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Amor compartido 6º

en Bisexuales

 

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Capitulo 6

Pasé toda la semana pensando y rememorando el placer gozado con Marta, Susan, y mi amigo Juan, a la memoria me venía la cara de Marta, arrodillada a mis pies, mirándome a los ojos, su boca me chupaba y sorbía la punta de la verga, mientras que su mano frotaba el miembro endurecido, provocando el orgasmo, como lo recibía en ella, tragándose glotona la eyaculación, dando gemidos de placer, como si le gustara el sabor del semen emitido por mis testículos. No podía evitar que mi mano se apoderara del pene, que rápidamente adquiría volumen, cerrando los ojos, me masturbaba con esta imagen en mi mente, llegaba al orgasmo chillando su nombre, dejando que la eyaculación saltase libre, una, dos, tres veces, escupía el esperma, con ramalazos de placer que me hacían gritar y gemir. Lentamente recobraba el aliento, pero de nuevo volvía a masturbarme, excitada mi libido por los momentos gozados en compañía de mis amigos.

Esperando su llamada se me hizo larguísima la semana. No había noche que, desnudo sobre la cama pudiera dejar de masturbarme, cuando no era la Marta, era Susan la que se me presentaba en la mente, la veía como Juan la penetraba con su gran miembro, mientras Marta, con su cabeza entre las piernas, lamía y chupaba aquel pene que entraba y salía de la vagina de su amiga. También pensé en Juan, como nos provocamos un orgasmo, chupándonos mutuamente el miembro hasta conseguir una eyaculación completa, que tragué excitado. Me vino a la boca el sabor de su esperma. Recuerdo que yo me corrí en la suya, fue un orgasmo perfecto. Me pregunté como sería sentir la penetración de su verga en mi ano, me estremecí, nunca me habían sodomizado, espero que la excitación me relajara el esfínter, para recibirlo. Recordaba el miembro, erecto, hinchado, duro como una piedra, surcado por unas venas prominentes que rompían la tersura de su piel, con el glande descubierto, grueso, rojo, palpitante. Lo imaginé entrando en mi ano, estrecho, virgen. Temí no poder soportarlo. Aunque lo deseaba, a pesar de todo. Yo también estaba deseando meter mi falo en su trasero, casi, casi, experimenté la presión de su esfínter en él. La masturbación que yo mismo me practicaba, mientras pensaba en esto, me llevó al orgasmo, eyaculando copiosamente. Para evitar que el semen se derramara sobre las sábanas, cerré con dos dedos la piel del prepucio, reteniendo en la punta del pene la emisión. Después de asearme en el lavabo, ya satisfecha la libido, me dispuse a dormir. Como para protegerlos, mis manos sobre los genitales.

- ¿ Marcos ?- por fin, pensé, al descolgar el teléfono.

- Si, ¿ eres Juan ?.-

- Si, ¿ Te acuerdas de nuestra cita del sábado, ? No creo que lo hayas olvidado.

- Rotundamente, no. Si supieras como estaba esperando tu llamada.

- Pues prepárate, no se que les has dado a las chicas, no hacen mas que insistir para que te llame, las tienes locas por tí. ¿ Como te lo has montado, para tenerlas tan excitadas ?.

- Una buena verga, Marta estaba entusiasmada con ella. Me gustó como me mamaba. Según me dijo, cuando veía un pene así, no podía resistir besarlo y chuparlo. ¿ No lo hace también contigo ?.

- Si, también, pero no pone el entusiasmo con que te lo hace a tí.

- A lo mejor soy mas dulce que tu.

- Será por eso, tu ya probaste mi sabor, ¿ No?, bueno, pues quedamos para el sábado, sobre las siete, ¿ Te va bien la hora ?.

- ¿ Será en tu casa, como la semana pasada ?.

- No, esta vez nos encontraremos en Corbera, en la caseta. Yo te pasaré a buscar por tu casa, iremos con mi coche. Traete el bañador, tengo una piscina, nos vendrá bien con este calor.

- ¿ Y las chicas, como irán ?.

- Con bañador, aunque espero que no lo usen mucho rato. Ellas estarán allí cuando lleguemos.

- Vale, hasta mañana, ¿A las siete ?. Estaré a punto.

- Chao.

Colgué lentamente el teléfono, Juan me había sorprendido. Tenía casa con piscina. Muy bien le debían ir los negocios. Era un tío con suerte, y amigo. Muy íntimo amigo mío, ¿ Porqué me habría elegido a mi para compartir a su novia y su amiga ?. ¿ Por el sexo ?. Si era por eso, le daría todo el sexo que me pidiera. La idea de hacer sexo con él, cada vez me atraía mas. Espero que esto no me impida gozar también de las mujeres.

Pasé una noche muy excitado, pensando en lo que me esperaba al día siguiente. Esta vez, imaginando como sería gozar sexualmente con Juan, instintivamente se me contrajo el esfínter anal, pasé una mano por la nalga, tanteé entre los glúteos, separándolos, con el dedo medio toqué el orificio del ano, relajándome metí el dedo, lentamente, no me dolió.

Me levanté para ir a la cocina, buscando algo que fuera mas grueso que el dedo. El mango de una espátula, de material blando y de forma cónica me dio la idea. Lo unté con un poco de mantequilla. Estirado de nuevo sobre la cama, desnudo, doblé las rodillas sobre el pecho, con una mano me sujeté los testículos, levantándolos, la otra, con el mango de la espátula, la acerqué al ano, lentamente empecé a introducirlo, relajando el esfínter, al principio sentí algo de dolor, pero pasado el anillo anal, noté que fácilmente entraba casi cinco centímetros en mi intestino. Lo hice entrar y salir repetidas veces, engrasado como estaba, lo hacía con facilidad. Sentí una fuerte excitación, el pene se me empinaba. Dejé dentro el mango mientras me masturbaba. Fue una sensación nueva y hasta agradable. Eyaculé gritando, sintiendo la presión en el ano, que al correrme, escupió el mango, con una sensación de placer al desprenderse del orificio anal.

Satisfecho de la experiencia, me dormí, no sin imaginar que aquel mango de espátula, sería el grueso miembro de mi amigo Juan.

Puntual, me vino a buscar después de comer. Pensando en una ropa ligera, de verano, me puse un pantalón corto, encima del bañador y una camisa. El, me sorprendió, solo llevaba puesto el bañador.

- ¿ Que vienes de la playa ?,- le pregunté cuando me senté a su lado en el coche.

- No, vengo de la caseta, hemos comido alla con las chicas. Las he dejado en la piscina mientras venía a buscarte, he pensado que no valía la pena vestirme. Hace mucho calor, ¿ No crees ?. ¿ Llevas el bañador ?.

- Si, lo llevo puesto.

- Pues te lo tendrás que quitar, Marta me ha encargado de decírtelo. Ninguna de las dos lo ha traído.

- ¿ Os podéis bañar desnudos ?, ¿ Que no se ve desde fuera ?.

- Ya lo verás, la casa está completamente aislada. Por allí no pasa nadie, estamos solos con la naturaleza.

Continuamos el viaje callados, durante unos minutos, cada uno en sus pensamientos.

- Supongo que ya sabes lo que las chicas esperan de nosotros, - Me dijo de repente.

- ¿ A que te refieres ?.

- A que hoy, lo que quieren es vernos a tí y a mi gozando del sexo, tu y yo. Mientras ella nos miran.

- Si, ya dijeron algo el otro día.

- ¿ Que te parece ?.

- Creo en el sexo, gozarlo y disfrutarlo, con mujeres ya sé lo que es, contigo ya lo he probado, me gusta tu cuerpo, cuando veo tu falo, me excito y con la imaginación ya me he llegado a masturbar pensando en una penetración tuya.

Paró el coche en una zona de descanso. Miró alrededor, no había nadie. Se giró hacia mi, quitándose el cinturón.

- Pienso igual que tu, en lo del sexo, pero quiero decirte que no pienses que soy marica, estoy enamorado de Susan, me gusta hacer el amor con ella, pero también con otras mujeres. Y me excita también tu cuerpo, el otro día cuando nos mamamos el uno al otro, me gustó que comieras mi leche, y mas cuando yo eyaculé en tu boca y sentí como te tragabas la mía.

Diciendo esto, puso su mano sobre mi pierna desnuda. Al momento mi pene se excitó, levantando la ropa del pantalón.

- Veo que te excito, ¿Has visto como estoy yo ?.

Miré a su entrepierna. El estrecho bañador casi no conseguía retener la verga, de tan hinchada como estaba.

- ¿ Te gustaría que nos aliviáramos antes de llegar a la caseta?.

Tenia su cara junto a la mía. Alargué la mano hacia sus genitales. Bajándole la goma del bañador, liberé el falo empinado, él levantó el cuerpo para permitir que se lo bajara por debajo de las nalgas, al agacharme sobre su regazo, la punta del miembro chocó contra mi cara, él puso sus manos sobre mi cabeza, abrí la boca, con la mano retiré la piel del prepucio, el glande se presentó hinchado, húmedo y rojo, como un fresón, lamí la punta, después pasé la lengua por el borde, Juan gimió, por fin, rodeé con los labios, chupando todo el entorno, para después introducir hasta el paladar el grueso falo latente, sentía como sus manos me acariciaban el cuello, las orejas, la nuca, mientras subían de tono sus gemidos, conforme su excitación iba en aumento.

Yo chupaba y lamía con ardor el glande, mientras mi mano subía y bajaba a lo largo del miembro, masturbándolo. Cuando su cuerpo se envaró, señal del orgasmo, lo introduje en la boca, esperando su eyaculación. Resonó en mis oídos el aullido que profirió, mientras mi boca recogía la emisión de semen, el flujo caliente me entró directamente en la garganta, succioné mientras eyaculaba, él, elevó sus caderas, apretándome la cabeza contra su pubis, con la punta de la verga tocándome la gola. Me dio una arcada, el esperma no dejaba de fluir, con un esfuerzo retiré mi cabeza, manteniendo el glande entre mis labios, recogiendo la emisión.

Cuando por fin dejó de expeler la leche, su cuerpo se calmó, yo mantuve aun entre los labios la punta del miembro, mientras tragaba el resto de semen que me quedaba en el paladar.

- ¿ Quieres que te lo haga yo ahora ?. Me preguntó cuando cesaron los temblores de su cuerpo y recuperó el aliento.

Recuperé mi posición en el asiento del coche, cogí un pañuelo para secarme los labios, impregnados de espeso esperma.

- Me gustaría que hicieras algo mas.

- ¿Que te gustaría ?.

- Correrme en tu culo.

- Es difícil aquí, en el coche. Pero podemos probarlo, espera.

Salió del coche, después de vigilar si había alguien por los alrededores, manipuló con el asiento bajando el respaldo hasta juntarlo con el asiento de detrás. Volvió a entrar, cerrando la puerta tras él.

- ¿Estás preparado ?.- Se puso de rodillas sobre el improvisado espacio, bajó el cuerpo con las nalgas en alto, abriéndose de piernas. Me puse tras él, bajé mis pantalones hasta debajo de las rodillas, el miembro empinado por el deseo, saltó libre, con la mano lo descapullé y lo dirigí al centro de sus nalgas, abrí con mis manos los glúteos, el ojo anal, oscuro, relajó el esfínter, esperando mi penetración, mojé mis dedos con saliva, aplicándola sobre él.

La punta del glande, endurecida, forzó la entrada, apreté lentamente, Juan estaba aflojando el anillo anal, los bordes del balano entraron con algo de dificultad, cuando la cabeza del falo estuvo dentro de su intestino, empujé el cuerpo hacia él.

Cogiéndolo por las caderas, con la verga totalmente introducida, con los movimientos que me permitían el estrecho espacio del coche, empecé a moverme sobre el cuerpo de Juan, lubricado como estaba el conducto, el miembro entraba y salia con facilidad de su intestino, una sensación nueva, tantas veces recreada en la imaginación.

La presión que ejercía el esfínter sobre el miembro me provocaba una ascensión acelerada hacia el orgasmo, gimiendo y gritando, mientras apretaba fuertemente las nalgas, que Juan se esforzaba por mantener firmes, aguantando los embates de mi cuerpo. Finalicé el movimiento del cuerpo, cuando, como un volcán, derramé un río de esperma caliente, dos, tres veces sentí la eyaculación, aguanté el miembro en el interior del intestino hasta que descargué por completo los testículos, me quedé quieto, pegado el pubis a su culo, gimiendo de placer.

El esfínter, al contraerse, expulsó el miembro reducido. Al separarme, y sacar por completo el pene, unos goterones de semen le siguieron, resbalando entre los glúteos, y deteniéndose entre el pelo que cubría los testículos.

Juan se quedó quieto, mientras yo recogía con un pañuelo, la secreción, pasándolo suavemente, como una caricia, desde la bolsa de los testículos hasta el ano, notando como este se abría y cerraba, después de la penetración.

- ¿Te ha gustado ?.- Me preguntó cuando recuperamos la posición, sentados de nuevo.

- Ha sido perfecto, eres mi primera experiencia. No pensaba que disfrutaría de esta manera contigo.

- Todos los culos son iguales,- Dijo, riendo, - En eso no somos diferentes de las mujeres. Solo la sociedad hace que sea pecado la practica de la homosexualidad.

- ¿ Tu la practicas muy a menudo ?.- Inquirí, mirándolo a la cara.

- La verdad, no. A sido Susan la que me ha inducido a formar grupos de hombres y mujeres para compartir sexo. Ella es lesbiana. Conmigo ha experimentado el placer que un hombre le puede hacer gozar. Creo que conmigo a cambiado su sexualidad. Ahora se confiesa bisexual.

- Entonces, ¿ Eras virgen,?, ¿ He sido el primero ?.

- En penetrarme, si.

- ¿ Porqué lo has hecho,?. ¿ Porque yo ?.

- Quería que fuera alguien que sintiera algo por mi. Y yo por él.

- ¿ Ahora eres homosexual, o te gustan también las mujeres ?.

- Con relación a practicar sexo, disfruto con los dos. Pero a Susan, la quiero, estoy enamorado de ella.

- ¿ Y no coges celos de verla compartir su placer con otros hombres, con otras mujeres ?.

- El sexo es una cosa, el amor, otra.- Puso en marcha el coche - Contigo, solo será sexo. Si tu quieres.

- Contigo si, pero, ¿ Habrán mas hombres en el grupo ?.

- Seguramente, y mas mujeres. Susan organiza los encuentros. Yo solo participo por ella. Tu tienes que decidir si quieres entrar en estas orgías sexuales.

- Empieza a gustarme vuestros planes.

- Pues, vamos allá. Las chicas nos esperan.