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Me gusta salir con mi marido... y con otros.

en Trios

Hacía tiempo que no salía con mi marido. Entre  trabajo, actividades, los hijos, etc., había hecho que la agenda se llenara de tareas que nos habían impedido salir como pareja.

Esa noche había un concierto de un conocido grupo y pensé que seria una buena ocasión para ir con  él. Siempre se frustraban los planes a última hora y esperaba que esa noche no ocurriera; le llamé y dijo que sí.

Esa tarde invertí tiempo en mi misma.  Fui al centro comercial  y entré al salón a cortarme el pelo y retocar mis uñas. Pasé por un café y encontré al profesor Roberto, un maestro de preparatoria de nuestra hija que años atras la apoyó en su etapa de rebeldia. Nos reconocimos, me saludó y halagó; yo me apené un poco pero decídí que dejaria mi rigidez con los conocidos y le coqueteé un poco; total, tenia dos años de no verlo y tal vez no lo haria nunca.  El profesor era unos años mayor que yo, con ese encanto de los maduros, pero jamás hubo algo más entre ambos; ni coqueteos ni indirectas, tal vez admiración mutua.  Al despedirnos acerqué un poco mi boca a la suya; menos mejilla , mas comisura. Cuando se alejó me dió un revisón no tan disimulado y yo paré mas el culo.

Regresé a la casa y me dispuse a tomar una  siesta para estar fresca y radiante por la noche. Después de cenar me di un baño y me dispuse a vestirme sensual para mi marido pero tal vez mas para otros. Aquella noche estaba dispuesta a conseguir que más de uno se girara al verme.

Salí de casa con un mallón grueso o pantalon delgado, como gusten definirlo, de los que se estan usando, una  blusa escotada  con bra de media copa y botas negras de tacón dispuesta a todo.  Revisé el celular y leí el mensaje de mi marido donde me avisaba que llegaría un poco mas tarde, que nos encontraríamos dentro. En otro momento le hubiera esperado pero no tenia ganas de perderme el inicio de aquel concierto.

Aunque hacia frio, decidi dejar mi chaqueta en el auto y entrar mas descubierta.  El local normalmente es un lugar frecuentado para gente de nuestra edad, entre los 40 y 50, pero al entrar pude observar que habían grupos mas jóvenes de lo habitual.

El concierto empezó y decidí quedarme cerca de la entrada esperando que cuando llegara mi marido, me encontrara fácilmente. Las primeras canciones fueron sonando y poco a poco me fui introduciendo en su ritmo. El vocalista pedía a los espectadores de vez en cuando que entráramos en las canciones levantando las manos o gritando alguna parte de las mismas. Poco a poco me fui metiendo en la atmósfera del concierto.

Tan entusiasmada estaba por la música que me hacía vibrar que  no me percaté cuando me vi rodeada por un grupo de hombres jóvenes, que deberían rondar los 30. Vestían bien y me sentí admirada cuando el más cercano a mi, me dedicó una sonrisa muy atractiva, mientras me repasaba de arriba abajo y los demás lo imitaban.
Me sentí un poco avergonzada pues si lo hicieran en la calle con seguridad los miraria reprobándolos, pero estabamos en un concierto y me sentia sensual. Despues mi conciencia me traicionó  y estuve tentada de salir de ahí, pero me relajé y pensé: relájate y disfruta. ¿No me dice tu marido que no es celoso?

El siguiente tema musical fue subiendo de ritmo, y la gente íbamos juntándonos más y más. No me percaté del momento exacto, pero  sentí alguien detrás de mi. Me gire levemente y ví que era un joven que iba cada vez mas restregandose contra mi trasero.

La primera reacción fue quedarme quietecita al notarlo, pero la música no me dejaba estar quieta y él se comenzó a frotar como disimulando al ritmo de la música. Yo me resigné a sentir como el chico se estaba dando gusto con mis nalgas y a mi me agradaba la sensación.
Por un momento se me congeló la sangre cuando vi al profesor Roberto pasar cerca cuidando su vaso de bebida. La segunda sorpresa fue descubrir a mi marido  a unas pocas cabezas de mi, dos metros máximo, observándome directamente y sonriéndome con un vaso en la mano; no se cuanto tiempo llevaba allí. Le hice un leve gesto pues supongo  vió lo que estaba sucediendo.
El joven que seguía detrás mío, poco a poco iba apretándose más y más. Yo me estaba calentando con la situación, y mi marido seguía sonriéndome; era un trio en la distancia. Con la mirada busqué al profesor y ya no lo ví.
Me volví a meter en la música y vi que la canción pedía las manos en alto y la gente estaba con los brazos extendidos. Aproveché y  le dediqué mis manos alzadas a mi marido, mientras mi compañero trasero ya estaba bien pegado a mi e incluso ya me agarraba con una mano por la cintura.

Olvidé mi pena y gocé del momento. Si mi marido lo  estaba disfrutando de lo lindo,  no iba a detener al muchacho, ni a mi que ya estaba humedecida. Los toques de aquel tipo se hicieron más intensos y sentí su verga bien crecida entre mis nalgas; entonces comencé a moverme a ritmo con él.

Me agarró fuerte y noté como empujaba su miembro, mientras con una mano ya me estaba tocando toda una teta y  me apretó contra él. Yo queria su mano en mi piel,  se la tomé con rapidez y la coloque bajo mi blusa; no le costó trabajo encontrar mi pezon y apretujarlo.

Sus amigos cerraron un poco mas el círculo pues sentí manos por todas partes; yo estaba a punto de venirme. El que me tenia de la cintura  se recargó en mi hombro y suspiró; luego se relajó y me soltó; supuse que se habia venido.
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Otro quiso ponerse atras de mi pero vi a mi marido que ya no me veia y con empujones caminé hacia él.
– ¿Estás bien? -pregunté- Ya no me miras.  Me han dejado a medias, estoy muy mojada. –le dije en la oreja– ¿Vamos a coger a la casa?

-No –respondió tranquilo-, escuchemos el concierto.

— Estoy muy cachonda y si no salimos, regresaré a que me sigan metiendo mano; tal vez que me cojan.
–Regresa pues; yo me la estoy pasando muy bien.

Me separé otra vez y esta vez fui yo la que se metió en medio del grupo de hombres. Me puse delante de otro muy atractivo con su camisa blanca y me dediqué a bailar. La escena no tardó en repetirse: enseguida noté un miembro pegado a mi trasero; le estaba dando placer y él a mi. Esta vez fui un paso más adelante y al momento de notar su mano en mi cintura,  metí la mía en su pantalón. La gente estaba entusiasmada con el concierto y nadie se daba cuenta; nadie a excepción de mi marido que seguía allí sin perder detalle aunque no creo que viera nuestro juego bajo.

Noté una verga dura y grande en mi mano y la agarré con fuerza. El se apretó a mi y me besó el cuello, una de mis debilidades. Nos movíamos al ritmo en aquel apretado espacio y  me dediqué a masturbar a aquella dura verga que disfrutaba en mi mano, mientras él  jugaba con mi pezón.

El recreo duró poco. El hombre se acercó a mi oído y me susurró:

-No pares, me estoy viniendo.  Mi mano estaba rodeando la punta de su miembro y noté la descarga caliente en mi mano.

-Gracias, preciosa — escuché en mi oreja, mientras me daba un beso superficial  en mis labios y desaparecía.

Busqué pañuelos desechables en mi bolsa para limpiar mi mano y un poco de gel antibacterial; me acerqué otra vez a mi marido con una sonrisa y le volví a susurrar y exigir  al oído:

– Estoy más caliente; llévame afuera y cógeme; estoy muy mojada.

– Cuando acabe el concierto te haré lo que quieras; prometido.

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Yo tenia sed y su vaso estaba vacio. Quiso ir por bebida pero no lo dejé; fui a la barra y me encontré al profesor Roberto, quién al verme sonrió. No escuche nada de lo que dijo así que me acerqué; olia a alcohol.

– Vengo solo, ¿y tú? -dijo tuteandome; es la primera vez que lo hacia.
– Con unas amigas  -mentí-, pero ya las perdí.
Sonrió; me tomé el vaso de agua mineral y lo agarré de la mano.
– Ven, acompañame en lo que las ubico otra vez – le dije al oido.
El profesor Roberto nunca conoció a mi marido asi que bien podia estar a nuestro lado, como un extraño más. Pasé al lado de mi marido y le di un leve empujón y  nos siguió. Busqué un grupo de ambiente , de esos que se la pasan gritando y me situé a su lado. Me apretujé un poco mas e inicié el movimiento de cadera y hombros mientras Roberto se colocaba donde queria: en medio de mis nalgas.
Pasó media cancion y aun no sentia su bulto así que mientras todos estaban con las manos en alto, puse mi mano atras y para que no hubiera duda, le bajé el cierre hasta que se la encontré: estaba medio  crecida y de lado; la enderecé y comencé a masturbarlo.
Senti una mano en una teta izquierda y noté que era mi marido, convenientemente colocado a mi lado. Me guiñó un ojo y por perversidad con la otra mano lo toqué sobre el pantalon: la tenia dura.
La mano de mi marido descendió y entró bajo el mallón. Mi monte depilado lo recibió asi como un botón que estaba pidiendo a gritos ser masajeado. Su dedo comenzó a moverse en “u” y mi mente a perderse en la sensación. En ocasiones cuando estamos en la cama y vamos a dormir, mi mano busca su verga y lo masturbo durante horas; siento que aun dormida lo hago.  Pero no era la de mi marido la que tenia atras, sino la de un conocido; lo miré de reojo y él tenia los ojos cerrados. Yo me moría por chuparsela pero allí sería muy arriesgado.
Mi marido sabía lo que hacia pues llegué rápido al orgasmo; me sincronicé con el que tocaba la bateria pues cuando tocó con fueza un plato, exploté y me quedé quieta, apretandole la verga a Roberto.
Saqué la mano de mi marido de mi pantalon pues sabia que seguiria y necesitaba concentrame en darle placer a Roberto: así de puta soy con los que por vez primera toco o me tocan; me dedico a ellos, a que me descubran y a descubrirlos.
La verga de Roberto se puso mas dura y lo masturbé mas rápido hasta que senti un poco de seman en mis manos. Me detuve y me acerqué a su oreja.
– Mi boca es más cálida que mi mano; acompañame por mi abrigo a mi auto- le dije.
Salimos del apretujadero  y mi marido atras, siguiéndonos. El guardia del local nos puso un sello en la mano para poder regresar; caminamos entre los autos y miré que nadie aparte de mi esposo, nos siguiera; me agaché e inicié lo que según mi marido mejor hago: mamar. Roberto no aguantó mucho y se vino en mi boca mientras mi esposo recargado en un auto, fumaba y nos miraba.
-¿Regresamos al concierto? – le pregunté  al profesor-  aun limpiandome sus restos pues su venida fue abundante.
– No, yo me quedo pues parece que te esperan -dijo señalando a mi esposo, ¿todo bien con él?
– Muy bien; siempre me cuida. Yo lo amo.
Por eso me encantan los maduros; ven las cosas diferentes; un joven no habría sido tan observador y buscaria  defender un territorio que NO ES SUYO.
Nos dimos un gran beso de despedida, intercambiamos redes sociales  y regresé con mi marido; me abrazó y retornamos al concierto; aun disfrutamos cinco canciones y yo dos orgasmos con sus dedos. Cuando terminó quise montarmele a mi marido en el auto pero habia mucha gente,esta vez, mas atenta a su alrrededor.
Los dias siguientes mi esposo y yo  estuvimos cogiendo a todas horas, recordando lo sucedido (él más que yo). Mi marido se vino en mi boca las veces que quiso pues tiene mas deseo por mi boca que por mi vulva. Por supuesto a mi me encanta mamar pero necesito verga, necesito que me la metan.
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Mientras se la chupaba a mi marido me imaginaba la verga del profesor Roberto. Ya se la habia probado: límpia, gorda y de buen tamaño; no inmensa que me lastime y no chica que no llene. Lo busqué por internet y hallé su perfil repleto de su trabajo; de mujeres, ni rastro. En varias fotos sostenia un vaso de café.
Soy muy directa cuando tengo hombres enfrente pero muy tímida para buscarlos y proponerles que me cojan. Sencillamente no se como hacer la propuesta; si fuera hombre, seguiría siendo virgen.  Así que tendría que fingir otro re encuentro con el  profesor. Le dije a mi marido lo que pretendía y despues de sopesar pros y contras, aceptó que lo buscara.
Me maquillaba, vestia sexy e iba al centro comercial muy de mañana y por las tardes pero no lo hallé en casi un mes. Mi marido , fastidiado, me propuso enviarle un mensaje a su perfil pero dije que no y asi pasó otro mes hasta que una noche despues de que se vino en mi boca, me dijo que yo tenia una cita con el profesor Roberto.
-¿Le enviste tú el mensaje? -pregunté nerviosa.
– Sí, en tu nombre. Le dije que querias verlo y dijo que él te estaba buscando pero perdió tus datos. Anda, ve y coge con él.
Abracé a mi esposo.
– ¿No te enojarás si  dejo que me coja mucho? Porque si me envias a la cita, dejaré que me la meta todo lo que quiera.
-Yo prefiero tu boca y a ti te gusta que te la metan. ¿Porque te voy a privar de lo que quieres si a mi me das gusto con lo que yo quiero? Te compre un baby doll para que él te lo quite.
El profesor me propuso vernos en la mañana pero le dije que no y cambie la cita a la tarde para que mi marido me llevara. Sé que le gusta ver como voy vestida y no quiero que me vea a traves de una pantalla. Aunque llevamos años de casados, cuando me visto para otros es diferente: mi marido me ve y toca más.
Asistí a la cita con el orgasmo a punto y con una humedad inmensa un poco por saberme cogida y otro poco por la complicidad que tenemos entre mi esposo y yo. Tener sexo por placer, juntos, separados, pero siempre cómplices. Mis encuentros no tendrian sentido si fueran infidelidad; no soy de las que hacen sufrir a su pareja por vanidad. Él siempre debe saber lo que haré o por lo menos estar alli y verlo.
Roberto me trató como reina en la cita y como puta en la cama, tal vez por la pastilla azul  que mi marido propuso me llevara para que me super cogiera.
Llegué a casa a las 2 am con la sensacion de estar llena de verga , casi para no pedir por dos meses. Mi marido que me esperaba en nuestra cama  con su verga afuera; me tomó de la cabeza y abri mi boca…