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La aventura es la aventura

en Hetero: General

 

Juan, hombre de 49 años, alto, guapo, ojos verdes (últimamente todos los hombres que conozco tienen los ojos azules o verdes) pelo rizado y canoso (castañonoso, lo bautizaríamos más adelante jajajaja) , un pibonazo!! y ahí estaba yo, delante de él, con mi paraguas en una mano y el móvil en la otra intentando encontrarnos porque el bar en el que habíamos quedado estaba cerrado todavía.

Cuando nuestras miradas se cruzaron, nuestras sonrisas se sincronizaron… yo a él también le había gustado ¡¡que bien!! eso… se nota. En cuanto sé que se me nota que me gusta la persona que tengo delante, no puedo evitar ponerme algo nerviosa, pero cuando percibes que el que tienes delante también se pone nervioso… se crea una tensión que no se sabe muy bien como liberar. Juan me cogió el paraguas, cual caballero y me preguntó que dónde íbamos, que esa zona él no la conocía y le dije que no se preocupara, que sabía de un sitio que ponían unos pinchos muy buenos. “¿Qué te apetece más… vino o cerveza?”, le dije. “Vino” me contestó, así que.. dicho y hecho… a la vinoteca de la vuelta de la esquina.

Nos sentamos los dos uno al lado del otro, él no eligió la silla de enfrente mío y al sentarnos sonriendo me preguntó: “Bueno, ¿que tal?” haciendo un gesto con su mano mostrándose y dando a entender que le dijera lo que me parecía él. “Muy bien”, le dije yo, “pero que muy bien” jajajaja “y yo?” … “pues, también muy bien” me dijo.

Habíamos hablado de casi todo, chateando, claro… antes de que nos conociéramos hoy. La conexión era muy buena y no era de los hombres que le gustara mantener conversaciones sexuales por escrito. Lo que sí me había dicho es que era capaz de sorprenderme en la cama y eso a mi me “ponía” mucho.

Después del típico brindis… del que si uno no apoya, no folla, sorbimos nuestras copas y él se aventuró a besarme, mientras metía su mano bajo la mesa y bajo mi vestido… mirándome a los ojos y diciéndome que le gusta mucho hacer ese tipo de cosas. Nos habíamos sentado en una mesa que hacía rincón al fondo del local y él estaba de espaldas, así que no veía si nos miraba alguien, por lo que mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida, y él me preguntaba si alguien nos estaba viendo…” no, no, no nos ve nadie” dije muy bajito, susurrando, con voz de deseo. Aunque Juan debió de ver algo de cara de susto en mí, por que paró y me dijo, “bueno, quizás necesitas un poco más de tiempo y de vino jajaja” así que seguimos con la conversación… eso si, algo más subida de tono.

Juan es de los hombres que tiene un puntito femenino, no se si me entendéis. Un movimiento de mano, de vez en cuando muy sutil, una suave mueca en su cara… eso me gusta, pero a la vez muy varonil, es difícil de explicar… Bueno, sabía que él me iba a gustar porque antes de quedar había reservado habitación en un hotel cercano y se lo dije. “Hmmm, que bien, ¿nos podemos ir ya?”, dijo rápidamente y le contesté que nos tomáramos un vinito más, que lo necesitaba. Asintió, entendiendo la situación y empezamos a hablar de nuestros gustos sexuales… a Juan le encanta ir a locales liberales y yo no he estado nunca en ninguno, guay!! esto promete… nuevas experiencias (a ver si me aguanta más de esta cita y puedo repetir con él en el local liberal) Le conté que yo no había estado nunca en ninguno y que me gustaría probar así que, le encantó. Volvió a besarme, esta vez con más deseo, después de 3 vinos y mucha charla sobre nuestras vidas, trabajos, nuestros respectivos ex y alguna aventura divertida, volvió a introducir su mano en mi entrepierna, esta vez no pudo ver mi cara de deseo puesto que nos besábamos con los ojos cerrados y no nos importaba lo que hubiera a nuestro alrededor. Pudo notar mi humedad a través de las medias y las bragas… “¿podemos ir al hotel ya?”, me preguntó arrimando su boca a mi oreja. “Sí, ahora sí”, le dije. Así que pagamos la cuenta y nos fuimos hacia el hotel que había reservado, cogidos por la cintura.

¿Cuál es la pregunta que os hacéis cuando estáis a punto de follar con un desconocido? Bueno, vosotras no lo sé, pero yo la que me hago es si tendrá su polla grande o no… y la segunda es si la sabrá hacer funcionar para darme todo el placer que necesito. Pues Juan es un SÍ rotundo a las dos preguntas… el mejor amante con diferencia que me he encontrado en toda mi trayectoria, hasta ahora. Me sorprendió gratamente.

Abrimos la puerta de la habitación, había cama de matrimonio, menos mal que tenían disponibilidad en el hotel. Entrando a la derecha había una pequeña mesa con dos sillas donde apoyé mi bolso y mi abrigo y Juan no me dejó seguir, me besó apasionadamente apretándome contra la pared, sobándome las tetas por encima del vestido… uff qué bien besa!!! Se agachó para quitarme las botas y las medias y muy despacio y desde abajo, mirándome, también bajó mis bragas. Me dejó con el vestido puesto hasta que se levantó, se quitó la camisa y su pantalón y me hizo levantar los brazos para quitármelo. Me dio la vuelta y me puso contra la pared para desabrocharme el sujetador y seguidamente noté su miembro entre mis piernas. Lo iba a hacer!!! iba a follarme así, sin más, por detrás y no pude negarme, me tenía encendida!!! Introdujo su polla en mi húmedo coño y agarró mis tetas estrujándolas mientras notaba sus embestidas. Hasta el fondo… notaba su enorme polla dentro de mi, el placer explotaba dentro, llegaba hasta mi tope… tres o cuatro embestidas y la sacó para darme la vuelta y volverme a besar los labios, para bajar a besar mis pezones y pegarme unos mordisquitos. “Vamos al baño” y me cogió de la mano para llevarme al baño como a una niña, “nos vamos a duchar” pero antes voy a hacerte algo que nadie antes te ha hecho, me dijo susurrando. “Pon una pierna apoyada en la bañera y déjate llevar” y así lo hice. Él, delante de mí introdujo sus dedos en mi vagina y comenzó a moverlos enérgicamente en ella para adelante, para atrás, para adentro, para afuera hasta que desde la zona de mi vagina comencé a liberar líquido a chorros acompañado de un placer indescriptible… un orgasmo completamente diferente a los que estoy acostumbrada a disfrutar. Cuando dejé de gemir de placer, Juan me dijo señalando al charco que tenía delante de mi, en el suelo: “Ahí lo tienes, tu primer squirt”.

Buahhhh, eso me dejó loca, pero no había tiempo para parar ahí. Nos metimos en la ducha y nos frotamos con jabón mutuamente mientras nos besábamos. Salimos de la bañera, nos secamos y me llevó de la mano hacia la cama en la que me tumbó boca arriba en el centro… se puso sobre mi, abrí las piernas y me introdujo de nuevo su polla, yo estaba deseando volverla a sentir. Qué placer!! que buen ritmo!! agarraba su culo para que entrara toda dentro de mi porque notaba que iba a correrme de nuevo mientras él me preguntaba que si me gustaba su polla.. ufff, pues claro que me gusta!! me encanta!!! no pares!!! me llena entera!!! sigue así, más, más adentro… ahhhhh me corrí otra vez. Qué placer!!! Mis gemidos eran discretos, en un hotel y con alguien que no conozco mucho no suelo desmelenarme la primera vez completamente, así que no hice mucho alarde de ello.

Me dio la vuelta y me dijo que me pusiera a cuatro patas.. hmmm con lo que me gusta que me la metan así!!!! pues dicho y hecho… que bien entraba!!! agarró mis caderas y me dijo que me tocara mientras me follaba. “Tócate y córrete otra vez” , me dijo. El placer era súper intenso pero no me podía correr otra vez, lo estaba gozando y él también… el bombeo era perfecto, nuestros ritmos iban fenomenal… qué disfrute de momento!! y cuando creía que se iba a correr, me dijo que me la quería meter por el culo para correrse ahí. Me encanta también por el culo así que le dije que, claro, que me encantaría. Muy lubricada por mi flujo, puso la punta de su polla en la entrada de mi ano y muy despacio fue empujando hasta que entró toda dentro… yo seguía tocándome y al tercer o cuarto bombeo yo, me corrí de nuevo haciendo que los músculos de mi ano se contrajeran y haciendo que Juan llegara a su orgasmo dentro de mi culo.

Jadeantes, nos tumbamos en la cama mirando hacia el techo y nos quedamos dormidos.