que mi madre no estaba, me preguntó qué, que ocurría con nuestra madre, guardé silencio, pero ella aferrada continuó preguntándome el porqué de nuestra mutua cercanía, y de las miradas coquetas de nuestra madre que me dirigía a todas horas, en la que parecíamos marido y mujer, más que madre e hijo.

Tratando de ser franco con ella y con el fin de que acabara el interrogatorio, le conté los que había pasado entre ella y yo, pensé que se sorprendería con mi confesión, pero como vi que mi hermana continuaba tranquila, le pedí que no le mencionara nada a ella, porque no quería que tuviera la pena de saber que su hija, ya sabía, lo que había pasado entre nosotros.

 

 

Al oír esto, ella guardó silencio, pero en una actitud demasiado madura, me dijo, que ella ya sabía que mi madre y yo nos habíamos acostado, pues en alguna oportunidad que llegó a la casa, entró despacio sin hacer ruido y nos vio haciendo el amor. Que al comienzo fue algo muy traumático, pero que decidió guardar silencio, porque en el fondo esa escena la había excitado mucho y que debió masturbarse frenéticamente excitada por ese incesto y que también de algún modo, ella soñaba con tener esa experiencia incestuosa.

 

 

Me quedé mudo, cuando ella me dijo que era un reverendo egoísta, me dijo, que si quería que nadie se enterara, era mejor que hiciera algo al respecto, pues ella también quería tener su parte. No supe que decir, pero yo no podía poner en riesgo mi relación con mi madre. Me dije, pues que le vamos hacer, así que, avancé hasta ella abrazándola con fuerza, refregando mi cuerpo al suyo, para que sintiera mi verga, pegada a ella. No dijo nada y abrazándome buscó mi boca para darme un prolongado beso, en el que se conjugaba un deseo imposible de resistir.

 

 

Me mordió los labios, mientras bajaba su mano buscando sacar mi pene de su encierro. Como vestía solo su bata, la fui subiendo mientras acariciaba sus nalgas redondas y duras, y en eso se diferenciaba de las de mi madre, ya un poco blandas pero para mí eran las más deliciosas del mundo. Le quite su bata y nos fuimos a su cuarto sin dejar de besarnos. La acosté en la cama y le empecé a lamer su cuerpo, desde sus tetas duras y puntiagudas hasta adentrarme en la suavidad de su vagina empapada, se la chupé hasta hacerla gritar.

 

 

No pudiendo contenerme más, me quite la ropa, ante la excitación que ella sentía, apunté mi verga a la entrada de su vagina, refregándole la cabeza de arriba hacia abajo, arrancando suspiros y gemidos entrecortados de pasión de mi cachonda hermana, era extraño, pero no sentía la misma pasión con mi hermana, que con mi madre, pero sabía que tenía que hacerla mía. Así que, poco a poco comencé a penetrarla, lo cual era doloroso incluso para mi, ella abría sus ojos desmesuradamente en una mueca de dolor y placer.

 

 

Por fin sentí como su himen dio paso a mi verga y esforzándome se la metí mientras ella gritaba y me pedía que la sacara un minuto. Al retirar mi verga vi cómo sangraba, y decidí esperar a que ella se recuperara, hasta que ella abriendo totalmente sus piernas me indicó que podía continuar cogiéndomela, ella lanzaba pequeños grititos de dolor y de placer, cada vez que se la metía hasta el fondo, la verdad, era verdaderamente excitante sentir como apretaba mi verga esa vagina virginal, me esforzaba para que mi hermana gozara, porque quería compensar el dolor de la desvirgada, con el placer de los orgasmos, ella tuvo varios, cada vez que sentía uno me abrazaba y me arañaba la espalda, tan es así, que quede con la espalda como crucigrama, pero el que ella se haya sentido mujer, compensaba cualquier molestia.

 

 

Cuando terminamos, nos besamos tiernamente recostados y temerosos de que de pronto apareciera nuestra madre, decidimos ir a bañarnos, pero juntos. Ella se quejó de un gran dolor en sus caderas, y en su vagina, sonriendo maliciosamente, ella me dijo, que en adelante, nosotros dos haríamos muchas cositas, continuamos besándonos en la ducha, prometiéndonos guardar en el mayor de los secretos nuestra relación, como hasta el día de hoy ha ocurrido.

 

 

Mi hermana mayor se casó cinco años después, luego de haber aprendido conmigo lo maravilloso que es el sexo. Ella actualmente vive en la ciudad de Monterrey y de vez en cuando viaja al D.F., con el paro de saludar a su hermano, me visita y nos ponemos a coger como locos, recordando la primera vez que lo hicimos, cuando en esa noche me entrego su virginidad de su cuerpo y de su alma. En cuanto a mi otra hermana ustedes próximamente sabrán la historia, una vez tuve que consolarla y la hecho feliz dos veces, ¿Pues, entonces para qué sirven los hermanos, si no es para complacerlas? Saludos y pásenla bien.