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De criada a Diosa 4

en Dominación

Cada vez estaba más satisfecha de descubrir el FemDom, desde que lo cate, pensé que todas las mujeres, a lo largo de su vida,  debían tener la oportunidad de saborearlo en algún momento…

Encontrar aquel macho sumiso había sido un golpe de suerte, su dinero me había devuelto la vida, su entrega subió mi auto-estima y su disposición me tenía seducida…

Llevaba 1 mes trabajando en un enorme zapatero que cubriría una pared del cuarto que no utilizaba en casa, el calzado sin tacón quedaría oculto tras zapateros ciegos, lo demás estaría expuesto en vitrinas, los había clasificado por sandalias, zapatos, botines y botas, los estaba ordenando por colores y colocándolos de forma que de un vistazo, yo su Dueña, pudiera elegir entre el calzado de color “x” que me combinaba mejor…., finalmente elaboraba etiquetas por pares en donde se recogía información útil, como marca, color, medida del tacón, deficiencias y ultima limpieza realizada, para que cuando los usara, el supiera ponerlos en su lugar, relucientes o pendientes de limpiar.

Entre semana su trabajo era excelente, poco a poco me despreocupe de las tareas domesticas, que mi criado asumió progresivamente y con una disposición sorprendente. Si algún día se me olvidaba recoger cuando estaba sola, aquel atípico macho lo ordenaba, lo limpiaba y lo dejaba inmaculado. El mimo con el que cuidaba mi vestuario y la atención que mantenía con mi maquillaje elevaba mi ego.

Con aquel trabajo voluntario los fines de semana, había superado todas mis expectativas. Se excusaba con su mujer, con el futbol o reuniones con amigos, aunque no terminaba de creerme que su mujer no estuviera mosqueada por sus reiteradas ausencias. Yo salía casi todas los fines semana, con mis amig@s de siempre, me sentía libre para hacer lo que me diera la gana, tenía dinero para ir donde quisiera. Le dejaba solo en casa sin darle ninguna explicación, había pasado de desconfiar en los hombres a estar segura que mi sumiso cuidaría mejor que yo misma, de mi casa.

Aquel sábado deje la reunión, estaba dispersa, mientras mis amig@s charlaban, yo pensaba en el FemDom, decidí irme antes de tiempo y caminar hasta mi casa. Volvía algo alterada, antes apenas sentía mi libido, ahora frecuentemente me surgían ideas de cómo aprovecharme sexualmente de aquel macho que tenía sometido a mis deseos y explotándole en mí casa.

Las bragas se me humedecían al pensar que tenía una posesión humana, que me pagaba por tener el privilegio de servirme. Al caminar sobre mis tacones, se producía un rozamiento que estimulaba mis genitales y mi imaginación. Recordé entonces, aquella conversación en el chat en que se menciono el bautismo de los sumís y como convertirse en autentica, Domina.

Entre en casa, sentía que la humedad había llegado a mis ceñidos leggins, me encamine al cuarto donde mi sumiso trabajaba incansablemente, abrí la puerta dispuesta a poseerle y le encontré desnudo, besando devotamente una de mis sandalias.

Concentrado en su fetichismo, no pudo apreciar la incontrolable satisfacción que sentí al pillarlo tan sometido… se incorporó para depositar en su posición correcta las sandalias y entonces noto mi presencia, me miro, le mire… soltó la sandalia en su sitio y repto hasta besarme con amor cada uno de mis pies.

Aquel gesto devoto, me excito todavía más, pero decidí mantener el control y camine hasta mi sillón, provocándole con mis brillantes leggins negros, que hacia resaltar mis músculos y potenciaba el atractivo de mis piernas. Me senté en el Trono-sillón que me había regalado y le vi embobado ante mi sensual caminar… 

-          A: ¡Bobo!, ¡descalza, a tu Dueña!

Volvió a reptar hasta mi, sin dejar de mirarme y con su boca limpio mis sandalias… recorrió con la lengua cada suela de delante atrás, chupo los tacones de abajo arriba y de arriba abajo, abarco con sus labios de la punta hasta lo más profundo, beso con esmero cada tira que atravesaba mis pies, de izquierda a derecha o de derecha a izquierda y lamio los soporte del talón…, dejándolos limpios de impurezas.

Tenía las bragas empapadas, cuando desabrocho la tira que sujetaba las sandalias a mis pies, me los quito con esmero, puso una toalla para que no reposaran mis plantas en el suelo y comenzó a masajearlos…

Acogió el pie entre sus manos, sus dedos estimularon mi empeine y mis dedos notaron como los leggins estaban húmedos también. La palma de su mano presiono mi talón, sus nudillos pasaron por el puente y la planta de mi pie, sus dedos estiraron cada uno de mis deditos, intentando descargar la tensión de llevar tacones…, mientras mis dedos estimulaban mis genitales. Sus dedos se deslizaron sobre las durezas, las almohadillas y cada poro del pie… Estaba en éxtasis, del que no quería volver, note que me besaba el empeine de cada pie…

-          s: ¿La pongo sus zuecos de estar en casa?

-          A: Noooo…

Al mirarme, me vio estimulándome y su boca se comió con pasión cada uno de mis deditos…, a punto de correrme, aplasto sus labios sobre la yema de mi dedo gordo y seguidamente abrió cuanto pudo la boca para llenarse con mi pie…, empuje sin piedad, para penetrarle hasta la garganta, le estaba follando la boca con la punta de mi pie desnudo… y me corrí….

-          A: Ahahhhh… ¡qué bien!... (saque mi pie de su boca)… ¡qué gusto!...

-          s: Que placer verla disfrutar… ¿cuando quiera repetimos?...

-          A: ¡Quítame los leggins!... Te voy a bautizar

Se quedo sin palabras, sorprendido por mi deseo y volvió a besarme los pies. Se puso de rodillas, erguido el cuerpo y sus brazos se extendieron hacia mi cintura.

Me levante, note como sus dedos temblorosos se metieron a la altura de mi cintura, entre mi piel y los legguins, las manos aprisionadas los bajaron. Mis bragas pegadas bajaban también, hasta que las agarre, para que no se enrollaran y dificultaran su tarea. Sabía que quitarme los ajustados leggins no era fácil, el también porque me los había puesto antes de salir. Revestí mis genitales con las empapadas bragas, senté mis glúteos cuando tenía los leggins por las rodillas, para que tirara desde abajo.

No podía contener la risa, me sentía tan satisfecha de la corrida y tan poderosa, al tener a un macho a mis pies, esforzándose por quitarme la ropa.

Me quite las bragas, se las puse en la boca y le ordene que se tumbara en el suelo.

Observe que su poya estaba erguida, me enorgullecía que después de correrme, el que me había masajeado los pies, estuviera empalmado, pero la filosofía FemDom imponía algún tratamiento punitivo. Separe sus piernas, con una patadita en cada una de sus piernas, para tener sus genitales a mi merced…

-          A:  ¡Cuenta!... y stop si no puedes mas.

-          s: ¿Ballbusting?

La risa volvió a apoderarse de mi… y le pegue una patadita con el pie desnudo en sus huevos

-          s: Uno… Gracias, Ama. Dos, Gracias, Ama. Tres, Gracias, Domina.

-          A: ¿Cuántos aguantaras? (las patadas cada vez eran más fuertes)

-          s: Cuatro, Gracias, Señora. Agg, Cinco, Gracias, Diosa. Auugg, Seis, Gracias, Domina.

Mi pie, reposo sobre sus flácidos genitales y le acaricie, intentado reconfortar su dolor

-          s: Muchas gracias…, Ama

Mis caricias endurecieron su verga. Su sumisión, alimento mi Sadismo y le di una patada…

-          s: Buff, Siete, Gracias, Domina. Aaayy, Ocho, Gracias, Mistress miaa

Su apelativo, me hizo plantearme si realmente quería ser su Maestra y preguntarme si este bautismo de sadismo no era para ser su Dueña. Observe que mis bragas estaban fuera de su boca, abandone mi privilegiado lugar entre sus piernas y camine a su alrededor hasta llegar a la altura de su cabeza. Le provoque enseñándole mi pie derecho, sabía que mis uñas rojas, que había aprendido a pintarme, someterían su voluntad. No pudo resistir la tentación, intento besar mi pie y cuanto más lo alejaba, mas levantaba su cabeza, hasta que le deje alcanzarlos.

Mientras adoraba mi pie, aplaste su cara contra el suelo y mientras lo retiraba le deje chupar mis deslumbrantes uñas. Entre mis dedos recogí mis empapadas bragas y se las volví a introducir en la boca. Presione con las yemas de mis dedos y mis uñas hasta metérselas bien dentro. Le cerré la boca apoyando la planta de mi pie sobre sus labios, que siguieron besándolo hasta que decidí abandonarle.

Me encamine hasta mi lugar de partida y aunque no tenía claro si era sádica, me encantaba el poder y manipular a un macho era un placer embriagador. Una sonrisa ilumino mi rostro al observar como mi sumiso se abría de piernas y me sugería continuar con su tortura…

-          A: ¡Muy bien, esclavo!... ¿Cuántas llevamos?... Ah, jajaja…, que no puedes hablar.

Levanto 8 dedos.

-          A: Te daré 2 más… para auto-bautizarme como sádica, parece suficiente.

Le di una patada con todas mis ganas, su cuerpo se arqueo, sus dientes se aferraron a mis bragas, mi empeine pegado a sus genitales, empujaba hacia arriba intentando mantener sus glúteos alejados del suelo y cuando descendió, sus brazos se elevaron marcando un nueve.

Aquel macho, despertaba mis instintos más salvajes y cuanto peor lo trataba, más me amaba. Le di la última patada, se intento enroscar sobre si mismo, pero como yo estaba entre sus piernas, solo pudo llevar sus manos a sus partes…, por fin había saboreado las mieles del sadismo, ¿sería el último peldaño para ser Domina o la única ruta para poseer un esclavo?

Tenía el control, sostenía sus huevos con mis sensuales uñas rojas, posé la planta del pie sobre su amorfa verga y poco a poco su poya comenzó a revivir. Mi pie intento abarcar sus genitales, me apoye en ellos para subir al tumbado cuerpo, se había transformado en mi alfombra.

Camine por primera vez por mi inestable alfombra, evitaba pisar sus partes blandas, para no dañarle y mantener el equilibrio, con pasos cortos, pero conseguí llegar erguida hasta apoyar mi pie en su dura cabeza, humillarle me gustaba, dañarle no...

Le deje que me besara las encarnadas uñas, le introduje los deditos dentro de su boca, antes de abarcar su cuello con la planta de mi pie y presionarle como si quisiera ahogarle…, su entrega me volvió a humedecer los genitales.

Era el momento, de bautizarle con mí orina... retire el pie de su cuello…

-          A: ¡Ponte a 4 patas, perro!...

Se incorporo…, me monte a su espalda y me convertí en su Amazona

-          A: ¡Al baño, poni mío!

Colgué las piernas de sus hombros y mis pies colgados, libres y bamboleantes atraparon la atención del poni-boy, sobre el que cabalgaba.  Mi clítoris rozaba contra su cuerpo, mis humedades genitales manchaban su espalda…Entramos en el baño, desde que el era mi chacha, siempre estaba inmaculado.

-          A: ¡Metete en el baño!

Descabalgué y esperé a que cumpliera mi orden… Se metió en el baño, quedo de pie expectante, yo mojadísima…, le bese apasionadamente, le comí la boca, la humedad me invadía, aunque tenía la vejiga a punto de estallar.

-          A: ¡Túmbate boca arriba!...

Me encarame a los bordes del baño, de pie y con las piernas abiertas, le mire desde mi altura…

-          A: ¡Cariño! te voy a bautizar con mi orina, te voy a marcar con mi esencia mas interna…

Mi pis comenzó a fluir sobre sus genitales…

-          A:…para que sepas quien es tu Dueña, para que sientas que eres de mi exclusiva propiedad, para concederte el privilegio de oler mi néctar…jajajaja

-          s: Mi colonia... Gracias Ama

Era la primera vez que orinaba de pie, el chorro era abundante e intente alcanzar su cara-boca al escuchar su voz…

-          A: ¡Calla, estúpido!... jajaja…. ¡Bebe, tu mana!... jajajaja

Cuando el flujo de orina empezó a descender me acerque caminando por los bordes de la bañera, a su cara, en el camino bañe su cuerpo, el cuello y bebió mis últimas gotas…

-          A: Jajaja…¡Qué pena, machote!... se acabo… jajaja

Se mantuvo acurrucado e inmóvil dentro de la bañera, hasta que terminé… No podía aguantarme la risa, al verle desde arriba, primero esperar con deseo que cayera una última gotita y luego retorcerse para pillar las gotas que se iban por el desagüe…

Abrí el grifo del baño, un poco por maldad y otro poco por lavarle para que no me manchara cuando limpiara mis genitales.

Me senté en la tapa del wc con las piernas abiertas, le ordené entre carcajada y carcajada que me limpiara con la boca. Su rostro se ilumino, se seco con una toalla, sin dejar de mirarme como agradeciéndome el detalle, se agacho y comenzó a lamer las gotas que me habían salpicado las piernas o quedaron entre mis labios vaginales.

Beso mi pubis y mi clítoris… poco a poco la risa paso a ser un jadeo continuo y terminé descubriendo que era multiorgasmica.