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Caballeros del Zodiaco (Por salvar a Pegaso)

en Parodias

Los cálidos rayos del sol entraban por los amplios ventanales del hospital de la fundación Kido, propiedad de Sahori Kido la encarnación de Atena , en su interior un grupo de jóvenes, los llamados caballeros del zodiaco, se recuperaban después de librar la terrible batalla de las doce casas. Todos ellos habían sido sometidos a diversos tratamientos médicos y gracias a su extraordinaria condición física comenzaban a dar muestras de alivio, pero Seiya "el caballero Pegaso" se encontraba en una situación distinta, no solo a causa de las heridas que Saga le había provocado, en extremo delicadas, además se encontraba exhausto a causa del brutal esfuerzo mediante el cual logro derrotar al maligno caballero dorado. Como consecuencia Saiya habían caído en un coma profundo.

Los doctores habían hecho ya todo lo posible y solo les quedaba esperar el desarrollo de los acontecimientos. Más esa tarde uno de los compañeros de Saiya, Shyru "el caballero del Dragón", obtuvo a través de Sahori el permiso del medico encargado para visitar a su amigo. Silenciosamente entró al cuarto privado y se acerco a la cama donde Saiya permanecía acostado. Por un momento lo contemplo y finalmente le hablo.

-Saiya por favor perdóname.- No hubo respuesta.- Perdóname por no haberte ayudado más, es verdad que al final todos juntamos nuestros cosmos para derrotar a Saga, pero fuiste tú quien dio más que ningún otro, solo tú tuviste la fuerza para luchar hasta el fin y ahora la muerte quiere cobrarte el precio de tu hazaña. ¡ Pero yo no lo permitiré!. Hace mucho tiempo cuando estudie en China mi maestro me hablo de una forma de curación más allá de la medicina física, pero temo que nadie, ni siquiera Sahori entendería lo que debo hacer. Tú has salvado a nuestra diosa y al mundo, ahora es justo salvarte a ti.

Sin decir más Shyru comenzó a despojarse de la pijama que cubría su cuerpo, lentamente desabotono la camisa dejando al descubierto su torso musculoso pero a la vez delicado y suavemente, acaso por ser lampiño, después se despojo de sus sandalias de goma y finalmente se saco los pantalones, dejando al desnudo sus bien torneadas piernas masculinas y su pene de buen tamaño pese a estar flácido y colgando. Sin hacer ruido se acerco a la cama y concentrándose elevó un poco su cosmoenergía, no como lo hacía para las batallas, sino con una delicadeza extrema, haciendo que su cuerpo despidiera un suave y reconfortante calor. Acto seguido retiró la sabana y la bata de hospital que cubrían el cuerpo de su amigo. Por un momento Shyru se quedó anonadado contemplando la figura desnuda de Saiya, recordo que en una ocasión su amiga Shun-rei le había comentado que las chicas de las aldeas cercanas a la Cascada de Rosan, hogar de su maestro, comentaban que no había un muchacho más hermoso que él. Ahora que contemplaba la belleza masculina de Saiya estaba seguro de que ellas no sabían de lo que estaban hablando.

Sin embargo, no todo era belleza en aquel cuerpo desnudo, ahí también estaban las huellas de la terrible batalla que casi los había destruido, moretones que cubrían casi cada centímetro de la piel, vendajes que intentaban aliviar los huesos rotos en su pecho y en su pierna izquierda. En un momento recordó aquel nefasto día en que ambos combatieron en el llamado "torneo de los caballeros" antes de que se les revelara cuál era su verdadera misión. Ahora aquel combate le perecía una abominable equivocación, que estaba dispuesto a corregir ese día.

Shyru concentró su energía en sus manos y comenzó a deslizarlas sobre el cuerpo inerte de Saiya, mientras lo hacía sentía como un extraño y cálido sentimiento nacía en su corazón, cuando tomó la cabeza de Saiya entre sus manos se inclinó y comenzó a besar sus mejillas, su frente y su barbilla.

-Oh Saiya... todo lo que hago lo hago por ti y para ti. Por favor alíviate Saiya.- Sus labios se unieron con los de su amigo y su lengua comenzó a luchar por abrirse paso entre los dientes blancos, finalmente optó por levantar un poco la cabeza para que la mandíbula se aflojara, así pudo tocar la suave lengua de Saiya, la cual se le antojó moldeable y deliciosa. Extasiado cerró los ojos y por un momento dejó que sus sentimientos lo dominaran, dándose cuenta entonces de que amaba a su compañero de armas más allá de lo que nunca había amado a nadie.

Más al abrir los ojos y separar su boca de la de Saiya una gran tristeza lo embargó al darse cuenta de que su amado seguía hundido en aquel sueño profundo. Delicadamente soltó su cabeza y comenzó a recorrer su cuerpo con sus labios al tiempo que sus manos acariciaban cada palmo de piel desnuda. Así recorrió el cuello y los hombros, después se deslizó por el herido tórax donde los vendajes sólo le permitían tocar el nacimiento de los negros pezones, tocó el tuno al plano abdomen que fue acariciado e incluso mordido suavemente. Shyru aspiraba fuertemente el agradable olor de aquella piel cálida. Sus manos comenzaron entonces a acariciar las fuertes piernas del caballero pegaso, al tiempo su boca succionaba los testículos de su amante dormido, jalando delicadamente la piel para luego meterlos completamente en su boca, como si se tratara de algún fruto exquisito.

De pronto Shyru sintió que algo se había movido y abandonando su deleite se incorporó un poco para ver directamente el rostro de su amado.

-¿Saiya?- No hubo respuesta. El rostro del Caballero Pegaso seguía sin dar signos de conciencia. Un poco desalentado Shyru reanudó su labor, esta vez fue directamente sobre el gran falo y sin dudar un instante lo introdujo en su boca para succionarlo con verdadero placer, entonces Shyru sintió con alegría como el miembro de Saiya comenzaba a responder a sus caricias, animado por ese descubrimiento comenzó a sacar el falo de su boca casi hasta la punta, la cual lamía, para luego introducirlo casi hasta su raíz dentro de su boca. Cuando el pene de Saiya estuvo totalmente erecto Shyru lo tomó en su mano para masajearlo mientras sus labios volvía a recorrer la piel cálida en dirección al rostro; donde volvió a besar las mejillas para luego apoderarse con fuerza de los pálidos labios.

Shyru sentía correr por su cuerpo un fuego nuevo, más grande que su energía cósmica, más grande que todo lo que hasta ese momento había conocido.

-Saiya...Saiya... por favor alíviate para que pueda decirte cuánto te amo.- Excitado por sus propias palabras Shyru, muy cuidadosamente, subió a la cama y se encaramó sobre Pegaso, deslizó su mano por entre sus piernas para tomar el miembro y colocarlo justo a la entrada de su ano, aspiró profundamente y sin dudar se dejo caer poco a poco; deleitándose con cada centímetro que entraba en él, la tarea resulto fácil gracias a que el falo estaba cubierto por la saliva del mismo Shyru. Aun así su esfínter ofrecía cierta resistencia lo cual provocaba que sus músculos se contrajeran con cada centímetro de carne que penetraba en su intimidad.

Cuando todo el pene de Saiya estuvo alojado en el recto de Shyru éste comenzó a moverse, primero rotativamente, después para arriba y para abajo "mordiendo" con su recto toda la longitud del falo haciéndolo disfrutar como nunca antes lo había hecho. Loco de placer Shyru tomó los brazos lánguidos de Saiya para colocar sus manos sobre su propio pecho, frotándolas contra sus tetillas, deslizándolas por sus costados y colocándolas sobre su propio miembro que para ese momento también estaba erecto y duro como una roca. Finalmente el movimiento se fue volviendo cada vez más intenso, al sentir que el momento se acercaba Shyru soltó las manos de Saiya y reclinándose sobre él lo besó con todas las fuerzas de su amor naciente. Así cuando Shyru sintió correr en sus entrañas el semen ardiente de su amado él también se vino a raudales mojando todo el vientre de su compañero de armas.

Con un supremo esfuerzo Shyru evitó que el peso de su cuerpo cayera sobre el herido, y con cuidado se recostó a su lado sin dejar de besarlo. Con gran ternura y tratando de no lastimarlo lo atrajo hacia sí, sólo para descubrir con tristeza que seguía sin dar muestras de recobrarse. Los ojos del Dragón se llenaron de lagrimas amargas y con voz quebrada imploró.

- Por favor Saiya responde. ¡responde!.- Al no obtener respuesta dejó que las lagrimas corrieran por sus mejillas. En ese momento ocurrió algo muy extraño, el cuerpo de Saiya giró totalmente quedando sobre el cuerpo del caballero Dragón. -¿ Saiya?- Ninguna respuesta. Shyru estaba desconcertado, pero en un instante sintió algo que le indicó lo que pasaba. -Entiendo. - Sin decir más volvió a su tarea de curación.

A pesar de haberse corrido como un animal el sólo hecho de tener sobre su cuerpo a Saiya lo excitó lo suficiente para tener una nueva erección, por unos instantes Shyru besó los labios de su amante, al tiempo que tallaba su miembro contra el vientre húmedo del caballero Pegaso, lubricándolo así con su propio esperma. Después llevó sus manos fuertes hasta las caderas de Saiya a fin de empujarlo un poco hacia arriba, de modo que su falo quedara justo a la altura del ano. Entonces frotó su pene para asegurarse que estaba perfectamente lubricado y lo colocó junto a la entrada de aquel pequeño orificio, con ambas manos separó las nalgas y empujó un poco, luego colocó las manos sobre las caderas de Pegaso y volvió a empujar con mayor fuerza; claramente sintió como su miembro iba desflorando aquella apertura virgen hasta ese momento, la estrechez de aquel conducto hizo que Shyru se olvidara de todo, en su mente no existía otra cosa que su pene corriendo libremente por aquel conducto, uniéndolo con el ser que amaba más que a su vida.

-¡SAIYA!... ¡SAIYA!.... ¡TE AMO!... ¡TE AMO!... ¡Y SIEMPRE TE AMARÉ!...Aaaaaggghhhh.- Las embestidas del Dragón se hicieron cada vez más intensas hasta que al fin se vacío dentro de Saiya, lo hizo con tal fuerza que por un momento creyó que la vida misma salía de su cuerpo para entrar al de su amante. La inconsciencia se apoderó de él y se quedó dormido. Al despertar empujó suavemente el cuerpo de Saiya colocándolo en la misma posición que estaba cuando él entró. Con toda calma bajó de la cama y se vistió, con rapidez limpió toda evidencia de lo que ahí había ocurrido. -Te amo Saiya- sin decir más salió de la habitación.

El sonido de la cerradura aún se escuchaba cuando Saiya abrió los ojos y volviendo la cabeza murmuró.- Yo también te amo Dragón Shyru.- Con una sonrisa en los labios volvió a dormir, sólo que ahora estaba seguro de que despertaría más tarde.

Mientras tanto, en la gran mansión de los Kido, una esbelta figura permanecía inmóvil en una de las amplias terrazas contemplando el horizonte, sus hermosos ojos estaba llenos de lagrimas y su cuerpo temblaba sacudido por una extraña mezcla de emociones. Por una parte estaba feliz por haber ayudado a salvar la vida de su más leal caballero. Pero por otra parte, un gran dolor la sacudía al pensar que había perdido el corazón del noble guerrero. Por primera vez desde que tuvo conciencia de su condición de diosa Sahori sintió un peso enorme sobre sus bellos hombros.

FIN.

Autor "El monje".