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Follando en un probador

en Trios

Estaba desconcertada cuando él indicó al taxista que les llevara a El Corte Inglés de Callao.

Durante el camino no se hablaron, pero él posó su mano sobre el muslo de ella, subiendo un poco el vestido. Él recordaba perfectamente que anteriormente le había arrancado el tanguita dejándolo inservible, por lo que sabía que su depilado coño podría estar al alcance de la vista del taxista si subía un poco más el vestido. Metió una mano debajo del muslo de ella y le subió la pierna hasta dejarla apoyada sobre el muslo de él. Este movimiento no solo hizo que su vestido subiera aún más, sino que quedara totalmente abierta, expuesta, a las calenturientas miradas que provenían del espejo retrovisor.

- "Tócate, zorrita", le ordenó susurrando, "pero ni se te ocurra correrte...te quiero caliente, al borde del desmayo".

Ella, excitada por la situación, no necesitó mojarse los dedos en su boca antes de comenzar a acariciarse. Su coño ya había comenzado a segregar fluido suficiente como para que sus dedos se deslizaran sin problema.

Con la otra mano intentó acariciar el bulto que se había formado bajo el pantalón de él, pero le apartó la mano.

- "Dedícate a ti, quiero ver cómo de puta puedes llegar a ser".

Ella hundió rápidamente dos dedos en su empapado coño, frotándose sin parar, causando casi un accidente al estar el taxista más pendiente al espejo que a la carretera.

Empezaba a moverse más rápido, mirando directamente al taxista a los ojos a la vez que se sacaba los dedos del coño y se los chupaba con la cara más zorra que podía poner.

Así, en un estado de desesperación por correrse, llegaron al C. Inglés y él ordenó parar.

Al bajarse le dijo al taxista, mientras le guiñaba un ojo, “¿Me imagino que con el espectáculo que te ha brindado esta puta te sentirás más que pagado, no?” Y tras cerrar la puerta, se encaminaron a la entrada.

Él se dirigió directamente al departamento de lencería.

- "¿Te quieres sentir como una puta? Perfecto, te vestiremos como tal".

Tras pasear con atenta mirada por los distintos pasillos, y sin pedirle opinión a ella, escogió un top rojo y unas medias del mismo color -mitad medias, mitad panties-, que estaban abiertas por la parte delantera y que, por detrás, dejaban su culo al descubierto. Asimismo había cogido de algún stand una especie de collar, de piel negro, con tachuelas. "Parece un collar de perros", pensó ella.

- "Justo lo que buscaba", dijo él, "con esto no desentonarás en ninguna esquina...pero quiero ver cómo te queda".

Se dirigieron a la zona de probadores y él se fue directamente al reservado para minusválidos. 

- "Por una vez no pasara nada. Estaremos más cómodos y, de todas formas, no he visto a muchos por esta zona de la tienda", le dijo mientras se sentaba en el banquito que había dentro y le daba las dos prendas que había elegido.

Ella, sin saber bien qué tenía él en mente una vez que se lo hubiera probado, se desvistió y se puso el top. Era de los que suben el pecho, dejando casi medio pezón al aire. No cabía duda de que podría pasar por puta vestida de esta forma. Él, mientras tanto, disfrutaba del espectáculo observándola desde todos los ángulos gracias a los espejos que recubrían tres paredes. Le encantaba ese culo y, aunque no lo demostraba, estaba deseando follarlo hasta correrse en lo más profundo de él. Ella se dispuso a probarse las medias, girándose y adoptando distintas posturas para verse mejor.

Él se levantó con cara de crítico de moda, evaluando el resultado.

- "Uhmmm, no sé", dijo. "Esa arruga que hace las medias a la altura de la ingle no acaba de gustarme. Espera un momento, ya vuelvo" dijo sin esperar respuesta y saliendo del probador. 

Ella imaginaba que habría ido a buscar si había otra talla o, tal vez, otro modelo.

Mientras tanto, seguía observándose en los distintos espejos, pasando sus manos por los muslos, ingle, pubis y culo. Sintió la necesidad de acariciar su coñito, recordando que aún debería estar mojado de su sesión en el taxi. En esas estaba cuando él irrumpió de nuevo en el probador.

- "Perdona", dijo, "he ido a buscar ayuda profesional. Nada como la opinión de un experto", sentenció, abriendo más la puerta y dejando entrar a un empleado de la tienda que, por un momento, se quedó petrificado.

Él, como si fuera lo más normal del mundo, se colocó detrás de ella, pegándose a su culo, mientras decía: "¿Ves? A esto me refería", subiendo sus dos manos por los muslos hasta sus ingles. Ella, para no mirar al chico a los ojos, se concentraba en las mínimas arrugas que parecían no convencerle a él. 

- "¿Qué te parece?", le preguntó al chico. Éste, sin saber muy bien qué decir, solo acertaba a balbucear dos o tres palabras incomprensibles. 

- "Por detrás queda perfecto, ¿ves?" volvió a preguntarle mientras la giraba y le mostraba al chico todo el esplendor de su maravilloso culo al descubierto. Mientras esperaba la respuesta del chico apretaba y sobaba con fuerza las nalgas de ella.

- "No me pareces muy profesional", le espetó al chico. "Qué te pasa, no eres capaz de mirar a una mujer como a un cliente, sin más? ¿A qué viene ese bulto entre tus piernas?" Volvió a girarla y, metiendo su mano entre las piernas de ella, volvió a preguntarle al chico: "¿Qué?, ¿Te has calentado con mi putita, eh? 

- "Uffff, sí...está muy bien", alcanzó a decir el chico sin quitarle los ojos a su coño que estaba siendo acariciado ya de forma descarada.

- "Pues es tu día de suerte, chico", le dijo con una sonrisa. "No solo te la va a chupar como quizá nadie lo haya hecho jamás, sino que te voy a dejar que te folles este coño empapado". "Siéntate", le ordenó.

Aún detrás de ella, le desabrochó el top lentamente, observando cómo el chico se iba desabrochando el pantalón y se lo bajaba hasta los tobillos. Cogió el collar y se lo puso en el cuello. "Así parecerás más perrita", le dijo al oído a la vez que le pellizcaba fuertemente los pezones. "Ahora, dale la mamada de su vida", le dijo.

Ella se arrodillo entre sus piernas y comenzó a darle una mamada salvaje. Se encontraba fuera de sí. La situación le había sobrepasado y de saber que por fin iba a tener dos pollas para ella sola se ponía muy perra. La chupaba con fuerza, la pajeaba, se la intentaba meter entera, follándola con su boca. 

Él se colocó detrás de ella y le dio varias palmadas en el culo. "¿Es lo que querías, verdad, puta?"

- "¿No tenías bastante con una? Pues muy bien, te vamos a follar como jamás te han follado, zorra", decía mientras subía un poco la intensidad de sus palmadas. Esas palabras, juntos a los cachetes, la elevaron a un estado que jamás había imaginado que existiera.

- "Suficiente", dijo de repente. "Levántate, chico", le dijo, ocupando ahora el lugar del empleado. "Ponte detrás de ella y fóllale bien el culo con tu lengua. Quiero que lo dejes empapado, lubricado, dilatado para poder ser follado". "Y tú", dirigiéndose a ella, "trágate mi polla", agarrándola por los pelos hasta que su polla se perdió en su boca.

Los lametones del chico en su culo, esa lengua entrando y saliendo de él, sus dedos que al mismo tiempo frotaban su clítoris, y las palabras de su amante, diciéndole lo guarrilla y lo puta que era, hizo que ella se corriera entre grandes espasmos. El hecho de que él no le permitiera sacarse la polla de su boca hizo que se quedara prácticamente sin respiración....nublándosele la vista y perdiendo la noción de la realidad por unos instantes.

"Esta zorrita está ya preparada para recibir la follada de su vida", dijo, apartando la cabeza de ella de su polla a la vez que le decía al chico que volviera a ocupar el asiento.

"Siéntate encima", ordenó a ella. "Quiero ver cómo te metes esa polla. Quiero que te la folles como si no hubiera un mañana".

Ella, aún en trance por el orgasmo anterior, colocó la polla en la entrada de su coño y se dejó caer con violencia, comenzando enseguida a cabalgar sobre él. Su cabeza aún daba vueltas, cuando su cuerpo se preparaba ya para otra oleada de placer. La polla de ese chico estaba causando estragos en su coño y no podía dejar de botar sobre ella.

"Espera", escuchó a su espalda". Se paró un momento y notó cómo colocaba su polla en su culo, aún mojado y dilatado por la lengua del chico. De un fuerte golpe se la clavó hasta el fondo. Sin perder ni un solo segundo comenzó a moverse, sintiendo cómo cuando entraba una polla en su coño, la otra salía de su culo y viceversa. La coreografía era perfecta, el placer que sentía, enorme. Se sentía la reina del mundo, poseída, sometida, la más puta. 

Los tres sabían que no aguantarían mucho y, cuando el cuerpo de ella se tensó y sus gemidos se aceleraron anunciando otro orgasmo, los dos estallaron a la vez dentro de ella. Los espasmos de ellos, sentir oleadas de leche dentro de su coño y culo, y los jadeos de los chicos provocaron finalmente que ella explotara como no recordaba haberlo hecho en su vida. No sabía si era un orgasmo, dos, tres...o uno que, simplemente, era infinito.

Tras recuperar la respiración los tres, el chico hizo ademán de levantarse. "Espera, no ha finalizado la sesión", le espetó. Se colocó cerca de ellos y, acercando su polla a la boca de ambos les dijo: "Quiero que me la dejéis limpia".

El chico miro con cierto reparo a la polla que se encontraba a pocos centímetros de su cara e, incluso cuando ella, obediente, comenzó a lamerla para dejarla reluciente, no se decidía por imitarla.

Él lo agarró por la nuca. "Chupa, cabrón, a no ser que no le tengas mucho cariño a este empleo".

Al escuchar esas palabras el chico acercó su boca y, fundiendo su lengua con la de ella, se dispuso a lamer y chupar la polla que tenía delante.

Ella, mirando hacia arriba, observó su satisfacción.

¿Era por la doble mamada...o porque siempre conseguía que le hicieran caso?