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El evento del banco.

en Hetero: Infidelidad

Hacía ya varios meses que los números de la cia. no estaban cerrando, por lo que era muy común recurrir el financiamiento bancario para ir tapando baches financieros.

Debido al cargo que ocupo en la empresa, esa tarea recaía en mí. El ir y venir a los bancos había generado cierta confianza con los oficiales de cuenta. Por lo general una vez al mes me reunía con ellos, y si bien el trato era cordial con todos, con Mariela del ICBC la relación era casi de amistad.

Mariela tiene 28 años. Es sumamente extrovertida. Al principio me parecía hasta confianzuda, lo cual llego a incomodarme, pero con el tiempo entramos en confianza. Cada vez que nos reuníamos hablábamos 10´ de trabajo y el resto de temas personales.

Venía a la oficina a visitarme y cuando la veían se armaba un revuelo tremendo entre los hombres. Es que Mariela es muy bonita. Pero además de bonita, es llamativa. Ella sabe muy bien lo que causa en los hombres, y explota cada una de sus virtudes. Podría decirse que vive seduciendo. No importa si son hombres, mujeres, jóvenes, y adultos, ella seduce con cada movimiento. Nada esta librado al azar. Desde su vestimenta, hasta los accesorios. Además de esto, tiene el privilegio de tener lo que generalmente llamamos un lomazo. Mariela es alta, rubia, flaca. Tiene muy lindo cuerpo. Me conto que va al gimnasio mínimo 3 veces por semana, y que los fines de semana practica rollers y anda mucho en bicicleta.

Hablamos por teléfono varias veces a la semana, hasta nos whatsappeamos para contarnos cosas de mujeres, o lo que sea. Si bien no somos amigas, es laboralmente tal vez la persona con la que más confianza tengo.

Varias veces me invito a salir con ella o con sus amigas. El problema es la diferencia de edad. Más de 10 años de diferencia. Para los que no me conocen les cuento un poco de mí. Tengo 39 años, estoy casada y tengo un nene de 7 años. Soy morocha, 1,72 mts.  Considero que tengo buen lomo y me cuido mucho. Aun a mi edad me siento totalmente atractiva y me gusta que los hombres se fijen en mí, pero siempre de manera medida y sin caer en lo vulgar.

No voy a negar que en varias oportunidades, cuando Mariela me contaba sus andanzas nocturnas, no me dieron ganas de sumarme. Siempre salía con sus amigas, y tenía varios grupos. Los del trabajo, los de la facultad, los del colegio. Cada tanto me llamaba los viernes para contarme lo largo que había sido el after de la noche anterior. Si bien nunca me conto con lujos de detalle su intimidad, en mas de una oportunidad me dio a entender que había estado con algún chico.

Hace un mes atrás el banco para que él trabaja Mariela organizo un coctail para agasajar a varios de sus clientes. Las invitaciones nos llegaron a mi jefe y a mí. Como siempre mi jefe no confirmo, pero me pidió que fuese yo ya que era importante para la compañía tener presencia en esos eventos.

Así fue que le confirme a Mariela mi asistencia. Ni bien le mande el mail con la confirmación, me devolvió un llamado. Queria que le avisara a mi marido que ese día iba a llegar tarde. Para ella era la excusa perfecta para, después del coctail, ir juntas a tomar algo a otro lado. Según me dijo, el evento no iba a durar hasta más tarde de las 20hs, y como era por la zona céntrica, tranquilamente a las 20:30 podíamos estar en algún bar de la zona.

La verdad era que la idea me gustaba. Hacia muchísimo que no salía a un bar con amigas. Siempre que nos juntábamos era en la casa de alguien, o como mucho a cenar a algún restaurant. Todas tenemos hijos, y varias muy chicos y más de uno.

Los días fueron pasando, y no había uno en que Mariela no me mencionara algo sobre el famoso jueves.

Llego el dia y a eso de las 17hs cerré la máquina y me fui para el lugar del coctail. El evento era en un hotel céntrico. Para ese día me decidí por un vestido negro. Es ajustado y me resalta bien las curvas. En la parte de atrás tiene un tajo tremendo, y tengo que cuidarme cuando me agacho ya que en más de una oportunidad mis compañeras de oficina me tuvieron que hacer señas o gestos, porque se veía más de lo necesario. Adelante tiene un lindo escote en V. Me lo puse sin corpiño, ya que estoy operada y por suerte mi delantera desafía la gravedad. Además, al tener un escote importante, que no sea vea el corpiño es un poco más seductor aun y un detalle elegante.

Llegue al hotel cerca de las 18hs. Ya había algunas personas. Si bien el evento era importante, los invitados no eran muchos. Estaba pensando solo para pocos clientes.

Mariela apenas me vio se me acerco a conversar. Estaba realmente muy llamativa. Tenía un pantalón beige muy ajustado. Hasta yo le mire la cola y pude notar la marca de la tanga que tenía puesta. Arriba tenía un bléiser y pude ver que llevaba una camisa. Mariela también tiene muy linda delantera producto de una operación. La mía fue posterior al amamantamiento de mi hijo, lo de ella fue para seducir directamente.

Llevaba el pelo recogido con una cola caballo, y estaba muy maquillada. En el evento no habría más de 60 personas, de las cuales el 70% serian hombres. De estos, creo que todos se dieron vuelta en algún momento para mirarla.

Mariela en varias oportunidades, y conforme pasaban las copas de vino, empezó a alabarme. A decirme que estaba muy linda, que varios hombres me estaban mirando, que cuando tuviese mi edad quería estar como yo, etc. El alcohol comenzó a hacer efecto en mí también y de a poco comencé a soltarme. Hasta que me solté del todo y me salió de adentro el comentario, “vos con ese culo y esa tanga acaparas todas las miradas, a mí no creo que me miren ni la mitad de lo que te están mirando a vos”. Mariela me miro y se empezó a reír. Me dijo algo que no me puedo acordar, pero yo ya había dado un paso adelante y no había marcha atrás.

El evento fue tranquilo. Por lo general un lunch, algo para tomar, unas palabras y luego un brindis. A veces algún sorteo, algún presente y listo.

En este caso hubo unos sorteos. Nunca gano nada, pero en esta oportunidad tuve que pasar al escenario a recibir mi premio. Dos pasajes con estadía paga en Bariloche.

Cuando subí a buscar el premio sentí que todos los ojos presentes se posaban en mí. Los 20 mts desde donde estaba al escenario fueron interminables. Sentí como los ojos de los presentes escaneaban cada parte de mi cuerpo. Y paso algo que nunca hubiese imaginado. La vergüenza se transformó en excitación. Me gusto que me miraran.

Luego de recibir el premio me fui al baño. Necesitaba un poco de aire. Ahí comprobé que realmente estaba excitada. Mi tanga estaba mojada como hacía mucho tiempo no lo estaba. No lo podía creer. No me habían tocado, no me habían estimulado, solo me habían observado y eso había bastado para excitarme.

Cuando salgo del cubículo del inodoro me encuentro con Mariela en la zona de los lavatorios. Se estaba retocando el maquillaje. Note que me miraba de una manera diferente. Como que con sus ojos me estaba desnudando. Se me acerco y me empezó a tocar el pelo con ademan de querer arreglármelo. Se ofreció a retocar mi maquillaje a lo que yo no me negué. Había algo en mí que me estaba bloqueando. Me sentía atraída por Mariela. Me sentía atraída por una mujer.

Mientras me maquillaba cerré mis ojos como esperando recibir algo. Un beso tal vez. Pero no pasó nada. Ni bien termino de maquillarme me hizo saber que ya estaba.

Pero el solo hecho de haber sentido como me acomodaba el pelo y su respiración cerca me habían excitado aún más. Estaba asustada. Nunca me había sentido así por una mujer.

Salí del baño detrás de ella, y no pude dejar de mirarle el culo. Dos pasos más adelante Mariela se dio vuelta, y con la naturalidad que la caracteriza me dijo, “ quien me mira más el culo, los hombres o vos?”. Me dejo bloqueada. No supe que contestar. Me sentí una estúpida.

El evento estaba terminando, y nuestra salida se acercaba. Me sentía nerviosa. No sabía que podía pasar.

Mariela se me acerco y me dijo que la esperara unos minutos a que terminara de hacer unas cosas así nos podíamos ir.

De a poco la gente comenzó a irse. Algunos intercambios de tarjetas, saludos formales, miradas piratezcas, etc. Había de todo.

De pronto veo que Mariela se acerca con dos personas a las que yo no conocía. Las había visto en el evento, pero no habíamos cruzado palabra. Me los presento. Santiago, 24 años. Trabajaba en el banco pero en otra sucursal. Y Juan. De 25 años. También del banco, de la misma sucursal de Mariela, pero yo jamás lo había visto.

Me pregunto si me molestaba que se nos sumaran. La verdad es que no estaba segura de querer ir a tomar algo con dos pendejos de 25 años. Me sentía incomoda con la situación y no me gusto que me lo preguntara delante de ellos. No atine a decir nada y con un ademan los chicos se alejaron.

Mientras caminábamos para el estacionamiento y antes de que le dijese nada, Mariela se atajó. Me conto que ella siempre salía con Santiago y Juan, que no me preocupara y que si me sentía incomoda le avisara que se los sacaba de encima. Pero que me quedara tranquila que eran re divertidos.

La quería matar. Pero no sé si fue la excitación o el alcohol lo que no me dejo decirle nada.

Mariela estaba sin auto, por lo que fuimos caminando hasta el mío.

Ni bien subimos al auto, y cuando aún no había puesto la llave, Mariela me agarro y sin decirme nada me dio un beso en la boca. Mi boca automáticamente, o instintivamente se abrió y devolví el beso sin reparar en que se trataba de una mujer. Me deje llevar y la bese apasionadamente. Ella tenía el control y cuando quiso el beso termino. Inmediatamente sentí mucha vergüenza, pero Mariela controlaba todo y no me dio tiempo a pensar mucho. Me pregunto si me había molestado. La verdad es que no, no me había molestado. Me sentía rara. Queria que me besara de nuevo. Y así se lo hice saber. En pocos segundos estábamos besándonos de nuevo. Esta vez algunas manos comenzaron a recorrer nuestros cuerpos. La alarma de un auto cercano nos hizo parar y sin decir nada puse el auto en marcha.

Mariela me fue guiando hasta el bar.

Dejamos el auto en un estacionamiento. Cuando llegamos había bastante gente en la puerta, pero Mariela conocía a alguien que nos hizo pasar.

El lugar estaba repleto. No teníamos mesa y nos tuvimos que acomodar en un rincón de la barra. Sabía que los jueves era el día en que mucha gente salía para cortar la semana, pero sinceramente no sabía que fuese así. Había gente de todas las edades y sexos, aunque la mayoría tendría en promedio 30 años. La música estaba bastante fuerte, por lo que hablar era una tarea bastante difícil.

Enseguida llegaron Juan y Santiago. Habían venido en taxi, a lo que para romper el hielo comente que tranquilamente los podría haber traído si sabía que estaban sin auto.

El lugar en donde estábamos era paso obligado para ir a los baños, por lo que recibíamos empujones constantemente.

Santiago estaba al lado mío, y con la excusa de la gente, y de la música, cada vez se me acercaba más. La situación era media incomoda, sobre todo por mi temor a que me viera alguien, pero en el fondo me gustaba el juego de seducción. Los tragos iban y venían, y de a poco me fui relajando. Santiago cada tanto aprovechaba y se me acercaba más, incluso llegue a sentir como disimuladamente llego a apoyarme, o como con algún brazo o movimiento se las ingeniaba para rozar mi cuerpo. En una oportunidad, y luego de que recibiera un empujón de alguien que pasaba para el baño, la mitad de su trago termino dentro de mi escote. El líquido frio me provoco un escalofrío. Mis pezones se endurecieron lo que me dejo expuesta a las miradas de Santiago, Juan y Mariela. Mariela fue la primera en hacer un comentario al respecto, y en broma desafió a Santiago a limpiar la macana que se había mandado. “Santi, mira como dejaste a Dani, lo mínimo que tenes que hacer es limpiarla”, mientras le alcanzaba una servilleta de papel. Santiago la agarro tímidamente, y no atino a moverse. Entonces fue cuando Mariela agarro otra servilleta y sin mediar palabra comenzó a secarme las tetas delante de todos. Los chicos miraban sorprendidos, y yo ni me moví. Al principio fue solo en el escote, pero de a poco algunos movimientos hicieron que su mano entrara dentro de mi vestido, tocando mis tetas sin pudor. Mariela, que no perdía oportunidad para calentar el ambiente, lo increpo a Santiago diciéndole que por lento se había perdido la oportunidad de tocar unas tetas hermosas.

Yo quede petrificada. Algo dentro mío quería que Mariela siguiese tocándome. Otra parte mía quería que fuese Santiago, un pendejo de 24 años, quien se aprovechara de la situación, y otra parte me decía que era el momento de despedirme e irme a casa.

Las charlas fueron subiendo de tono lentamente hasta terminar hablando de sexo. Mariela y los chicos lo hablaban abiertamente. Ese fue el momento en que me entere de que el banco era un gran destructor de familias, noviazgos, pero también un gran constructor de amoríos temporales. Mariela había estado, al menos, con 5 o 6 personas en los últimos meses. Los chicos no se quedaban atrás. En un momento me blanquearon de que en más de un after, habían terminado en el departamento de alguno y si bien no siempre había sexo, en varias oportunidades lo hubo.

Ya era tarde, el alcohol había hecho bastante efecto, y yo me tenía que ir. Los chicos y el lugar seguían a pleno, como si la hora no hubiese pasado. Hago un ademan para despedirme, pero Mariela me pide que la acompañe al baño y enseguida me agarra de la mano para guiarme sin darme tiempo a decir nada. Una vez en el baño, y sin dar vueltas, me dice que la idea era ir a la casa de Juan a seguir tomando algo y “divertirnos” un rato. Que si quería ir estaba más que invitada. Si bien nunca fue explicita en lo que iba a pasar en la casa de Juan, no era necesario que me lo explicara. La idea era ir a tener sexo. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Sabía que no debía, pero quería ir. Mariela no me insistió mucho, pero con su mirada me trataba de convencer. Me chicaneo diciéndome que no salía nunca, que aprovechara a divertirme, y que si bien ya era medio tarde, antes de las 2 AM seguramente ya estaría en casa.

Salimos del baño y los chicos ya habían pagado, a lo que insistí con pagar mi parte. No hubo forma, hasta que Santiago me dijo que los alcanzara a lo de Juan, y que con eso ya pagaba parte de mi deuda. Sin más vueltas, y queriendo entrar en el juego le dije que no me gustaba tener deudas, y que me dijera cómo hacer para pagar el total de lo que debía. En eso intervino Juan y dijo que si aceptaba una cerveza en su casa, ya estaría la totalidad de la deuda saldada.

Ya en el auto ellos me guiaron hasta el departamento de Juan. Santi se sentó adelante, mientras que Juan y Mariela lo hicieron en el asiento de atrás. Por el espejo pude ver que se estaban tocando de manera sutil. La situación me éxito aún más.

Llegamos a la casa de Juan. Un departamento moderno, de no más de 3 años de antigüedad. Lo bueno era que quedaba de camino a mi casa, por lo que ya tenía la mitad del camino hecho.

Subimos y Santi enseguida puso música. Mariela acompaño a Juan a la cocina y yo me quede en el living mirando por la ventana. En eso volvieron Juan y Mariela con unas cervezas y se pusieron a bailar entre ellos. Mariela se me acerco y comenzó a bailarme alrededor. Juan también y en un momento quede en medio de los dos. Ambos aprovechaban la situación para rozarme. Cada tanto podía sentir como me apoyaban, y rozaban mis tetas. Yo me dejaba y bailaba también.

En eso apareció Santi e hizo un comentario al respecto. Y sin buscar aprobación cambio la música para poner algo más lento y sensual. Apago un par de luces, por lo que el ambiente quedo con una luz tenue que venia del pasillo que llevaba al baño, y de un velador sobre una mesa al costado del sillón. Se acercó a nosotros y comenzó a bailar.

Cuando menos quise darme cuanta, los cuatros estábamos rozándonos, tocándonos, apoyándonos. Una mano se posó sobre mi cintura, y de a poco se acercó hasta que pude sentir como un miembro se apoyaba sobre mi cola. Continué bailando, y saque un poco más las caderas para que mi cola sintiera aún más ese miembro que de a poco comenzaba a endurecerse.

Las manos recorrieron mis piernas, subiendo un poco la parte de mi vestido. De pronto sentí a alguien delante, y sin dejarme ver quien era comenzó a besarme. Enseguida me di cuenta de que era una mujer por la suavidad de sus labios.

Mariela me besaba con pasión, y yo le devolví el beso con intensidad. Mientras uno de los chicos recorría mi cuerpo con sus manos, yo me deje llevar por el beso de Mariela.

Realmente besaba muy bien. Podía sentir su aliento y su perfume. Sin dudas siempre olía bien, y a esa hora de la noche continuaba haciéndolo. Las manos comenzaron a acariciar mis pechos. Sentí como una mano se deslizaba por dentro del escote y de a poco a pellizcarme un pezón. El solo sentir esos dedos pellizcándome me arranco un gemido. Le comí aún más la boca a Mariela.

En un momento logre abrir los ojos, y distinguí que uno de los chicos estaba detrás de ella, casi en una situación de espejo a la mía. No pude distinguir claramente quien de los dos era, pero imagine que se trataría de Juan. A mí no me importaba quien estaba manoseándome, me estaban dando placer, y en ese momento solo pensaba en Mariela.

Sentí como las manos de Mariela comenzaron a acariciarme también. Yo, no sé si por timidez o nervios, en lugar de buscar su cuerpo, atine a tocar a quien estaba detrás de mí. Mis manos apretaron una cola dura, y junto con ese movimiento sentí como el bulto se enterraba aún más en mi culo. Deslice mi mano hacia adelante, hasta que logre llegar al bulto que me apoyaba fuertemente. Como pude me las ingenie para empezar a masajearlo. Se sentía grande, y se notaba bien duro.

En un momento me comenzaron a bajar el cierre del vestido. Yo intentaba no abrir los ojos ya que me era más fácil para dejarme llevar. Con un movimiento ayude a que mi vestido cayera, dejándome en tanga delante de todos. No paso mucho tiempo hasta que Mariela se reclino, y comenzó a chuparme las tetas.

Explote de placer. Mis pezones duros pedían ser mordidos. Una mano me los pellizcaba, casi al límite del dolor, mientras la otra teta era devorada por la boca de Mariela. Mariela me mordía los pezones suavemente y de manera casi experta. Pocas veces había sentido tanto placer mientras me chupaban las tetas. Una mano se enterró en mi tanga, y de manera hábil me la corrió, dejando mis vagina al descubierto.

Sentía como mi humedad caía por una pierna, y fruto de esa humedad es que unos dedos, no sé cuántos, entraron fácilmente. Sentí un placer enorme mientras me masturbaban. Con una de mis manos intente tocar a Mariela, pero por la posición en la que estábamos me fue imposible. Volví entonces a masajear el pene que tenía detrás mio. Tenía ganas de tragarlo, de poder metérmelo en la boca. Pero no logre desabrochar el pantalón. No se cuánto tiempo habremos estado en esa posición, pero fue suficiente para que me robaran un orgasmo. No me dio vergüenza que mis gemidos fuesen fuertes. Una mano trato de taparme la boca, pero luego de una mordida desistió.

De pronto sentí como me guiaban hasta el sillón. Aproveche y me saque los zapatos. Una vez en el sillón pude ver a Mariela totalmente desnuda parada delante mío. Tenía un lomazo. Yo tengo las tetas operadas, pero las de ella parecían dibujadas. Tenía un tatuaje muy grande en un brazo, no logre distinguir el dibujo, pero lucia muy sexy. Detrás de ella Juan se sacaba la ropa. El pendejo también tenía buen lomo. Era flaco, pero estaba todo marcado. Por ende quien estaba detrás mío era Santiago, a quien de reojo logre ver como se sacaba la ropa también. Me encontraba casi acostada en el sillón, mirando como Mariela y Juan franeleaban entre ellos. Me incorpore un poco, quedando apoyada sobre mis codos. En eso siento como Santi se me acerca, dejando su pene a centímetros de mi cara. Entendí la indirecta, y sin dudarlo comencé a chupársela.

Dado que estaba apoyada sobre mis codos, no tenía posibilidad de usar mis manos. Comencé a chupársela lentamente. Pude sentir el sabor de su líquido seminal. Estaba incomoda pero hice un esfuerzo para darle el máximo placer. La pija estaba dura, y era grande. Tuve que esforzarme para no morderla cuando cerraba un poco la boca. Luego de unos minutos me incorpore y ya sentada pude darle una chupada de las que siempre me alabaron. Con mis manos apretaba su cola y lo empujaba hacia mi boca. Trataba de metérmela entera dentro de mi boca, pero apenas llegaba a mi garganta tenía que sacarla antes de que me diera una arcada. Cada tanto la alejaba y con mi mano derecha lo masturbaba. El pendejo no paraba de gemir y en más de una ocasión me dio la sensación de que estaba por acabar. El tocaba mis tetas, y pellizcaba mis pezones. Me dolían de tanto franeleo y excitación, pero me gustaba. Me decía cosas que mucho no recuerdo, salvo que siempre había querido estar con una mina más grande, y hasta me pregunto si le calentaba más que él sea un pendejo.

En un momento siento que Santi va a acabar, y corriendo mí cara y con la ayuda de mi mano derecha continúe masturbándolo. Su semen comenzó a salir para todos lados, cayendo gran parte sobre mi mano, brazo, pecho y hasta en el sillón. Seguí masturbándolo un rato, y cuando note que su erección comenzaba a bajar le di una última chupada. Se la limpie como la más puta, mirándolo a los ojos. Ahí estaba el pendejo mirando como le estaba limpiando la pija la veterana.

Cuando termine,  se sentó al lado mío en el sillón.                                      

Ni bien se acomodó, me quedo la panorámica del living y es ahí cuando note que Mariela y Juan no estaban. Supuse que estarían en la habitación, y luego de unos segundos me pare y camine en dirección de dónde venían los gemidos.

Me quede parada en la puerta observando el panorama. Juan estaba acostado boca arriba, y Mariela literalmente montándolo. Saltaba arriba de Juan de una manera que parecía que lo iba a matar. Me acerque y me senté en los pies de la cama, como tratando de que no se dieran cuenta de que estaba ahí. Habrán pasado no más de 5´ hasta que Mariela se levantó, se acostó sobre la cama, y Juan con un movimiento rápido se acomodó sobre ella. La pija de Juan era bastante más chica que la de Santi, pero aun así se veía grande. Mariela se la comió con desesperación. Cuando Juan comenzó a acabar, Mariela lo agarro aún más fuerte como no dejándolo salir. Por los ojos de Juan me di cuenta de que todo su semen estaba siendo succionado por Mariela. Cuando termino, estaba más limpia que lo que yo había dejado la de Santi, lo cual me dio un poco de bronca!!.

Mariela se levantó de la cama y camino hacia donde estaba yo. Se sentó al lado mío y sin dudarlo comenzó a besarme. Pude sentir el sabor semen de Juan en su beso, pero no me importo. La excitación era mayor a cualquier sensación de asco que pudiera tener. Me deje llevar, y mis manos comenzaron a acariciarle las tetas. Ella hizo lo mismo conmigo y enseguida nos encontramos acostadas en la cama acariciándonos. Mariela comenzó a jugar con mi concha, que aún tenía la tanga puesta. Sus dedos entraron fácilmente. Note como uno de ellos se introducía lentamente en mi ano. Me encanto. No opuse resistencia. Conté dos, luego tres dedos en mi vagina y uno, que supuse era el gordo, en mi ano. No sé cuánto tiempo paso, pero fue lo suficiente para hacerme acabar. El orgasmo fue intenso, y duro más de lo normal. Mariela se acomodó, y empezó a chupármela. En este momento mi vagina era un océano de fluidos. Con mis piernas yo apretaba la cabeza de Mariela como no dejándola escapar. Sentí como unas manos empezaron a acariciar mis pechos, y me di cuenta de que eran las de Juan. Mire a mi alrededor y vi a Santiago acomodándose detrás de Mariela, como tratando de penetrarla. Lo logro porque note como al empujarla, Mariela enterró aún más su cara en mi vagina. Santi la penetraba fuerte, y con cada embestida ayudaba a Mariela a enterrar su lengua en mi vagina y a emitir un grito que no supe si era de placer o de dolor. Tampoco supe si la estaba penetrando vaginalmente o analmente. Lo único que supe es que Mariela levantaba la cola como pidiendo que eso entrara más adentro y cada tanto sus ojos parecían perdidos. Juan seguía masajeándome los pechos, y con mi mano derecha busque su pija para empezar a masturbarlo. Estaba dura.

Habremos estado en esa posición varios minutos, hasta que Mariela comenzó a retorcerse y me di cuenta de que estaba acabando. Volvió a introducirme sus dedos y mientras gritaba de placer, y me masturbaba con la mano, me regalo un nuevo orgasmo. De un tirón acerque a Juan a mi cara, y con un leve esfuerzo empecé a chupársela. Creo que apenas la metí en mi boca sentí como comenzó a acabar. No hice nada por sacarlo de mi boca, como queriendo competir con Mariela. Trague cada gota de semen que salió de su pija, y la deje limpia como Mariela unos minutos antes.

Nos quedamos los 4 en la habitación sin decir una palabra, hasta que Santiago rompió el silencio. Alta Milf dijo. Fue la primera vez que escuchaba esa palabra. Y cuando me explicaron el significado me sentí totalmente alagada. Mire la hora y ya eran las 01:30hs. Me levante de la cama, regalándoles mi desnudez a los tres mientras caminaba al baño.

Me acomode el pelo, y me lave.

Tenía la boca pastosa y con gusto a semen. Pero me sentía la más puta y me gustaba. Había experimentado cosas nuevas, y lo había disfrutado. Si algún día me animaba le podría contar a alguna amiga que había estado con un pendejo…….con dos, y hasta con una mina. Probablemente varias me envidiaran, aunque no me lo dijeran.

Ya en el living comencé a vestirme. Mariela vino y lo primero que me pregunto era si lo había pasado bien.

Le regale una sonrisa y un beso. Nos besamos un lindo rato.

En el ascensor me empezó a agarrar un dolor de estómago, más por nervios que por otra cosa.

El encargado de seguridad me abrió la puerta y me regalo una sonrisa con guiño de ojo incluido. Es que me sentía una gata. Nos había visto subir a los 4. Los pendejos con la veterana. Una Milf. Me gustaba el nuevo apodo.. A partir de ese momento comencé a disfrutar muchísimo cada vez que me observaban. Me gustaba el juego de la seducción y lo iba a empezar a disfrutar mucho más.