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Toc toc

en Dominación

Toc toc

 

Imagina que llamo a la puerta de tu habitación.

Te descuadra porque no esperas a nadie.

Te pones una bata para abrir.

¿Quién es?, preguntas.

Vuelves a preguntar...

No hay respuesta.

De repente, empieza a girar el pomo de la puerta.

Pero si está cerrado, piensas.

Pones la mano contra la puerta

y comprendes que se va a abrir...

Recuerdas que tienes tu móvil encima de la cama,

pues te habías estado haciendo unas fotos.

¿Quién es?, gritas.

Te mueves para coger el teléfono, pero se abre la puerta...

Un hombre asoma su cabeza mientras ella retrocede instintivamente y se cierra más la bata. Él repara en que la cama está desordenada y sus ojos oscuros recorren la figura de ella, que solo lleva unas braguitas y medias negras bajo la bata. Tras el primer momento de estupor, ella lo reconoce y se relaja un poco: es el vecino. Recuerda que le dio una copia de sus llaves para que le pusiera comida al gato mientras ella estaba ausente durante el fin de semana.

—Perdona, no quería asustarte. No estabas en casa y me han dejado a mí este paquete —dice él, mostrándole un paquete de Amazon.

—Oh!! Grac... gracias —contesta ella, un poco nerviosa todavía.

—Pensé que tal vez era algo que necesitabas con urgencia...

—Bueno... Solo es un nuevo juguete.

—¿Un juguete?

—Ya sabes, un juguete erótico.

En ese instante ella piensa que tal vez ha sido un poco descarada, pero la verdad es que el vecino siempre le ha gustado...

 

Me pongo como un tomate.

Ves que te observo con deseo y no dejo de mirar la apertura de tu bata...

No quiero molestarte más.

Te das cuenta de que me fijo en tu móvil y veo la imagen de una captura tuya.

Me pongo más colorado aún.

Entonces aprovechas para decir:

Te gusta lo que ves??

Siento que la cara me arde.

Tengo cosas que hacer, digo sumisamente...

Te doy el paquete con nerviosismo y me voy.

Sonríes al ver cómo controlas a tu vecino.

Sigues jugando con tu nuevo juguete.

Un Hitachi.

No te importa hacer ruido,

¡que se joda el vecino! Te ríes.

 

3 am

 

Se abre la puerta...

Entro con ropa negra, una máscara y guantes de látex.

Duermes profundamente...

Abro un cajón tuyo.

Hago una pelota con una braga y me acerco a tu boca.

Sin esperar respuesta, la meto dentro.

En ese momento abres los ojos.

Pero sientes que mi rodilla presiona tu pecho.

Una cinta americana rodea tu boca y notas que doy tres vueltas enteras.

Pataleas y mueves los brazos.

Otra cinta cubre tus ojos y da tres vueltas por la cabeza.

Ahora ya eres mía.

Mientras él le cubre los ojos con la cinta americana, ella consigue clavar las uñas en la espalda de su agresor y brota un poco de sangre de las heridas.

—Ya veo que eres peleona, eso me gusta mucho más —susurra él junto a su oreja. A continuación, le da una bofetada con mucha fuerza.

Aunque queda aturdida por el golpe y siente arder la mejilla, ha reconocido la voz de su vecino. Está asustada, pero al mismo tiempo se siente excitada. Él ha aprovechado su aturdimiento y le ha atado los brazos al cabecero de la cama utilizando sus medias negras. Después de los brazos le ata las piernas, separándolas todo lo posible.

El hombre se quita la máscara y contempla las curvas de ese cuerpo que está a su merced. Se quita también los guantes de latex y acaricia una de las piernas de ella, ascendiendo lentamente hasta perderse bajo el fino camisón que la cubre. Alcanza el pubis e introduce con brusquedad dos dedos en la vagina. Una sonrisa se dibuja en su rostro al sentir la humedad.

—Voy a hacer que te corras todas las veces que yo quiera, puta.

Ella no puede evitar excitarse más al oír esas palabras. De hecho, mueve un poco la pelvis para que los dedos del vecino la penetren más profundamente.

Ummm eres mía.

Te das cuenta de que me levanto de la cama.

Escuchas unos pasos y salgo de la habitación.

En el momento en el que se cierra la puerta

intentas aflojar las ataduras...

Que cedan las medias, por dios, piensas.

Empiezas a tener más movilidad en los brazos

y de repente escuchas la puerta.

¿Pero qué haces?

Resuena una sonora bofetada.

¡Estate quieta!

Notas mi mano que recorre tu cuerpo.

Y... suena un chasquido.

Ummm huele a azufre.

¿Un fósforo?

El hombre agarra el camisón, tira de él y la prenda se rasga de arriba abajo. El cuerpo de ella se revuelve sobre las sábanas y unos gemidos suenan apagados tras la improvisada mordaza.

De repente, ella siente que algo caliente gotea sobre uno de sus pechos. Arquea la espalda y tira una vez más de las ataduras mientras siente el calor de la cera sobre su piel. Caen más gotas y resbalan sobre el pezón, que con la mezcla de dolor y excitación se pone erecto.

-Sabía que te gustaría, zorra -dice él, dejando caer gotas de cera sobre el otro pezón.

A continuación, coge algo que había dejado sobre la mesita de noche: unas pinzas. Aprisiona con ellas cada uno de los pezones y los retuerce sin piedad mientras escucha con satisfacción los gemidos de la chica.

Busca en los cajones de la mesita de noche y encuentra el vibrador. Lo pone a la máxima potencia y lo introduce con una sola embestida entre las piernas de la chica. Ella gime con desesperación y se siente humillada, pero cada vez más excitada.

Deja el vibrador en su interior, llenándola por completo, y sigue salpicando su piel con gotas de cera. Resbalan sobre su vientre y finalmente queman la suave piel del pubis. En ese momento ella siente que un orgasmo estalla en su interior y se arquea y sacude ferozmente. Él empuja aún más el vibrador y sus dedos se mojan con los pegajosos fluidos que descienden por la vagina.

-Me encanta que te corras para mí, puta.

Ummm... Ahora me quiero correr yo.

Quito con suavidad las pinzas de los pezones,

gimes y gritas.

Me acerco a tu oído y te digo:

Voy a quitarte la venda y la mordaza.

No grites, ¿entendido?

Asientes con la cabeza.

Primero te quito la venda de la cabeza y me miras con rabia.

Te doy una bofetada.

¡¡No me mires a los ojos!!

Eres una zorra y las zorras no miran a los ojos de sus dueños.

Asientes con la cabeza.

Después te quito la mordaza de la boca.

Usaré estas bragas para limpiar tu coño, te digo.

Babeas...

Entonces preguntas:

¿Por qué a mí?

Porque eres una viciosa y te has comportado como tal.

Me coloco encima de ti.

Desato primero tu brazo derecho y después el izquierdo.

Ahora júntalos, ¡vamos!

Con las medias los ato de nuevo.

Me miras con ira

Desato tus piernas y repito la operación, las ato unidas.

Cojo mi cinturón y rodeo tu cuello.

Ahora vas a ser una buena zorra

y vas a hacer la mejor mamada de tu vida, ordeno.

Me acuesto a tu lado.

Tiro del cinturón y llevo tu cabeza a mi entrepierna.

Ante mis ojos se yergue majestuosa la polla de mi vecino. Había imaginado muchas veces cómo la tendría y la realidad no me ha decepcionado. Abro la boca mientras él tira del cinturón para que me acerque más. Saco la lengua y recorro la polla de arriba abajo. Desciendo y meto uno de los huevos en la boca, luego meto el otro. La saliva se me escapa por la comisura de los labios mientras los chupo.

-Mete toda la polla en esa boca de puta, perra.

Obedezco. Empiezo a comerme esa polla, pero es enorme. La punta me llega hasta la garganta y me produce arcadas. Él me sujeta la cabeza para que no la aparte y me folla la boca sin piedad mientras me caen hilos de babas y lagrimones.

-Traga toda la leche de tu Amo, puta -ordena.

Suelta un sonoro gemido y se corre en el interior de mi boca. Yo me apresuro a tragar toda su leche caliente, como me ha ordenado.

-Ahora límpiame bien la polla. La quiero reluciente.

-De acuerdo.

-Esa no es forma de contestar a tu Amo!! -grita, tirando de la correa y lastimándome el cuello.

-Perdón, mi Amo. Ahora lo hago, Señor.

Me esmero en recorrer toda la polla con la lengua y dejarla bien limpia.

A partir de ahora serás mi putita personal, ¿entendido?

Mientras te hablo meto mis dedos en tu coño.

Voy a venir todas las noches y me follaré tu coño y tu boca...

Además, sé que eres muy putita y tienes ciertas necesidades que te daré con sumo gusto.

Acelero el ritmo...

Empiezas a gemir y piensas en qué será de ti.

Como cambies la cerradura o digas algo a alguien

enviaré el vídeo que voy a grabar a todos tus amigos y familiares.

Acelero más el ritmo y gritas:

¡No, por favor! Haré lo que quieras.

Estás muy cachonda y te corres.

Ummm muy bien.

Ves cómo me levanto y saco de tu cajón unas bragas limpias que paso por tu coño. Luego las acerco a tu boca.

Ábrela, te digo.

Lo haces y después te amordazo y sujeto bien las ataduras

uniendo los pies con las manos.

Me dirijo a tu escritorio y cojo tu portátil.

Ves como meto un disco y empiezo a teclear...

Mi Amo se acerca a la cama mientras el portátil graba la escena. Me siento muy indefensa en la postura en la que me ha atado, con las piernas levantadas y los tobillos atados junto a las manos. Sin embargo, no puedo evitar fijarme en su polla, que está erecta de nuevo.

Se pone de rodillas sobre la cama y, sin perder un segundo, penetra mi coño empapado. Su polla es más gruesa que el vibrador y siento que me llena hasta el fondo. Me sujeta las caderas y aumenta el ritmo. Empiezo a gemir bastante alto, a pesar de la mordaza, e incluso se me escapa un reguero de saliva. Me corro otra vez.

Él saca la polla, empapada de mis fluidos, y empieza a presionar la entrada de mi ano. Intento resistirme, pues sé que ese pollón me destrozará el culo, pero me da una fuerte bofetada y sigue empujando. El ano empieza a abrirse. Se moja dos dedos con mis fluidos y consigue metérmelos en el culo. Con la otra mano me estimula el clítoris y comienzo a gemir de nuevo.

De repente, saca los dedos y mete la cabeza de la polla. Siento que el culo me arde mientras se abre paso en él, pero no deja de torturarme el clítoris y sé que pronto volveré a correrme.

-Voy a llenarte el culo de leche porque también me pertenece, zorra.

Empuja con fuerza en mi interior y su polla llena mis entrañas. Jadeo descontroladamente mientras incrementa el ritmo de mete-saca y mi clítoris explota en un nuevo orgasmo. Al mismo tiempo, percibo sus espasmos y él se corre dentro de mi culo.

 

Te desato.

A partir de ahora serás mía.

Sí, mi Amo, dices.

Te doy dos bofetadas para que sepas quién manda. Luego te digo:

Ven a dormir a mi lado.

Lo primero que harás por las mañanas será hacerme una paja

y obedecer todas mis órdenes...