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Por favor, fóllate a mi madre

en Sexo con maduras

A la mañana siguiente ayudé a Vanessa a llevar todas las maletas al coche. Me dio una copia de las llaves para que las usase como quisiese mientras ella estaba fuera, pero también para que abriese la puerta el lunes a una compañía que le hacía la mudanza. Nos despedimos con un discreto beso y se fue.

Volví a mi piso y me tumbé en la cama sin saber muy bien qué hacer. Miré el móvil y entre los mensajes, Marisa me había contestado, pero en aquel momento no me apetecía hablar con ella.

El lunes estaba decidido a continuar con mi vida y cumplir la promesa que le había hecho a Núria, pero en el trabajo me movieron al viejo almacén y no pude acercarme a ella. Parecía que ese día no era el mío.

Mientras iba a la universidad en el bus, recibí un nuevo mensaje de Marisa. Se me había olvidado contestarle, pero este mensaje me llenó de curiosidad.

Marisa: Son ciertos los nuevos rumores? Así normal que no me contestes!

Yo: Rumores? Qué dices?

M: Hombre, hoy ya tienes las manos libres? Jajajaja

Y: No te entiendo

Marisa no contestó más, así que me dio tiempo a llegar al comedor de la universidad y empezar a comer, cuando los mensajes empezaron de nuevo.

M: Disimula… Yo aquí a dos velas y tú con una milf, que me tenga que enterar por los cuchicheos me ha dolido

Empecé a sospechar que todo era por Vanessa, pero aun así no le di importancia, pensando que Marisa me vacilaba.

Y: De dónde has sacado eso?

M: Estando en un gimnasio lleno de maduras, las noticias vuelan, además saben que nos conocemos

Y: Se habrán equivocado, no conozco a tanta gente ahí, si ya apenas voy

M: Ahora me dirás que es mentira que te estás tirando a una madura

Y: Estás celosa? Jajaja

M: Pues sí. Después de ver tu mensaje, pensaba que me ibas a follar a mí, no a una cincuentona cachonda

Y: Si quieres te recompensaré

M: Pásate esta semana por el gimnasio y hablamos de un masaje especial, si no difícil que cojo dos semanas de vacaciones

Y: Lo hablamos

Yo ya tenía pensado ahogar mis penas con Marisa, pero al llegar a clase fue como una jarra de agua fría. Llegaba un puente festivo, así que nos llenaron de trabajos y exámenes, por lo que me fue imposible ir al gimnasio con Marisa. En el trabajo la misma mala suerte, a la semana siguiente me devolvieron a la nave, pero Núria ahora estaba de nuevo en el viejo almacén porque finalmente reformaban los despachos. Un caos.

Todo pasó sin pena ni gloria hasta el jueves, cuando recibí un mensaje de un compañero del colegio que hacía años que no veía, no habíamos ido al mismo instituto, pero habíamos quedado algunas veces. Me dijo de quedar para tomar algo, así que acepté.

Me reuní con Luis, que así se llamaba mi amigo. Fue todo una charla muy normal, contándonos cosas sobre nuestras vidas desde que no nos veíamos y recordando viejas anécdotas. Luis me propuso ir con él el puente a una pequeña casa que tenía su familia. Había adelantado todos los trabajos, así que acepté. Quedamos para salir el viernes tarde hacia allí en su coche.

Me reuní con él y me dijo que al final teníamos una acompañante; su madre. Sofía era una mujer de 48 años, rubia, con unas tetas en la media y un culo y unas piernas increíbles, se notaba que le gustaba hacer ejercicio, aun así tenía unos kilitos que la hacían estar muy apetecible. Realmente no había tenido mucha relación con ella de pequeño y prácticamente no la recordaba, ella siempre trabajaba y no acompañaba a Luis a la escuela.

Lo primero que hizo Sofía fue repasarme con la mirada de arriba abajo sin ningún disimulo. Me cogió por sorpresa aquello, así que sin saber qué hacer me senté en uno de los asientos traseros del coche. El coche era bastante pequeño y el maletero también. Durante todo el viaje notaba cómo Sofía me miraba a través del espejo, lo que me hacía sentirme incómodo al estar mi amigo allí.

Llegamos a la casa tras unas tres horas de viaje. Sofía fue a abrir las puertas mientras mi amigo y yo descargábamos las maletas. Pude ver cómo Sofía movía su culo y entonces sí me quedé mirando cómo sus apretados tejanos le marcaban esa increíble figura.

-          ¿Te gusta? – Me preguntó mi amigo

-          Sí, una casa muy bonita – Dije para salir del paso

La casa tenía dos pisos, abajo estaba la cocina, el comedor, la sala de estar y un lavabo. Arriba había 3 habitaciones, siendo la más grande la situada en el centro, que tenía lavabo propio, el otro lavabo del piso estaba junto a una de las habitaciones.

Luis me dijo cuál era la habitación de invitados, la más alejada del baño. La de su madre era la central y la suya la del otro extremo. Deshice lo poco que llevaba en la maleta y lo distribuí, bajando al comedor, dónde Luis ya estaba poniendo la mesa para cenar, así que le ayudé.

Al entrar a la cocina, Sofía llevaba puesto un vestido corto y el delantal encima, dejándome ver sus increíbles piernas e intuir de nuevo su culo. Ella se rió al notar dónde se dirigía mi mirada.

Durante la cena me tocó sentarme al lado de ella. Todo seguía el guión de una conversación normal, hasta que se tocó el tema de las parejas. De repente, Luis empezó a decir que seguramente yo seguía soltero, que era muy ligón y que seguro que las traía a todas locas con mi “herramienta”. Me pilló por sorpresa y me enfadé con él. Hacía mucho que no nos veíamos y no conocía nada de esa faceta mía. Atajé el tema como pude, pero noté como Sofía miró de reojo mi paquete. Acabamos el primer plato y Sofía se levantó a por el segundo, así que aproveché para echarle la bronca a Luis.

-          Tío, ¿de qué vas? ¿A qué viene todo esto delante de tu madre?

-          ¿Qué más te da?

-          Menudo gilipollas, ¿Qué te has creído? – Me levanté y me dirigí a las escaleras, pero me siguió

-          ¿Qué te pasa? Si escuchando todo lo que se dice por ahí, mejor para ti.

-          ¿De qué hablas?

-          Todo el mundo sabe que te gustan las maduras y yo te he puesto a mi madre en bandeja. No me dirás que no está buena.

-          Mira, paso de rollos raros, me vuelvo a mi casa. – Estaba enfadado y no entendía nada, me di la vuelta pero Luis me cogió del brazo.

-                                 Julio, por favor, fóllate a mi madre. – Sus palabras me dejaron helado, no supe reaccionar. – Verás, está saliendo ahora con un gilipollas, así que he pensado que como a ti te ponen tanto, podrías quitarle esa idea con un polvazo…

-          Esto es muy raro, no quiero líos – Me empezaba a gustar la propuesta, pero me hice el difícil.

-          No son líos, joder, está buenísima y ya has visto cómo te mira, si quieres…

-          ¿Chicos? Ya está el segundo

Volvimos a la mesa. Me senté junto a ella y me propuse ir a por todas tal y como él quería, así que busqué el contacto de nuestras piernas y ella no las apartó. Luis tenía razón, su madre también lo buscaba, y lo supe en cuanto puso su pierna encima de la mía, quedándose abierta y dejándome ver su coño depilado y con una línea de vello. Mi bulto empezó a crecer en mi pantalón mientras que la pierna de Sofía jugaba con él por encima de la tela. Con mi mano empecé a acariciar su muslo mientras su hijo mantenía una conversación que poco nos importaba. En cuanto tuvo oportunidad, Sofía se levantó a por el postre, yo fui tras ella para “ayudarle”. Antes de entrar a la cocina, Luis me llamó por mi nombre, pero lo ignoré.

La madre de mi amigo se apoyó con las manos en la encimera  y levantó su corto vestido, dejándome ver su culo en todo su esplendor.

-          Tengo que preparar los postres, pero el tuyo está aquí servido.

Entendí perfectamente el mensaje y me arrodillé tras ella, repasando con mi lengua cada milímetro de su coño, bien empapado en su néctar por la excitación. Mientras yo continuaba con mi trabajo, Sofía tarareaba como si fuese un día cualquiera preparando el postre, con gemidos que incorporaba a la misma canción.

Esa misma actitud fue la que me puso cachondo. Su hijo estaba a escasos metros mientras yo le comía el coño y ella tan tranquila. Seguramente no era la primera vez que pasaba, y cabía la posibilidad de que Luis estuviese mirando, así que decidí dar buen espectáculo a madre e hijo.

Mi lengua amplió su recorrido, llegando a rozar su ano. Ella lo agradeció aumentando el ritmo de la canción, así que pasé a tantear con mi dedo índice su culo maduro. Lo empapé bien con sus flujos y mi saliva y lo introduje lentamente por su agujero, ofreciendo más bien poca resistencia, así que proseguí introduciendo mi dedo mientras lo giraba en su interior. Sin previo aviso recibí una descarga de fluidos en mi boca. Entre la sorpresa y la cantidad, resbalaron de mi boca, cayendo por mi cuello y manchándome la camiseta.

Sofía me dio un par de ligeros toques en la cabeza mientras se reía. “A la mesa que esto ya está, mi niño”. Obedecí y volvimos al comedor ante la atenta mirada de Luis, visiblemente nervioso.

-          Perdona hijo, que hemos tenido un pequeño accidente. – Sofía cogió una servilleta y me secó su néctar. No sabía si era un juego suyo o ella realmente se creía que su hijo no sabía lo que había pasado, pero igualmente me excitaba.

Cenamos con más silencio del que había antes del postre, y Sofía subió nada más recoger con la excusa de que estaba cansada, pero guiñándome un ojo. Recogimos la mesa y hasta que su madre no se fue, Luis no me dijo nada.

-          Oye Julio…

-          ¿Te echas atrás Luis? Pues un poco tarde.

-          ¿Tarde?

-          No me seas tonto, ya lo sabes.

-          Joder, da igual, lo que te iba a decir…

-          No Luis, que ya me da igual, querías que me la follase y eso voy a hacer, pero por la mirada que me echas desde que salimos de la cocina, seguro que preferías haberlo hecho tú. – Luis se quedó callado, sin saber qué decir, así que me fui y empecé a subir las escaleras. A media altura, por fin supo qué decir.

-          Gilipollas, sólo te iba a decir que si querías condones.

Subí sin hacerle más caso, me preparé un poco y salí al pasillo. Estaba todo en silencio y la puerta de Luis cerrada. Entré a la habitación de Sofía, que me esperaba sentada en el borde de la cama dándose crema en los brazos y todavía con el pequeño vestido puesto.

-          Hombre, por fin llega mi postre del servicio de habitaciones.

Paré delante de ella y aparté su pelo para verla bien. Ella levantó la cabeza para mirarme a los ojos mientras acababa con la crema. Puso el bote sobre la mesita de noche y empezó a bajarme el pantalón poco a poco, atenta ahora al  bulto que estaba por salir. Se preparó con la lengua fuera y en cuanto mi polla se liberó como un resorte, la atrapó al vuelo.

Con una mano masajeaba mis testículos mientras con la otra empezó a subir su vestido, todo esto mientras engullía mi polla con facilidad. Le ayudé a quitarse el último tramo del vestido, teniendo por fin la vista completa de su cuerpo desnudo, destacando unos pezones rosados y bien erectos, a los que les dediqué un suave pellizco.

Me tumbé en la cama y abrí las piernas, ella se tumbó a la altura de mi pene y continuó con la mamada. Subía y bajaba la lengua sobre mi tronco, hasta que paró un momento con la polla en su boca para apartar el pelo de su cara, aguantando mi glande con su moflete. Me miró nuevamente a los ojos y dio varios golpes rápidos en su mejilla, llegando la vibración a mi capullo. Se la sacó de la boca y se quitó un hilo de baba que hacía de puente entre sus labios y mi pene mientras se reía.

La madre de mi amigo se puso en pompa y pasé a devorar su ojete, apartando bien sus nalgas con mis manos. Mientras tanto, sus dedos mantenían ocupado su coño, chocando a veces con mi barbilla y clavándome las uñas. Nuevamente se giró y abrió las piernas, así que continué ocupándome de sus agujeros con mi lengua mientras ella no paraba de decir “Sigue mi niño, sigue”.

Tenía una erección increíble, así que en la misma posición me acerqué a ella y la penetré, ella dejó caer su cabeza y cerró los ojos mientras introducía cada centímetro de mi polla, ladeó su cuerpo, apoyando uno de sus pies sobre mi hombro y continué la penetración. Sus ojos volvían a estar clavados en los míos, ella sonreía y gemía mientras yo aumentaba el ritmo, haciendo que sus tetas botasen con gran fuerza. Me cogió una mano y empezó a lamer mi dedo como si fuese de nuevo mi pene, dándome pequeños mordiscos. Con el dedo bien empapado en su saliva, lo introduje en su ano preparándolo, pero ella me dijo:

-          Hoy no, pero si me dejas, mañana te lo preparo para que me lo folles.

Asentí con la cabeza y le di la vuelta, poniéndola de rodillas, ella inclinó hacia atrás sus brazos y su espalda. Su culo era increíble y quería que fuese mío, pero le hice caso, así que pasé mi polla por su coño y tirando de sus brazos hacia atrás volví a follármela. Ella acompañaba mis embestidas moviendo su culo arriba y abajo. “Más mi niño, más”, Sofía me incitaba a aumentar la velocidad, hasta que no pudo contenerse y soltó un grito de placer muy agudo. De repente se refugió en sí misma, hundiendo la cabeza entre las sábanas y sus brazos. Durante unos segundos bajé el ritmo y vi como ella miraba hacia la pared que daba al cuarto de su hijo, totalmente colorada.

Me puse de pie ante ella, haciendo que su vista con la pared se cortase.

-          Tranquila, seguro que tu hijo está dormido – Dije sin creérmelo

Se quedó pensativa unos segundos, convenciéndose a sí misma. Realmente trataba a su hijo como a un niño. Se levantó y me dio un beso “Seguro que tienes razón”.

Apoyé a Sofía en la pared que daba a la habitación de su hijo, sabía que estaba despierto y quería que escuchase a su madre gemir, así que le dije a Sofía que por la hora que era, ya podía gemir sin problema que no lo iba a despertar.

Ensalivé mis dedos y los pasé por su coño, preparando mi polla en la entrada, me faltaba muy poco y la excitación de follarme a la madre de mi amigo junto a su pared no ayudaba.

Volví a la carga, alternando rápidas y suaves embestidas que rebotaban en el culo de Sofía, quien me empujó un poco para poder apoyar bien sus manos en la pared mientras me la follaba. Ella me había hecho caso y ahora gemía más “Sí mi niño, fuerte mi niño”. No aguanté más y no me dio tiempo ni de avisar a Sofía, sólo pude sacarme la polla y correrme sobre su espalda “Dáselo a mami cariño” decía mientras movía su culo y yo sacudía mi polla para exprimir hasta la última gota.

Cuando acabé le di un azote, ella se giró y me besó, diciendo que me podía quedar a dormir en su cama, que ella se iba a dar una ducha. Estaba muy cansado, así que en cuanto me tumbé me quedé dormido.

Continuará.