Nunca esperé que todas las cosas se sucedieran tan rápido. Tal vez mi temperamento o mi putería reprimida salía a flote.
No podía con los demonios de mi carne, deseaba tenerlo y moverse dentro de mí. No podía escapar de mis oscuros y terribles deseos. Ese era el momento, debía tenerlo y dejar que me poseyera.
Ahora era Víctor, el joven hijo del jardinero el que me ponía "mal". Deseosa como estaba di el primer paso.
Mis deseos me quemaban, estaba ansiosa de ser suya. Parecía no importarme que fuera el mejor amigo de mi hijo.
El dolor y la tristeza de madre me partían el corazón por la ausencia de mi hijo. Nunca pensé que el mejor de sus amigos estaría ahí, cercano y que, de una manera suave, sin darme cuenta, iba a mitigar profunda y tiernamente mi pesar.