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Probando a la novia de mi amigo: Elena

en Hetero: Infidelidad

Durante el verano obtuve dos trabajos, así que por la dificultad de los horarios y el cansancio, las visitas a Marisa y Alba fueron escasas y limitadas en el tiempo. Cuando me quise dar cuenta, ya era Septiembre y me tocaba empezar la universidad de nuevo.

Uno de los días de clase, Sergio se sentó a mi lado. Sergio era un compañero que se sacaba la carrera en el doble de tiempo por falta de tiempo, era majo hasta que hablaba demasiado, entonces empezaba a ser un capullo.

Normalmente nos sentábamos todos los chicos juntos, así que cuando Sergio preguntó si alguien tenía algo que hacer el sábado, dije que no y que me apuntaba a lo que fuese, pensando que íbamos a quedar y salir por ahí, pero para mi sorpresa, todos los demás estaban ocupados.

Acababa de caer en la trampa de Sergio, puesto que él no quería quedar a tomar algo, si no que le ayudasen en una mudanza.

Empezó a contar entonces que su novia y él se tomaban un tiempo, que él creía que era lesbiana y que se separarían un tiempo. Pillado por los huevos y aún intentando poner excusas, ya era demasiado tarde, me tocaba ir.

El sábado hablé para quedar con Sergio y para mi sorpresa, el muy asqueroso nos dejaba todo el trabajo a mi y a su novia. Fui a la dirección de mala gana y piqué a la puerta, cuando se abrió, ví a una mujer de 27 años vestida con unas gafas, un top que apenas podía tapar unos grandes pechos y unos short. Me puse cachondo pensando lo que podría pasar esa tarde, pero se me pasó en cuanto abrió la boca:

-¿Tu eres el amigo del imbécil? Si eres un niño -Dejó la puerta abierta y se dió la vuelta, entrando hacia las habitaciones, observé su culo y no estaba nada mal.

Pasé la tarde moviendo cajas, por lo visto quien se iba era ella. Deduje su nombre por las mismas cajas que movía; Elena. Si yo me quejaba de Sergio, Elena no se quedaba atrás, cuando me hablaba no era más que para darme órdenes y hablar creyéndose superior. Yo me entretenía rebuscando entre las cajas mientras no miraba, al agacharme una de las veces, encontré unas bragas usadas y me las guardé en el bolsillo. Elena era una estúpida, si, pero me la ponía bastante dura, así que por lo menos una paja caería y ya tenía material.

A partir de ese momento estaba menos disgustado, aún así seguía molesto. Estaba transportando una caja de plástico cuando me distraje mirando las tetas de Elena bajo el top, por lo que me tropecé y se cayó la caja. Cuando se abrió, cayeron un montón de consoladores y otros juguetes sexuales.

-¿Pero que haces, subnormal?

Yo ya estaba harto de ella y de su novio, así que sin pensármelo dije:

-Pues para ser lesbiana si que te gustan las pollas -Me agaché mientras recogía las cosas, me quedé mirando unas esposas

-Puto crío, ¿qué te has creído? No soy lesbiana, gilipollas.

-Pues tu novio no dice lo mismo.

-Si tu amigo no tuviese una polla tan pequeña, no tendría que usar estas "cosas de lesbiana"

Me sorprendí con la facilidad con la que había explotado, debía estar también harta de él.

-Perdona, no sabía que el inútil ese no supiese ni follar.

Elena me miró incrédula, pero pronto volvió al tono de superioridad que solía usar:

-Qué sabrás tú de follar, niñato.

Recogí todo mientras ella se quejaba por las demás habitaciones, dejé las esposas sobre la caja de plástico; sabiendo que Sergio no sabía satisfacerla, siempre había una pequeña posibilidad.

Había acabado de recogerlo todo y me encontré a Elena haciendo la cama, con el culo en pompa. Volví corriendo y en silencio a la entrada y cogí las esposas, cuando volví le di una cachetada en el culo a Elena. Esta se giró llamándome de todo, pero cuando se fijó en las esposas de mi mano, cambió completamente, se quitó el top, liberando esas enormes tetas y me tumbó sobre la cama, esposandome al cabecero.

Me sorprendí por lo fácil que había sido, demasiado fácil.

Una vez atado, Elena se volvió a vestir y cogió su teléfono móvil, yo estaba desconcertado.

-¿Ahora qué? Menudo gilipollas eres. No has follado en tu vida y te crees que cualquiera cae ante ti. Lamentable. -Me hizo fotos

-Puta. ¿Qué coño haces? -Yo no sabía que hacer

-Si se lo envío a tu gran amiguito, ¿crees que te matará?

-Eres una guarra. Si ese gilipollas no sabe ni follarte, menos va a poder hacerme nada. -Elena se rió

-Claro, tu lo harías mucho mejor.

-A mi nunca me han pedido una polla de plástico, también es verdad que ninguna era tan PUTA.

Elena se acercó a mí y me soltó un bofetón. Salió del cuarto y me asusté, pensando que se iría, pero volvió con unos cuantos juguetes. Se quitó los shorts y se abrió de piernas delante de mi, sobre la cama.

-¿Me follarías tu mejor que esto? -Cogió un dildo lila y empezó a masturbarse. Su coñito se lo tragaba sin dificultad.

Yo disfrutaba del espectáculo sin decir nada mientras en mis pantalones mi pene crecía. Ella no paraba de mirarme a los ojos. Cuando se fijó en mi bulto, la sacó del pantalón con fuerza y la comparó con su juguete.

-No está mal, es más o menos como mi colorido amante...

-Si quieres que te folle, sueltame. -Ella volvió a reírse

-No lo has entendido, te voy a follar yo.

Elena se sentó sobre mi polla y empezó a cabalgarme, cuando intentaba besarla o moverme de cualquier manera, me golpeaba. No tardó mucho en correrse. Yo sonreía como si fuese mérito mío.

-No te lo creas, imbécil. Soy bastante fácil y la necesidad hace mucho. -Con la follada, sus bragas se habían salido de mi bolsillo, cuando las vio, me miró y las repasó por su coño para ponérmelas en la boca, mandándome callar -Pervertido.

Cogió un Plug Anal, le hizo una mamada mirándome a los ojos y se lo introdujo por el ano. Se quitó el top y empezó a masturbarse de nuevo , esta vez dándome una amplia visión de su culo. Estaba harto de no poder participar, así que escupí sus bragas.

-Te follaría mejor con mis dedos. Sueltame.

Elena volvió a reírse. Esas carcajadas me empezaban a poner cada vez más cachondo. En cuanto me soltó me las arreglé para atarle en la misma posición que yo habia estado, de nuevo, demasiado fácil.

Mis dedos empezaron a inundar su cavidad mientras mi boca se encargaba de unos pechos enormes. De nuevo volvió a correrse.

-Te he dicho que soy fácil.

Usé esos mismos dedos empapados para follarme su boca. Me di cuenta que le cabía mi mano entera. La agarré de los pechos y coloqué mi verga entre ellos. Ambos escupimos casi a la vez y ella volvió a reírse. Escucharla de nuevo hizo que me encendiese y empecé a moverme.

A punto de correrme, la solté y busqué su juguete, follando su coño con él para luego dejarlo dentro. Me puse de pie y ella automáticamente abrió la boca, sacando la lengua. Me follé su garganta con desesperación. Saber que todos sus agujeros estaban llenos en aquel momento me excitaba. Por las fuertes sacudidas, sus gafas cayeron sobre la cama.

La solté y la puse a cuatro patas, le quité ambos juguetes y la embestía por detrás. La tumbé sobre la cama y le puse las gafas, corriendome sobre su cara. Me tumbé para recuperar el aliento.

-He pensado que ahora lo haremos sobre su almohada, que cuando llore por mi se coma lo que yo me he comido.

Elena se secó mi leche con la almohada y se sentó en mi cara, me lanzó el plug anal que yo introduje y empezó a jugar con mi polla mientras yo hacía lo propio con su culo.

Cuando se me puso dura empezamos un 69. Cuando ambos nos corrimos casi a la par, ella me secó la cara con la almohada e hizo lo mismo con su boca llena de mi semen, mi polla y su coñito.

Me vestí y bajamos las cosas a su coche. Yo esperaba una mejor despedida, pero ella me dejó claro que no iba a volver a pasar nada, así que me volví a casa pasando el día mejor de lo que había planeado.