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El inicio de mi libertad

en Confesiones

Sinceramente no sé qué es lo que me llevó allí, posiblemente el tiempo que llevaba sin tener relaciones sexuales de ningún tipo, pero necesitaba sentirme deseada.

No soy una mujer con un cuerpo 10, alguna vez lo he intentado, incluso puede que casi lo haya logrado conseguir, pero no he llegado a mantenerlo. La pereza, el stress, mi vida en general y la poca constancia han hecho que vuelva a tener un cuerpo 20 o lo que es lo mismo, el doble de 10.

A lo que iba, que me disperso con facilidad, los que me conocéis lo sabéis. Llevaba bastante tiempo sin tener relaciones y el aburrimiento se unió a ello. Me puse a buscar por páginas de internet, algún video, algún relato, algo que calmase todo eso.

Entré en una página de webcams, alguna vez había entrado en esa página, había una chica argentina que no paraba de hablar y que tenía conversaciones interesantes sobre psicología que cuando podía la ponía de fondo en mi casa.

Sí ya sé que diréis, ¡venga va! Entrabas a esa página para escuchar charlas de psicología, ¡si son páginas para masturbarse! Pues sí, son páginas para todo, incluso para psicología.

Que me disperso de nuevo, a lo que iba. Entré en esa página y había una chica con otro cuerpo 20 enfrente de la webcam, hablando con las personas que estaban viéndola, era dicharachera, resuelta, simpática, firme, se encontraba cómoda hablando con todos los que hablaban con ella. No pretendáis que os diga de qué iba la conversación porque no presté mucha atención, sólo me fijaba en cómo sus manos pasaban del teclado a sus pechos, sutilmente,  lo hacía inconscientemente o al menos eso pienso yo, pero lo hacía de tal forma que a mi mer provocaba un escalofrío en mi cuerpo.

El placer era tal que mi cuerpo reacciono de una manera inesperada. El vello de punta y los pezones comenzaban a endurecerse.

Me tenía hipnotizada, no era lo que hablase, era la naturalidad con la que lo hacía. No daba la sensación de que estuviese preparado cada uno de los movimientos.

-          ¿Enseñarás las tetas?-Le soltó uno de los usuarios.

A ella se le escapó una sonrisa pícara y simplemente dijo:

-          Impacientes. 

Y siguió con la conversación que llevaba. Otra cosa no, pero paciente soy un rato y ese impacientes quería decir que no lo descartaba, que ella tenía su tiempo como lo tenemos todos y que quizás lograba que mi cuerpo reaccionase con el suyo.

Era un no parar de hablar, menuda verborrea, es que no callaba, pero sí que es cierto que desprendía tal simpatía que enganchaba. Llevaba 3 horas sentada en el sofá viendo cada movimiento de su cuerpo, de vez en cuando se intuía cómo sus pezones se marcaban a través de la camiseta. Ella los rozaba disimuladamente con sus brazos cada vez que iba a escribir algo en el teclado. Era un roce suave, delicado que hacía que en ese preciso instante se notasen más.

Si fuese una chica que estuviese observando en una cafetería durante 3 horas y le viese hacer todo eso y me estuviese provocando tantas reacciones en mi cuerpo, os aseguro que me hubiera levantado, acercado a ella y susurrándole en el oído:

-          Lo que más deseo en este momento es poder ser yo la que te roce los pezones suavemente con mis dedos, para notar cómo se endurecen con cada una de mis caricias.

Pero no era así, estaba en mi salón, con el ordenador portátil frente a mí, no podía acercarme, no podía susurrarle, no podía ¡nada!

¡Eh! ¡Eh! Que sí puedo hacer algo, puedo registrarme, puedo hablar con ella, puedo conocerla, puedo provocarla, puedo sentirla. Y allí fui, me registré en la página.

            Nombre de usuario: Ra_1971

Vale, registro realizado, ya puedo hablar ¿y ahora?, tú te conoces mejor que nadie, eres vergonzosa, tímida, no tienes facilidad de palabra si no te sientes bien recibida, incluso te cohíbes, ¿Ahora cómo vas a hablar con alguien a través de una webcam? Que esa mujer te atrae, está claro, tus pezones te delatan, pero que ella a ti no te ve, no te conoce, no ha hablado nunca contigo. Que te has lanzado a la piscina y está medio llena, o buceas o te jodes.

Cuánta razón había en mis pensamientos, era imposible que ella se fijase en mi, así que me quedé observándola, no dije nada, simplemente la miraba. Ella seguía hablando pero la conversación estaba tomando otro camino diferente al que llevaba hasta ahora y ella comenzó a insinuarse más que a hablar.

Mi cuerpo reaccionaba a cada una de sus insinuaciones, sus brazos ya no rozaban disimuladamente sus pezones, eran sus manos las que directamente pellizcaban sus pezones por encima de la camiseta, con fuerza, estirando y manteniendo el pellizco mientras de su garganta se escapaba un gemido corto pero intenso.

Mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo, mi cuerpo reaccionaba cada vez más a cada uno de sus gestos. Esa dureza con la que trataba su cuerpo a mi me excitaba, no podía apartar la mirada de sus dedos presionando el pezón. Lo sentía como si fuese mío, de hecho era el mío también, porque mis dedos estaban haciendo exactamente lo mismo.

De repente, ¡zas!, sus dedos habían soltado el pezón y había dado un fuerte azote a toda su teta, de la tensión del pellizco había pasado al bamboleo de su teta, cual péndulo me hipnotizaba, deseaba más, pero al mismo tiempo quería chupar, acariciar, azotar, pellizcar, quería que fuesen mis manos las que se lo hiciesen. Quería que mis manos fuesen las castigadoras y las compensadoras.

Era increíble, había encontrado el placer en observar a quien se excita de la misma forma que yo. Quizás me estuviesen abriendo las puertas a algo que no pensaba hacer nunca, disfrutar de mi cuerpo, de mi excitación sin tapujos, de mi deseo, de no ponerme yo mismo impedimentos por mi forma de excitarme con unos azotes o unos pellizcos.

Ella seguía, de sus tetas pasó a darse placer con el más puro onanismo y yo seguí con ella, pero mis manos pedían más y me azotaba el coño, provocándome orgasmos sin cesar, había abierto la caja de pandora y mi cuerpo reaccionaba ante la libertad de mis tabúes.

Con cada uno de los orgasmos, me liberaba por cada uno de esas enseñanzas mal dirigidas durante la infancia, con cada uno de los azotes proporcionados por mí misma sentía cómo mi mente comenzaba a imaginar más y más, estaba siendo un no parar, estaba agotada, relajada, libre.

Miré a la pantalla de mi ordenador y sólo se leía:

Webcam offline

Nunca más volví a ver a aquella mujer, nunca pude volver a tener la oportunidad de hablar con ella, sin embargo, yo me mantuve en la página y de vez en cuando dejo que mi libertad se amplíe.