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La Canguro II

en Trios

Al despertar, María ya no estaba allí, ¿qué hora era? mi cama había quedado desierta, me levanté y me puse algo de ropa, cambié las sabanas sucias de la noche anterior, bajé a la cocina y vi que toda la familia estaba desayunando, todos me dieron los buenos días y salvo una sonrisa cómplice de María acompañada con un beso en la mejilla, nada hacía sospechar lo que durante la noche ha pasado.

Ese día lo pase perdida en mis pensamientos, muchas cosas han cambiado en mi vida, una amalgama de sensaciones invaden mi interior. En una sola noche, he sido infiel a mi novio, he perdido la virginidad con un desconocido y a pesar de tener la certeza de no ser lesbiana, me he acostado con una mujer. Solo había una cosa que tenía segura… la noche pasada había sido la mejor de toda mi existencia y no podía evitar desear una nueva visita...

Esa noche mientras intentaba conciliar el sueño, escuché la puerta de casa, era pronto, me resultó extraño que volvieran tan pronto. El corazón me latía muy deprisa solo imaginar que pudieran volver a entrar, pasaban los minutos y nadie subió las escaleras, decidí bajar a tomar un vaso de leche, la puerta de la cocina estaba entreabierta y había luz en su interior al entrar encontré a María sentada tomando un vaso de zumo.

 

  • Hola María, ¿cómo tú por aquí?

 

  • Hola Elena, estaba cansada y decidí acostarme pronto, Nestor se ha quedado un rato y volverá tarde hoy.

 

  • Ah, yo he bajado a tomar un vaso de leche, no podía dormir...

 

  • Sabes Elena estábamos algo preocupados por lo que paso ayer, no sabíamos que eras virgen...

 

  • No te preocupes, ¿cómo ibais a saberlo? Fue maravilloso, la mejor experiencia de mi vida...

 

  • Me alegra mucho saberlo, para nosotros también era la primera vez que estábamos con alguien aparte de nuestro matrimonio, era una fantasía que rondaba por la cabeza de Nestor... verdaderamente no me hacía mucha gracia, pero cuando te vi... comenzó a gustarme cada vez más la posibilidad.

 

  • ¿Te puedo hacer una pregunta María?

 

  • Claro que puedes mi niña...

 

  • ¿Eres lesbiana?

 

  • Jajaja, sabía que preguntarías eso, no lo soy y nunca lo he sido, pero a pesar de eso, no puedo evitar pensar que eres una chica muy dulce y bonita, la verdad me siento muy atraída por ti...

 

  • A mí me pasa lo mismo, me da muchísimo morbo cuando te miro, eres sofisticada, inteligente y dulce no puedo dejar de sentirme atraída por ti y por todo lo que representas. Te confieso que Nestor también me atrae muchísimo. El primer día os escuche hacer el amor y termine muy excitada, hay algo en ti que…

 

  •  Jajajaja te confieso que cuando hacíamos en amor, imaginábamos que estarías escuchando, te confieso que no nos cortamos a la hora de expresar lo que sentíamos en ese instante.

 

  • Jajajajaja, ¡que malos! yo ahí sola sufriendo y vosotros disfrutando como locos...

 

  • No había nada pensado, nunca nos hubiéramos metido en tu habitación pero el segundo día cuando volvimos y vimos que habías visto nuestro pequeño secreto... nos volvimos locos por el morbo y entramos en tu habitación, cuando te vi tumbada con mi tanga puesto ya estaba chorreando por dentro.

 

  • Si para mí fue un momento de apuro, me encanta tu lencería y no pude evitar probarme....

 

  • No te preocupes es normal, todas hemos tenido 18 años, me hace sentir bien que a una niña tan sexi como tú le guste mi lencería.

 

  •  ¡¡¡Bromeas!!! es maravillosa con ella me sentí la más bella del mundo

 

  • Vamos, sube conmigo a mi habitación, te regalo lo que más te guste.

 

Las dos subimos a su habitación y María fue mostrándome todo lo que tenía en los cajones, me lo pasaba y mientras tanto yo me lo iba probando, era una sensación extraña permanecer semidesnuda en su habitación, era extraña y a la vez morbosa.

María me miraba y sonreía cada vez que me probaba algo, como en las películas ella daba o no su aprobación con su dedo hacia arriba o hacia abajo, la verdad es que la mayoría de las bragas y tangas me quedaban bien, lo malo eran los sujetadores, aunque siempre se solucionaba con algo de relleno...

  • Mira Elena este conjunto es el que más le gusta a Nestor...

Era un bonito conjunto de tanga negro con hilo, llevaba unas medias con ligero y me lo dejó para que me lo probara. Me veía muy sexi con ella y pude adivinar en los ojos de María como comenzaba a asomar el deseo, su mirada se había quedado fijada sobre mi...

  • Estas preciosa Elena, realmente sexi.

María no podía dejar de mirarme, mi corazón comenzaba a palpitar con fuerza, la verdad es que no sabía que tenía esa mujer, que conseguía que todo mi ser se estremeciera al pensar en ella.

  • Bueno ahora ponte tú lo que más te guste, seguro que es muy sexi.

Ella sonrió a la vez que se giraba sobre sí misma y comenzaba a buscar en el armario, sacó un culote corto que dejaban al descubierto dos terceras partes de su precioso culo y un sujetador de puntilla a juego. No podía dejar de mirar su cuerpo mientras se desnudaba y volvía a vestirse, tenía dos tetas preciosas con forma de gota, se mantenían firmes a pesar de tener una ligera caída fruto de la gravedad, unos pezones rosados pequeños y duros, aunque había sido madre dos veces, sus pechos bien podían pasar por los de unos de mis amigas. Su culo ligeramente ancho por las caderas, lo hacía más apetecible si cabe.

Las dos en la habitación vestidas con su lencería nos miramos por un instante. María se situó delante del espejo de su tocador, la imité y me situé tras ella, la observé por encima del hombro y vi reflejados nuestros cuerpos en aquel espejo, no puede evitar rodear con mis manos su cintura. Mis labios se acercaron a su cuello y muy despacio lo besé, María se estremeció y cerró los ojos a la vez que se inclinaba hacia atrás, mientras, yo los mantenía abiertos y observaba su rostro teñido de deseo, sus labios entreabiertos dejaban escapar un fino hilo de aliento acelerado.

Mi mano derecha sacó uno de los pechos del sujetador y comenzó a estrujarlo con suma delicadeza, mientras tanto, la mano que quedaba libre se colaba hasta llegar a su chochito que ya se había humedecido. Un nuevo espasmo la sobresaltó cuando mis dedos alcanzaron el clítoris y se hundieron en el interior de su vagina

  • Sigue mi niña, sigue por favor, haces que me vuelva loca, lo necesito por favor no pares...

Su sexo estaba empapado, sus caderas se movían al compás de mis dedos impregnados de fluidos, sentía como su culito se arquea hacia atrás y se frotaba con fuerza con mis ingles, con la otra mano acariciaba una de sus tetas que había sacado con delicadeza de las copas del sujetador, las estrujaba muy despacio a la vez que terminaba pellizcando uno de sus pezones.

Por un instante retiré mis dedos de su chochito y los desplace hasta su boca, los chupó con avidez durante unos segundos, y cuando hubo probado el sabor a deseo, los devolví de nuevo al interior de su rajita, cuando ella me suplico que siguiera.

María estaba como loca, sus caderas no dejaban de moverse al compás de mis dedos corazón y anular, la penetran una y otra vez, sus manos se habian posado sobre las mías y ahora guía mis movimientos con fuerza. 

  • No pares mi niña, me corro no puedo más, me voy a correr, sigue por favor no pares.

Sus gemidos se habían acompasado con los movimientos de mis dedos en el interior de su rajita, cada vez más torpes, cada vez más acelerados, cada vez mas desesperados…

María comenzó a gemir, a gritar, a convulsionar, los espasmos la recorrían como un río de placer, miré al espejo y observé su rostro, es la imagen del deseo y la lujuria, su boca entreabierta deja escapar un grito ahogado de deseo, sus ojos cerrados mientras su cuello se arquea hacia atrás. María mantenía las manos sobre mías hasta que los últimos coletazos del clímax llegaron a su fin

  • Dios mío. no sé qué me está pasando, que estoy haciendo??

Ella se dio la vuelta y sonrió

  • No sé que me das niña para que llegue a sentirme a sí, pero ahora te toca a ti...

 

Realmente no había nada que deseara más, Nos recostamos sobre la cama y María comenzó a besarme, era un beso dulce, embriagador, diferente a los besos que hasta entonces había sentido, su lengua rozaba la mía con delicadeza, sus labios tocaban los míos casi sin rozar y nuestros cuerpos se aferraban el uno al otro. 

  • Sabes mi niña, me encantan tus pechos, son muy bonitos, me excita verlas así, me vuelve loca besar los pezones tiesos y duros.

Sus palabras me hacían estremecer, me encanta cuando me mordisquean los pezones, me vuelvo loca cuando muy despacio los mordisquean con los labios y la lengua resbala entre las aureolas, mi coñito ya estaba muy húmedo antes siquiera de que con su boca hubiera empezado a descender por mi piel desnuda. 

  • Me encanta tu piel tersa y morena, me encanta cuando se te eriza el vello y siento como tu cuerpo se tensa.

Ella siguió bajando hasta que al final alcanzó mi pequeño tesoro, lamió con la lengua mi clítoris que en ese momento ya estaba hinchado, se entretuvo jugando con el, utilizado la lengua para proporcionarme continuas oleadas de placer, estaba como una loca antes de que tan siquiera lo hubiera rozado, mis caderas no dejan de subir y bajar deseosas de sentir el roce de su lengua saboreando los fluidos que emanaban de mi ser

  • Me encanta tu coñito casi virgen, me encanta introducir mi lengua y rozar tu clítoris, saborear cada uno de tus jugos, penetrarte con mi lengua una y otra vez.

 

Son muy diferentes las caricias de una mujer, sentir su lengua, sus labios, sentir sus movimientos expertos en mi coñito, es muy diferente a lo que hasta la fecha había experimentado, sus caricias son sensuales, cálidas, tiernas… es una forma de sentir que solo una mujer te lo puede proporcionar.

Buff no puedo dejar de gemir, mi cuerpo me traiciona cuando María roza mi sexo húmedo y cálido, siento como un espasmo me recorre y cierro los ojos mientras su lengua sigue jugando ahí. Mi cuerpo ya casi ha llegado a un punto de no retorno y en ese momento…

  • No, todavía no mi niña.

María se detuvo justo en el momento en el que me iba a llegar, quedé con la respiración desbocada y con todo mi cuerpo deseando gemir como una autentica perrita en celo, no pude evitar sentir una sensación de cierto fastidio, aunque al segundo aparté de mi mente ese pensamiento cuando María volvió a susurrarme al oído....

  • Voy a hacerte sentir cosas que nunca has sentido, sensaciones desconocidas para ti... date la vuelta preciosa

Obedecí deseosa de volver a sentir, María se colocó tras de mí y comenzó a rozar con sus uñas mi espalda descendiendo por mis caderas y acariciando mi culo, el roce de sus uñas largas arañando mí piel me produce escalofríos y al llegar a mis muslos los separa, separa mis nalgas e introduce su boca en mi culito rozando una y otra vez con la lengua, esa nueva sensación me produce un placer maravilloso y no puedo evitar volver a gemir. Durante unos minutos su lengua lo acaricia y arqueo el culo, intentando sentir más y más esa presión maravillosa.

Sus dedos se cuelan en mi coño a la vez que su lengua rozaba cada uno de los rincones más sensibles de mi culito, grito como una perrita en celo, nunca hubiera pensado que se pudiera sentir así... tenía la boca seca y mis manos se aferraban a la sabana con fuerza cuando al retirar su lengua introdujo su dedo corazón en mi culito...

Me estremecí al sentir su dedo abrirse paso en mi interior, poco a poco comenzó a colarse y dejé escapar un pequeño suspiro de dolor. Después de unos minutos, su dedo comenzó a entrar con más facilidad, comencé a acompañar sus movimientos levantando mis caderas y quedando recostada en el colchón, con el culito en pompa de rodillas.

Las dos nos sobresaltamos cuando de repente se abrió la puerta dejando entrar la luz en la habitación, era su marido…

  • No pensé que empezarais sin mí…

María muy nerviosa intentó decir algo... pero solo pudo mirarme y volver a mirar a su marido con cara de culpabilidad, en sus fantasías nunca habían previsto que fuera ella sola la que se acostara con Elena, mientras... mi cuerpo todavía seguía saboreando resquicios de placer.

Bajo el quicio dela puerta él nos observaba con una sonrisa cómplice…

  • ¿¿¿Me dejáis unirme???

María me miro pidiendo mi aprobación... en mi interior lo deseaba, nunca me había sentido igual que cuando he estado con María, pero necesitaba volver a sentir como él me llenaba, necesitaba sentir de nuevo esa sensación que solo había vivido en una ocasión en mi vida.

  • Me encantaría Nestor...

Mientras Nestor se desprendía de su ropa, nuestros cuerpos desnudos se fundían de nuevo en un abrazo de lujuria, yo permanecía sobre María mientras nuestros dedos se buscaban entre las piernas y acarician nuestros coñitos calientes e hinchados. No tarde en sentirlo tras de mí, su lengua se estaba colando entre mis nalgas y acariciaba dulcemente mi culito, María seguía introduciendo sus dedos en mi húmeda vagina.

Me encontraba entre los dos, la sensación era alucinante, la lengua de él rozaba una y otra vez el perímetro que rodea mi culito lleno de terminaciones nerviosas, que me hacían estremecer de placer, sentía la presión de su dedo introduciéndose poco a poco en mí, es una sensación nueva hasta ahora, una mezcla de molestia y placer difícil de explicar.

Su dedo corazón entraba una y otra vez en mi culito y poco a poco fui sintiendo desaparecer la molestia, comencé a saborear el placer de sus dedos resbalando dentro de mí. Sensaciones que se unían a las que ya me hacía sentir María rozando mi sexo babeante. Nestor se detuvo y por un momento pareció haber abandonado el lugar.

María se tumbó en la cama y yo me coloqué sobre ella, nuestras lenguas se unieron por enésima vez. En ese instante sentí un líquido viscoso derramarse por mi culo y acto seguido unas manos fuertes comenzaban en esparcirlo por cada rincón. 

Una vez hubo terminado de impregnarme en aceite, sentí como sus fuertes manos se aferraban a mis caderas y me atraían hacia él, noté su polla rozando mi culito empapado por el aceite, una primera pequeña presión y todo mi cuerpo se tensó de forma involuntaria, estoy muerta de miedo y mis manos se volvieron a entrelazar con las de María, sujetándola todo lo fuerte mente que soy capaz, ella me miró a la cara.

  • Tranquila mi niña yo estoy aquí confía en él.

Cerré los ojos y me preparé para el momento de sentirlo entrando en mí, tenía miedo, mucho miedo, a pesar de todo lo necesitaba, quería que ese hombre me penetrara una y otra vez, necesitaba sentir de todas las formas posibles su polla en mi...

El colocó su miembro duro y erecto en la puerta de mi culito y comenzó a rozarlo esparciendo con su capullo el aceite, gemí de dolor al sentir la puntita de su polla presionar la entrada de mí culito. Nestor comenzó a penetrar centímetro a centímetro cada vez un poco más a dentro, cada vez más presión... salió de mí al escucharme gemir y volvió a impregnarme con el aceite, sus dedos empapados se colaron en mi culito con facilidad y tras eso, su polla de nuevo a las puertas empujando con más presión, cada vez con más fuerza se abre paso separando las paredes que lo presionan. Cuando se encuentra a mitad de camino, se detiene por un segundo, y tras un instante que parece vacilar, me penetra con una fuerte embestida y su polla erecta entra en mí como un cuchillo en la mantequilla, siendo una punzada de dolor agudo y lanzo un grito, mis manos se aferran a las de María que me mira con dulzura, Nestor se detiene con su pene clavado por completo dentro de mis entrañas y tras unos segundos comienza a moverse muy despacio, apenas se aprecia el movimiento pero mi cuerpo sigue tenso...

He caído recostada sobre María y mis manos se sujetan firmes a la almohada, mi cara cae recostada sobre el hueco que queda entre su hombro y su cara. En la habitación solo se escucha el ruido del cuerpo de Nestor chocando contra mis nalgas que se mezclan con los gemidos de dolor. En cada acometida María me susurra al oído...

  • Tranquila mi niña pronto pasa el dolor y estoy aquí a tu lado…

 

  • ¡¡¡Ahhh me duele, dios mío me va a romper, no puedo!!!

Casi llorando continuo recostada sobre María con el culito en pompa. Nestor me sujeta firmemente introduciendo su polla una y otra vez sin compasión, sus huevos golpean mi culo mientras el chasquido de los cuerpos sonando se acelera por momentos.

Poco a poco las punzadas van desaparecido y ahora, dolor y placer se reparten a partes iguales. María mientras no ha parado de recrearse acariciando mi clítoris.

  • Ahh sigue, no pares, dios mío no pares...
  • Me gusta, me gusta, sigue no pares, lléname de ti, ahhh ahhh

Estoy completamente loca y fuera de mí, sentir a Nestor entrando en mi culito mientras María acaricia mi sexo es un placer inexplicable, siento como todo mi cuerpo comienza a abandonarme, mis caderas comienzan a convulsionar y mi cuerpo se estremece, grito como una autentica perra en celo, mientras... siento como Nestor comienza a moverse con más furia, sus manos se aferran con fuerza a mis caderas.

Sé que él está apunto de correrse porque lo siento tensarse, y moverse muy deprisa a la vez que sus manos sujetan mis caderas con tanta fuerza que llega a hacerme daño.

Lo escucho gemir y su semen se cuela en mi derramándose por todo, siento como aquel líquido cálido y viscoso se cuela en mi culito y continúa resbalando por la cara interna de mi muslo.

Los tres nos acostamos juntos en un emparedado en el que yo era lo de dentro.

Permanecimos los tres recostados sobre la cama hasta la mañana siguiente, tras la tempestad reinaba una calma tensa, demasiadas cosas han pasado... estaba ahí en una cama en mitad de un matrimonio, el olor del sudor mezclado con el del pecado lo impregna todo, jamás los hubiera imaginado... y sin embargo era feliz, mi corazón seguía latiendo con fuerza horas después...

Tras aquello tuve mi primera experiencia con mi novio, por supuesto nunca le dije nada y tampoco se enteró, el día que lo hicimos estuve de lo más convincente haciendo aspavientos de dolor, y el como siempre fue de lo más incompetente, ahora... realmente me da lo mismo, he conocido el sexo verdadero y estoy esperando volver a pecar.