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Viaje a Mexico I

en Orgías

El viaje fue planificado con varias semanas de anticipación.

Mi jefe tenía que ir a México a reunirse con un socio y aprovecho para invitarme a pasar unos días en Playa del Carmen.

La noche anterior al viaje se la dedique a mi familia y a armar la valija.

Decidí no llevar mucha ropa ya que sabía que estaría casi todo el día en la playa, así que lo único que puse, además de las bikinis, fueron un par de vestidos y ropa liviana para la noche.

El miércoles, día del vuelo, mi marido y mi hijo me llevaron a Ezeiza. La verdad es que la despedida fue bastante dura. Nunca había estado más de tres días sin ver a mi hijo, y esta vez el viaje iba a durar una semana. Trate de no pensar en eso pero fue imposible. En el hall del aeropuerto nos encontramos con mi jefe. La situación, si bien era conocida, fue bastante incomoda. Mi marido dándole la mano a mi jefe, y este saludándolo como si no pasara nada. Es que en realidad no hay secretos, pero a mí la situación me incómodo.

Después del check in y de despedirme de mi familia, junto con mi jefe subimos al pre embarque.

La verdad es que Alfredo se encargó en todo momento de hacerme sentir bien, por lo que enseguida estábamos charlando de cualquier cosa, lo que me ayudo a olvidarme de la triste despedida.

El vuelo fue bastante tranquilo y aproveche para dormir bastante.

Al llegar a Cancún nos estaba esperando un auto que nos llevó al hotel.

Playa del Carmen está a unos kilómetros de Cancún. El viaje no dura más de media hora en auto aproximadamente. Al llegar al hotel no lo podía creer. Era enorme y estaba buenísimo.

Hicimos el check in, y enseguida nos encontramos en la habitación. La habitación era bastante grande. Tenía una recamara, y después lo que era la habitación propiamente dicho. Desde la habitación salías a un balcón terraza con vista al mar, por lo que la vista era espectacular.

Mi jefe me dijo que el tenía que hacer un par de cosas del trabajo, y que hablaría con una persona con la que se tenía que encontrar en los próximos días para arreglar le fecha de la reunión. Como yo no sabía que hacer aproveche para cambiarme y salí a recorrer el hotel.

Era más grande de lo que parecía. Tenía tres piletas, y 5 restaurantes. La playa era hermosa, y tenía un muelle también. Como hacía calor y no sabía que hacer aproveche para tirarme en una de las reposeras de la playa y empezar a disfrutar de mis “vacaciones”.

La zona de las piletas estaba bastante llena de gente, pero en la parte de la playa no había tanta. Enseguida me di cuenta de que la mayoría eran Canadienses y norteamericanos. No había casi latinos y lo que más me llamo la atención era que no había niños.

Me saque la ropa y me puse a tomar sol. A unos metros a mi derecha había una pareja de unos 50 años. Ella estaba haciendo topless, y el vestía zunga. La verdad es que a ninguno de los dos los favorecía, pero me gusto la actitud que tenían ambos. Esa actitud de “no me importa nada”.

Más lejos había un grupo de chicos, no tendrían más de 30 años. Del otro lado había otra pareja de aproximadamente mi edad. Y a lo lejos pude distinguir a otra parejita en donde ella también estaba haciendo topless. Si bien yo en alguna oportunidad ya lo había hecho, en ese momento no me anime.

Al rato apareció mi jefe y al notar que no me encontraba le grite. Vino y se acomodó en la reposera de al lado. Llamo al mozo y pidió dos cervezas. En ese momento me comento que el sábado viajaría a Cancún a encontrarse con un socio Español, y con Gerardo, su socio Uruguayo al que yo ya conocía. Para los que no leyeron mis otros relatos, Gerardo es el socio de mi jefe en Uruguay y con quien to tuve una historia la última vez que viaje a Montevideo por trabajo.

Me pregunto si tenía ganas de acompañarlo, pero me aclaro que iba a ser 100% laboral. Le dije que en realidad si el necesitaba que fuese no tenía drama, pero que si no era necesario prefería quedarme en el hotel.

El día se pasó en la playa. Tomando cada tanto una cerveza helada y charlando de cualquier cosa.

Al caer la tardecita decidimos volver a la habitación.

Mi jefe me comento que había reservado una mesa en uno de los restaurantes a las 20:30hs, por lo que decidí ir a bañarme para arreglarme.

Me decidí por un vestido blanco, de espalda descubierta. No es muy corto. Me llega a la altura de las rodillas. En los pies me puse unas sandalias y una linda tanga chiquita completaba el vestuario. Me maquille un poco y me arregle el pelo. Estaba lista.

El restaurant era uno de los más finos que tenía el hotel. El ambiente era muy sensual. Música baja, luces tenues. Se respiraba en el aire y se notaba al ver a las parejas. Todo el mundo pensaba que éramos pareja, lo que me causaba gracia.

Enseguida Alfredo pidió un vino tinto. Yo no soy gran tomadora de vino, por lo que enseguida me hace efecto. Durante la cena charlamos de todo un poco, hasta que en un momento la conversación termino en nuestra relación. Si bien yo sabía que mi jefe me iba a pagar por el viaje, nunca me había dicho cuanto y la realidad era que a mí tampoco me interesaba mucho, pero en la cena me lo pregunto. “Nati, vos sabes que yo te respeto mucho, y no quiero ofenderte, entiendo que en este viaje está todo bien como cuando fuimos a Alemania, te pido que si tenes algún reparo o lo que sea me lo avises. Nuestra relación está por encima de cualquier otra cosa”. No entendí muy bien que me quiso decir, pero enseguida le respondí, “Alfredo, quédate tranquilo. Yo disfruto de estos viajes y de lo que hacemos. Así soy yo y me gusta. Si no te lo digo o no hubiese aceptado venir.”. – “bueno, pero nunca arreglamos nada de lo que te vas a llevar por el viaje, eso me lo tenes que decir vos. Yo no te quiero ofender”.  – “Despreocupate, lo hablamos más adelante. Como Alemania está bien. En serio.”.

Listo, después de esa charla le había dado luz verde para que me cogiera las veces que quisiera, como quisiera y con quien quisiera. Era así de sencillo.

Terminamos el vino y arrancamos con el champagne. A mí me pego enseguida y estaba más que alegre. Ya no quería tomar más, quería que me cogiera ahí mismo. Se lo debo haber hecho notar y nos fuimos para la habitación.

Ni bien entramos nos fuimos a la cama. Lo tumbe y empecé a desabrocharle el pantalón. Su pene se notaba duro como queriendo salir del pantalón. Me senté encima y lo ayude a quitarse la remera. El empezó a manosearme los pechos y por el escote dejo uno al descubierto. Yo me movía frotando mi vagina sobre su pene, que alcanzaba a escaparse por el agujero del bóxer.

Nos besamos apasionadamente y en ese momento aprovecho para desatarme el vestido, lo que dejo mis dos pechos al descubierto.

Alfredo logro darme vuelta y al quedar yo acostada sobre la cama comenzó a chuparme y masajearme los pechos. Mientras hacía esto, con su otra mano empezó a tocarme las piernas subiendo suavemente por mis muslos. Yo

lo agarraba por la cola y lo apretaba a mi cuerpo. Podía sentir su pene totalmente salido por el bóxer rozar mi pierna. Lo di vuelta y me pare. Deje caer el vestido quedando solo con la tanga parada delante de él. Con mis brazos lo ayude a quitarse el pantalón y al querer sacarle el bóxer, al tenerlo tan erecto, me costó.

Al quedar desnudo me arrodille en el piso y empecé a chupárselo. Sé que cuando quiero lo debo hacer como una actriz porno, y esa noche puse mi mejor esmero. Mi jefe se retorcía y cada tanto me indicaba que parara porque estaba por acabar. En un momento, y viendo que probablemente acabara enseguida, me senté arriba de él haciendo que me penetrara de un solo intento. Yo también quería mi parte!!!...

Al principio me movía suavemente, pero era evidente de que Alfredo estaba completamente excitado, porque enseguida me hacía parar. Como a la tercera vez decidí no hacerle caso, y cuando me di cuenta de que estaba por acabar me levante para seguir chupándosela. Con una mano seguí masturbándolo, y con la otra hice lo propio con migo misma. Mientras Alfredo acababa en mi cara, boca y pelo, yo seguí masturbándome y logre acabar también. La verdad es que no me gusta que me acaben en la boca, pero en este tipo de situaciones suelo hacer excepciones.

Cuando termine me subí a la cama y me tire al lado de Alfredo. Ambos estábamos exhaustos.

Después de un rato me fui al baño y en el espejo vi que gran parte del regalo de mi jefe estaba en mi frente y pelo.  

Me lave un poco y al volver me metí directamente en la cama.

Al otro día nos despertamos temprano. La diferencia horaria nos jugó una mala pasada. Nos cambiamos con ropa de playa y nos fuimos a desayunar.

Después de desayunar nos fuimos a tirar a unas reposeras. Como era temprano no había casi nadie, así que aproveche y me anime a hacer topless. La cara de Alfredo fue genial y me confeso que pensaba que no me iba a animar a hacerlo. Todavía se me notaba la marca de la bikini del verano, lo que me causaba un poco de vergüenza, pero nos pusimos como objetivo que tenía que volver a Bs As sin la marca. De esa forma Alfredo se garantizaba que yo tuviese que hacer topless todos los días.

De a poco la playa se fue llenando de gente. Parecía haber más que el día anterior. A mí me dio un poco de vergüenza ya que no había ninguna otra mujer haciendo topless, pero me puse los anteojos de sol y mucha actitud.

Ya más cerca del medio día las reposeras estaban todas llenas, y esto hizo que tuviese gente a no más de 2 metros. La mayoría eran parejas y la edad promedio era 40 años. Me sentí bastante observada y empezó a gustarme. En un momento quise ir a meterme al mar, y al volver pude notar como dos hombres me miraban y hablaban de mí. No pude entender que decían, pero se quedaron mirándome incluso al acostarme al lado de mi jefe.

Por la tarde empezamos a tomar unas cervezas que los mozos nos alcanzaban a las reposeras. Estaba en el paraíso.

Como en el día anterior, al llegar la tardecita decidimos volver a la habitación para bañarnos y prepararnos para la cena. Estábamos muy cansados. Esa noche cenaríamos en uno de los restaurantes más informales del hotel, así que me puse una musculosa y unas bermudas. Obviamente el corpiño no me lo puse y solo use una tanga.

En el restaurant había aire y eso hizo que mis pezones se pusieran duros como una piedra. Note como más de un hombre me miraba y de nuevo volvió a gustarme.

A un par de mesas pude distinguir a los dos hombres de la playa. Estaban con dos amigos más y entre los cuatro me miraban y hacían comentarios. Cada vez que me paraba para ir a buscar algo, notaba como los cuatros se daban vuelta a mirarme. Yo me sentía una gata y disfrutaba del “desfile”.

La cena paso y con mi jefe volvimos a la habitación. De nuevo al entrar nos entrelazamos en la cama. Esta vez pude disfrutar más. Se ve que mi jefe sabía que estaba en falta y se encargó de que esta vez no necesitara auto estimularme. Me brindo una hora de sexo oral aproximadamente, lo que me alcanzo para tener dos o tres orgasmos épicos.

A la mañana siguiente mi jefe se fue para Cancún. Me dijo que probablemente volvería para la cena, por lo que yo me prepare para pasar el día sola.

A media mañana decidí ir a la playa. El día estaba hermoso y había que aprovechar. Me puse protector solar y directamente decidí no llevar la parte de arriba de la bikini a la playa. De esa forma me garantizaba no “arrugar” y ponérmelo.

Elegí una reposera un poco más alejada, de manera de tener un poco más de intimidad, al menos hasta el medio día que era la hora en que se llenaban todas.

Tal como lo había pensado, al medio día estaba de nuevo toda la playa llena por lo que me encontré rodeada de gente. Le pedí a un mozo una gaseosa y mientras la tomaba pude notar a unas reposeras de distancia al grupo de chicos del día anterior. Al verme sentada, y sin ningún disimulo, uno le aviso a los otros y enseguida los 4 se dieron vuelta para mirarme. Yo lejos de inhibirme me quede sentada mirándolos, tenía los anteojos puestos, de manera desafiante.

En un momento decidí ir a meterme al mar, y pude ver como dos de los chicos se paraban para meterse ellos también. El agua estaba bastante cálida, por lo que el calor no se quitaba rápidamente, así que me quede un rato largo. Los chicos empezaron a tratar de acercarse pensando que yo no me daba cuenta, pero la verdad era que todo era muy obvio. En un momento logre tenerlos a no más de dos metros. Ellos hablaban en inglés, y me di cuenta de que hablaban de mi pero en clave. Después de unos minutos uno de ellos empezó a hablarme.

Todas boludeces, de donde era, que hacía, con quien estaba, etc. Ellos eran cuatro amigos que estaban de vacaciones. Habían ido unos días a Cancún y ahora iban a estar unos días en Playa del Carmen. En un momento me preguntaron dónde estaba mi marido, y ahí fue cuando aproveche. “el no es mi marido, es mi jefe. Está en Cancún en una reunión, vuelve a la noche”. Los ojos de los chicos se iluminaron, pero en realidad yo solo buscaba calentarlos, por lo que amablemente me despedí y volví a mi reposera. Sabía que si antes estaba calientes, ahora los había dejado aún más calientes. Se volvieron con sus amigos y enseguida me miraron los cuatro, por lo que imagine que les estaban contando sobre la conversación.

Al rato volvió a acercarse uno de los chicos. Se llamaba Alan y tenía 32 años. Se quedó parado adelante y traía una cerveza para mí. La acepte y lo invite a sentarse en los pies de la reposera. Me pregunto qué edad tenia y un par de cosas más sin importancia. Note que no me dejaba de mirar las tetas. Cada vez que podía no perdía oportunidad, así que para facilitarle las cosas le dije que no era necesario que disimulara. Ambos empezamos a reírnos. En eso me dice que en realidad me las miraba porque notaba que estaban bastante coloradas por el sol. Le explique que en mi país no se acostumbraba a haber topless, por lo que tenía la marca de la bikini y esa zona casi nunca había estado al sol. Por eso estaba bastante colorada, y agarrando el protector solar se lo alcance indicándole que me pusiera. Alan se quedó duro, no sabía qué hacer. Le facilite la tarea y me di vuelta mostrándole mi espalda. Enseguida empezó a ponerme protector dándome un suave masaje en los hombros y espalda. Aproveche para acostarme boca abajo, indicándole que me pusiera también en las piernas. Empezó por los gemelos, y suavemente comenzó a subir por mis muslos hasta llegar al comienzo de mi cola. Uso tangas cola less, por lo que tendría una hermosa y privilegiada visión de mi culo. Se quedó unos segundos en ese lugar, pero aparentemente tomo coraje y empezó a ponerme protector en la cola. Masajeaba mis cachetes con ganas. Más allá de la parte sexual, que la había, yo estaba disfrutando de semejante masaje.

No se cuánto tiempo estuvo masajeándome el culo, pero en un momento decidí darme vuelta.

Ahí estaba yo, acostada delante de Alan. Mis tetas a pocos centímetros de sus manos. Alan sin decir nada empezó a ponerme protector en la panza. En un momento empezó a ponerme cerca de las tetas, pero no avanzaba. Tímidamente me rozaba un poco, pero llegaba hasta ahí. En eso se ve que volvió a tomar coraje, y empezó a ponerme en los pechos. Al principio solo en la zona blanca, que era la que tapaba el bikini, luego comenzó a incluir los pezones. Enseguida se endurecieron, y pude sentir que cada vez que pasaba su mano parecía que me los iba a arrancar. Había bastante gente y no daba para seguir de esa manera, por lo que gentilmente le agradecí y di por terminada la sesión de masajes.

Alan se quedó sentado hablándome unos minutos más, pero al rato de despidió y volvió con los amigos. Antes me pregunto si quería cenar con ellos, pero le dije que ya llegaría mi jefe y posiblemente cenara con él.

Volví a quedarme sola y en un momento me quede dormida.

No se cuánto tiempo habrá pasado, pero me desperté cuando sentí una sombra delante mío. Al abrir los ojos vi que había tres hombres parados delante mío. Me tuve que sacar los anteojos ya que al tener el sol me encandilaba y no veía bien. Eran mi jefe, Gerardo el uruguayo, y un hombre más al que no conocía. Instintivamente trate de taparme, y Alfredo se rio disculpándose por no haberme avisado antes que vendrían. Alfredo me presento al tercer hombre. Se llamaba Anibal y era el español con que se había reunido mi jefe. Habían decidido venir a Cancún a Playa del Carmen para cenar conmigo. Gerardo y Anibal se disculparon y se dirigieron al bar. Me quede con Alfredo quien enseguida me pregunto si me molestaba que ellos hayan venido al hotel. Obviamente le dije que no, pero dentro mío sabía que algo raro había. Si habían venido desde Cancún tenía que ser para cogerme. No había forma de que vinieran solo para hacerme compañía. Esa no se la creía nadie, así que fui directa y sincera. “Alfredo, decime la verdad. No vinieron para hacerme compañía en la cena. A que vinieron?.”. Alfredo al principio dudo un poco pero se sinceró, “vienen a quedarse unos días con nosotros acá. Se iban a quedar en Cancún y les dije que vinieran acá así estábamos los 4 juntos. Sino yo tenía que volver a viajar una o dos veces más y vos te ibas a quedar sola acá. Consiguieron una habitación en el hotel, así que se van a hospedar acá”. Yo me sonreí porque enseguida imagine lo que se pasaría por la cabeza de mi jefe.

A Gerardo ya lo conocía. Es más, en mi último viaje me había acostado con él, y también me había enfiestado con mi jefe. Teníamos una historia así que no había nada nuevo.

A Anibal no lo había visto jamás. Si habíamos hablado un par de veces por teléfono, pero físicamente era la primera vez que lo veía. No era feo. Tendría unos 45 años, tal vez un poco más. Se mantenía bastante bien, aunque tenía una linda barriga.

Esa noche acordamos cenar un poco más tarde, ya que en el restaurant que mi jefe quería cenar solo había lugar en el último turno.

Esa noche me esmere un poco más para vestirme. Sabía que probablemente hubiese sexo, y si no lo había, al menos me iba a sentir deseada.

Me puse una musculosa negra y blanca a cuadros. Suelta y sin corpiño. Los cuadrados blancos eran bastante transparentes, por lo que si uno de ellos quedaba en la zona del pezón, este se veía nítidamente. Por suerte, y para el juego de seducción, sobre los pezones quedaban cuadros negros casi sobre el borde, por lo que al menor movimiento se me veía todo pero enseguida se volvía a acomodar. Debajo me puse una pollera negra ajustada que llegaba a la altura de las rodillas. Tanga negra y sandalias del mismo color completaban la indumentaria.

Los tres se vistieron bastante elegantes también. Todos con pantalón de vestir y camisa. Mi jefe llevaba un saco. Los otros dos no.

La cena fue bastante distendida. Gerardo en más de una oportunidad aprovecho para piropearme, y Anibal al entrar en confianza también. Me di cuenta que habían notado lo de mi musculosa, y pude ver como estaban atentos a mis movimientos.

Cenamos con vino y como siempre, a la tercer copa yo ya estaba entregada. En un momento, y al ver que Gerardo me miraba las tetas, sin muchas vueltas le dije, “si ya las viste esta tarde en la playa, relájate que no vas a ver nada nuevo”. Al principio mi jefe y Anibal parecieron no entender lo que había dicho, pero enseguida los tres se comenzaron a reír. Fue bastante gracioso y además el pie para romper el hielo.

Después del vino seguimos con el champagne. Las charlas ya era casi todas sexuales, y yo ya estaba tan desinhibida que no tenía problema en responder cada cosa que me preguntaban. Ellos parecían disfrutar. Al terminarse el champagne nos indicaron que ese restaurant cerraba, así que decidimos seguir la reunión en el bar del hotel. El bar era más bien un pub. Estaba completamente lleno. A lo lejos pude ver a Alan con sus amigos. Parecía que todo el hotel estaba ahí.

Conseguimos un lugar en la barra, en uno de los rincones. Como había una sola banqueta disponible, obviamente la que se sentó fui yo.

Cada uno pidió su trago y yo pedí una cerveza. Al haber música fuerte nos obligaba a acercarnos para conversar. Ellos aprovechaban cada oportunidad para acercarse un poco más. En un momento Gerardo se puso delante mío y con la excusa de decirme algo aprovecho para apoyarme completamente su bulto en mi rodilla. Lejos de incomodarme empecé a moverla levemente. Anibal estaba parado detrás mío. Cuando me hablaba aprovechada para apoyar su mano en mi espalda. El único que se mantenía un poco al margen era mi jefe.

Habremos estado así un rato largo, hasta que tuve la necesidad de ir al baño. Logre abrirme paso como pude. Al salir del bar y dirigirme al bar me cruce con uno de los amigos de Alan. Me guiño el ojo y siguió caminando. En el baño me arregle un poco y al salir me cruce con Alan. Era obvio que el amigo le había comentado que me había cruzado. Lo primero que me dijo fue que estaba hermosa. Le devolví el cumplido. Él también estaba muy bien. Tenía un cuerpo muy trabajado en el gimnasio y se notaba. En eso me agarra de una mano y me dice que lo acompañe a la habitación. Le digo que está loco, que no puedo, que estoy con mi jefe y sus amigos. Que enseguida iban a notar que no volvía y me iban a salir a buscar. Volvió a insistirme, y volví a a rechazar la invitación, pero lo agarre de la mano y acercándolo le di un beso. Lo bese durante unos segundos. Alan parecía querer hacerme una inspección con su lengua. La verdad es que fue un beso apasionado y me hubiese gustado seguir, pero apartándolo volví con mi jefe y sus amigos.

Alan se había sentado en la banqueta. Al verme se bajó y me dejo sentarme a mí. Al hacer el cambio note como me apoyaba casi sin disimulo. Lo agarro a mi jefe de la mano y lo acerco hacia mí para poder hablarle. Al oído le dije, “si me quieren coger entre los tres este es el momento”. Alfredo se alejó mirándome y me guiño el ojo. Esa fue la señal de lo que pasaría esa noche.

Al rato nos fuimos a nuestra habitación. Yo caminaba adelante abrazada a mi jefe. Mientras caminábamos por los jardines del hotel, mi jefe aprovechaba para meterme mano en el culo. Cada tanto me levantaba un poco la pollera dejando mis nalgas a la vista de Anibal y Gerardo que caminaban detrás nuestro.

Al llegar a la habitación enseguida me encontré rodeada por los tres. Comencé a besarme con Anibal. Luego alternaba. Me besaba con Anibal, luego con Gerardo, y luego con Alfredo. Así sucesivamente. La situación era totalmente excitante. Las manos de ellos recorrían mi cuerpo, y las mías no se quedaban atrás. Empecé a tocar sus bultos usando las dos manos. Primero uno, luego el otro. En algún momento dos a la vez. Alguien me agarro las tetas por atrás. Mis pezones estaban duros de la excitación. Yo me estire de manera de que mis tetas sobresalieran aún más. Delante mío tenía a mi jefe quien me estaba besando. Levanto mis brazos y quien estaba detrás comienza a sacarme la musculosa. Mis tetas estaban al aire, y mi jefe enseguida comenzó a besármelas. Puse sentir como alguien me levantaba la pollera y comenzaba a tocar mi vagina. Estaba empapada. Lo sentía. Comienzo a desabrocharle el pantalón a mi jefe. Enseguida su pene queda al descubierto. Trato de arrodillarme para empezar a chupárselo, pero alguien me agarra por las axilas impidiéndomelo. En eso me dan vuelta y veo que quien estaba detrás mío es Anibal. Empezamos a besarnos. Mi jefe se para y siento como su pene trata de acomodarse entre los cachetes de mi culo. Aparece Gerardo e intercambia el lugar con Anibal. Comenzamos a besarnos. Gerardo se saca la camisa y mis tetas empiezan a apoyarse y rozarse sobre su pecho. Alguien me baja la pollera ayudando a sacármela. Lo mismo con mi tanga. Lo único que aun llevo puestos son las sandalias.

Empiezo a desabrocharle el pantalón a Gerardo y se suma Anibal. Con una mano logro sacar ambos penes. Me arrodillo y empiezo a chupárselos alternadamente. Mientras se la chupo a uno, masturbo al otro. Estamos así un rato hasta que Alfredo se suma. Estoy arrodillada tratando de satisfacer a los tres en simultáneo. Mientras se las chupo me agarran de la cabeza tratando de que no pueda sacar sus vergas de mi boca. Me agarran y me llevan a la cama. ME acuestan boca arriba y Anibal se interna entre mis piernas. Su lengua me saca un orgasmo en pocos minutos. Con sus dedos juega tanto con mi vagina como con mi culo. LA excitación que tengo es tan grande que mi ano está completamente dilatado. Va a ser fácil penetrarlo.

Gerardo y Alfredo se acomodan a mi lado y trato de chupárselas. Estoy incomoda pero me las ingenio. Mientras acabo subo la intensidad de mis movimientos y Alfredo comienza a acabar. Su semen chorrea en mi mano y cuando termina de acabar se queda tirado en la cama.

En eso Gerardo se incorpora y me da vuelta. Me levanta un poco la cadera y comienza a penetrarme. Su pene es el más grande de los tres, y me encanta. Cada vea que me penetra siento como llega hasta lo más profundo de mi útero. Grito de placer. Anibal se acomoda debajo mío y poniendo su pene a la altura de mi cara me indica que empiece a chupárselo. No hace falta que me lo indique, yo sé lo que tengo que hacer. De un movimiento, y sin ayuda de las manos, comienzo a chuparlo. Me llama la atención el tamaño. Es bastante chico. Uno de los más chicos que vi en mi vida. Por mi cabeza surgen un montón de pensamientos. Trato de recordar cual fue el pene más chico que tuve en mi vida y creo que el de Anibal gana. Mientras pienso esto, Gerardo sigue penetrándome de manera salvaje. En algunos momentos siento un poco de dolor, pero el placer es más grande. Cuando sale siento como que me estuviesen destapando, y al entrar como si me clavaran algo. Noto que Gerardo comienza a ponerse tenso en señal de que va a acabar. Me corro para dejarlo que salga y se acomoda al lado de mi cara. En eso Anibal se mueve y ocupa el lugar de Gerardo. Siento que me penetra, pero realmente al lado de Gerardo es como que no me estuviese penetrando nada. Gerardo sigue masturbándose y como puedo trato de ayudarlo. No hace falta, enseguida comienza a acabar. Me salpica semen en la cara. Mi lado derecho está lleno de semen y me acerca su pene para que termine de chupárselo. Hago lo que tengo que hacer y me encargo de que no quede ni una gota. Anibal sigue penetrándome y siento como con sus dedos juega con mi ano. Siento que me tiran algo en la cola. Miro de costado y lo veo a mi jefe tirándome lubricante. Mientras tanto Anibal sigue jugando con sus dedos. En pocos segundos siento como trata de penetrarme. Me parece torpe porque no lo logra. Me acomodo mejor para facilitarle la tarea. Enseguida siento como empieza a entrar. No siento dolor ni molestia. Estoy bien dilatada, y su pene es small. Me doy cuenta de que esta toda adentro y empiezo a moverme. Anibal gime fuerte, lo que me indica que está disfrutando. Me encanta eso, el saber que el hombre disfruta conmigo. En mi boca tengo el sabor al semen de Gerardo mezclado con alcohol. Una pasta asquerosa pero no me quejo. Es el precio del placer.

Anibal no dura mucho, y cuando esta por acabar sale de dentro mío para depositar su semen en mi espalda. 

Me tiro boca arriba en la cama. Mi jefe está en el baño. Alfredo tirado en la cama a mi lado, y Anibal parado al pie de la cama.

Tengo mucho calor y una sed tremenda. Le pido a mi jefe que me traiga algo del frigobar. Necesito sacarme ese gusto de la boca.

La Pepsi me viene de maravillas. Me levanto y me voy al baño a limpiarme un poco. Siento como si tuviese pegamento en la cara, y me doy cuenta de que es el semen de Gerardo que se está secando.

Me lavo y me quedo un minuto en el baño.

Al salir los tres me miran. Me doy cuenta de que va a haber segundo round. Cruzo la habitación en busca de mi cartera. Los tres me miran ya que estoy completamente desnuda y no hago el menor esfuerzo en taparme. Agarro un cigarrillo, la lata de Pepsi y me voy al balcón a tomar un poco de aire. Me siento desnuda en uno de los sillones del balcón a disfrutar de la noche. Si hubiese alguien en la playa me vería completamente desnuda. Disfruto de la Pepsi y del cigarrillo hasta que aparece Anibal. Está envuelto en un tallón y sienta en el otro sillón. Detrás vienen Alfredo y Gerardo. Gerardo desnudo, y mi jefe también envuelto en un tallón.

Nos ponemos a charlar de cualquier cosa menos de sexo. La noche esta hermosa, pero un poco fresca para estar desnuda. Cuando termino el cigarrillo les indico que me voy adentro por el frio. Entramos los tres. Ni bien llego a la altura de la cama Anibal vuelve a agarrarme y comienza a besarme. Yo no me resisto y devuelvo el beso.

De a poco me lleva a la cama y me acuesta boca abajo. Siento como comienza a chuparme nuevamente tanto mi ano como mi vagina. En pocos segundos mi clímax vuelve a subir.

Me doy cuenta de que Anibal se mueve y alguien empieza a jugar con mi ano. No sé quién es hasta que veo que mi jefe esta delante mío. Es Gerardo quien está dilatándome el ano nuevamente. Quiere también penetrarme analmente él. Sé que me va a doler, pero también sé que quiero ese pene dentro mío. De a poco logra penetrarme. Al principio se queda quieto y la saca. Habrá repetido esto tres o cuatro veces hasta que siento que la tiene totalmente dentro mío. Es como si me estuvieran desgarrando, pero no quiero que salga. En un momento la saca y la vuelve a meter. Ahí es como si se hubiese acomodado y ya no siento dolor. Es puro placer. Se mueve lentamente y yo exploto. Con una mano comienzo a masturbarme. Acabo en ese momento y mis gritos se lo hacen saber a todos.

Mi jefe se acerca y comienzo a masturbarlo. Le pido que me la meta. Me hace caso y le indica a Gerardo que se mueva. Se acuesta en la cama y yo me subo arriba de él. Con una mano lo ayudo a que me penetre y ni bien lo logra, Gerardo hace lo mismo pero por mi culo.

Ambos comienzan a moverse, pero es difícil coordinar. No me importa, yo acabo dos veces por lo menos. Anibal, quien hasta ese momento miraba, se acerca y se para en la cama. Su pene queda a la altura de mi cara y empiezo a chupárselo. Al poco tiempo mi jefe me dice que está por acabar. De un movimiento logra sacarla y su semen termina en mi abdomen. Tratando de empujar a Gerardo para atrás con mi culo me acomodo de tal forma que empiezo a chupársela a mi jefe para dejársela limpia. Vuelvo a sentir el sabor del semen. Algo que me parece horrible, pero en estas situaciones no lo esquivo. Anibal mientras se masturba y cuando esta por acabar se acerca de manera que también termina en mi cara. Se la chupo a él también tratando de no dejar nada. Gerardo sigue dentro mío pero no dura mucho más.

La saca y comienza a acabar en mi espalda. No siento que salga mucho.

Vuelto a tumbarme y quedo boca arriba en la cama. Tengo nuevamente ese gusto horrible en la boca, y esta vez es de dos personas diferentes. De a poco van pasando al baño para limpiarse y comienzan a cambiarse. Yo hago lo mismo y al volver del baño agarro una nueva lata de Pepsi, un cigarrillo y esta vez una manta.

Me voy al balcón a tomar aire nuevamente. Me quedo envuelta en la manta saboreando esa gaseosa y ese cigarrillo. No fumo mucho, pero necesito de alguna manera borrar ese sabor de mi boca.

Unos minutos después aparece mi jefe quien se sienta en el otro sillón. Me comenta que el resto ya se fue.

Nos quedamos charlando un rato de lo bien que lo pasamos. Todavía nos quedan tres días más…..