miprimita.com

Morbo y vicio con mi tía (6)

en Gays

(Conínúa)

INDAGANDO EN MI OTRO LADO

Unos días después del húmedo encuentro con mi tía, Irene me llamó por teléfono a la hora de comer diciéndome que después del trabajo le había surgido la oportunidad de una cita ginecológica que le habían ofrecido adelantar al ser cancelada la de otra paciente, y que por ello se iba a quedar a comer cerca de la biblioteca, y además me pedía el favor de que por la tarde me alargara a la casa de Carlos y María para llevarles un par de entradas que les había sacado para esa noche para una función de teatro y que se le había olvidado llevar esa mañana al trabajo para dárselas.

No tuve inconveniente, ya que había conectado perfectamente con la madura pareja y, en parte, tenía la esperanza de que aquella tarde pudiera hacer un trío en premio a mi paseo para llevarles la entrada y que sería la primera vez que volaba suelto sin el acompañamiento de mi tía. Aunque algo no salió como yo esperaba.

Así, agradeciendo también que mi tía cuidara su salud ginecológica para mantener ese coñito que ya disfrutaba de tanto en tanto, me encaminé sobre las cinco de la tarde a casa de Carlos y María. Vivían en un piso en el centro, cerca de la biblioteca donde trabajaban. Después de un paseo de una media hora, me presenté ante un bloque de viviendas que aún estando en el centro, era de reciente construcción, aunque manteniendo cierta armonía en la fachada. Subí al tercer y último piso en un ascensor y llamé a la puerta del piso con, he de reconocerlo, una cierta excitación.

En la calle hacía ya fresquito y ya no llevaba mi usual pinta veraniega, sino una camisa, vaqueros, zapatillas de deporte y una cazadora no muy gruesa pero sí protectora del fresquete. Cuando Carlos abrió la puerta, pude comprobar que usaba el mismo sistema para calefactar su piso que mi tía, pues me abrió en pantalón corto, camiseta y chanclas, lo que le daba un aspecto a medias entre más joven y más viejo. Sé que es difícil de entender, pero eso pensé cuando le ví. Me recibió con un beso en los labios y un cachete en el culo.

- Anda pasa primor, y gracias por traer las entradas, vaya cabeza que tiene tu tía.- A mí no me molestaron sus confianzas después de lo que habíamos hecho, así que le devolví el cachete en su culo y saqué la lengua para hacer el beso más profundo.

- Vaya, veo que vienes animado, eso está bien. Anda, pasa para el salón, y no te asustes que tengo visita.

-¿No está María?.

- No, María ha ido a acompañar a tu tía al ginecólogo.- En ese momento no caí, pero si ambas se iban a ver, ella misma podía haberle dado las entradas a María, pero sin embargo me pidió a mí que se las llevara a la casa.

La casa estaba decorada de forma minimalista, con paredes blancas, y a la entrada, junto al vestíbulo estaba una cocina moderna. Más adelante, como comprobé luego, estaba el baño, un dormitorio grande, otro más pequeño para invitados y al final del pasillo un amplio salón con bastante luz que disponía de dos balcones que daban a un jardín bastante frondoso, por lo que en realidad disponían de bastante intimidad.

Seguí a Carlos hacia el salón y cuando entré me encontré sentado en un sofá a un joven más o menos de mi misma edad que acompañaba a Carlos tomando una copa de whisky.

- Mira, os voy a presentar: Luis, el sobrino de una buena amiga, y Jorge, un alumno al que le doy clases particulares de biblioteconomía. Acabamos de terminar y estábamos charlando un rato cuando has llegado. Venga, siéntate y tómate un whisky con nosotros.

La verdad es que Jorge era bastante guapo e iba vestido casi como yo y como el 90% de los estudiantes: pantalón vaquero, deportivas y camisa, aunque pude comprobar que la camisa tenía un par de botones abiertos más de lo normal y la cremallera del pantalón subida a la mitad; se ve que había interrumpido algo. Jorge era más alto que yo, moreno, guapo como digo, y bastante delgado aunque en forma. Lo primero que pensé es cómo demonios Carlos se las había arreglado para quedarse a solas con él, aunque con la labia que tenía, no era difícil que a fuerza de darles clases particulares se lo hubiera ido ganando poco a poco.

Acepté el whisky y a indicación de Carlos me senté entre Jorge y él. La conversación se fue haciendo cada vez más animada; empezando a hablar de nuestras respectivas carreras Jorge y yo, aunque pronto derivó a temas de chicas.

- Yo por ahora no quiero engancharme con ninguna, que las tías son muy controladoras, prefiero ir a mi rollo e ir probando cosas, que soy joven – decía Jorge.

- Bueno, no todas son iguales, mira mi María, ella nunca se pone celosa si lo hago con otra, o con otros, como bien sabéis los dos, jajaj – dijo Carlos mientras nos miraba la cara asombrada, pues en ese momento dimos por hecho que había estado con los dos. - De hecho, cuando has llamado a la puerta, Luis, nos has interrumpido en el inicio de algo, ¿verdad Jorge?.

- Sí bueno, jeje, para qué negarlo, si veo que ya lo has metido en el asunto también.

- Bueno, pues ya que la casualidad nos ha hecho encontrarnos aquí a los tres, os propongo aprovecharlo, ¿os parece? - dijo Carlos mientras llevaba la mano a mi bragueta.

Jorge y yo nos miramos e hicimos un movimiento parecido a un encogimiento de hombros, y sin pensarlo mucho Jorge se arrodilló delante mía y me desabrochó el vaquero y me bajó la cremallera para poder buscar con su mano mi polla. Después de la conversación que habíamos tenido estaba ya algo morcillona, pero cuando Jorge empezó a menearla con la mano se puso completamente dura en seguida. No tardó mucho en bajar la cabeza y acercársela a la boca, primero para darle pequeños lenguetazos para a no mucho tardar chuparla con toda la intensidad. Su boca era suave, y la verdad es que me daba un montón de morbo ver cómo un chico joven y guapo como él me chupaba la polla; nunca había pensado en hacer nada con otro tío, pero cada día que pasaba me gustaba más.

A todo esto, Carlos nos miraba mientras se quitaba el pantalón y la camiseta, quedándose completamente desnudo, y empezaba a masturbarse sin desviar la mirada un instante. En un momento dado, y sin que Jorge dejara de chupármela (por cierto, lo hacía bastante bien, pasando su lengua por debajo de la polla al mismo tiempo que se la tragaba hasta el final), Carlos empezó a desabrocharme los botones de la camisa para finalmente ayudarme a desprenderme de ella. Entonces acercó su boca a la mía y empezó a besarme mientras me acariciaba todo el torso. No eran como los besos de mi tía, pero el punto transgresor me los hacía tan deliciosos como ellos. Luego bajó un poco más su cabeza y empezó a lamerme y chuparme las tetillas, algo que estaba descubriendo que me estaba gustando enormemente.

De pronto, se puso de pie sobre el sofá, junto a mi lado y puso su polla junto a mi cara. Entendí y enseguida comencé a chuparla y lamerla, procurando hacerlo tan bien como lo estaba haciendo Jorge conmigo ya desde hacía bastante rato sin parecer cansarse de ello. Como ya dije en su momento, el hecho de que la polla de Carlos no fuera muy grande facilitaba que uno se la pudiera meter hasta el final sin problemas, llegando incluso a poder lamer sus huevos cuando estaba totalmente dentro de mi boca.

Mientras seguía comiendo la polla de Carlos, Jorge se levantó y me ayudó a descalzarme y desprenderme de mis vaqueros con lo que yo también me quedé completamente desnudo. Luego se detuvo en desnudarse del todo él, pudiendo comprobar el cuerpazo que tenía además de una polla que por lo menos medía 18 centímetros, aunque no era tan gruesa como la Carlos y la mía. Cuando aún estaba chupando la polla de Carlos, Jorge me acercó también tu gran pene y en un instante abría mi boca todo lo que podía para jugar, al menos con mi lengua, con las dos pollas, aunque hubo un instante que conseguí tenerlas a las dos dentro de mi boca. Aunque pronto deseché esa idea y empecé a alternar una polla con otra hasta lograr ponerlas más duras que un mástil.

- Así, así, joder, que bien lo haces Luis, ¿de verdad no habías hecho nada con un tío antes de el otro día?, no me lo creo- me dijo Carlos mientras me lanzaba una sonrisa combinada con sus gestos de placer ante mi mamada. De pronto Carlos se puso en el sofá a cuatro patas y con su mano acercó mi cabeza a su culo. Sabía lo que quería que hiciera y lo hice sin chistar, metiendo mi lengua en su ojete para empezar a comerlo. Jorge, por su parte, me hizo ponerme también a cuatro patas y empezó también a lamerme el culo a mí, aunque a veces, al igual que yo hacía con Carlos, bajaba la lengua a lamer y chupar mis huevos y el inicio de mi polla. Luego alguien decidió que lo hiciéramos al revés, y yo, siempre en medio, me dispuse a comer el precioso y respingón culete de Jorge. La verdad es que era una delicia comer aquel culete recién conocido, joven y totalmente depilado.

- ¿Te gustaría follarte ese culete que te estás comiendo, Luis, a que sí? - me preguntó Carlos. Yo nunca había follado a un tío pero pensé que si en algún momento tenía que hacerlo, este era ese momento.

- Claro, aunque no sé si sabré hacerlo bien, supongo que a ti Jorge te lo habrán hecho alguna vez. No quisiera ser yo el primero.

- No te preocupes, no soy virgen. Además me lo has dejado más que lubricado con tu lengua, cabrón- me respondió Jorge.

- Anda, poneros, que yo seré el mamporrero – soltó Carlos junto con una risotada.

Rompimos el cuadro anterior y enseguida Jorge se tumbó en el amplio sofá de Carlos. Pero al contrario de lo que yo pensaba (que lo haría a cuatro patas), se tumbó boca arriba y ayudado por Carlos levantó y abrió a la vez sus piernas para dejarme expedito el paso. Allí estaba el ojete de Jorge, esperándome mientras Carlos me cogía la polla con la mano y lo acercaba al agujero para finalmente empezar a presionar con mi polla sobre él. De pronto Jorge empezó también a adelantar su cuerpo, de modo que, sin apenas notarlo, la mitad de mi polla estaba ya dentro del culo de Jorge y entonces empecé a moverme como cuando follaba a mi tía. Aunque mi polla era gordita, conseguía penetrar hasta el final, lo que me hizo entender que Jorge había probado ya muchas pollas. Yo le sujetaba las dos piernas alzadas mientras lo follaba y a veces llevaba mi boca para lamer sus pies, lo que se me había ocurrido de golpe, y por lo visto nos daba bastante gusto a los dos: a mí hacerlo y a él recibirlo.

Carlos, mientras tanto, había bajado su cabeza hacía la polla de Jorge y había empezado a chuparla mientras que este aprovechaba para masturbar también la polla de Carlos. La verdad es que yo no podía estar más excitado follando a aquel bello joven y mis movimientos se hicieron cada vez más potentes. Alguna vez que otra Carlos hacía algo que me sorprendió: sacaba mi polla del culo de Jorge y se la metía en la boca para chuparla como él sabía, para luego volver a meterla en el culo, y así varias veces. La verdad es que el paso de un agujero al otro estaba poniendo más que excitada a mi polla. Carlos siguió masturbando y chupando la polla de Jorge mientras yo le follaba, hasta que no pudo más y Jorge se corrió dentro de la boca de Carlos desbordándose el semen sobre la propia polla de Jorge. Luego se alzó y me besó para que yo probara aquel semen que estaba delicioso.

- Uff.. cómo me habéis hecho gozar, ahora quiero hacer gozar a Luis, no sé si querrá estrenarse hoy por atrás -dijo Jorge mirando a Carlos como pidiendo su opinión. Yo noté que la polla de Jorge estaba otra vez dura, nada más correrse.

- ¿Qué tal, Luis, te apetece probar?

- Uff, no sé, me da un poco de miedo, aunque también me apetece, estoy tan cachondo…

- No tengas miedo, verás como no te duele, iremos con cuidado… además echaremos bastante vaselina en ese culito- remató Carlos- mientras la busco, tú Jorge vete ensalivando ese culete.

Mientras Carlos se fue a buscar la vaselina, Jorge me pidió que me pusiera a cuatro patas sobre el sofá, ya que así era la mejor forma de iniciarse, en esa postura. Enseguida empezó a lamerme el culete aunque no dejaba de masturbarme la polla con su mano. Cuando Carlos vino, empezó a acariciarme el ojete con la mano embadurnada de vaselina y, casi sin que me diera cuenta, un par de dedos suyos había abierto mi ojete. Luego empringó generosamente la larga polla de Jorge de vaselina e hizo de mamporrero, acercando la polla de Jorge a mi culo y ayudando a penetrarme. La verdad es que como la polla de Jorge, aunque larga, no era de tipo grueso como la nuestra, empezó a entrar dentro de mi culo sin problemas. Hubo un ligero momento en que sentí un pequeño conato de dolor, pero enseguida desapareció y pronto se fue convirtiendo en un placer indescriptible. Realmente me estaba gustando sentir una polla en mi culo, esa sensación novedosa de sentir un trozo de carne ajena introducirse en lo más profundo de tu ser y masajeando con ello ese punto G que los hombres tenemos en el culo. Mientras, Carlos no se quedaba atrás y tras acariciarme todo el cuerpo y comerme de nuevo las tetillas, se puso debajo mía y se metió mi polla en su boca provocando con ello más placer en mi cuerpo, si eso era posible. Después de un buen rato follándome Jorge por el culo y Carlos por la boca, dijo Jorge:

- Anda ven Carlos, que pruebe tu polla ahora, que sienta otra distinta.

Carlos, sin pensarlo mucho se levantó y se puso detrás mía. Se roció la polla de vaselina y de nuevo mi culo, así que aunque era un poco más gordita que la de Jorge, entró sin problemas. Ya le estaba cogiendo el gustillo. Finalmente entró del todo y empecé a gozar igual que lo había hecho con la polla de Jorge, la cual me puso inmediatamente en la boca con la orden de comérsela. La verdad es que era una sensación increíble, con una polla en mi culo y otra en la boca, mi cuerpo no podía pedir más. De pronto sentí en mi culo un caliente chorro atravesando mis entrañas y pude deducir que era el semen de Carlos que se había corrido dentro de mí. Fue una sensación increíble y estaba a punto de estallar, sobre todo cuando Carlos sacó la polla de mi culo y empezó a lamerlo junto con Jorge, ambos recogiendo el semen que salía de él.

- Joder, creo que me voy a masturbar y correrme, no puedo más con este gustazo- dije yo.

- Espera Luis, no lo hagas todavía, por favor, fóllame, quiero sentir tu polla en mi culo – me dijo Carlos.

Carlos se puso también como lo había hecho Jorge, sentando en el sofá y abriendo sus piernas. Yo ya sabía que tenia que hacer así que acerqué mi polla a su culo y le penetré. Era un culo no tan estrecho como el de Jorge, pero estaba igual de exquisito. Mientras, Jorge no perdió el tiempo y acercó su polla a mi boca para que se la chupara al tiempo que seguía follando a Carlos.

Tarde en correrme más de lo que pensaba, pero finalmente no pude aguantar más y me corrí dentro del culo de Carlos, soltando un buen chorro de semen en su interior. Carlos procuró alzar aún más las piernas y nos animó a Jorge y a mí a recoger el abundante semen que salía de su culo. Me gustaba eso de meter mi lengua en un culo para recoger mi propio semen. No podía haber nada más lascivo y perverso que eso, pensé.

Pero cuando acabamos de limpiar el culo de Carlos quedaba algo por hacer. Jorge empezó a masturbarse y nos pidió que nos arrodillásemos delante suya para finalmente regarnos a Carlos y a mí con un nuevo chorro de su lefa. Cuando nuestros labios, caras y pechos quedaron llenos del semen de Jorge, los tres usamos nuestras lenguas para besarnos y lamernos y dejarnos casi limpios.

- Anda, vamos a ducharnos – dijo Carlos animándonos a seguirle. Nos metimos tres en la amplia ducha y nos dirigíamos el chorro del agua uno a los otros. En un momento dado pude comprobar como Carlos, de espaldas a nosotros, empezaba a orinar de modo que el chorro cayera sobre el desagüe, pensando quizás que no nos daríamos cuenta. Pero yo, que estaba detrás de Carlos, lo que hice fue coger su polla para dirigir el chorro e incluso a veces ponía mi mano delante de él para mojarla con su orina. Además se me ocurrió empezar a mearme sobre el culo de Carlos, que excitado por que me gustara aquel juego, se agachó un poco de modo que mi meada cayera justo sobre su ojete. Finalmente, Jorge, que sí estaba algo más sorprendido con aquel juego, puso su polla junto a la mía y dirigió también un buen chorro hacia el ojete de Carlos, el cual se relamía de gusto con aquel juego final.

- Uf.. cómo me habéis hecho disfrutar, pimpollos, espero que María me perdone que haya disfrutado tanto con vosotros como lo hago con ella.

(Continuará)