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Fantasias que se cumplen... y se dejan llevar (9)

en Transexuales

Subí la ventanilla de atrás del coche de Fer para que no se creara corriente, y me puse el jersey negro ceñido de cuello vuelto con cuidado de no despeinarme. Aún siendo verano el camino para subir a la sierra siempre era frío y bastante tortuoso. Deseaba llegar cuanto antes a la zona de bares y tomarme una copa porque me encantaba el ambiente que había allí, y después del polvo con Sonia necesitaba un poco de desenfreno. Por lo menos veinte bares y pubs se alojaban en una sola calle y la marcha que reinaba por todos lados nos hacía bailar a todas como posesas. Sonia estaba a mi lado cerrándose la cremallera de una cazadora vaquera con borrego por dentro y corta que dejaba su ombligo al aire. Mi hermana iba delante al lado de Fran, que conducía el BMW azul fuerte a la velocidad del que conoce al milímetro el camino.

Fer, Fernando, era el único amigo de mi hermana que sabía todo lo nuestro, y es más, mi hermana me dijo hace tiempo que le ponía a mil saber que yo en realidad era su hermano y no su prima como siempre decíamos. Era un chico alto, fornido y con unos ojazos azules increíbles. Desde que me enteré de que le ponían los travestis soñaba a diario con sentirle dentro de mí.

 

- ¡Pásame el mechero, Belén…!

Le dije a mi hermana gritando por encima de la música techno que inundaba el coche.

Mi hermana pasó su mano por detrás de su asiento y me encendí un cigarrillo con bastantes problemas por el aire que entraba.

- ¡Tía, sube la ventanilla que vamos a salir volando!

Antes de que acabara de subirla Fer dobló la esquina a toda velocidad y paró en medio de un aparcamiento de tierra abarrotado de coches. Después de dos horas interminables por fin habíamos llegado. La música de los bares entraba por todos los resquicios del coche y mucha gente salía y entraba de los locales. El corazón comenzó a palpitarme más fuerte. Siempre había querido formar parte de aquel ambiente, y en ese momento me sentía excitadísima por haberlo conseguido y además como siempre había deseado, siendo una amiga más de mi hermana.

Sonia salió quitándose la cazadora y después cogió mi jersey para ponerlo en la parte de atrás del coche. Ella iba con su top morado abierto en la espalda y el pantalón blanco super ajustado con sus botas negras de tacón. Mi hermana Belén levaba su minifalda negra, mi camisa azulona con letras de fuego a la espalda y unas botas blancas.

Mi hermana se encendió un cigarrillo y expulsó el aire con chulería hacía arriba. Belén se transformaba cuando salíamos de marcha. En casa era un encanto y siempre estaba pendiente de mí, poniéndome más guapa y cuidando de que nadie se enterara de nuestro secreto, pero fuera sacaba su mandíbula, ponía cara de borde y echaba sus hombros hacía atrás para que sus pechos sobresalieran muchísimo. Yo recordaba los días en que había odiado a muerte a mi hermana cuando se ponía de esa forma, pero desde que ella y Sonia me transformaron en Yolanda la admiraba tanto que con el tiempo yo también había acabado por poner el mismo gesto de niñata creída. Por eso nunca más decía "de esta agua no beberé", y más si provenía de Belén, porque tarde o temprano sabía que ella acabaría por inculcármelo, sobre todo si yo decía que lo odiaba. Le encantaba pervertirme y yo no me podía negar a nada que ella me decía. Sonia se acercó por detrás y me dio un pellizco en el culo por encima de la falda blanca que ella me había dejado. La sonreí y me abrí el escote de la blusa para que se viera aún más el collar plateado y ceñido que se cerraba alrededor de mi cuello. Mi hermana y Sonia me habían ido convirtiendo en una zorrita descarada con el tiempo y yo ahora no podía dejar de serlo. A decir verdad estaba encantada con sentirme su muñequita y dejaba que ellas me moldearan a su imagen. Pero ahora disfrutaban más al verme llevar la iniciativa, porque desde que yo era Yolanda con letras mayúsculas era una zorra por convicción, y disfrutaba de ello como nunca.

Sostuve el cigarrillo entre mis labios rojos con mucho brillo para limpiarme la arena del aparcamiento que se me había metido por las sandalias de tacón. Después me aseguré que mi polla seguía estando bien metida en su escondite y saboreé el humo antes de apagarlo con el tacón. Mi hermana como siempre ya había cogido la delantera y de la mano de Fer fueron directamente a uno de los Pubs que más nos gustaban.

Las puertas siempre estaban abiertas y la música techno retumbaba como un cañón por todo el local. Dentro, chicos y chicas bailaban al son del bombo con cubatas en las manos. Otra cosa a las que me habían acostumbrado desde el primer día era a mirar mal al resto de la chicas. Ellas eran la competencia y no perdía ojo de cómo iban vestidas o en su forma de andar, y sobre todo a mirar a sus parejas… no había nada mas excitante que levantarle el chico a alguna pija de esas, en palabras de mi hermana. Sonia y yo adelantamos corriendo a Belén y a Fer al escuchar los primeros compases de una canción que nos apasionaba y saltamos en medio de la pista a bailar. Sonia no me quitaba ojo y de vez en cuando nos rozábamos como si estuviéramos ligando aparentando no conocernos. A lo lejos mi hermana ya estaba hablando con un grupo de chicos que me imaginé serían amigos de Fer, todos altos y fuertes, típicos cabezas huecas de discoteca. Por supuesto yo estaba loquito por liarme con uno de ellos.

Belén conseguía siempre a los chicos que quería. Sabía exactamente que hacer en cada momento para que el chico acabara siguiéndola toda la noche, y al final siempre se acaba enrollando con otro, lo que hacía que el pobre chico se tirara toda la semana siguiente haciéndose pajas pensando en ella. El lado negativo, pero a veces muy divertido, era que siempre acababan pegándose por ella. Cruzamos las miradas mi hermana y yo y ella me sonrió con una chulería asombrosa. Sonia me cogió del brazo y fuimos hasta la barra a pedir otra copa pues la primera la habíamos bebido muy deprisa.

Con el whisky con coca-cola y un ron con kivi, salimos de nuevo a la pista notando como varios grupos de chicos nos miraban el culo. La verdad es que si nadie me metía la mano en la entrepierna, Sonia y yo éramos las típicas chicas malotas, calentorras y buenísimas. Nos reímos cuando una pareja de tíos del grupo de mi hermana se pusieron a bailar con nosotros. Como me había enseñado Sonia, les calentamos todo lo que pudimos juntándonos a ellos y mirándolos fijamente. Uno se me acercó y me dijo algo al oído que no entendí, pero solté una risilla bastante pija como si de verdad me hubiera hecho gracia. Le miré y me metí un hielo en la boca. Sonia estaba tocándole el culo al otro chico. Los dos parecían hermanos, iban con una camisa azul fuerte y pantalones vaqueros apretados. Tenían el pelo corto y estaban bastante fuertes. Miré a Sonia en un segundo y ella torció los labios para decirme que no estaban nada mal.

Después de cantar a voz en grito un par de canciones más nos fuimos a sentarnos a un butacón cercano. Los chicos se acercaron. El que tenía los ojos verdes se agachó para hablarnos.

 

- ¿Qué quereís beber?

Miré mi copa y me la tragué de un trago. Era una gozada ser mujer en una discoteca porque aparte de sentirse deseada, una podía beber copas gratis siempre que quisiera… solo por eso ya me habría convertido en mujer.

 

- Whisky con coca cola para mi y ron con kivi para ella.

Dije sin mirarle. Los chicos salieron corriendo para traernos las copas mientras Sonia y yo nos fumábamos un cigarrillo riéndonos de la gente que pasaba y contemplando el panorama de culos y paquetes que pasaban a nuestro alrededor. Mi hermana llegó con un chico bastante atractivo rubio, diferente con el que había estado toda la noche.

 

- Darme fuego que nos vamos a dar una vuelta.

Saqué el mechero de mi bolsito blanco y le di fuego a mi hermana que en seguida se dio la vuelta con aires de superioridad y cogiendo al chico del culo salieron a la calle. La odiaba tanto cuando hacía eso que supe que en breve yo sería igual, y un golpe de excitación me puso súper cachonda. ¿Dónde estaban los tíos aquellos?.

Los dos chicos vinieron por fin y nos dieron las copas. Según se agachó el primero le cogí de la copa y le besé con fuerza. El chico cayó rendido junto a mí intentando tocarme las tetas Yo le quité la mano con fuerza y se la lleve hasta mi culo. Sonia se dejaba meter mano por debajo del pantalón mientras le comía el cuello al chico. Si nos hubiese visto desde lejos antes de sentirme como me sentía haciendo aquello seguro que habría pensado lo putas que éramos, pero ligarme un chulo de discoteca era todo en lo que podía pensar en ese momento.

Después de permitir que los chicos nos tocaran de arriba abajo y teniendo cuidado de que no me tocara nunca entre las piernas, nos levantamos las dos sin decir nada, hinchadas de placer pero controlando todavía. Había que dejarles con las ganas. Era como un juego… peligroso pero excitante.

 

- Esperarnos aquí un segundo ¿vale?

Dijo Sonia atrapando mi mano llena de anillos aparatosos y las uñas largas y blancas. Salimos contoneándonos como dos diosas de la discoteca camino del aparcamiento para ir a mear. Otra de las cosas a las que Sonia y mi hermana me habían acostumbrado era a ir a mear juntas y siempre que podíamos, hacerlo fuera porque los baños de chicas solían estar demasiado sucios. Detrás de un coche a lo lejos Sonia se bajó los pantalones y agachada comenzó a soltar su liquido medio amarillo de las cuatro copas que nos habíamos bebido. Yo me agaché también a su lado abriéndome la falda y comencé a mear también intentando no manchar las sandalias rojas con tacón que me había comprado hacía una semana y que me habían costado los ahorros de un mes. Cuando acabamos me coloqué el sujetador y Sonia se apretó sus pechos. Me miró de forma graciosa y nos besamos con fuerza.

 

- Tía… ese chico me ha puesto a mil…

Me dijo metiendo su mano entre mis piernas acariciando mi polla. Yo metí mi mano hasta su coño y ambas nos reímos.

 

- Eres una perra, tía… y me lo estas pegando, joder…

Me dijo Sonia ofreciéndome un cigarrillo.

Volvimos andando por el aparcamiento hasta que nos cruzamos con el coche de Fer. Miramos dentro y vimos a mi hermana abierta de patas mientras el chico rubio le comía el coño.

 

- Tu hermana también es una pedazo de perra, ¿sabes?

Yo sonreí retocándome el perfil de los labios con cuidado. Expulsé el humo hacia arriba y de nuevo puse ese aire de niñata malcriada y pija. Paseamos nuestros cuerpos por la calle hasta que escuchamos otra de las canciones que venían en el disco techno que solíamos escuchar a todas horas y después de ubicar el sonido en un bar entramos saltando hacía la barra. Nos tomamos dos chupítos de algo rosa y muy dulce y nos pedimos otra copa. Yo ya iba bastante borracha y Sonia me iba a la zaga. Al pasar por otro bar tiramos una papelera al suelo y nos sentamos en la acera con las piernas abiertas riendo como dos pijas.

- Tía… ¿se habrán cabreado los chicos?

 

- ¿Qué chicos?

Respondí sin poder parar de reír.

- Da igual…

Me dijo Sonia pasándome el espejo de su bolso para retocarme un poco el pelo. Me coloqué la falda y me abroché el botón superior de la blusa porque empezaba a tener frío. Entonces llegó Fer con otra copa en la mano. Se quedo mirándome. Yo le sonreí y el se agachó hasta mi nivel. Se acercó a mi oído.

 

- ¿De verdad eres el hermano de Belén?

Me susurró. Yo asentí orgullosa.

 

- Siiiii

La borrachera me hacía comportarme como la típica niñata de discoteca. Fer me ayudó a levantarme mientras me tocaba el culo.

 

- Pues estas buenisima…

Me dijo. Yo volví a sonreír. Sonia cogió su copa y se agarró a mi brazo riendo.

 

- ¿Quieres probar…

Fer torció su cara y abrió los ojos un poco. Yo miré a Sonia sonriendo. ¿Qué se le había ocurrido esa vez?

 

- Probar… con las dos…

Fer soltó una carcajada nerviosa. Yo miré a Sonia abriendo mucho los ojos de forma graciosa. Imaginar a las dos personas mas sugerentes de la noche juntas me estaba volviendo loca. Le puse la mano en todo el culo a Sonia y comencé a moverlo.

 

- Siiii, porfa…

Le dije con una voz tan femenina que me sorprendí a mi misma.

Las dos nos pusimos a cada lado de Fer y le llevamos andando por en medio de la calle hasta otro bar. Entramos en uno que tenía lámparas azules por todos lados y la gente bailaba dando saltos. Debían ser las cuatro de la mañana. Fuimos directamente al baño entrecruzando miradas de lujuria Sonia y yo. Por suerte no había cola en el baño de tías y entramos con Fer medio drogado de imaginación. Entramos en uno de los reservados y según cerramos la puerta me tiré como loca a su pantalón. Le abrí la bragueta con la risa de Sonia por detrás.

 

- Ya veras… es una zorra muy experta…

Fer estaba completamente paralizado mirando como le abría el pantalón vaquero y le sacaba la polla como una piedra de dura. Me puse de cuclillas y sacando mi lengua comencé a lamerle el fresón suavemente. Subí mi mano hasta su boca y el me lamió el dedo también lentamente. Sin poder evitarlo me metí toda su polla hasta la garganta, sintiéndola caliente y dura entre mis labios. Chupé como sabía que les gustaba, primero fuerte, después débil, otra vez fuerte… De repente sentí las manos de Sonia entrar en mis piernas y bajarme la falda un poco. Yo seguía concentrada en hacer sentir a Fer en las nubes hasta que noté que un poco de semen caliente comenzaba a salir de su fresón. Sonia me dio la vuelta y me bajó las bragas mostrándole el culo abierto. Después de todos esos meses ya lo tenía tan dilatado como un coño chorreante.

 

- Métesela entera… venga…

La verdad es que no sabía que me estaba poniendo más caliente: saber que Fer me iba a penetrar o escuchar la voz viciosa de Sonia entre la música techno. El caso es que enseguida note como me atravesaba hasta el estómago amarrándome por la espalda. Comencé a gemir compulsivamente mientras Sonia me mamaba la polla. Fer no estaba acostumbrado a tanto morbo y de repente noté como se corría dentro de mí. Se sentó extasiado en el lavabo mientras yo le comía el coño a Sonia. Ella puso sus manos en su culo y se introdujo su dedo por el agujero varias veces. Las dos nos corrimos al cabo de cinco minutos ante la atenta mirada de Fer, que tenía los ojos casi fuera de sus órbitas.

Nos quedamos callados los tres fumándonos un cigarro tranquilamente. Tras el orgasmo se nos había bajado la borrachera, así que salimos del baño a buscar algo que beber. Algunas chicas que estaban esnifando unas rayas fuera nos miraron sonriendo, y más cuando salió Fer.

 

- Joder como está el ambiente por aquí…

Yo las sonreí mientras me arreglaba la falda y el pelo. Sonia bebió un poco de agua para quitarse el sabor amargo de mi semen. En ese momento, como una adivina, mi hermana entró en el baño. Se nos quedó mirando.

 

- Vaya… las viciosas de siempre…

Miró a Fer.

 

- Veo que mi hermanita ya te ha probado… joder…

Se agachó en el lavabo y se puso unas rayas. Después tiró la cabeza para atrás y nos ofreció otras.

 

- Oye… se me está ocurriendo una cosa…

Dijo Fer tocándose la nariz.

 

- A ver…

Dije agarrandome a él. Me encantaba sentir sus músculos caliente en mi estómago liso.

 

- Javi, un amigo de aquí me ha ofrecido la casa de sus padres… no hay nadie… si queréis pasamos la noche allí… no me apetece conducir de madrugada…

Mi hermana paró un segundo para pensárselo. Yo la puse cara de "por favor", y ella asintió.

 

- Pero con calma.. ¿de acuerdo?

Sonia se agarró a Fer y yo a mi hermana y todos salimos a la pista de baile.

Aquella noche sería interminable, me dije. Había que aprovechar lo que quedaba de verano como fuera, y sobre todo tenía que hacer que Fer se enganchara de mi como lo estaba Sonia. Y vaya si lo conseguí.

 

 

Bueno, novena entrega de Yolanda, Sonia y Belén… espero no haberles defraudado… Como siempre, si quieren hacerme cualquier comentario de lo que sea, no duden en escribirme.