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El sexo convertido en poesía...o al revés

en Poesía Erótica

“Debe ser la leche, tener un orgasmo leyendo poesía”, le confesó ella en cierta ocasión.

 

Él, no tan dado a la poesía, pero sí a satisfacer las fantasías de ella, sin decirle nada se puso manos a la obra y se descargó los poemas de Mario Benedetti preferidos de ella, narrados por el propio autor. Luego hizo con ellos una recopilación con sus frases, versos y estrofas que más le gustaban y, tras grabarlo en un cd, solo faltaba esperar la oportunidad para regalarle un momento mágico.

 

Esa noche de verano, tras una cena tranquila, él la observaba pasear por la casa, únicamente vestida con una camiseta negra que le tapaba justo las nalgas y el tanguita que él imaginaba. 

 

 

-          “Es preciosa”, pensó, mientras sus ojos seguían su flotar por la casa, y decidió que era la noche perfecta para dar vía libre al Sr. Benedetti. 

 

 

Él iba vestido al revés que ella, unos shorts blancos de tenis y nada por arriba y, tras ver que ella se sentó en el sofá, presta para ver algo en la tele, él cogió el mando a distancia del reproductor y se sentó detrás de ella, rodeándola con sus brazos y besando suavemente su nuca. Pulsó el play y la melodiosa voz de Benedetti invadió el espacio.

 

-          Porque te tengo y no porque te pienso, porque la noche está de ojos abiertos…..” 

 

 

Ella, sorprendida, emitió un leve ronroneo de deleite, mezcla de los besos en su cuello y nuca y el  hechizo de la poesía. Giró un poco su cabeza para besar su boca de forma tierna.

 

-          “Gracias”, le susurró, aumentando la intensidad del beso al meter él sus manos bajo la camiseta para acariciar sus tetas.  Le subió la camiseta y ella, solícita, levantó los brazos para ayudarle en quitársela.

 

-          porque eres mía, porque no eres mía….porque te miro y muero….y peor que muero 

si no te miro amor, si no te miro”, resonaba en el salón cuando ella se levantó para darse le vuelta y sentarse de frente sobre él.

 

Así, con sus pechos fusionados, sus sexos rozándose, siguieron devorándose a besos con las manos de él recorriendo la espalda de ella, máxima expresión del erotismo, y amasaba su culito que se paraba sin mover buscando el contacto con su ya dura polla.

 

Él la tumbó de costado sobre el amplio sofá, tumbándose a su lado, bajando su boca por su cuello hasta alcanzar sus pezones, duros, erectos, expectantes, ansiosos por recibir su lengua. Él hacía girar su lengua alrededor de ellos, mordiéndolos de vez en cuando, suave, lo que provocaba en ellas gemidos que le excitaban aún más. Siguió bajando hasta llegar a su tanga, separándole las piernas para, con la boca bien abierta, expirar su caliente aliento a través de la tela, haciendo que llegara al coñito depilado y mojado de ella. Frotaba su boca por encima del tanga, mordía, se enardecía con el olor a erotismo que desprendía.

 

Finalmente, después de colocarse en 69 de costado, bajó el tanga por sus piernas hasta hacerlo desaparecer. Ella lo imitó, bajándole los shorts y el slip, haciendo emerger su polla. Se tumbó encima de él, abriéndose toda, a la vez que lamía de forma desesperada su glande.

 

-          “aunque mi amor te espere, quemándose en tu azar y tu sueño sea eso y mucho más. 

Esta noche, otra noche, aquí estarás…y cuando gima el tiempo giratorio, en esta paz, ahora dirás, quiero esta paz…”

 

Sentía, obnubilada,  cómo la lengua le recorría de forma incesante, desde su ano hasta el clítoris, al tiempo que ella aceleraba el ritmo metiéndose toda la polla que podía, follándolo con su boca, notando cómo le faltaba la respiración. El, mientras tanto, después de dejarle el ano bien mojado, metió su lengua hasta lo más profundo de su coño a la vez que le clavaba un dedo en su culo. Ella seguía el ritmo de él, ahora lamiéndole los huevos mientras lo pajeaba con una furia descomunal.

 

Necesitaba más; se paró, le comió la boca uniendo todos sus sabores y, dándole la espalda, se sentó sobre él hasta hacer desaparecer su polla completamente en su coño hambriento. Llevó una mano de él hasta su clítoris para que lo frotara mientras ella devoraba una y otra vez la polla con su coño. 

 

-          “mi táctica es  quedarme en tu recuerdo  no sé cómo ni sé  con qué pretexto  pero quedarme en vos …”

 

 

-          Ohhhhhhh! Fóllame más fuerte…..dame, dame más! Gritaba mientras la voz de Benedetti retumbaba en su cabeza.

 

Él la embestía cada vez con más fuerza, a la vez que con una mano frotaba su clítoris de forma impetuosa, casi fiera y con la otra pellizcaba sus pezones.

 

-          mi estrategia es que un día cualquiera,  no sé cómo ni sé con qué pretexto, por fin me necesites”.

 

-          “Ahhhhhhhhhh, síiii, síiiiii, sigue, sigue….no pares!!!”,  le suplicaba entre jadeo y jadeo.

 

Él, presa de la locura, se movía ya de forma descoordinada cuando el orgasmo le hizo explotar, entre fuerte gemidos, en  lo más profundo de ella. Las oleadas de semen inundaban su coño al estallar contra sus diques. Todas estas sensaciones provocaron la reacción en cadena esperada, haciendo que ella a su vez, entre convulsiones y sacudidas se corriera como no recordaba haber hecho jamás. Sus contracciones sacaron hasta la última gota de él, quedando ambos abrazados, sintiendo y disfrutando las réplicas del maremoto de espuma que les había anegado.

 

-          “¿Qué es en definitiva el mar? ¿Por qué seduce? ¿Por qué tienta? Suele invadirnos como un dogma y nos obliga a ser orilla”, sentenciaba el Maestro.

* Texto en cursiva corresponde a diversos versos de Mario Benedetti.

* Gracias a Fantaisie, mi musa.