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Sexo compartido cap.4º

en Bisexuales

SEXO COMPARTIDO

 

CAPITULO 4º

 

Poco a poco, fuimos recuperando la calma, la respiración se hizo mas normal, contemplé los cuerpos desnudos de las dos mujeres, Susan se dejó caer sobre las piernas de Marta, con las rodillas en el suelo, a los pies del sofá, acariciando el cuerpo de su amiga, que apoyaba su cabeza en el respaldo, con los ojos cerrados, disfrutando del placer del orgasmo gozado, Juan, estirado sobre la alfombra, boca arriba, brazos y piernas abiertos en cruz, en completo relajamiento, mi vista se dirigió a su sexo, el pene en reposo, caído sobre su escroto, con un volumen que, aun en su estado normal, era de un tamaño extraordinario. A pesar de que yo no podía quejarme de que tenía un pene pequeño, sentí un poco de envidia de mi amigo, por comparación. En ese momento me pregunté que, ¿ que pasaría si él me pedía practicar sexo conmigo ?. Una felación como la que ya habíamos tenido, chupar su verga, al tiempo que él me chupaba a mí, incluso tragarme su semen, lo había hecho, pero si quisiera penetrarme por el ano, ¿ Sería capaz de admitir su gran miembro en él, ¿ No me desgarraría los esfínteres ?. Confío en que no me lo pida. Pero a pesar del temor, la idea de que me penetrara, me excitaba, lo probaba la erección de mi miembro. ¿ O era la visión de los cuerpos desnudos de las dos chicas, acariciándose ?.

- Que gozada,- Exclamó Susan, poniéndose de pie,- ¿ Has disfrutado, Marta?.

- Ha sido fantástico, ¿ repetiremos después de cenar ?. ! Lo he pasado tan bien !.

- Preguntales a ellos, por mi parte estaré dispuesta.

Marta nos miró interrogante. Dirigiendo su mirada al generoso sexo de Juan, que, desde el suelo, contestó afirmando.

- En cuanto hayamos cenado, te demostraré de lo que soy capaz.- Dijo levantándose,- En cuanto a Marcos, mira como está de excitado ya, creo que también responderá, ¿ no es cierto Marcos ?.

- Estoy deseando empezar de nuevo.- Contesté, cogiendome el pene, que empezaba a crecer entre mis dedos, en una nueva erección.

- No,- Contestó Susan, - Primero me gustaría una buena limpieza de cuerpos, después una buena cena, y mas tarde volveremos a gozar de nuestros sexos. ¿ Os parece bien ?.

- Propongo,- Dijo Juan,- que para cenar, utilicéis las chaquetas de pijama que he preparado para los cuatro.

-¿ Solo las chaquetas ?.- Preguntó con intención, Marta.

- Solo, será una cena erótica. Y además, porque no me gusta sentarme a la mesa desnudo, lo encuentro inadecuado. Espero que perdonéis mis manías.

- Yo pienso igual que tu - Contestó Susan,- Una cosa es comer y otra es joder - comentó alegremente. - ! Viva el sexo !- Concluyó.

- ! Viva !- contestamos a la vez.

- ! Que excitante !, ¿ Me dejáis que sea la primera en ducharme ?- Dijo Marta. Levantándose del sofá.

- Si, mientras iremos preparando la mesa. ¿ De acuerdo ?. Voy a buscar las chaquetas.

La cena transcurrió entre bromas y risas, como si nos conociéramos de toda la vida, Marta, demostraba su complacencia en compartir su cuerpo con nosotros, Juan, en conversación con Susan, su novia, según el calificativo que ella corroboró, le confesó claramente que él, como hombre, disfrutaba mucho haciendo el amor con ella, pero que también había disfrutado, y mucho, gozar del sexo con otros hombres, tanto dando como recibiendo.

- Ya me entendéis,- dijo - no me importa que me penetren por el culo, afortunadamente tengo los esfínteres muy elásticos,- acabó, mirándome, esperando mi conformidad.

- Yo, solo he estado una vez con otro hombre,- contesté, devolviéndole la mirada,- Pero solo llegó a ofrecerme su culo para que yo lo penetrara, en compensación le hice una mamada, con eyacular en mi boca, tuvo suficiente. Mi esfínter está virgen aun.

- Me gustará ver como te desvirga Juan,- Terció Susan,- Si quieres yo te puedo ayudar a soportarlo.

- Creo que si te ponemos muy excitado, no notarás ningún daño,- Comentó Marta, cogiéndome la mano, mimosamente, con una sonrisa reflejada en sus ojos.

- Podré soportarlo, siempre hay una primera vez.

- No tienes que temer nada, si no puedo penetrarte, desistiré, eres mi amigo.- dijo Juan,- tenemos otros medios de gozar del sexo.

- Con el pene tan enorme que tienes, como no me excite al máximo, tendrás que usar una buena cantidad de vaselina.

- O mantequilla,- dijo Susan riendo,- como en aquella película de Brando.

- A mí, me gustan los penes bien grandes, ¿ no ?,- Dijo Marta, mirando a su amiga.

- Para mi no tiene importancia la medida, siempre que el hombre sepa como usarlo.

- No digas que una verga bien empinada y fuerte como una barra de hierro, no te da mas placer, que una como una salchicha.

- Pues, si piensas así, tienes suerte de que estos dos tengan un buen aparato.

- Me encantan los dos,- contestó, pasando su mano por debajo de la mesa, me la puso sobre el sexo, que con la conversación, empezaba a levantar la cabeza, apretando el miembro entre sus dedos.

Miré a Susan y Juan, sentados enfrente, se estaban besando acaloradamente, ella con la mano bajo la mesa, acariciaba a su pareja, mientras él, pasando la mano entre los pliegues del pijama, asía uno de sus pechos, pellizcando suavemente el pezón, erecto por la caricia.

Miré a Marta, a mi lado, levantando la cabeza en demanda de un beso, acerqué la boca, sus labios se entreabrieron, cuando la besé, su lengua se abrió paso entre mis dientes, mientras que su mano, sobre la verga, empezó a masturbarme.

- Bueno, que os parece si nos ponemos cómodos, y pasamos a la cama,- Propuso Juan.

- Si,- contestó Marta, mirándome,- Este hombre me parece que ya tiene ganas, está como una moto.

- Y tu, ¿ No tienes también ganas ?.

- Ya lo creo, estoy tan caliente como él. Vamos.

Juan y Susan, se dirigieron a la habitación, cogidos de la mano, las chaquetas de pijama, cortas, cubrían sus cuerpos solo hasta las caderas, me hizo gracia contemplar sus nalgas, a medias cubiertas por la ropa. Cuando me puse de pie, tenía el pene tan empinado, que me salía por debajo de la chaqueta. Marta me miró sonriendo.

- Realmente tienes un buen armamento,- Dijo, abriéndome el pijama. Posó sus labios sobre mi pecho, cogiendome por la cintura, besó, chupando una de las tetillas, sentí un escalofrío cuando la mordisqueó con los dientes.

Se agachó de repente delante mio

- No puedo remediarlo, cuando veo algo tan perfecto, ¿ Me dejas ?- Sin mas, me cogió el miembro con las dos manos, retirando la piel, apareció el glande rojo, hinchado, acercó su boca a él. Después de besarlo con adoración, sacó la punta de la lengua, lamiendo los pequeños labios que lo coronaban, para a continuación, introducírselo por completo en la boca,- Huuuum, que bueno.- murmuró cuando pudo hablar.

Con la cara muy cerca del miembro, hizo resbalar la piel del prepucio, cubriendo el glande, descubriéndolo después, admirando su dureza, reluciente, mojado con su saliva. Lo volvió a engullir entre sus labios, chupándolo y sorbiendo como si fuera una golosina, lamiendo desde los testículos hasta la punta del glande, por fin, después de volver a mirárselo con deseo, decidió que debíamos ir tras Juan y Susan.

Pasó delante mio, complací la vista con su figura, largas piernas, bien torneadas, de piel suave, que acababan en unas nalgas de glúteos redondos y firmes, minimamente cubiertos por la corta chaqueta, que se fué quitando por el camino. Yo me despojé por completo del pijama y desnudo seguí tras ella.

Juan estaba estirado sobre una gran cama, con los pies colgando del borde, en esa postura su miembro estaba erecto, mirando al techo, grueso como nunca, con el glande completamente descubierto, latente. Susan, agachada sobre su cara, con el sexo pegado a ella, recibiendo los lametones de la lengua de él en su vulva. Un gesto de profundo placer en su cara, gimiendo y moviendo su cuerpo de atrás a delante, fregándose sobre su boca.

- Vaya, veo que no nos habéis esperado.- Dijo Marta, simulando un mohín de disgusto.

- ¿ No dirás que no te gustará intervenir ?- Contestó Susan,- Mira que tienes a tu disposición,- Dijo, refiriéndose al miembro de Juan, completamente empinado.

Me miró invitadora.

- Podemos participar los dos, si quieres.

Se acercó a la cama, abriendo las piernas se puso sobre el pene erecto de Juan, bajó el cuerpo y dirigiendo con las manos el miembro, se lo introdujo en la vagina, con un gemido placentero. Dobló el cuerpo hacia delante, sobre el pecho del hombre, subió las rodillas a su costado, presentando su espléndido culo a mi vista.

- Vamos, ¿ Que esperas ?.- Dijo, girando la cabeza para mirarme.

Acepté su invitación, me acerqué a ella, agachándome, le abrí los gluteos, tenía el miembro de Juan completamente introducido en su vagina, por debajo del ano. Acerqué la boca para besárselo, ella tuvo un estremecimiento, saqué la lengua y empecé a lamérselo, a lubricarlo con mi saliva, primero me dediqué únicamente a él, pero a poco, la lengua recorría todo el entorno, desde el sexo de Juan, mojado por el flujo que la vagina segregaba, hasta el ano, que aflojaba su esfínter, esperando mi penetración.

Sujeté sus caderas, le separé los glúteos, coloqué la punta del glande sobre el orificio anal y empujé, el miembro, duro y empinado, fue penetrando lentamente en su intestino, ella aflojó su esfínter y lubricado como estaba con mi saliva, sin encontrar resistencia, se lo introduje hasta el escroto, ella gimió al sentirse así penetrada, pero al momento empezó a moverse, a sentir placer, con sus dos conductos ocupados por ambos miembros.

A mis oídos llegaba un coro de gritos, gemidos, palabras incomprensibles, murmullos de placer, yo mismo empecé a gemir. Delante mio, tenía a Susan, con la cara transfigurada, la boca abierta, los ojos cerrados, gozando del placer que le daba la lengua de Juan, hurgando en su vagina, frotando ansiosamente en su clítoris, mientras se masaba sus pechos, apretándose los pezones, con el cuerpo tembloroso. El cuerpo de Marta, moviéndose, atrás y adelante, arriba y abajo, sujeta por mis manos en sus nalgas, gozando de las dos vergas que la penetraban, con la boca pegada al pecho de Juan, alternando en sus caricias con la lengua, las dos tetillas del hombre.

Mi orgasmo se produjo el primero, la presión que sentía en el miembro, en el estrecho conducto del intestino de la mujer, y la fuerte excitación que sentía, me llevó a correrme. Apretándome al culo de Marta, con un aullido, gritando guturalmente, eyaculé abundantemente, continuas emisiones de semen, produciéndome ramalazos de placer, descargué mi flujo vital en su intestino.

Mientras gozaba de la corrida, Susan se puso tensa, emitió un grito, seguido de fuertes gemidos, su orgasmo la hizo bajar el cuerpo sobre la cara de Juan, con el sexo pegado a su boca, sus manos sobre el pubis, intentando frenar la emisión de flujo eyaculado, que Juan recogía entre sus labios.

Mi pene se redujo después de eyacular, la presión del esfínter de Marta, lo rechazaba, lo saqué despacio, separándome de ella a tiempo de ver como su ano expulsaba un reguero de esperma, que resbalando por su piel, se unía al que el miembro de Juan, dentro de su vagina, estaba eyaculando también entre aullidos de placer, compartidos con la mujer, que también experimentaba un orgasmo brutal.

Me estiré sobre la cama, exhausto, sudoroso, al lado de Juan, que tenía a las dos mujeres sobre su cuerpo tembloroso, Marta, con su vagina reteniendo en ella el pene, aun erecto de él, doblada sobre su pecho, respirando ansiosa, Susan, echada sobre su amiga, con el sexo húmedo latiendo sobre la boca abierta de Juan. Cuerpos desnudos, hacinados, brazos y piernas en un estrecho abrazo, gozando del placer compartido.