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Los hombres X (II: La Liberación)

en Parodias

Jean Grey penetró en el "cuarto del peligro" la visión que se presento ante sus ojos la sorprendió no obstante conocer el alcance de los proyectores holográficos Shi´ar que equipaban el lugar, salones marmóreos, decorados al estilo del siglo XVIII, pesados muebles tallados de maderas finas, gruesas cortinas de color carmesí, pero no sólo parecían reales sino que se sentían reales.Identifico el sitio como el nada grato "Club del infierno" donde tantas batallas habían librado.

Al fondo del supuesto salón Jean distinguió la figura de Sebastian Shaw, el rey negro del club, ataviado con un elegante traje al estilo del siglo XVII, frente a él se efectuaba un feroz combate entre supuestos guardias del Club y la ninja Psylocke quien se habría paso entre ellos cercenando miembros con sus espada, o bien rompiendo huesos con sus puños y pies. Pero ella no habia ido allí para ver el combate. Así se acercó lentamente al lugar de la pelea, su ligero vestido veraniego estampado con grandes flores le daba un aspecto irreal en medio de aquel caos; cuando estuvo a tres metros de distancia elevó la voz lo más que pudo para atraer la atención de la ninja.

-¡QUIERO HABLAR CONTIGO ELIZABEHT!-

En ese momento Psylocke había vencido a los guardias y enfundando su espada ninja apretó los puños con fuerza, de inmediato aparecieron filosas navajas brillantes de energía psíquica su mejor arma. En cuanto al llamado de Jean lo contesto con un mensaje que llevaba la fuerza de un martillazo.

-¡MIERDA!-.-¡NO VEZ QUE ESTOY OCUPADA!. ¡DEJAME EN PAZ!-

Jean estuvo a punto de insistir pero desistió, en lugar de eso una sonrisa ilumino su rostro al tiempo que volvía a levantar la voz.

-¡COMPUTADORA!, ¡IDENTIFICACIÓN DE VOZ JEAN GREY, NOMBRE CLAVE FÉNIX!-Una vos metálica resonó en el salón.

-¡CONFIRMADO!-

-¡DESACTIVAR PROGRAMA ACTUAL!- En ese momento Psylocke estaba a punto de lograr la captura de Sebastián Shaw. -¡AHORA!-.

En tan solo unos segundo el escenario holográfico desapareció, los altos muros de mármol dejaron su lugar a una estructura compuesta de planchas de acero, los supuestos guardias mostraron su verdadero aspecto, simples androides de color plateado. Jean cruzo los brazos y miro con desaire hacia Psylocke quien ahora se hallaba ante un muñeco metálico.

-¡A QUE TE SUPO ESO PUTA!-Penso Jean mientras se acercaba más a Psylocke. Esperaba ver un rostro contraído por la rabia, pero cuando la ninja se volvió su rostro lucia sereno, ninguna emoción parecía perturbarla, no obstante sus manos estaban cerradas con fuerza y sus ojos eran fríos como el hielo.

-¡ Y BIEN!- dijo con voz fría mientras encaraba a Jean.

-¡ QUIERO QUE DEJES EN PAZ A SCOTT !-

-¿ QUE?- Una mueca de incredulidad apareció en el rostro de la ninja, como si no entendiera las palabras de Jean. -¡ NO ME DIGAS QUE VENISTE AQUI SOLO PARA HABLARME DE ESAS ESTUPIDECES!-

La rabia de Jean amenazo con estallar ante semejante descaro.

-¡ESTUPIDECES!... ¡ESTUPIDECES!-... -¡COMO TE ATREVES A DECIR QUE TUS CACHONDEOS CON SCOTT SON ESTUPIDECES!-.

-¡PORQUE ESO SON!- Replico la ninja mientras se acomodaba el cabello con una mano. -¡EL ME GUSTA, YO LE GUSTO; ES NORMAL QUE TENGAMOS GANAS DE FOLLARNOS DE VEZ EN CUANDO!-

-¡ESTAS LOCA!- El rostro de Jean estaba desencajado en una mueca de rabia contenida. -¡El NO TIENE NINGUN INTERES EN PONERTE LAS MANOS ENCIMA,MUCHO MENOS EN FOLLAR CONTIGO!-

-¿NO?-

-¡NO!-

-¿ENTONCES DIME QUE FUE LO QUE HICIMOS LA OTRA NOCHE?-

-ESO FUE SOLO UN TRUCO PSIQUICO Y TU LO SABES!. ¡SI LO QUE QUIERES ES QUE ALGUIEN TE LLENE EL COÑO SOLO NECESITAS SALIR A LA CALLE CON TU TRAJE DE "QUIERO SEXO" TE DOY MI PALABRA DE QUE NO TENDRAS QUE EMPLEAR TUS PODERES PARA QUE ALGUIEN TE LEVANTE!-Por un instante los ojos de Psylocke relampagearon de furia haciendo que Jean se estremeciera, pero manteniendose firme continuo con voz decidida. ¡PERO VUELVE A MOLESTAR A SCOTT Y JURO QUE TE ARREPENTIRAS!-

-¡ TUS TONTAS AMENAZAS NO ME ASUSTAN "AMIGA"!-

-¡ NO SOY TU AMIGA Y MAS VALE QUE NO ME SUBESTIMES!- Por un momento todo quedo en silencio. Ambas mujeres midiero sus posibilidades en batalla y llegaron a la misma conclusión, sin importar quien ganara las dos saldrían lastimadas. La prudencia se hizo presente en Jean quien opto por terminar con aquella discusión antes de que se saliera de control.

-¡ NO QUIERO VOLVER A HABLAR DE ESTO!-Sin decir una palabra más dio la media vuelta y se dispuso a salir del lugar. Aquello fue un grave error, no bien hubo dado el primer paso cuando un dolor agudo y punzante estallo en su cabeza al tiempo que su mente era deshecha por una fuerza carente de piedad.

-¡HO JEAN, NUNCA LE DES LA ESPALDA A TUS ENEMIGOS- La ninja mantuvo a Jean ensartada con su daga durante unos instantes para después sacarla de un tirón. El cuerpo de su víctima cayo de rodillas en el suelo mientras Psylocke contemplaba su brillante arma. Después se planto frente a ella y levantándo el rostro contemplo su obra, Jean tenía los ojos en blanco y un rictus de dolor desfiguraba su cara, mientras de su boca escaba un hilillo de saliva.

-ERES DEMASIADO ESTRECHA AMIGA MIA, DEMASIADO ESTRECHA- Mientras hablaba levanto el cuerpo de Jean y salió del "cuarto del peligro".

Cuando Jean Grey despertó estaba en su habitación, sentía la cabeza como un panal de abejas a punto de estallar. Como pudo se puso de pie y se dirigió al baño donde se dio un duchazo frío. Al salir del baño se sentía mejor aunque su mente estaba hecha un embrollo. Curiosamente no le dio importancia a este fenómeno, más importante le pareció atender el vacío que sentía en su estomago.

Así bajo rumbo a la cocina, ahí se preparó unos bocadillos y un jugo, la comida la hizo sentirse aún mejor y pronto se dio cuenta de que la tarde había caido sobre la mansión. Esto la sorprendió mucho al no poder recordar los eventos del día. Pero antes de que profundizara en ello la puerta de la cocina se abrió y una figura familiar entro a la cocina.

- Ororo- dijo a modo de saludo.

-¿ Cómo estas?- respondió la recién llegada mientras se acercaba a la mesa.

-Bien, nunca me sentí mejor- Tormenta miro un instante a su compañera, en realidad no le parecía que estuviera muy bien. Sin embargo, no le pareció prudente contradecirla, así que decidió desviar la conversación.

- ¿ Revisaste los registros de "Cerebro"?- Jean se llevo una mano a la frente y bajaba la cabeza avergonzada.

- Lo siento, se me olvido-.

- No te preocupes- respondió con tono compresivo- Yo lo haré quedate y descansa.-

Ororo se puso de pie y salió de la cocina. Jean la miro mientras se alejaba, en verdad era una mujer admirable y sobre todo hermosa, se dio cuenta de que no había reparado antes en sus senos firmes y bien delineados que la pequeña blusa que llevaba apenas podía contener, en sus caderas amplias y piernas fuertes, así como en esa extraña gracia que tenía al moverse casi como si no tocara el piso. En el cuartyo de control Tormenta reviso los registros del ordenador conocido como "Cerebro" y realizó algunos ajustes al sistema de vigilancia. Pero lo que en verdad ocupaba su mente eran los extraños eventos de aquel día: primero la actitud de Jean tan agresiva en la mañana y ahora tan letárgica, el hecho de que Psylocke se hubiera marchado de la mansión, ella había visto pasar un mini-jet, de los suyos, y ahora sabía quien era el piloto. ¿Qué había pasado en su ausencia?, Ororo no lo sabía pero tenía un presentimiento extraño.

Cuando regreso a la parte alta de la mansión se dirigió a su habitación, pero al pasar por la sala se percato de que la chimenea estaba encendida, el clima no amerizaba semejante cosa, así que se acercó y descubrió a su amiga cómodamente sentada en un amplio sillón, al frente había una pequeña mesa con dos copas y una botella de amareto.

-Jean. ¿Que pasa aquí?- dijo acercandose más.

Por toda respuesta Jean se puso de pie, ahora llevaba unos holgados pantalones deportivos y una playera de mangas cortas, no llevaba zapatos, tomó la botella en sus manos para abrirla con un movimiento rápido. Entonces lleno las copas y ofreció una a Ororo que la aceptó mecánicamente. Jean volvió a tomar asiento y con un suave ademan invito a su amiga a hacer los mismo.

-No se como decirlo-al fin hablo tras dar un sorbo a su copa.- Solo tengo la impresión de que todas las cosas se han ordenado dentro de mi, me siento feliz y quiero compartir eso contigo.

Tormenta no entendía las palabras de su amiga, pero resolvió aceptar su invitación. Así se inicio una platica entre ambas que duro varias horas, mientras la botella iba quedando vacía, finalmente llegaron a los temas delicados, sus relaciones con los hombres.

-¿Piensas casarte pronto?- pregunto Ororo mientras Jean arrojaba un trozo de leña al fuego de la chimenea.

-No lo se. Tal vez Scott y yo nos hemos precipitado-

-No digas tonterías, ustedes dos se aman y con eso basta-

-¿ De verdad lo crees?- Tormenta guardo silencio. En verdad no se sentía calificada para responder, sobre todo porque sus relaciones siempre terminaban en un fracaso. En lugar de eso babeó todo el contenido de su copa y se hundió en el sillón. Recordó su última experiencia, había sido cuando ella y el mutante conocido como Force quedaron atrapados en un abismo temporal, sin saber como se creyeron enamorados y eso les dio fuerza para regresar, irónicamente eso puso punto final a su relación, el trabajo, la presión de la lucha ,etc. al final no quedo nada, excepto la soledad. Aún así recordaba claramente como habían hecho el amor mientras estaban perdidos, recordó sus besos y sus caricias cargadas de deseo, de hecho tuvo la impresión de que unos labios ardientes se posaban sobre los suyos mientras unas manos tocaban suavemente sus senos y sus muslos. De pronto se dio cuenta de que aquellos labios eran demasiado finos, y cubiertos de carmín, como para ser de un hombre, también las manos eran delgadas y provistas de largas uñas, ¡era una mujer la que estaba acariciandola!.

Como impulsada por un resorte se puso de pie mientras sus ojos buscaban a la responsable de semejante atropello. -Jean- fue lo único que dijo.

-¿Qué ocurre?- Las palabras se ahogaron en la boca de Tormenta al descubrir que Jean no se había movido de su lugar, seguía frente a la chimenea, y que estaba totalmente tranquila.

-Tengo que irme- sin más palabras dio media vuelta y salió casi corriendo, Jean la miro sin decir nada, siguió contemplando el fuego mientra una sonrisa de dibujaba en su rostro. No bien Tormenta había salido del salón sintió que la cabeza le dió vueltas al grado de tener que apoyarce en la pared, sentía caminar sobre arena blanda, aún así se las arreglo para llegar a su habitación. Una vez ahí entro al baño para enjuagarce la cara con agua fría, le parecía extraño que unas cuantas copas le ocasionaran tal malestar, y sin duda también era el alcohol el responsable de su inusitada alucianción, en todo caso lo único que quería era acostarse. Al salir del baño se despojo de sus ropas y sin más se puso un camisón satinado, de color blanco, y se metió a la cama.

Casi de inmediato un sopor cálido se apodero de ella, pero antes de quedarse dormida el sonado de su puerta al abrirse la hizo incorporarse sobre la cama. Era Jean quien se dirigió con pasos vacilantes hacia la cama.

-¡Querida amiga me he tomado casi toda la botella!- dijo Jean levantando la botella como su fuera un trofeo. -Pero te he dejado el último trago- Tormenta miraba incrédula a su amiga que sin más se puso a cantar una canción de amor que no alcanzo a identificar.

-Jean ya bebimos demasiado-

-Oh vamos - dijo Jean interrumpiendo la canción- es el último trago- Sin animo para discutir tormenta extendió la mano para tomar la botella, en su rostro había una expresión de fastidio.

-Esta bien. Pero debes prometerme que después te iras a la cama-

-A la orden señora- respondió Jean mientras se cuadraba ante la cama. Ororo se llevo la botella a los labios y de un trago ingirió su contenido.

-Ahora vete a la cama- dijo mientras giraba el cuerpo para depositar la botella sobre la mesa de noche. Más al volver el rostro un escalofrío le recorrió toda la espalda, ¡ Jean se estaba despojando de sus pantalones dejando al desnudo sus bien torneadas piernas!.

-¿Pero que haces?-

-Irme a la cama como te prometí- Antes de que Tormenta pudiera hacer nada Jean levanto las sabanas y se introdujo en la cama. De inmediato estrecho el cuerpo de su amiga, su cabeza quedo recargado sobre los senos de Ororo, mientras esta no sabía que hacer.

-¡SI ES UNA BROMA...!. Tormenta no pudo temieran la frase pues Jean coloco su dedo sobre sus labios. Sus ojos se encontraron y entonces escucho la voz de Jean que le hablaba en un tono suave, casi hipnótico.

-Tú conoces la soledad ¿verdad Ororo?, sabes como se siente el estar vacío y sin fuerzas para seguir, lo sabes porque esa ha sido tu pena durante años. Yo voy a cuidarte amiga, porque yo te amo. Si una horda de mutantes malignos ó demonios interdimencionales hubiera entrado Ororo habría sabido que hacer, pero ante las palabras de su amiga su mente quedo en blanco. No podía coordinar sus ideas, todo le parecía parte de un delirio enfermizo. Pero cuando Jean unió sus labios a los suyos supo que en verdad estaba pasando.

-No.... Jean.... no..... - Fue lo único que alcanzo a balbucear mientas ella la besaba, desesperadamente intento separarse de Jean, sus manos se crisparon sobre los hombros de la pelirroja pero era inútil, el schok la había dejado sin fuerzas para defenderse. Sin soltar a su presa Jean se fue colocando sobre Tormenta hasta quedar montada sobre ella, mientras su boca se deslizaba sobre el delicado cuello, sobre los ojos las mejillas y los labios. Ororo podía percibir el perfume que emanaba de la gran cabellera roja de Jean mientas esta frotaba su cuerpo contra el suyo haciendo que las tetas de ambas se pusieran duras bajo la ropa.

-Noooo.....no.... basta.... basta..... Jean ..por favor.... aaaaaaahhhhhhhh...... no...por favor.- La voz de Tormenta sonaba ronca, sus ojos parecían a punto de llorar. Pero Jean no dejaba de besarla, de pasar sus dedos por entre sus cabellos plateados, de tallar con su muslo contra la grupa de la señora de los vientos. De improviso Jean suspendió sus caricias mientras hachaba su cuerpo hacia taras, quedando sentada sobre su víctima, para despojarse de la playera que aún llevaba solo que en vez de sacarsela por la cabeza la rasgo de arriba a abajo, para luego arrojarla lejos. Acto seguido se apodero de los bordes del camisón, Tormenta logro tomar sus muñecas en un intento por impedir su propósito, pero Jean parecía una fiera y sin dudarlo rompió la prenda pedazo a pedazo, lo primero en aparecer fueron los pechos de Ororo grandes y terminados el pezones aún más oscuros que la piel, luego el vientre plano sin una molécula de grasa extra. Sin perder un momento Jean se lanzo sobre las tetas de Tormenta, sus manos masajearon las calinas de carne como si quisiera darles una nueva forma, aunque tal cosa no le pasaba por la mente, mientras su boca infringía toda clase de caricias lo mismo chupaba los pezones con desesperación, que mordía hasta casi amenazar con hacerlas sangrar o bien sacaba la lengua saborear el sudor que escaba por sus poros.

Mientras tanto Tormenta intentaba desprenderse de Jean, su cabeza se movía de un lado a otro como negandose a caer en aquel placer que amanazaba devorarla. De pronto, sintió que Jean le estaba besando nuevamente las mejillas y el hombro, en consecuencia el propio hombro de Jean quedaba a la altura de su boca, podía sentir el roce de la piel cálida y palpitante, de pronto se dio cuenta de que sus labios estaban besando el hombro de su atacante. Esto hizo que se sintiera humillada y en un acto de rebeldía contra su propio cuerpo clavo sus dientes en la piel blanca. Escucho el doloroso gemido de Jean, quien detuvo su embestida, aunque sin quitarse de encima; mientas el sabor salado de la sangre penetraba en la boca. En respuesta Jean bajo una de sus manos hasta el sexo de Tormenta y sin dudar clavo uno de sus dedos en la raja. Ororo dejo escapar un grito y dejo escapar a su presa.

Jean volvió a incorporarse y cruzo el rostro de Tormenta con una fuerte bofetada. Esto hizo hervir la sangre de la señora del viento quien en un esfuerzo supremo se incorporo y rodeando el cuerpo de su "enemiga" para enseguida tirar de ella hacía un lado de la cama. La maniobra tuvo éxito y ambas rodaron sobre el colchón. Finalmente Ororo quedo encima de su rival, a quien sujeto por las muñecas, en ese momento ambas quedaron inmóviles, sus cuerpos perlados de sudor despedían un aroma embriagador, sus corazones latían con fuerza, sus bocas estaban semiabiertas porque jalaban aíre casi sin control.

-¿ Porque me rechazas?- dijo finalmente Jean con voz baja.

-Esto... lo que quieres que hagamos... no debe ser... es horrible... yo no soy así y tú tampoco- respondió Ororo mientas se incorporaba un poco, su rostro quedo sobre el de Jean, y pudo ver los labios húmedos y los ojos semicerrados.

-¿Estas segura?- dijo casi en su susurro.-Yo no quiero nada más que conocer tus besos, tus caricias, quiero que me ames Ororo.

- No... yo no puedo... no quiero...- Tormenta había empezado a sentir que sus fuerzas menguaban, los ojos de Jean comenzaron a ejercer una sutil pero firme fascinación sobre ella.

- Estas mojada- dijo Jean mientras una sonrisa iluminaba su rostro, aún tenía en la punta de su dedo restos de los jugos que había encontrado en el coño de la señora de los vientos.

-¡MIENTES!... ¡MIENTES!...- Tormenta respiraba cada vez más fuerte. Jean no le hizo caso.

- ¡PUEDES NEGARLO SI QUIERES ORORO. PERO NO TE ENGAÑES A TI MISMA. TU ME DESEAS MIL VECES MAS DE LO QUE YO TE DESEO A TI.

-¡CALLATE!- Ororo soltó una de las manos de Jean para poder golpearla. ¡CALLATE!...¡CALLATE!...¡CALLATE!- Cuando se detuvo un hilo de sangre escurría de los labios de Jean.

-¡Ahhhhhhhhhhhhh!- Aquella queja no provino de Jean sino de Ororo alsentir como los dedos de su atacante entraban en su intimidad,Jean aprovecho su mano libre para ir en pos del sexo de su amiga, sus dedo entraron con violencia en aquella cabidad y de inmediato se apoderaron del clítoris, mismo que comenzaron a frotar firmemente.

-¡Ahhhhhhhhhhhhhh.........¡NO!........ ¡BASTA!............. ¡NO ME TOQUES!........ ¡BASTA!.- Tormenta jadeaba como fiera herida, mientras sentía como un fuego extraño entraba en su cuerpo por su raja para expanderse por todo su cuerpo como un veneno. Las fuerzas la abandonaron, su cuerpo se demanejo sobre Jean, su cabeza cayo sobre el hombro de la palirroja, mientras esta seguía masajeando su clítoris. Entonces Jean aprovecho el momento para empujar a Ororo, haciendola girar de nuevo, una vez encima Jean volvió a la ofensiva. Pero esta vez no la beso, sino que la mordió en el cuello. Ororo recordó sus años de vida en Africa, recordó como las gacelas caían bajo los ataques de los leones, ellas podían patear ó correr, pero cuando el león las tomaba del cuello todo había terminado.

En ese momento Jean soltó el cuello y deslizo la lengua hasta llegar a las tetas, donde volvió a besar y chupar con fuerza los pezones, mientras sus dedos exploraban más profundamente la raja de Tormenta, que para ese momento ya no oponía resistencia a sus caricias, al poco rato sintió como su atacante descendía más aún pasando sobre su vientre, adivinando cual era su objetivo Ororo doblo las rodillas para mantenes a Jean lejos de su tesoro. Esta suspendió sus caricias para levantarse, de rodillas camino sobre la cama, y colocarse frente a ella, una vez hay puso sus manos sobre las rodillas y , cual Hercules femenino, abrir las columnas que le impedían llegar a su destino.

Pero una vez abierto el camino, Jean no se lanzo de inmediato sobre el coño de su amiga, sino que se concentro en morder las ingles o en pasar la lengua alrededor del coño. A veces se alejaba hasta las rodillas ó bien subía por el vientre hasta el ombligo donde introducía la punta de su lengua. El resultado era que el cuerpo se cimbrara a cada contacto. De improviso Ororo arqueo la espalda y sujetándo de las sabanas se incorporo un poco.

-¡ HASLO YA MALDITA SEA!.... - Jean se sorprendió un poco y levantando la vista miro el rostro congestionado de su víctima.

-¿ Qué quieres que haga?- dijo Jean casi con burla ante aquel cambio de aptitud.

-¡SOLO HASLO.... HASLO.... PERRA.... ESO QUERIAS ¿O NO?-

Jean espero más para hundir su lengua como una daga en el coño blanco, el efecto fue devastador para Ororo quien se dejo caer de espaldas. La pelirroja mantenía las manos en los muslos para mantener las piernas abiertas al máximo mientras lamía el ardoroso coño, hundía la lengua profundamente para remolinearla en el interior briosamente, sintiendo el sabor a hembra que le inundaba el paladar. Tormenta no pudo resistir más y sujeto la cabeza de Jean con ambas manos para mantenerla pagada a ella, al tiempo que levantaba las caderas para facilitar la introducción de aquella serpiente que la llenaba de gozo.

-¡ OH, JEAN!- COMENZÓ A JADEAR- ¡ MUERDEME!..... ¡MAS DURO!.... ¡METEME TODA TU LENGUA!..... ¡JODEME CON LA LENGUA PERRA!.... ¡ ME CORRO MALDITA!.... ¡ME CORRO HIJA DE PUTA!..... ¡OOOH!.... ¡Aaaaaaah!.......-

El cuerpo de Ororo se convulsiono salvajemente, obligando a Jean a clavar las uñas en los muslos para no despegarse de aquel pañal que ahora le entragaba sus mieles. Poco a poco el cuerpo de ébano se fue quedando inmóvil, Jean se incorporó y reptando sobre ella se acerco al rostro de Ororo, esta tenía una expresión calmada casi inconsciente, sin pensarlo la beso de nuevo, esta vez Ororo la rodeó con sus brazos y correspondió al beso, sus lenguas se entrelazaron y Tormenta pudo sentir el sabor de su propia intimidad. Ambas rodaron suavemente, una vez que tormenta estuvo encima se separo de los labios de Jean, entonces fue su turno de descender a las tetas blancas de su amante, su boca no tardo en lamer, morder y chupar los pezones, así como la carne de los senos, primero uno luego el otro, mientras su mano comenzaba a tocar el coño rojo de Jean.

Esta se cimbro al sentir como esos dedos largos entraban en ella para acariciar su clítoris. Tormenta se monto totalmente sobre Jean aplastando sus tetas duras y carnosas contra las de su ahora amante, ambas eran casi de la misma talla, mientras besaba sus hombros y su cuello. Poco a poco fue deslizandose hacia abajo sin dejar de tallar sus tetas sobre la piel de Jean, como si quisiera fundirse con ella para formar una nueva mujer, finalmente llego al coño cubierto de pelambre roja. Por unos instantes, al igual que Jean, se limitó a morder las ingles y pasar la lengua sobre los bordes del coño. De pronto, metió las manos bajo las caderas de su amante y con un movimiento rápido la hizo girar sobre sí, quedando esta boca abajo, tomada por sorpresa Jean intento volverse, pero antes de que pudiera Ororo paso sus brazos bajo los muslos y junto las manos sobre su espalda baja, entonces tiro con todas sus fuerzas, al tiempo que se incorporaba sobre la cama, quedando sentada sobre sus talones y con la grupa de Jean a la altura de su cara.

Jean agitaba las piernas en el aíre como buscando un punto de apoyo, mientras sus manos arañaban la superficie del colchón, en un vano intento por liberarse. Ororo acomodo los muslos de su presa sobre sus hombros y sin más pegó su boca a la rajada de la pelirroja y comenzó a recorrerla con suaves mordidas, como un perro al espulgarse, aunque en ocasiones tiraba levemente de los labios vaginales.

-¡AAAAAGGGGGGGGGGG!.......¡DETENTE!..........¡NO!........ ¡SIGUE!....... ¡ME MATAS ! ..... ¡NO ME MUERDAS TAN FUERTE!..... ¡NEGRA DESGRACIADA!......¡HOOOOOO!...... ¡ME CORROOOOO!-Jean se convulsionaba cada vez que Tormenta pasaba su boca mordelona por su coño, jadeaba , mordía las sabanas, tallaba el rostro contra el colchón, sin embargo cuando más cerca estaba del orgasmo Tormenta separó su boca del sexo para descargar un feroz mordisco en el muslo interno de Jean, esta clavo sus uñas en las sabanas, que finalmente se rasgaron, gruesas lagrimas brotaron de sus ojos mientras apretaba los dientes en un silencioso desafío ante el dolor. En ese momento Ororo soltó la carne del muslo y volvió a pegarse al coño, solo que esta vez dejó que su lengua entrara en aquella cabidad para lamerla toda, con movimientos circulares o bien metiendola y sacandola como si fuera una polla pequeña, como resultado Jean sintió que el sexo le quemaba y que ese fuego corría por su sangre hasta alcanzar su cerebro, para después regresar hasta su coño donde salía a borbotones atraves de un orgasmo.

-¡AGH..... ¡ASI!..... ¡ASI!......¡OROROOOO!..... ¡ME MUERO!..... ¡NOOOOOO!....

¡SIIIIIIIIII!....... ¡NOOOOO!..........¡SIIIIIIIIIIIIII!.....¡OOOOROOOOOROOOOOOO!-Jean sentía que la vida misma le salía por la raja, como un manantial fuera de control, mientras Ororo intentaba beberla toda, cosa que no logro. Finalmente los brazos que la sujetaban perdieron fuerza y el cuerpo de Jean cayo pesadamente sobre la cama donde se convulsiono todavía unos segundos más. Tormenta permanecía de rodillas entre las piernas abiertas de Jean, contemplando a su atacante ahora inmóvil y desmadejada sobre la cama, la roja cabellera se extendía desordenadamente sobre la espalda, mientras su respiración se hacia lenta; entonces en un acto que ni ella misma comprendió levanto la cara y extendió los brazos hacia el techo como recibiendo una inaudible ovación por su triunfo. Al fin ella misma cayo sobre la cama hundiendose en el sueño más profundo de toda su vida.

Cuando la luz del nuevo día asomo por la ventana de la habitación Jean fue la primera en abrir los ojos, todo el cuerpo le dolía, sobre todo el hombro y la ingle, pero aún así se incorporo sobre la cama. Al principio no reconoció el sitio donde se encontraba, de pronto, como una explosión, el recuerdo de la noche anterior se hizo presente y de un salto bajo de la cama como esta le quemara. Ante sus ojos se presento un cuadro aterrador, para ella, la cama estaba revuelta, las sabanas rasgadas é imprecnadas de un aroma a sexo que nadie hubiera pasado por alto, pero lo peor era la figura de Tormenta, su mejor amiga, casi su hermana, tendida sobre la cama desnuda y con marcas de dientes y uñas que habían lacerado su piel oscura. Sin pensarlo se hecho una bata encima y salió de cuarto como si huyera del mismo diablo, bajo las escaleras y una vez abajo rompió a llorar como una niña. ¿Qué demonios le había pasado?, ¡Cómo había sido capaz de aquel acto que ni el peor de los mutantes malignos hubiera hecho?.

¿Qué se suponía que devia hacer? ¿Borrar los recuerdos de Tormenta?. En todo caso ¿qué haría con sus propios recuerdos, con su propia culpa?. El sonido del teléfono la hizo saltar casi hasta el techo, lentamente se acerco y tomo el auricular, respiro hondo para calmarse y contesto.

-Escuela para jóvenes dotados-

-¡¿Cómo estas "amiga"?!- el reconocer la voz al otro lado de la línea fue un nuevo golpe para la mente de Jean quien al fin recordó lo que había pasado el día anterior en el cuarto del peligro.

-¡PSYLOCKE!-su voz era más bien un rugido- ¡BRUJA MALDITA, ¿QUE ME HICISTE AYER?-

-¿QUIEN?, ¿YO?. NADA- había una indudable burla en la voz- LO QUE HAYA PASADO FUE CULPA TUYA Y DE NADIE MAS.

- ¡TU ME HICISTE ALGO!-

-SOLAMENTE TE LIBERE-

¡LIBERARME....LIBERERME DE QUE!-

-¡DE TI MISMA!- La voz se volvió seria y cortante-LO UNICO QUE HICE FUE MANDAR A PASEO A LA "SEÑORITA ESTRECHA" POR UN DIA. EL RESTO FUE COSA TUYA. ¿QUE PUDISTE HACER? ¿SALIR DESNUDA AL JARDIN? , ¿COMERTE TODAS LAS COSAS DULCES DE LA CASA?. LO QUE SEA FUE ALGO QUE DESEABAS HACER DESDE HACE MUCHO TIEMPO.- Antes de que Jean pudiera decir algo escucho como se cortaba la comunicación.

Jean se quedó allí , con el teléfono en la mano, por largo tiempo. Al colgar se dio cuenta de que su bata estaba abierta y con movimientos cargados de rabia la cerro é hizo el nudo a la cinta para ceñirsela, sus ojos estaban llenos de lagrimas, decidió que debía volver arriba y aceptar su culpa ante Tormenta, lentamente subió las escaleras y llega frente a la puerta de la habitación. Al entrar vio a su amiga, si acaso aún lo era, sentada al borde de la cama con ambas manos cubriendo su rostro. Sin medir las consecuencias se acerco y cayo de rodillas frente a ella.

-LO SIENTO MUCHO, PERDONAME- Aquellas palabras le sonaron ridículas pero no supo que otra cosa decir.-LO QUE PASO ANOCHE FUE TODA MI CULPA.... YO ... PERDONAME... TU NO ERES CULPABLE... ¡PERDONAME!-

Tormenta levantó la cara y miro a Jean, esta esperaba recibir una bofetada ó una lluvia de insultos, pero en lugar de eso vio como su amiga le sonreía tiernamente.

-LO HICIMOS JUNTAS- Dijo mientras ayudaba a Jean a levantarse y tomar asiento junto a ella- NO TEMAS, NO TE GUARDO RENCOR. SUCEDIO- Jean sintió que la sangre se congelaba en sus venas al darse cuenta del brillo en los ojos de Ororo, así como de sus manos deshaciendo el nudo de la bata- TE DIRE ALGO MAS QUIERO QUE LO HAGAMOS DE NUEVO-.

Sin poderlo evitar Jean sintió como sus labios y los de Ororo se unían nuevamente, mientras la obligaba a recostarse sobre las sabanas sucias, sintió como la bata se abría para dejar que las manos suaves pero firmes de Tormenta tomaran posesión de sus pechos, mientras besaba su cuello. Ella no acertaba a hacer otra cosa que intentar separarse de ella, colocando su mano en su hombro.

-DETENTE- Su voz sonaba debil y sus intentos por librarse faltos de fuerza- LO QUE... LO QUE HACEMOS ESTA MAL-

-NADIE TIENE QUE SABERLO- respondió Tormenta mientras besaba y mordía los senos de Jean, antes de desciendes hasta el coño.- SOLO TU Y YO NADA MAS.... NADIE MAS MI AMOR- Aquellas últimas palabras hicieron que Jean se sentara al borde de la cama, y con ambas manos tomara la cabeza de Ororo, que ya estaba entre sus muslos, pero solo logro hundir sus dedos en la abundante cabellera plateada. Cuando la legua de Ororo penetro en ella su sangre volvió a ser fuego y sin fuerzas para resistirse se dejo caer sobre la cama, por un momento creyó ver el rostro sonriente de Psylocke, pero pronto dejo de importarle la ninja, de hecho dejo de importarle nada que no fuera la lengua de la Señora de los Vientos, su dueña a partir de aquel momento.

Durante el resto del día no se escucho otro sonido en la mansión que los jadeos y las promesas de amor entre las dos mujeres.

AUTOR. "EL MONJE"