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Despertando con Alba y Marisa

en Hetero: General

Los gemidos de Alba me despertaron, cuando abrí los ojos pude ver cómo Marisa devoraba el coño de su amiga. Al notar movimiento, ambas me miraron.

-Buenos días -Alba sonrió y me cogió la polla, dura por la erección mañanera. Los ojos de Marisa se clavaron en mi mientras su lengua no paraba de dar placer.

Besé a Alba, me puse en pie y dí un azote a Marisa. Me fui al lavabo, oriné y me limpié un poco. Todavía no podía creer la suerte que estaba teniendo.

De vuelta a la habitación, no cambiaba nada, solo que ahora Alba se atrevía a gemir más fuerte mientras me miraba.

Me puse detrás de Marisa y empecé a devorarla. Introduje mi pulgar en su coñito y una vez empapado, lo introduje en su ano.

-Jul... Julio... Deja que os tenga a los dos.

-¿Que? -Me incorporé un poco, sin dejar el culo de Marisa

-Los dos para mi...

-No te entiendo. -Realmente no la entendía

-¡Que me comáis el coño los dos a la vez, joder! -Su respuesta nos sorprendió a Marisa y a mi, mi polla dió un respingo al oírlo, mientras que Marisa se rió sin querer

Metí dos dedos en la raja de Marisa sin dejar de introducir mi pulgar. Al ponerme junto a ella, la besé con pasión. El sabor de Alba en la boca de Marisa sabía a gloria. Ella sonrió y pasó su lengua sobre mis labios.

Nos pusimos a trabajar en la zorrita, yo metía mi lengua mientras Marisa había atrapado su clítoris con sus labios. Marisa se alternaba, metiendo su lengua junto a la mía, jugando los dos dentro de Alba.

Marisa no parecía la misma que las otras veces, sus movimientos eran suaves, pero esa mujer derrochaba placer de cualquier manera.

Alba se corrió una de las veces que tenía nuestras lenguas tocándose. Marisa y yo nos fundimos en un beso muy caliente, compartiendo el flujo de Alba. Como si estuviese coreografiado, Marisa y yo empezamos a recorrer el cuerpo de Alba poco a poco, besándola y lamiendola. Ambos nos detuvimos en sus grandes pechos y acabamos en su boca, jugando las tres lenguas.

Tras unos minutos en los que nuestras manos y labios sustituían las palabras, Marisa rompió el silencio.

-Hay que repetir.

Alba se incorporó, buscando el reloj de la mesita. Al ver la hora se levantó diciendo que se tenía que ir, cogió su ropa y se fue al lavabo.

Marisa se dió la vuelta, tumbándose boca abajo. Su culo era increíble, no me cansaba de mirarlo. Por muy tentador que fuese, la giré y me puse de pie en la cama, observándola. Ella me sonreía con un dedo en la boca.

-Estás muy buena.

Me puse sobre ella y me lancé a su boca. Mi polla chocaba contra su abdomen y empecé a moverme, de manera que el líquido preseminal caía sobre ella y me ayudaba a patinar sobre su suave piel.

Bajé a sus pezones que absorbía y mordía. Cuando uno estaba dentro de mi boca, del otro se encargaban mis dedos.

-Y... ¿Que te gusta más de mí?

Sabía que la respuesta que ella esperaba era evidente, muchos habrían dicho su culo, pero realmente no era así.

-Todo. Toda tu. Desde tus ojos, esa boca... espectacular, estos pezones deliciosos, ese coñito insaciable y si... Lo coronas con un culo increíble.

Mi respuesta pareció ser la correcta, pues su cara cambió y cogiéndome fuerte de la cabeza me dijo:

- FÓ-LLA-ME

Me levanté y tiré de ella hasta el borde de la cama. Se abrió de piernas en 180°. Sus dedos recogieron el líquido preseminal de su abdomen y lo llevó hasta su boca.

Creía que por como se había desarrollado la mañana, le gustaría ir suave, pero en cuanto mis lentas embestidas se repitieron un par de veces, me pidió aumentar el ritmo. Marisa volvía a ser la misma, chillando de forma exagerada.

En cuanto Alba entró de nuevo por la puerta, ya vestida y peinada, Marisa se puso a cuatro patas, se irguió quedándose de rodillas y se fundieron en un increíble beso de despedida mientras yo no paraba de bomberla.

Alba se acercó a mí y me plantó un morreo igual de caliente.

-Dale muy duro de mi parte -Me azotó dos veces en el culo y se fue hacia la puerta, antes de salir, se giró, mirándonos mientras se mordía el labio -Que cabrones, como me tentais.

En cuanto la puerta de la calle se cerró, Marisa dijo:

-Habrá que ducharse.

Acto seguido se levantó, moviendo exageradamente su culo mientras con su dedo me pedía que la siguiera.

Mientras ella encendía la ducha, la cogí de las cadera y empecé a penetrar su culo.

-Pues para gustarte todo, parece que tienes una fijación en este pequeño. -Su risa se fundía con sus gemidos.

Paramos para entrar a la ducha sin resbalarnos.

-Si me haces dedos mientras me taladras, me corro. Y te haré algo especial.

Sin pensármelo dos veces, le hice caso. El agua caía sobre su espalda, llegando a su culo, donde rebotaba por mis embestidas. Marisa tenía razón y no tardó en correrse. Descolgó uno de los chorros móviles y me puso bajo el chorro principal, se agachó delante de mi dura verga y dirigió el agua a su boca, entregándome el aparato.

Cuando empezó la mamada, tuve que apoyarme con la mano libre en la pared. Aquello era increíble, el agua llenaba la boca de Marisa y los chorros golpeaban en mi dura polla. Ella tuvo que apartarse dos veces para respirar, cuando volvió la última vez a introducirsela en la boca, me corrí. Fue tan espectacular que perdí las fuerzas por unos segundos, tuve que sentarme en el suelo de la ducha.

Ella se enjuagó un poco, dejando que el agua resbalase por su cuerpo para caer sobre el mío.

Nos duchamos tranquilamente y nos vestimos. Antes de irme, nos fundimos en otro beso que por poco acaba de nuevo en su cama.