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Relaciones vecinales (1)

en Voyerismo

Las noches de agosto en mi ciudad son calurosas. A esa hora, el bochorno me cubría la piel de un sudor pegajoso que dejaba las sábanas completamente húmedas.

 

Suelo dormir desnuda o cubierta con un ligero camisón cuando refresca un poco, pero esa noche era realmente calurosa, no paraba de dar vueltas en la cama sin poder dormir.

 

Me levanté sin despertar a mi marido y salí a la terraza del ático para ver si la poca brisa que había en el ambiente me ayudaba a reducir el calor que agobiaba mi cuerpo.

 

Miré al edificio de enfrente,era un bloque sin áticos, y el último piso quedaba un poco por debajo del nuestro. Me quedé observando, veía como mis vecinos descansaban la mayoría de ellos, plácidamente con el aire acondicionado puesto y las ventanas cerradas, excepto algunos pisos que también sufrían el calor de la noche, como yo, y dormían con las ventanas abiertas.

 

De repente, una luz se enciende en el último piso, el más cercano a mi y una sombra se mueve detrás de una cortina no muy gruesa, se podía intuir que era la figura de un hombre. Me quede sorprendida, porque hasta entonces creía que no había nadie viviendo en el piso de enfrente. Había estado durante mucho tiempo desocupado, y un cartel de "se vende o alquila" colgaba del balcón. Pero ahora me daba cuenta que el cartel ya no estaba.

 

Esto se ponía interesante ...

 

Al rato de estar observando al contraluz la sombra de esa silueta, un hombre descorre la cortina y se queda plantado contemplando la oscuridad del exterior.

 

Le observo como se enciende un cigarro, y le da una profunda calada, expulsando el humo seguidamente. La luz de la lámpara de su mesita de noche ilumina su anatomía musculosa e imponente. Wow ... ¡ estaba completamente desnudo!

 

 

Mi interior se sacudió, produciéndome un calor de abajo hacia arriba, incontrolable. Parecía una colegiala tonta delante de un chico guapo.

 

Decidí encender la lámpara de pie que tenía a un lado del sofá, en el comedor, regulándola a una intensidad media. Esto hizo que la cálida luz que provenía indirectamente a través del ventanal del salón iluminara tenue mente mi cuerpo, haciendo resaltar la silueta de mi cuerpo, para que se percatara de mi presencia.

 

Salí de nuevo a la terraza, poniéndome delante por delante de él, desnudos los dos. Al percatarse que no estaba solo, su mirada se posó en mi y me recorrió todo el cuerpo, sin decir nada. Yo tampoco articulé palabra ninguna.

 

Cuando terminó el repaso me envió un beso, como si me diera su aprobación. Entendió que le había estado espiando y que quería jugar un rato.

 

El anonimato nos proporcionaba una inhibición cómplice. Él comenzó a moverse de una forma provocativa, tocándose suavemente los marcados pectorales, como si se estuviera registrando el torso desnudo, posiblemente se depilaba pues se veía brillante y reluciente.

 

Mientras tanto, yo empecé a acariciarme mis pechos turgentes, recogiéndolos con las manos subiéndolos y bajándolos en movimientos circulares, disfrutando de mí misma y haciendo disfrutar a mi vecino anónimo.

 

Ninguno de los dos se perdía nada de lo que hacía el otro. Nos estábamos poniendo calientes. Tocándonos.... magreándonos, subía cada vez más la temperatura. Vi que estaba empalmado, tenía el miembro firme y altivo a punto para la acción.

 

Al verlo con un miembro de ese tamaño y grosor, me recorrió una sensación de tanto deseo que mi mano derecha empezó a bajar poco a poco hacia mi vulva, para masturbarme mientras me abría de piernas.

 

Él se agarró el pene y empezó a pajearse suavemente de arriba a abajo.

 

Intentábamos no hacer ruido, el silencio de la noche nos rodeaba, pero era muy difícil controlar la respiración que cada vez era más intensa.

 

El dedo corazón entró entre los pliegues de mi coño húmedo, resbalando hasta topar con el clítoris rígido. Se me escapó un sutil gemido de placer, al que mi vecino respondió con una sonrisa de complicidad.

 

Se le notaba más excitado, se la estaba pelando con mayor intensidad. Al verle así, me introduje dos dedos en la vagina como si me introdujera su miembro. Mis tetas brillaban por el sudor y se movían al compás de mis lujuriosas sacudidas.

 

Él ya estaba fuera de sí, en su máxima excitación, estaba a punto de correrse. Yo me masturbaba dejándome llevar por la imaginación, pensando que me estaba follando, al tiempo que notaba palpitar aceleradamente mi clítoris entre los dedos, y provocaba que las piernas me empezaran a temblar.

 

Seguíamos mirándonos, deseándonos en silencio, con los rostros contraídos por el placer y empapados de sudor. Por fin llegó el momento, aquel amante a distancia haciendo un último meneo a su gruesa polla, estalló dando un gemido de satisfacción al tiempo que un chorro de espeso semen salía disparado hacia el vacío.

 

Unos segundos después, me corría compulsiva mente, dejándome ir.... ya liberada, dí un grito ahogado que tuve que contener con la palma de mi mano, para no despertar a mi marido dormido en la habitación de al lado, y que daba fe a mi amante ocasional que yo también me había corrido.

 

Un poco más relajados, sin decirnos ni media palabra, manteniendo la mirada el uno en el otro, sonreímos por nuestra aventura sexual, desapareciendo cada uno dentro de su piso.

 

¿Qué pasará cuando nos encontremos en el barrio?... ¿Nos ignoraremos como si no hubiera pasado nada?.... ¿O nos lanzaremos una mirada cómplice sin pudor, buscando el roce fortuito, el deseo de ser el uno del otro? ...

 

***

 

Desde el día en que mi vecino anónimo y yo, nos masturbamos en la oscuridad de la noche, no lo he vuelto a ver. De esto apenas hace una semana, y cuando me voy a dormir, no puedo evitar echar un vistazo a los ventanales del edificio de enfrente para ver si se enciende la luz de su alcoba. Pero ninguna noche a ocurrido ...

 

No me lo puedo quitar de la cabeza, y me viene un escalofrío imaginando cómo será el tacto de su piel. Tumbada en la cama, sus manos recorriendo las curvas de mi cuerpo, pensando que es él quien se acuesta conmigo por las noches. Me muevo entre las sábanas, llevada por el deseo que me provoca un placer de agradables sensaciones. Me excito. Se me despiertan todos los sentidos hasta que llego a un punto de desesperación máxima.

 

Estoy mojada, muy mojada por el macabro juego de mi subconsciente, que me altera y experimenta con mis hormonas.

 

  • ¡Joder ...necesito follar!

 

¡Oh, si! ....no me sirve un simple masaje en el clítoris para tener un orgasmo, no, no ... Busco con mi mano el pene de mi esposo y me acerco a él con los ojos cerrados, imaginando que es mi anónimo vecino quien está a mi lado. Le acaricio el pecho desnudo y desciendo mi mano hacia su escroto, muevo mis dedos suavemente, masajeándole las pelotas.

 

Mi sexo esta empapado, siento las sabanas bajo mis nalgas, están completamente mojadas. Necesito un miembro en mi coño.

 

Así que sin pensar más, subo una de mis piernas y la coloco encima de los muslos de mi esposo. Llevo la mano que acariciaba su escroto hacia mi coño y me froto suavemente....mmmmm, que caliente estoy. Necesito una polla no lo soporto más. Mi marido empieza a reaccionar, su miembro va aumentando de tamaño, mis caricias surten efecto. Se mueve, incomodado gira su cabeza hacia mi rosto y abre los ojos con dificultad.

 

  • Cariño...¿qué estés haciendo? ¿tienes ganas de juegos ahora?...¿qué hora es?

  • No lo sé...estoy muy cachonda, necesito tu polla cielo.

  • Pero ...¿sabes qué hora es?

  • Y que coño importa....vamos cielo, la tienes casi a punto...la necesito, hazme este favor.

 

Casi suplicándole, con voz ronroneante, lo voy convenciendo. Me agarra por la cintura, me besa...un beso tierno al principio, que se va convirtiendo en un beso lujurioso y salvaje, introduciéndonos las lenguas en busca de más fricción ...más pasión...más deseo.

 

Sus manos ya aprietan mis nalgas, siento su miembro completamente erguido dentro de mi mano. Pecho contra pecho, vientre contra vientre, ya estoy subida a su cuerpo como si me encontrara estirada sobre una tabla de surf dispuesta a ir al encuentro de la ola, esa gran ola que me lleve al orgasmo extremo.

 

Mi esposo, separa mis nalgas y juega con sus dedos en el agujero de mi trasero, le encanta masajeármelo...me conoce bien, sabe que me vuelve loca.

 

Acaricia mi sexo, jugoso como una fruta madura, mis flujos le ayudan a introducir un dedo en mi ano. Sé que pronto intentará introducir otro más. Ya no respondo, estoy excitada y mis jadeos empiezan a escaparse incontroladamente.

 

Basta... digo para mi misma, y agarro la polla erguida de Juan y me la introduzco en la vagina jugosa, que se la traga hasta el fondo ... ooohhh ... sííííí ... ¡qué gusto!

 

Estamos pegados, perfectamente encajados, su polla llenándome el coño, que lo aprieta fuertemente para no soltarla. Con los ojos cerrados, la fantasía corre sin freno, viendo al vecino penetrándome cada vez con más intensidad. Es un macho potente ... salvaje ... Siento la fricción que me provoca su miembro, una sensación intensa, esa polla zambullida en la abundancia de flujos de mi sexo, me provoca agudos espasmos de placer.

 

Me dejo ir por la plenitud del momento. El amante imaginario me hace llegar al clímax, la polla de mi esposo es el objeto en que me apoyo. Se me contrae el cuerpo ... gimo ... la cabeza se me va ... aguanto la respiración unos segundos y ... suelto un grito sostenido cuando llego al orgasmo, que se mantiene unos segundos y hace una pequeña bajada.

 

Necesito más ... me estimulo directamente el clítoris con mis dedos, mientras Juan sigue follándome. El coito toma de nuevo el punto álgido ... pero esta vez el placer dura más ... las palpitaciones aumentan ... y el gemido es mucho más intenso, es casi un grito ... me corro ... aaaaahhh … me corro aaaaahhhggg!

 

Me quedo un rato sin moverme, desmadejada al lado del cuerpo de mi amante/esposo, me relajo lentamente, estoy exhausta, cansada, y empapada.

 

Las sábanas se han humedecido por los fluidos corporales y vaginales, mi esposo se ha corrido copiosamente dentro de mí, y ahora siento como brota su lechada y me resbala por las nalgas y los muslos, pringándolo todo. Estoy agotada,pero me he quedado relajada, al cabo de unos minutos me duermo ...

 

***

 

A la mañana siguiente, cuando la luz se abre paso por los tejidos de la cortina, un rayo de sol cruza el dormitorio y me ilumina el rostro despertándome.

 

Me levanto cegada por la luz y a tientas me acerco a la ventana para bajar la persiana un poco. Tardo en percatarme del hermoso día que hace.

 

Cuando me decido a descolgar un poco la persiana, le veo. Me quedo congelada e inmóvil, al verle. Esta sentado a un lado de su cama, dirigiendo su mirada hacia mi ventana, mientras fuma un cigarrillo.

 

Aquella cortina que tanto había remirado estos días atrás, ahora estaba descorrida de par en par. Con una sonrisa pícara, me estaba diciendo que lo tenía disponible otra vez. Intenté taparme con las manos, como si no me hubiera visto nunca desnuda. Pero, ¿el hecho de que ahora fuera de día, me imponía? ….¡Qué ironía!

 

 

El vecino movió la cabeza de un lado a otro en un claro “no te cubras”, para que dejara al descubierto mis pechos. Puse las manos y los brazos en una posición más natural, cogida a la correa de la persiana.

 

La magia de ese momento, se me viene abajo, cuando veo aparecer a una mujer en la habitación en ropa interior.

 

El muchacho, que me sigue contemplando, me lanza una mirada expresiva, como de resignación, dándome a entender que me tenía que dejar a su pesar. Se levanta y se acerca al ventanal corriendo parcialmente las cortinas pero sin acabar de correrlas completamente, dejando un hueco intencionadamente, por el cuál, yo puedo seguir observándole.

 

La mujer se acerca a él. Ella esta de espaldas al ventanal. Veo sus bragas negras y sus medias hasta medio muslo. Tiene un cuerpo joven muy atractivo y una melena rubia que le llega a media espalda. Y unos zapatos de tacón que la hacen más alta y sexy.

 

El muchacho la coge por la cintura acariciando su espalda y la besa mientras desliza sus manos por sus caderas y nalgas. Siguen besándose apasionadamente. Puedo sentir esos dedos que recorren sus curvas como recorren mi propia piel.

 

Sube sus manos acariciando su columna hasta alcanzar su nuca, le levanta el cabello, y aparece un esbelto cuello que el hombre alcanza con sus labios. Alza la mirada para mirarme, para cerciorarse de que estoy ahí... observándole.

 

Y mientras nos miramos el recorre el cuello de la mujer con la punta de la lengua, hasta alcanzar el lóbulo de su oreja. Se detiene, me mira de nuevo, y la muerde suavemente.

 

Empiezo a acariciarme los pechos, en un acto reflejo, lejos de ser voluntario. Verle con esa mujer ofreciéndome su intimidad, me excita.

No puedo ni parpadear, estoy absorta mirándoles.

 

Ahora le rodea el cuello con sus fuertes manos y la besa en la boca.

Imagino sus lenguas fundiéndose en una sola. Intercambiándose las salivas.

 

Sus manos la cogen por los hombros y la obligan ,sin mucho esfuerzo, a que se agache. Ella lo hace. Se pone de cuclillas sobre esos lindos zapatos de talón. Abriéndose de piernas para mantener un cierto equilibrio, cogiéndose a las caderas de él.

 

Ahora alcanzo a ver el aparato de mi vecino, mientras apoya la palma de su mano derecha sobre la cabeza de ella y le acaricia los mechones del pelo, pasando sus dedos entre ellos.

 

Ella apoya su mejilla entre el muslo y la ingle de él, le levanta la polla con la mano mientras lame su escroto. El hombre me mira, sonríe, y puedo leer en sus labios, que me susurra ...”masturbarte”.

 

Mi mano se abre paso entre mis piernas y los dedos hurgan entre los labios que sobresalen de mi vulva hinchada, buscando la entrada a mi sexo, ...¡ por el amor de Dios, está empapado!

 

La mirada se me nubla al alcanzar el clítoris....mm mm, le mando un mensaje igual que él ha hecho conmigo, y le digo...”eres un cabrón, haz que me corra”....sé que lo ha entendido perfectamente.

 

Su respuesta es clara y lanzándome una gran sonrisa, coge por el pelo a la chica, formando una coleta entre su fornida mano, mientras con la otra se coge la polla que ya esta completamente tiesa y en todo su esplendor, y empieza a darle pollazos en las mejillas.

 

De forma brusca, le introduce la verga en la boca completamente abierta de su amante, provocándole una visible arcada.

 

Mi mente cabalga a toda velocidad a través de mis pensamientos convulsos, mi sexo palpita, mis pechos parecen más sensibles de lo normal, la piel se eriza, los pezones se endurecen y me escuecen.

 

Mis dedos hurgan en mi coño, he subido un pie sobre el baúl que hay bajo la ventana. Y me acaricio como si mi cuerpo fuese un arpa.

 

Les sigo observando, el hombre obliga a la chica a tragar su tranca hasta que alcanza su pubis con la frente. Parece que ella intenta zafarse de la polla que la está ahogando, pero él no cede, mientras continua mirándome a los ojos y resopla. Su cuerpo brillante, está perlado de sudor.

 

Ella golpea en el vientre de él, suplicándole que ya no puede aguantar más sin respirar, él cede a su petición y agarrándola por la coleta del pelo la obliga a levantar la cabeza mientras él se agacha un poco y la besa en la boca, al separarse le agarra la barbilla con la mano libre y le suelta un salivazo, ella retrocede y él.... - ¡le da un tortazo! -

 

Me quedo boquiabierta y sorprendida, pero el sin inmutarse, me mira y sonríe, al tiempo que vuelve a meterle la polla en la boca y empieza a follarla frenéticamente, dándole bandazos adelante y atrás a su cabezita mientras la tiene cogida por la nuca.

 

Eso lejos de repugnarme, hace que me excite sobremanera, mi deseo es ser ella. De sentir esa polla violándome la garganta. Puedo escuchar los gorgoteos y chapoteos de la felación desde mi ventana abierta. Escucho los jadeos de él, y las palabras obscenas que le dice en voz alta.

 

  • ¡Traga perra!.... ¡vamos!.... ¡no te detengas ahora! ...¡voy a darte tú premio!

 

Sé que las está diciendo para mí, para que las escuche ...para que me excité, para que alcance el clímax y me corra cuando el lo haga.

 

Sé que no puede tardar mucho, por el ritmo al que le folla la garganta, y por las expresiones de placer que veo en su rostro , sé que está a punto de correrse. Y cuando me guiña un ojo y me sonríe nuevamente, sé que el momento final se acerca ya.

 

Mi sexo está a punto de reventar, al igual que su polla. Y cuando veo que la obliga a ponerse de rodillas y la empuja hacia la cama para que apoye su espalda y eche la cabeza hacia atrás...lo tengo claro.

 

Y veo como su polla estalla mientras se la menea, lanzando largos chorros de esperma que chocan contra el rostro de ella y le resbalan por la cara y los ojos.

 

Pronto está cubierta de leche blanca y espesa que gotea sobre sus pechos. Con la lengua relame sus mejillas buscando su recompensa.

 

Mientras, él se sacude la polla lanzando las ultimas gotas de semen sobre los pechos de ella, restregándole el inflamado capullo por sus pezones. Luego acerca su rabo brillante al rostro de su hembra para que lo limpie con delicadeza.

 

Ella mantiene los ojos cerrados llenos de lefa. El hombre se gira hacia mi y en un sutil gesto me lanza un beso.

 

Mientras yo, me corro mirándole a los ojos. Tengo que apoyar mi hombro sobre el ventanal, para mantener el equilibrio mientras las piernas me tiemblan y mis dedos se cubren de flujo vaginal.

 

Llevo la húmeda mano sobre el cristal y esparciendo mis jugos sobre el, acerco mis labios, los pego sobre mi flujo y le devuelvo el beso. El desaparece detrás de la cortina.

 

Uf! Estoy rabiosa ... quiero estar en el lugar de esa maldita zorra con suerte, - ¡quiero estar con él! -