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Historia de amor de una hija y su padre (Parte 6)

en Amor filial

Que alegría poderlos saludar nuevamente mis bellos machos y mi divinas yeguas, han pasado ya varios meses desde que escribí, cuando les contaba la maravillosa experiencia de como mi padre/marido me desvirgó, los días han sido agobiantes con mucho trabajo, además que las cosas se han tornado inquietantes con mi Javiercito, pero eso es para futuros relatos.

Como les contaba aquella noche quede prácticamente desmayada debido a la intensidad de las embestidas de esa maravillosa verga que era solo mía, pero mi padre/marido no me iba a dar tregua a lo largo de aquella inolvidable noche, no paso ni una hora cuando comencé a sentir que este hombre maravilloso me comenzaba a restregar su falo de 20 centímetros por mi boca, insisto yo me encontraba como desmayada pero ese aroma mezclado entre semen, flujos vaginales y sangre me volvieron a la vida, y así tal cual sin lavarse la verga comencé a practicarle nuevamente el sexo oral, así lo debía de hacer si era el deseo y la orden de mi macho, el me poseía y yo tenía que obedecer.

Me encargué de limpiar prolijamente la extensión del falo y las muy velludas y voluminosas bolas de mi padre/marido, luego él se colocó de espaldas contra la pared con las piernas abiertas para que yo proceda a lamer y succionar tanto el ojo de su ano como sus testículos, lo que le producía unos fuertes espasmos de placer que yo disfrutaba al saber de que yo era capaz ese nivel subliminal de placer a mi dueño.

Luego de dedicarme a esta labor, me percaté que gotas de líquido preseminal caían de su escroto, lo que me desesperó al punto de que me arrebaté a su glande y comencé a chuparlo como solo yo sabía hacer, introduciéndome toda su longitud hasta mis amígdalas, mientras estaba dedicada a esto introducía mi dedo índice en su ano para poderle practicar un masaje prostático. Luego de cinco minutos más logre mi anhelado objetivo hacerlo eyacular como caballo, y pude tragarme todo esa cantidad de semen sin derramar una sola gotita.

Mi padre/marido cayó rendido a la cama con espasmos de placer y yo me quede tirada en el suelo saboreando promiscuamente el semen que aún tenía en mi boca y dejándolo caer sobre mis senos para quedarme toda impregnada del elixir de mi macho, de esa manera yo quedaba marcada como su propiedad, era su perra.

Mi vagina aún seguía botando un mínimo hilito de sangre mezclado con flujos vaginales, pero yo quería más, necesitaba más, tirada en el suelo empapada en su semen lo observaba toda llena de lascivia y promiscuidad, en mis ojos no era ni mi padre ni mi marido, sino un semental lleno de semen para satisfacer mi enferma ninfomanía, él me había convertido en una enferma ninfómana, que tendría consecuencias inimaginables posteriormente en los días de soledad cuando quedábamos en la casa solo nuestro pastor alemán y yo (esto será otra historia).

Habrán pasado unos 45 minutos cuando comencé a observar como esa descomunal verga, comenzaba a llenarse de sangre una vez más, mis ojos se comenzaron a desorbitar y no espere a recibir la orden de mi padre/marido, y respondí como una autómata y me trepe encima de él, y comencé a introducirme ese instrumento de mi enfermedad, esta vez el dolor no fue tan intenso como la primera vez, y sin pedirle permiso lo comencé a cabalgar, el colocó esas manazas de campesino sobre mis gordas nalgas, eso me encantaba me hacía sentir su posesión.

Luego el me ordeno ponerme en cuatro como una perra, a lo cual yo obedecí como toda hembra debe obedecer a su macho, esta posición hacía que mis nalgas se vean mucho más voluminosas podía verme a través del espejo, y me volvía loca verme a mí misma en esa posición me hacía sentir como toda una yegua, debo confesar que hasta hoy me excito a mí misma viéndome desnuda, especialmente cuando estoy en cuatro (he colocado espejos en mi habitación para verme de todos los ángulos).

Mi padre/marido me tomo de las caderas con fuerza, ya después de haberme desvirgado ya no me tenía misericordia y me daba con una fuerza descomunal que yo disfrutaba como perra. El siguió dándome con todas sus fuerzas por más de 15 minutos hasta que por fin en medio de mi delirio y de mis gritos enajenados llegamos juntos al último orgasmo de la noche, yo caí rendida sobre la cama y el encima de mí aun con su verga dentro de mi vagina, así nos quedamos dormidos.

Al siguiente día como de costumbre me levanté a las 5 am para cumplir con las labores domésticas que toda hembra de campo debe cumplir para mantener a su macho feliz y contento, pero me asusté porque encontré la sabana más manchada de sangre de lo que yo hubiera podido imaginar, mis piernas y mi voluminoso vello púbico también estaban manchados en exceso y obviamente mi padre/marido también estaba manchado.

Baje al río a lavarme y me coloque una toalla sanitaria y un tanguita, ya que por orden mi macho no podía usar más ropa mientras él estaba en casa, pero seguía sangrando ya que la toalla sanitaria se empapo más rápido de lo normal, a lo cual le pedí a mi macho que por favor vaya al pueblo a buscar a María la obstetra.

Al mediodía regresaron y ella me examino y bromeando me dijo, mi amor a usted la reventaron de lo lindo, pero no te preocupes voy mandar a macho a comprar algunas cosas y con unos 3 o 4 días de reposo vas a estar bien y lista para seguir apareándote con tu semental.

Efectivamente, mi padre/marido salió en la última gabarra del día al pueblo a comprar las medicinas y pasamos la noche juntas con María, quien a pesar de mi condición me pidió que la atendiera sexualmente a cambio de sus servicios médicos,

Esto es todo mis amores, por favor espero sus comentarios que son mi única motivación para seguir escribiendo estos episodios que llevo grabados en mi mente, en mi corazón, en mi vagina, en mi ano y en todo mi cuerpo en general, también deseo que me escriban a mi correo personal yesseniaec2016@gmail.com sobretodo personas que hayan vivido, estén viviendo o deseen vivir una experiencia de amor filial.