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Intercambio de parejas

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Soy Elena, tengo 35 años, mido un metro con setenta centímetros de estatura, soy rubia, con un cuerpo como para ser la envidia de muchas actrices, me encanta salir de fiesta, beber y follar.

Mi marido de 42 años de edad, está de muy buen ver físicamente y trabaja en la oficina de una empresa dedicada al transporte, es jefe de departamento.

Hace tiempo que estoy con la mosca detrás de la oreja pensando en que José, mi marido está liado con una de las administrativas que trabaja en su oficina. A veces llega a deshoras y oliendo a perfume de mujer. En una ocasión coincidimos en un centro comercial con su marido y nos presentó, sentándonos en uno de los bares a tomar café. Me pareció una pareja muy divertida, así es que les propuse venir una noche a cenar a casa.

Tanto a José como a mí, nos gustan los juegos eróticos y esta podía ser una ocasión de compartir parejas si a ellos les gustara. Luis y Ana tenían nuestra edad y físicamente también estaban bien provistos, Ana rubia y de exuberantes pechos y Luis atlético de gimnasio, o al menos eso era lo que deduje por la silueta que marcaba su chaqueta.

Llegado el día preparé una cena ligera y compré varias botellas de cava que puse a enfriar.

Llegaron los invitados y pusimos música de fondo, mientras los hombres hacían los preparativos y sacaban la cena, nosotras charlábamos sobre ropa interior, ya sabes cosas de mujeres. Traté de desviar la conversación al erótico, como me gustaba que me lo hiciera José, lo que yo le hacía a él y le comenté que en alguna ocasión para darle el gusto estuvimos con otras parejas y tríos, en definitiva la dejé claro que si a ellos les gustaba el tema, podríamos hacer una pequeña orgía  esta noche después de cenar.

No me pareció que le entusiasmara el tema ni se insinuó sobre el asunto pero tampoco dijo que no le gustara o que no lo hubiesen hecho en alguna ocasión.

Estábamos sentadas una junto a la otra en el sofá, nuestras rodillas se juntaban desnudas debido a que las dos llevábamos minifaldas puestas y las piernas quedaban a la vista. Le indiqué a Ana que se descalzara si le presionaban los zapatos, lo que es normal en nosotras; por querer lucir más de lo que tenemos a veces nos perjudicamos y terminamos rotas al final del día a causa de esos zapatos de tacón, que estilizan nuestras piernas haciéndolas muy bonitas pero nos cansan demasiado.

Aceptó descalzarse, lo que interpreté como que se encontraba cómoda y estaría dispuesta a quitarse algo más con los efectos del cava después de la cena.

Ana lucía un polo descaradamente escotado de color azul celeste con tres botones adornando, en su lado izquierdo, sin ojales donde meterlos, falda corta de color negro y un sujetador que realzaba los senos que de por sí, eran bastante grandes, la canal de sus pechos era provocativa para cualquier hombre que se preciara de tener buen gusto. Rubia, de media melena pelo liso muy bonito, con un corte peculiar por capas que la hacía muy atractiva, nariz chata, labios carnosos y brillantes que de vez en cuando humedecía con la punta de su lengua de color rosa claro, sus ojos azules como el polo que llevaba puesto y pestañas retocadas con cejas cortas y estilizadas, cuello delgado en el que se marcaban los tendones y piel muy clara, piernas bien nutridas y depiladas, se veía que al tacto debían ser suaves, en definitiva una preciosa mujer a la que lógicamente la gustaría follar.

Bien, la cena estaba servida, le toque el muslo a Ana diciéndole

- vamos que se nos enfría la comida –

- sí, claro vamos – añadió

Nos sentamos en la mesa de forma que nosotras estábamos frente a frente y ellos de igual manera.

La conversación fue amena y las botellas de cava se vaciaban rápidamente, al final de la cena habríamos tomado unas ocho botellas por lo que estábamos bastante ebrios y acalorados.

Entre todos recogimos la vajilla de la mesa y la limpiamos para pasar al salón a tomar unas copas.

Entonces para sorpresa nuestra, Luis quitándose la corbata y desabrochándose la camisa a la vez que se descalzaba, preguntó:

- ¿habéis jugado alguna vez al juego de la botella? –

Claro todos conocíamos el famoso juego, en el que haces girar la botella sobre si misma encima de la mesa y al que apunte la boquilla una vez que se para, elige lo que debe hacer uno de los jugadores, sin poder negarse este a su petición. Si aceptas jugar debes aceptar que todo vale y no puedes negarte a las peticiones de los jugadores.

- Si, a mí me gustaría jugar – dije sentándome en la mesa de nuevo

A continuación se sentaron Luis y Ana. José fue a buscar la botella de cava con la que marcaríamos el juego.

Comenzamos a jugar haciendo Ana la primera tirada, rodó la botella para finalizar apuntando hacia mi

- Luis que se quite la camisa – pedí en mi turno, pues estaba deseosa de ver esos atléticos pectorales.

Luis se quitó la camisa y la verdad, quedé impresionada, musculosos y grandes pectorales junto con sus bíceps, de gran tamaño y de aparente dureza.

Era mi turno de hacer girar la botella, le di con fuerza y se paró señalando a José, mi marido.

Este pidió que me dejara las tetas al descubierto.

Rodó de nuevo y Luis pidió que se desnudara su mujer.

Ana pidió que me quitase la falda

Yo pedía a José quitarse los pantalones

José me dejó en pelotas

Yo desnudé a José

José desnudó a Luis y Luis pidió que Ana se fuese a uno de los rincones del salón y permaneciera allí mirando hasta que otro jugador se lo ordenara.

Ana me hizo vendar los ojos para que no pudiera ver nada y Luis me hizo tumbar encima de la mesa boca arriba.

A partir de aquí cada uno pedía una cosa mientras Ana miraba y yo no veía nada, en un momento de silencio solamente sentía el aliento jadeante de un hombre en mi cuello, después me rozaron con los labios en mi boca humedeciéndolos con una delicada lengua que me acariciaba de un lado a otro, ya no jugaban a la botella, ahora era el momento de jugar conmigo.

Ana seguía de pie en su rincón, callada. Yo estaba pendiente de la siguiente sensación, ajena a lo que podrían hacer conmigo.

Me estremecí cuando una voz me susurró al oído

- Te voy a partir el culo en dos –

Me gustó que me dijera eso. Noté como dos manos abrían mis piernas, dejando la vagina depilada indefensa ante cualquier ataque sexual. Una lengua recorrió mi vagina muy lentamente rozándome los labios casi sin tocarlos. Un beso en la boca que bajó por mi mejilla lengüeteando por mi cuello hasta mis pechos. Todo eran roces, sensaciones sensuales desconociendo cual sería la próxima ni donde atacarían.

Uno de los dos se subió encima de la mesa en posición del 69 me agarró de las nalgas, abriéndome la vagina, esta comenzó a segregar fluidos que se mezclaban con la saliva de la lengua que me estaba comiendo el coño, restregándola a todo lo largo de la raja mediana que forman los dos sobrecargados labios vaginales, La sensación de placer es inenarrable, no encuentro palabras para describir como sin saber lo que me van a hacer me encuentro esa calurosa lengua lamiéndome el coño, me sobrecojo ante tal comida de almeja, no lo esperaba y por la posición en la que deduzco que está muevo mi cabeza de un lado a otro buscando una polla que debo tener muy cerca pero no doy con ella, quiero cogerla y metérmela en la boca.

Noto que el otro hombre con la mano coge la polla del primero y me pasea el capullo por mis labios, con ansiedad trato de comérmelo y rápidamente lo aparta de mí, impidiéndolo. Oigo de nuevo un susurro en mi oído:

- despacio, solamente saca la lengua y déjate hacer –

Obedecí la orden mientras quien estaba encima de mí, seguía comiéndome el coño cada vez más rápido, necesitaba comerme una polla o que me taparan la boca con algo rico de lamer. Entonces la misma mano del otro hombre me ofreció el capullo duro y gordo de la polla para que lo lamiera con mi lengua. Me lo paseaba a lo largo de mi lengua al tiempo que me ordenaba que lo lamiera solamente.

Con la punta de mi lengua lamía ese glande que hacía que se pusiera la polla dura como el acero, esto para mi estaba siendo un sufrimiento tremendo, me había cogido las manos y me las sujetaba por detrás de mi cabeza juntas con su otra mano para que no pudiera defenderme ni hacer nada que no me ordenaran. La punta de la lengua del macho que tenía encima comenzó a tocar mi punto “G” lo que hizo que soltara un gemido detrás de otro, me lo hacía de tal forma que comencé a llorar de impotencia, no podía hacer nada y estaba deseosa de comerme aquella enorme polla a la que estaba lamiendo el capullo, esto no era suficiente, deseaba comérmela y tragármela y que se corriera en mi boca.

- Por favor, fóllame, fóllame, cabrón, seas quien seas, fóllame -

La mano que sostenía la polla sobre mi lengua comenzó a pajearsela encima de mi boca, yo seguía lamiendo y con mi desesperación por comerme esa polla, en un movimiento rápido conseguí cogerla entre mis labios y comérmela, lamiéndola desde el interior de mi boca, me llenaba la boca por completo, que placer joder. El tipo que la sujetaba inmediatamente sacó esa enorme polla de mi boca y recibí una hostia en mi mejilla, al momento seguidamente recibí otra Hostia en la otra mejilla.

- solamente saca la lengua, o no te dejo hacer ni eso –

Joder esto no lo esperaba, que hijo de puta pero me gustó

- ¡¡¡ Cómeme el coño ¡¡¡ cómeme el coño, cabrón – dije gritando a la vez que lloraba de desesperación.

Ana presenciaba todo desde su rincón, desnuda, se acariciaba el clítoris disfrutando mientras a mí me puteaban. Había puesto una de sus piernas encima de una silla y con una mano se frotaba el clítoris pajeandoselo y con la otra se subía uno de los pechos lamiéndose el pezón. Su coño estaba humedecido por los fluidos que desde hacía un rato segregaba su vagina. Ella si podía consolarse, mientras yo sufría con esa tremenda comida de coño en la que subía y bajaba esa caliente lengua por toda la raja y al finalizar con la punta restregaba mi clítoris haciéndome gritar.

La mano volvió a menear la enorme polla delante de mi cara, abrió mi boca metiéndome dos dedos y pasándolos humedecidos por mis labios, entonces metió toda esa enorme polla en mi boca, la meneaba fuertemente para que se corriera, Ana se estaba corriendo de gusto queriendo ser ella quien la tuviera en su boca, se corrió, tuvo su primer orgasmo en ese momento Ana, viendo como me comía esa polla, ahora le ordenaron acercarse a mí y poner su boca junto a la mía, sacó su lengua y jugueteaba  con esa tremenda polla que yo no soltaba por nada del mundo hasta que se corrió en mi boca, sentía los chorros de semen chocar contra mi paladar y bajar por mi garganta, entonces Ana me abrió la boca y metió su lengua dentro de ella todo lo que pudo, lamiendo desde dentro de mi boca ese tremendo capullo que le llenó la cara de semen mientras lo lamiamos juntas. En ese momento llegué al orgasmo, me corrí en la boca de Luis que era el que durante todo este tiempo me había estado comiendo el coño espléndidamente sin interrupciones a todo o largo y ancho que es. Nos corrimos juntos, yo gritaba como podía, a pesar de que Ana con su boca sofocaba mis gritos revueltos con llantos del placer que Luis fue capaz de proporcionarme.

José, mi marido dio la vuelta a la mesa, tiró de mis piernas y colocó su enorme polla en mi almeja, apretó y la metió hasta dentro, entró sola, sin esfuerzo debido a que estaba empapada de los líquidos vaginales de mi primer orgasmo, comenzó a penetrarme enloquecido por los orgasmos que habíamos tenido los tres y el no. Me follaba de manera bestial, sudaba y yo sentía que me estaba destrozando el coño a pollazos,  mientras Ana y yo jugábamos en nuestras bocas con el semen derramado por Luis, comiéndonos y besándonos, restregándonoslo por nuestras mejillas. Ana estaba de pie apoyada en la mesa por detrás de mi cabeza por lo que nuestras caras estaban contra puestas, Luis bajó de la mesa dio la vuelta la abrió de piernas, lubricó su culo con la saliva que escupió dentro y lo masajeó con dos de sus dedos, después le metió la polla en su agujero anal, penetrándola desesperadamente, follándola el culo apasionadamente,  brutalmente, ahora era Ana la que gemía, gritaba y lloraba de placer mientras nos comíamos las bocas a golpes de polla. Ana sentía que la estaba rompiendo, notaba dentro esa dura polla que abría sus nalgas cada vez que penetraba su culo, la oía decir con voz sofocada por mi boca

- Fóllame cabrón, rómpeme, haz de mi lo que quieras pero no pares, fóllame el culo, si… si… si… sigue cabrón, así… así… así… - y después comenzó a llorar porque sentía el desgarro anal que Luis le proporcionaba.

A todo esto seguíamos lamiéndonos el semen restregándolo por nuestras bocas y mejillas, con las lenguas fuera, desesperadas nos comíamos la una a la otra.

José sacó su polla de mi vagina cuando notó que me había venido mi segundo orgasmo y tanteó el agujero de mi culo mientras lo lubricaba con la punta de la polla cubierta por los fluidos de mi orgasmo, para después apretar con todas sus fuerzas, penetrándolo  hasta que lo pararon sus testículos que se quedaban en la entrada de mi abierto y desgarrado ojete.

Sentía esa enorme polla más dura de lo que estaba normalmente, dentro de mí, agarré la cabeza de Ana y la apreté con todas mis fuerzas contra mi boca, le metí la lengua hasta la garganta y ella a mí la suya, no podíamos soportar tanto dolor, tanto sufrimiento, nos estaban desgarrando los culos estos dos cabrones. José seguía sin parar se había vuelto loco y yo estaba enloqueciendo con sus penetraciones, deseaba que el momento durase toda la vida, entraba y salía su dura verga en mi culo resbalando sin impedimento alguno, sintiendo como se había hecho conmigo y me dominaba por completo teniéndome empalada en esa polla enorme y dura.

Ana me agarró los pechos apretándolos fuertemente y restregándome uno contra el otro en movimientos circulares, esto me hacía enloquecer aún más, era insoportable, Ana y yo sudábamos y ahogábamos nuestros llantos con nuestras bocas, jadeábamos, las lágrimas saltaban en nuestros ojos, el sudor invadía nuestros cuerpos, gozábamos como jamás habíamos pensado que se podía disfrutar, estábamos enloquecidas y estos dos sementales no paraban de romper nuestros preciosos culitos.

Ana se corrió de nuevo, entonces Luis sacó su polla del culo de Ana y poniéndose de rodillas le comía todo el coño con vaivenes a lo largo de su vagina, restregándose la cara con esos fluidos orgásmicos que salían de esa preciosa chirla, depilada.

El olor característico de la vagina, volvía loco a Luis que desenfrenada y enloquecidamente no dejaba de apretar su boca contra la vagina de Ana, lamiendo y tragando a la vez que movía su cabeza y abría las nalgas de Ana agrandando esa descomunal vagina para tener más espacio donde meterse. Subía con su lengua hasta meterla en el agujero abierto que había dejado su verga al salir de ese encantador culito.

Luis, mientras relamía el coño de Ana se estaba haciendo una paja y cuando no aguantó más, se levantó y tirando del pelo de Ana separó nuestras bocas para meter entre ellas esa enorme polla soltando bestiales chorreones de ardiente semen en nuestras bocas, que rebosaban y caían por mis mejillas hasta la mesa. Las dos chupábamos esa polla y nos comíamos las lenguas en un juego lésbico espectacular. No soy capaz de narrar la satisfacción, la sensación de saciedad cuando jugamos de esta forma y a la vez me están rompiendo el culo de forma bestial. No se describirlo es inhumano, es cosa de diosas, estoy en el cielo con dolor, satisfacción, es superior a mis fuerzas, voy a desfallecer…

Y entonces llegó mi orgasmo, me corrí caudalosamente, sentía espasmos en mis piernas, José siguió penetrando hasta que sacó la polla de mi culo y se comió mi coño, metiendo la ardiente lengua en mi agujero vaginal y relamiendo sus jugos que chorreaban por mi ano hasta descansar encima de la mesa. José se la estaba cascando mientras me lo comía y cuando lo dejó seco, se levantó y al igual que Luis se unió a la fiesta del semen y soltó en nuestras caras y bocas esos calientes y espesos chorros de semen que hicieron nuestras delicias.

No podíamos aguantar más, Ana cayó encima de mi sin fuerzas, mis brazos cedieron a la flaqueza y solté su cabeza que tenía apretada hasta ahora sin soltarla, aferrándome a ella mientras José me daba por el culo, Luis se sentó en el sofá como pudo a medio tumbar entre el suelo y los cojines y José cayó al suelo como un conejo al flaquearle las piernas, quedándose ahí tumbado durante un buen rato…

En verdad que disfrutamos mucho de este intercambio de parejas que ninguno esperábamos que hubiese sido tan satisfactorio.

A media noche se marcharon a su casa y pasado el tiempo me contó Ana que Luis en casa le volvió a echar otro polvo pensando en mí, dice que mientras se la follaba repetía mi nombre constantemente…

Bueno ha sido un relato que espero que te haya gustado y lo recomiendes, después de hacer un comentario sobre lo que te ha parecido, sería de agradecer el que se comparta para que tod@s disfrutemos de este atractivo relato.