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Tremenda orgia con madre, hija y Abdul el negro

en Orgías

Un día de verano en una playa cualquiera del caribe paseando por la orilla me encontré con una conocida que hacía muchos años que no veía, al vernos en tan lejano lugar nos alegramos de habernos encontrado. Ella a estas alturas con sus 44 años de edad se había casado y tenía una hija de 20 años con la que estaba pasando unos días de vacaciones.

En la playa estaba ella sola, su hija se había quedado en casa y su marido se había quedado en Madrid por motivos de trabajo. Me estuvo explicando su recorrido por este mundo desde que se casó y se cambió de domicilio. No era nada fuera de lo normal, le había sido fiel siempre al marido y teóricamente vivía feliz salvando los problemillas que todos tenemos.

Le invité a tomar una cerveza en el chiringuito con techo de paja que había junto a nosotros en vez de seguir de pie contándonos nuestra vida, a lo que aceptó de buen grado pues las vacaciones le estaban resultando aburridas ya que no conocía a nadie en el caribe.

Después de algunas cervezas y entre cuentos de penas y alegrías, cuando la conversación era fluida pero se estaba haciendo tarde porque tenía que hacer la comida para las dos en casa nos despedimos, no sin antes haberme invitado a tomar café una tarde en su casa, lo que acepté de buen grado ya que también estaba solo en aquel paraíso tropical. No habíamos quedado en ningún día en concreto, simplemente me indicó donde estaba el chalet en el que se había quedado estas vacaciones y comentamos que ya nos veríamos en esos días en la playa.

Estaba contento de este encuentro y desde mi posición que había pedido otra cerveza vi como recogía sus cosas de la playa y se alejaba entre la multitud de sombrillas y bañistas.

Estaba contento porque si todo cuadraba bien era una oportunidad de tener una aventura con ella que además estaba de muy buen ver a pesar de su edad y con el morbo de ser una mujer casada. No es que allí no hubiera ocasión de llevarte a una guarra a la cama cuando quisieras pero no es lo mismo prefiero una guapa conocida que cien guarras de aquellas por poco precio.

Dos días después de este encuentro volvimos a coincidir en otra parte de la misma playa, lo que nos alegró y nos bañamos juntos. Esta mujer estaba buenísima, creo que el primer dia no la miré bien, tenía unas piernas largas y bonitas, unas nalgas en su sitio y unos senos que aunque un poco caídos lucían perfectamente bien escondidos en el bikini, haciendo un canalillo perfecto en el centro al ser apretados por el elástico del sujetador del bañador, además era guapa y simpática, no entiendo que el marido se fie de dejarla sola pues debe tener muchos novios detrás de ella con las características corporales que he descrito.

Me dijo que cuando iba a pasar por su casa para charlar tomando café y presentarme a su hija, contesté que tenía pequeños compromisos, haciéndome el interesante, para no dar la sensación de que estaba deseando ir a su casa, pero ante la insistencia le dije que seguramente esta misma tarde pasaría por allí si no me surgía algún imprevisto.

Esa tarde, pensé que sería precipitado y daría la sensación de impaciencia por mi parte por lo que dejé pasar el día y me presenté a la tarde siguiente en su chalet. Llamé al timbre y al momento salió a recibirme descalza y con una bata de raso por encima como si estuviera en la piscina pues se dejaba entrever el sujetador de un bañador. Me hizo pasar y me dijo que su hija no estaba en casa, había salido con unas amigas y volvería un poco más tarde, ya serían sobre las ocho de la tarde.

Me ofreció sentarme en uno de los sillones del salón mientras ella preparaba café para tomar juntos.

Sacó unas pastas para acompañarlo y se sentó en el apoyabrazos del sillón junto a mí. Comenzamos a charlar después de haber puesto música romántica en el equipo. La tarde estaba cayendo y la luz que entraba por la cristalera era tenue lo que hacía muy agradable el atardecer.

Con el café caliente comenzó a notarse la temperatura más elevada por lo que Sara, que era su nombre, se abrió la bata dejando ver sus pechos con el bikini puesto.

Me explicó que no esperaba mi visita y había quedado con un negro de los que van vendiendo bikinis y trapos por la playa para que le llevara algunos donde elegir uno nuevo y vendría en cualquier momento pero que no me preocupara porque no estaría mucho tiempo con él.

Al ver sus provocativos pechos me quedé mirándolos descaradamente a lo que me preguntó:

- te gustan, son grandes verdad – al tiempo que apoyaba su mano en mi hombro

- por supuesto, es muy agradable poder mirarlos y más agradable sería poder tocarlos –

- adelante – dijo

No me hice esperar metí la nariz en el canalillo restregué mi cara entre esas dos tetas maravillosas, a la vez que puse mi mano en su entrepierna.

Ella me abrazó la cabeza para que no dejara de moverme entre sus pechos y abrió las piernas, facilitando que mi mano entrara hasta su pubis.

Estaba deseosa de tener un hombre a su lado que le diera su merecido, los días alejada de su marido y el ambiente caribeño, le habían abierto el apetito sexual convirtiéndose en una fiera.

Con mis dedos le desabroché el sujetador del bikini dejando caer esas voluminosas tetas con duros pezones bien puestos en sus morenas aureolas. Grandes pezones salidos y duros que comencé a lamer y mordisquear agarrando con las manos sus pechos con movimientos circulares apretándolos entre ellos. Mi lengua recorría ese par de tremendas tetas.

Se vino a sentar en mis piernas una vez que se hubo quitado la bata. Ahora era más fácil comerme aquellos pechos y al mismo tiempo meter una de mis manos en la entrepierna dejando a un lado la braguita del bikini para abrir sus humedecidos labios vaginales y acariciar su rajita empapada de fluidos todo lo larga que era.

Al poco rato la bajé de mis piernas, me levanté y me quité el pantalón quedándome desnudo.

Estando los dos de pie y agarrándola por la cintura comencé a lamer y mordisquear los ricos pezones hundiendo después mi cara entre los dos hermosos pechos, apretándola contra mi fuertemente. Que bien huele esta mujer, que suavidad de piel, bajo mis manos hacia sus nalgas y la sigo apretando contra mí abriéndole las cachas para acariciar con uno de mis dedos la entrada del orificio anal. Ella se dejaba hacer, subo mi boca hasta su cuello jugueteando con mi lengua y labios llegando a sus lóbulos para susurrarle cariñosas palabras al oído que la hacen estremecer.

Ella hecha la cabeza hacia atrás dejando caer su larga melena morena quedando a la vista unas bellas facciones que enamoran al verlas. De labios carnosos y sensuales que atraen mi atención, yo pongo los míos sobre ellos entreabriéndolos con la punta de mi lengua, dejando un delicado sabor  en mi boca, el fresco aroma del champú con el que lava su cabello es excepcional. Todo este enjambre de sensaciones me está poniendo muy caliente, solamente quiero apretarla contra mí para saborearla.

Ella no dice nada, se deja hacer, coge con su mano mi enorme polla que a estas alturas está dura como el acero y comienza a masajearla sacando y metiendo el capullo de su vaina abriéndose sus empapados labios vaginales para restregársela a lo largo de su raja, rozándose el clítoris en cada subida.

Su coño estaba afeitado, la mano ardía, de labios excepcionalmente suaves que percibía en cada vaivén que hacía con mi polla durante el recorrido y su regreso, jadeábamos al unísono, estábamos demasiado excitados como para seguir de pie con nuestros juegos por lo que la cogí en brazos, no pesaba mucho, era como una muñeca de un metro y sesenta y cinco centímetros. Teniéndola en brazos la seguía besando, no quería desperdiciar un solo instante de esta maravillosa mujer, con mi enorme polla le rozaba las nalgas mientras la depositaba en el sofá.

La tumbo poniendo su cabeza encima de un leve apoyabrazos que hace las veces de pequeña almohada, tendida boca arriba a todo lo largo del sofá. Yo en pie detrás de ella golpeo su boca y mejillas con mi polla que pasa a lo largo de su cabeza, ella la coge con su mano y se la introduce en la boca dándole chupetones al capullo y golpeándose los labios. Desde mi posición veo a través de esos tremendos pechos como se acaricia el clítoris con la otra mano, la dejo hacer durante un rato hasta que comiéndose mi polla se retorcía al son de cada espasmo al tiempo que pronunciaba alaridos ahogados por mi verga en su boca cuando le llegó el primer orgasmo.

Ahora le quito la polla de la boca, mientras se está corriendo, me agacho,  la beso fuertemente en la boca no dejándola respirar mientras aprieto sus duros senos con mis manos uno contra el otro y los masajeo con movimientos circulares hasta que termina sin fuerzas dejándose caer.

Me arrodillo en el suelo y beso todo su cuerpo desde la boca bajando mi lengua por la barbilla, cuello, pechos, hasta el ombligo, para después llegar al pubis y muy despacio a su vagina que está empapada por este bestial orgasmo. Con mi lengua abro esos deliciosos, suaves y carnosos labios para después de lamer repetidamente la raja formada entre los labios  hasta que dejo seca de jugos toda la vagina para seguidamente introducir mi lengua en el clítoris.

En este preciso momento suena el timbre de la puerta.

Se levanta del sofá se pone el bikini y la bata encima al tiempo que dice en voz alta:

 –ya voy, un momento por favor –

Seguramente sea el negro de los trapitos y como sea quien sea, no veía correcto que me viera en esta situación me escondí con mi ropa en un vestidor que era una habitación con las puertas de lamas al fondo del salón junto al pasillo que da acceso a las habitaciones y el baño.

Efectivamente abrió la puerta de la calle y allí estaba un negro de casi dos metros con un pantalón corto elástico marcando paquete y una camiseta de tirantes al más puro estilo de un atleta.

- Hola señora, traigo bikinis para ti –

- Buenas noches, bien pasa al salón y vamos a ver que traes –

Yo a través de las lamas de la puerta veía como venían hacia el salón, el negro depositó la bolsa que traía encima de la mesa baja del salón, abrió la cremallera y comenzó a sacar diferentes pareos y bikinis para mostrar a Sara.

Mientras ella se fue al cuarto de aseo y salió oliendo a perfume después de ducharse y con la bata puesta.

Cogió y miró algunos modelos entre los que se encontraba algún pareo que otro. Se decidió por un bikini e hizo el ademán de salir del salón para probárselo cuando el negro dijo:

- Tu probar aquí, yo ayudo a ti –

- No, no puede ser, ahora vuelvo – intentando volverse para salir del salón camino a la habitación.

- No, tú pruebas delante de mí y yo ayudo a elegir –

- Mira no puede ser, ahora vuelvo –

Este negro no venía a vender bikinis, sus pretensiones eran las de follarse a la señora.

- Negro ser bueno y no pasarme con tu –

- Ya veo que negro está muy bueno – dijo Sara dirigiendo la mirada a su pecho y bajándola lentamente hasta las piernas.

- Negro fuerte, negro hacer favor a ti si tú dices, negro polla gorda y bueno en cama, hacer feliz mujeres con polla y juegos –

- Bueno, vas muy deprisa ¿no te parece? -

- Yo ayudar a ti – dice el cabrón poniéndole las manos sobre los hombros para abrir la bata dejándola caer resbalando por los brazos hasta el suelo.

Sara, quedó desnuda delante del negro, que cuerpazo tiene esta mujer. Al negro se le salían los ojos de las orbitas, parecían pelotas de ping pon, la miraba como si no fuera verdad lo que estaba viendo.

- Siento señora, pienso que lleva bikini debajo bata –

- No lo sientas cabrón, ahora debes terminar lo que has empezado, demuéstrame lo bueno que eres –

Al negro se le había puesto la polla morcillona, no necesariamente dura, se le notaba grande el paquete que llevaba debajo del pantalón, cogió a Sara, la puso en el sillón tumbada con las nalgas apoyadas en el apoyabrazos y agarró dos cojines para subirla un poco más dejando el coño a una buena altura en la que pudiera hacerle lo que estuviera pensando.

Yo caliente como me había dejado y viendo el desarrollo de los acontecimientos, me sentía como un cornudo. Le he calentado a la putita y se la he dejado a punto a este mandingo  para ahora llegue él con esa tremenda polla que se deja notar y se la cepille a gusto y mientras, ¿yo que puedo hacer? De momento seguir mirando, vamos a ver qué pasa.

Una vez colocada en la posición que se le antojó a este cabrón, se sacó los tirantes por los brazos y se bajó el pantalón dejando caer un descomunal paquete con una tremenda polla aún morcillona cuando yo solamente de ver la escena se me ha puesto dura como una rama de pino.

Acto seguido se dirigió hacia la cara de Sara metiéndole esa tremenda verga en la boca, que no le cabía por supuesto, solamente entro una tercera parte. Ella agarró el resto con las dos manos y comenzó a lamer como si fuera un gran chupa chups.

El moreno a su vez le acariciaba los pechos y pellizcaba los pezones.

Ese pedazo de polla no se ponía dura ni aposta. Después de un rato de comida de polla con la que se notaba que estaba disfrutando Sara, el negro se la sacó de la boca muy a pesar suyo que se aferraba a esa tranca como si en ello le fuese la vida.

Se dirigió Abdul que así se llama el vendedor al apoyabrazos del sillón donde había levantado a una altura considerable las nalgas de Sara y cogiéndola con sus enormes manos por las cachas la levantó aún más, de forma que mientras le comía el coño, Sara podía ver como lo hacía pues estaba doblada sobre si misma con el coño casi rozando su cara. Sara sacaba su lengua intentando llegar a comerse su propio coño al mismo tiempo que se lo estaba comiendo Abdul.

Su vagina estaba llena de fluidos que Abdul relamía con esa lengua gorda, roja y dura antes de metérsela dentro, después la sacaba y seguía relamiendo ese chochito rasurado de color rosa clarito, mientras ella se estremecía intentando lamer la lengua del negro, esforzándose y doblándose para alcanzar su almeja deseosa de conseguirlo.

Abdul, le escupió en el agujero del culo para a continuación pasarle la lengua por el orificio y con la punta abrir hueco para penetrarla con fuertes metidas y sacadas en el agujero negro. Ella mientras se acariciaba el clítoris y se pasaba su mano por toda la almeja restregándose los fluidos vaginales que seguían saliendo y derramándose.

Oí un ruido en la puerta de la calle y al momento apareció una jovencita en el salón sinque ellos se dieran cuenta. Vestida con una falda corta, zapatos y una camiseta de tirantes, apareció la que supuse que era la hija de Sara, muy guapa como la madre y con un cuerpazo escultural, culito redondo, buenos senos y de aproximadamente un metro setenta de estatura, rubia con el cabello recogido en una única coleta.

Esta al ver la escena se quedó relegada mirando a su madre y compañía desde la esquina del pasillo delante de donde estaba yo escondido. Mi perspectiva era la hija vista desde atrás y a continuación el sofá con la pareja follando.

Una vez bien lubricados el culito y almeja de Sara, Abdul puso la descomunal verga en las partes íntimas de Sara quedando los cojones en la entrada del agujero del culo y el resto tras pasar por toda la vagina, sobresalía lo suficiente como para que Sara esforzándose al doblarse un poco más, alcanzaba a chuparle el capullo, lamiéndoselo con su delicada lengua.

El apretaba contra su culo resbaladizo y aflojaba en un movimiento de vaivén en el que en cada apretón, Sara entre jadeos lujuriosos le lamía su capullo a la vez que abría la boca queriéndoselo comer pero sus tremendas tetas no la dejaban doblarse lo suficiente como para alcanzar el trozo de polla, se tenía que conformar con lamerla en cada apretón.

El negro se apartó un poco y escupió en el agujero del culo de Sara para a continuación cogiéndose la verga con la mano restregar la entrada y colocándole la punta, apretó ayudándose con su mano hasta meter ese enorme capullo rojo en el culito, dando sara un suspiro de satisfacción a la vez que se frotaba el clítoris dándose gusto ella sola.

Abdul se abrió de piernas, subió sus brazos poniendo las manos detrás de su cabeza ycon la potencia descomunal de esa tremenda polla, comenzó a penetrar el culo de Sara, lo desgarraba mientras ella gritaba de satisfacción mezclada con dolor al sentir dentro como le estaba rompiendo su culito.

Abrí la puerta del armario y me acerque a la hija por detrás. Ésta estaba acariciándose el clítoris por debajo de la falda. Se había puesto muy caliente viendo la escena del negro con su madre y quería que alguien le hiciera algo así a ella, al tiempo que pensaba en meterse por medio en un trio desenfrenado para poder coger esa enorme polla del negro semental y que le rompiera a ella también el coño de jovencita.

Sin pensarlo dos veces y estando ardiendo en deseos de follar con quien fuera, apreté mi polla contra el culo de la chica, agarrando con mis manos su cintura y susurrándole al oído:

- A que deseas que ese negro te rompa el culo a ti también, te gustaría comerte esa enorme polla, ¡¡¡eh guarra ¡¡¡

A continuación con mi calenturienta lengua lamí desde su cuello hasta el interior de su oreja, estremeciéndose y agarrando mi cara apretándola con la suya para que no la soltara.

- Si por favor, follame, follame por favor –

Agarró mi polla por detrás y bajándose las braguitas se inclinó hacia delante y la colocó en la entrada de su culo.

- Aprieta por favor, penétrame el culo, rómpemelo, ¡¡¡ rómpeme el culo ¡¡¡ -

Me separé un poco, escupí en mi mano, para lubricarme el capullo, despues se lo pasee por su vagina que estaba húmeda y a la espera de ser penetrada, lubrique con la punta de mi polla el agujero de su culo dejando preparada mi polla para comenzar una tremenda penetración anal, agarré sus dos pechos con fuerza y apreté suavemente introduciendo toda mi polla en ese estrecho culito que parecía que iba a reventar.

El negro penetraba el culo de la madre mientras yo penetraba analmente a la hija, las dos gemían, más bien lloraban de placer soltando pequeños gritos en cada arremetida.

Después de un rato penetrándolas el culo a las dos, saqué mi polla y cogiendo a la chica de la mano la llevé hasta el otro lado del sofá, la coloqué tumbada boca abajo por encima del apoyabrazos de forma que su cara quedaba encima de la de su madre pero en direcciones contrarias y el culo en pompa hacia fuera del sofá con sus orificios al descubierto. La madre comenzó a comerse la boca con la hija entrelazando sus lenguas, el negro no dejaba de penetrar el culo de Sara con bestiales arremetidas que la seguían haciendo gritar, puse mi polla de nuevo en el culo de la chica y arremetí con profundas penetraciones que igualmente hacían que llorase de placer.

Las dos entrelazaban sus lenguas, lamian sus mejillas, se comían las bocas desesperadamente y se abrazaban, disfrutando juntas de esta estupenda follada. Saqué mi polla después de follar duramente el culo de la chica, me arrodillé y metí mi cara en su jugosa vagina paseando mi lengua por todo lo larga que era incluido el agujero anal, acariciaba su clítoris dándole sensaciones de placer, con mis manos, concretamente con mis dedos pulgares, abría los labios y apartaba el vello de esa increíble almeja metiendo mi lengua hasta dentro y haciendo movimientos circulares que hacían enloquecer a la chica.

Los fluidos vaginales del primer orgasmo comenzaron a fluir chorreando por mi cara pringando mi barbilla y sus muslos, yo restregaba mi cara fuertemente contra su coño. Me levanté y puse la polla dura y grande en su chocho, empujé y la penetré sin descanso durante varios minutos, enloquecida gritaba y jadeaba en la cara de su madre, el negro no dejaba de penetrar el culo de Sara y ella se masajeaba el clítoris y toda su vagina despues de chorrear los jugos vaginales del orgasmo producido por las penetraciones de la enorme polla de Abdul, hasta que el negro sacó su negra polla del culo de Sara para ponerla entre las bocas de las dos mujeres y soltar varios chorros de blanco y espeso semen en las dos caras que juntas relamían y tragaban con ansias de comerse esa tremenda polla que aunque ahora está flácida no deja de ser de un atractivo tamaño deseable por las dos damas. Peleaban con sus vocas por ese manjar comestible que era la tremenda polla negra puesta en sus labios que seguía chorreando semen en sus caras.

La escena era excitante hasta el punto que saqué la polla del coño de la chica para penetrar a la madre por su chocho. Mi polla estaba dura de cojones y mis apretones hacían que se moviera el sofá con las dos hembras encima, saqué la polla después de varias arremetidas y le comí la vagina y el orificio del culo desesperadamente a Sara, estaba sintiendo que me iba a correr de un momento a otro pero no quería que esto terminase así, tan rápido.

El negro estaba follando a la chica con tremendas penetraciones vaginales yo levanté a la madre y me senté en el sofá poniéndola mirando hacia fuera y con mi polla partiéndola el culo, ella mantenía las piernas abiertas con los pies encima de los míos mientras mi polla penetraba ese precioso culito encantador dejando la vagina al descubierto para lo que quisiéramos hacer de ella.

Abdul, dejó a la chica y se puso a follar el coño de Sara, yo notaba a través de la pared muscular que separa un agujero del otro, esa tremenda verga penetrando desesperadamente. Con tales acometidas tapándole los dos agujeros y su hija que se había puesto con la cara encima del coño tratando de lamer los jugos que este segregaba a la vez que lamía la polla del negro, Sara se apretaba los pechos mientras se corría nuevamente resbalando los fluidos por la polla de Abdul que los dejaba chorrear hacia la mía, terminando el descenso en el sofá pasando previamente por mi culo. Noté como Abdul soltaba varios chorros de semen en el coño de Sara mientras le comía la boca, sacó la polla y se la puso a la hija en la boca para que chupara lo que había sobrado a su madre. Yo no aguantaba más y solté por primera vez un grueso chorro de semen sacando la polla del culo de Sara que alcanzó su cara chorreándole por las tetas que ella restregaba para impregnar del preciado y espeso fluido todo su pecho, los últimos coletazos se los puse a la hija en la boca que ya derramaba el semen de Abdul sobre el pubis de su madre. Los dos dejamos que la hija chupara nuestras pollas mientras se corría de gusto apretando las dos al mismo tiempo con sus dos manos y las metía en su boca que tuvo que abrir demasiado para poder acogerlas, las metía y las sacaba lengüeteando con ellas hasta que las dejó limpias y su coño empapado de fluidos del ultimo orgasmo.

Después de esto y sin mediar palabra entre nosotros, salimos juntos a la piscina para darnos un baño y refrescarnos.

Aquí no acabó la historia pero esto es ya para otro capítulo lujurioso que os contaré más adelante en la segunda parte de esta historia.