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Primera vez - Capítulo 3

en Lésbicos

LA PRIMERA VEZ

Capítulo 3 - Mary

Nerviosa, me toque los labios otra vez. Todavía sentía el calor de sus labios.

A ver, en realidad no había pasado nada. Una casualidad nada más.

Por años, una vez cada dos semanas aproximadamente, nos hemos reunido las amigas a relajarnos, a conversar, a hablar mal de los hombres. En fin, como diríamos, a hablar “cosas de mujeres”.

Usualmente esas reuniones son en un bar o un restaurant de moda. Inicialmente eran bares de mala muerte, pero conforme hemos progresado y nuestros ingresos son mejores, hemos ido subiendo de categoría. Ya este año podemos darnos el lujo de ir a lugares de moda. Lugares donde se reúne la gente linda… ¡como nosotras! jajajaja.

Usualmente no pasamos de 8 o 10. Compañeras de la universidad, del trabajo o vecinas que se nos han ido uniendo a Alicia y a mí, que somos del grupo inicial, cuando nos reuníamos después de la entrega de un trabajo en la universidad. Luego de que nos graduamos seguimos con la costumbre y lo hicimos regular. Como dije, cada dos semanas. 

Obviamente no venimos siempre todas. Unas veces falta una, otras veces faltan dos. En épocas difíciles, como las navidades por ejemplo, preferimos suspender las reuniones hasta nuevo aviso.

Solemos comenzar a las 6 pm, a la salida de los trabajos, pues la mayoría trabaja. Ya alguna que otra tiene hijos, pero se las arreglan para venir. ¡Obviamente los maridos están prohibidos, jajaja! Cada quien pide lo que quiere, pero usualmente nos bebemos un par de botellas de vino y otras se van por los cocteles, pero la idea es pasar un rato alegre y no emborracharnos. Aunque a veces más de una sale bien prendida.

Esta vez no fue distinto, aunque sabiendo que Alicia nos deja por un año, por lo mínimo, nos tenía a todas un poco tristes. Quizás por eso también bebimos un poco más que de costumbre.

Al final nos despedimos, pagamos la cuenta y salimos a recoger los carros. Alicia y yo estábamos una al lado de la otra cuando trajeron el carro de ella. En el momento que nos íbamos a dar el tradicional beso en el cachete de despedida, algo me distrajo y volteé hacia la derecha un instante, mientras me inclinaba hacia ella.  Cuando volteé de nuevo hacia adelante, me encontré con su cara de frente y ¡nos besamos en la boca!

Ambas nos quedamos paralizadas con los labios juntos, hasta que riendo nos separamos.

-¡Hey! Ese sí que fue un beso de despedida-

-Jajaja- riposté -Me sorprendiste-

-La verdad es que a mi también. Pero estuvo muy bien, deberíamos hacerlo más a menudo. Jajajaja-

-Claro ¿porqué no?- y riendo ella se montó en su carro y se fue en el momento me traían el mío.

Apenas me monté en el carro y me sentí más en privado, me toqué los labios. Estaban calientes. ¿Quizás siempre están calientes? me pregunté.

Un hormigueo que no podía explicar me recorría el cuerpo. A ver, yo nunca había besado en la boca a otra mujer. Sé positivamente que no soy lesbiana. ¿A qué viene tanto cuento?

Arranqué el carro y me olvidé de la cosa… hasta el primer semáforo en el que volví a tocarme los labios. Primero con la lengua y luego con los dedos. Si, definitivamente estaba allí la sensación del beso… ¿porqué me perturbaba tanto?.

A ver, yo conozco a Alicia… déjame ver… desde hace15 años. Nos conocimos en el primer semestre de arquitectura de la universidad, cuando nos tocó hacer nuestro primer proyecto junto. Desde entonces nos volvimos inseparables. Los mismos gustos, las mismas ideas, con variaciones claro. A mi me gusta la música clásica a ella la salsa ¡pero ambas vamos a los mismos conciertos! A mi me gustan los hombres de piel y ojos claros, a ella le gustan más morenos. Nunca, nunca tuvimos la menor duda de que ambas fuésemos 100% heterosexuales. Innumerables veces dormí yo en su casa o ella en la mía y nunca hubo un gesto extraño. Nos enamoramos de distintos hombres y nos separamos las mismas veces, con la excepción de Alex, con quien me casé.

Ella sí que nunca logró encontrar al hombre adecuada. Muchas veces parecía que si, e inclusive nos íbamos las dos parejas a pasar días en la playa o en algún lugar, pero al final resultaba que el tipo roncaba o que no la dejaba pensar o cualquier excusa y ella lo mandaba al carajo. Todavía a los 33 años estaba soltera y sin pareja.

Pero en cualquier caso, que nunca se me ocurrió que pudiese haber otra razón que su perfeccionismo. Siempre en la búsqueda del hombre ideal.

Yo, por mi parte, tuve mis novios. Y cuando fui suficientemente adulta, hice el amor con varios de ellos. No muchos, tampoco, jajaja. Pero al fin apareció Alex y me eché al agua con él.

Así pues, después de una vida completamente heterosexual, una casualidad, un beso accidental en la boca y resulta que me tiene la cabeza dando vueltas.

Porfin llegué a la casa y subí al apartamento. Alex veía el juego de baseball por televisión.

-¿Cómo te fue?- me preguntó sin despegar la vista del aparato.

-Muy bien- le contesté, pero no me acerqué a él.

-Me estoy haciendo pipí- le dije -ya vengo-

-Anda-

Me fui directo al cuarto y me quité la ropa. Para aumentar mi angustia, cuando me quité las pantaletas me di cuenta de que estaban muy mojadas. -¿Será que me mojé?- pensé… pero me las acerqué a la cara y se me quitaron las dudas. Era lubricación. ¡Estaba tan excitada que me había mojado toda!

Me metí a la ducha y mientras esperaba que saliera el agua caliente, me toqué los labios. Sí, allí estaba todavía la sensación del beso. En ese momento sentí cómo me mojaba otra vez ¡Coño!

Me toqué la vulva y me estremecí. Me di cuenta de que si me seguía tocando acabaría en segundos! Me recompuse y me metí en la ducha. El agua me tranquilizó. Me lavé bien. Especialmente por allá abajo, limpiando toda la lubricación que se había acumulado en mi vientre. Me enjaboné la cara y los labios y así me “lavé” el beso también.

Cuando me sequé me sentí reconfortada otra vez pero… tenía unas ganas incontenibles. -Creo que Alex no va a terminar de ver el partido hoy, jejeje- pensé.

Me puse una pijama sugerente. Una de esas cosas de seda trasparentes que se supone que son muy sexys, junto con una bata de igual material que me habían regalado hacía años y nunca había utilizado. ¡Por cierto, el regalo fue de Alicia!

Me senté junto a Alex en el sofá y me recosté sensualmente contra él. No me hizo mucho caso, había tres hombres en base por los Yankees y eso era más importante que una mujer en celo sentada a su lado.

No me dejé amilanar y comencé a acariciarle el muslo… muy arriba.

-Ya va mi amor, que hay tres hombres en base-

-Ay, por mi no te preocupes, mi amor. Sigue viendo el partido que yo me voy divirtiendo con lo que vaya encontrando-

No me respondió, pero tampoco me impidió que yo siguiera jugando. Con mi mano derecha comencé a acariciarle el güevo por encima de los pantalones. Por supuesto que no estaba excitado, pero yo sabía dónde buscar y con las uñas, se lo acariciaba suavemente por sobre la tela.

El juego continuaba. El bateador se ponchó y él se molestó.

-Ese pendejo es un inútil. Tres hombres en base y se va con ese lanzamiento malo-

Yo seguía acariciándolo, mientras le apretaba las tetas contra el brazo. El lo subió y me abrazó, con lo que quedé recostada contra su pecho.

-Vamos a ver si éste da una tabla- rezongó cuando el siguiente bateador tomó turno.

Ya había logrado reacción con mis caricias. Ahora el güevo se le estaba poniendo duro y se le abultaba contra el pantalón. Así que busqué la bragueta y se la bajé. Inmediatamente metí la mano y busqué. Era difícil porque había una mezcla de camisa e interiores, pero me fui haciendo camino y se lo agarré. Ya estaba más duro, pero todavía había camino por recorrer.

-Coño, dos strikes- ten cuidado con la curva, le dijo al bateador que, milagrosamente, recibiría su mensaje por medio de… qué se yo.

Luego de acariciarle el güevo un poco, lo halé y lo saqué del pantalón. Nuevamente, con tanta tela y la posición en que estaba, no tenía sino un pedazo afuera. Pero eso era suficiente para mi, me rodé un poco en el sofá para poder bajar la cabeza y metérmelo en la boca.

No sé si fue el batazo o mi lengua en su güevo, pero el gruñido de placer de Alex fue muy claro. Yo esperaba que fuese lo segundo.

Comencé a mamárselo lentamente. Bueno, el pedazo que lograba meterme en la boca, mientras le acariciaba la cabezota con la lengua. El se estiró un poco en el sofá, con lo que el güevo salía un poco más afuera y me lo podía meter mejor en la boca.

Los Yankees anotaron varias carreras y con cada carrera yo me metía un mayor pedazo de güevo en la boca, gracias a que él se había abierto los pantalones y se había acomodado mejor. Pronto el güevo me empezó a llegar al fondo de la garganta e iba a tener que decidir si me lo metía más o, lo que yo realmente quería, que era metérmelo en mi cuca. Que por cierto, estaba tan mojada que sentía como me corrían los jugos por las piernas.

Finalmente, después de cuatro carreras se terminó el inning y Alex me dijo:

-Yo no sé qué estaban tomando esta noche, pero acuérdame de preguntarte la receta mañana-

-Mmmju- sólo pude decir. Que es lo único que una puede decir cuando tiene un güevo en la boca. 

Pero ya era hora me dije. Me incorporé y le dije que se bajara los pantalones. Mientras, yo me despojaba de mi maravillosa y sexy dormilona, que él no había ni mirado, y me dispuse a empalarme.

Una vez que se bajó los pantalones. Estos quedaron enredados entre sus piernas, pues no tuvo tiempo de más. Yo pasé una rodilla al otro lado de su cuerpo y me fui bajando poco a poco. Cuando estuve cerca, le agarré el güevo, lo apunté bien y me lo encajé de un solo empujón.

-Aaaaaahhhhhh- gemí.

Hubiera podido acabar en ese mismo instante, pero no quise. Quería disfrutarlo un poco más. Así que comencé a deslizar las caderas hacia atrás, hacia sus rodillas, para luego moverme de nuevo hacia adelante, encajándomelo de nuevo.

-Aaaaaahhhhh- gemía en cada empujón.

-Mmmmm- respondía Alex a coro.

El güevo me llegaba bastante adentro, pero sobre todo, cuando me movía hacia atras, tenía la precaución de doblar la cadera de forma tal que mi vulva quedaba doblada y el güevo se deslizaba por mi clítoris en toda su longitud. ¡Que niña tan aplicada!

-Vooy a acabaar proonto- le dije. No podia seguir aguantando.

-Ya?- respondió él extrañado. Generalmente era el el que acababa primero.

-AAAAAHHHH- fue mi respuesta, estremeciéndome con el orgasmo que se apoderaba de mi cuerpo. Lo abrace con fuerza, mientras los espasmos me recorrían toda. El se quedó quieto todo el tiempo, esperando que recuperara el aliento.

Yo sentía su güevo encajado profundamente en mi vientre y como los espasmos de mi orgasmo lo exprimían rítmicamente. Pero todo lo bueno se acaba y finalmente me fui recuperando, por lo que quise aflojar mi abrazo para besarlo, pero no pude.

El me agarró de pronto por las piernas y el culo y me volteó sobre el sofá. En la maniobra, lamentablemente, se le salió el güevo, pero no importó porque eso le permitió acomodarse mejor. Entonces me agarró las piernas ¡y me las doblo hasta la cabeza! ¡Las rodillas casi me llegaron hasta las orejas!

-¡Agárrate las piernas!- me dijo, lo que hice sin dificultad, preparándome.

Entonces él se agarró el güevo con la mano derecha y luego de apuntar, me lo metió de golpe. ¡Wow, me llegó por lo menos hasta el estómago! Creo que nunca me había metido el güevo tan adentro. Inclusive me dolió un poco cuando la cabeza me empujó la cerviz hacia arriba, pero también recibí un flash de placer que compensó el golpe. Así pues, solo pude emitir un bufido al salirse todo el aire de mis pulmones.

Y entonces empezó a bombear.

-Aaaahhh-

-Aaaahhh-

-Aaaahhh-

Y yo comencé a animarlo:

-Dame, mi amor, métemelo bien adeentro, maaás adeentro-

-Aaaahhh-

-Aaaahhh-

Pronto sentí como un nuevo orgasmo comenzaba a formarse en mi vientre. Un orgasmo uterino o hasta intestinal diría, pues el güevo me llegaba cada vez mas adentro y por la posición que estaba, podía esperar que en cualquier momento hasta ¡me saliera por la boca!

-Aaaahhh-

-Aaaahhh-

-Aaaahhh-

-Maaas adeentro, maaaass-

-AAAAAAAHHHHHH-

-AAAAAAAHHHHHH-

Entonces sentí su semen derramándose dentro de mi mientras el se ponía rígido, al tiempo que mi orgasmo explotaba segundos después.

Después de lavarnos, él se asomo a la TV y el partido no se había terminado -estaban ganado los Yankees, por lo que se quedó a ver el final. Yo me acosté y me quedé dormida antes de que mi cabeza tocara la almohada.

Me desperté con el corazón contento. Nada como dormir después de una buena cogida. Todavía sentía su güevo revolviéndome el vientre, mmmm, me estire satisfecha.  Entonces me toqué el labio... y allí estaba también el beso de Alicia.