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Manu y su hijo (2/3)

en Amor filial

MANU 

CAPÍTULO 2

Al mediodía del domingo estaba muy inquieta, moviéndome de un lado a otro en la casa. Ya le había arreglado su cuarto, pero igual entraba a cada rato a revisar lo mismo que había revisado una hora antes y volvería a revisar una hora después. 

Sacaba comida para tenerle algo preparado, para volverla a guardar un rato después habiendo decidido que no tendría hambre, para luego decidir que pediríamos comida o que mejor saldríamos a comer a un restaurante bonito, para luego echar para atrás todos los planes y volver a empezar.

Al final, como a la 1 de la tarde sonó el timbre de la puerta y me abalancé a abrirla. Allí estaba mi hijo, más bello que nunca… o quizás no. Con barba de dos días y una cara de cansado que daba lástima.

Igual lo abracé y lo besé para volverlo a abrazar de nuevo.

-Pero mamá…- trataba de hablar.

Pero yo igual lo seguía abrazando y besando.

-Bueno, mamá, no es para tanto. Nos vimos hace apenas seis meses…-

La verdad es que a pesar del tiempo que llevaba afuera, nos veíamos más o menos cada seis u ocho meses. El venía a visitarme o más de las veces, yo iba a Alemania a visitarlo a él. Pero por alguna razón hoy lo sentía más necesitado de mis besos y abrazos o ¿quizás era yo la que lo necesitaba?

Finalmente lo dejé entrar, metimos la maleta (¡una maleta!) y cerramos la puerta.

-¿Cómo estás hijo?- le pregunté por fin.

-Bien, mami, gracias. Muy cansado. No dormí nada en el avión-

-Bueno, ahora podrás descansar, pero antes tienes que contarme algo, ¿Qué pasó con Uds?, ¿Qué pasó con Anne-lise?

-Ahora no puedo contarte, mami. Simplemente todo se terminó. Cuando esté menos cansado te cuento-

-Claro, hijo, claro. Perdóname que te haya molestado, pero fue una gran sorpresa. Ustedes eran tan felices…-

-Eso parecía, mami, pero… bueno, otro día te cuento. Ahora sólo quiero acostarme y dormir hasta mañana-

-Perfecto, allí esta tu cuarto, como siempre. ¿Querrás comer algo más tarde?-

-No sé. Cuando me despierte veremos-

Eran como las seis de la tarde cuando apareció vestido sólo con unos interiores largos, sin afeitar y despeinado, pero a mi me pareció precioso. Amor de madre, pensé, jajaja.

-¿Quieres comer algo ahora hijo?-

-No mamá, sólo voy a tomar un poco de agua… no mejor me voy a llevar la botella de agua para el cuarto- dijo sacando la botella de nevera y desapareciendo de nuevo en el cuarto.

Bueno, por lo menos no se ha descuidado, me dije viendo su espalda. El había sido nadador en la escuela y luego en la universidad y había mantenido el cuerpo.

Yo pasé el día y la noche viendo series en la televisión. Apenas comí y en todo el día no me provocó masturbarme. No lo hacía desde el viernes en la noche, lo que para mí era un montón de tiempo, pero es que los nervios por la noticia de su llegada y sobre todo de su divorcio me habían trastornado. -¿Qué iba a hacer? ¿Cuanto tiempo se quedaría conmigo? ¿O se volvería a Alemania en seguida?…- todas esas preguntas me daban vueltas en la cabeza todo el tiempo sin permitirme pensar en mi.

Al final no lo volví a ver más el domingo, así que me acosté temprano y me dormí profundamente.

El lunes me desperté más tranquila, hoy hablaríamos y todo se aclararía. No me gustaba no estar en control. Me levanté, me puse la bata y salí a la cocina a tomarme un café.

Me sorprendí al encontrarlo a él ya sentado en la cocina.

-Hola, mamá- me saludó ya afeitado, vestido y compuesto con corbata y todo. De pronto me di cuenta que yo sólo tenía puesta una bata de encaje casi trasparente, con apenas uno o dos botones. La reacción de mi cuerpo fue más rara, mis pezones se irguieron como soldados firmes.

-Hola, hijo- respondí sirviéndome el café tratando de disimular mi nerviosismo o ¿mi excitación?

-Mmmm… hay algo raro…- me dijo.

-¿Raro?- le pregunté extrañada.

-Esas- me dijo sonriendo y señalándome las tetas -están más grandes ¿no?-

-¿Te diste cuenta? Jajaja. Si, te pensaba sorprender. Fui al mejor cirujano plástico de la ciudad y me compré lo mejor. ¿Te gustan?- le dije moviéndome un poco de lado a lado para hacerlas oscilar.

-Mmmm… preciosas- me respondió -Y el resto también. Toda tu estás divina-

-Gracias. Y tu sigues siendo un caramelito- le respondí abrazándolo y dándole un beso en el cachete recién afeitado.

Por unos segundos nos seguimos abrazando y de pronto me di cuenta de que a) estaba casi desnuda y b) que era mi hijo al que abrazaba y poniéndome muy roja, me separé. Mis pezones casi que me dolían de tan duros que estaban.

-¿Y qué haces vestido y con corbata tan temprano?- le pregunté mientras que me sentaba y trataba de ocultar mis tetas que parecían querer salirse de la bata.

-Me voy a trabajar- me respondió desviando también un poco la mirada de mi cuerpo.

-¿Cómo que vas a trabajar? ¡Llegaste ayer de Alemania!-

-Jajaja. Eso no importa. Me ofrecieron un empleo y comienzo hoy. Es un trabajo muy interesante y la remuneración es excelente, además de bonos y participación accionaria. Un buen paquete pues-

-¿Quieres llevarte el carro?-

-No, no te preocupes, ya pedí un Uber, que… si, ya está llegando-

-Bueno, hijo, hablamos a la noche- le dije levantándome para despedirme de él-

El se volteó hacia mi y volvimos a abrazarnos. Entonces sentí un bulto en su vientre… -¿era lo que pensaba?-

Apenas él salió por la puerta, me fui corriendo al cuarto, abrí la caja de juguetes y agarré el más grande que conseguí. Un monstruo de 25 centímetros de largo y casi 5 de grueso. Casi nunca lo utilizo porque realmente me tengo que preparar muy bien para que me entre, pero hoy no lo necesité. Apenas me acosté, abrí las piernas y luego de lubricarlo me lo coloqué en la entrada de la vagina, desesperada. Comencé a empujar y para mi sorpresa, se metió casi sin esfuerzo.

-Aaaaarrrgggghhhh…justo lo que necesitaba- 

Entonces comencé a masturbarme metiéndolo y sacándolo rápidamente, mientras que con la otra mano me acariciaba a toda velocidad el clítoris.

En poco tiempo estaba temblando y agitándome con un orgasmo tan poderoso que todo el cuerpo me temblaba. No fue sino hasta ese momento en que mi di cuenta que me había masturbado pensando en mi hijo. 

-Eso no está bien, Marta- me dije.

-Pero no hice nada malo. Un poquito de coqueteo. Un abrazo. Si, la bata era un poco pasada, pero seguro que a él le gustó…-

Al final llegué a la conclusión que no había hecho nada malo.

A eso de las 3 de la tarde me llamó Marta, mi secretaria para decirme que Marcos me estaba llamando pero que yo no le atendía el teléfono.

-Pásame la llamada-

-Mamá, tengo rato llamándote pero no me atendías, tuve que llamar a Marta- me dijo Marcos.

-Sabes que no atiendo números que no reconozco. ¿Qué teléfono es ese?-

-Pues puedes ir guardando este número, me dieron este teléfono en la oficina-

-¡Ah, qué bueno!-

-No me esperes esta noche a comer, voy a llegar tarde-

-¿Pero qué pasa? Está todo bien?-

-Está todo bien, mamá, es sólo que hay mucho que hacer aquí. Bueno, te dejo. Nos vemos… - dijo y terminó la llamada.

Metí el número en la memoria de mi teléfono y me quedé pensando, Apenas llegó ayer y todavía no he podido hablar con tranquilidad con él…-

Me levanté en la mañana y salí corriendo para la cocina para ver si tenía tiempo de hablar con él antes de que se fuera, pero ya se había ido ¡y eran apenas las 7:30 de la mañana!

Le mandé un mesaje:

-Hola hijo. Te fuiste muy temprano esta mañana. Te extraño-

Al cabo de unos minutos me respondió:

-Hola mamá- me dijo Marcos por el teléfono -Perdóname, pero esto es un peo detrás de otro. Con razón me necesitaban tan urgente. Pero no te preocupes, en unos días tendré un equipo funcionando que me permitirá tener unos horarios más tranquilos-

-¡Ah! Y no me esperes temprano hoy tampoco- terminó colgando la llamada.

Al día siguiente puse el despertador a las 6:30 am y apenas me levanté, me fui a la cocina. Él no se había levantado todavía. Preparé café y me senté a esperarlo. Hoy tenía una pijama un poco más “modesta” que la bata trasparente del otro día, era muy corta, me llegaba a mitad de los muslos, pero por lo menos no se me veía todo.

-Mamá ¿Qué haces tan temprano despierta?-

-Ver a mi hijo ¿Qué crees?. Si vas a salir temprano de la casa, me tendré que levantar temprano para saludarte- le respondí levantándome para abrazarlo.

El se acercó y nos abrazamos con fuerza, lo que me permitió sentir sus brazos mientras mis tetas se aplastaban contra su pecho mientras le daba un beso en su mejilla… muy cerca de su boca.

-Tómate un café conmigo- le susurré al oído, dándole otro beso ahora en el oído antes de soltarme. Mis pezones traicionándome otra vez.

-No tengo tiempo mamá-

-Pues no me importa. Son sólo 3 minutos. Siéntate que ya te lo sirvo-

Suspirando, se sentó en la silla donde yo estaba mientras que yo le servía el café como a él le gustaba, negro y sin azúcar. Luego me acerqué a donde él estaba sentado y se lo serví, quedándome de pié muy muy cerca de él. Mis tetas muy cerca de su cara. Le pasé el brazo por los hombros y lo apreté contra mi. Su cabeza se recostó contra mi teta derecha por un instante, cuando se dio cuenta se enderezó nervioso.

-¿Estás bien hijo? ¿Cuándo vamos a hablar?-

-No sé mamá- dijo sorbiendo su café -¿el fin de semana tal vez?-

-Bueno. No hagas planes para el fin de semana. Por lo menos para el sábado en la tarde-

-¿Me vas a invitar?-

-Si te portas bien en el colegio y sacas buenas notas- le dije recordando viejos tiempos.

-Jajajaja. Seguro mamá. Ojalá que la maestra no nos ponga mucha tarea. Jajaja, pero ahora me tengo que ir. Ya el taxi está en la puerta-

-Gracias hijo- le dije apretándome contra él otra vez, sólo que ahora él se levantó y tuve que apartarme para que se pudiera levantar.

Desde la puerta me lanzó un beso y se fue.

Me volví al cuarto y buscando en mi caja seleccioné un juguete intermedio, ni muy grande ni muy pequeño, -¡un rabbit!- me dije, tomando un vibrador de dos cabezas, una que se introduce en la vagina y la otra, más pequeña, acaricia el clítoris. Me desnudé y acostándome en la cama me dispuse a disfrutar. Todavía sentía el calor de su cuerpo en mi piel y con ese recuerdo me introduje el vibrador despacio. 

Volví a pensar en cómo me había comportado esta mañana en la cocina y de nuevo, si había sido demasiado… sensual. Recordé el calor de su cuerpo y mi excitación al abrazarlo y besarlo. Si, era un poco sensual, pero no había nada de malo. No era que fuese a abusar de él o algo así. Eran sólo unas caricias… 

El rabbit giraba dentro de mi vagina acariciándome el punto G, mientras que la otra cabecita se movía sobre mi clítoris… mmmm.

-Si. Sólo eran unas caricias- decidí, mientras empezaba a perderme en el placer que irradiaba desde mi vientre.

Al llegar a la oficina me encontré con una emergencia. El presidente de una compañía muy importante para nosotros, cliente desde hace un par de años, había sido acosado de tener relaciones con una empleada o con varias, todavía tenía que averiguar bien el asunto. Pero el caso es que lo habían demandado ante un tribunal y me necesitaban para manejar, no la parte legal, que ya tenían suficientes abogados en eso, sino las comunicaciones, la relación con la prensa. 

Dada la magnitud del escándalo tuve que regresar a la casa para hacer la maleta (sin olvidar mis juguetes de viaje) y agarrar un avión, pues el caso era en otra ciudad y me necesitaban allá.

Desde el aeropuerto llamé a Marcos para informarle que me iba de viaje.

-¿Sabes cuando regresas?- me preguntó.

-No, todavía no- le respondí -pero traje ropas para dos noches. Pienso que debería poder dormir en casa el viernes. Además, te recuerdo que tenemos una cita para el sábado en la tarde- 

-Jajaja- seguro.

Regresé, efectivamente, el viernes en la noche o mejor dicho, el sábado en la madrugada pues no solo tomé el último avión, sino que como siempre, los vuelos se retrasaron, con lo que llegué a mi casa a la 1:30 am.

Abrí la puerta, entré a la casa y todo estaba a oscuras. Pensé un tomarme un whisky pero estaba demasiado cansada, así que decidí acostarme. Antes, sin embargo me asomé al cuarto de Marcos. Tenía la puerta un poco abierta, así que sin hacer ruido, me asomé.

Estaba dormido. Con la luz que entraba desde el pasillo pude ver que estaba desnudo y que la sábana le cubría solo de la cintura para abajo. 

-¡Que buen cuerpo tiene! Seguro que sigue haciendo ejercicios en una piscina. Voy a preguntarle si quiere que lo inscriba en mi gimnasio, hay una piscina…- pensé.

Luego salí de su cuarto y me fui al mío y mientras me desvestía y me quitaba el maquillaje, pensé en si me masturbaría esta noche, pero no. Estaba demasiado cansada. -A lo mejor mañana en la mañana- Así que me acosté y en segundos me dormí.

Cuando me desperté eran las 10:20 am -Uff, realmente dormí completo- me dije estirándome desnuda en la cama. En seguida mis pezones se irguieron pidiendo guerra, pero entonces pensé en Marcos y en si se habría desayunado ya. ¡No había logrado desayunarme con él ni una vez!

Así pues, fui al baño a orinar, a cepillarme los dientes y peinarme y acomodarme un poco. Luego me puse la bata y salí del cuarto.

Marcos estaba en la sala sentado, trabajando de dos computadoras, una a su lado en el sofá y la otra en el regazo. Además había papeles por todas partes.

-Hola hijo, buenos días. Perdóname que no me haya levantado a desayunar contigo-

-No importa mamá. Necesitabas el descanso- me respondió mientras yo me agachaba a besarlo. Por supuesto que en esa posición mis tetas casi desbordaban la bata, cosa que él pudo ver mientras me inclinaba. Cuando levantó la cara casi chocó con la mía y el beso volvió a caer cerca de sus labios.

-Si. Anoche estaba destruída- respondí enderezándome y acomodando un poco la bata. No era que me cubriera mucho de todas formas, además de que la tela era muy delgada y todo se trasparentaba, pero era una reacción automática.

Me dirigí a la cocina y por el espejo pude ver que él me miraba el culo mientras me alejaba. Un ligero estremecimiento de placer recorrió mi cuerpo, haciendo que mis vellos se erizaran, al tiempo que mi caminar automáticamente se hizo más oscilante. Cosas de mujeres.

-Anoche me asomé en tu cuarto para saludarte- le dije mientras me servía el café -pero estabas profundamente dormido-

-Me di cuenta- me respondió -no estaba tan dormido. Acababa de cerrar los ojos-

-¿Y porqué no me saludaste?-

-Ah, no quería molestarte. Sabía que estabas cansada y si te hablaba íbamos a empezar a conversar… y bueno, lo dejé para hoy- dijo.

-Pero ahora estas trabajando-

-Si, pero así estoy libre para salir contigo esta tarde. Por cierto ¿a dónde me vas a llevar?-

-Es una sorpresa- le contesté mientras me preparaba unas tostadas para desayunar.

En todo el tiempo que estuve preparando mi comida, Marcos no pisó una sola tecla. Si estaba de espaldas a él, me miraba el culo. Me daba cuenta porque lo veía reflejado en el vidrio de la ventana. Cuando me volteaba hacia él, instantáneamente bajaba la vista al computador y simulaba estar muy concentrado en lo que hacía.

Cuando terminé de prepara las tostadas, me senté en la mesa de forma que quedaba de frente a él. Estábamos a unos pocos metros de distancia pero aún asi, seguro que él podía verme los pezones a travez de la tela de la bata. Mejor que eso, podía ver mis piernas debajo de la mesa, la bata apenas llegaba a mitad de los muslos. Por un momento pensé en abrir las piernas para que me viera el coño desnudo, pero me pareció demasiado, así que modosamente las mantuve cerradas.

Conforme pasaba el tiempo, se me iban enfriando las tostadas y se me iba calentado el coño. Las ganas de abrir las piernas se hacían más grandes. Los pezones no dejaban de molestarme y hacía esfuerzos para acariciarlos disimuladamente con los brazos mientras comía.

El parecía concentrado en su trabajo, pero seguía sin teclear mucho. Pasaba la vista de una computadora a otra y de éstas a los papeles, pero a cada momento veía hacia mi de nuevo. A esa distancia no sabía si me veía las piernas o el pecho o nada, pero igual yo me lo imaginaba y me excitaba más.

-Claro- pensé -No me masturbé ni una vez durante el viaje. Tampoco lo hice anoche, ni esta mañana. Estoy ardiendo de ganas-

Después de varios minutos de medio masticar las tostadas, decidí que si no solucionaba eso inmediatamente iba a hacer alguna tontería. Así que me levanté, abriendo las piernas mucho, sólo que él en ese momento no miraba hacia mi. Pero igual lo disfruté haciéndolo. Puse las cosas en el fregadero y me despedí de él. Desde lejos pues no confiaba en mi misma.

-Me voy a recostar un poco, a leer y a dormir una siesta-

-¿A qué hora es lo de ésta tarde?- me preguntó.

-Salimos como a las 4 pm. ¡Ah! y no te pongas muy elegante. Unos bluejeans y una camisa deportiva está bien-

-Muy bien- me dijo, sin apartar la mirada de mis tetas.

Apenas llegué al cuarto, cerré la puerta y me quité la bata. Los pezones parecía que iban a salírseme de lo duro que estaban. Tuve que acariciarlos un poco para calmarlos. Inmediatamente busqué en el cajón de los juguetes y volví a tomar el dildo grande y el masajeador.

Me acosté en la cama y otra vez sin ninguna preparación, me metí el dildo. -¿Qué me pasa últimamente que no requiero preparación previa?- pensé -Usualmente necesito un tiempo de caricias y jugueteos para poder metérmelo y ahora resulta que no sólo me lo meto inmediatamente, sino que estoy ansiosa de sentirlo dentro de mi…-

Inmediatamente comencé a masturbarme con el dildo, sacándolo y metiéndolo rápidamente en mi vagina que estaba completamente lubricada. 

Luego de un rato en eso sentí que la ansiedad me bajaba un poco, así que me lo metí hasta el fondo y lo dejé allí mientras me acariciaba el clítoris con el masajeador. 

En poco tiempo un desgarrador orgasmo se apoderó de mi cuerpo. El problema era que no me atrevía a gemir muy duro. La puerta estaba cerrada, pero no sabía cuánto podría oír Marcos desde la sala. Así pues me metí la punta de la almohada en la boca y la mordí con fuerza, con lo que los gemidos quedaron amortiguados.

-MMMMMFFFFGGGGG-

Cuando terminaron los espasmos, me quedé acostada. El dildo se me había salido y había quedado en la cama a mi lado. El masajeador lo había apagado y reposaba a su lado.

Mi respiración se fue tranquilizando… y pronto me dormí desnuda en la cama.

En algún momento me desperté de nuevo y lo primero que me conseguí fueron mis dos juguetes a mi lado -¿Será que los utilizo otra vez?- pensé -No, mejor me baño primero- pero era demasiado temprano.

El caso fue que me quedé leyendo y haciendo nada en la cama. Luego me puse la bata y salí a buscar algo de comer. No había nadie en la casa, -Marcos debía haber salido a comer algo también- pensé.

Había dejado todo regado, igual que cuando era un niño. Me la pasaba regañándolo para que recogiera sus cosas. 

Pero no sólo era él. A su lado en el sofá estaba la pequeña maleta que había llevado al viaje. La había dejado abierta en el sofá. De pronto vi que los juguetes que había llevado al viaje, que por cierto no había utilizado, estaban visibles.

-Mmmm. ¿Será que Marcos los habrá visto? ¿Se habrá dado cuenta de que su madre viaja con dildos en la maleta?-

Pero en realidad los dos dildos estaban en una pequeña bolsita metida entre la ropa. Yo los había visto porque reconocí la bolsita, pero él no sabría qué habría dentro.

-Hoy en día eso es muy normal- pensé -Todas las mujeres tienen-

Pero igual me estremecí pensando en que hubiese tomado en sus manos mis juguetes… 

Luego de comer y bañarme me preparé para la salida. Me puse unos pantalones cortos y una franela muy escotada. Lo que no era problema porque encima me pondría una camisa del equipo favorito de Marcos.

Sí, iba a llevarlo al parque a ver un juego de beisbol de su equipo favorito. Cuando era un adolescente era un destino muy común para los dos. El adoraba ir al parque y gritar y aupar a su equipo. Cuando creció y pasó de la adolescencia, ya no le divertía tanto y poco a poco fuimos dejando de ir.  No sé porque no le gustaba que lo vieran con su madre o porque simplemente ya no le divertía el juego. Por supuesto, cuando se fue a Alemania, obviamente no volvió a ver un juego, así que ésta sería una sorpresa para él.

Me vi en el espejo y le di un último toque a mi indumentaria. Tenía la camisa abotonada casi hasta arriba y por fuera de los pantalones. Tomé la camisa de Marcos (junto con las entradas había comprado dos, una para él y otra para mí) ya estaba lista. 

Yo sabía que él había regresado de almorzar y se había metido en su cuarto. 

-¿Estás listo para la sorpresa?- le dije desde afuera, pero no me contestó -¿Se habría quedado dormido?- pensé. 

Toqué en la puerta, pero tampoco me oyó así que la abrí con cuidado. No estaba en la cama, pero la puerta del baño estaba entornada y por la rendija se oía el ruido del agua.

Me acerqué a la puerta y le dije de nuevo más duro:

-¿Estás listo para la sorpresa?-

A través de la rendija pude ver el reflejo del vidrio de la ducha. Éste se hallaba cubierto de vapor por lo que no se veían los detalles, pero se adivinaba su cuerpo.

-¿Estás ahi?- dijo con voz de sorpresa -¡No vayas a entrar!-

-No te preocupes- le respondí -Te espero aquí afuera-

Lo que no le dije era que me quedaría allí viéndolo por la rendija. Entonces él abrió la puerta de la ducha y agarró una toalla. 

-Coño. No voy a ver nada- me dije.

Entonces lo vi salir fugazmente mientras se enrollaba en la toalla.

-¿Qué era eso? ¿Lo tiene parado?- me sorprendí. Aunque sólo fue un instante, juraría que le había visto el miembro a Marcos ¡y que lo tenía parado!

Me alejé de la puerta para que no se diera cuenta y me puse a ver los libros de su biblioteca, donde me encontró cuando salió del baño.

-¿Estás listo para la sorpresa?- le dije volteándome.

-¡Beisbol!- gritó al verme la camisa.

-Siiii!- le respondí. Aunque realmente era otra cosa lo que quería gritar. Tenía la toalla enrollada a la altura de la cintura y se le veía su entero torso desnudo. Tal como lo había visto anoche durmiendo. Inclusive un camino de vellos bajaba desde su plano abdomen, perdiéndose bajo la toalla.

-Mmmmm- gemí en voz muy queda viéndolo. 

Inclusive, no sé si era mi imaginación o la realidad, pero la toalla parecía como si estuviese levantada a la altura de su miembro. 

-¿Quizás lo tenía todavía un poco duro- pensé y luego se me ocurrió que a lo mejor se había estado masturbando bajo la ducha.

¡Los pezones se me levantaron bajo el brasier, la franela y la camisa deportiva!. Subí los brazos para cubrirme disimuladamente y volví a voltearme, dándole la espalda.

-Bueno, mejor me salgo para que te cambies- 

-No…, bueno, si, es mejor- dijo él sonrojándose.

-El juego empieza a las 6, como siempre. Tenemos tiempo- le dije mientras salía. Yo también sentía la cara roja.

Nos fuimos en taxi para poder beber sin preocuparnos por tener que manejar y, además, no estar buscando puesto en el parque.

Había comprado unos buenos puestos. Mucho mejores que los que solía comprar hace años. Menos mal porque el parque estaba casi lleno.

El acomodador nos fue llevando hasta quedar en la quinta fila detrás del campo. Obviamente estábamos rodeados de personas de nuestro mismo equipo, con la excepción de una muchacha que tenía la franela del equipo contrario y que estaba con su novio o esposo y otras varias que no tenía forma de saber.

Apenas comenzó el juego, el equipo anotó una carrera y se armó la primera algarabía. Todo el mundo gritaba y aplaudía y luego se volteaban a comentar con sus compañeros la jugada. 

Marcos y yo no éramos la excepción y la cara de felicidad de él me llenó de alegría. No lo había visto reír tanto desde que había llegado.

Las mujeres estaban vestidas como yo, con shorts y camisas del equipo, pero en vez de tenerlas abotonadas, las tenían abiertas, mostrando escotes generosos. Eso no se veía hacía 15 años, cuando yo venía con Marcos chiquito, obviamente el ambiente en el estadio era un poco más liberal. Así que decidí irme desabotonando poco a poco yo también para no hacerlo tan obvio.

Pronto nos hicimos amigos de las personas que nos rodeaban. Las cervezas que consumíamos y el hecho de estar ganando, nos mantenía animados y los comentarios se hacían ahora no sólo con las personas con que habías venido al estadio, sino con las de la fila de atrás y la de adelante.

Delante de nosotros estaban dos parejas de mediana edad, unos 30-32 años, que yo sentía eran afines a nosotros y hacían comentarios realmente divertidos.

A lo largo del juego nos fuimos conociendo mas y en determinado momento, la hombre que estaba delante Marcos y a su izquierda, le dijo:

-Por cierto, mi nombre es Pedro y mi esposa aquí a mi lado es Jeannette-

-Mucho gusto- respondió Marcos dándoles la mano -Soy Marcos-

-¿Y cómo se llama tu esposa?- preguntó Pedro.

-Oh, ella no es…- 

Pero yo lo interrumpí diciendo: 

-Hola, mi nombre es Manu- dándoles la mano -Encantada de conocerlos… ¡y que sean de nuestro mismo equipo!-

Marcos me miró un poco extrañado, pero no dijo nada. 

Pedro siguió presentando. Ahora a le tocaba a la otra pareja.

-Aquel de allá es Julio y su esposa Anna-

-Hola Julio, hola Anna- grité saludándolos sin darles la mano porque estaban un poco lejos. Sin embargo, ellos se acercaron moviéndose por la estrecha fila para acercarse y darnos la mano.

Yo ya me había desabotonado la camisa completamente y como la fila de ellos estaba más abajo que la nuestra, la cara de Julio quedaba más o menos a la altura de mis tetas y éste no pudo evitar echar una mirada en mis escote, lo que lo obviamente lo distrajo un poco.

En ese momento hubo una gritería en el estadio y ellos se volvieron a ver lo que había causado: ¡una excelente jugada de nuestro equipo!. Eso los impulsó a ellos a gritar y aplaudir, lo que yo aproveché para pegarme a Marcos y susurrarle al oído.

-Estabas a punto de decirles que yo soy tu mamá ¡ni se te ocurra!-

-Pero…-

-Nada. Si les dices eso me van a ver como una vieja-

-Mamá…-

-Nada de mamá. Manu o querida o cualquier cosa menos mamá-

-Jajaja. Muy bien…mi amorcito- dijo Marcos riendo de buena gana mientras me abrazaba-

Una vez resuelto ese “problemita”, volvimos a concentrarnos en el juego. Julio tenía la cosa menos claro, porque a cada rato volteaba a mirarme las tetas y yo me divertía haciéndome la que no se daba cuenta y dejando que viera todo lo que quisiera.

Lo más interesante de todo era que su esposa también mostraba un profundo escote, que visto desde nuestra fila, más elevados que ella, se veía más profundo. Ambos eran agraciados y simpáticos y me provocaba conocerlos más a ver qué podía resultar de ahí. 

Pedro y Jeannette eran también una pareja agradable, pero el parecía ser muy alto, probablemente un metro ochenta u ochenta y cinco, en tanto que Jeannette ¡apenas levantaba del suelo! Jajaja. ¿Un metro cincuenta? Jajaja. Por un momento me vino a la mente ellos bailando sin poder besarse porque ella sólo le llega al pecho de él.

El juego seguía avanzando y todos seguíamos bebiendo cerveza por lo que pronto tuve que ir al baño. Cuando lo dije, las otras dos chicas se anotaron, como siempre, y las tres nos fuimos al baño.

-Tienes un marido bello- me dijo Anna medio bebida.

-Oh, él no es mi marido- le dije, dándome cuenta de mi error después de que se me habían salido las palabras. Entonces corregí.

-Bueno, vivimos juntos, pero no nos hemos casado todavía- añadí.

-Aaah- intervino Jeannette -ahora nadie se quiere casar. Si esa moda hubiese existido hace 10 años, a lo mejor no me hubiese casado con Pedro-

-¿Y porqué te casaste?- le pregunté.

-Tenía tantas ganas de cogérmelo que no resistí su propuesta de matrimonio, jajaja-

-Pero hace 10 años ya las mujeres andaban cogiéndose a quién querían sin necesidad de casarse- protesté yo.

-No en mi familia. Mi madre me cuidaba el virgo como si fuese de oro-

-Jajaja- reímos Anna y yo-

-¡Y para lo que sirve!- dijo Anna. El mío lo perdí a los 15 años y nunca lo eché de menos -Jajaja-

-¿Y vives desde hace mucho con Marcos?- volvió a la carga Anna.

-O no. Nos conocimos hace muchos años, pero vivimos juntos desde hace poco- respondí diciendo un poco la verdad por si se me volvía a escapar algún detalle.

-¿Y estás contenta? Se ve que es un hombre muy bueno-

-SI, estoy feliz- respondí, haciéndome la nota mental de que debía comportarme con Marcos más como una recién casada. No me gustaba nada la preguntadera de Anna. Creo que se estaba interesando por Marcos más de lo debido. 

Seguimos conversando en nuestra larga excursión al baño, que como siempre estaba repleto de mujeres. Cuando regresamos veníamos muertas de risa como tres comadres que se conocen desde hace años.

Los hombres seguían viendo su juego. Marcos se había pasado a la fila de adelante así que las mujeres nos quedamos en la fila de atrás.

Entonces, desde atrás, me incliné hacia Marcos, le restregué mis tetas en la espalda, le di un cariñoso abrazo, diciéndole ruidosamente: 

-Ya regresamos, mi amor, espero que se hallan portado bien-

Marcos se volteó con cara de sorpresa por mi repentina muestra de cariño, muy poco maternal y si muy sensual, pero yo le sonreí con la más y le di un beso en la boca. El se puso muy nervioso, pero en voz muy baja le dije: -No pongas esa cara de sorpresa y sígueme el juego-

Por suerte, creo que él entendió y sin decir nada se volteó de nuevo hacia adelante a seguir viendo el juego. Yo miré a Anna a ver si había captado mi mensaje: “Este hombre es mío, no se te ocurra intentar quitármelo”. Ella me devolvió la mirada, pero no estaba segura de si había entendido, así que tendría que seguir cuidando a Marcos.

El juego fue avanzando y el resultado estaba cerrado, aunque nuestro equipo nunca perdió la ventaja.

En algún momento pude susurrarle a Marcos en el oído que le había dicho a las chicas que éramos una pareja y que se comportase como tal. Que yo le explicaría cuando estuviéramos en la casa. El me confirmó disimuladamente y no volvió a mirarme extrañado cuando yo en algún gesto “natural” de cariño lo abrazaba y lo besaba.

El juego lo terminamos ganando y todos saltamos y nos abrazamos, dándonos besos cariñosos en los cachetes. Cada esposa, naturalmente besó en la boca a su correspondiente pareja y claro, yo hice lo mismo con Marcos, que se puso otra vez nervioso, aunque sólo fue un beso muy corto. 

Julio me abrazó un poco más efusivamente de lo normal, pero lo dejé hacer, divertida, pues realmente no me importaría tener una buena revolcada con él. Anna también fue bastante efusiva con Marcos y estoy casi segura de que le restregó las caderas provocadoramente, pero Marcos se separó rápido de ella, evadiendo el beso que ella intentó darle en los labios. Me molesté un poco con ella, parecía seguir con su intento de buscar algo con Marcos ¡y yo no la iba a dejar!

Todos estábamos bastante achispados con la cantidad de cerveza que habíamos tomado y mientras esperábamos que el estadio empezara a desocuparse para salir, Julio propuso:

-Esto ha estado muy divertido. ¿Qué tal si nos vamos todos juntos a comer y a tomarnos unos tragos?-

-Siii- respondieron Julio y Anna.

-¿Qué te parece mi amor?- le dije abrazando a Marcos y restregándome de él aprovechando que todos nos veían. Afirmando así nuestra historia de “pareja” y reafirmándome contra los intentos de Anna de provocarlo.

-¿No sé?- respondió él -¿No estamos ya un poco bebidos?-

-No importa- le dije -no tenemos que manejar y mañana no hay trabajo…-

-Bueno. Está bien- aceptó y yo volví a darle un beso en los labios. Este era para mí, me estaba gustando besarlo.

-Venga. Aquí mismo cerca del parque hay un restaurant dedicado a los fanáticos. No es muy elegante, pero tiene unas entradas de muerte: pulpo, calamares, ceviches, chistorras, jamón, ¡de todo!-

-Siii- respondimos todos empezando a caminar hacia allá.

Yo caminaba abrazada de Marcos, no sólo por mantener nuestra historia, sino por sentirme segura entre tanta gente extraña y también porque me estaba gustando sentirlo a mi lado. Y supongo que todos nos sentíamos de la misma forma, porque cada pareja iba caminando igual. Aunque Anna, seguía mirando a Marcos provocadoramente.

El local estaba completamente de lleno de fanáticos que, como nosotros iban a comerse algo y a beberse una última cerveza. Con dificultad nos fuimos metiendo, pasando entre la gente. Yo había tenido la precaución de abotonarme la camisa de nuevo porque no quería estarle restregando mis niñas a todo el mundo.

Finalmente conseguimos una mesa, mal ubicada, pero en la que podían sentarse sólo tres personas porque estaba pegada a la pared. Sin dudarlo mucho porque no había otra cosa, decidimos que Anna se sentaría en las piernas de Julio, yo en las de Marcos y Jeannette y Pedro en la tercera silla.

A gritos, porque no había forma de entenderse, nos pusimos de acuerdo en pedir cerveza para todos y varias raciones de comida, que dejamos en manos de Pedro que decidiera. Por suerte pronto pasó un mesonero y Pedro pudo poner la orden.

-Este ha sido uno de los mejores días de mi vida. Gracias ma… Manu- me dijo Marcos al oído, con sus labios rozándome suavemente.

Me estremecí de placer, por lo que me dijo y por la sensación de sus labios en mi oreja.

-Gracias… Marcos- le respondí también en su oído, metiendo después mi lengua en su oreja y besándosela después. Él también se estremeció riendo.

Julio dijo algo que no oímos. Tratábamos de conversar entre todos, pero tenía que ser a los gritos y aún así no se podía entender mucho. Me enteré que todos eran empleados en niveles medios en sus respectivos lugares. Pedro era abogado y trabajaba en un bufete. Jeannette era diseñadora gráfica y no pude oír donde trabajaba. Julio creo que era ingeniero en una oficina de construcción y tampoco pude oír la profesión de Anna. Nosotros también nos presentamos con empleos medios. Yo experta en mercadotecnia y trabajando claro, en “Manuel S. Requena y Asociados”. Marcos dijo que era informático y que trabajaba en una empresa asociada a “Oracle”. Me dio risa, porque la verdad era que yo realmente no sabía dónde trabajaba él.

Luego volvimos a quedarnos callados, pues había sido un esfuerzo grande intercambiar esos pequeños pedazos de información debido al ruido.

Yo estaba cómoda sentada de lado en las piernas de Marcos y había pasado mi brazo derecho por sus hombros para sujetarme un poco. A su vez, él me sujetaba la espalda con su brazo izquierdo y como no sabía qué hacer con la mano derecha, terminó poniéndomela en mi muslo desnudo.

El no la movía, pero yo sentía como su calor se trasmitía a mi piel y subía hasta mi vulva que volvía a ponerse a millón y comenzaba a mandarme “mensajes” pidiéndome acción. Yo traté de ignorarla, pero parecía que no iba a poder hacerlo del todo. 

Adicionalmente la cara de Marcos quedaba a pocos centímetros de mi teta derecha y uno de los “mensajes” que me mandaba mi vulva era que me abriera la camisa y le metiera la teta en su boca de una buena vez.

-Ojalá llegue rápido la comida- pensaba -porque me estoy excitando demasiado, si es que eso es posible-

Cuando finalmente llegó el mesonero con la cerveza y la comida, me moví un poco hacia arriba en las piernas de Marcos y entonces lo sentí. ¡Estaba excitado! Allí, contra mi nalga estaba el güevo de Marcos completamente duro. No había duda. 

Por un instante no supe qué hacer. O mejor dicho, no podía hacer ninguna de las cosas que quería, como era comérmelo a besos, restregarme contra él, sacarle el güevo y metérmelo en la boca y hacerle una mamada delante de todo el mundo.

Así pues, después de unos segundos descartando las mejores opciones, decidí concentrarme en la comida y en las cervezas que habían colocado frente a nosotros.

-¿Qué te pasa Manu?- preguntó Anna -De pronto te pusiste roja-

No podía contestarle la verdad, que había sentido el güevo de Marcos contra mi culo y que me moría de ganas de metérmela en la boca.

-Es el calor. Esto parece un horno- le dije mientras volvía a desabotonarme la camisa, aunque no totalmente como la teníamos en el stadium.

Eso despertó el interés de Julio y Pedro que disimuladamente o quizás no tan disimuladamente, enfocaron su atención en mi escote. Las otras dos chicas reaccionaron de inmediato, haciendo lo mismo.

-Tienes razón. No se puede estar con tanta ropa aquí- desabotonando a su vez sus camisas del equipo. 

Eso trajo la atención de todos los hombres alrededor de nuestra mesa, que no fue invadida de inmediato porque ya estábamos acompañadas, pero por las miradas que nos echaban, cualquier cosa podía pasar.

Al final, tuvimos que cerrar un poco las camisas para evitar que algún borracho fuese a meterse con alguna de nosotras y nuestros maridos tuviesen que salir en nuestra defensa.

Pronto se tranquilizó todo de nuevo, además que el local se iba vaciando vaciando de gente, y pudimos comer lo que nos sirvieron más o menos tranquilos. Eso no significaba que yo estuviese más tranquila porque seguía sintiendo el güevo de Marcos contra mi nalga derecha. Ahora, además, cada vez que él tomaba un bocadillo, pasaba la mano rozando mis tetas, por lo que tenía los pezones absolutamente excitados.

El bar continuó vaciándose y nosotros empezamos también a sentir el cansancio. Eran las cerca de las 11 de la noche y llevábamos casi 5 horas bebiendo cerveza y cantando y gritando. 

-Creo que nosotros ya tenemos suficiente- dijo Jeannette finalmente -¿Qué les parece si lo dejamos hasta aquí? Yo sé que mañana es domingo y que podemos descansar todo el día, pero es ya no me cabe un trago más-

-Yo estoy de acuerdo- acotó Anna -Pidamos la cuenta-

-No hay que pedir la cuenta. Ya todo está pago- dijo Pedro -yo pagué cuando nos trajeron la comida. Cada uno de Uds. me debe $65-

-Muy bien. Ahora te doy mi parte- respondió Marcos, tratando de sacar la cartera, aunque no podía porque yo seguía sentada sobre él.

-No hace falta- dijo Pedro -Me hacen una transferencia mañana o el lunes-

-Claro, claro. Ya tienes mi teléfono. Mándame un mensaje mañana y te hago la transferencia- respondió Marcos.

Yo había pedido un Uber unos momentos antes y mi teléfono me indicaba que ya estaba en la puerta. Entonces, mientras los demás se levantaban, yo me di el gusto de restregarme contra su güevo una última vez. 

-Pobre. Lo ha tenido parado desde que llegamos. Debe dolerle- pensé.

Cuando salimos del local, ahora casi vacío, nos despedimos una vez más, nuevos besos y abrazos. Nuevamente Anna y Julio un poco más efusivos que Jeannette y Pedro, pero como dije antes, nada grave.

Una vez en el taxi, respiramos más tranquilos, ya no “teníamos” que simular que éramos pareja, pero igual lo parecíamos porque seguíamos de manos agarradas, apoyadas en mi pierna.

No conversamos mucho, estábamos bastante cansados.

Al llegar a la casa, nos bajamos y abrí la puerta pero no entré sino que me volteé hacia Marcos. Él se me quedó mirando extrañado y entonces le dije:

-Una vez que entremos por esa puerta, volveremos a ser madre e hijo, como lo hemos sido siempre. Por eso, ahora me quiero despedir de mi “esposo” Marcos-

Él entonces me brindó una hermosa sonrisa, diciendo: 

-Claro, Manu-

Entonces lo abracé. Lo abracé con todo mi cuerpo, pegando tomo mi cuerpo al suyo, de forma que podía sentir su erección dura contra mi vientre. Luego levanté la cara y busqué su boca. El dudó sólo un instante y me abrazó duro de vuelta.

Nuestros labios se pegaron. Primero despacio, como tanteando. Yo no pensaba pasar de ahí, pero entonces sentí su lengua y abrí la boca para dejarlo entrar, sin voluntad de negarle nada.

Y el beso se volvió EL BESO, con mayúsculas. Nuestras lenguas explorándonos en un delicioso baile. La temperatura de mi cuerpo siguió  subiendo. De pronto mis caderas comenzaron a moverse contra su las suyas, masturbándonos mutuamente. Mis manos recorriendo su espalda y las suyas bajando hasta mi culo. 

En un último instante, sin embargo, volteé la cara y recobré mi cordura. Me desprendí de él y corriendo me metí en la casa. Aterrada por lo que estuve a punto de hacer, entré a mi cuarto y cerré la puerta.

Después me fui directo al baño mientras me quitaba la ropa tirándola al suelo. Abrí la regadera y me metí en la ducha.

El agua me tarjo un poco de calma, pero no era suficiente. Metí dos dedos en mi vagina, que seguía ardiendo y comencé a masturbarme. No aguanté ni un minuto y empecé a gemir y a retorcerme. Me dejé caer en el piso de la bañera y casi inmediatamente exploté.

-AAAAAHHHHH- gemí mientras los espasmos del orgasmo recorrían mi cuerpo mientras que cada parte de mi cuerpo recordaba las caricias durante el juego y en el restaurant y el abrazo y el beso de despedida.

Dormí hasta tarde. Y cuando me desperté, sentí que ni el baño ni la masturbación de la noche habían sido suficientes, así que fui primero a orinar y después busqué en mi gaveta y tomé tres juguetes. Iba a masturbarme despacio.

Después de dos orgasmos en la cama y uno más en la ducha, salí del cuarto vestida, maquillada y alegre. Desde la cocina pude ver a Marcos en la sala con su computadora.

-Hola mamá. Buenos días-

-Hola hijo. Voy a servirme un café y voy para allá-

-No, mejor yo voy a la cocina- me respondió -quiero servirme otro café ¿queda?-

-No pero hacemos más- le dije poniendo la máquina a trabajar.

Él se sentó a la mesa viéndome.

-Estás elegante hoy ¿vas a salir?- 

-No pensaba. Me arreglé un poco porque siempre me ves con una pijama- tenía puesto brassier y pantaletas, una franela roja y un pantalón largo de gimnasia, de esos holgados y cómodos.

-¡Ah! pero me encantan tus pijamas- 

-¿La pijama o más bien lo que ves debajo de la pijama?- le dije sonriendo.

-Ambas cosas-

-Mentiroso. Jajaja-

El café ya estaba listo. Tomé una taza y el edulcorante y llevé todo a la mesa. Le serví café a él, me serví el mío y me senté.

-¿Hoy no me vas a dar besos de buenos días?- dijo mirándome pícaramente.

-Mmmm. No estoy segura- le respondí -Quizás más tarde-

-¿Estás preocupada por lo de ayer?-

-¿Ayer? ¿Qué pasó ayer? Yo me quedé aquí y tengo entendido que saliste con tu novia estadio ¿no? Jajaja-

-Ciertamente- respondió él con una sonrisa -¡Y la pasamos muy bien!-

-Me alegro mucho por los dos- le dije.

-Y ahora hablando en serio. Creo que me sobrepasé un poco ayer-

-¿Sobrepasarte? De ninguna manera. Al principio me sorprendí un poco, debo reconocer. Pero después lo disfruté mucho. Y estoy seguro de que te diste perfecta cuenta de cuánto lo disfruté. Jajaja-

-Si. Definitivamente hubo una parte de ti que me indicaba constantemente lo contento que estabas. Sobre todo mientras estaba sentada sobre ti. Jajaja-

-O si- dijo Marcos sonrojándose un poco.

-Y cuando nos despedimos… Repito. Creo que me sobrepasé-

-Oh no. Yo no diría que te sobrepasaste. Estábamos representando el papel de esposos o novios o pareja. Como quieras llamarlo. Y lo hicimos muy bien-

-Si, pero cuando nos despedimos ya no tenía que representar nada. Eso lo hice para mi propio beneficio- le dije sonrojándome yo también un poco.

-Para el beneficio de los dos. Yo también me propasé un poco. Pero en realidad no hicimos nada malo-

-Bueno…- le dije -porque salí corriendo cuando… Bueno, tú sabes cuándo-

-Ciertamente. Me dejaste… ¿cómo podríamos llamarlo? ¿Vestido y alborotado? Jajajaja-

-Si, pero es que me pareció que no debíamos…-

-¿No entiendo a qué te refieres?- dijo Marcos.

-Somos madre e hijo- le dije.

-¿Y eso qué tiene que ver? No seremos la primera pareja de madre e hijo que hace el amor. Ya los griegos escribieron sobre eso. Recuerda el caso de Edipo Rex, que se casa con su madre Jocasta, la obra de Sófocles-

-Si. Y al final ella se suicida-

-No. Ella no se suicida. Además el problema era que él mató a su padre-

-No sabía que no se suicidaba- dije.

-Y en cualquier caso, yo no pienso matar a mi padre-

-Jajaja. A lo mejor no sería mala idea- le dije aprovechando para cambiar de tema.

-¿Tan mal te trató?-

-Si- le dije recordando esa época.

-Tienes que contarme. No sé nada de él ni de tu vida pasada-

-Lo haré… si me cuentas de la tuya. No sé qué pasó contigo y tu esposa…-

-Jajaja. Muy bien, podemos hacer una cita especial para contarnos nuestras mutuas historias-

-¡Ah! Una cita me parece muy bien. Pero tendré que beber mucho para poder contarte la mía-

-Perfecto. Yo también necesitaré “engrasar” mi mente para poder hablarte de Anne-

-Muy bien- le dije -En cualquier caso, hoy no. Ayer bebí cerveza por lo menos por una semana-

-Jajajaj. Pensé que te habías quedado en la casa- dijo él riendo.

-Bueno. La otra. Jajaja-

-Está bien. Fijaremos la cita para otro día- dijo Marcos, para luego continuar -Y para tu tranquilidad, yo no vi nada malo en lo de anoche. Siempre que no tengamos un hijo deforme, no hay que preocuparse-

-¡No lo digas ni en broma!- respondí agitada.

-Bueno, bueno. Aunque quizás así no tengas que recurrir tan frecuentemente a tu cajón de juguetes-

Me quedé muda al instante ¿desde cuándo sabía el de mis juguetes?.

-No te pongas así- siguió Marcos -Yo sé de tus hábitos desde hace muchos años-

-¿Co… como sabes?- pregunté angustiada.

-Hace años. Yo tendría 10 o 12 años. Un día te oí gimiendo y pegué el oído a la puerta de tu cuarto, pero enseguida desaparecieron los gemidos y no le di importancia. Luego, otro día volví a oírte y no sabía qué hacer. Todavía no conocía suficiente del sexo para saber qué era lo que estabas haciendo-

-Nunca me enteré-

-No quise preocuparte. Cuando empecé yo también a masturbarme, se me prendió el bombillo y entendí que tu lo hacías también. ¡Ah! Debo agradecerte que gracias a saber que tú también lo hacías, le quitó el manto de pecado que le daban a eso-

-Bueno. Por lo menos quedó algo bueno de que me descubrieras-

-Si. Tanto bien me hizo, que todavía tengo la sana costumbre de hacerme una paja de vez en cuando. Anoche, por ejemplo, no hubiese podido dormir si no me rajo una… o dos-

-Jajaja. Debo reconocer… que yo… No. No te voy a decir…-

-Jajaja. No tienes que decirme. Yo te oí. ¡Y esta mañana también te oí! Jajaja-

Mi cara me ardía de la vergüenza de saber que él me oía cada vez que me masturbaba, pero al mismo tiempo mis pezones se habían erguido y mi vulva empezaba a lubricarse.

-Bueno… Ya sé para tener más cuidado la próxima vez-

-Oh no. No tienes que tener más cuidado. Al contrario. Me excita mucho saber qué lo estás haciendo…-

-¿Y los juguetes? ¿Cómo te enteraste?-

-Un día llegué del colegio y te busqué por toda la casa sin encontrarte. Después de un rato toqué la puerta de tu cuarto y no respondiste, por lo que entré a ver si estabas enferma o algo -¡uno se monta cada cuadro!-

-El caso- siguió contando Marcos -es que oí que te estabas bañando. Antes de salir de nuevo y cerrar la puerta vi una cosa extraña en la cama y me acerqué a ver. Era un dildo color negro. Ya yo sabía qué era un dildo y para qué servían, así que saqué la conclusión de qué lo habías estado utilizando. Me lo acerqué a la nariz y descubrí un maravilloso pero nuevo olor: el olor de tu sexo. La erección que tuve instantáneamente fue de película.¡ Tenía que irme al cuarto a masturbarme!-

-Coloqué el dildo en la misma posición que estaba cuando entré, pero luego, antes de irme, me llamó la atención una gaveta medio abierta y sin saber porqué, me acerqué a ver. Allí estaba tu colección-

-Entiendo- le dije, todavía avergonzada, pero más tranquila ya que eso había sido hace años. Ya le contaría de todas maneras cuando habláramos -Cada vez que puedo aumento la colección-

-Me encantaría verla ahora. Seguro que tienes cosas interesantes-

-Ni se te ocurra. Eso forma parte de mi privacidad. Es como si me vieras la gaveta de pantaletas. Jajajaja-

-Prefiero verte las pantaletas puestas- me dijo mirándome con ojos intensos. Estoy segura de que él también estaba excitado.

Yo ya no tenía hambre. Bueno, no hambre de comida sino de sexo, pero era mejor parar eso aquí mismo.

-Voy a prepararme algo de comer- le dije -¿Tú comiste ya?-

El se dio cuenta de que yo quería cambiar de tema y me respondió que ya él había comido, pero que me acompañaría.

Levantándome empecé a prepararme unos huevos revueltos con pan tostado, mientras conversábamos de temas más triviales. Entre otras cosas, de su trabajo. No podía ser que ayer me hubiese sorprendido enterarme dónde trabajaba él.

Después de comer, él me preguntó si quería hacer algo hoy y yo le contesté que probablemente no, que primero tenía que hacer unas cuantas cosas “del hogar” como cambiar sábanas, lavar ropa, secarla, guardarla en en su sitio, revisar la despensa para reponer lo que fuese necesario, en fin, tantas cosas que había que hacer para mantener la casa bien arreglada.

-Ok. Realmente yo tampoco quería salir. Me quedaré por aquí leyendo- me respondió Marcos.

Así pues me dediqué a mis labores, tratando de no pensar en lo que él me había dicho sobre el incesto. ¿Será que él no le ve nada malo? ¿Será que le gustaría tener algo conmigo?

Marcos decidió cocinar para los dos e hizo unos spaghetti a la matricciana espectaculares. Acompañados de un vino rojo y una ensalada de lechuga y tomates. De postre, un helado de mantecado.

Después de comer, decidimos ver una película en la TV. Por quince minutos estuvimos recorriendo el cable hasta coincidir con una serie que nos gustase a los dos. 

¡De un sólo tirón miramos 4 capítulos! Al principio nos sentamos los dos en el sofá. Cada uno en un puesto. Luego fuimos cambiando, acercándonos poco a poco. En algún momento él se acostó, poniendo su cabeza en mi pierna, por lo que yo aproveché y le acaricié la cabeza, pasando mis dedos por entre su cabello. Nada demasiado sensual, aunque sí que las ideas me pasaron por la cabeza. Cuando el capítulo que veíamos se acabó, él se paró para tomar agua e ir al baño y al regresar no volvió a acostarse. Entonces yo decidí hacer lo mismo, es decir acostarme de lado, utilizando su muslo como almohada para mi cabeza. El puso su brazo a lo largo de mi cuerpo con la mano reposando en mi cadera, pero no la movió, por más que yo quería que lo hiciera.

Finalmente ambos empezamos a bostezar y cuando terminó el capítulo me levanté diciéndole que tenía suficiente, que iría a la cama a acostarme. Él dijo que también se acostaría, así que apagamos la TV, recogimos los vasos y las cosas de picar que habíamos llevado a la sala. En la cocina nos despedimos con un rápido beso en los labios y cada uno se fue a su cuarto.

Siguiendo con mi costumbre, me masturbé despacio en mi cama, con un dildo pequeño y tratando de no hacer ruido, ahora que sabía que él podía oírme.

Dormí hasta muy tarde el lunes y para cuando me levanté, él ya se había ido. Así que me tomé el café sola en la cocina, pensando que a él le hubiese encantado verme con la pijama de hoy, pues era muy corta, dejando mis piernas al aire y como no llevaba pantaletas, seguramente habría encontrado la forma de mostrarle mis partes.

Algunos mensajes que nos intercambiamos ese día me permitió saber que él tendría una semana complicada y nos veríamos poco.

No pude evitar provocarlo un poco diciéndole:

-Tú te lo pierdes. Anoche dormí con una pijama un poco escandalosa. Si me hubieses visto a la hora de desayunar probablemente hubieses visto algunas de mis partes privadas-

Por un rato no recibí ninguna respuesta, pero finalmente me escribió:

-¿Cómo se supone que resuelva el problema de la distribución anormal de los datos si me haces pensar en tus parte privadas?-

Inmediatamente le respondí:

-A mí me interesa un comino tu base de datos, pero si me interesa saber cómo te parecen mis partes privadas- terminando el mensaje con un corazoncito.

-Pero como tu quieras. Me voy a comprar una pijama con pantalones largos y cuello de tortuga-

-Un beso y hasta la noche-

-Un beso de vuelta… en las partes privadas, antes de que las escondas, jajaja-

-¡Ah! Y no me esperes en la noche, es probable que duerma aquí. Esto está más grave de lo que pensaba-

Efectivamente Marcos no apareció en la noche y yo me dediqué a mis actividades normales de antes de que él apareciera. 

En la mañana todavía no había llegado así que le escribí un mensaje:

-Hey ¿Dónde andas? ¿Todavía en la oficina? Me tienes preocupada-

A los pocos momentos me llegó un mensaje.

-Si, estoy en la oficina. Dormí desde las 4 a las 6 am. A eso de las 10 voy a la casa a darme un baño y cambiarme de ropa-

-¡Qué bueno!, espero que hayan resuelto el problema-

-No está resuelto, pero ya visualizamos una solución y la vamos a aplicar esta noche. Lo que quiere decir que hoy también me dormiré aquí-

-No hay problema hijo. Lo importante es que estén avanzando-

-Así es, estamos avanzando, pero me gustaría ver esas pijamas con que me tentaron ayer-

Entonces me decidí a hacer algo que nunca había hecho. Me fui al espejo del cuarto y acomodándome la pijama para mostrar un montón de escote, me tomé varias fotos. Por supuesto no se me veía la cara, sólo el pecho y las tetas, pero se veían los pezones. Era sólo una foto sexy.

Escogí la mejor y se la envié. Me quedé un rato esperando su respuesta, pero no llegó ninguna, así que me metí a bañar. Tomándome la foto y enviándosela me había excitado mucho, así que me llevé un juguete a la ducha y me masturbé. 

Para cuando llegué a la oficina, como a las 9:30, él todavía no había escrito y volvía a preocuparme. Y más por la fotografía que había mandado. No me gustaría que llegara a malas manos. No se veía nada que me pudiera identificar, pero igual, una se preocupa.

Como a las 11 de la mañana me llegó un mensaje:

“¡Wow! ¿Cómo me perdí de eso? Voy a buscarme un trabajo mejor, jajaja”

“Me tenías preocupada. Tardaste mucho en responder” le escribí.

“Perdóname” me respondió “Me quedé sin baterías. Solo pude ver la foto hace unos minutos, cuando puse a cargar el teléfono”

"Está bien. Me imaginé algo de eso. ¿Ya estás en la oficina otra vez?”

"No, estoy en la casa. Acabo de bañarme y ahora me voy a vestir para regresar a la oficina”

“Mmmm. ¿Recién bañando? Mmmm. Me encantaría verte por un huequito”

"¿Por un huequito? No verías mucho. Jajaja” respondió y antes de que pudiera responder, volvió a sonar el tono de mensaje y me llegó una foto negra y en el medio se podía ver algo rosado… y con vellos. Pero no se podía entender qué era.

“¿Y eso?” le escribí.

“¿No querías verme por un huequito?”

“Maluco, no se ve nada” le respondí, pero ya no me contestó más.

Mas tarde, en mi computadora, abrí la foto que me había mandado y la amplié a ver si descubría qué era. Parecía piel y algunos vellos. Me pareció adivinar que podía ser su vientre y los vellos de su pubis o ¿de su pecho? ¿Habíamos descubierto un jueguito perverso de intercambio de fotos? Jajaja.

Por lo pronto, esa tarde salí temprano de la oficina y me fui directo a mi centro comercial favorito a comprarme unas cuantas pijamas sexy.

Luego me fui al gimnasio y me ejercité por más de dos horas. Me estaba portando mal con mis ejercicios y tenía que mantenerme en forma ahora más que nunca.

Al regresar a la casa, me bañé, me puse una de las pijamas nuevas, me comí una ensalada y finalmente me senté en la sala a ver TV. Pero no podía concentrarme en nada de lo que veía. Mi mente volvía cada vez a la foto que me había mandado Marcos y a la tentación de mandarle una nueva foto mía. En realidad una de las razones para ponerme la pijama nueva era esa. Por otra parte, entendía que estaba haciendo un trabajo importante y no debía distraerlo.

Al final, no pude aguantarme más. Me fui al cuarto y parándome frente al espejo empecé a tomarme fotos. En ninguna se veía mi cara, solamente una parte de piel y del encaje de la pijama. Finalmente me decidí por una en que se veía la parte lateral de mi seno derecho mientras que el pezón quedaba tapado. 

Luego le escribí: “Si estas muy ocupado no abras el siguiente mensaje”

En el siguiente mensaje estaba, por supuesto, la foto.

Un último mensaje decía: “Te dije que no lo abrieras si estabas ocupado!!!”

Cuando me dormí, un par de horas después todavía no tenía respuesta del mensaje.

Me desperté temprano y lo primero que vi fue el celular. Había cuatro mensajes de Marcos.

“Te hice caso. No abrí el mensaje hasta que me fui a dormir. A las 4 am” decía el primero.

En el segundo se podía leer:

“Bello! Me encantaría comérmelo a besos ¿Puedo?”

El tercero era un foto. Al principio no la entendía. Finalmente pude ver que eran sus pantalones en primer plano y sus zapatos, pero había algo raro. Finalmente lo entendí. Había un bulto en el pantalón. ¡Lo tenía duro!

El cuarto decía. “Como vez, así es muy difícil dormir.”

Inmediatamente le respondí:

“A mí también me encantaría que me lo volvieras a comer. Te recuerdo que lo hiciste por más de un año”

Entonces me agarré el pezón derecho que había empezado a levantarse y lo acaricié y lo apreté hasta que se puso grande y duro. Luego lo cubrí otra vez con la pijama. Apunté la cámara y busqué un ángulo en el que se viera claramente el pezón levantado.

Entonces le mandé el siguiente mensaje:

“A mi también se me endurecen cosas y me tengo que acariciarlas. Espero que tu hayas hecho lo mismo”

Entonces le mandé la foto del pezón.

No recibí respuesta sino como una hora después, después de haberme desayunado y vestido.

“Lamentablemente las condiciones aquí no me permitieron solucionar mi ‘problema’ como sugeriste. Lo arreglaré cuando llegue a la casa viendo tus fotos”

Inmediatamente le escribí:

“¿Y no prefieres ver el original en vez de las fotos?” 

pero finalmente no la mandé. Me pareció que me estaba propasando.

Por un par de días seguimos así. No nos veíamos nunca pues él seguía trabajando a horarios ilógicos. Llegaba a la casa a cualquier hora, generalmente mientras yo estaba en la oficina. Se bañaba y se cambiaba de ropa y se iba. En la oficina dormía un par de horas. Nos comunicábamos solo por mensajes de textos.

Dejamos de mandarnos fotos. Bueno. Yo dejé de mandarle fotos porque me pareció que íbamos a deslizarnos por un tobogán sin retorno. Así que no le mandé más y él tampoco me mandó.

El miércoles me envió un mensaje diciendo que ese día empezaría a funcionar el sistema nuevo y que ni siquiera iría a la casa a bañarse.

Yo le rogué, por sus compañeros de trabajo, que no dejara de lavarse. Que los olores serían insoportables. El me respondió que había un aire acondicionado del demonio, por lo que no sudaban nada, aunque de todas maneras todos pasaban largo rato en el baño limpiándose sus partes íntimas con toallas húmedas.

Finalmente el jueves llegó a la casa como a las 6:30 de la tarde sucio y sin afeitar.

-Ya tenemos 16 horas en línea sin ninguna falla importante- me dijo antes de abrazarme y darme un beso en los labios.

No olía mal. Tenía barba de tres días y la ropa estaba arrugada. Seguramente de dormir con ella puesta.

-¡Qué bueno hijo- le respondí cuando sus labios se separaron de los míos. 

-Ahora me voy a acostar hasta… no sé. Hasta mañana-

-Claro, claro- le dije acompañándolo hacia su cuarto. 

-¿No quieres comer nada?-

-Gracias mamá, pero no me provoca nada. Sólo dormir-

Con eso entró a su cuarto y cerró la puerta.

Yo me quedé afuera de la puerta por un momento y luego me fui a la cocina a cenar, para después sentarme a leer o ver TV.

A eso de las 10:00 cuando pensaba en irme a acostar, lo vi aparecer por el pasillo. Seguía sin afeitar, ahora con los pelos de la cabeza alborotados y con un short.

-Vengo a tomar agua y a comerme algo- dijo mientras se servía un vaso con agua y hielo.

-¿Quieres que te prepare algo?-

-Gracias madre. Un pedazo de queso es suficiente- respondió cortando un pedazo enorme de queso y retirándose a su cuarto con el vaso en la mano, mordisqueando el queso.

Esa noche me masturbé en modo silencioso. 

Me levanté temprano y me puse la pijama más sexy de todas. Yo duermo desnuda y la idea de ponerme la pijama era para mostrarme ante Marcos. La pijama elegida era de una tela transparente, con flores en los lugares adecuados para reducir la transparencia un poco, pero dejando ver claramente mis pezones y mi vello púbico. 

Me miré en el espejo y pensé que era demasiado reveladora, por lo que añadí una bata de la misma tela, reduciendo más la trasparencia. Volví a verme y me sentí un mejor.  

Por dentro me reí de mí misma y nuestra táctica de vestirnos para mostrar y no mostrar. ¡Qué complicada somos las mujeres!

Pasé por el baño a arreglarme la cara. Me puse un mínimo de maquillaje, me cepillé el pelo y los dientes y ya estaba lista para desayunar con Marcos.

Cuando llegué a la cocina me desilusioné pues no estaba ahí. Miré a la entrada y vi que si estaba su maletín, por lo que no se había ido todavía. Me preparé un café y me senté en la mesa a leer mis correos en el iPad mientras lo esperaba.

Apenas lo vi salir de su cuarto, bañado y afeitado, me levanté a recibirlo (y que pudiera ver mi nuevo ropaje).

-Wow- me dijo cuando me vio -¿A quién estás esperando?-

-A ti, por supuesto- le dije con la mejor de mis sonrisas.

-Debo reconocer que estás… impresionante-

-¿Sólo impresionante?-

-Bueno… mejor no digo- 

Entonces me le acerqué con los brazos abiertos.

-Déjame felicitarte por haber culminado del trabajo- 

El me abrazó y yo me pegué a su cuerpo, levantando la cara para ofrecerle mi boca. El me besó inmediatamente y por unos segundos introduje mi lengua en su boca, jugueteando con la suya. Sabía a pasta de dientes. Pero apenas empecé a sentir su miembro endureciéndose contra mi vientre, me separé de nuevo. Otra vez mi cabeza jugaba en mi contra ¿o a nuestro favor?

Me lo tomé de la mano y lo llevé a la mesa.

-Siéntate. Déjame darte un café-

-Gracias- respondió sentándose.

-¿Qué quieres desayunar?-

-No sé. Lo que tú quieras-

-¿Te parecen unos huevos con jamón?-

-Está bien. Me encanta-

-¿Entonces? Cuéntame como terminó todo-

-¿Cómo terminó que?-

-El programa que estabas haciendo-

-No ha terminado. Sólo fue un parche que tuvimos que instalar para evitar que nos siguieran robando la información-

-¡Oh! No sabía que les estaban robando la información-

Entonces empezó a contarme de los problemas que tenían en la compañía y como alguien, probablemente los chinos o los norcoreanos, se metían en los servidores y robaban información y cómo se habían dado cuenta y la urgencia de parar el asunto.

Todavía tenía que arreglar o sustituir todos los otros sistemas, pero por lo menos habían parado el robo de datos.

Mientras me contaba todo podía ver cómo me seguía con la mirada tratando de ver mis senos a través de la delgada tela de la bata y de la pijama.

Yo hacía como que no me daba cuenta y lo dejaba mirarme. En algún momento aflojé la bata para que se abriera más a la altura de mis pechos y él pudiera ver mejor mis pezones, para luego volver a cerrarla.

Me sentía como una cazadora que agita un señuelo delante de la presa para llamar su atención y después abalanzársele encima y comérsela. Sólo que este caso la presa era mi hijo. 

Pero entonces pensaba que era sólo un juego. Que no hacíamos sino divertirnos, como cuando nos mandamos las fotos. Se me ocurrió que cuando se fuera la enviaría una con esta pijama.

-¿Qué tienes pensado para esta noche?- me preguntó de pronto cuando ya había acabado de comer.

-¿Esta noche? No sé. ¿No vas dormir en la empresa?-

-No. A menos que pase alguna desgracia hoy, se terminaron por ahora las emergencias. Vuelvo a un horario normal de trabajo-

-¡Qué bueno!- respondí -Bueno. La verdad es que no tenía pensado nada. A lo mejor iba al gimnasio-

-¿Quieres cenar conmigo?-

-¡Claro! ¿Qué quieres que te prepare?-

-No. Cenar conmigo afuera. En un restaurante fino-

-¡Me encantaría!-

-Ok- me dijo entonces -Nos ponemos de acuerdo en el lugar y la hora. Creo que es mejor que nos encontremos allá para no venir hasta acá y volver a salir. Es más, te puedes ir en taxi, así no tenemos que preocuparnos por el alcohol-

-Perfecto- le dije mientras caminaba con él hacia la puerta, agarrada de su brazo.

Una vez allí nos besamos de nuevo, un poco más largo que antes. Cuando nos separamos, me dijo misteriosamente: 

-Deja algo para la noche- y se fue.

Inmediatamente salí corriendo al cuarto a masturbarme, pero antes me acordé de la foto y tomando el celular tomé varias fotos de mi cuerpo y especialmente de mis tetas con los pezones erguidos. Unas las tomé con la pijama y la bata, luego sólo la pijama y por último, quitándome la pijama, tomé varias fotos de mis tetas desnudas.

Le mandé la primera en seguida. Sólo se veía mi seno derecho con la bata y la pj cubriéndolo. A pesar de eso, se veía la sombra del pezón que, erguido, formaba una elevación clara sobre la teta.

Luego me quité todo y me masturbé rico. Cuando terminé, guardé mis juguetes (había usado 4 distintos) y me bañé. Me costó decidirme cómo me iba a vestir porque tenía que ir a trabajar y me gustaba ponerme ropa seria para la oficina, pero luego quería estar sexy para la cena con Marcos.

Finalmente me decidí por una blusa clara que podía abotonar hasta el cuello, pero que luego podía abrir un poco o mucho, jajaja. Sobre la blusa me pondría una chaqueta haciendo juego con la falda. Ahí no podía hacer mucho, por lo que podría jugar sólo con la blusa. Obviamente la ropa interior tenía que ser muy sexy. No es que esperara mostrársela, pero yo también quería sentirme sexy y nada ayuda como un sostén y unas bragas de encaje.

Antes de salir le mandé la segunda de las fotografías que me había tomado. Otra vez el seno, pero sólo con la pijama. La vista del pezón era mucho más clara pues sólo lo tapaba la delgada tela de la pijama y la flor de encaje, pero se veía mucho más claramente que en la primera fotografía.

Tampoco recibí respuesta.

A mitad de la tarde me escribió finalmente Marcos:

“¿Te parece bien Le Coq d’or?”

“Me parece muy bien, me encanta la comida francesa” respondí

“Nos vemos a las 7 pm ¿Está bien?”

“Perfecto”

Al rato me mandó otro mensaje:

“¿Y la tercera foto?”

“No sé de qué hablas” le respondí, mintiendo. No sólo sabía, sino que me moría de ganas de mandarle la foto de mi pezón desnudo y erguido, pero nuevamente la razón se impuso.

“Muy bien. Te lo explico esta noche”

A eso de las seis de la tarde, me metí en mi baño privado de la oficina a arreglarme. Después de refrescarme la cara y el maquillaje me miré en el espejo. 

Todo estaba bien pero demasiado serio. Tal como lo había pensado esa mañana me desabotoné la blusa hasta llegar al brassier.

-Muy poco- me dije y desabotoné un botón adicional.

Ahora estaba más sexy. A través de la abertura del escote se veía el brassier.

-Mmmm. No me gusta como se ve el brassier. ¿Será que me lo quito?-

Para probar, me quité la chaqueta y la blusa. Luego me saqué el brassier y me volví a poner las dos prendas, dejando los tres botones superiores de la blusa abiertos. Me miré de nuevo en el espejo.

-Mucho mejor- el inicio de los senos se veía claramente.

Luego desabotoné otro. Y otro más. Pero la blusa no se abría naturalmente. Es decir, el escote se abría un poco, pero no como yo quería. Definitivamente quería mantenerlo babeándose.

Entonces tuve una idea. Me volví a quitar la chaqueta y la blusa y me puse la chaqueta sola. 

-Mmmm. ¡Ahora sí!- 

Ahora sí que era un escote de “escándalo”. La chaqueta se abría desde el cuello como hasta el ombligo dejando ver toneladas de piel. Obviamente no descubría mis pezones, pero estaba seguro de que si me veía de lado, se vería bastante. No me importaba que Marcos me viera, pero también me vería el taxista, los mesoneros…

Me abotoné la chaqueta hasta la altura de los senos y ¡perfecto!. Podía controlar el nivel de “exposición” fácilmente.

Regresé a mi oficina y guardé el brassier y la blusa en una gaveta del escritorio y pedí un Uber.

Llegué al restaurant un poco tarde, privilegio de las damas. Me veía muy seria y elegante cuando me bajé del taxi. Al entrar, me fui desabotonando la chaqueta con disimulo. Allá estaba él en la barra, mirando ansioso hacia la puerta. Al verme, una hermosa sonrisa iluminó su cara. 

Caminé hacia su puesto manteniendo la chaqueta medio cerrada con la mano para no llamar la atención de las demás personas en el restaurant, que, de paso, estaba bastante lleno. Él se puso de pié para saludarme.

-Hola- le dije al acercarme para besarlo, soltando la chaqueta, que tal como había pensado, se abrió lo suficiente para mostrar me escote. Él no pudo evitar que su mirara se fuera inmediatamente a mis pechos.

-Ho… o la- tartamudeó antes de levantar la vista y que yo le diese un leve beso en los labios.

-Te pusiste colorado. Jajaja- le dije sentándome a su lado.

-Es que acabo de ver un paisaje maravilloso-

-¿Si?- le dije para mortificarlo un poco -¿Y qué vistes?-

-Unos ojos preciosos y una risa espectacular- respondió. Me encantó que hubiese reaccionado bien. Se veía que tenía experiencia en el trato con las mujeres. Después de la sorpresa inicial, no había dejado que sus ojos se bajasen de mi cara, por más que estoy seguro él quisiera verme las tetas.

Por un rato estuvimos conversando en el bar, contándonos de lo que había pasado en el día, mientras nos bebíamos un coctel por mi parte y un whisky por la suya. Luego barman nos pasó el menú y pedimos la comida. Al poco rato nos condujeron a una mesa convenientemente situada en una esquina del restaurant, con la cantidad justa de luz para comer y conversar cómodamente sin molestias.

Fue una cena muy rica. Yo pedí un paté de la casa y de segundo un strogonoff. El se comió un kirsh y un filete mignon. Una deliciosa botella de burdeos nos acompañó con tanta elegancia que terminamos pidiendo otra. Ninguno de los dos pidió postre pues todavía disfrutábamos del vino. Así que después de que retiraron los platos, seguimos conversando animadamente.

No estábamos sentados frente a frente, sino en esquina, por lo que en el lado común frecuentemente nos tomábamos de la mano. Por otra parte, tal como lo había pensado en la oficina, la chaqueta se me abría considerablemente con algunos de mis movimientos y Marcos tenía la oportunidad de mirar profundamente en mi escote. Tanto que estoy seguro que varias veces debe haberme visto los pezones… lo que me encantaba.

Lamentablemente tenía que compartir el show con el mesonero que cada vez que venía aprovechaba para mirarme. Al principio pensé en abotonarme más pero luego decidí que lo disfrutaba más de lo que debía. Parecía que el alcohol había bajado mis inhibiciones, lo que nos llevó a la conversación que siguió.

-¿Entonces, me vas a contar de mi padre?- preguntó Marcos, mientras me apretaba la mano cariñosamente.

-Claro, claro- le respondí -…tan pronto como me cuentes tú la tuya-

-Bueno- dijo tomando un trago -No es tan complicada-

No le respondí con palabras, sino devolviéndole el apretón de mano y una sonrisa cautivadora. El miró por un segundo mi escote, donde mis pezones sobresalían desde comienzos de la noche. 

-Cuando llegué a la universidad a hacer el postgrado, me encontré con un ambiente increíble. El servicio estudiantil hacía algunas actividades para que los nuevos nos sintiéramos más cómodos. Eso significaba paseos y fiestas todos los fines de semana. Éramos unos 20 nuevos de todas las carreras, entre los que se contarían unas 12 mujeres y 8 varones. Los más experimentados, aquellos que tenían más de año en el postgrado también participaban, lo que llevaba el grupo a casi 60 estudiantes-

-Al principio todos nos comportábamos un poco tímidamente, pero pronto nos dimos cuenta de que éramos todos jóvenes, que la mayoría no tenía ninguna relación fija y que todos y todas queríamos divertirnos. Obviamente eso llevó a que todo el mundo empezara a buscar pareja para pasar el rato. A los organizadores no sólo no les importaba, sino que promovían el “intercambio”-

-Jajajaja- me reí -¡qué relajo! Casi que me inscribo en un curso de postgrado-

-Pues no serías la mayor. Algunos estudiantes, hombres y mujeres, son de tu edad o mayores-

-¿De 30? Jajajaja-

-¡De veinticinco!- me respondió Marcos riendo-

-El caso es que desde el viernes en la noche comenzaba la formación de “parejas” que podían durar desde algunas horas, en caso de que no “pegaban” hasta tres días, cuando teníamos que regresar a clases-

-¡Vaya! Realmente envidiable-

-Debo reconocer que algunas parejas se hicieron más duraderas, pero la mayoría duraba por el fin de semana. Inclusive si te iba bien. Más de una chica me decía que había disfrutado mucho, pero que quería probar con fulano o zutano. Luego, a lo mejor, volvía conmigo comentando qué tal les había ido en sus excursiones-

Yo había estado excitada todo el día, pero el cuento de Marcos me tenía realmente ensopada. Mi vagina parecía una fuente y estoy segura de que no sólo tendría mojadas las pantaletas, sino que también la falda.

-¿Y todo el mundo conseguía pareja?- pregunté -Debe haber habido algunas personas a quienes les sería más difícil-

-Obviamente. Había algunas muchachas que sólo participaban pocas veces. Y otras gay a quienes les costaba más involucrarse-

-Hay menos personas para elegir, ¿no?-

-Si. Por supuesto, también estaban los tímidos y los geniecitos que tenían que pasar el fin de semana estudiando en vez de estar… disfrutando-

-¿Y tú?- le pregunté -Tú eras de los que lo hacían mucho o poco-

-Jajajaja- se rió apretándome la mano y lanzándome un beso -¿Estás celosa otra vez?-

-¿Otra vez?- le pregunté.

-Si. El otro día en el stadium y después en el bar, cada vez que Anna me miraba, ¡tú sacabas las garras! Jajaja-

-Es que era una descarada-

-Está bien. A mi tampoco me gustaba como su esposo te miraba-

-Bueno, bueno, sigamos con la historia. No respondiste a mi pregunta- le dije.

-Al principio estaba un poco abrumado. Comparado con las chicas de allá, las de aquí parecen de un convento. Podríamos decir que las primeras veces era yo el conquistado. Alguna chica se me acercaba, tomaba la dirección y yo me dejaba llevar-

-Ok-

-Pero poco a poco fui tomando confianza y empecé a moverme a mi ritmo-

-Muy bien- le dije.

-Entonces empezó a pasar una cosa interesante. Mi madre me enseñó una cosa- me dijo agarrándome la mano con sus dos manos.

-¿Tu madre?-

-Jajaja. Si, Manu Requena. A lo mejor la conoces. Jajaja-

-Bueno- siguió diciendo Marcos -Ella me enseñó que siempre tienes que tratar bien a una dama. Que tienes que adularlas, decirle cosas bonitas y hacerlas sentirse bien-

-Muy bien- le dije orgullosa.

-Así pues, mi comportamiento con las chicas se fue regando entre ellas y mi popularidad empezó a subir. Al tener a varias chicas “compitiendo” por llevarme a su cama, yo empecé a ser más selecto, sin dejar de vez en cuando dejar “ganar” a alguna no tan bonita o no tan simpática. ¿Me explico?-

-Perfectamente- respondí no sólo cada vez más orgullosa de Marcos, sino también más excitada. Me lo imaginaba rodeada de mujeres y él seleccionando a la que iba a pasar la noche con él…¡y yo siendo la elegida!

-Así pues, como te dije, al principio era de los que a veces me iba “en blanco”, para luego pasar a ser uno de los favoritos. Con el tiempo, mis capacidades de “agradar” a las mujeres se fueron refinando, por decirlo de alguna forma. Todas esas chicas me fueron enseñando que era lo que mas les gustaba y lo que no funcionaba tan bien. Una de las cosas que nos enseñan en esos postgrados es a decir claramente lo que quieres-

-Si?- respondí admirada.

-Es importante que si vas a ser un buen jefe, tienes que poder dar instrucciones claras. Si vas a pedirle a alguien que haga una tarea, mejor explícale bien lo que necesitas. ¡Y las chicas lo aprendieron rápido!-

-¡Wow, qué moderno!-

-Así aprendes rapidito a satisfacer a una dama: “No, no, así no. Mueve la lengua más rápido y de arriba a abajo… siii… asi…. Ahora méteme el…” ¿Me explico?-

-Claramente- respondí acalorada y con la concha deseando conocer esas habilidades.

-El caso es que casi pierdo el primer semestre por el “otro” aprendizaje, pero también en eso tienen experiencia en la universidad y tu consejero académico interviene y te hace ver la realidad. Al final del semestre había reducido mis actividades a un nivel compatible con los estudios-

-¡Menos mal! Está bien ser un buen amante, pero un buen amante con dinero es mejor-

-Pero yo no tengo dinero todavía- me dijo riendo.

-Si, pero lo vas a tener. ¡Eres un partidazo!-

-Jajaja- reímos los dos.

-Al comienzo del tercero y último año, conocí a Anne-lisse. Ella comenzó a hacer un postgrado de mercadeo y, por supuesto, entró en la rueda de los fines de semana de sexo desaforado. Cuando la conocí ya yo era, como te dije, muy selectivo con mis parejas, por lo que no le hice mucho caso y pasamos un tiempo sin tener nada. Luego, un día que tenía ganas de conocer a alguien nuevo, ella pasó cerca de mí y comenzamos a conversar. Resultó una chica increíble, simpática, divertida, alegre y… con los ojos más azules que haya visto en la vida-

Instantáneamente sentí que Marcos todavía la quería o por lo menos sentía algo por ella. 

Marcos hizo una pausa y luego siguió:

-Por supuesto, ella fue la elegida para el fin de semana y lo pasamos increíble. No era tan experimentada como la mayoría. Obviamente era una novata, pero lo que le faltaba de experiencia lo rellenaba con entusiasmo. ¡Cuando nos despedimos el domingo, estábamos enamorados!-

-No quise dar mi brazo a torcer y los siguientes fines de semana los pasé con mis chicas habituales, pero no podía dejar de pensar en ella. En sus pechos, en sus caderas, en su forma de moverse-

-Jajaja. Te ibas con otras, pero querías a Anne-lisse- le dije.

-Si. Finalmente la busqué de nuevo. Ella había hecho lo mismo, pero me confesó que no había disfrutado. Que yo era… único. Nos convertimos en exclusivos. No porque lo decidiéramos así, ni por obligación. Era lo que más queríamos-

-En poco tiempo- continuó Marcos -superó todas sus dudas de novata y se convirtió en una amante extraordinaria. No había cosa que yo le pidiera que no hiciera inmediatamente. Sexo oral, deep-throat, sexo anal. Además ponía ideas de su parte…-

-No tienes que darme los detalles, ya entiendo- le dije nerviosa, imaginándo a Anna-lisse en cuatro, con la cabeza en la almohada y el culo al aire y Marcos con su hermoso güevo metido hasta las bolas en su culo.

-Jajaja. Ok. Dejaré los detalles por fuera-

-El caso es que fue un año maravilloso. Al final del mismo yo me gradué, pero conseguí un trabajo en la ciudad para esperarla a ella. Cuando ella también se graduó buscamos trabajo en toda Alemania y conseguimos dos buenas posiciones en Berlín. Ella en su area y yo en la mía-

-Si allá fue que la conocí- le dije. Marcos tenía la mirada un poco triste y ya no me miraba el escote. Estaba triste. Traté de animarlo dándole un beso, pero no sirvió de mucho.

Como la botella de vino se había acabado, pero la conversación no, pedimos una nueva botella. ¡Qué barbaridad, tres botellas entre los dos!

Y entonces comenzó la rutina. Ambos trabajábamos entre 10 y 12 horas diarias de lunes a viernes. Por supuesto, no hacíamos el amor durante la semana, pero los fines de semana nos desquitábamos. Hasta que empezamos a “saltarnos” algunos sábados, algunos domingos… y luego los dos días.

-Estaban demasiado cansados- dije.

-Exacto- respondió él -Eso fue lo que pensé al principio. Pero luego empecé a pensar que era otra cosa. Yo era siempre el que iniciaba el sexo y ella me aceptaba o me rechazaba, pero nunca era al revés. Ella dejó de iniciar el sexo y, por supuesto, de aportar “creatividad” a la cosa. Había veces que hasta parecía como si no estuviese allí-

-¿Y tu hacías todo lo necesario?- le pregunté, aunque me suponía la respuesta.

-Por supuesto. Horas de juego previo. Me la comía hasta que me dolía la lengua. Le hacía el amor por largo tiempo sin acabar, esperando que ella llegara al orgasmo. Le propuse cosas nuevas. Vimos películas porno, leímos novelas porno juntos. Incluso las actuábamos. Al principio funcionó, pero poco a poco todas las cosas fueron perdiendo su efectividad-

-Lo siento tanto- le dije.

-Entonces empezaron las discusiones. Primero sólo por el sexo, pero luego por las cosas de la vida diaria. Obviamente era un reflejo de los problemas en la cama-

-¿Y no vieron a nadie?-

-Si. Fuimos a un consejero matrimonial que habló con los dos, con ella sola, conmigo solo, luego otra vez con los dos. No había avances y me cansé. Inclusive revisé sus cosas a ver si encontraba algo que me dijera que pasaba, pero no había nada. Ningún otro hombre, ni mujer. Simplemente había perdido el interés del sexo-

-Qué cosa tan rara- le dije-

-Al final me cansé. Le dije que no podía seguir así y que si no podíamos solucionarlo, me separaría. Su respuesta fue que si lo único que buscaba de ella era el sexo, pues que era mejor separarnos-

-¿Y qué le dijiste?-

-Que no era sólo el sexo, pero que sin el sexo yo no podía vivir. Llevaba años teniendo sexo desenfrenado y maravilloso y que ahora no me podía convertir en un monje. Así que recogí mis cosas y me vine. Me habían hecho una oferta de trabajo increíble aquí y se juntaron las dos cosas-

-Pobre. Qué triste. ¿Nunca pudieron averiguar qué le pasó?-

-Ni idea. La consejera tenía muchas hipótesis, pero no lograba dar con la solución. Y las semanas pasaban y pasaban y lo único que podía hacer era hacerme la paja en el baño cuando ella no me oía-

-Mmm. Me recuerda algo-

-¿Qué cosa?- preguntó Marcos.

-Te la cuento después. Termina de contar tú-

-No, si ya terminé. El resto lo sabes, estabas presente. Aunque…-

-¿Aunque, qué?-

-Bueno, que a veces me confundo. A veces eres mi madre y otras mi pareja-

-Bueno. No puedes pretender andar por la vida sin un misterio que nos rodee. En este momento soy tu pareja. Ya veremos más tarde. Jajaja-

-Muy bien- dijo Marcos sonriendo de nuevo luego de contarme la triste historia -Pero ahora te toca contarme a mi-

-Bueno- dije preparándome para contarle. No me iba a ser fácil, pero el montón de vino que habíamos digerido me ayudaba. No estaba borracha, pero si con suficiente alcohol en la sangre para bajar mis inhibiciones y contarle mi historia a mi hijo.

-Un día- comencé -llegué a mi casa en el pueblo, tu sabes, donde vivían tus abuelos-

-Si, si, claro- respondió Marcos.

-El caso es que llegué del colegio a eso de las 4 pm y me encontré en la sala a un señor conversando con mi papá y mi mamá. Apenas me dejaron acercarme, cuando me pidieron que me fuera a mi cuarto-

-Un rato después, mi mamá se reunió conmigo en el cuarto y me ayudó a hacer una maléfica con mi ropa. No tenía mucha, éramos muy pobres. Luego me condujo a la sala y me dijo: “El Sr. Ramírez quiere casarse contigo y nosotros aceptamos. Ahora te vas a ir a su casa y desde este momento en adelante vas a obedecerlo en todo lo que él te mande”-

-¡No puede ser!- dijo Marcos -¿Te vendieron?-

-Si. Por unos 20.000 pesos. Que ahora serían como 50 dólares, pero en aquella época era mucho dinero-

-¿Pero porqué?- volvió a preguntar.

-Como te dije. Tus abuelos eran muy pobres y en aquella época era muy común que los matrimonios fuesen arreglados. Entregándome a José, que era como se llamaba tu padre, no hacían nada realmente extraño-

-¡Pero tenías sólo 14 años!- 

-Si, pero como te dije, no era del todo extraño que las mujeres o mejor dicho las casasen a esa edad-

-¡Pero no te estabas casando!-

-Bueno, eso era un trámite que tu padre prometió que haría. Aunque realmente nunca cumplió. Pero eso tampoco era raro. Él era agente viajero y probablemente estaba casado con alguna otra pobre mujer y lo único que deseaba era tener una en nuestro pueblo cuando viniera por su trabajo-

Los ojos de Marcos indicaban que estaba indignado. Le hice un cariño y seguí contándole.

-Nos fuimos en su camión de reparto. Sin ni siquiera ayudarme con la maleta. En poco tiempo, unos 5 minutos en el camión, llegamos a una casita pequeña. Abrió la puerta y me enseñó la casa. Solamente tenía dos espacios. La sala/comedor/cocina, un cuarto con un baño y un par de muebles usados-

-Apenas entramos me condujo al cuarto y me dijo: “Quítate la ropa”. Yo no entendía, sentía que no estaba bien lo que me estaba pidiendo, pero no sabía qué hacer. Además estaban las instrucciones de mi padre ordenándome que lo obedeciera. Él esperó unos segundos y luego me amenazó con pegarme si no obedecía. Eso me aterró y comencé a quitarme el uniforme del colegio. Yo apenas tenía tetas por lo que no tenía sostén, pero trataba de taparme con las manos mientras me quitaba la falda también-

-“Toda la ropa” repitió él-

-Temblando, me terminé de desvestir. Él se me quedó mirando y luego me ordenó que no me tapara-

-Con miedo y vergüenza separé los brazos y el me miró complacido. Como te dije, tenía unos pechos pequeños, pero ya se veían y en mi vientre una pelusa negra cubría mi pubis. Apenas había empezado a tener la regla desde hacia unos meses, pero anatómicamente hablando ya era una mujer-

-Si quieres no me tienes que contar todo- me dijo Marcos interrumpiéndome.

-No. Quiero contártelo todo con suficiente detalle para que me entiendas-

-Ok-

-Finalmente me ordenó que me acostara en la cama con las piernas abiertas. Luego se bajó los pantalones y pude ver su miembro. Ahora entiendo que no era muy grande. Bueno, no era pequeño, pero para mí era enorme. Se arrodilló entre mis piernas y sin mayor preámbulo me lo introdujo hasta el fondo-

-Yo grité de dolor, sintiendo que me había desgarrado por dentro, aunque la poca sangre que salió fuera de la ruptura de mi himen. Pero como yo no había lubricado nada y él no se había preocupado por ponerse nada, pues puedes imaginarte el dolor-

-Wow. ¡Qué animal!- dijo Marcos, con cara de odio.

-Un animal, hijo, pero por lo que he visto y sobre todo oído en todos estos años, es el comportamiento más usual en el mundo-

-¡No puede ser!- protestó.

-Entiendo tu protesta, pero en muchos países es realmente así. Pero sigamos con el cuento. Él no duró mucho. Serían máximo 2 minutos moviéndose torpemente, cuando gimió y eyaculó. Yo no sabía qué era el semen y por lo tanto eso también me confundió mucho cuando después pude limpiarme-

-El se levantó inmediatamente, se sacudió en miembro, se vistió y se fue al botiquín a “celebrar su matrimonio” con sus amigos. En la noche regresó borracho y simplemente se durmió-

Marcos estaba muy inquieto y decidí calmarlo:

-Eso fue hace muchos años y de nada sirve que te enojes hijo. Yo ya lo superé y te lo cuento porque me pediste saber y también porque quiero que no haya esqueletos en el closet-

-¿Esqueletos en el closet?- preguntó.

-Si. Me refiero a historias familiares ocultas- le dije.

-Ok- respondió él tratando de mostrarse más tranquilo. Me apretó la mano y sirvió más vino en las copas.

Yo tomé un trago y seguí contándole la historia:

-Al día siguiente se levantó y me pidió que le preparara el desayuno. Yo casi no había dormido. Aparte de sentirme horrible en una cama extraña, al lado de un desconocido, me dolía el cuerpo y sobre todo el vientre. Igual me levanté y buscando en lo que había en la cocina, le preparé algo de comer. El se lo comió y me anunció que regresaría en la noche, que debía tener la cena preparada-

-Wow, qué cariñoso- dijo Marcos.

-Jajaja. Realmente. El caso es que así pasaron los primeros meses de mi “matrimonio”. Él aparecía y desaparecía por distintos períodos de tiempo. Podían ser unas horas o una semana. Él me lo informaba cuando se iba y me daba dinero para comprar la comida necesaria-

-¿Y el sexo?- 

-Al principio era siempre la misma rutina: Acuéstate y abre las piernas. Al principio siempre fue muy doloroso. Nunca como el primer día, obviamente, cuando me rompió el himen. Pero después fue disminuyendo poco a poco. Yo también aprendí. El mejor descubrimiento de mi vida de aquel entonces fue la vaselina que usaba en el pelo. Un día se me ocurrió ponérmela en la totora para aliviarme el ardor después de una cogida y me puse tanto que todavía al día siguiente estaba llena de vaselina. Cuando me penetró, no sentí nada. Bueno, sí sentí, pero no el horrible ardor de todos los días. Yo creo que hasta él se sorprendió, pero no me preguntó nada. Desde ese momento en adelante, aprendí que tenía que lubricarme antes de que él llegara. Nunca me daba tiempo para prepararme, por lo que lo hacía en la tarde, antes de que llegara-

-¿La totora? ¿así es como llamas a tu… vulva?- preguntó Marcos sonriendo.

-Jajaja- me reí también -Si, ese era su nombre desde que era una niña-

-Me gusta. Totora. Jajaja- dijo Marcos.

-Si, es un nombre perfecto. Jajaja-

-¿Y siempre hacía lo mismo?-

-Prácticamente. Un día me sorprendió cuando me pidió que me pusiera boca abajo de rodillas y ese día aprendí la posición de perrito. Pero eso era todo. Misionero y perrito-

-¿Y no te besaba, ni te acariciaba?-

-Jamás. Nunca una muestra de cariño. Yo era su mujer para desahogarse y para cuidarle la casa. nada más. Inclusive, cuando me venía la regla, se alejaba de mi como si fuese la plaga. Desaparecía por una semana y luego regresaba sin decir ni una palabra dónde había estado. Si le preguntaba por sus planes, no me contestaba o simplemente me decía que no era problema mío, que él no tenía que justificarse ante mí.-

-Un día- seguí contándole -no me vino la regla en su fecha y asustada, le pregunté a una vecina que de vez en cuando se acercaba a conversar conmigo. Cuando le conté, me miró a los ojos y me palpó la barriga y me dijo que estaba embarazada. Eras tú-

-Wow- 

-Si. Yo tenía apenas 14 años… no ya eran 15. Por supuesto nunca vi a un médico ni nada. Él se molestó conmigo porque engordaría, me enfermaría y al final tendría que cuidar al bebé que lloraría y le impediría dormir bien. Pero no me botó de la casa, simplemente lo olvidó y siguió cogiéndome como siempre, aunque cuando la barriga se hizo más grande, siempre lo hacíamos por detrás-

-¿Y qué pasó cuando nací?-

-Él no estaba. Gracias a Dios, la vecina estaba pendiente de mi y cuando llegó el momento, me ayudó. Tú tenías 3 semanas cuando él vino de regreso y simplemente te ignoró-

-Yo tenía que cuidarte y darte de comer, por lo que no podía atenderlo cómo él quería, así que no me buscaba mucho. Yo creo que tenía otra amante. Por supuesto que eso a mí no me importaba. Entonces ocurrió el milagro-

-¿El milagro? ¿Qué pasó?- preguntó Marcos.

-Un día, luego de amamantarte en la tarde, te acosté a dormir. Como hacía mucho calor, me metí a bañar. Entonces, mientras me enjabonaba las tetas, me di cuenta de que tenía los pezones sensibles, seguramente resultado de tu alimentación. El caso es que deslizar mis dedos por lo pezones erguidos me pareció de lo más agradable y por un rato me quedé bajo el agua, acariciándome las tetas y especialmente los pezones, mientras un delicioso cosquilleo me recorría el cuerpo. Entonces, cuando bajé la mano a mi totora, me di cuenta de que estaba lubricada. Yo no recordaba que me hubiese puesto vaselina, por lo que me extrañé. Volví a pasar mis dedos y una muy agradable sensación me recorrió el cuerpo. Yo nunca me había masturbado antes, no sabía qué era eso y sobre todo, no sabía qué era el placer ¡Y ese día lo descubrí! Aprendí a acariciarme y lo agradable que era y sobre todo ¡tuve mi primer orgasmo!-

-¡No me digas! ¡Tu primer orgasmo¡- dijo Marcos.

-¡Y todo por alimentarte, jajaja!-

-Podemos intentarlo otra vez-

-Jajajaja- me reí, aunque por dentro me preguntaba cómo me sentiría con él comiéndome las tetas. Me estremecí de placer y él se dio cuenta.

-¿Estás bien?- preguntó.

-Perfectamente- le respondí y luego seguí contándole para evitar seguir por el camino de repetir la experiencia de cuando era bebé.

-El caso es que aprendí a tener placer del sexo, pero era inútil que lo intentara con tu padre. Él tardaba muy poco en acabar y no me daba tiempo ni siquiera a empezar. Yo trataba de decirle algo, de sugerirle, pero no le interesaba-

-¡Qué tipo idiota!- dijo Marcos.

-Si, pero igual, a pesar de eso yo seguí aprendiendo. Un día, después de darte de comer, me puse a prepara la comida. Como siempre, mis pezones recordaban tu calor mientras te alimentaba y ese calor se trasmitía a mi vientre. Entonces, mientras pelaba una zanahoria, se me ocurrió que… bueno, que esa forma me recordaba el pito de tu padre y que a lo mejor podría utilizarla en vez de mis dedos para masturbarme. Tomé zanahorias de distintos tamaños y las pelé y lave todas pues no sabía qué tamaño utilizar y me fui al cuarto. Me acosté, abrí las piernas y comencé a experimentar. ¡Wow! ¡Qué descubrimiento. Ese día tuve como cinco orgasmos y arruiné todas las zanahorias que tenía-

-Jajajaja- se rió Marcos -Debe hacer sido interesante verte con una zanahoria gigante en la totora-

-Ciertamente, había empezado con una pequeñita, pero luego fui subiendo de tamaño… jajaja-

-Después, otro día, se me ocurrió que podía utilizar un pepino. Me pareció que la forma era más apropiada-

-Si, pero más grande- dijo Marcos.

-Eso mismo pensé yo, pero después vi el tamaño de tu cabeza y me dijo: “Si esa cabeza salió por ahí, un pepino debería entrar perfectamente”-

-Jajajaja- reímos los dos.

-Así pues, que estuve experimentando con mi cuerpo, qué me gustaba y qué no. Y como tenía mucho tiempo libre…-

-Tu padre nunca se enteró. Y menos se enteró que cada vez que comía verdura, se metía un que había estado en mi totora. Jajaja-

-El tiempo siguió pasando y cuando tenías como seis mese de edad, un camino se abrió para mí. Para nosotros-

-Un día me presentó a otro viajero. El representante de otra compañía que distribuía productos como él, sólo que eran productos distintos, por lo que no se hacían competencia. Pero lo más importante era que el tipo era mucho más joven y apenas me vio, su mirada me dijo que estaba interesado o por lo menos, potencialmente interesado en mi-

-¿Y cómo hiciste?-

-Tuve que averiguar los locales donde repartía su mercancía, cuándo venía a nuestro pueblo y, sobre todo, qué días vendría en que no coincidía con tu padre-

-Cuando logré esa información me busqué la forma de hablar con él a solas y adivinando sus posibles intenciones, le hablé claro. Si él me sacaba del pueblo, me convertiría en su amante. No lo dudó ni un segundo y aceptó mi oferta. Acordamos que cuando viniera de regreso, me traería a la capital, donde tu padre no podría encontrarnos, suponiendo que quisiera hacerlo, y él podría ayudarme a acomodarme-

-Unas dos semanas después, pasó por la casa en la madrugada, donde tú y yo ya lo estábamos esperando, con la misma maleta con que había llegado, tus pañales y poco más. Nuevo horas después estaba en la capital-

-Primero me llevó a un hotel, donde hicimos el amor por primera vez. Yo no estaba enamorada de él, pero se lo había prometido y tenía que cumplir. Esa noche no acabé, pero al día siguiente sí. Con él tuve mi primer orgasmo con un hombre-

-¿Qué edad tenías?-

-Quince años y un bebé de seis meses-

-Wow. Es extraño. Eras una niña, pero ya tenías mucha experiencia-

-Y lo que faltaba. Pero en cualquier caso, esa es la historia mía con tu padre. No lo volví a ver jamás. Años después, alguien me dijo que había tenido un accidente mientras viajaba y había muerto. No averigüé nunca si era verdad o no. No me interesaba-

-Claro, lo entiendo perfectamente. ¿Y qué pasó después? ¿Cómo llegaste a lo que eres ahora? Es difícil pensar que fuiste una madre soltera sin educación-

-No sin educación, sólo que me eduqué durante mi vida adulta. Nunca he dejado de estudiar y aprender-

-Es verdad y así me lo enseñaste-

-¡Y que no se te olvide! En cualquier caso, le debo mucho a ese segundo hombre. No sólo me sacó del pueblo, sino que me consiguió un lugar donde vivir y un trabajo remunerado, lo que me permitió progresar. Además me enseñó del sexo y de su utilidad-

-¿Su utilidad? ¿A qué te refieres?-

-Me acabas de contar que tu habilidad en cuestiones de sexo te hizo popular con las chicas en el postgrado ¿no?-

-Bueno, si…-

-Igual en la vida. Si eres buena en el sexo puedes conseguir muchas cosas. Y no me vayas a venir con vainas moralistas. Si una persona es fuerte, nadie le puede negar el derecho a usar su fuerza para ganar dinero. Si es inteligente, tampoco… y si es bonita, ¡tampoco!-

-Mmmm, tienes razón, pero sin embargo, eso siempre se ha visto mal-

-Claro, a nadie le gusta que otra persona consiga favores o dinero simplemente porque es más bonita o tira más divino. También a los hombres les da vergüenza reconocer que el motivo del sexo no fue su “belleza”, sino la posibilidad de otorgar un bien. Les parece que fueron explotados o algo así. Pero eso, también es un reto para nosotras, las que utilizamos esa herramienta para progresar, que tenemos que disimular, tenemos que hacerlos creer que no buscamos prebendas o dinero-

-Jajaja. Realmente. Nunca lo había pensado así-

-Los hombres y también las mujeres quieren pensar que nos enamoramos de ellos y que nos acostamos con ellos por su belleza o sus habilidades sexuales. Si se enteran que lo hacemos para obtener una promoción en el trabajo o para que nos paguen un curso o… que nos inviten a cenar, jajaja, se enojan y se echa a perder todo-

-O sea, que debo interpretar que hiciste que te invitara cenar con tus “habilidades”?- dijo Marcos con una enorme sonrisa.

-Puede ser ¿qué crees tú?- le respondí.

-¿No podría ser al revés? ¿Qué yo te convencí de que aceptaras una invitación a cenar para llevarte después a la cama?-

-Jajajaja, puede ser, jajaja. Aunque lo de llevarme a la cama ya lo discutimos antes-

-Sin llegar a ninguna conclusión por tu parte-

-Bueno, pero digamos que el proceso de “convencimiento” es lo suficientemente agradable para seguirlo usando-

-No estoy seguro. A lo mejor si me das un beso- me dijo acercando la cara.

Yo también acerqué la mía y dejé que nuestros labios se rozaran, con la intensión de permitirme sólo eso, pero después de separarme de él lo pensé mejor y volví a acercar la cara dejando que el beso fuese más profundo.

En seguida sentí su lengua pidiendo permiso para entrar a mi boca, permiso que fue obviamente concedido. Con los ojos cerrados, dejamos que nuestras lenguas se recrearan una con la otra, en un interminable baile de pasión.

Al cabo de un tiempo que me pareció divino y con gran pesar de mi alma, me separé de sus labios. Luego suspiré profundamente y le dije que debíamos irnos, que era muy tarde.

-¿Y? Mañana no hay trabajo- me respondió.

-Pero la gente tiene que cerrar el restaurant. Creo que ya somos lo últimos clientes-

-Si, pero…-

-Nada. Pide la cuenta y vámonos-

-Ok- dijo él haciéndole una seña al mesonero -pero en el camino me cuentas el final de la historia-

Mientras íbamos de regreso a la casa en el taxi, terminé de contarle mi historia. Una versión resumida, claro.

-Como te dije, una vez que empecé a trabajar, utilicé mi inteligencia para progresar rápidamente. Y cuando no era suficiente, utilicé mi cuerpo. Siempre cuidando de no pisarle la manguera a nadie, de crear enemigos. Por lo menos hasta que no tienes las armas para defenderte. Es más difícil así, pero por lo menos no tienes que preocuparte de que te vayan a clavar un puñal por la espalda-

-Así conseguí cursos y mejores trabajos y nuevos cursos y mas promociones. Al final pude fundar mi propia empresa, siempre cuidando las apariencias. Por eso, como ya sabes, el presidente y dueño es el Sr. Manuel Requena-

Mientras conversábamos, Marcos me acariciaba “descuidadamente”. Una mano se deslizaba por mi muslo, un brazo por mi cintura, su rodilla contra la mía. Yo lo dejaba hacer. Era encantadoramente agradable, pero no podía engañarme, eran mucho más años de experiencia.

Cuando llegamos a la casa, al igual que la vez anterior, abrí la puerta y me volví hacia él para “despedirme”. Saqué mis caderas hacia adelante pegándome contra él y sintiendo su duro miembro apretado entre los dos, le dije:

-Me encantó la cena, pero tenemos que despedirnos ahora-

-¿Tenemos?- respondió sorprendiéndome con su mano entrando por mi escote y acariciándome la teta derecha. Lo dejé hacer, aunque el placer era peligrosamente elevado y podía hacerme perder mi rumbo.

-Si- le dije antes de besarlo -ya lo hemos conversado-

Sus labios se unieron a los míos mientras su mano me seguía acariciando las tetas. Sin dejar de besarlo, le agarré la mano y aunque no quería, se la saqué de mi escote. El se dejó, pero entonces me agarró el culo con las dos manos para apretarme más contra él.

Sin querer evitarlo comencé a girar las caderas de forma de poder masturbarlo. Él respondió tratando de levantarme la falda con la intención segura de meter sus manos. Para su desgracia, y probablemente de la mía, la falda era demasiado larga y por más que jalaba y movía, no llegaba a alcanzar el borde.

Yo continué disfrutando del beso y las caricias, pero sentía como las cosas iban acercándose peligrosamente al punto de no retorno y apenas él consiguió llegar con sus manos al final de la falda y las sentí acariciándome el culo, me separé de él diciéndole:

-Buenas noches- y desapareciendo dentro de la casa camino a mi cuarto.