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7 – Trabajo de campo_4_Éxtasis entre dos mentes. F

en Grandes Relatos

  • FINAL.

    La consciencia volvió, sin saber dónde me encontraba, tuve miedo del temblor de mi cuerpo, que no remitía, y tampoco quise escuchar a mi cerebro que me advertía con la alarma encendida.

    Mi respiración me hablaba de mi fatiga, pues me embestía, con rabia, con fuerza y de nuevo sentí que me desmayaba, y que en sus brazos moría.

    Su abrazo fueron garras que me sujetaban, pegada a su cuerpo, donde mis brazos y piernas colgaban en el vacío. Sin control nuestros cuerpos se enlazaban, donde el placer renacía y quise morir, el jadeaba ciego, donde su mirada se perdía en mi interior, y yo de su boca bebía, y una nueva embestida me inundó de su fuego, que en mi interior ya ardía.

    Me aferré a él, lloraba de goce, de pasión que rebosaba mi corazón y fui refrenando sus embestidas, mis piernas se convirtieron en suaves cepos, hasta que le retuvieron dentro de mí, para que descansara y lentamente me llenara de él.

    Abrí los ojos, de nuevo me asustó, que su mirada al frente se perdía. Y despacio, sus garras soltaron su presa, yo, y sus embestidas se desvanecieron quedándose en mi interior, su fuego se apagaba alimentando mi temor.

    Y luego, la oscuridad, la nada.

     

    Aquella tarde terminaba pronto, la reunión de los viernes se había aplazado al martes, el jefe de zona estaba de baja. Aparqué cerca de la última visita del viernes, hoy llegaría pronto a casa, estaba cansado, había sido una semana larga y cargada de problemas.

    El cliente estaba en la ciudad jardín, una zona residencial de la zona norte, pegada a la M-30. Edificios de dos plantas, muchos modificados y convertidos en empresas, aunque la mayoría seguían siendo domicilios familiares.

    Aparqué a la sombra de los árboles, abrí el maletero, tenía la carpeta con los gráficos que pedían, ya les había pasado una oferta económica, pero les faltaba las previsiones de expansión, algo que dominaba a la perfección, sabía cómo introducir una marca en los mercados económicos y este no era una excepción y….

    ¡Papá! ¡Papito!

    Pude escuchar cerca, miré entre el capó levantado y la aleta trasera. Una niña me miraba, en su mano una pelota y me observaba muy seria. Sentí un destello en mi interior, un afilado corte, su rostro me resultaba conocido, dejé la carpeta y me acerqué a ella.

    Papito ¿eres tú? – Dijo sin perder el gesto serio.

    Yo no soy tu papá.

    Dije en voz baja. Pero mi interior se había alterado y no sabía la causa. Y fue cuando la realidad se abrió en mi mente. Era una autentica copia de Elisenda, la del trabajo de campo.

    ¿Te has perdido? – Pregunté en voz baja.

    No sé, ¿eres papito?

    ¿Quién te ha dicho que soy tu padre?

    Mami, todos los días me lo recuerda.

    ¿Cuántos años tienes?

    Con sus deditos mostró una mano y un dedo doblado de la otra mano. Deduje seis y algo. Me sentí culpable, pero la duda me estaba haciendo daño, recordaba donde vivían sus padres, no estaba lejos y eso me dio otra pista, mis dudas se fueron disipando.

    Miré en el móvil la situación de los atascos, seleccioné uno y llamé al cliente, le dije que me iba a retrasar casi una hora, que estaba en un atasco, no hubo problema. La subí al coche, la senté en el lado izquierdo y le puse el cinturón, bloqueé las puertas y nos dirigimos a casa de sus abuelos, un nudo se agranda en mi estómago.

    Llegamos a la calle, fui despacio, no recordaba el número, pero la niña se movió, miró hacia atrás, detuve el coche, miré donde aparcar y nos bajamos del coche, dejé que tirara de mi mano, ella me llevó a su casa, empujó la puerta del pequeño jardín y llamó al timbre, no soltaba mi mano.

    La puerta se abrió, los tres quedamos en silencio, la mujer de unos cuarenta miró a su nieta, su mano y luego a mí. Una arruga se formó en su frente.

    ¿Héctor?

    Su tono fue suave, titubeó.

    Sí, soy Héctor ¿Cómo lo sabe?

    Miró a su nieta y luego a mí.

    Elisenda me lo ha dicho.

    Duda en mi rostro como respuesta.

    Tu hija, Eli-Héctor, que es su nombre, me lo ha confirmado, lo que me sorprende es que no esté mi hija con ella ¿Qué ocurre?

    ¿Lleva nombre femenino y masculino?

    Se le puso donde ella sabe y se gastó dinero y estadística tuvo que tragar, sí, es el primer nombre de diferente género.

    Había aparcado y apareció en la acera con esa pelota, puede ser que estuviera jugando, hay un parque infantil cerca.

    Empujé a mi hija hacia ella, dije que estaba trabajando. No me hizo caso, cogió el móvil de su bolsillo y la llamó. Escuchaba, asintió varias veces con la cabeza y cortó la comunicación.

    Siempre lo he dicho, es una bruja. Ha dicho que volvieras cuando terminaras, han pasado cinco años y quiere hablar contigo, sus pronósticos se han cumplido, siempre dijo que ese puente lo construiría Eli, vuestra hija y así ha sido.

    Miré el reloj, tenía que correr. Y me fui en busca del cliente, pero antes me metí en un pequeño atasco, los iban en dirección a la M-30 Norte, pasé al otro lado y volví en el mismo puente, de esa forma no mentía del todo y cuarenta minutos más tarde entraba en recepción, mi inquietud no remitía.

    Hora y diez minutos después volvía al coche, mi cuerpo encogido, detecté el miedo, puse mi música.

    The Amity Affliction - "This Could Be Heartbreak" LIVE! Tour 2018.

    Esto podía ser un desamor, pensé, y que no quisiera darme cuenta, pero tampoco me tranquilizaba y hasta ahora no había encontrado la causa de ese miedo ¿por qué la temía?, tampoco le di importancia su silencio, el miedo estaba ahora, podía huir de nuevo, alejarme, pero mi forma de ser me lo impedía, debía de afrontar el problema.

    Aparqué unos metros cerca de una entrada de garaje, era de ellos, no me había dado cuenta, detuve el motor, mi visión periférica detectaron movimiento enfrente, una figura se acercaba despacio, cimbreante. Fijé la mirada, ella, era ella, mi memoria tenía grabado con su fuego, todo su cuerpo, había ganado algunos kilos, sin embargo sentí vacío en el estómago, más atrayente.

    Era muy inteligente, me estaba dando cuerda, sabía perfectamente lo que pensaba, era mi dueña, algo que yo rechazaba de plano, pero no, por eso después de aquel estudio, de aquella noche infernal, me aparté de ella, aun ignoro la causa, actué como un autómata, aún siento miedo de haberla follado sumido en una extraña inconciencia, que yo no manejaba ¿ella sí? ¿Fue ella la que me lo introdujo?, sentí frío en la espalda, se había detenido, me miraba en silencio, cambió de postura, vi un imán, desee estrujarla entre mis brazos, beber de su boca.

    De nuevo se movió, anduvo por encima de una imaginaria línea disuasoria, un paso adelante y otro ondulante, y en ese momento nuestras miradas se encontraron, tragué saliva dos veces, sonrió levemente, yo retrocedí, sentí calor muy lejos, y el pasado renació de sus cenizas, no lo vi a pesar de tener nuestras miradas enganchadas, estaba junto a la ventanilla, apoyó los brazos y me ofreció un visión de sus pechos.

    Mi amor, has vuelto a mí.

    No se me ocurrieron otras palabras, y…..

    Me despertó el silencio, olfateé buscando olores familiares, pero no fueron desconocidos. Mi cuerpo tenía su presencia, exterior e interior, donde aún le sentía, así como ligera molestias en la parte interna de los muslos, esbocé una secreta sonrisa, ya que el clítoris me envió secretas señales, ya que en sus embestidas, la musculatura de encima de su pene, chocaba con él, y además utilizaba un sistema sorprendente, lentitud, chocaba contra el clítoris y permanecía segundos pegado a él, retrocedía y volvía a chocar, por esa causa aún le sentía, así como lejanas sombras de los orgasmos, totalmente desconocidos y me estremecí pensando en repetir jugada.

    Tenía su mano derecha en mi vientre, sus dedos enredados en el vello del monte de venus, me gustó pensar que agarraba a su presa, conquistada, entregada, vencida y la sombra, temor, vacía.

    Su respiración era tranquila, decidí dejarle en libertad, la puerta abierta del dormitorio me permitía ver el pasillo y la claridad que entraba en el salón, era pronto ya que vi sombras grises, de nuevo sonreí, amanecía en su brazos y en su casa, era hora de fisgar sus secretos.

    Despacio me deshice de su mano, me incorporé a cámara lenta, busqué que ponerme, vi su camisa, me la puse, sentí su fragancia y transpiración, era la que llevaba el día anterior, me gustó lo que sentí, el de nuevo envolvía mi cuerpo, mis pezones respondieron a mi pensamiento y me hizo recordar que ignoró mis pechos.

    En el baño mientras, curioseé lo que tenía, el correr del agua del inodoro fue menos escandaloso de lo que pensaba. Llegué al salón, un reloj en una pequeña cuba de vino carta de oro, de la rioja, tenía las 7, 40. El día amanecía despejado.

    Fui a la cocina, daba a otro lado de la fachada. Puse la cafetera a fuego y busqué que comer, tenía hambre y de nuevo me encogí, del interior del vientre, me llegó otra réplica, un corto estremecimiento que me gustó. Pero se transformó, algo no marchaba bien, pensé en que él me había subido de nivel femenino, ya era mujer, eso dicen ellos, pero lo cierto es que empezaba a despertar de ese sueño infantil, ya no era virgen, me había saltado todas las normas y empecé a sentirme sucia.

    Y de nuevo me estremecía, algo me apresaba sujetando mis pechos, su rostro se pegó al mío apoyándose en el hombro.

    ¿Qué tal tu sueño?

    Su voz fue ronca, mordisqueando el lóbulo de la oreja. Me volví despacio, su mirada estaba enrojecida, soñadora.

    Diferente, menormente diferente y especial, muy especial.

    Respondí dándome la vuelta, le abracé a la que sus brazos rodearon mi cuerpo, sentí sus manos en mi espalda, en la piel de mi espalda, me produjo un pequeño escalofrío que llegó al vientre, sentí calor.

    ¿Te duele?

    Preguntó separándose y mirándome a los ojos.

    Apenas nada, estoy manchada pero no he querido lavarme, quiero que mires y me digas como lo ves.

    Después de desayunar, tengo hambre.

    Dijo mirándome a los ojos, sabía que entraba en mi mente.

    Aun te siento, mi mente no deja de mostrarme las señales dentro de tu vagina. El glande guarda esas sensaciones de cómo le abrazabas, sujetabas, por eso yo te paladeaba, iba muy despacio, y haces que me estremezca, y nada comparado cuando te tuve en mis brazos, desmadejada, babeabas de placer, gemías y lamentos lastimeros escapaban de tu boca, mientras te llenaba y el semen escurría a pesar de la penetración.

    De nuevo despertó esa mala sensación, era la sombra del arrepentimiento, mi vientre reforzó el renacer del malestar, vi llegar de lejos la angustia.

    Me sentó en la rinconera, puso el mantel, y todo lo necesario para desayunar, la tostadora había cumplido, y un plato enorme depositó junto a al tazón con café con leche. En una pequeña fuente alargada, mantequilla, mermelada, miel, de todo para untar en la tostada y una jarra de agua.

    Desayunamos en silencio, y yo me fui poniendo peor, no pude culpar al alcohol, apenas bebimos, había que conducir, dos copas, y por otro lado estuvimos andando toda la tarde, no supe que me pasaba, arrepentimiento era lo que más se acercaba ¿De qué?, yo lo quise, el no tuvo iniciativa alguna ¿Por qué estoy así?, la amargura me invade y no sé qué hacer para que no se dé cuenta.

    Puedo ayudar – Dijo dejando el resto de tostada en el plato.

    No me había dado cuenta, me había estado observando y yo no me había dado cuenta.

    Tu gesto me preocupa.

    No tenía escapatoria, mejor poner las cartas al descubierto, decirle la verdad, pero me cuesta mucho, la iniciativa fue mía. Solté la tostada, crucé los brazos apoyándoles en la mesa y le miré con dolor. Miró mis pechos, la abierta camisa y la postura hicieron que asomaran.

    Estoy arrepentida de todo.

    Su rostro palideció lentamente, casi alcanzó el color blanco. Se humedeció los labios y su gesto se endureció, se pasó una mano por la cara, soltando aire lentamente. Vi como el temor en su semblante.

    ¿Qué quieres que haga?, haré lo que me digas.

    No tenía más alternativa. Busqué una causa y un culpable.

    He pensado que la única salida que tengo, es la mentira y tú me vas a ayudar a perfeccionarla.

    Su rostro se convirtió en piedra, y su mirada preocupada.

    Haré TODO lo que quieras, todo – Respondió.

    A mi madre, le diremos que tú me indujiste a beber.

    Su rostro cambió, tragó saliva y asintió en silencio. No le gustaron mis palabras. Vi dolor en su mirada.

    ¿Hasta qué punto?, puede denunciarme y si hay investigación nos pillarán en varias mentiras.

    Llevaba razón, la bebida no era buena idea.

    ¿Qué se te ocurre a ti?

    Puse la pelota en su tejado.

    Solo veo un camino, el menos doloroso para tus padres. Casarnos de verdad, y después que pasen tres meses, si no hay embarazo, nos divorciamos y vuelves a ser libre.

    Si quiso hacerme daño, lo había conseguido. Era fríamente correcto su pensamiento, pero yo quería culparle a él, y la razón es que me daba miedo, la responsabilidad en que yo había incurrido.

    Mis padres no son tan prácticos como tú, aunque no me sorprendes, tu perfil lo muestra. Son un poco antiguos y mi madre sabrá que escondo la verdad, me conoce muy bien y sé que ese mismo día se lo tendré que decir y es que no encuentro palabras para no hacerla daño.

    Puedes escudarte en el estudio que haces, se trata de sexo, se mire del lado que se mire y el pene no está hecho para hacerse pajas, precisa de la humedad natural que íntimamente producís, por tanto puede ser una referencia a que te haya despertado.

    ¡Joder tío!, que fino hilas, si pongo esa excusa, me preguntará por qué no la hice caso, me advirtió que jugaba con fuego, que sois peligrosos en ese sentido y que no os conformáis con una paja, queréis meter cuanto antes.

    Solo te queda una salida, la primera, que te obligué.

    Agaché la cabeza abatida, y me di cuenta que si traicionaba la verdad, los efectos serían catastróficos, solo con mirar su rostro podía leer su pensamiento, se sentía traicionado. Habló y sus palabras hicieron que temblara, sentí frío. Su mirada era distante, fría.

    Llama a tu madre y dila que vamos a verla, y que evite a tu padre, aunque si prefiere que esté también, no pongas pegas. Piensa que la mentira se defiende con la fuerza, la verdad no la precisa, por si sola emerge.

    ¿Prefieres afrontar los hechos?, no te importa que yo sea la culpable. Has compartido mi cuerpo y me pagas de esta forma.

    Sabía que era un golpe bajo, pero tenía mucho miedo de la situación.

    Hay otro camino –Dijo mirándome- No hacer nada, te vuelves a tu casa como si nada. Si me gustaría saber tu calendario menstrual, por las fechas, y ahora, vamos hacer un documento privado, donde yo asumo la responsabilidad si te he provocado el embarazo, y que correré con todos los gastos de esa nueva vida, siempre. Ese ser aunque sea mayor de edad nos necesitará siempre.

    Sentí su bofetada, y reconocí con pesar que era la mejor decisión, y en cuanto a mi virginidad, ya pensaré algo.

    ¿Estás de acuerdo? – Insistió con frialdad.

    Totalmente de acuerdo ¿Y ahora?

    Empleando ese tono distante, calculador dijo.

    Te duchas, te vistes y te marchas. Todos los días hablaremos por teléfono, no, mejor por correo electrónico, así nuestras conversaciones estarán grabadas, las palabras se las lleva el viento.

    De nuevo me hizo daño, no le reconocía.

    No me aplicas la ley de la ventaja, soy joven e inexperta.

    Su gesto y mirada no cambió, impasible y fría.

    Lo eres cuando te interesa, eres jovencita cuando quieres, ayer te comportaste como una mujer, no como una adolescente ¿Qué te ha ocurrido?

    Decidí poner los pies en el suelo, me estaba engañando y me pesaba.

    Yo te metí en mi cuerpo, en mi mente, yo deseé todo lo que ocurrió anoche y en la madrugada. Fueron varias horas donde me llevaste a lugares indescriptibles y mis sensaciones eran totalmente desconocidas.

    Me hiciste perder el control de todo, de mi cuerpo y de mi mente, algunas veces me sentía perdida en tus brazos, esa lentitud concluyente hizo que el placer que me producías se desvaneciese, llegando a perder el sentido, una forma de sueño inducido por el intenso placer que inundaba mi mente.

    Y ahora, he despertado, esa niña ha sido solapada. Ya no puedo ocultar lo que mi mente y cuerpo es ahora. He pensado en ti, tu pesar por mi comportamiento, y he llegado a la conclusión de que sería mejor seguir con lo que pensamos ayer.

    Ahora limpiamos todo, y después te hago el estudio, la paja. He dominado al pánico, espero que me comprendas, me has llevado a un universo desconocido, y algunos detalles de mi cuerpo y reacciones no he conseguido asumirlos.

    ¿Y tú virginidad y tu madre?

    He pensado que estoy equivocada, se va a dar cuenta en cuanto me vea. Sabrá que he cambiado, que algo me ha ocurrido y en cuanto mi padre se duerma, me despertará.

    Me miraba dubitativo, veía su inquietud, temblaba ligeramente, le había descompensado, alterando y roto su vida. Fue a partir del instante en que quise todo de él, también supe que me había apropiado de su destino.

    Recogimos la cocina, luego el dormitorio y nos duchamos juntos, por primera vez le vi diferente, su mutismo empezaba a preocuparme. Tan solo rindió culto a mis pechos, pasando la esponja con suavidad y procurándome la erección de ambos pezones.

    Hizo lo mismo con la vulva, y en especial con el arco vaginal, a pesar de la fina lluvia, con su linterna acuática, estuvo analizando el lugar donde estuvo el himen, su dedo me despertó, aunque evitó el clítoris, su examen fue muy delicado, y aún tenía cierta molestia pero no era digno de mencionar, sabía que no habría sexo, su rostro permanecía exactamente igual que en la cocina, cuando le confesé mi arrepentimiento.

    De nuevo en la cama, a mi lado el cuaderno y el sumario. Es estaba acostado mirando al techo, pensaba en mis pechos, estaban al alcance de su mano y de su mirada. Pensé que me castigaba.

    Su pene tenía dudas, estaba desnuda a su lado y eso no había pasado en los anteriores estudios. Cogí el pene con la mano derecha, le puse en vertical a su cuerpo, mis dedos un cucurucho caliente, levemente su vientre se movió. El pene empezó a crecer despacio. El glande pugnaba por abrirse paso, el prepucio iniciaba el retroceso que yo ayudé, él se movió, fue cuando se me ocurrió cierto experimento en la excitación, este espécimen tenía la experiencia del sentir mi boca, cosa que hice, de esa forma aceleraba la excitación, posé mis labios separados en el glande, le humedecí con saliva y la punta de la lengua en la uretra, su cuerpo tembló ligeramente, había cerrado los ojos.

    Cambié de posición y de mano, necesitaba la derecha para escribir, y moví ligeramente la mano, el prepucio bajó hasta su tope, gimió levemente, de nuevo hacia arriba, y lentamente hacia abajo, y le di cierta velocidad al movimiento, y le añadía saliva, el ya movía su pelvis, y sentí cierto endurecimiento a la vez de algo parecido al movimiento de la eyaculación, pero al uretra de no mostraba ningún líquido, esperaba ese transparente seminal, pero no, sería demasiado pronto.

    De nuevo le metí en mi boca, entero y la transformé en vagina, de nuevo ese temblor en su cuerpo, y el movimiento de la pelvis, era el momento de parar la excitación.

    Su cuerpo volvió a quedar quieto, solté el pen y este fue enflaqueciendo lentamente. Anoté todos los datos que me proporcionaba, y descubrí un dato diferente. Todos los que habían pasado por mis manos, mantenían diferentes estados, este no, este empezó a parecerme un muñeco, no tenía reacciones diferentes, todo era uniforme ¿era yo la culpable?, pensé en su voluntad, me estaba haciendo un favor ¿le había defraudado?, y lo peor es que no sabía el grado de decepción que sufría.

    De nuevo empecé con la excitación, fue uniforme, de nuevo utilicé los labios y la boca, y a la vez que movía la mano, besa el glande cuando quedaba al descubierto, y pensaba hacer trampa, proporcionarle más placer cuando culminara, no iba a ser mi mano, se lo proporcionaría con mis labios, serían los que le harían estallar en ellos no la mano y así fue, elevó la pelvis, gimió largamente y sentí en los labios el semen, que utilicé de moviendo la cabeza, lubricando el glande, anoté la forma de eyacular, cantidad y estimación de sabor, esta vez sí fue esa masa blanca y espesa, me supo diferente, aunque no la tragué, solo la utilicé y luego la devolví al glande.

    Y con el pene erecto y terminando de eyacular, aparté todo y me puse encima de él, mi vagina estaba mojada y despacio me introduje el pene, y lentamente fue entrando, él se movió con un nuevo gemido, sentí el semen en los labios mayores, el semen mojó el clítoris, nueva sensación desconocida, apoyé ambas manos a los lados de su cabeza y le di unos minutos, aunque no pensaba que hacer.

    Mi cabeza estaba cerca de la suya, pensando en que debía callarme, dejar pasar las horas, sé que fue el pánico, sin embargo ahora le deseaba con todas mis fuerzas, pensaba que no podía perder tiempo y tampoco oportunidades, tenía un lejano presentimiento que podía desaparecer de mi vida. Hyu

    Me moví hacia adelante su pene se movió dentro, un poco y volví hacia atrás, quedó nuevamente dentro del todo, abrió los ojos, enrojecidos y cierta sorpresa en su rostro, balbuceó torpemente.

    ¿Qué haces..?

    Acerqué mi rostro al suyo, imposible que viera mí gesto.

    Te extraño dentro y por eso he aprovechado la oportunidad de tenerte dentro de mí.

    No dijo nada, lo que pensaba, un muñeco.

    He meditado lo que dijiste, y te doy la razón, tu presencia alejará sus miedos, y podrá ver quién eres, dudo que me lo recrimine más adelante, argumentaré que soy dueña de mi destino.

    Puse uno de mis pechos muy cerca de su boca, el pezón le rozaba los labios, no hizo nada y eso aumentó mi preocupación. Empecé a pensar que había abierto dos frentes.

    ¿Lo dejo?- Pregunté empleando tono decepcionante.

    Su lengua apareció rozando el pezón, eso era un no. Dijo desgranado sus palabras lentamente.

    Ahora estoy fuera de juego, si me has proporcionado un buen rato, pero yo tengo una forma de actuar diferente. Los problemas lo resuelvo cuanto antes y este es importante, por eso vas a llamar a tu madre y le dice que les vamos a dar la comida, que les invitamos a comer fuera.

    Si pretendía sorprenderme, lo había conseguido, inicié de nuevo mi paja particular.

    ¿Por qué esas prisas?

    Respondió dudando.

    Yo no puedo mantener esa duda más tiempo, aclaremos todo para poder seguir con nuestras vidas.

    Pegó su boca a mi oreja, la mordió ligeramente y me pidió.

    Hazme un orgasmo, que sean más leves, anoche algunos de ellos me asustaron, por los efectos secundarios que sentí más adelante. Tú ya habías salido de mi cuerpo. Y ese miedo me lo produjo la presencia que seguía sintiendo en la vagina, como si siguieras adentro

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