Los sollozos se fueron apagando, pues parecía que el dolor mitigaba un poco (solo un poco) y se durmió, con el cerebro intoxicado y la conchita enardecida manando semen.
Cuando el glande estuvo en la mejor posición ya dentro de ella, simplemente se dejó deslizar lentamente, provocándose una penetración impresionante.
Sintió un tremendo pene erecto y mojado recorrer su espalda, todo a lo larga hasta pasar entre sus nalgas. El clítoris se le inflamó casi con dolor ante la promesa de una gran penetración anal.
Entonces, recostándome sobre sus piernas con mucha delicadeza, terminó de retirar mis braguitas e inició el ritual tremendamente erótico de lamer mi cuerpo.
Mientras soñaba despierta en esa posición, fui dulcemente penetrada...
... y ahora me iban a coger. La tan preciada virginidad que mamá tanto me había inculcado, se podía ir a la reputa madre. Estaban a punto de penetrarme por primera vez, y eso era lo único que importaba en esta vida...
La escena duró no más de cinco minutos. De sobra para partirme la cabeza en mil pedazos. Es que ver a una nena desnuda masturbándose en tu propia habitación no es algo que a uno le pase todos los días.