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Conociendo a fondo las chicas del gimnasio: Alba

en Trios

Pasé una semana preparando la "emboscada" a Alba junto con Marisa. Al final decidimos quedar de noche en un bar que Marisa conocía.

Cuando llegué, vi que Marisa ya estaba sentada en la mesa. Al sentarme junto a ella, me plantó un beso increíble. Estaba nerviosa y ansiosa. Llevaba un vestido largo que no resaltaba para nada su culo.

Al ver aparecer a Alba por la puerta, todo fue diferente; tenía un cuerpo con unos cuantos kilos de más, pero bien llevados. Su camiseta dejaba intuir unos pechos increíbles y sus vaqueros apretados, un culo de grandes dimensiones.

Hablamos durante la noche de cosas triviales, Marisa me había dicho que ella se encargaría de todo, y le dejé hacer aún estando a punto de dormirme.

Utilizando eso como excusa, Marisa nos llevó a otro local para "despertarnos". Este era más oscuro y con lugares apartados. Por falta de sitio, nos sentaron en una pequeña mesa en la estábamos los tres apretados. Gracias a la falta de espacio, las manos acababan encima de los demás y yo estaba enmedio. Pasada una hora, la mano de Marisa estaba casi en mi paquete. Como consuelo sabía que si el plan fallaba, aún tendría a Marisa para mi.

Alba se disculpó para ir al lavabo, momento que aproveché para quejarme a Marisa, ella me dió otro morreo y me dijo: Ahora empieza lo bueno.

Alba volvió diciendo que el lavabo estaba lleno y entonces Marisa ofreció su casa, que estaba al lado. En cuanto pusimos rumbo, entendí el plan.

Alba pasó primera al lavabo, lo que aprovechó Marisa para quitarse las bragas y enseñarme como se masturbaba con una pierna sobre el sofá donde yo estaba. Agarré sus caderas y le miraba a los ojos mientras ella lo hacía. Sonó la cadena del baño y ella se levantó, yendo a por bebidas.

Alba salió y se sentó a mi lado, desde el primer momento puso una mano sobre mi pierna y se quedó mirando mi paquete. El show de Marisa me había puesto a tono. Levanté su cara con mis dedos y la besé.

Ella respondió con un tímido beso. La cogí de las caderas, colocándola sobre mi y seguí besándola. En cuanto empecé a besar su cuello, pude ver cómo Marisa nos miraba desde la puerta. Cuando nuestras miradas se cruzaron, ella tiró de la cinta de su vestido, dejándolo caer y quedándose desnuda.

Empecé a levantar la camiseta de Alba lentamente. Cuando llegué a sus pechos, dejó ver lo que ya se intuía, unos maravillosos melones. Paré unos segundos para admirarlos. Ella me miró a los ojos, la pausa le había provocado dudas. Yo sumergí mi cara en esos pechos y acabé de quitarle la camiseta.

Para igualar las condiciones, me quité mi camiseta y le susurré al oído que la deseaba, todo mientras miraba a Marisa tocarse.

Desabroché su sujetador y pude ver dos grandes pezones que no dudé en lamerlos. Ella gemía casi en susurros, apoyando sus manos sobre mis hombros.

De repente, se sobresaltó, poniéndose en pie.

-¡Marisa! -Se daba cuenta ahora de lo ocurrido.

Como si la hubiese llamado, Marisa se acercó, moviendo sus caderas desnudas.

-Aqui estoy.

Alba se sorprendió tanto que se tapaba los pechos como podía, sin decir nada.

Marisa se sentó a mi lado y me comió la boca mientras desabrochaba mi pantalón.

-Tranquila cariño, esta noche te lo dejo, pero por lo menos déjame mirar. -Marisa se rió, pero Alba seguía inmóvil, así que esta se levantó, le separó las manos y la puso delante mío. Marisa le pegó una palmada en el culo, ella se sobresaltó, al no haber respuesta de Alba, sacó mi polla fuera.

-Va, no te lo pienses.

Viendo que a Alba le gustaba ir lento, me levanté y la atraje a mi, mi polla dura reposaba en su vientre mientras que sos pezones se clavaban sobre mi. La besaba mientras acariciaba su culo, ella empezó a soltarse de nuevo. Al ver aquello, Marisa se relajó, sentándose abierta de piernas.

Aproveché y senté a Alba al lado de Marisa. Me deshice de sus apretados pantalones como pude y me lancé a mordisquear esos grandes muslos. Marisa le sujetaba una pierna mientras le decía lo que iba a disfrutar al oído. Primero pasé un dedo por su rosado coñito para comprobar que estaba mojado. Luego me sumergí entre sus piernas y empecé con pequeños lametazos.

Alba respiraba fuertemente, se la notaba delicada. Marisa, a su lado, todo lo contrario; se masturbaba mientras nos miraba.

Cambié mi lengua por mis dedos y la besé, en cuanto miré a Marisa, apartó sus manos de su tesoro, así que la besé a ella también y metí mi otra mano entre sus piernas. Mis dedos estaban dentro de las dos, pero con Marisa mantenía un ritmo muy elevado. Alba se dió cuenta y en voz baja dijo:

-Más rápido... -Su cara parecía mostrar vergüenza

Los gritos de Marisa llenaban la sala. Cuando se corrió fue un espectáculo para Alba.

-Quiero ver cómo esta guarra te la chupa. -Marisa estaba muy caliente y se le notaba

Me hizo sentarme y puso a Alba de rodillas. Su lengua recorría mi polla con dulzura, verla allí era increíble. Sus ojos no se levantaban, parecía concentrada.

-Nunca lo has hecho, ¿verdad? -Marisa se daba cuenta también de la inexperiencia de Alba

-No... -Alba estaba cabizbaja

-Dilo... ¡DILO!

-¡Nunca me he comido una polla!

-Bien, pues yo te enseño. -La sonrisa de Marisa me ponía a mil, manejaba a Alba cómo quería, y eso le gustaba.

Marisa empezó una mamada muy bruta, entrando hasta su garganta desde el principio. Los músculos de su cuello me la presionaban cuando estaba dentro de ella. Era brutal.

La cara de Alba era de excitación al fin. Miraba con admiración los movimientos de Marisa.

-Te toca -Marisa se la sacó de la boca, cogiendo aire

Alba se la metió en la boca, antes de nada, Marisa le hizo esconder los dientes. La mano de la ahora profesora marcaba el ritmo sobre la cabeza de la alumna, suave al principio. Marisa se chupó dos dedos y los llevó al coñito de Alba, que gemía a medida que Marisa aumentaba el ritmo, hasta que hundió la cabeza de la inexperta hasta mi pelvis, dejándome entrar hasta la garganta. La arcada de Alba me inundó de placer.

Marisa buscó la boca de Alba, pero esta le retiró la cara, así que la azotó un par de veces, después de eso se dejó besar.

Marisa se levantó y nos llevó de la mano a su habitación, sacó lubricante de un cajón y me lo dió, poniéndose a cuatro patas.

-Y ahora tu me vas a comer el coño mientras este me folla el culo. -Marisa no mostraba delicadeza con Alba, que no apartaba la mirada de mi polla al ver como la embadurnaba. Siguió las indicaciones de Marisa y se tumbó debajo de ella.

Estaba tan caliente que empecé a taladrar a Marisa sin previo aviso. Mis sacudidas eran fuertes y encima ella las acompañaba con un increíble movimiento de cadera.

-¡Saca más la lengua, zorrita, quiero notarla dentro!

Llevé las manos de Alba al culo de Marisa, para que le fuese más fácil agarrarse. Agarré a Marisa del pelo y llevé mi mano derecha al coño de Alba.

Marisa era todo un espectáculo, me hacía disfrutar solo con verla. No tardó en correrse de manera exagerada. Cuando se levantó, pude ver cómo Alba tenía la cara y el pecho empapados en el flujo de la zorra de Marisa.

Senté a Alba en el borde de la cama y empecé a besarla para luego recoger todo el néctar de su cuerpo, deteniéndome en sus pezones, Marisa no tardó en hacer lo mismo con su otro pecho. Cuando fui a llevar la mano entre sus piernas, me encontré la de Marisa.

-Ya estás mojada como para que te folle a ti. Disfruta.

-Esperad, condones.

Marisa volvió a uno de los cajones y sacó uno que me puso ella misma.

-Tu te lo pierdes, es mejor notarla entera.

Empecé a penetrarla con cuidado, estaba bastante apretada. Se lo hacía suave y lento. Marisa se ocupó de los pechos de Alba de nuevo, ya no tenían problemas para fundirse en largos y apasionados besos.

En cuanto empecé a acelerar un poco el ritmo, Alba chilló por primera vez en toda la moche, se corrió arqueando la espalda de forma exagerada. Marisa se puso a reír y aplaudir. Tumbandome sobre la cama. Me quité el preservativo, esperando lo que llegaba ahora.

Cogió los pechos de Alba y los llenó de lubricante, la situó entre mis piernas y Marisa usó las tetas de su alumna para hacerme una paja cubana. Aún con el placer que me provocaba, me di cuenta del complejo real de Marisa.

-Marisa, cómeme la polla como tú sabes.

Al escuchar aquello, soltó esas grandes ubres y agarró mi polla, pero en vez de hacer lo que decía, la compartió con Alba, prometiendo que podría acabar en su boca.

Sus lenguas recorrian cada centímetro de mástil, de vez en cuando se besaban con mi pene enmedio. Cerca de correrme, avisé a Marisa, que empezó una mamada en solitario, esta vez era Alba la que azotaba a la zorrita.

Me corrí llenando su boca, pero en vez de tragárselo, lo escupió sobre los pechos de Alba para luego recogerlo con su lengua.

Ellas se fueron a limpiarse al lavabo mientras yo recuperaba el aire en la cama. Cuando volvieron fui a asearme y al volver vi a una en cada extremo de la cama, tumbandome en el centro. Nuestras manos recorrieron nuestros cuerpos hasta que nos quedamos dormidos.