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Sentirás como siento II

en Sexo Anal

             Fue hacia el armario y sacó un dildo con arnés que reservaban para sus momentos más tórridos. El sonido del clic al ajustarse a su cadera, hizo que él se pusiera alerta.

-Dios, siento que mi perrita necesita hoy realizarse, necesitas sentirte dueña y señora ¿verdad?

     No dejó que dijera más; acercándose a él le metió el dildo por la boca con fuerza haciéndolo callar mientras colocaba dos almohadones bajo sus riñones elevando su trasero.

-Chupa, chupa; ensalívala bien.

      Había vuelto a coger su polla y con una mano se la meneaba.

Chupaba y ensalivaba aquella extensión que ella le ofrecía. Estaba muy excitado y le urgía sentirla ya dentro manejada por la zorrita que se la estaba ofreciendo.

Eran las 9 menos cinco cuando ella, con voz nerviosa, dijo:

-Necesito ir al baño.

-¿Ahora?, joderrrrrrrrrrrrrr, mira cómo me tienes.

-Prometo que no tardo, no seas impaciente. Te dejo a tu amiguito colocado.

    Separó el dildo, que quedó dentro de su culo, del arnés. Apresurada, temblando como un flan, cogió su bata de la silla para cubrir su desnudez y salió de la habitación. Al estar el baño fuera, pudo abrir la puerta de la calle sin necesidad de excusas y sin que él sospechara nada. Allí estaba, esperando ya. Era un hombre bajito, delgado. En su cara, algo que atraía poderosamente la atención, sus labios, gruesos y carnosos. Se acordó entonces de los comentarios que su amiga, la que le había dado el teléfono de aquel hombre, había hecho acerca de sus labios; a decir verdad… de sus labios y de su verga.

      Tras las presentaciones y los saludos de rigor, él se desnudó y pasaron a la habitación permaneciendo él en segundo plano.

-Pedazo de zorra, has tardado, qué hacías? Aquí tengo al amigo a punto de salirse y no he podido tocarme.

-Cosas mías, relájate, quiero que goces de cada momento.

-Cómo quieres que me relaje si me tienes como un cabrón, enculado y atado, apostilló.

      Se puso de nuevo entre sus piernas engullendo su sexo ligeramente flácido; tras dos o tres chupadas, lo retiró de su boca. Incorporándose, volvió a sujetar el dildo al arnés y lo movió dentro de él. Su polla había recuperado la dureza .Retiró el dildo de su culo, se puso de pie y agarró su polla indicando al desconocido que se acercara.  Sin soltarla ella, él se agachó abriendo la boca para recibirla; sus carnosos labios rodearon la punta atrapándola para descender hasta que estuvo entera dentro de la boca. Empezó entonces la mamada.

     Ver cómo aquellos labios engullían una y otra vez su polla la puso a mil, a dos mil o a tres mil; temblaban sus piernas y fue a sentarse en el sillón que estaba cerca de la cama. Sin dejar de mirar aquella boca subiendo y bajando, empezó a amasar sus pechos; sus pezones, hacía rato duros, recibían los estirones de su mano derecha; estiraba y soltaba para volver a estirar mientras su mano izquierda chapoteaba ya en su empapado coño. Baboso, brillante, abierto para que aquel hombre, que no dejaba de mirarla mientras arrancaba a base de fuertes succiones gemidos desgarrados de su pareja, pudiera verlo y se pajeara.

-Ahhh, me estás mamando como nunca zorrita. Mamaaa, mama pedazo de putaaa, no paresssss.

      Desencajada por sus gritos metió tres dedos hasta el fondo de su coño retorciéndose, convulsionando, mordiendo el brazo del sillón para ahogar el gemido que pugnaba por salir de su boca cuando a punto estuvo de correrse.

       Al verla en tal estado, el desconocido dejó de mamar la polla para dedicarse a su culo que lamía con vehemencia. Se perdía su lengua dentro; tras la lengua, primero un dedo, luego otro y otro hicieron que se retorciera y gritara como un animal pidiendo más. En ese momento, ella se acercó y apartándolo de él, soltó los pañuelos que mantenían sujetas sus piernas haciendo que las subiera y las doblara sobre su pecho. Separándolas, se colocó entre ellas, dirigió el dildo hacia su culo y se lo metió entero; estaba bien dilatado y apenas si dio un leve respingo; se mantuvo un rato quieta, dejándolo dentro para que el ano se fuera acomodando. Mientras, besaba al otro que ya sobaba sus tetas con una mano mientras con la otra se pajeaba. Empezó una lenta cabalgada.

-¿Sigues sintiendo lo que es una buena polla? Eso es lo que siento yo cuando tú me follas a mí, aseveró embistiendo sin piedad contra su culo.

-¿Te gusta que te follen el culo?

     Su polla estaba endiabladamente dura. Grandes oleadas de placer subían desde sus huevos hasta la punta de su polla haciendo que jadeara con fuerza al notar cada embestida

      Ella había empezado a masturbarse, sin dejar de mirar como aquel dildo entraba sin resistencia en su dilatado y empapado culo y provocando sus espasmos.

      Estaba preparado se dijo indicando al otro con un dedo que se acercara. Con la polla en la mano, se acercó.  En ese momento, ella sacó el pollón de su culo y se levantó de nuevo.

-Joderrrrrrrrrrrr, me vas a matarrrrr; vuelve aquí y empálame putónnnnnnn.

     El desconocido, preparado ya para darle placer colocado entre sus piernas, acercó la cabeza de su polla al culo que ella mantenía abierto con ambas manos. Entró despacio para no hacerle daño. Su verga era un poco más gruesa que el dildo que acababa de tener dentro .Fue en ese momento cuando él se dio cuenta de que algo extraño estaba pasando. Aquello que acababa de entrar en su culo, aquello que acababa de llenarle el culo y se movía dentro quemándole, no era su juguete. Reaccionó.

-¿Qué me estás metiendo? Preguntó, esto no es…

-Te gusta, verdad? te gusta.

-Dios, sí, está muy duro, siento que me llena, que me va a reventar, me arde, nunca lo he sentido así…joderrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, encúlame fuerteeeeeeeeeeeeee, más fuerteeeeeeeeeeeeeeeee , pedazo de putaaaaa, quiero que me rompassssssssssss.

      Fue escuchar sus palabras y empezar a empalarlo más fuerte embistiendo con ímpetu, haciendo rebotar sus huevos en la parte baja del culo; a más fuerte embestida, más fuerte grito pidiendo más, pidiendo ser roto, reventado.

-¿Quieres saberlo?, dijo ella, ¿estás seguro de querer saberlo?

      Lo sabía ya; aquellos huevos que rebotaban en su culo no eran de plástico. Y no quiso saber nada. Ya no escuchaba sus preguntas. Aquellas duras embestidas, como queriendo partirlo en dos, estaban haciendo que perdiera el sentido. Sentía como lo rompían, la necesidad imperiosa de derramarse sometido a sus fantasías.

      Estaba ya tan excitado que cuando ella le dijo que era una polla real, de carne y hueso, la que lo estaba taladrando, no le importó. Hacía rato que sabiéndolo no le importaba. Estaba en un callejón sin salida, no había retorno; fuera lo que fuera, estaba gozando como nunca y fuera lo que fuera tenía claro que iba a terminar allí, dentro de su culo. Fue entonces cuando dijo que quería verlo.

-Quiero ver la puta polla que me está jodiendo y va a hacer que reviente, dijo entre alaridos.

      Besándolo le quitó el pañuelo de los ojos. Primero sus ojos buscaron los de ella; luego la polla que le estaba dando placer y finalmente se encontraron con los del dueño de la polla. El otro, cesó el bombeo a petición de ella que lo besaba desesperada y apasionadamente al tiempo que le decía:

-No te imaginas lo excitada que estoy al ver que mi fantasía se está haciendo realidad y que estás disfrutando, le decía desatando sus manos.

     Liberado, agarró su polla con las dos manos y se pajeaba violentamente gritándole al otro:

-Vamos cabrónnnnn, quiero que me atravieses las entrañas; clavaaaaa fuerte, clava.

      El desconocido lo follaba ya sin miramientos, el rabo duro a reventar, hasta correrse como un poseso dentro de sus entrañas, entre espasmos de placer al grito de “toma cabrón” dando las últimas embestidas. Notar como la leche del desconocido llena su culo, el gran placer que siente en ese momento hace que segundos después él mismo estalle y un gran chorro de semen salpique su pecho, sus brazos, llegando su cara. A su lado, ella se masturba.

                                                                      Dejo el relato abierto y animo al lector a continuar la escritura.