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Mi nuera a punto de parir y yo tengo que cuidarla

en Amor filial

UN AÑO DESPUES 

Había pasado más de un año desde la boda de Héctor y Lilly y hoy volvía para el nacimiento de mi primer nieto. La verdad era que no pensaba venir, pero por una parte, tanto Héctor como Lilly insistieron mucho, no nos habíamos visto en todo el año y estaban muy emocionados con el nacimiento de su primer hijo. Por otra parte, la había pasado muy bien cuando había venido el año pasado. La familia de Lilly era encantadora y las costumbres de este país eran, no sé cómo expresarlo, muy liberales. En las dos semanas que pasé aquí esa vez, tuve más relaciones que las que había tenido en toda mi vida pasada. Sin proponérmelo, la mayoría de las mujeres que me rodearon aquella vez, quisieron conocerme… íntimamente.

Todo empezó en el baile de compromiso, cuando se celebraba oficialmente el compromiso de Héctor y Lilly. Después de hacer la petición de mano, que me pareció un poco fuera de lugar, pues ellos ya vivían juntos desde hacía un año y ¿ahora iba a “pedir” la mano? Pero así como ésta era una cosa tradicional, la forma de comportarse de las damas, era mucho menos tradicional.

Como decía, luego de la ceremonia, comenzó un baile en el que Héctor bailó con su pareja, luego él sacó a la madre de la novia y éste me sacó a bailar a mi. Para mi sorpresa, ella se pegó a mi completamente. Yo me sorprendí mucho y me costó mantener el ritmo de la música, pero luego me fui calmando y terminamos de forma muy elegante. Luego me tocó bailar con la madre de Lilly y nuevamente sucedió lo mismo. Ella me abrazó y pegó su cuerpo al mío. Esta vez estaba prevenido y no perdí mi estilo de baile, que de paso, les gustaba a todos los que nos veían. Lo que no podía solucionar era que el constante roce de sus pechos contra mí, y sobre todo de su vientre contra mi entrepierna, ocasionó que mi miembro empezara a ponerse duro. Ella no se inmutó y siguió restregándose contra mi cuerpo, yo diría que con más gusto.

Durante la cena formal que siguió, pude preguntarle disimuladamente a Héctor y él me confirmó que las mujeres de aquí eran no sólo liberales con sus cuerpos, sino que muchas veces les gustaba tomar la iniciativa. Lo que explicaba el comportamiento de Lilly y de su mamá.

Después de la cena volvimos a bailar y las condiciones se multiplicaron, todas querían bailar con el “exótico” padre del novio, que no sólo bailaba muy bien, sino que aparentemente tenía un miembro adecuadamente duro.

Un poco más tarde, mientras bailaba, una de las tías de la novia me hizo una proposición directa y nos retiramos a una habitación donde tuvimos sexo con la mayor tranquilidad. Al terminar, por casualidad, me quedé con las pantaletas de la tía y metiéndomelo en el bolsillo, me negué a devolvérselo excusándome en que yo las coleccionaba. Eso me dio un estatus aún más exótico y luego de correrse la voz, ya no sólo era el hombre que bailaba bien, sino que además, cogía bien y ¡se quedaba con las pantaletas!

El resultado fue que esa noche terminé con cuatro pantaletas. Cuatro mujeres que buscaron mi compañía sin ningún compromiso o condición. Sólo por el placer del sexo. Y lo que era más interesante, fue que eso aumentaba mi “fama” y mi valor ante las otras damas.

Al día siguiente, como parte de las celebraciones, se había planificado una excursión a la cabaña que tenía la familia de Lilly en las montañas. Pero una gran tormenta de nieve interrumpió la programación y resultó que sólo la madre de Lilly, una de sus hermanas y yo logramos llegar a la cabaña, quedando aislados hasta el domingo.

Como dije antes, las mujeres de allí son muy liberales y se “pasan la voz”, por lo que ambas estaban enteradas de mis affairs de la noche anterior y de la supuesta “colección de pantaletas”. Aislados en la cabaña, no tardamos en comenzar a hacer el amor. Para mi sorpresa, la “liberalidad” alcanzaba hasta la posibilidad no sólo que hubiese sexo entre los tres, incluyendo entre ellas, sino que no importó que fueran madre e hija. Así pues, por dos días hicimos todo lo que se nos ocurrió, sin importar quién con quién, sólo quién tenía ganas y quién no.

El domingo regresamos y llegué al apartamento de Héctor y Lilly completamente agotado. Pero después de descansar por un par de días, en los que me negué a ver a nadie, logré recuperar suficientes fuerzas para volver a salir. Volver a encontrarme con algunas de las damas de la fiesta, así como con otras nuevas, además de un par de rápidas “excursiones” con la madre y la hermana.

Cuando me monté en el avión de regreso a casa, llevaba 16 pantaletas de recuerdo.

Ahora regresaba, un poco mas de un año más tarde, con una nuera muy embarazada, a punto de parir. Héctor me contó que la pobre estaba bastante incómoda con la barriga y que casi no quería salir de la casa, por lo que no había venido a buscarme al aeropuerto. Pero cuando llegamos a la casa, me recibió con un enorme abrazo. No sólo por el cariño, sino porque efectivamente estaba embarazadísima. Lo más impresionante era que todo se le iba en barriga y tetas. La cara la tenía delgada, como siempre, y los brazos y las piernas también. No se le veían hinchadas como a algunas mujeres que conocía, entre ellas la madre de Héctor. Por ello el contraste era mayor.

Igual me abrazó con el mayor cariño del mundo:

-¡Papá…!- me dijo, como siempre, abrazándome. Yo tuve que doblarme por sobre su barriga para alcanzar a besarla, lo que ella aprovechó, para hacerlo en mis labios, costumbre que tenía desde el año pasado y que a mi me ponía un poco nervioso. Una cosa es que todas las mujeres de la zona fuesen liberales y otra era que la esposa de mi hijo me tratara con tanta… confianza. 

Ya el año pasado me había dicho que no me preocupara, que eran gestos de cariño nada más y que ella y Héctor tenían un pacto de fidelidad por los próximos años. No era algo para toda la vida, como en los matrimonios de antes, sino una decisión que se tomaba día a día o año a año. Un día somos fieles y el otro tenemos permiso de tirar con quien nos venga en gana. ¡Qué raros son estos tipos! Pero es mi familia y en realidad me parece que es una decisión más realista.

Metimos mi pequeña maleta en en cuarto de invitados. La casa era un poco más grande que la que tenían ele año pasado y después de conversar un rato, nos fuimos todos a dormir, porque por lo menos para mí, había sido un largo día.

Al día siguiente me desperté un poco tarde, pero como era domingo Héctor y Lilly no saldrían a trabajar. En realidad Lilly ya no iba a trabajar desde hacía un mes aunque Héctor seguía fajado. De hecho al día siguiente tenía que irse a Cincinnati por un par de días y esa era una de las razones por las que me habían pedido que me viniera, para acompañar a Lilly. 

Al bebé no lo esperaran sino dentro de una semana, pero era una precaución. La mamá y el papá de Lilly estaban de viaje por Europa y no regresaban hasta el próximo viernes. Jenny, luna de las hermanas de Lilly estaba en la universidad y… Sammy, la otra, no sé. El caso es que a mi no me importaba actuar de “cuidador” y adelanté mi viaje para cuidar a Lilly.

Cuando salí del cuarto, Héctor y Lilly estaban en la mesa desayunando. 

-Hey, Buenos días, dormilón!- me dijo Héctor.

-Buenos días, hijo- le respondí abrazándolo.

-Hola papá- me dijo Lilly dándome mi consabido beso en los labios. -Tómate un café que luego vamos a hacer un brunch- 

-¿Un brunch?- pregunté.

-Si- me explicó Héctor -Vamos a un restaurant donde comeremos lo suficiente como para no almorzar. Es como un desayuno-almuerzo-

-¡Ah! Ok-

Por un rato estuvimos los tres sentados leyendo correos y noticias, cada uno en su iPad y tomando café. Luego Lilly anunció que se iba a vestir.

Yo estaba a punto de prepararme para hacer lo mismo, pero Héctor me detuvo:

-Ni te ocupes. Ahora es que va empezar a arreglarse. Eso le llevará una hora en bañarse, lavarse el pelo, secarlo, etc. Yo te aviso cuando sea el momento de empezar nosotros-

-Jajaja- respondí sirviéndome otro café y sentándome a conversar con él, aprovechando para preguntarle cosas de “hombre”.

Luego de una media hora de hablar y reírnos, me informó que ya podíamos empezar a arreglarnos.

Tuvimos un lunch maravillosos. Comimos como desaforados. Sobre todo Lilly.

-No te vayas a sentar muy cerca de ella- me había dicho Héctor, cuando habíamos llegado al restaurant- se va a comer toda su comida y la mitad de la tuya-

-¡No seas mal hablado- respondió ella sonriendo.

-¿Mal hablado? ¡La semana pasada le comió la comida al señor de la mesa de al lado cuando se descuidó!- 

-Eso es mentira. Jajaja-

-Y el otro día, le robó los panecillos a una familia y los niños se pusieron a llorar-

-Jajajaja- reíamos todos.

Al final, Lilly no le robó la comida a nadie, pero sí que comió con gusto. Aclarando que no había engordado sino 5 kilogramos en el embarazo, de los cuales 3 eran el bebé y el resto eran placenta, líquido amniótico y otras porquerías. Y que la Dra la había felicitado. 

-Pues no sé que harás con la comida- dijo Héctor, para luego corregirse -Bueno, en realidad sí lo sé: todos los días te pasas como una hora en el baño cagándola toda, jajajaj-

-Eres un puerco. ¿Cómo vas a decir esas cosas de mi delante de tu papá?-

Y nuevamente nos reímos todos.

Al final, pasamos un rato caminando, pero no por mucho rato porque a Lilly le comenzaron a doler los pies. Así que regresamos a la casa.

-Estos pies me están fastidiando mucho- dijo Lilly sentándose en el sofá y levantando las piernas.

-¿Quieres que te de un masaje?- le pregunté.

-Oye, qué buena idea- le dijo Héctor -papá da unos masajes fabulosos. A lo mejor te puede ayudar también con los dolores de espalda-

-Bueno. Por ahora me conformo con el masaje de los pies, pero por ahora voy a cambiarme. Esta ropa de embarazo es muy incómoda-

Al poco rato regresó Lilly con una especie de overol tipo short, es decir, con pantalones cortos y muy anchos. También se había quitado la blusa y el brassier y aunque la parte de arriba del overol le tapaba las tetas, éstas eran demasiado grandes y sobresalían por todos lados.

Cuando la vi, no pude evitar sonreír y ella se dió cuenta de que estaba impresionado.

-Parezco una vaca lechera ¿no?- dijo con voz triste.

-No, por dios- le respondí -estás bella-

-No seas mentiroso. Mira estas tetas- me dijo apretándolas con los brazos y sacando el pecho -Yo que estaba tan orgullosa de mis teticas tamaño “B”, ahora parezco que fuera a alimentar a todo un ejército con esto-

-Jajaja- reímos Hector y yo.

-Un poco exagerada- dijo él.

-No- añadí yo -MUY exagerada-

-Si, porque Uds. no tienen que cargar con ellas-

-Pues si yo tuviese tetas me la pasaría jugando con ellas, jajaja- dijo Héctor riendo.

-¿Y quién te dijo que yo no lo hago?- respondió Lilly.

-Es cierto. Y me encanta verte cómo juegas con esos bellos… melones-

Yo estaba mudo oyendo como ellos hablaban con toda libertad de sus juegos sexuales. Todavía tenía que acostumbrarme.

-¿Melones? ¿Melones?- protestó Lilly.

-No te preocupes, ya verás como regresan a… naranjas- dijo Héctor, recogiendo velas.

-Ya verás- dijo entonces ella -las de mi mamá tienen un buen tamaño y ¡ella tuvo tres hijas!-

-Ayudada por el mejor cirujano de la ciudad-

-¿Tú como que le has estado chequeando las tetas a mi mamá?- protestó Lilly.

-¡El tamaño de las tetas son un hecho público y notorio!-

-Jajaja. Eso es cierto, puedes verle el tamaño, pero no palpar la consistencia, jajaja. Para eso le tenemos que preguntar a tu papá, que debe haber disfrutado de ellas lo suficiente.

-¡Eehhh!- protesté.

-¿Cuál es el problema?- dijo Lilly -No nos vas a decir que allá en la cabaña con Jenny y con ella no tuviste oportunidad de jugar bastante con las tetas de mamá ¡y con las de Jenny! Jajaja-

-No pienso responder a eso- dije con una sonrisa.

-Esta bien, no tienes que decirnos- me apoyó Héctor.

-¿Cómo que no? Me muero de ganas de saber qué pasó en esos tres días de orgía y frío. Jajaja-

-Acuéstate aquí- le dije a Lilly cambiando la conversación e invitándola a acostarse en el sofá, mientras yo me sentaba al extremo y me ponía sus pies sobre mis muslos.

-Ahhh. Qué rico- dijo Lilly acotándose en el sofá.

Yo le tomé los pies y primero los palpé un poco para ver si estaban hinchados.

-Tráeme una crema, por favor Héctor- le pedí.

-Ya mismo- dijo este yendo a buscarla.

Luego de revisar los pies de Lilly, no los tenía inflamados, pero seguramente le dolían por el peso y la dificultades del embarazo. Entonces volteé a mirarla y me di cuenta que las perneras del overol eran realmente grandes y dejaban ver mucha piel hacia arriba. Incómodo, desvié la mirada luego que me di cuenta que ella parecía no tener puesta ninguna ropa interior.

En seguida regresó Héctor con la crema y entonces me concentré en masajearle los pies a Lilly.

-Lilly querida, ¿parece no te pusiste ropa interior?- preguntó Héctor casual mientras se sentaba en la poltrona enfrente a nosotros.

-No, ¿porqué?-

-Acabo de darle la crema a papá y pude ver que tus pantalones dejan ver las… joyas de la corona!-

-¡Qué exagerado eres! No es posible, pero en cualquier caso, estoy segura de que a papá no le importa ver un poco de piel ¿no es verdad, papá? Es que toda la ropa me molesta-

-Tienes razón, hija. Lo que sea más cómodo para ti- le dije, mintiendo miserablemente, porque la verdad era que sí me incomodaba un poco. Y para mayor dificultad, mientras le daba masajes al pié derecho de Lilly, el izquierdo reposaba entre mis piernas, apoyado contra mi vientre. Si por casualidad tuviera una erección, seguro que ella lo notaría.

En cualquier caso, seguí dándole masaje en el pie, tratando de evitar de mirar hacia sus piernas. Mientras, Héctor se fue quedando dormido en su puesto. A Lilly no le iba mucho mejor y suspirando continuamente, mientras le apretaba el pie derecho, también se fue adormilando.

Al cabo de un rato dejé el pié derecho y tomé el izquierdo y luego de ponerle crema, comencé a masajearlo también. 

Al cabo de un rato pude sentir que Lilly parecía estar dormida. Sus pies apoyados en mis muslos, completamente flojos. Miré hacia su cara y vi que respiraba tranquila. Luego miré hacia donde estaba Héctor y él también estaba dormido. Aprovechando que ninguno de los dos se daría cuenta, miré hacia arriba de las piernas de Lilly, donde el pantalón seguía permitiéndome ver por un lado de su vientre cubierto parcialmente por una vellos claros, como sus cabellos. Con esa barriga probablemente no sería fácil, ni práctico afeitarse los vellos púbicos.

Mas arriba se veía el comienzo de su barriga, pero no más allá. Por otra parte, la parte de arriba del overol pasaba trabajo en cubrir sus ahora grandes tetas que sobresalían por ambos lados. Mas allá estaba la preciosa cara de Lilly que dormía apaciblemente con una sonrisa.

Yo no encontraba cómo acomodarme y por supuesto, mi miembro empezó a molestarme también, pero decidí olvidarme de todo y dormirme también.

Me desperté cuando sentí que los pies de Lilly comenzaban a acariciarme entre las piernas. Menos mal que la erección que había tenido antes se había calmado. Entonces puse mis manos en sus piernas como para evitar que siguiera buscándome.

-¡Hey. Todos nos quedamos dormidos!- dijo ella.

-Así parece- respondí.

-Voy a preparar café- me dijo -¿Quieres un poco?-

-¡Por favor! ¿Necesitas ayuda?-

-Nada que ver. Quédense los dos sentados y yo me ocupo de todo-

-¿Cómo sientes los piés?- le preguntó Héctor.

-Muy bien. Increíbles las manos de tu papá. ¡Gracias Papá!-

-Nada que ver. Fue un placer- le dije.

-Ahora que lo pienso- dijo Héctor -¿No podrías ayudarla con los dolores de espalda?-

-Claro. También puedo darle masajes en la espalda-

-Bueno. Le decimos cuando traiga el café-

El resto de la tarde y la noche la pasamos descansando y viendo películas por la TV. Acordamos que esa noche, antes de irnos a dormir, le daría un masaje en la espalda a ver si mejoraban sus dolores.

-¿Cómo hacemos?- les pregunté a los dos en el cuarto, cuando a eso de las 10 pm se iban a acostar.

Luego, dirigiéndome especialmente a Lilly, le dije: -Normalmente tendrías que acostarte boca abajo, pero con esa… barriga-

-¿Barriga? ¿Cuál barriga?- respondió volteándose hacia mí con las manos alrededor de LA BARRIGA.

-Jajaja- reímos todos.

Ella tenía puesta una simple camisa de algodón, que probablemente era 4 o 5 tallas más grandes y que a pesar de eso, con esfuerzo le cubría la barriga, y unas pantaletas bikini que tampoco hacían mucho por cubrirla.

-Supongo que te tendrás que acostar de lado y yo veré cómo te doy los masajes- le dije.

-Muy bien- respondió ella y se acostó en el medio de la cama.

-No- le dije -tienes que ponerte en el borde, porque yo me voy a arrodillar al lado de la cama para darte el masaje desde allí-

-¿De rodillas?- preguntó Héctor -¿No te será muy incómodo?-

-No te puedo decir todavía. Ya veremos-

-Sugiero que tu te acuestes a su lado y la distraigas. Y ten a la mano la cobija para que si ella se duerme, simplemente arroparla y siguen durmiendo-

-¡Ah! Buena idea- respondió Lilly.

Así pues, ella se movió hasta el borde de la cama en el que me encontraba yo y dándome la espalda, se acomodó con una almohada. Héctor me pasó el aceite de los masajes y luego se acostó a su lado. 

Yo me arrodillé al lado de ella. No era demasiado incómodo, porque la alfombra era mullida.

-Ok- le dije a Lilly -¿Dónde te duele más-

Ella pasó una mano para atrás y me señaló la columna a una zona un poco más abajo de los riñones. Más o menos la zona lumbar.

-Aquí es donde más me molesta, pero realmente hay días que me duele desde el cuello hasta el culo-

-Bueno. No voy a darte masajes en el culo definitivamente, jajaja, hoy me concentraré en la zona lumbar y después veremos ¿te parece?-

-Si, papá. Tú eres el jefe- dijo Lilly.

-Y tu deberías ver un poco para que aprendas- le dije a Héctor.

-Muchas gracias- respondió éste -pero mañana tengo que madrugar para tomar el avión y lo que quiero hacer ahora es dormir-

Otra de las razones para mi viaje era que Héctor tenía una reunión, o un curso o una conferencia, ya no recordaba y tenía que viajar por unos días y querían que yo estuviera aquí por si acaso.

-Voy a levantarte la camisa para empezar- le dije a Lilly.

-¿Quieres que me la quite?- respondió ella.

-No, no es necesario, sólo necesito levantarla para tener acceso a tu zona lumbar.

-Ok- respondió ella. Yo sabía que a ella no le importaba estar desnuda frente a mi. Hasta sospechaba que le gustaba que la viera, pero no quería enredar más la cosa. Ya hoy me había enseñado casi toda su vulva. 

Entonces le levanté la camisa hasta la parte alta de la espalda. Ella colaboró levantando un poco el cuerpo para que la camisa pasara por debajo.

Luego tomé un poco de aceite y me restregué las manos para calentarlas un poco. Aún así, cuando le toqué la espalda ella se estremeció.

-Ahhh- dime -Cómo me duele-

Con los dos pulgares empecé a darle masaje a los dos lados de la columna. Tenía los músculos rígidos por el esfuerzo de sostener esa barriga y esas tetas. Una vez, cuando mi mujer estaba embarazada de Héctor, me hicieron poner una mochila con 10 kilos colgando de mi espalda pero por la parte de adelante. Igual a como tiene que hacerlo una mujer con el bebé. Al principio no me pareció malo, pero a las dos horas estaba muerto. Me dolía la espalda, el cuello y todo el cuerpo. El centro de  gravedad del cuerpo, me explicaron, cambia dramáticamente de posición y tienes que usar tus músculos para adaptarte a la nueva posición. Eso era lo que causaba el dolor.

Poco a poco fui ampliando la zona donde la masajeaba. Más hacia arriba, hacia el cuello y más hacia abajo, hacia el coxis. Todos los músculos estaban tensos, pero con los dedos y el aceite los iba aflojado. Ella seguía quejándose, sobre todo cuando tocaba un nuevo grupo de músculos, pero cada vez lo hacía más bajo.

Una hora después, ya se había quedado dormida. Héctor también. Y los músculos de su espalda estaban bastante relajados. No totalmente, serían necesarios varios días de masajes, pero estoy seguro que la espalda le dolería mucho menos ahora.

El que estaba adolorido era yo, pero bueno, no era la posición más cómoda para dar masaje. En fin, me sentía contento de haber podido ayudarla. Me levanté y me fui a dormir a mi cuarto.

Temprano en la mañana oí ruidos afuera y me levanté para despedirme de Héctor. Ellos estaban en la cocina. Héctor vestido y con corbata, Lilly con la misma ropa de la noche anterior.

-¡Hey! Aquí está mi héroe- dijo Lilly abrazándome y dándome un beso.

-¡Estoy perfecta!- me dijo mientras se mantenía abrazada a mi.

-¡Qué bueno!- le respondí con mi brazo pasado alrededor de su cintura -¿No te duele nada?-

-Bueno, sí, todavía me duele un poquito, pero nada que ver con los días anteriores. ¡Eres un sol, papá!- dijo volviendo a besarme y a recostar sus tetas contra mí.

Yo me deshice del abrazo y me serví un café, mientras le preguntaba a Héctor si estaba listo.

-Si. ya estoy listo. De hecho ya pedí el taxi para irme al aeropuerto-

Mientras me tomaba el café, Lilly y Héctor se despedían con un apasionado beso. Inclusive, sin pena alguna, Héctor le acariciaba el culo a Lilly mientras se besaban, lo que me hizo voltear mi mirada hacia un lado.

Poco después sonó el celular de Héctor anunciando que el taxi había llegado. Volvieron a besarse aún más apasionadamente. Inclusive me pareció ver desaparecer los dedos de Héctor entre las nalgas de Lilly, pero quizás era mi imaginación.

Una vez que él se fué y Lilly cerró la puerta, ella se acercó diciendo:

-Yo me voy a acostar de nuevo. Si quieres la nevera hay jamón, huevos y toda clase de cosas deliciosas, que yo no puedo comer, claro y puedes desayunarte cuando quieras-

-Yo tengo ganas de salir a correr o a caminar. ¿Algún problema?-

-Ninguno. A unas dos cuadras hacia allá- dijo señalando es una dirección -hay un parque en la que mucha gente camina. Yo misma voy a allá a caminar de vez en cuando-

-Perfecto. ¡Gracias! ¿Quieres que te espere para que vengas conmigo?-

-No, ahora no me siento con ánimo de caminar y correr… menos. Pero muchas gracias. Por otra parte, si quieres salimos a almorzar…-

-¿No te parece mejor si yo te cocino algo, comemos juntos aquí y luego salimos en la tarde a comernos un helado?-

-¡Excelente idea!- me respondió y mandándome un beso con la mano, se volteó y me dejó solo en la cocina.

Efectivamente, encontré el parque y lo recorrí casi en su totalidad. Más de una hora, para luego regresar a la casa. La puerta del cuarto de Lilly estaba cerrada, por lo que supongo que seguiría durmiendo. Luego revisé la cocina a ver qué podía preparar, sin encontrar mucho, así que salí de nuevo, esta vez con destino al automercado. Allí compré una steaks espectaculares, unos hongos y algo de arroz.

Con eso preparé el almuerzo. Una vez listo, le toqué la puerta a ver si seguía dormida.

-Pasa- me dijo.

Lilly estaba en la cama leyendo.

-El almuerzo está casi listo-

-¡Ah! Qué bueno. Voy a bañarme y salgo-

-Oh, no hay tiempo. Si te bañas primero se va a enfriar todo-

-Ah bueno. Si no te importa que ande por ahí en pijama, yo no tengo problema-

-Ya te he visto antes en pijama…-

-Jajaja. ¡Y con menos ropa también! Jajaja. Pero por lo menos voy a cepillarme los dientes-

-Bueno, si. Pero venga, vamos a comer- le dije antes de que se levantara de la cama evitando más escenas incómodas.

Pronto ella llegó a la mesa tal como estaba la noche anterior y esta mañana. Una franela blanca que le quedaba apretadísima alrededor de la barriga y que apenas le llegaba un poco más abajo del ombligo y una panties también blancas tipo tanga. Se había peinado y creo que echado un poco de maquillaje.

-¡Pero estás bella!- le dije.

-Bah. Me peiné y me puse un poco de maquillaje para disimular las ojeras-

-¿Tienes ojeras?-

-Si, claro. No me digas que no te has dado cuenta-

-Bueno, si, pero me imagino que es que no duermes muy bien-

-Mírame, ¡parezco una ballena!-

-Ninguna ballena. ¡Estás preciosa!-

-Si, claro. Y no se diga de las ubres estas- respondió apretándose las tetas de lado para hacerlas sobresalir más. Lo cual hizo que los pezones se notaran más a través de la tela.

Disimulé mirando para otro lado.

-Hay, papá, perdona. A veces pienso que te incomodo-

-No, no me incomodas, estás preciosa. Pero claro, al mismo tiempo, eres la esposa de mi hijo y no me parece que deba verte así-

-Bueno. Ya lo hemos hablado. Ni a él ni a mi nos incomoda que me veas desnuda o que veas mis tetas…-

-Yo sé, pero no me acostumbro-

-Pues vas a tener que hacerlo- dijo Lilly y para sorprenderme más, se levantó la franela de pronto y me enseñó las tetas por unos segundos.

-Upsss- dijo riendo.

Yo no le dije nada.

-Cuando nazca el bebé me vas a ver dando pecho a cada rato-

-Si, pero igual…-

-Bueno. Venga vamos a comer. Te prometo que no te voy a torturar más enseñándote mis horribles y gigantescas tetas-

-Ya te dije que no son horribles-

-Pero sí gigantescas-

-Tienen que tener el tamaño suficiente para alimentar al bebé- le dije con paciencia.

-Si- respondió -ya hasta de vez en cuando le salen unas gotas claras de leche-

-Calostro-  la corregí.

-Ah, si, cierto- 

Entonces, para mortificarme mas, se levantó de nuevo la franela dejando al aire las tetas y con los dedos de la mano derecha se apretó el pezón, saliendo de éste una gota de líquido blancuzco.

-¿Quieres probar?- me dijo luego de recoger la gota con el dedo y ofreciéndomelo.

-No, gracias- sonriéndole para no ofenderla tampoco.

Al final terminamos de comer y entonces me puse a recoger los platos.

-No, déjame a mi- me dijo -tú cocinaste-

-Si, pero es que yo vine a consentirte y eso voy a hacer. Vete a recostar y después me avisas para ir a comernos el helado.

-Gracias papá- me dijo dándome mi consabido besito en la boca. Ya tendría que estar acostumbrándome.

En la tarde fuimos en el carro a la heladería. Lilly estaba preciosa con un vestido de maternidad decente. Es decir, un vestido normal de embarazo que le cubría todo el cuerpo. Después de estacionar el carro, caminamos un buen trayecto por la zona peatonal hasta llegar a la heladería. Ella caminaba colgada de mi brazo y estoy seguro de que todos los que no veían jurarían que éramos una pareja y que el bebé sería mío.

A ella le gustaba escandalizar y en la heladería se encargó de decir que yo era responsable del embarazo. Todo el mundo lo tomaba con naturalidad aunque yo era evidentemente mucho mayor que ella. Al final nos encontramos con una compañera de trabajo de ella y a la cual me presentó como papá.

La muchacha se sorprendió pues no entendía exactamente qué papel jugaba yo en el asunto. Lilly la dejó en la incertidumbre, hasta que finalmente le aclaró:

-Sí. Él es el responsable de este embarazo…-

La chica abrió mucho los ojos sin decir nada, por lo que Lilly completó entonces:

-él es el papá… ¡de mi marido! y, por lo tanto, co-responsable de esta barriga-

-Jajajaja- se rió entonces la chica -Ahora entiendo. Me tenías toda confundida. Yo te había visto antes con Héctor y ahora aparecías con este señor. Al que ahora veo que se parece realmente a Héctor-

-¿Y verdad que está buenísimo también?- dijo Lilly abrazándome.

-Lilly, por favor- la reprendí.

-Jajajaja- rieron las dos.

-No la regañe, señor… es verdad. Usted está tan bueno como Héctor-

Yo me sonrojé profundamente. Las chicas de ésta zona no tenían filtro.

Al llegar a la casa, Lilly se quitó la ropa “decente” y se volvió a poner el overol del primer día. Supongo que sin ropa interior, jajaja. Esa noche la pasamos viendo la continuación de la serie que habíamos empezado el domingo y temprano, Lilly se despidió de mi.

El día siguiente no la vi hasta que me iba a preparar el almuerzo y dándole tiempo que se bañara antes, me acerqué a su cuarto.

Toqué la puerta y ella me invitó a pasar.

-Hola- le dije, notando que tenía cara de haber dormido muy poco.

-Hola- respondió ojerosa.

-Veo que no tienes buena cara ¿será que pasaste mala noche?-

-Oh si la espalda volvió con venganza. Me dormía en una posición y el dolor me obligaba a cambiarme. Se me pasaba y me dormía… para al rato volver a molestarme. Terrible-

-Me hubieses avisado- la reprendí.

-No quise molestarte-

-No es ninguna molestia. En cambio ahora estoy preocupado por tí-

-No tienes que preocuparte. Ya se me pasará-

-Te puedo dar otro masaje-

-Me encantaría, pero ahora no, esta noche-

-¿Y no quieres comer?-

-La verdad es que no tengo mucha hambre, pero sí, voy a comer algo-

Terminé de preparar la comida y volví al cuarto a avisarle a Lilly. Ella seguía incómoda. Se movía de un lado a otro y no encontraba cómo ponerse cómoda, pero igual se levantó y comimos juntos.

No comió mucho, pero logré animarla contándole cosas y haciéndola reír. Cuando terminamos de comer se retiró de nuevo al cuarto a ver si dormía un rato.

Yo recogí la mesa y metí las cosas a la máquina de lavar los platos. El mantel que habíamos utilizado se había ensuciado, así que lo llevé a donde estaba la lavadora y la secadora. Allí había un banco largo que estaba ocupado por cestas de ropa y otras cosas. Cuando lo vi, se me ocurrió una cosa. Me senté en él y pude comprobar que era sólido. Así que quité todo lo que había arriba y lo llevé al comedor. Lo probé y quedó perfecto. Satisfecho, me senté a leer mi libro y a descansar.

Como a las 5 de la tarde, Lilly salió del cuarto.

-¿Cómo te sientes?- le pregunté. Tenía mejor semblante, pero todavía se la veía incómoda y cansada.

-Bueno, dormí un poco y pude descansar, pero todavía me duele la espalda mucho. Hoy no te voy a acompañar a comer helado- terminó diciendo con una mueca de niña disgustada.

-Jajaja. Te confieso que no soy un fanático de los helados- le dije.

-¡No puede ser! Pero ayer te lo comiste con tanto gusto-

-Si, Nota que no dije que no me gustaran, sólo que no es mi dulce preferido-

-¿Y cual es tu dulce preferido?-

-¡Ah! Hay varios. Por ejemplo, me encantan los cascos de guayaba con queso crema-

-¡Ahhh! ¡Qué delicia!- dijo Lilly sentándose a mi lado. Tenía puesto un sencillo vestido color rosa. Muy amplio, por supuesto, y que se sostenía con dos tiras que le pasaban por los hombros. Nuevamente las tetas parecían querer salirse por todos lados, sólo que este vestido no tenía aberturas como el overol. Al sentarse, el vestido se le subió mucho por las piernas y no pude evitar preguntar si tendría alguna ropa interior, pero enseguida traté de eliminar esa clase de pensamientos de mi cabeza.

Por un rato seguimos repasando diversos dulces y postres diversos, algunos de los cuales ella no conocía.

Después fui a la cocina a prepararle un café. Cuando regresé, me preguntó:

-¿Qué hace el banco del lavandero en el comedor?-

-¡Ah! ¿Te diste cuenta? Es nuestro banco de ejercicios o más bien, de masajes-

-¿Qué? No entiendo-

Entonces me paré y fui hacia el banco, lo puse al lado de la mesa, pero perpendicular a ésta. Entonces me senté a horcajadas en el banco, viendo hacia la mesa y apoyando los codos en ésta, me incliné hacia adelante.

-¿Ves? Te sientas en el banco, tal como yo ahora, y yo me siento detrás de ti y así te puedo dar masajes en toda la espalda-

-¡Pero eso está buenísimo papá! ¡Qué buena idea!-

-Si, ¿verdad? Yo había pensado que podría darte los masajes sentada al revés en una silla, pero con esa barriga… no era posible. Entonces vi el banco en el lavandero y me di cuenta que ahí podrías sentarte sin que la barriga te molestara y que si lo poníamos contra la mesa, podrías apoyarte en ésta para estar más comoda. Además yo puedo sentarme detrás de ti y darte el masaje cómodamente-

-Eres un genio, papá ¿crees que podrías darme un masaje ahora mismo?-

-Claro, tomémonos el café y vamos a ello-

-Ok. Me tomo el café y voy buscar mis cosas-

Cuando a los pocos minutos Lilly se fue a “buscar sus cosas” me quedé pensando en qué serían. No se necesita mucho para un masaje, pero me dejaría sorprender.

Para mi sorpresa, Lilly tardó como media hora en regresar. Cuando lo hizo, mi primera sorpresa era que estaba recién bañada.

-¿Te bañaste?- le pregunté.

-Claro. Me sentía sucia y no iba dejar que me tocaras así-

-¿Sucia?-

Lilly no me contestó, sino que siguió hacia la mesa y el banco. Se había cambiado de ropa y llevaba una bonita bata que, como toda su ropa tenía dificultades en cubrir su barriga. En las manos llevaba una toalla y una botella de aceite para la piel.

-¿Vienes?- me dijo mientras ponía la toalla sobre el banco para no tener que sentarse sobre el banco pelado. Luego se aflojó el nudo de la cinta de la bata y con toda tranquilidad se la quitó quedando completamente desnuda. Yo me quedé paralizado, pero de alguna forma sabía que eso iba a suceder en cualquier momento, así que disimulé mi sorpresa y seguí acercándome a la mesa.

Después, Lilly pasó la pierna por sobre el banco y se sentó sobre la toalla para finalmente apoyar los brazos sobre la mesa, tal como yo le había explicado.

En silencio me senté detrás de ella.

-Pásame el aceite, por favor- le pedí.

Ella tomó el aceite y girando el torso, se volteó hacia mi entregándomelo. Se había volteado tanto que pude ver sus pezones que estaban erguidos, pero desvié la mirada otra vez. Luego ella volvió a ponerse en posición.

Tomé un poco de aceite en las manos y me las restregué para calentármelas y finalmente empecé con el masaje. Comencé con sus hombros y cuello, que estaban rígidos.

-Ahhhh…. qué ricoooo- gimió cuando le masajeé los hombros.

Empecé despacio y luego le fui aplicando más fuerza y pronto sentí cómo se iban relajando sus músculos al tiempo que ella seguía gimiendo. Unas veces de placer y otras de dolor.

-¡Auch! Eso me dolió- se quejaba, para luego suspirar y relajarse.

Una vez que sentí que los músculos del cuello se había aflojado, comencé a bajar por la espalda. Allí estaba menos tensa y por lo tanto no me llevó tanto tiempo para aflojarla. Y también creo que no disfrutaba tanto.

Cuando bajé a la altura de us cintura, volví a notar como sus músculos estaban tensos. Allí tuve que aplicarme con fuerza y sus ayayays y sus ahhh se volvieron a mezclar. 

Entonces cambió de posición y bajó su cabeza hasta casi tocar la mesa, apoyada en su brazo izquierdo, mientras que el derecho lo ponía en su regazo.

Cuando terminaba de darle masaje en una zona, subía mis manos hasta el cuello y le volvía a dar masajes desde ahí hacia abajo. Algo así como un repaso de las zonas ya trabajadas. Esos “repasos” parecía disfrutarlos mucho y sus reacciones me ayudaban para saber que lo estaba haciendo bien. A veces eran un poco sensuales, pero suponía que era su forma normal de expresar el placer que sentía.

-Mmmm… que ricoo…- me decía- moviéndose a veces de lado.

Al cabo de una media hora ya había recorrido toda su espalda, aún hasta abajo, donde comenzaban sus nalgas. Entonces comencé a ampliar mis movimientos hacia los lados. No demasiado porque sus grandes tetas sobresalían mucho y amenazaban mis habilidades de masajista “imparcial” y no quería que ella sintiera que la estaba tocando más allá de lo debido. Aunque repito, con sus gemidos, era obvio que ella disfrutaba mis manos.

Finalmente, cuando estaba a punto de decirle que habíamos terminado, me di cuenta que ella estaba haciendo unos movimientos extraños con sus caderas y que no se correspondían con el movimiento de mis manos. Además, sus gemidos tampoco parecían estar relacionados con lo que yo hacía.

-Aahhh… mmmm…- decía más y más frecuentemente.

Y entonces me di cuenta que ella estaba haciendo algo con la mano derecha que no estaba sobre la mesa, sino… entre sus piernas ¿se estaba masturbando?-

Yo continuaba deslizando mis manos por su espalda y aunque no estaba muy consciente de si era parte del masaje o más bien eran caricias. Sin saber qué hacer, dejé que siguiera haciendo… lo que estuviese haciendo.

-Aaaahhh-

-Aaaaaaaahhhh-

-Aaaaaahhhhhhh-

-AAAAAAAHHHHHH-

Y entonces ella alcanzó el orgasmo. Poniéndose tensa, dobló la espalda hacia atrás, levantando su cabeza, hasta que tropezó contra mi. Yo me retiré un poco hacia atrás, dándole espacio y entonces ella siguió doblándose hacia atrás hasta quedar parcialmente acostada en el banco, entre mis piernas, con su cabeza en mi abdomen y sus brazos en mis muslos.

Entonces me tomó las manos, que yo no sabía dónde poner, y se las puso sobre sus tetas. Sus pezones duros y húmedos en la palma de mis manos y mis dedos rodeando sus grande, pero muy duras tetas, mientras ella seguía estremeciéndose con los últimos espasmos del orgasmo.

-Aaaahhh- volvió a gemir una última vez.

Yo seguía silencioso, sin mover mis manos, pero tampoco sin quitarlas. Ella seguía con sus manos sobre las mías y su respiración se iba normalizando poco a poco.

Finalmente empezó a hablar, sin mirarme a la cara.

-Ay, papá, perdóname, pero no pude aguantarme-

-Está bien, hija-

-Déjame contarte algo- me dijo -Hace como un mes, aparecieron unas gotas de sangre en mis pantaletas. Obviamente nos asustamos mucho y llamamos a mi doctora-

-Ok- dije animándola a seguir. A todas éstas mi güevo había estado a media hasta durante todo el proceso, pero con lo sucedido al final se había puesto completamente duro y, por la forma en que estaba acostada Lilly sobre mi, sin duda tenía que sentirlo apoyado contra su espalda.

-Ella nos dijo que fuéramos a la consulta. Era temprano en la tarde y podía verme inmediatamente-

-El caso es que después de examinarme, me dijo que todo estaba bien. Que a veces sucedía eso, pero que en todo caso, debíamos tener precauciones y dejar de tener relaciones sexuales-

-¿Nada de nada? Le pregunté a la doctora- siguió diciendo Lilly que había comenzado a hacer mover un poco mis manos sobre sus pezones.

-Lo mejor es que sea “nada de nada”- me respondió ella, pero luego preguntó:

-Te voy a hacer una pregunta un poco íntima: ¿Cómo es tu marido?-

-¿Cómo que cómo es mi marido?-

-Me refiero a su… “tamaño”- dijo la doctora haciendo el típico gesto con las manos refiriéndose al tamaño del miembro de un hombre.

-Jajaja. Bueno, no soy una experta- le respondí -pero yo diría que es “grande”- siguió contándome Lilly y luego volteando por primera vez su cara hacia mi y sonriéndome añadió -Y ya sé de dónde heredó Héctor ese tamaño- y restregó un poco su espalda contra mi miembro.

-El caso es- dijo entonces siguiendo con la historia -es que la doctora me dijo entonces que definitivamente teníamos que abstenernos de tener relaciones sexuales-

-¿Por cuánto tiempo?- le pregunté.

-Hasta que nazca el bebé- me dijo -y luego por unos 40 días-

-¡Pero eso eso más de dos meses!-

-La primera parte es para proteger al bebé- me respondió la doctora -no queremos que nazca antes de tiempo. Pero después es para proteger tu vagina y tu vulva. Queremos que todo vuelva a su posición después del parto-

-Uy. Va a estar duro. Una pregunta más-

-Dime- dijo la doctora.

-¿No podemos hacer el amor de otras formas?-

-Bueno, definitivamente no puedes tener penetración-

-Por la vagina-

-Eso, por lo vagina. Por otros lados… depende de Uds. Pero no solo eso, no deberías tener orgasmos-

-¿No debo tener orgasmos?-

-Cuando tienes un orgasmo, los músculos se contraen, especialmente el útero. Muy parecido a como se contrae cuando estás en trabajo de parto y eso podría iniciar el proceso-

-¿Y eso no es bueno?-

-Cuando hayas llegado a término y el bebé esté listo-

-En fin- continuó contándome Lilly -Héctor y yo no hemos tirado propiamente desde hace un mes-

-¿No han hecho nada?- le pregunté. Yo seguía acariciándole las tetas despacio, aún sin que ella guiara mis manos.

-Bueno, yo se lo he mamado varias veces y otro par de veces hice que me lo metiera por el culo, pero sin que yo acabara-

-¿O sea que hoy fue tu primer orgasmo en un mes?-

-No, me he masturbado un par de veces antes, pero no es lo mismo. Tu sabes que no hay nada como un buen… dentro de ti-

-Bueno, no lo sé, jejeje-

-Jajaja- rió Lilly -Entiendo…-

Pero entonces se volvió a mover contra mi y siguió:

-Es caso es que como ya no podíamos tirar como es debido, acordamos por suspender nuestro acuerdo de exclusividad ¿recuerdas? te lo comenté el año pasado que habíamos acordado no estar con más nadie, pero ahora con la nuevas circunstancias, le dije que él podría acostarse con quien quisiera hasta que yo pudiera estar en “condiciones” otra vez-

-¡Oh!-

-Especialmente en este viaje. Le dije que podía cogerse a todas las mujeres que quisiera. Es más, espero que en este momento le esté comiendo la concha a una mientras otra se sienta sobre su duro güevooo-

Obviamente, Lilly estaba muy excitada otra vez. No sólo por lo que me había contado sino, porque mis mis manos le acariciaban las tetas y ella se volvía a masturbar.

-Me encantaría… - me dijo con voz ronca de la excitación -que me dejaras comerte ese güevo tuyo tan durooo…-

-No sé, Lilly… todavía no me siento cómodo con esto- le respondí.

-Buenooo… estaaá bieeén, nooo… importaaa… pero sujétameee duro que ya estoooy… cerca de acabaaar otra veeezz-

Entonces volví a concentrarme en acariciarle las tetas lo mejor que podía, mientras veía cómo sus manos se agitaban entre sus piernas. No veía realmente lo que ella hacía pues la barriga me lo tapaba, pero era evidente que se masturbaba con placer.

-Siiii… siiii…aaaahhhhh…aaaa… aaaAAAAAHHHHH-

Y explotó de nuevo, agitándose mucho antes de ponerse rígida por unos momentos y aflojar el cuerpo otra vez, quedando agotada en mis brazos y respirando fuerte.

Al cabo de un par de minutos Lilly se irguió con dificultad para apoyar los brazos en la mesa, diciéndome:

-¿Seguimos con el masaje?-

-Bueno, ya había terminado, pero déjame aflojarte los músculos de la espalda otra vez, debido al… ejercicio-

-Gracias, papá, eres un sol- me respondió apoyando la cabeza en la mesa, sobre sus antebrazos.

Yo le di masaje en la espalda otra vez por unos minutos, pero sus músculos estaban ya relajados.

-Vamos, ya estás lista- le dije levantándome.

Entonces ella también se paró, desnuda como estaba y me dió un ligero beso a boca. Más largo de lo que me parecía oportuno, dado mi estado de excitación, pero ella hacía lo que quería conmigo.

Luego cogió la toalla y la bata en el brazo y me dijo mientras caminaba desnuda:

-Voy a darme otro baño y después vemos algo en la TV ¿te parece?- dijo, meciéndose camino a su cuarto y con una hermosa sonrisa en los labios.

En la noche vimos un par de películas y nos comimos un sandwich cada uno. No hablamos en absoluto de los masajes ni de ninguna ora cosa relativo a lo que habíamos hecho en la tarde.

Solamente al despedirnos, cuando me dio mi acostumbrado beso de despedida, me hizo prometerle que al día siguiente le volverá a dar un masaje.

Al igual que los días anteriores, me levanté y me fui a hacer ejercicios. Ya estaba más aclimatado y podía correr un poco más sin cansarme, por lo que el recorrido fue un poco más largo. También encontré una panadería o más bien una dulcería, donde vendían desayuno y comí un delicioso par de huevos con tocinera.

Cuando regresé a la casa, me bañé y me puse a leer en mi iPad hasta la hora del almuerzo. Antes de preparar nada, fui al cuarto de Lilly y toqué suavemente la puerta:

-Pasa, papá-

Entré y la vi trasteando por todo el cuarto.

-¿Qué haces?-

-Decidí cambiar lo que tengo que llevar al hospital. Tengo mucha ropa para mí y para el bebé y a cada rato cambio de opinión sobre lo que debo llevar-

-Jajaja. Cosas de mujeres-

-Así es- me respondió mientras seguía doblando cosas y metiéndolas en la pequeña maleta.

Se la veía bastante animada y contenta. 

-Anoche dormí sin ningún dolor- me dijo sonriendo -Ese masaje tuyo es milagroso. No veo el momento de que me lo hagas de nuevo-

-Esta tarde sin falta- le respondí pensando en si se volvería a masturbar. Algo me decía que si y mi miembro dio su señal de aprobación comenzando a levantarse. Yo me moví incómodo.

-¿Qué quieres almorzar?- le pregunté para cambiar de tema.

-Lo que tu quieras, papá-

Comimos unos spaghetti con salsa boloñesa y una ensalada de lechuga y tomates. Lilly no comió mucho spaghetti por aquello de la gordura, pero sí toda la ensalada que yo no comí. Nos complementábamos en los gustos culinarios.

Luego se retiró a seguir con lo de la maleta, mientras que yo pensaba: ¿Cuantas veces se puede cambiar el contenido de una maleta? ¡y de ese tamaño! Sin llegar a ninguna respuesta.

A eso de la 5 de la tarde Lilly volvió a aparecer con la toalla y la crema para el masaje. Al igual que ayer, se desnudó y se sentó sobre la toalla para comenzar el masaje.

Yo me senté tras ella y comencé a darle el masaje. Tenía la espalda mucho mejor que ayer y casi no tenía nudos en los músculos. Igual le di todo el tratamiento completo, desde el cuello hasta la parte baja de la espalda. Inclusive le pedí que se inclinara un poco más para poder acceder a sus glúteos.

Mientras, me comentó que había hablado con Sammy, su hermana menor.

-Hablé esta mañana con Sammy. Tiene unos días libres en la universidad y viene a pasárselos en la casa-

-¡Qué bueno!- le dije.

-Bueno. La verdad es que iba a estar sola en la casa de mamá, porque ellos no han regresado de Europa, así que le dije que si quería podía quedarse aquí hasta que ellos lleguen. No te importa ¿no?-

-¿Cómo me va a importar?- le respondí -Es tu casa-

-Ya sé que es mi casa, pero tu llegaste primero y vamos a estar un poco apretados-

-Jajaja. Ella es delgada. No ocupa espacio-

-¿Me estas diciendo gorda?- dijo Lilly volteando a verme airada.

-No, por Dios. Tú no estás gorda- respondí tratando de abrazarla por la barriga sin lograrlo.

-Jajaja-

-Bueno. Entonces no se hable más. Ahora la llamo para decirle que se venga para acá. Va a dormir conmigo en mi cuarto, así que no te molestará-

-No creo que lo hiciera de ningún modo-

-Ya está, ya se te salió el lado adulador-

-¿El lado adulador?- pregunté.

-Si, ese uso de las palabras que hace que a todas las mujeres se les aflojen las piernas. ¡Especialmente las de ésta familia-

-Jajajaja- reí -Menos mal que a ti no se te aflojaron-

-¿Que nó? Si no fuera porque tengo a Héctor, te hubiese metido en mi cama en lo que canta un gallo-

-Bueno. Pórtate bien que ya estamos terminando-

Así pues, continuamos con el masaje un rato más, durante el que ella se portó muy bien, sin gemir demasiado ni masturbarse.

-Yo creo que estamos listos- le anuncié. Siento que tu espalda está mucho mejor ¿no te parece?-

-Oh sí. No te imaginas el bien que me has hecho- respondió Lilly volteándose para verme -¿Será que puedes darme masaje también en los pies y las piernas? Los siento un poco hinchados-

-Claro, claro- le respondí -¿Quieres cambiarte al sofá?-

-No, no aquí mismo está bien- respondió Lilly girando sobre si misma, mientras pasaba una pierna y luego la otra por sobre el banco, quedando de frente a mi. Ni que decir que cuando hizo esa operación su vulva había quedado absolutamente expuesta a mi. Yo miré hacia otro lado, pero por no pude evitar verla por unos momentos.

-¿No vas a estar muy incómoda?- le pregunté -No tienes dónde apoyar la espalda-

-Oh si. Me voy a apoyar en la mesa- dijo ella recostándose contra el borde de la mesa y poniendo entonces sus piernas abiertas en mis muslos. 

La miré a la cara incómodo, entonces ella me dijo:

-Está bien, papá, puedes mirarme. Ahí no hay nada ahí que no conozcas- 

-Si, pero…-

-Nada. Sabes que soy una chica muy libre y no me importa que mires. ¡Es más, me gusta que mires!-

-Bueno, como tú digas Lilly- respondí sin hacerle caso, mientras tomaba la botella de aceite y empezaba con su pié derecho.

Efectivamente, tenía los pies un poco hinchados y luego de apretarlos un poco por aquí y por allá, comencé a presionar con ambas manos subiendo desde los dedos hacia la pierna, como empujando el líquido retenido hacia arriba.

Yo no sabía si eso funcionaba, pero me imaginaba que podía ser y al parecer sí que lo hacía pues sentía como se desinflamaba un poco.

Entonces se me ocurrió que si le subía los pies más alto que el cuerpo, el efecto sería más rápido.

-¿Puedes poner la pierna así?- le pregunté apoyando su pié derecho en mi hombro.

-Si, claro- respondió ella, haciendo lo que le pedía.

Luego tomé la otra pierna y después de masajearle el pié, también se lo coloqué sobre mi otro hombro. Entonces volví a hacer lo mismo que antes, a “empujar” los líquidos por la pierna sólo que ahora era hacia abajo pues los pies estaban arriba.

-Asshhh- dijo Lilly -¡Qué bien. Ya siento como se descongestionan!-

-Así es- respondí alegre con mi descubrimiento -Creo que esto funciona muy bien-

Con la alegría por los buenos resultados no me di cuenta que cada vez que “empujaba” con las manos desde los pies de Lilly hacia abajo, llegaba más y más abajo. Primero hasta las rodillas, luego hasta el inicio de los muslos y ahora ya llegaba casi hasta el final de los muslos, muy cerca de la vulva de Lilly.

Cuando me di cuenta, Lilly estaba respirando agitadamente, obviamente excitada. Miré su vulva y estaba claramente hinchada y húmeda. Traté de disimular y mover las manos sólo en los pies y las piernas, pero ya el daño estaba hecho. Lilly estaba excitada, muy excitada, y no se iba a quedar así.

Con voz ronca me habló de nuevo, mientras que una de sus manos se deslizaba por su panza hasta su vulva y la otras a sus tetas:

-Ayer hablé con Héctor-

-¿Sí, cómo está?- pregunté contento que ella hubiese hablado de eso.

-Cansado, me dijo. Se pasó toda la tarde cogiéndose a una hindú-

-¿Cómo?- pregunté incrédulo, por la tranquilidad con la que me decía que su esposo había pasado la tarde cogiéndose a una tipa.

-Si. Durante el curso se portan de lo más serio- empezó a contarme Lilly mientras los dedos índice y medio acariciaban su clítoris con un lento movimiento circular -Pero cuando terminan las clases, como a las 5 pm, se van a un bar y “relajarse” y el relajo termina en que los más interesados suben la los cuartos a tirar hasta que llega la hora de la cena. Luego se van a sus respectivos cuartos, se bañan, se arreglan y bajan a cenar. Allí se comportan de nuevo con la mayor formalidad, hasta que al terminar pasan al bar… y la mayoría no duerme en su verdadero cuarto. Jajaja. Ayer me dijo que se cogió a una hindú insaciable que gritaba como si la estuviesen matando, pero que acabó tantas veces que perdieron la cuenta, quince o dieciséis veces en una hora-

-Wow- respondí yo que empezaba a perder también la cuenta de lo que hacía. Mi güevo parado tan duro que casi que me dolía.

-Mmmm… qué ricooo…- gimió Lilly, sin saber si se refería a la hindú o a ella. Sus pezones no podían estar más grandes, gracias a como ella se los apretaba, girándolos y jalándolos. Los círculos de sus dedos alrededor del clítoris era más duros y más rápidos.

-Hoy… me dijooo… que hay unaaa catiraaa de Sueciaaa o por ahí que ha estado buscándolooo todos éstos díaaas y que probablemente pasará la noche con ella-

-¡Qué bueno por él- respondí nervioso.

-¿Puedo bajar los pies, papá? Se me están durmiendo-

-Claro, claro, hija, perdóname-

Entonces, para mi sorpresa, Lilly bajó los pies de mis hombros y los puso… en mi regazo. Apresándome el güevo con los pies a través de mi pantalón. Yo tenía un pantalón de algodón y unos interiores tipo short por lo que mi güevo estaba perfectamente accesible a Lilly que se lo puso entre los pies y empezó a masturbarme.

-Oh…hija… no me parece…- dije tratando de impedir que lo hiciera.

-Tranquilo papá… sólo un poquitooo hasta que yooo… hasta que yo…. ahhh… aaaahhh… AAAAHHHH-

Efectivamente, el orgasmo detuvo las caricias de Lilly en mi güevo y en su propio cuerpo. Su mano había quedado apretada entre sus piernas, mientras temblaba y gemía por el placer.

Yo miraba deleitado cómo su cuerpo se estremecía y su cara se distorsionaba por el placer. Las tetas temblaban y los pezones parecían querer explotar. Unas gotas de líquido resbalaban desde ahí por su vientre.

Sin poder evitarlo, le abracé las piernas, que era lo que podía alcanzar en la posición que estábamos, aunque lo que me provocaba era abrazarla toda.

Finalmente, ella se tranquilizó lo suficiente para volver a hablar:

-Ufff… eso fue intenso-

-Fue muy rápido- dije -No me lo esperaba-

-No te creas. Desde esta mañana he estado pensando en este masaje. Bueno, más que en el masaje, en tus manos recorriendo mi cuerpo…-

-Lilly…-

-Ya va. No puedo impedir que mi mente piense ¿no te parece?-

-Si, pero…-

-En cualquier caso, pasé todo el día pensando en ti y en tus manos. Luego, mientras me dabas el masaje, sentía como por dentro todo mi cuerpo se preparaba. No se si te diste cuenta que estaba completamente mojada cuando pasaste a darme el masaje de las piernas-

-No pude evitar notar que si, que estabas excitada y húmeda. Tu vulva estaba… bueno, ya sabes-

-Después me di cuenta que tú también estabas excitado. Tu… güevo estaba duro y aunque lo disimulabas, era obvio que lo estabas. Así pues, realmente cuando empecé a tocarme yo y a acariciarte con los pies, sólo pude aguantarme unos minutos-

-Bueno. Me alegro por ti- le dije con cuna sonrisa.

-Pero tu… ¿No quieres que te haga acabar?-

-No Lilly, estoy bien-

-¿Cómo vas a estar bien? Lo tienes durísimo. Si quieres te ayudo… me encantaría hacértelo con la boca-

-Gracias Lilly, pero…-

-¿Con las manos?- 

-Eres odioso- me dijo finalmente, aunque con una sonrisa burlona en la cara y levantándose del banco.

Yo me quedé sentado.

-Vamos- me dijo -levántate tu también-

-Estoy esperando que se baje- le dije sonrojándome.

-Vamos, no seas bobo. Levántate que lo único que voy a ver es un pantalón con un abultado delante, jajaja-

Ella se me quedó viendo mientras me levantaba y acercándose me habló al oído mientras me agarraba el güevo con la mano:

-Sabes que en un futuro me lo voy a comer y no me vas a poder decir que no-

-Eso será en el futuro, pero por ahora…-

-Es un desperdicio. Jajajaja- dijo Lilly soltándome y volviéndose a recoger sus cosas para ir a bañarse.

-Si Sammy llega mientras yo estoy en el baño, ¿la atiendes porfa?-

-Claro, claro-

-Ahora que lo pienso- dijo deteniéndose y volviéndose hacia mi -¿A ella sí te la puedes coger?-

-¡Lilly!- le dije frunciendo el ceño.

-Jajajaja. Creo que si. Jajaja- y se fue riendo al baño.

Como una hora después sonó el timbre de la puerta. Yo me había bañado y arreglado y Lilly todavía no salía de su cuarto, así que fui a abrir, tal como ella me lo había pedido y allí estaba Sammy.

-¡Oh! -dijo sorprendida al verme -No sabía que estabas aquí-

-Hola Sammy, bienvenida- le dije sonriéndole e invitándola a pasar.

Sin dejar de mirarme a los ojos, tomó su pequeña maleta y entró a la casa.

-¡Oh! Perdona, déjame ayudarte- le dije y le quité la maleta de las manos. Sorprendida, me dejó hacer.

-Lilly se está bañando- le informé -pero me pidió me ocupara de ti. Por ahora vamos a dejar esto aquí-

Puse la maleta en un lado y luego le ofrecí si quería tomarse algo.

-¿Qué puedo ofrecerte? No sé muy bien lo que hay aquí, estoy sólo desde hace un par de días, pero estoy seguro de que hay café y té-

-Eres muy amable-

-¿O quisieras más bien algo de licor. Vi una botella de whisky por ahí y varias botellas de vino…-

-¡Oh no! Con un poco de café estará bien-

-Ok. Si quieres puedes sentarte en la sala mientras lo preparo. Yo también quiero una taza-

-Prefiero sentarme aquí en la cocina, si no te importa-

-No, por supuesto. Puedes sentarte donde quieras. perteneces más aquí que yo-

-Jajaja. No sé si eso es correcto, pero digamos que ambos tenemos ciertos… “derechos” a sentarnos en esta casa-

Una vez pasados los primeros momentos, comenzamos a conversar con mayor naturalidad. Ella contándome de sus impresiones del primer semestre de la universidad y yo oyéndola con interés.

Al poco rato llegó Lilly que recién bañada y arreglada parecía no haber roto un plato. 

-¡Hermana!- gritó desde el pasillo.

-¡Lilly!- le respondió Sammy desde la cocina -¡Estás bella!-

-Si, claro. Bella como el elefante del circo-

-Nooo. De verdad. Estás radiante-

Yo me sonrojé un poco y miré al piso pensando que parte de ese “radiante” se debía a los masaje y lo orgasmos que tenía cada día, pero no pensaba decir nada.

-Gracias, eres muy mona. Pero la verdad es que me estoy sintiendo mucho mejor estos días gracias a los masajes que me ha estado dando el papá de Héctor-

Yo me sonrojé aún más pensando que con lo boca floja que era Lilly ya le iba a decir a Sammy que además de los masajes, se masturbaba abrazada a mí, pero al final no dijo nada. En parte por el abrazo que se dieron ambas.

Por las próximas horas, ambas monopolizaron la conversación, por lo que yo me limité a acompañarlas y serviles café, refrescos y unas galletas.

Un poco más tarde les pregunté qué querían cenar y me dejaron a mi para que decidiera. Yo exploré la nevera y la despensa y conseguí tocineta y huevos, por lo que les pregunté si una pasta carbonara estaba bien a lo que ambas accedieron con alegría.

Se quedaron en la cocina mientras yo preparaba todo y poco a poco me fueron incluyendo más y más en la conversación que había pasado de cosas familiares a temas en los que yo podía aportar.

Cuando estuve listo, Lilly puso la mesa ayudada por Sammy.

-¿Quieres abrir una botella de vino?- me dijo Lilly.

-¿Pero puedes tomar?- le preguntó Sammy.

-Una copa solamente, pero Uds no tienen que abstenerse por mi-

Así pues abrí una botella de vino californiano de una calidad extraordinaria, que tal como dijo Lilly, nos bebimos principalmente Sammy y yo.

El vino y la alegre compañía animó mucho la conversación y pronto estábamos todos riendo a mandíbula batiente. Sammy era muy divertida y tenía chismes y cuentos de todos sus profesores, algunos de los cuales Lilly recordaba de su época. Yo no me quedaba atrás e incluía algunas historias divertidas por mi parte y aunque se trataba de personas desconocidas para ellas, yo lo contaba con la gracia necesaria para mantenerlas divertidas.

Después de recoger la mesa y poner todo en la máquina de lavar los platos, nos pasamos a la sala donde seguimos riendo y contando cosas. Al final Lilly decidió que era hora de irse a dormir, pero que nosotros podíamos quedarnos conversando. Sammy se puso un poco nerviosa y dijo que mejor no, que ella también se retiraba. Habían acordado que como el cuarto de huéspedes estaba ocupado por mi, ella dormiría con Lilly, aprovechando que Héctor estaba afuera, “con la sueca” como dijo Lilly. 

Yo me puse un poco incómodo, pero Sammy o no oyó o se hizo la loca con el comentario y no preguntó quién sería “la sueca”, por lo que el comentario pasó bajo la mesa.

Finalmente, apagamos las luces y yo me fui a mi cuarto y ellas al suyo.

Luego de asearme me acosté en la cama y me puse a leer. En realidad era temprano y no tenía sueño.

Al cabo de un rato, sin embargo, oí unos ligeros toques en la puerta.

-Pasa- dije pensando que era Lilly, pero en realidad era Sammy, que entró y cerró la puerta, quedándose apoyada en ella.

Tenía una especie de sencillo camisón de algodón de color rojo claro o rosado, cerrado en el cuello y que le llegaba a la mitad de los muslos. 

-Hola- le dije incorporándome en la cama y sonriéndole animándola a hablar.

-Perdona que haya venido así de repente a tu cuarto…-

-No, nada. No tengo que perdonarte nada- le respondí.

Ella se me quedó mirando desde la puerta sin dar un paso ni hablar por un momento. Finalmente tomó fuerzas y respirando profundamente comenzó a hablar.

-El año pasado…- dijo y se detuvo un momento, como dudando por dónde empezar.

-El año pasado- volvió a decir -Cuando te vi entrar a la biblioteca con la tía Olga, supe lo que iban a hacer-

-Los oí desde la puerta y cuando terminaron, me alejé un poco para disimular. Luego ella salió con cara de… - continuó Sammy.

-Con cara de bien cogida, lo que me pareció interesante porque había oído que ella era muy exigente con sus parejas. Obviamente tu habías cumplido con sus estándares. Luego volviste a entrar con otras dos amigas de Lilly y me molesté un poco. Me pareciste un tipo frívolo y… no sé. No me gustó-

-Finalmente volviste una vez más con Roxana y definitivamente decidí que eras despreciable-

-Pero yo…- traté de defenderme.

-Espera- dijo ella, haciéndome una seña con la mano y acercándose a la cama despacio, pero todavía nerviosa.

-Después vino lo de la tormenta y al principio no supe que pensar. Habías pasado tres días con mi mamá y con Jenny y las dos no hacía sino alabarte. Es más cuando las vi el lunes, ¡todavía no podían caminar derechas! Tenía que haber sido algo fenomenal para que ambas anduvieran por ahí así y con sendas sonrisas de boba, ¡como la tía Olga!-

-Entonces me puse a pensar que tenías que tener algo especial- continuó contándome.

-Y entonces le pregunté a Jenny y ella me dijo que eras el mejor amante que había tenido en su vida, lo que no era en sí una cosa especial, pero cuando mi mamá me dijo lo mismo. ¡Una vieja como ella!-

-Hey, tu mamá no es ninguna vieja- la reprendí.

-¡Oh! no me refiero a vieja de esa forma. Me refiero que ella ha tenido tiempo de tener muchos amantes y que tu eras el número 1 de las lista-

-Mmmm- dije entre alabado y avergonzado por la forma en que hablaban esas chicas.

-Entonces decidí que yo tenía que probar también. No podías irte sin que yo también averiguara por carne propia. Pero entonces desapareciste-

-Es que llegó mi ex-esposa- intervine.

-Si, me enteré después. Yo pensé que durante la boda tendría oportunidad de acostarme contigo, pero o estabas rodeado por otras mujeres o por tu ex-

-Ciertamente- respondí. Ya ella había llegado al borde de la cama y parecía no saber qué hacer.

-El caso es que entonces sucedió algo imprevisible- continuó -y fue que todos los compañeros de mi edad me parecieron… unos niños insoportables-

-¡Pero tú no me conocías suficiente!- protesté.

-Justamente. Te idiolicé. Te convertí en el amante perfecto. En el hombre ideal-

-Pero Sammy…- traté de argumentar.

-Si, ya sé que no tiene sentido- me confirmó -pero ya sabes cómo es la mente. Contra más pensaba en tí, más inteligente, más simpático, más… erótico-

-Pero eso… -

-Si. Ya sé que no es correcto, pero la mejor forma de solucionar eso es…- y se interrumpió por un momento, para seguir de nuevo -la mejor forma es acostarme contigo-

-¡Oh… bueno!- dije probablemente sonrojándome y sin poder decir nada inteligente. Pero ella siguió.

-Cuando supe que vendrías para el parto de Lilly busqué cómo tomarme unos días de la universidad a ver si resolvía mi pequeño problema-

-O sea que ya sabías que estaba aquí-

-Sabía que venías, pero no tenía los detalles-

-¿Y Lilly sabes que estás aquí?- pregunté sin saber realmente la razón.

-Ellas me mandó para acá- respondió sonriendo y luego preguntó: -¿puedo?- levantando la sábana.

-Claro, claro- le respondí haciéndome a un lado.

Sammy levantó la esquina de la sábana apenas lo suficiente para meterse debajo de ella pero sin descubrirme y sin saber así si yo estaba desnudo o no.

Yo esperé a que ella se acomodara. Obviamente estaba un poco incómoda y sin saber bien cómo proceder. Así que simplemente se acostó boca arriba y se arropó con la sábana. 

Entonces yo me puse sobre mi lado izquierdo y acodando mi cabeza con mi brazo me le quedé viendo con paciencia.

Entonces ella tomó aire y me dijo:

-Hay otra cosa que debo decirte. A pesar que estoy tomando la píldora desde hace un par de años, yo no… yo nunca… yo… no… tengo mucha experiencia-

-Está bien- le dije sonriendo- iremos a la velocidad que tu digas-

-En realidad nunca he pasado de segunda base- me dijo mirándome a la cara por primera vez desde que se había acostado en la cama.

-¿Segunda base?- pregunté sin entenderla mientras le quitaba un mechón de pelo de la frente tratando de ganarme su confianza.

-Si, ¿no conoces el dicho?- 

-No, nunca lo había oído-

-Los jóvenes lo utilizan como un símil del beisbol ¿conoces beisbol no?-

-Si, he ido a algunos juegos-

-Bueno, llegas a primera cuando te das besos con un muchacho- me dijo sonriendo, mientras yo seguía acomodándole el pelo al tiempo que le acariciaba la cabeza con los dedos.

-Llegas a segunda cuando le permites que te toquen las tetas. Jajaja. Aunque no tengas, como yo-

-Oh, no digas eso. Tienes unos senos muy bellos. Si, son pequeños, pero bien formados y seguramente van a crecer algún día. Mira a Lilly-

-¡Dios mío! ¡Son enormes!- dijo.

-Bueno, porque están preparadas para alimentar el bebé. Cuando haya terminado volverán a tener un tamaño normal-

-Si, claro. Bueno, el caso es que las tetas son la segunda base. Si te tocan… allá abajo es que llegaste a tercera y si llegas a home… bueno, ya sabes-

-¿Y tú no has llegado nunca a tercera?- le pregunté acariciándole la piel de la cara y el cuello.

-Bueno, yo me he tocado y me he… masturbado, pero ningún hombre me ha tocado allí y por supuesto no…-

-Está bien- le dije entonces Si no te importa, comencemos con primera base acercando mis labios a su boca.

Ella tenía unos labios delicados y poco sobresalientes, así que la besé delicadamente en la comisura de los labios. Luego me moví hacia el otro lado de su boca colocando pequeños besos en su labio inferior. Cuando llegué al otro lado de su boca, regresé de la misma forma.

Luego seguí dándole pequeños besos por toda la cara, regresando siempre a los labios, donde iba presionando un poco más cada vez. Ella sonreía cada vez que, pensando que iba a ser más agresivo, seguía una ruta distinta por algún lado de su cara. Cuando paseaba por sus orejas era más agresivo y deslizaba mi lengua dentro de su oído, lo que la hacía estremecerse y reír. 

Finalmente la última vez que volví sobre sus labios, deslicé mi lengua por entre ellos y ella abrió la boca para recibir mi primer beso serio. Seguimos besándonos por mucho rato. Al principio explorándonos mutuamente, pero luego fuimos tomando confianza, mientras nuestras lenguas luchaban por abrazarse y jugar una contra la otra.

De vez en cuando cambiábamos de táctica, más que todo para respirar libremente un poco, aprovechando para besarnos por toda la cara antes de volver a la boca por otra tanda. Sammy besaba muy rico y por su juventud, se lo atribuí más a una habilidad natural que a la práctica.

Entonces llegó el momento de seguir avanzando y deslicé mi mano derecha hacia sus tetas. Obviamente conseguí los pezones erguidos, pero todavía tenía puesta su camisón de algodón, por lo que le dije:

-Voy a pasar a segunda base, pero me gustaría acariciarte sin el camisón-

-No tengo nada debajo…- me dijo como si estuviese apenada.

-Está bien- le respondí sonriendo -yo tampoco-

-Oh-

-Igual nos podemos cubrir con la sábana, pero definitivamente es más rico llegar a segundo y tocar la base-

-Claro, claro- dijo Sammy metiendo las manos por debajo de la sábana que nos cubría y jalando el camisón hasta pasar su trasero y luego sentándose para terminar de sacarlo por la cabeza. Finalmente se acostó de nuevo en la cama y se subió la sábana hasta el cuello.

Yo comencé a besarla en la boca de nuevo y ella respondió enseguida, pero mientras la besaba puse mi mano sobre su teta desnuda.

Tal como ella decía era una teta pequeña más de una adolescente que de una mujer de 18 años, pero era muy dura y deliciosa. El pezón estaba muy rígido y me puse a jugar con él, apretándolo con mis dedos pulgar e índice, provocando unos cortos gemidos de placer de Sammy que se ahogaban en mi boca.

-Mmmm-

Luego cambié de una teta a la otra, repitiendo el procedimiento. Los pezones se iban haciendo más grandes cada vez.

A continuación, en una pausa para respirar, dejé su boca y empecé a bajar por su cuello, deslizando mis labios y la punta de mi lengua por su piel, lo que la hacía estremecerse. Pero cuando estaba a punto de llegar a sus tetas, cambié de dirección y subí hacia su oreja.

-Oh, no…- dijo en un gemido.

-Tienes que tener paciencia- le dije mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja, lo que la hizo estremecerse de nuevo.

-Pero… ooohhh- protestó gimiendo.

-Todo llegará. Confía en mi-

Todo eso había sido conmigo sobre mi lado izquierdo y ella acostada boca arriba, entonces decidí cambiar y sin avisarle me giré y me volteé para acostarme sobre ella. Ella se sorprendió pero inmediatamente abrió las piernas para hacerme espacio y quedé sobre ella, con mi cabeza a la altura de sus tetas. En esta nueva posición, y apoyado en mis codos, pude dedicarme a besar y acariciar sus pezones con comodidad.

-Oooohhhh- gimió Sammy cuando le chupé el pezón derecho. 

Luego deslicé mi lengua alrededor de la aureola y el resto dela piel de esa teta. Al terminar, se la soplé levemente y eso la hizo estremecer de nuevo.

Entonces me cambié a su teta izquierda dejando la otra para acariciársela con la mano. Lo que duplicó las fuentes de placer para Sammy. Y así me mantuve por un rato, resistiendo sus manos que me empujaban en una dirección u otra.

Finalmente me subí un poco para besarla en la boca de nuevo, lo que hizo que mi güevo le rozara ligeramente su vulva, haciendo que ella se estremeciera con el contacto. Yo no quería, sin embargo, que ella me sintiera, así que me moví hacia abajo de nuevo, llegando con mi boca hasta su ombligo, donde me divertí un rato jugando con mi lengua y mis labios. 

Al cabo de unos momentos, volví a moverme hacia abajo, bajando por su plano vientre hasta el borde superior de su pubis, donde deberían comenzar sus vellos púbicos, pero que naturalmente no tenía. Estaba completamente depilada.

Igualmente me dilaté un rato dándole ligeros besos en el pubis, sin bajar a su vulva, para volver a subir a su ombligo ante sus protestas.

-Noooo…-

No le dije nada y luego de besarle el ombligo otra vez, subí a comerme sus tetas de nuevo. Ella suspiró decepcionada, pero su excitación se mantenía.

Entonces volví a bajar poco a poco, besándola por el lado del cuerpo, lo que le produjo un poco de cosquillas. Cuando llegué a las caderas, seguí bajando por el muslo.

-Pero… me vas a matar…- protestó mientras que sus manos trataban de empujarme a su entre pierna.

-Paciencia querida, no es fácil llegar a tercera base- le dije mientras le besaba el muslo derecho en mi camino de bajada y luego el izquierdo en mi camino de subida.

Finalmente llegué otra vez a su pubis y comencé a besárselo y a pasar la lengua por toda la zona hasta llegar al borde superior de su vulva. Mientras, me había puesto cómodo entre sus piernas, pues pensaba pasar mucho tiempo comiéndomela. 

Por un momento levanté la vista. Sammy me veía desde arriba expectante, con los ojos entrecerrados.

Luego miré hacia abajo y vi su vulva perfectamente depilada. Los labios mayores estaban un poco abiertos y rojos por la excitación, igual que los labios menores que sobresalían un poco y estaban cubiertos con sus fluidos. Un claro olor a sexo llegó a mi nariz invitándome a comérmela y exactamente eso fue lo que hice.

Saqué la lengua y la deslicé despacio de abajo arriba por toda su vulva.

-Aaaaahhhh…. por fin….- dijo Sammy.

Volví a repetir mi movimiento, pero con un poco de vibración de mi lengua, haciendo que los labios menores se movieran de lado a lado. Luego bajé por fuera de su vulva, entre ésta y la pierna, para volver a meterme al centro entre su vagina y su ano y subir por el otro lado. No iba a quedar ningún lugar que no vaya a visitar.

-Mmmm- gimió Sammy un poco desilusionada.

Pero no le di tiempo de pensar, pues inmediatamente puse mis labios y mi lengua contra la parte superior de su vulva, atacando su clítoris.

-AAAAAHHHH- gimió ahora estremeciéndose violentamente con el contacto. Levantando las caderas y empujando contra mí.

Chupé duro y sentí como el delicado clítoris se levantaba, aprovechando para acariciarlo con mi lengua.

-SIIIII…. aaaahhhh…. que ricooo-

Pero no la dejé disfrutar mucho pues pronto dejé ese lugar y me moví hacia abajo, intentando meter mi lengua en su vagina.

-Nooo…. nooo te vayaaas…- protestó Sammy.

En su vagina pude detectar mejor el sabor de sus jugos. Eran menos fuertes que los de su hermana y los de su madre. Eran más… jóvenes. No sabía que eso era posible, como si las secreciones de su cuerpo no estuvieran tan… ¿añejadas?

Volví a subir poco a poco, pero entonces decidí aumentar la apuesta con mis dedos. Hasta ese momento, mis manos le habían estado acariciando el cuerpo y sobre todo las tetas, pero ahora quería mis dedos aquí abajo, por lo menos los de mi mano derecha, así que dejé mi mano izquierda acariciando sus pezones y metí mi mano derecha entre sus piernas.

Empecé con mi dedo índice, mientras volvía a jugar con su clítoris con mis labios y mi lengua. Despacio, lo fui metiendo en su vagina, dándome cuenta que era efectivamente muy estrecha. De todas maneras, con la cantidad de líquidos que la lubricaban no me costó metérselo, pero ella inmediatamente reaccionó:

-Oooohhhh….aaaahhhh-

No sé si a mis labios en su clítoris o a mi dedo en su vagina. Cuando llegué a mi segunda coyuntura paré y lo giré para palpar la superficie interna de la vagina. Tardé un tiempo, pero finalmente localicé el área claramente distinta del punto G.

Entonces hice uno último tour con mis labios por toda su vulva, lamiendo y besando cada centímetro de ella, hasta que, nuevamente tomando centrándome en su pequeño botón, empecé a chuparlo con todas mis ganas. Al mismo tiempo, mi dedo índice presionaba y estimulaba su punto G, lo que la llevó en pocos segundos a un orgasmo explosivo:

-OOOOOHHHHH….AAAAAHHHH-

Su cuerpo convulsionó, empujando con sus caderas contra mi, mientras le temblaban incontrolablemente los muslos.

-OOOOOOOHHHHH- seguía gimiendo o gritando, no sé.

Yo dejé de moverme, sin quitar mis labios y mis dedos de su cuerpo, para que ella pudiera pasar las olas de placer que la abrumaban.

-OOOOOHHHH- volvía a gemir cada vez que una nueva y más débil ola la hacía temblar, hasta que al poco rato, se quedó quieta, respirando fuerte.

-Yo no sabía… - dijo con la respiración entrecortada.

-Yo no sabía…- repitió.

Entonces me enderecé en la cama y subiendo mi cuerpo, quedé suspendido sobre ella, apoyado en mis rodillas y mis brazos extendidos.

-Y ahora vamos a llegar a home- le dije.

Ella abrió mucho los ojos: -¿Ya?-

-Es el mejor momento- le respondí besándola ligeramente en la boca.

Entonces me agarré el güevo con la mano y lo deslicé a lo largo de su vulva. Cuando rocé con él su clítoris, dió un respingo: -¡Aj!-

Luego de dos o tres caricias más, lo coloqué en la entrada y empujé un poco. No entró, sólo se apoyó contra su vagina que seguía cerrada.

Sus ojos se abrieron mucho de nuevo:

-Es muy grade- dijo con un asomo de temor en ellos.

-Es del tamaño preciso para darte le máximo de placer- le contesté empujando con más fuerza.

De pronto entró la cabeza.

-Aaajj- volvió a decir Sammy, para luego volver a protestar: -No puedo…-

No le hice caso y empujando un poco más, metí un par de centímetros más, llegando mas o menos a la mitad.

-Nooo…. siii- 

El cambio de opinión reflejaba el sentimiento de haberse acostumbrado a la sensación.

-¿Te duele?- le pregunté, más que todo para reafirmarle que cuidaba de ella.

-No, pero me siento… como llena-

-Muy bien- le dije -así está bien-

Entonces retrocedí un poco y volví a empujar.

-¡No lo saques!- me pidió alarmada.

-No lo estoy sacando- le respondí -Es sólo para acariciarte mejor-

Y así sacándolo un poco y metiéndolo luego un poco más, pronto llegué al fondo de su vagina, aunque todavía quedaba un par de centímetros de güevo afuera. Era poco y sabía que pronto se lo podría meter completo, pero por ahora estaba bien.

Entonces empecé a cogérmela con largos y lentos movimientos. Sacando el güevo casi hasta el final y luego volviéndolo a meter. Ella tenía los ojos cerrados y estaba concentrada en sus sensaciones y con el ceño fruncido.

Bajé un poco el cuerpo y la besé en los labios. Ella respondió al beso un poco distraída por lo que pasaba allá abajo. El cambio de posición mía resultó en que el güevo se doblaba un poco alrededor de su hueso púbico y cuando llegaba hasta el fondo rozaba contra su clítoris, lo que le producía un intenso placer.

Entonces ella empezó a responder a mis embestidas empujando con su caderas contra mí, lo que definitivamente hizo que mi güevo se le metiera hasta el fondo cada vez.

-UHHMPF- gemía cuando nuestros pubis chocaban con fuerza.

Dejé de besarla porque yo también me estaba acercando al orgasmo y no quería acabar antes que ella de ninguna manera.

-UHHHMMMPFF-

-GRGRG- gemía yo de regreso-

-UHHHMMMPPPFFFF-

-MGRMGRG-

Cada vez más rápido y fuerte.

Hasta que de pronto me abrazó con fuerzas y gritando alcanzó de nuevo el orgasmo:

-AAAAAAHHHHHHHH-

Sientiendo los espasmos de su vagina alrededor de mi güevo yo tampoco pude más y exploté dentro de ella, vacíenlo mi semen en su cuerpo.

-MMMMMMMMMMMM-

-SSSSIIIIIIIIIIIIHHHHHHH-

-AAAAAAHHHHHHHHH-

Yo no había podido mantenerme soportado por mis brazos y piernas y había caído sobre su cuerpo, mientras ella me abrazaba con fuerza, empujando su pubis contra el mío, como tratando de que mi güevo le entrara aún más adentro.

Así nos quedamos por un rato hasta que dándome cuenta de que tenía todo mi peso sobre ella, me levanté y girándome, me acosté a su lado.

-Perdóname- le dije -te estaba espachurrando-

-Está bien- respondió ella con la voz entrecortada -puedes hacerlo todas las veces que quieras-

-Jajaja- reímos los dos todavía sin aire.

Al poco rato me levanté de la cama.

-¿A dónde vas?- preguntó Sammy abriendo los ojos.

-Ya vengo- le dije -dame un minuto-

Rápidamente fui al baño y luego de limpiarme el güevo, tome dos pequeñas toallas. Una de ellas la mojé en agua tibia. 

Regresé al cuarto y delicadamente comencé a limpiar a Sammy, de la que iban saliendo todavía mis secreciones mezcladas con las suyas. Luego la sequé con la toalla seca y me recosté a su lado.

Apoyando mi cabeza en el codo, me le quedé viendo. Tenía la cara de mujer satisfecha que he visto en mi vida.

-Ahora entiendo a Jenny y a mami. Fue realmente… delicioso. Gracias- me dijo Sammy besándome en los labios.

Por un rato nos quedamos disfrutando del beso, casi sin tocarnos. Finalmente me separé para tomar aire.

-Gracias a ti- le dije -por confiar en mí y regalarme esta noche tan placentera-

-Pero yo no hice nada- protestó.

-Esta bien- le dije -es tu primera vez y era mi deber proveerte de la experiencia más maravillosa posible. Después tendrás oportunidad de buscar cimas más elevadas-

-¿Más elevadas? ¿Se puede sentir placeres más profundos?-

-Cada experiencia es distinta. Unas veces serán mejores y otras peores. Queda de tu parte experimentar y probar y conseguir parejas que experimenten contigo- le dije -Lo importante es que cada vez lo intentes con el corazón abierto y con alguien a quien aprecies-

-Wow. No puedo ni imaginarme un orgasmo más fuerte que el que tuve-

-¿El primero o el segundo?-

-El primero fue maravilloso, pero definitivamente el segundo fue mejor-

-Muy bien- le respondí -Un buen amante tiene que ir aprendiendo qué le gusta a su pareja para repetirlo y, por supuesto lo que no le gusta, para no hacérselo más-

-¡Es cierto… pero tú no me dejaste hacer nada!-

-Era tu primera vez y quería asegurarme que recibieras el mayor placer posible-

-¿Y me vas a dejar hacer ahora?- dijo Sammy incorporándose un poco, volteándose hacia mi y poniendo su mano en mi pecho-

-Digamos que ahora entramos en un juego de que… cada quien hace lo que piense que es mejor para el otro. No “tienes” que hacer algo, ni “tienes” que dejarte hacer. A menos claro, que como antes, el otro te lo pida expresamente-

-Es decir que yo puedo pedirte cosas ahora-

-¡Claro! Siempre pudiste. Parte del juego es cómo pedir. Por ejemplo, tú cuando pides haces una cosa que me desarma completamente-

-¿Si, qué será?-

-Tienes unas pestañas muy largas y cuando me preguntas algo, es decir, cuando quieres que te diga algo, mueves mucho las pestañas y eso me encanta-

-Jajajaja- rió Sammy, justamente mientras batía las pestañas.

-Bueno… yo quiero ahora… explorarte…- dijo con voz tímida, pero con mucho movimiento de pestañas.

-Muy bien- le respondí -¿Quieres que yo haga algo especial o simplemente me quedo tranquilo?-

Ella se me quedó viendo unos segundos y luego dijo:

-No sé. Vamos viendo-

-Ok-

Entonces ella se sentó en la cama, inclinada hacia mi vientre y con cuidado me agarró el güevo que estaba, por supuesto, en reposo y apretándolo con los dedos me dijo:

-¿Cómo se pone… tan blandito y luego de repente tan duro?-

-Es la naturaleza- le respondí -No puede estar duro todo el tiempo porque se gasta mucho esfuerzo poniéndolo así-

-¿Cómo es eso?- preguntó, mientras lo seguía tocando y moviendo la piel.

-Se necesita mucha sangre para ponerlo duro y simplemente, una vez que cumple su función, se la deja salir y listo-

-¿Si? ¿Así de fácil?-

-Así de fácil- le respondí notando que ya se me estaba empezando a poner duro.

-¡Mira! ¡Ya se está poniendo duro!-

-Jajajaja. Ya me di cuenta-

Ella seguía jugando con mi güevo, moviendo la piel hacia abajo hasta que la cabeza quedó al descubierto.

-Supongo que por este huequito es que sale el semen-

-Así es. Y también la orina. Parece un poco feo, pero es lo que decidió la naturaleza. A Uds. en cambio les dio dos caminos separados: la uretra y la vagina-

-Es cierto- respondió Sammy con la cabeza apoyada en mi abdomen y la boca muy cerca de mi güevo.

-Y supongo que si le doy un beso, te gusta mucho ¿no?-

-Jajajaja. Ciertamente. Es como llegar a tercera, cuando yo te comí allá abajo. En realidad tu clítoris y mi güevo están relacionados y funcionan parecido-

Entonces sentí como su lengua comenzaba a explorarme.

-¡Oh!- le dije -tienes que hacerlo con cuidado. La cabeza es muy sensible. Como tu clítoris, repito, y además ahora está un poco sensible debido a nuestros juegos de hace poco-

-Ok- respondió Sammy mientras empezaba a practicar pasándome la lengua primero por la cabeza y luego por el resto del güevo.

-Muy bien. También puedes metértelo en la boca-

-Si. He leído un poco y he visto porno en Internet pero así de cerca se ve tan grande-

-Como te dije. Cada hombre tiene el suyo de un tamaño distinto. El mío es sólo un poco más grande que el promedio, pero lo que determina el pacer no es el tamaño, sino el uso. El utilizarlo bien-

-¡Y en eso tu eres un experto!- me dijo justo antes de voltearse a mirarme, mientras se metía la cabeza en la boca.

-¡Ops!- brinqué cuando me rozó con un diente.

-¿Qué pasó?- preguntó sacándoselo.

-Me rozaste con un diente. No es grave, pero es muy desagradable por lo que tiene que aprender a hacerlo bien. Lo que muchas mujeres hacen cubrirse los dientes con los labios. Por lo menos hasta que se acostumbran-

-Ay, perdona- dijo Sammy dándome besitos en la cabeza del güevo.

Luego volvió a metérselo en la boca, ahora sin problemas, y a mover su lengua alrededor. Obviamente no era una mamada muy buena, pero lo intentaba con entusiasmo.

Entonces, con la otra mano comenzó a acariciarme las bolas. También con un poco de demasiada fuerza.

-Allí tienes que tener un poco de cuidado. Por eso le dicen a las bolas las joyas de la corona, porque son muy sensibles al tacto y duelen si las aprietas-

Entonces se sacó el güevo de la boca alarmada.

-¡Ay! Perdóname. No he hecho sino desastres-

-No. No son desastres, son las cosas comunes que hacen las personas las primeras veces que hacen el amor. Pero lo importante es ir aprendiendo-

-Ok. Voy a tener cuidado-

Entonces se volvió a meter el güevo en la boca con más confianza, mientras me exploraba con las manos.

-Mírame- le dije y ella levantó la cabeza.

-No. Sigue haciéndomelo, pero mírame a los ojos, que es más sexy-

-Ok- respondió batiendo las pestañas de esa forma maravillosa mientras se metía mi güevo en la boca y por primera vez empecé a sentir como me iban dando ganas de acabar, aunque todavía faltaba mucho para llegar allí.

Por un rato seguimos así, ella comiéndome el güevo y aprendiendo y yo disfrutando con las manos detrás de mi cabeza.

Después de unos minutos ella se volvió a detener para preguntarme:

-¿Lo estoy haciendo bien?-

-Muy bien querida- le respondí.

-¿Quieres acabar así?-

-La verdad es que me encantaría y seguramente si sigues así lo vas a lograr, pero preferiría hacerlo dentro de tí-

-Mmmm… me encanta que digas eso, porque eso de estarte comiendo el güevo es bueno, pero definitivamente yo no iba a llegar a ningún lado-

-Jajajaja. Así son las cosas. Por eso la mayoría de las veces se utiliza como juego previo. En el caso de las mujeres no hay problema, porque pueden acabar varias veces, pero los hombres usualmente tenemos “un sólo tiro”-

-¿Un sólo tiro? ¿Cómo es eso, no vas a poder acabar más?-

-Jajaja. No, claro que si. Me refiero a que generalmente, cuando los hombres acabamos el güevo se desinfla y no podemos meterlo más hasta un rato después-

-Ah, menos mal- dijo Sammy que ya se estaba acomodando, moviéndose hasta quedar arrodillada con las piernas a cada lado de mi cuerpo.

-Ya veo que quieres “cabalgarme”-

-Si. La última vez llevaste tu todo el ritmo. Ahora quiero ser yo la jefa- dijo mientras se inclinaba un poco para agarrarme el güevo y apuntarlo hacia arriba.

-Muy bien- le dije -Si quieres, puedes acariciarte con poco en la entrada con la cabeza, pero recuerda, a veces estamos muy sensibles-

-Muy bien- respondió moviendo la cabeza del güevo adelante y atrás de su vulva -Uhhhmmm… muy rico-

La sensación era realmente muy rica, pero a veces la cabeza rozaba con algo y se perdía la gracia, pero igual la dejé que lo hiciera varias veces. 

Finalmente dejó de moverlo y lo colocó en la entrada de su vagina y bajó un poco el cuerpo. Al igual que antes, la entrada era muy estrecha y no me dejó pasar, pero entonces ella hizo más presión y de pronto ya estaba adentro.

-¡Aaaaahhhh- gimió Sammy cuando la cabeza entró dentro de ella.

-Mmmmm- gemí yo también.

Por unos momentos se quedó inmóvil, no sé si disfrutando del momento o acostumbrándose al tamaño o a lo que fuese, pero luego volvió a empujar un poco… y otro poco, y otro, hasta que finalmente sus nalgas llegaron hasta mis piernas y quedó sentada sobre mi, con el güevo hasta el fondo.

-Aaaahhh. ¡Qué rico! Me siento taaan llenaaa-

-Tienes razón- le dije -a mi también me gusta mucho-

-Y ahora voy a moverme- anunció.

Yo puse mis manos en sus muslos y dejé que ella se moviera a su antojo. Primero empujó con las caderas hacia atrás, lo que sacó el güevo un poco. Regresó y empujó hacia adelante, metiéndolo más adentro.

-Mmmm… siento que me va a llegar hasta la garganta-

-Jajaja. No tanto, pero…-

Entonces empezó a repetir el movimiento de atrás a adelante cada vez más rápido.

-Mmmmm…-

-Aaaahhhh-

-Mmmmm… gemíamos los dos.

Pero entonces se detuvo diciéndome, no quiero acabar todavía. Quiero probar otra cosa y entonces empezó a girar el cuerpo en círculos, lo que le añadía un placer adicional al movimiento anterior.

Después de un rato, se inclinó un poco hacia adelante, me apoyó las manos en el pecho y luego levantó el cuerpo, haciendo que el güevo se saliera casi hasta afuera, para luego volver a metérselo.

Es movimiento le gustó también, aunque un par de veces se pasó y el güevo se le salió por completo, haciendo que pegara un brinco para agarrarlo y metérselo de nuevo.

A continuación regresó al movimiento circular, sentada completamente y girando las caderas en redondo, cada vez más rápido. 

Sintiendo que yo iba a acabar pronto, decidí hacer “trampa” y metiendo mi mano entre sus piernas, comencé a acariciarle el clítoris con el dedo gordo.

-AAAAHHHH- empezó a gemir más duro.

Y entonces oí un ruido en la puerta del cuarto y volteando pude ver 

a Lilly entrando despacio, mirándonos fijamente. Sammy también se dio cuenta y dejó de moverse y de gemir, volteando hacia la puerta.

-Ay, perdónenme por interrumpirlos- dijo Lilly -Por favor sigan-

Pero Lilly son siguió. No se quitó de encima mío pero no siguió moviendo las caderas y yo tampoco seguí jugando con mi dedo en su clítoris.

-No podía dormir. Estuve oyéndolos hace rato, cuando hicieron el amor por primera vez-

-¿Me oíste?- dijo Sammy mortificada.

-O si, hermanita. No sólo te oí yo, sino que la mitad de los vecinos también. No eres muy silenciosa que digamos- dijo Lilly mientras se iba acercando a la cama vestida solo con una delgada bata que, además, estaba medio abierta.

-¡Qué pena!- dijo Sammy, quien quizás involuntariamente había comenzado a mover las caderas un poquito.

-Cuando terminaron, pensé que podría dormirme, pero estaba inquieta o mejor dicho, excitada. Luego empezaron otra vez y traté de oírlos, pero en realidad afinaba el oído lo más posible para tratar de adivinar qué hacían- 

Cuando Lilly llegó al lado de la cama se detuvo.

-Estaba tan excitada que mojaba todo. Mira como tengo mojadas las piernas- dijo Lilly y tomó mi mano y la metió entre sus piernas.

Yo tendría que haberme negado, pero también estaba muy excitado y ya no pensaba más, así que coloqué mi mano entre sus piernas, muy cerca de su vulva y sentí como sus muslos estaban mojados y lubricados con sus jugos. Así que subí un poco más y le acaricié la vulva. 

-Mmmm- gimió Lilly mientras la acariciaba. Sammy comenzó a moverse más rápidamente.

Luego saqué la mano y me la metí a la boca. Era el mismo sabor familiar de Sammy y Jenny y su madre.

-Delicioso- le dije dirigiéndome a las dos mientras hacía mucho espaviento metiendo mis dedos en la boca.

-¿Te gusta?- preguntó Sammy.

-Si. Me gustan mucho las dos-

-¿Y a tu Sammy. cómo te sientes con ese pedazo de verga metido en tu coñito?-

-Ay hermana. Es tan ricooo…- Sammy seguía aumentando la velocidad de sus caderas.

-¡Cómo me gustaría estar ahí!- dijo Lilly acariciándose las tetas que tenían los pezones erguidos y húmedos-

-¿Quieres que te lo preste un rato?-

-No puedo hermanita. Lo tengo prohibido hasta que nazca tu sobrino-

-Oh… cómo lo siento… en este momento lo tengo hasta… hasta… ohhh-

-Pero a lo mejor mi suegro me podría ayudar…-

-Claro, claro- le respondí metiendo mi mano entre sus piernas y buscando su vulva. Inmediatamente metí dos dedos en su vagina y con el pulgar comencé a acariciarle el clítoris-

-MMmmmm… qué rico… pero… quiero algo más…-

-Lo que quieras Lilly- le dije mientras iba subiendo mi nivel de excitación otra vez.

Entonces Lilly se quitó la bata, quedando completamente desnuda. Luego puso una pierna en la cama e impulsándose se montó hasta quedar arrodillada sobre mi cabeza. Inmediatamente comprendí lo que quería y con mis manos la ayudé a que se posicionara sobre mí. Costó un poco de trabajo, moviéndonos un poco más arriba y abajo hasta que tu vulva estuvo sobre mi boca y comencé a comérmela.

Ambas hermanas estaban de frente, pero yo no podía ver qué pasaba entre ellas, sólo oía los gemidos de una y otra mientras hacíamos el amor.

La primera en acabar fue Sammy, que ya había estado cerca de acabar cuando entró Lilly. Fue un orgasmo explosivo, creo que el más fuerte de los tres que había tenido en la noche. Sobre todo porque ella controló sus movimientos para llegar cuando quiso. Si sus gritos anteriores los habían oído los vecinos, estos deben haber despertado al alcalde y la policía, jajaja.

-OOOOOOOOOOHHHHHHHH….-

-OOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHH- gemía y se estremecía

Lilly acabó un poco después, ayudada por la explosión de Lilly.

-AAAAAAAAAAAHHHHHHHHH-

Estando más en control, simplemente levantó su cuerpo lo suficiente como para que yo no pudiera acariciarla más con la lengua. Lo que no faltó fue un abundante squirt que no sólo me mojó la cara y el cuello, sino que debe haber empapado la cama. No pude percibir si Lilly también había hecho squirt, pero lo que si hizo fue levantarse, sacándose mi güevo de adentro, dejándome en blanco.

-¡Sammy, no has hecho que el suegro acabe!- dijo Lilly cuando los espasmos de su propio orgasmo pasaron.

-¡Hay es verdad!- dijo Sammy.

-Deja, yo me encargo- 

Entonces Lilly se inclinó hacia adelante y agarrándome el güevo con la mano, se lo metió en la boca sin dudar.

-Mmmmm- gemí de placer al sentir de nuevo el calor de un cuerpo de mujer en mi güevo.

Luego de un momento, Lilly se lo sacó de la boca para decir:

-¡Vaya que es grande! Ya sé de dónde sacó Héctor el suyo- y enseguida se lo volvió a meter en la boca. Entonces, para mi sorpresa, ella se lo puso en el fondo de la garganta, respiró hondo y se lo tragó todo, llegando con sus labios hasta mi pubis.

-¿Cómo hiciste eso Lilly?- preguntó Lilly impresionada.

Por supuesto que Lilly no le pudo contestar. Sólo movió la cabeza arriba y abajo un poco hasta quedarse sin aire y finalmente sacárselo.

-¡Ajjj- dijo aspirando aire -Sigue tu mientras recupero el aliento-

Entonces Sammy acercó su boca y tímidamente empezó a mamármelo. La diferencia de técnica era notable, pero en realidad no era desagradable.

Pero Lilly se dió cuenta de ello y le dijo a Sammy:

-Déjame a mi otra vez- y cuando Sammy se apartó le dijo -Trata de fijarte en lo que hago-

Entonces Lila volvió a tomarme en la boca con una habilidad inclusive superior a la de su madre.

Cuando se lo metió hasta la garganta otra vez yo casi estaba a punto de acabar y decidí avisarle.

-Estoy cercaaa…-

Lilly se lo sacó un momento para decirme que quería que acabara en su garganta y luego de tomar aire, se lo metió hasta el fondo, al tiempo que me apretaba las bolas.

-MMMMMMMGGGGGGRRRRR- gemí mientras explotaba en la garganta de Lilly.

-¿Porqué no nos arreglamos un poco y nos cambiamos a mi cama- dijo Lilly cuando recuperó el aliento a los pocos minutos.

-Me parece una buena idea- respondió Sammy.

-De acuerdo-

Luego de un rato estábamos todos limpios, pero cansados, acomodándonos en la enorme cama de Héctor y Lilly. Nadie se ocupó de ponerse pijama, simplemente nos acostamos desnudos. Lilly en su puesto habitual, yo en el medio y Sammy del otro lado. Al poco tiempo estábamos dormidos.

Me desperté con el murmullo de una conversación y abriendo los ojos con flojera vi a Lilly y a Sammy despiertas y conversando alrededor de mi güevo que según su costumbre mañanera, estaba tieso como un palo.

-Dejémoslo dormir un rato- decía Lilly -Pronto se despertará y podré enseñarte a comértelo mejor-

-¡Mira! Ya se despertó- respondió Sammy, procediendo a apretarme el güevo con sus manos.

-Buenos días preciosuras-

-Buenos días papá- respondió Lilly -¿Dormiste bien?-

-Como un angelito- respondí.

-¿Un angelito? Jajaja. No recuerdo haber oído de ningún angelito con éste apéndice tan interesante- dijo Sammy subiendo y bajando sus manos por mi miembro.

-Me encantaría acompañarlas- dije -pero tengo asuntos importantes que resolver en el baño. ¿Les parece que me pueden dejar unos minutos para resolverme? ¡Les prometo que regreso limpio y fresco como una lechuga!-

-Ok. Pero… ¿limpio y fresco como un salchichón?- dijo Sammy.

-Muy bien. ¡Vuelvo como un salchichón!-

-Jajaja-

Cuando regresé, las dos chicas habían arreglado un poco la cama y ambas seguían desnudas y acostadas en la cama esperándome. Distraídamente, cada una jugaba con sus respectivas tetas y vulvas, preparándose para la siguiente tanda.

Al poco rato ya me estaba cogiendo a Sammy estilo perrito. Ella apoyada en sus rodillas y codos y yo de rodillas detrás de ella, metiendo y sacándole el güevo hasta el fondo. Lilly me abrazaba y me arcariciaba por todas partes, especialmente con sus rellenos pechos que dejaban rastros de leche por donde pasaban.

Cuando Sammy acabó, se dejó caer hacia adelante en la cama, dejando libre mi güevo, lo que aprovechó Lilly para limpiarlo con su boca. Yo no había acabado todavía, me guardaba para Lilly.

-Arrímate para un lado- le dijo ésta a Sammy.

A duras penas, ésta se arrimó un poco, todavía respirando fuerte por el orgasmo que acababa de tener. Entonces Lilly también se puso en cuatro, en la misma posición que estaba antes Sammy. Yo no estaba seguro de qué hacer, pues sabía de la prohibición de Lilli.

-Lilly- le dije -¿Qué quieres hacer¿, ¿No se supone que no puedes hacerlo hasta dentro de un mes?-

-Ya vas a ver- dijo Lilly -Sammy, ayúdame con esto por favor-

-Dime que quieres-

-Quiero que le agarres firmemente el güevo a Gregg con tu mano, justo en su base. Ese va a ser el tope. No puedes quitar la mano. Luego lo diriges a mi vagina. Voy a metérmelo sólo la parte que no cubre tu mano. Así me aseguro de que sea sólo un pedazo y no todo el… salchichón-

-¿Estás segura hermana?- preguntó Sammy que ya me había agarrado el güevo con su mano derecha.

-Estoy segura- respondió Lilly siguiendo- ¡Vamos, méteme de una vez esa vaina!-

Con mucho cuidado me incliné hacia adelante, mientras Sammy me dirigía hacia la vagina de Lilly. Tal como había hecho antes con ella misma, primero recorrió su vulva con la punta, lubricándome y acariciando a Lilly que gimió de placer.

Luego me apuntó hacia la vagina y me ordenó que empujara. Yo empuje un poco, pero Lilly retrocedió con fuerza hacia atrás. La mano de Sammy impidió que la penetrara demasiado, solo un par de centímetros, el ancho de una mano, más o menos.

-AAAAHHHHH… por fin… ¡Cuanto tiempo pensando en estoooo…-

Por un rato estuvimos tirando así, pero definitivamente era insatisfactorio para ambos, pues ambos queríamos llegar al fondo.

-Está ricooo…- dijo Lilly -pero ahora quiero que acabes en mi culo-

-¿Seguro?- le pregunté, mientras seguía cogiéndomela-

-Si, el doctor no me prohibió nada por ahí, jajaja-

 Luego continuó:

-Sammy, abre la gaveta de mi mesa de noche y saca el lubricante que se encuentra allí-

Yo le saqué el güevo a Lilly para “liberar” a Sammy de su mano protectora y a cambió comencé a acariciarle el clítoris a Lilly con mis dedos.

-Mmmmm…. qué rico…-

-Aquí está- dijo Sammy procediendo a aplicarle el lubricante a Lilly en el culo y a mi en el güevo. Cuando terminó nos dijo:

-Bueno, estamos listos-

Yo me agarré el güevo con la mano, esta vez necesitaba coordinar yo mismo los movimientos. Puse la cabeza en el ano de Lilly y comencé a  empujar. Ella se movió hacia adelante por mi empuje, pero luego se acomodó y comenzó a empujar hacia atrás.

Entonces el ano de Lilly se abrió y la cabeza de mi güevo entró.

-Aaayyyy… pero qué ricooo- gimió.

-¿Estás bien?-

-Si, pero espera a que me acostumbre a la presión-

-Ay hermana, no sé cómo puedes soportar tener eso tan grande ahí adentro-

-No es tan difícil, hermana. Cuando quieras te ayudo a probar-

-Oh, no. Todavía no estoy lista para eso- dijo Sammy.

-Vamos papá, empuja hasta el fondo poco a poco- me dijo Lilly.

Entonces sentí como su esfínter se relajaba y mi güevo entraba poco a poco. Lo que no pudo ser fue el “poco a poco” porque ella misma empujó de pronto hacia atrás y enseguida estuvo completamente empalada.

-AAAAHHHH… sssiiii-

Para mi sorpresa, Lilly acabó al cabo de un par de minutos. Supongo que seguía muy excitada por todo lo que hacíamos y que la parte final, la cogida específicamente, la llevó muy pronto al orgasmo.

Yo también acabé al poco tiempo, con lo que así, todos quedamos satisfechos por ahora. Y digo por ahora, porque teníamos un largo día por delate y estaba consciente de que estas dos mujeres necesitarían más güevo.

Para la hora de regreso de Héctor, lo esperábamos a las 6 de la tarde, habíamos tenido dos sesiones más. Ambas entre Sammy y yo y Lilly solamente de apoyo y como consejera de Sammy.

Como a las 4 de la tarde Héctor llamó que ya estaba en el aeropuerto esperando para embarcar camino a casa. También llamó la mamá de Lilly para decir que en la noche volaban de regreso de Europa. Pronto estaría toda la familia reunida.

El último en avisar que estaría pronto aquí fue el bebé, que a eso de las 5 decidió salir, cuando Lilly rompió fuentes y empezaron las contracciones del parto. Lilly avisó a su Dra que nos mandó a irnos al hospital.

A las 3 de la mañana, Lilly y Héctor recibieron a Jaime, el nuevo miembro de la familia.