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De este agua no beberé

en Lésbicos

Era la primera vez que salía con Carlos de vacaciones, íbamos a ir a Lloret de Mar al apartamento que sus padres tienen junto a la playa, el único problema era que tanto sus padres como su hermana estarían también con nosotros en el apartamento.

Me llamo Sara y tengo 25 años y vivo en una ciudad del norte de España. Este año he terminado los estudios de derecho y ante mí se abre la expectativa de un mundo laboral un poco complicada. Mi novio es Carlos, lo conocí el último año de universidad ya que coincidíamos en varias clases.

Digamos que este viaje va a servir para conocer también a sus padres, ellos son una familia acomodada de mi misma ciudad. Antes de salir con Carlos ya los conocía, ya que mi padre compró un coche en el concesionario del que el padre de Carlos es propietario.

A su hermana sí que la conocía, ya que en cierta ocasión coincidimos en el centro comercial estando de compras con sus amigas. Es la típica chica de comportamiento adolescente de 17 años, que esta todo el día cuchicheando y riendo por lo bajini con las amigas, pero que ya tiene el cuerpo de una mujer y lo sabe.

Los padres de Carlos son modernos y no dudaron en dejarnos para nosotros un dormitorio. El apartamento tiene dos habitaciones y el salón que cuenta con un sofá cama. Los padres dormían en la otra habitación y a mi cuñadita le tocaba meterse en el sofá cama que había en el salón cocina.

El primer día estaba nerviosa por las presentaciones y todo eso, pero tengo que decir que tanto su padre como su madre fueron un auténtico encanto y me hicieron sentir como si estuviera en mi casa, su hermana María (que así se llamaba) al contrario que la vez que la vimos en el centro comercial, se mostró muy atenta conmigo.

-          ¿Eres de playa o de piscina?

Enseguida me preguntó María.

-          Aquí todo el mundo es de piscina, te lo digo porque si te va más la playa podemos ir juntas, hay una cala que está muy cerca y que es una chulada.

 

La verdad es que no sabría decirle si era de playa o de piscina ya que mi idea era ir con Carlos a donde tocara, pero al decirme lo de ir juntas me pareció de mala educación decirle que no y acepte ir a la playa.

Fui a la habitación a ponerme él bikini y me desnudé frente al espejo, me había convertido en una auténtica mujer, mis pechos eran bonitos y grandes y aunque no era el cuerpo de una modelo, tampoco lo quería, prefería mil veces mi cuerpo con curvas, y caderas que el de una mujer anoréxica como el de las modelos que aparecen en las pasarelas.

La playa en cuestión se llama Calla Boadella, y es una cala situada al final de Lloret y que solo se tiene acceso por un camino corto que sube y que luego tienes que bajar.

Había que andar un par de kilómetros, así que a Carlos no le entusiasmaba mucho la idea de ir con nosotras a la playa y decidió quedarse en la piscina del apartamento, por lo que nosotras dos, nos encaminamos hacia la Cala Boadela o como se llamara.

Hay que reconocer que María tenía razón, la cala en cuestión era una auténtica chulada y aunque la arena de aquella zona no era del todo fina, el agua era cristalina y el lugar muy bonito.

Nada más bajar fui a poner mi toalla en el primer sitio libre que vi, pero María me dijo que no.

-          No aquí no, esto está lleno de familias y de niñatos molestando, vamos a la otra que es mucho más tranquila.

 

Volví a recoger mi bolso y andamos unos cien metros hasta llegar a la otra cala que estaba separada por una gran piedra que se adentraba en el mar. Yo la seguía obediente hasta que llegamos al final de la cala, fue el sitio elegido para instalarnos entre unas rocas.

-          ¿Sabes porque me encanta esta zona?

Enseguida me di de  cuenta que tenía la playa en particular… era una zona reservada para nudistas. Mientras se despojaba de la poca ropa que llevaba de la manera más natural, me miraba con una sonrisa en el rostro a la vez que me animaba a hacer lo mismo que ella.

-          ¿No has hecho nunca nudismo? Pruébalo es una pasada la sensación de libertad.

 

No solo no había hecho nudismo, sino que tampoco me había puesto nunca en topless…

Me imagino que me vio la cara de angustiada que tenía e intentó tranquilizarme.

-          No pasa nada, no es obligatorio, puedes quedarte con la parte de abajo o con las dos si quieres, nadie te va a decir nada.

Ya estaba completamente desnuda cuando terminó de decir sus palabras, era cierto lo del nudismo ya que no tenía ningún tipo de marca de bañador, tenía un precioso cuerpecito de chica adolescente. Su pelo es moreno y con una pequeña melena que justamente tapa sus orejas, es más alta que yo, por lo que calculo que mediría 1,70.

Tiene unas tetitas pequeñas a juego con sus pezones, un culo respingón ligeramente ancho de cadera  que a la mayoría de los tíos les pone muchísimo, Además me fijé con cierto disimulo que tenía rasurado su chochito salvo una fina línea de pelitos cortos.

-          Quítate al menos la parte de arriba, no sabes tú lo feas que son las marcas del bañador …

Yo estaba ya un poco agobiada, me  parecía violento que me viera las tetas todo el mundo y aunque en el lugar que estábamos era lo normal, nunca había hecho topless y me sentía como si todo el mundo me estuviera observando.

Bueno al final ante la insistencia de María y a fin de pasar lo más desapercibida posible en un lugar donde todo el mundo estaba en pelota picada, decidí quítame la parte de arriba,  cuando María me vio… su reacción me sorprendió.

-          Bufff… ¡que tetazas más bonitas!

He de reconocer que tengo el pecho bonito,  tengo una 95 y mis pechos son grandes con una ligera caída al estilo de una gota, a pesar de ser grandes, la gravedad no ha hecho su efecto y siguen duras y firmes al igual que los pezones.

-          ¿Me dejas? ¡no sé que daría yo por tener estas tetas!… en cambio las mías son pequeñas y parece que no van a crecer nunca.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando nada más dejar al descubierto mis pechos, María lo palpó de la forma más natural como si estuviera pesándolo. Mi corazón dio un golpe en el pecho al sentir por primera vez las suaves manos de una mujer tocando una de mis tetas, seguramente me ruborice y durante un rato no pude articular palabra.

Nunca había estado con los pechos al aire en una playa, aunque todo el mundo iba desnudo en  muchos metros cuadrados, no podía evitar tener la sensación e sentirme observada, así que me tumbé bocabajo y me hice la dormida.

A los pocos minutos María se acercó a mi oído y me pidió que le pusiera crema.

-          ¿Me das crema por favor?

 

-          Si claro, como no…

 

Estaba tumbada bocabajo y comencé a esparcirle la crema solar por su piel morena, primero por la espalda alta, después por la espalda baja, las piernas, los muslos y por último no tuve más remedio que darle crema también por su culo desnudo.

Me agobiaba bastante esparcir la crema por el cuerpo de una mujer desnuda, pero la cosa no quedó ahí… María se dio la vuelta y con una sonrisa pícara me pidió que le diera también por la parte delantera, ya que tenía las manos llenas de arena.

Volví a repetir la operación y comencé a extenderle la crema por todo el cuerpo, sus tetitas eran muy duras y sentí como los pezones se endurecieron al sentir mi tacto sobre ellos, impregné de crema por todo el cuerpo y dejé para el final lo que más reparo me daba…

Ella estaba con los ojos cerrados,  los brazos ligeramente abiertos al igual que las piernas, parecía que estaba disfrutando, pero a mí me estaba dando una vergüenza espantosa. Cuando por mis manos impregnadas en crema llegaron a su monte de venus, ella emitió un pequeño espasmo que intentó disimular.

-          Bueno… Ahora te doy yo a ti, ¿no?

 

-          Vale pero solo es necesario por la espalda, por los demás sitios ya me he dado yo.

 

 

Volví a tumbarme de espaldas y enseguida sentí la frescura del chorro de crema derramarse sobre mí espalda, seguido del tacto de sus manos esparciendola muy despacio, al contrario de como yo le había puesto la crema, ella pasaba sus manos de forma suave y sensual, llegando por los laterales hasta rozar la zona de nacimiento de mis pechos, después se entretuvo en la parte baja de mi espalda, para posteriormente meterme el bañador en el culo dejándolo a modo de tanga brasileña. Volví a sentir el chorro de crema fresco caer esta vez sobre mis muslos y seguido de nuevo sentí sus manos magreándolos.

No era ni mucho menos la forma de esparcir la crema más adecuada y más cuando sus manos sin querer queriendo se introdujeron  por la parte interna de mis muslos, y llegaron a rozar el coño..

No soy lesbiana, nunca lo he sido, siempre me han atraído los chicos y creo que es una de las pocas cosas que siempre he tenido claro, pero en ese momento, mi cuñadita guarrilla había logrado ponerme un poquito cachonda…

El día terminó y yo volví con la firme intención de no quedarme otro día a solas con María, aunque tengo que reconocer que durante el camino de vuelta y durante todo el resto del día, no se me quitó de la cabeza lo vivido en aquella playa.

Al día siguiente Carlos me preguntó si iba a volver a ir a la playa con María…

-          ¿Vas a volver a la playa con María o te quedaras hoy en la piscina?

 

-          No hoy creo que me quedaré con vosotros.

 

-          Pues me parece que ha dicho que quería hacer snorkel contigo, además ha ido a comprarte unas gafas al chino de la esquina.

 

En ese momento apareció María con las gafas y no tuve más remedio que aceptar un nuevo día de playa, hubiera sido de muy mal gusto no ir después de las molestias que se había tomado, así que aunque de mala gana decidí ir.

-          ¿No querías venir?

 

-          No, no es eso… solo que me da mucho corte lo de las playas nudistas.

 

-          Ah si es por eso, no te preocupes hoy no vamos a ir a esa playa, vamos a ir a una  en la que hay mucha menos gente ya que hay que pagar aparcamiento.

 

Me parece que se llamaba Cala de Santa Cristina y tal y como mi cuñadita me había dicho había mucha menos gente. Al igual que la cala del día anterior tenía dos zonas separadas por una gran piedra y fuimos a la más alejada porque coincidía con ser la menos concurrida.

Volvimos a hacer topless y tengo que decir que aunque María no dejaba de mirarme, en esta ocasión me sentí un poco más cómoda que el día anterior.

La verdad es que eso del snorkel era una gozada, el agua era cristalina y había un montón de especies de peces en el fondo marino. Nos metimos entre unas rocas ya que según ella habría más peces que ver.

En esa zona el agua nos cubría por la cintura y María volvió a quejarse del tamaño de sus tetitas que por lo visto la tenían muy acomplejada.

-          Joder tía, tienes unas tetas preciosas, y yo sin embargo estas dos tetitas de nada.

 

-          ¡Pero qué dices! aun tienes 17 años, seguramente te sigan creciendo, además creo que tienes unos pechos muy bonitos, no tienes porqué sentir complejo.

 

Su cara le cambió por completo al escuchar mis palabras, acto seguido se acercó a mí y me planto un pico en la boca que me dejo helada, María tenía un comportamiento muy extraño, hacía una locura y después se comportaba como si lo que había hecho era lo más natural del mundo.

El agua de la Costa Brava suele estar bastante fría y tras media hora de buceo decidimos salirnos a tomar un rato el sol. Nos tumbamos y como el día anterior María me pidió que le diera crema  y como el día anterior, ella se ofreció a darme a mí la crema.

Cada momento que pasaba me ponía más cachonda el juego que se traía conmigo y aunque no quería reconocerlo,  me parecía imposible que algo así me estuviera sucediendo,  pero lo cierto era que cada vez me gustaba más.

Volvió a esparcirme la crema por mi espalda, muslos y culo, muy despacio y de forma sensual de la misma forma que el día anterior. Llegados a ese punto, las dos sabíamos que esa era la excusa para poder magrearme y  sobarme con total impunidad.

-          Date la vuelta, voy a darte por delante, tienes las tetas muy blancas y necesitas mucha protección

Sabía cuáles era sus verdaderas  intenciones, no tenía la menor duda de que su único y verdadera intención era sobarme, pero tengo que reconocer que también era mi deseo…

Me di la vuelta, cerré los ojos y al instante dos chorretones de crema fresca se derramaron sobre mis tetas,  un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir el tacto de sus suaves manos sobre ellas,  las estrujaba con delicadeza mientras esparcía el pringoso líquido.  Me dejé hacer sin importarme si podía haber alguien mirando.

Me sentía realmente cachonda, mi respiración se había acelerado aunque seguía intentado disimularla, intentaba convencerme a mí misma que aquello no estaba pasando, intentaba convencerme de que era una escena de una chica que ponía crema a otra, sin ningún tipo de carga sexual.

Pero las dos sabíamos que no era así… hacía tiempo que mi coñito chorreaba, aquella cría descarada había conseguido en solo dos días poner mi mundo perfecto patas arriba.

María seguía a lo suyo, sus manos se recreaban en mi cuerpo semidesnudo con la excusa de la crema y a ahora masajeaba mis muslos, continuando después por mi vientre, llegando hasta el borde de la braga del bañador en varias ocasiones, en una de ellas, al fin se decidió a cruzar la frontera y su mano se coló dentro de la braga, la sentí pasar sobre mi monte de venus rozando mi vello púbico con destino a mí coñito.

-          Buff…

Sentí un escalofrío maravilloso que me estremeció de placer, no pude evitar gemir por vez primera al sentir sus suaves dedos acariciar mi rajita húmeda, sus dedos rápidamente se impregnaron con mis fluidos y mis caderas comenzaron a moverse por instinto al compás de sus dedos dentro  de mí.

Estaba tocando el cielo pero aún me quedaba un poco de cordura, luchando contra mí misma intenté retirar su mano de mi sexo pero ella se mantuvo firme, sabia de sobra  que estaba completamente a su merced.

-          No, por favor,  para esto no está bien…

 

-          Calla y disfruta, no ves que tu coñito lo está deseando

 

No recuerdo en mi vida estar tan cachonda, tan caliente, tan húmeda… no recuerdo haber sentido nunca las sensaciones que aquella zorrita me estaba haciendo sentir.

Pero no podía seguir, me incorporé aún con mi respiración acelerada y le pedí que parara, al insistir ella extrajo su mano del interior de mi braga y se lamió los dedos impregnados con mis fluidos.

-          ¿No ves que alguien nos puede ver?

 

Al decirle esas palabras estaba dando por sentado que el único problema, la única razón de no seguir con su juego, era la posibilidad de ser vistas o lo que era peor, de ser reconocidas y no que no lo deseara.

-          ¿Qué más te da si nos ven?

 

-          ¿Cómo va dar lo mismo? ¡Yo tengo novio y tú eres mi cuñada de 17 años¡

 

-          Pero lo estás deseando…

 

-          Que lo desee o no da lo mismo, te vuelvo a repetir que tengo novio y que además es tu hermano, no soy lesbiana y encima tu eres menor de edad. No quiero que vuelva a ocurrir.

 

Nos levantamos y volvimos sin hablar durante el camino de vuelta al apartamento. El resto del día lo pasé con Carlos, aunque no podía quitarme de la cabeza todo lo vivido en los dos días que llevábamos allí.

Eran las dos de la mañana y en el apartamento hacía calor, no podía dormir y corazón no dejaba de bombear sangre a una velocidad mayor a la habitual, mi cabeza no dejaba de dar vueltas a lo sucedido, me sentía extraña, como si en mi interior se hubiera abierto una Caja de Pandora que había permanecido cerrada.

Carlos dormía y  decidí levantarme a prepararme un Cola Cao. El pasillo estaba oscuro y caminé a tientas haciendo el menor ruido posible hasta que llegue al salón cocina donde dormía María. Una vez allí, entre sigilosamente para no despertarla pero me di de cuenta que esta no dormía…

Estaba boca abajo sobre el colchón del sofá cama, no podía verme porque tenía la cabeza metida entre la almohada, no llevaba bragas y mientras su mano derecha masturbaba su coñito, el dedo corazón de su mano izquierda penetraba en su culito. Me quedé parada mirándola, observando como gozaba, disfrutando de su culito moviéndose arriba y abajo imitando el movimiento de una amazona.

Estuve a punto de darme la vuelta y volver a la habitación, pero no lo hice, atravesé el salón como si no la hubiese visto y llegue a la altura de la nevera para coger la leche. Al abrir la nevera la estancia se iluminó parcialmente, seguramente en ese momento ya se habría dado cuenta de mi presencia, por lo que permanecí frente a la nevera abierta como si buscara algo.

-          Me has dejado a medias y mira como he tenido que terminar… eres muy mala.

 

Mi respiración se agitó al escuchar sus palabras al oído tras de mí a la vez que sus manos se colaban entre los pliegues de mi pijama de verano. Una vez más mi cuerpo me traicionó y no pude evitar lanzar un gemido ahogado al sentir sus manos posarse en mi cuerpo.

-          Mira como estoy por tu culpa…

María  introdujo sus dedos anular y corazón impregnados de sus propios fluidos en mi boca lo saboreé absorbiendo y degustando tan delicioso néctar. Cuando mi boca hubo impregnado sus dedos, ella los retiró y los llevo de camino a mi coñito que ya chorreaba de gusto.

-          Dices que no quieres, pero estas chorreando…

 

-          No, por favor… nos van a ver… están tu hermano y tus padres…

 

Mis palabras de súplica, lejos de atajar su deseo aun consiguió excitarla más, continuaba rozando mi hinchado clítoris que ya se encontraba apunto, mientras, con la otra mano se recreaba con mi teta izquierda, magreándola y pellizcando mi pezón.  Tuve que apoyarme en la nevera entreabierta para no caer

Por mucho que le suplicara, sabía que ya estaba perdida, mi cuerpo, mi respiración y ahora mis gemidos ahogados, habían terminado por traicionarme y ahora caíamos sobre el colchón en un amasijo de caricias descontroladas.

Yo también quería darle placer, también quería acariciar sus tetitas que me encantaban, también quería sentir mis dedos en su coñito húmedo, también quería saborear cada uno de sus fluidos, cada rincón de su cuerpo sensual y tierno.

Me coloqué sobre ella y comencé a besarla, era una sensación nueva para mí, sentir sus labios suaves, mucho más delicados que los de los chicos, su lengua húmeda era un auténtico deleite. Escuché su primer gemido cuando mordí su cuello e instantáneamente toda la piel se erizó, proseguí mi recorrido hasta llegar a sus tetitas que succioné con mis labios, estaban duras, muy duras, me deleité con sus pezones erectos y la sensación de rugosidad al tacto con mi lengua.

Volví a incorporarme hasta la altura de su oído y le susurré…

-          Me encantan tus tetitas… me ponen a mil.

 

Mis palabras consiguieron excitarla aún más porque su respiración volvió a acelerarse.

Mi lengua lamia en círculos sus pezones, era tal el deseo que tuve que frenar la tentación de morderlos con fuerza.

Pero las dos queríamos más, me moría sentir en mi lengua el tacto de su coñito, por saborear con ansia sus fluidos, por sentir su cuerpo estremecerse ante lo que conseguía provocarle.

Abrió sus piernas deseosa de mi lengua en su rajita, invitándome a saborearla, invitándome a darle placer. Esta vez fui yo la que quise que sufriera… le comí su chochito como solo una mujer puede comerlo. Fui poco a poco, haciéndome de rogar, provocando su ansiedad,  provocando que la necesidad de mis caricias fuera casi dolorosa.

Lamí la parte interior de sus muslos, mi lengua recorrió sus labios mayores y menores, la introduje ligeramente en su coñito babeante y mientras mi dedo corazón se introducía ligeramente en la entrada de su culo prieto y palpitante.

Ella movía las caderas de arriba abajo intentando que mi lengua rozara por un instante tu punto de placer, tenía el clítoris hinchado y yo me resistía a tocarlo hasta que ella me lo suplicara. Sus piernas rodearon mi cabeza  y me atrajeron hacia ella a la vez que con sus manos intentaba subir los escasos centímetros que separaban mi lengua del auténtico clímax.

-          Sube más arriba por favor, necesito correrme…

 

Cuando consideré que ya había esperado bastante, recorrí el escaso espacio que me separaba del clítoris y los succioné con mis labios al tiempo que mi lengua lo lamía con gusto.

-          Ahhhhh… sigue, no pares me corro… ahhhhhh

En ese mismo instante, en el mismo momento que mis labios se posaron sobre su punto de placer, María estalló en un orgasmo de auténticas convulsiones descontroladas que terminaron por dejar empapadas las sabanas de todos los fluidos emanados, durante unos segundos sus manos se posaron sobre mi cabeza y me presionaron hacia ella, al tiempo que sus caderas se movían arriba y abajo en un movimiento loco.

Quedamos las dos tumbadas sobre el colchón con las sábanas empapadas, yo estaba boca abajo y ella boca arriba, las dos intentando recuperar el aliento.

Sabía que me tocaba a mí y eso me excitaba, deseaba sentir sus manos suaves tocándome, magreando mis tetas, explorando mis cavidades, saboreando el dulce aroma a pecado que emanaba de mi piel.

María se subió sobre mí y comenzó a hablarme al oído, comenzó a decirme todo tipo de cochinadas que en otro momento podrían haber sido hirientes pero que a no hacían más que ponerme más perra si cabe.

-          Eres una zorrita, mi hermano no sabe el tipo de zorra que tiene de novia

 

-          A partir de este momento vas a ser mi sumisa, vas a hacer todo lo que yo te mande o de lo contrario mi hermano sabrá lo puta que eres.

 

-          Parecías una mosquita muerta y sin embargo has resultado ser una guarrilla,  seguro que te follas al primero que pasa.

 

Cada una de sus sucias palabras en mi oído aumentaba mi morbo y excitación.

Volvió a meter sus dedos en mi boca y yo los lamí con gusto, acto seguido pasó de nuevo la mano por mi culo y comenzó a acariciarme mi raja húmeda y caliente, la saliva se mezcló con mis fluidos y todos ellos juntos fueron esparcidos por sus dedos hasta quedar depositados en la entrada de mi culito.

Después introdujo uno de sus dedos a la altura de la falange…

-          ¿No te han follado nunca el culo guarra? Parece que lo tienes muy duro…

 

Volvió a sacarlo y a realizar la misma operación anterior impregnando su apéndice con mis fluidos. La segunda vez el dedo entro hasta el fondo y no pude evitar gemir de dolor, al sentir como su dedo se abría paso entre las paredes de mi culo virgen.

-          Ahhhhh….

 

-          A partir de hoy no vas a querer más que qué te follen el culo guarrilla…

 

 

Seguía siendo vulgar conmigo pero cada vez me gustaba más escucharla, la verdad es que me sentía como una autentica zorra y lo malo es que me estaba gustando…

Al poco rato fueron dos los dedos que estaban entrando y saliendo de mi culo que ya estaba mucho más dilatado y comenzaba a generarme placer.

Por un momento sus dedos salieron de mi culo y tuve que mirar tras de mi para ver que hacía, me sorprendió ver como sacaba un pene de silicona de considerables proporciones de su mesita de noche, acto seguido hizo que mis caderas se incorporaran de tal forma que mi culo se quedó en pompa y mi cara quedó recostada sobre el colchón.

La imagen de mi culo en pompa con mi coño abierto a su disposición, tuvo que ponerla muy perra, acto seguido su lengua comenzó a lamer las terminaciones nerviosas que hay alrededor de la entrada de mi culito a la vez que aquella polla enorme amenazaba con penetrar mi rajita.

Volví a gemir de placer al sentir  su lengua rozando la entrada de mi puerta trasera, la presión de aquella polla enorme abriéndose paso sin problema en el interior de mi vagina, provocaba en mí una excitación nunca antes sentida. Martilleaba sin compasión mi coño hundiéndose en él como una taladradora que terminaba golpeando el útero, mis manos se agarraban con fuerza a las sábanas mientras mis gemidos eran silenciados por la almohada que previamente había colocado sobre mi boca

-¡¡¡¡Me corro!!!!! Ahhhh….. sigue, no pares… no paress…

Terminé estallando y un orgasmo como nunca antes había sentido, recorrió cada rincón de mi cuerpo haciéndome convulsionar con varias descargas de lujuria, mis caderas temblaron e incluso creí mearme de gusto mientras apretaba con fuerza mi cabeza contra la almohada para evitar hacer ruido.

Quedé rendida sobre el colchón al tiempo que sacaba aquella verga de mi coñito y se la metía impregnada con mis fluidos en la boca, saboreando una vez más los restos de mi excitación.

El corazón me latía con fuerza mientras buscaba los restos de mi pijama esparcidos por el suelo, ahora que la cordura había vuelto a mí, intentaba vestirme lo antes posible para no tener que dar explicaciones sobre lo que sería difícil explicar.

Mientras salía de la habitación observaba a María con una sonrisa pícara que me miraba con aire victorioso, sabía que aquello no había hecho más que empezar…

Al meterme en la cama me costó poco dormirme y justo antes de que el sueño me alcanzara recordé la frase que decía… “Nunca digas de esta agua no beberé”

Gracias por vuestros comentarios, sean buenos malos o regulares