Estaba totalmente consumida en la lujuria. Todo estallo en un solo segundo, justo después de que mi madre me respondio ese beso.
Y apenas mis rodillas tocaron el suelo, el enorme perro callejero salto sobre mi espalda y me empujo con fuerza.
Puse un poco de crema en mi mano y la pase cerca de sus mulos temiendo que si tocaba la vagina de mi madre me caeria un relámpago y moriría, pero al ver que mi madre no tenia objeción alguna toque por primera vez en mi vida la tibia vagina de otra mujer...
Sentía que tenía que hacer algo, no podía seguir sintiéndome de ese modo, como sin poder respirar. Me asustaba, pero me obsesionaba y me excitaba pensar en una docena de circunstancias y oportunidades de lo que podía hacer bajo los limites de una madre e hija que viven solas.