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Historia de amor de una hija y su padre (5 parte)

en Amor filial

Hola mis hermosos lectores y lectoras, los he tenido abandonaditos, pero deben comprender que a veces el tiempo no alcanza, además tengo sentirme inspirada para poder relatarlas estas memorias tan especiales que llevo grabadas en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón de lo que fue esta Historia de Amor entre un Padre y su Hija.

Bueno, pues seguimos los consejos de la obstetra y esperamos quince días para que haga efectos la inyección anticonceptiva, durante ese tiempo la rutina siguió igual con mi macho, desnuda mientras él estaba en casa, siempre presta a sus necesidades sexuales, siempre ansiosa por saborear su pene de sentir su líquido preseminal, tragarme sus testículos llenos de pelos, bueno con una novedad que mi marido me pedía que mientras lo masturbaba le lama y le chupe el ojo del ano produciéndosele unas eyaculaciones descomunales, que lamentablemente eran desperdiciadas porque al estar trabajando su ano no podía beberme su semen. Les cuento que en esos días me volví en una experta en el sexo oral, me lograba introducir toda la extensión del falo y lograba tragarme todo el semen que eyaculaba mi padre.

Recuerdo con precisión fue un 16 de abril, yo tenía 14 años con 4 meses cuando por fin luego de tanto sufrimiento llego la noche anhelada cuando mi virginidad preservada iba a ser entregada al dueño de mi vida, a mi macho, a mi padre, esa noche le cocine una cena muy especial rica en mariscos para que sus testículos pudieran producir la mayor cantidad de semen posible. A lo largo de ese día a pesar de que me la pase desnuda como él había ordenado ni siquiera me toco, y me ordenó no masturbarme. Les confieso que andaba mal como afiebrada, desesperada, quemándome por dentro, delirando de lujuria, mis pezones se mantuvieron erectos todo el día, el simple roce de las piernas producía que mi vagina secretara jugos más intensos que de costumbre.

Pues bien, después de cenar, lavar los platos, bajar al río y traer el agua para bañarnos, mi macho ordenó que nos íbamos a bañar solos y por separado, él sabía manejar muy bien mi psicología, lograba elevar mi tensión y mi desesperación. Por ser el macho él tenía que bañarse primero, a continuación fue mi turno. Fui muy cuidadosa de bañarme bien y quedar bien limpia para mi padre, sin embargo la intensidad que mis flujos se sigan produciendo y era inevitable que no se concentrara el olor de mi sexo. Eso es algo que ni siquiera hasta el día de hoy (es por eso que mi Javiercito desde los 9 años se hizo vicioso de oler mis interiores, luego de haberlos usado todo un día).

Entre a la habitación como lo hice aquella primera noche en la que le declaré mi amor a mi padre, desnuda con los senos firmes redondos masivos, con mi vagina y su pelaje selvático y abundante y mis nalgas redondas bien paradas, mis caderas anchas listas pare recibir sus arremetidas sexuales, mi cintura fina para que me pueda abrazar con fuerza como todo macho que se respete tiene que apretar a su hembra.

Mi amado macho desnudo y ya erecto en espera de su hembra dócil y sumisa lista a perder su virginidad, y de esa manera sellar este amor (y que hasta el día de hoy ningún otro hombre ha vuelto a tocar). Aunque él era el macho me tomo con mucha suavidad y ternura, y comenzó a besarme muy suavemente los labios, besos profundos, con lengua, muy húmedos un maravilloso intercambio de fluidos salivares con ese aliento viril maravilloso, mientras acariciaba mi rostro y mi cabello.

Luego tomo mis senos, aunque tenía manos grandes de campesino no le alcanzaban para cubrir toda la masa mamaria que yo ya había desarrollado a esa edad, para ese momento yo ya era un mar mis flujos vaginales ya se chorreaban por mis piernas y el aroma de la habitación se volvía envolvente, me seguía besando y yo gemía insistentemente, mis pezones se quería reventar (solo volví a sentir algo así cuando empecé a darle de lactar a mi hijo), yo me estaba volviendo loca.

Mi macho se puso de pie y me puso de rodillas para practicarle la tan deseada felación, pero me ordenó no hacerlo acabar porque quería dejarme toda la carga de semen acumulada en mi útero, y así lo hice lamiendo toda la extensión de esa monstruosidad que en pocos minutos iba a ser introducida en mi virgen vagina, una vez más me di a la labor de estimular la producción de semen lamiendo y chupando los testículos, para luego desplazarme a la sección anal para lamer es agujero y así poner a mi macho a punto. Hasta cuando mi marido ordenó que me detuviera, me ayudo a ponerme de pie ya que estaba arrodillada frente al macho.

A continuación me recostó a filo de cama, y comenzó a lamer mi vagina que en lo absoluto necesitaba lubricación porque como les dije estaba chorreando tanto que los flujos llegaban a mis tobillos, pero mi marido quería saborearme quería oler y catar a su hembra, y por supuesto que estaba en su derecho porque él era mi macho, mi semental y yo era su yegua. Me dio lengua mientras yo me retorcía toda y gritaba como perra alunada, le rogaba de esta forma: “Ya papito por favor, ya no aguanto más, hazme tuya papito, tómame por completo, Papito!!!”

Hasta que mi macho se compadeció de esta hembra desesperada, así mismo a filo de cama se colocó al frente mío con esa verga maravillosa de semental, y comenzó a acariciar mi clítoris y la entrada de mi vagina con su glande, y yo moría de desesperación, luego con la delicadeza fue abriendo los labios vaginales para despejar el canal e irse abriendo camino, avanzo un poco al interior hasta que se encontró con el himen, hasta ahí todo era gozo para mí. Entonces el macho preocupado de su hembra me dijo, va a ser doloroso hasta que logre entrar y que tú te adaptes, yo le dije no importa papito, lo quiero yaaaaaaa.

Comenzó a aplicar presión contra el himen y efectivamente en la medida que iba presionando contra el himen el dolor comenzaba a presentarse y a aumentar su intensidad, yo me quejaba del dolor y mi padre quiso detenerse al verme sufrir, yo le dije que siga que era ahora o nunca, me tenía agarrada de las nalgas y cadera para tener un punto de apoyo y empujar si falo al interior de mi vagina. Su verga iba abriendo camino muy lentamente por el canal vaginal, pero el himen no quería ceder hasta que mi marido me dio un apretón en la nalgas y empujo con algo más de fuerza y logro romper el himen y de mi salió el grito más desconsolador que se puedan imaginar, y sucedió lo inevitable comencé a sangrar.

Obviamente me asusté, pero me agarró y me dijo que eso era normal y pude recordar alguna charla que me dieron en el centro de salud, se estuvo quieto algunos segundos y con la misma delicadeza fue empujando la inmensidad de su miembro al interior de mi aparato reproductivo, al menos le tomaron 5 minutos mientras que muy lentamente y delicadamente pudo introducir la totalidad de su pene en mi interior. Yo estaba partida en dos, pero tenía que ser fuerte y aguantar para que mi macho me haga su hembra.

Se mantuvo quieto dentro mío por varios minutos, y luego muy lentamente comenzó los movimientos de dentro hacia afuera, pero muy delicadamente, pero a pesar de eso yo estaba partida del dolor. Mi marido no se detenía, ni yo tampoco quería que se detuviera, muy lentamente fue agarrando ritmo sus bombeadas, con paciencia fue acelerando el ritmo.

Mientras mi vagina se iba adaptando a las proporciones del pene de mi padre, y eso le daba facilidad de movimiento a la vez que mi dolor iba cediendo, y se iba transformando en una sensación placentera nunca experimentada, no tenía punto de comparación al sexo oral, esto era otro nivel de placer. Mis piernas estaban abiertas al máximo de su capacidad para facilitarle el trabajo. El dolor había desaparecido y todo era placer, amor, lujuria, enfermedad sexual, ninfomanía. Al notarlo comenzó a imprimirle fuerza a las embestidas y junto con el impacto de mi clítoris sentía como sus testículos se golpeaban con el agujero de mi ano era una locura total, mi vagina estaba llena a su totalidad.

Así nos mantuvimos por 10 minutos hasta cuando llego el glorioso momento del orgasmo conjunto, acabamos al mismo tiempo absolutamente sincronizados en esta relación sexual sin precedentes en mi vida. Como me lo esperaba mi macho eyaculo abundantemente, lo podía sentir en mi útero y ahí comenzaron mis convulsiones de placer, una vez más me fui en chorros similares a los de la orina, en medio de escandalosos gritos, hasta que finalmente no pude más y me desmayé.

Habrán pasado unos cinco minutos hasta que volví a tomar conciencia y lo que pude ver en la sabana era una mezcla indescriptible, entre sangre, semen y mis flujos, pero estaba exhausta y solo alcance a moverme de forma tal que me pude acomodar y quedarme dormida.

Eso es todo por ahora mis amores, les agradezco a todos los que me han escrito por email, he hecho lindas amistades. Y ya saben esto aún no acaba.

Besos

Yessenia