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Fantasias que se cumplen... y se dejan llevar (12)

en Transexuales

Las sabanas se me habían pegado del calor a lo largo de mis piernas y sentía mi cuerpo entero bañado en sudor. Los rayos del sol se colaban como posesos por todas las rendijas de la ventana y uno de ellos me daba directamente en la cara. Levanté la mano para taparme los ojos y busque el despertador en la mesilla atestada de la ropa del día anterior. Eran las diez y media pasadas. Fuera se oía el jaleo de la ciudad, coches pitando en medio de los atascos que se producían siempre en el cruce cerca de nuestra casa y voces de niños del colegio que estaba a un par de manzanas de allí. Agarré la almohada sintiendo el fresquito de la parte a la que todavía no le había dado el sol y respiré hondo cogiendo fuerzas. La cabeza me dolía un poco por la cantidad de copas que el día anterior nos habíamos tomado en la macro discoteca donde pincho Tony durante un par horas seguidas.

Mientras buscaba con los pies una zona fresca entre las sabanas, recordé a Sonia en el baño de la disco disfrutando de su culo mientras yo arremetía con fuerza por detrás y tuve la primera erección típica matutina. Me pregunté si ellas tenían también esos calentones mañaneros porque si como mujer los tenía que perder seguro que los echaría muchísimo de menos. El simple hecho de notar que ella había estado pensado en mí en su casa mientras jugaba con su agujerito me ponía muy caliente. Me froté la polla varias veces arriba y abajo y cuando estaba lista abrí el cajón de la mesilla sacando el vibrador grande que mi hermana me había regalado varios meses antes. Me unté mi culo/coño con la vaselina y lentamente comencé a hacerme el amor yo misma, mordiendo y chupando mi dedo índice como si estuviese con la verga de Fer dentro de mi boca a la vez que sentía mi recto lleno de placer mañanero.

El sudor se condensaba en mi frente con cada espasmo que mi cuerpo recibía al meter mas hondo el consolador, y Sonia desnuda se entremezclaba con el cuerpo de Fer en la sierra agarrado al mío. Estaba hecha un lió, pero por primera vez yo era quien tenía que elegir. Después de tres sacudidas fuertes mi culo se sentía tan lleno de alegría que tuve un orgasmo suave y tranquilo, como hacía tiempo que no tenía. Una canción techno, repetitiva y machacona de las que pinchó Tony la noche anterior, cruzó el pasillo a todo volumen en señal de que mi hermana se había levantado. Dejé el consolador respirando fuerte todavía en la parte de abajo de la mesilla y me levanté estirando mucho los brazos. Mi culo transmitía a través de todo mi cuerpo los pequeños temblores post orgasmo. Me coloqué el sujetador con relleno y me subí las bragas para no resfriarme después del calentón que había tenido. Me peiné mi pelo rubio y rizado lo que pude y salí contoneando mi cuerpo por el pasillo hasta el de mi hermana. Tosí un par de veces. Tenia la boca como si me hubiera bebido un bidón de aguarrás. Ella salió del suyo con la cara hinchada de sueño y el pintalabios negro corrido por la comisura de sus labios.

 

- ¿A que hora acabaste ayer, tía?

La pregunté en la puerta. Ella se había quedado con Tony en la disco después de que nosotras nos fuéramos con Fer. Mi hermana me miró medio dormida e hizo aspavientos en el aire con la mano como diciendo que demasiado tarde.

 

- ¿Tienes tabaco?

Pregunté sosteniendo su puerta con mi brazo.

Ella asintió como una zombi y salió camino del baño apoyándose en las paredes del pasillo. Su cuarto estaba como el mío, con ropa tirada por todos lados y papeles desorganizados en la mesa. Busqué su bolso que sobresalía bajo su cazadora vaquera negra, tiré a la papelera un par de envoltorios vacíos de condones y saqué el paquete de tabaco. Me fui a la cocina a prepararme un café bien cargado y con la taza caliente entre mis manos me deje caer en el butacón del salón sin fuerzas apoyando mis pies en la mesa del centro. Después de darle un trago largo al café me encendí un cigarro y dejé que su sabor agrio recorriera mi cuerpo. A la una pasaría Teresa a recogernos para irnos a la playa, y supuestamente a las doce y media Sonia vendría a casa para estar las tres juntas. Respiré hondo el humo con un amago de tos e hice tiempo para que mi hermana saliera del baño como diez minutos después. Todavía tenía la imagen de Sonia en el aseo de la discoteca en mi mente, y sobre todo la cara de viciosa que ella ponía cuando estábamos solas.

Después de ducharme con el champú especial para pelos teñidos, ponerme crema por todo mi cuerpo, depilarme concienzudamente, tomarme las pastillas de hormonas y lavarme bien mis partes intimas fui de nuevo al cuarto de mi hermana, que apuraba un cigarro sentada en la silla llenando la maleta de ropa de verano.

 

- Herma...

Comencé a decirla jugando a hacerle una coleta en su pelo negrísimo por detrás, quitando los rizos que se formaban en sus puntas con suavidad.

Ella me miró con mejor cara, pues se había maquillado lo justo para no parecer muerta. Sus ojos negros me seguían cautivando de tal forma a veces me costaba despegar la mirada de ellos.

 

- Dime, cariño.

dijo apagando la colilla en su cenicero expulsando la última bocanada de humo hacia el techo.

 

- pues... que no tengo bikini.

Me crucé de brazos mirando sus bañadores. Mi hermana soltó una carcajada.

 

- Hostia, pues es verdad... a veces se me olvida que eres chica desde hace poquito...

Ya estaba ella con sus bromas. Le tiré una falda de tubo negra arrugada que estaba en el suelo. Ella se levantó con un bikini rojo de dos piezas y me miro cerrando un ojo sosteniendo el top encima de mi cuerpo.

 

- A ver... no te pongas nerviosa... este te estará bien... si prometes no gastarte demasiado de noche en cuanto lleguemos nos vamos de compras, ¿de acuerdo?... porque con el relleno este quizás no te quepa del todo bien. De todas formas vete probándotelo.

 

Me lo tiró a los brazos para seguir ella eligiendo la ropa que nos llevaríamos. Me bajé las bragas y me puse el bikini escondiendo sin demasiado trabajo mi polla flácida por el calentón pasado. El relleno del sujetador se salía solo un pelín de la parte de arriba y seria fácil disimularlo. Me miré en el espejo grande del armario de mi hermana. Esta fenomenal. Con mi cuerpo bien desarrollado, las caderas un poco salidas y mi culo respingón estaba lista para broncearme. De hecho, de espaldas tenía un tipazo, con la melena rubia y rizada cayéndome por los hombros. Mi hermana me dio un azote suave.

 

- Venga, tía, deja de asombrarte... ¿de verdad te sigue poniendo vestirte de tía después de todo este tiempo?... Si quieres hago como que te pillo con ello puesto y jugamos como en los primeros días...

Yo me puse rojo de vergüenza y me quité el bikini dejándolo en la maleta. Me puse mis bragas de nuevo y le quite el mechero de encima de la mesa.

 

- Anda, vete a cambiarte que Sonia llegará en breve... y ponte guapa, que nos vamos a la playa...

Me dijo cuando cruzaba la puerta de su cuarto para ir al mío. El corazón se me iba acelerando con cada minuto que nos acercábamos a las doce. El viaje en coche duraba 5 horas, así que tampoco podía ponerme como yo solía querer, ese aspecto de pechugona pijísima que tanto me excitaba aparentar. Saqué un pantalón negro elástico que me hacía un culo bastante redondo, un niky de manga corta azul clarito como los que llevaban los jugadores de polo con un numero siete grande escrito en la espalda, las zapatillas de deporte blancas y las gafas de sol negras y alargadas en mi pelo de forma que me lo sujetaba hacia atrás. Me miré al espejo maquillándome los párpados y perfilando mis labios de rojo oscuro. La verdad es que incluso cuando no me lo proponía tenia una punta de zorra pija que no era normal. Mi hermana me había pervertido de tal forma y manera que a veces no podía controlar esos ataques de coquetería estúpida que me entraban.

 

- ¡¡Herma...!!... ¡¡Vete metiendo todas tus cosas de baño en la bolsa pequeña!!

Gritó mi hermana por el pasillo por encima de la música sacándome de mis reflexiones. Yo cogí todos mis potingues para la cara, el maquillaje, del baño saqué los champús y lo metí como pude en la maleta. Mi falta de costumbre de viajar como chica me hizo reparar en la cantidad de cosas que me eran indispensables para salir de casa. La verdad es que en ese momento entendí porque mi hermana siempre solía tardar tanto cuando nos íbamos con mis padres de viaje. Me excite mucho al mirar mi bolsa repleta de todas las cosas de maquillaje y sonreí. Poco a poco me estaba convirtiendo en toda una mujer.

Sonia tardó diez minutos en llegar. Estaba fantástica. Llevaba un pantalón beige muy fino y ajustado que enseguida me recordó el pantalón de mi primer día como chica, una camiseta muy corta que apretaba sus pechos como dos globos y unas gafas de sol idénticas a las mías de peineta. Mientras mi hermana terminaba de organizar todo la hice un café en la cocina fumándonos un cigarro.

 

- ¿Lista para tu primer súper bronceado, tía?

Me preguntó dejando la taza en la encimera blanca, al lado del exprimidor.

La sonreí y asentí abriendo la nevera para coger una lata de cerveza, la mejor forma de acabar con el dolor de cabeza de la resaca. Di un trago largo. Me quité una pelusa de mi ojo derecho y me acerqué a Sonia. Dejé el cigarro en el cenicero. Ella me miró seria.

 

- Tía... respecto a lo de ayer...

comenzó a decirme.

La toqué la cara con mis uñas pintadas de negro. Era tan preciosa y caliente... La besé en la boca cerrando los ojos, como cuando sientes amor verdadero por alguien. Sonia me respondió agarrando mi culo con sus manos y apretándome contra ella.

 

- Ya estáis... Joder... ¿pero tu no te hiciste mujer para disfrutar de las pollas?

Mi hermana estaba detrás nuestro sacando una bolsa de plástico de un armario. Sonia se dio la vuelta y le sacó la lengua.

 

- Deja en paz a Yolanda...

 

- Anda que menudo viajecito me vais a dar...

se quejó mi hermana Belén saliendo de la cocina.

 

- ¡Ir bajando con las maletas si queréis!

gritó desde el fondo del pasillo.

Sonia se acercó de nuevo a mi cara.

 

- Te tengo una sorpresita... esta noche en la playa te la doy...

Me susurró mordiéndome el labio inferior. Me quede quieto viendo menear su culo redondito por el pasillo. Le di la última calada al cigarrillo y puse la taza de café de Sonia debajo del grifo. Me estaba volviendo loca por ella, y lo mejor era que Sonia de mi también. Ya vería que hacía con Fer cuando volviera, porque Sonia era una belleza... pero yo necesitaba una polla caliente y de verdad de vez en cuando.

 

 

Teresa llegó puntual. Tenía un Wolksvagen Golf verde oscuro de los nuevos, redonditos, con el techo corredizo... el típico coche de una niña pija, pero ya no me sorprendía nada de Teresa. Ella se bajó para ayudarnos con las maletas. Me dio un beso en la mejilla mirándome de arriba a abajo. Tenía un pantalón negro con rayas blancas finas y un top blanco que dejaban ver la parte superior de sus pechos muy juntos y hacía arriba. Iba muy maquillada y su piel bronceada la hacía espectacular. Tenía bastante estilo y me costaba verla con esos ademanes de niña de papá.

 

-Joder... se me va a hacer difícil acostumbrarme a verte de chica... pero estas tan mona...

Me dijo sonriendo.

Después le presentamos a Sonia y mi hermana se cruzó una débil sonrisa con ella. Me senté delante con Teresa y mi hermana y Sonia se sentaron detrás. Cerramos las puertas y pusimos la música techno a tope. Hacía calor, pero el coche estaba fresquito.

 

- A las cinco como muy tarde estamos allí, tías... pararemos a comer en un restaurante de carretera cuando tengamos hambre y después del tirón hasta la costa.. ¿Tenéis ganas de ir?

Las tres asentimos como idiotas. Era la guinda perfecta a un verano perfecto. Teresa metió primera en el cambio de marcha y salimos por la autopista.

 

 

El paisaje había cambiado a un verde oscuro y árboles mas frondosos. Tras dos horas de viaje mi hermana estaba dormida apoyada en Sonia que también daba cabezadas. Teresa tenía las gafas de sol puestas conduciendo concentrada. La miré por enésima vez. Estaba genial... mucho mejor que con esa pinta de hippie arrastrada.

 

- Cariño...

me dijo sin apartar la vista de la carretera.

 

- ¿me enciendes un piti por favor?...

Me saqué del bolso el paquete de tabaco y encendí dos a la vez. Le pase uno y ella bajó un poco la radio sujetándolo entre los labios. Llevaba las uñas cortadas de forma cuadrada y pintadas de blanco los extremos, como solía ponérmelas yo.

 

- Sabes, jamás pensé que estuviéramos aquí los dos yendo a la playa... y menos que tuviera que llamarte tía...

Me reí. Era una locura del destino, pero había que dejarse llevar.

 

- ¿Y cómo...? a ver como me explico... ¿cómo lo has estado haciendo?

 

- ¿El qué?

 

- Pues que si tus padres lo saben...

Yo negué expulsando el humo y bajando un poco mi ventanilla para ventilar el coche de tabaco. Mi pelo comenzó a volar hacía atrás y me lo agarré con la otra mano.

 

- No... todavía no... deje la universidad hace mas o menos un año, y además ellos casi siempre están de viaje.

 

- Es verdad... no me acordaba que tus padres estaban siempre de aquí para allá, tío, Joder, lo siento, quería decir tía... pero se lo tendrás que decir, ¿no?

 

- Si... pero es algo que me pone muy nerviosa... cuando volvamos del viaje se lo diré a mi madre... además, quiero irme a vivir fuera de casa.

Teresa puso el intermitente al adelantar a un camión antes de volver al carril izquierdo. El paisaje cambiaba muy deprisa, y los campos verdes de la meseta parecían un mar de hierba. Tiré la colilla por la ventana, me puse las gafas de sol alargadas y respiré hondo. Un coche que nos adelantaba pitó varias veces, y un chico sacó la cabeza por la ventanilla.

 

- ¡¡¡¡Zorritas!!!

Teresa les mostró el dedo anular y freno un poco para que ellos pasaran de largo.

 

- Gilipollas... cuando lleguemos quiero presentarte a alguien que tiene... un problema como el tuyo... bueno, como el que tuviste tú.

 

- ¿A si?

pregunté interesada

 

- Si. Se llama Alberto. Es el hermano de un amigo de Paco, mi novio... sospechamos que...

Le di un golpe pequeño en el brazo a Teresa.

 

- Tía, habla sin miedo, joder, que me ha costado un año superarlo.

 

- Bueno, pues eso, que sospechamos que se pone mi ropa cuando viene a casa. Es bastante femenino y nunca sale con chicos, pero claro, nunca lo hemos hablado con el. A lo mejor si tu le cuentas...

Yo sonreí mirándome en el espejo. Me pasé la lengua por los labios para darles un poco de brillo. Me recogí el pelo con la mano pasándolo a un lado. Si había algo que pusiera caliente era ayudar a la gente a decidirse. Me acordé de Tania y su forma de explotar tan salvaje... hacía por lo menos un mes que no hablábamos, pero estaba segura que ella estaba encantada... sobre todo por su novio, que era el suelo de todas nosotras.

 

- Por supuesto. Déjanoslo a mi y a mi hermanita y en dos días será una mujer hecha y derecha. Un poco pija porque todas somos así, pero una mujer al fin y al cabo.

Las dos nos reímos a carcajadas.

El olor a mar se pegaba a mis pulmones como un trapo húmedo condensando pequeñas gotas de sudor en mi frente. Hacia un sol de mil demonios y la gente paseaba con bañador por el paseo marítimo de la ciudad. El mar azul se perdía como un tapete liso en la distancia solo roto por la espuma de alguna ola que rompía antes de tiempo y el sonido de alguna gaviota que hacia esfuerzos por encontrar alguna corriente de aire caliente con la que subir varios metros por encima del muelle.

Al final habíamos llegado a su casa tardísimo porque pillamos el típico atasco veraniego en la carretera, cuando todo el mundo salía en tropel de la ciudad para aprovechar los últimos días de verano. Estábamos cansadas y aunque queríamos quemar la marcha nocturna nos metimos en la cama pronto para disfrutar del sol al día siguiente cuanto antes. Sonia, mi hermana y yo dormíamos en un cuarto lo suficiente me amplio como para no estar apretadas, cada una en una cama y Teresa dormía en su cuarto al final de un pasillo estrecho pero corto. Su novio Paco estaba en una mini gira de Dj en una discoteca en el otro lado del país llegaría en dos días, así que no le habíamos visto todavía.

Al día siguiente pisamos la playa como locas y tras una hora de hacer el tonto por la arena, nos tendimos cansadas en la arena. Sonia estaba a mi lado tumbada con su mini bikini azul sobre una toalla roja. Mi hermana estaba hablando por fin con Teresa, soltando risas de vez en cuando. Deseaba que las dos se llevaran bien porque Teresa era encantadora, quizás se había convertido en una chica demasiado pija, pero era una maravilla de chica, además, siempre habían dicho que cuanto mas odiabas una cosa mas la querías... y Teresa siempre había odiado a mi hermana mucho. Yo estaba tumbada boca arriba, con el bikini rojo de mi hermana y llena de crema resplandeciente por todo el cuerpo. No paraba de mirarme el estómago liso que reflejaba el sol rezando para que por lo menos ese color pálido de ciudad contaminada se me fuera un poco para salir por la noche. Muchas chicas se paseaban andando por la playa con unos cuerpos perfectamente negros del sol y los labios un poco quemados, matándonos de envidia a las tres. A las dos horas de sol continuo, Sonia me tocó el hombro.

 

- Ponme un poquito más de crema en la espalda, tía, que me estoy achicharrando...

Un olor a fritanga, pescadito frito, me vino por el lado derecho recordándome los viajes familiares de hacia algunos años. Sonreí. Muchas noches metido en mi cama aquellas noches de playa con mis padres me había masturbado pensando en estar en esa misma playa pero de otra forma bien distinta... exactamente como estaba en esos momentos, rodeado de mis amigas poniéndome morena para asaltar los bares nocturnos. Hacia un día perfecto.

Cogí el bote de crema y me puse un buen pegote en los dedos. Sonia se quito el top del bikini mostrándome sus tetas al aire antes de tumbarse boca abajo. Dejé caer otro chorro de crema blanca entre sus omoplatos, y ella respondió con un gritito ahogado por el cambio de temperatura de la crema contra su piel blanca. Comencé a extenderle toda la crema en círculos concéntricos por la espalda apretando su carne con mis manos, y de vez en cuando dándola pellizcos para que no se durmiera. Con tanto masaje y fricción, me puse un poco excitada de ver la carne de Sonia al lado del mar. Seguí extendiendo la crema en círculos cada vez mas grandes hasta que rocé la parte baja de su espalda. Vi que ella cerraba los puños cogiendo arena entre sus dedos cuando mi mano se acercaba al límite de su bañador. Miré a mi alrededor para asegurarme de que ningún salido estaba mirando y que mi hermana y Teresa seguían haciéndose amigas y metí mi mano por dentro de su bañador. Sonia cerró los ojos y movió su cuerpo acomodando sus pechos en la arena. Se pasó la lengua varias veces por sus labios. Mi dedo lleno de crema llegó por entre sus nalgas a su agujero y para hacerlo menos evidente me senté mas cerca de ella para tapar mi mano con mi cuerpo. Mi dedo índice tocó el borde de su agujerito y ella cerró los puños mas fuerte. Poco a poco mi dedo se introdujo en su culo con una facilidad sorprendente, mezcla de la crema y de la dilatación a la que ella por su cuenta lo había estado acostumbrando. Gimió varias veces hasta que me pidió que parase. Lo saqué de un tirón, lo que le produjo otro espasmo. Su respiración se había hecho mucho mas fuerte y su espalda subía y bajaba llenando sus pulmones.

Me encendí un cigarro y se lo pase a ella, que se levantó con la cara hinchada... como a mi me apasionaba.

 

- Eres una zorra...

Me dijo vocalizando después de respirar el humo.

Yo asentí guiñándola un ojo encendiéndome otro cigarro sentada sobre mis piernas. Sonia se levantó y vi que tenía una mancha sospechosa en la entrepierna. Se puso la toalla encima cubriendo su bañador y bebió de la botella de agua mineral que teníamos al lado de las bolsas de playa. Mi hermana se nos acercó con Teresa al lado.

 

- niñas...

Miró con cara rara la cara de Sonia, que se puso roja. Abrió la boca para decir algo pero se calló. Me miró y negó un poco con la cabeza.

 

- Que Teresa y yo nos vamos a dar una vuelta por el puerto, ¿vale?. Estas son las llaves de casa...

Tiró las llaves de la casa de Teresa a los pies de mi toalla.

 

- Hay pasta en el microondas, ¿sabéis?, nosotras estaremos de vuelta a eso de las seis para arreglarnos y salir de marcha...

Dijo Teresa alargando las "eses" de forma demasiado pija.

 

- Cuando vengamos te presento a ese chico que... bueno, el que te dije en el viaje, ¿vale?... ser buenas...

Las dos cogieron sus bolsas y cruzaron toda la playa hasta las escaleras de la calle. Sonia se acercó en seguida expulsado de nuevo el humo del cigarrillo.

 

- ¿Te apetece ir a casa ya?... no puedo mas de sol por hoy.

La verdad es que yo estaba roja como un tomate, y la cantidad de sol que mi piel podía asimilar estaba ya ampliamente sobrepasada. Recogimos todo y nos fuimos a casa de Teresa.

No había nadie, y el fresquito de una casa con las persianas bajadas nos reconfortó. Quería darme una ducha para quitarme toda la arena que se me había metido por todas partes, y además tenía un poco de hambre.

En el pasillo Sonia me miró con los ojos muy abiertos.

 

- ¿Quieres que te enseñe el regalito que te he comprado?

Tenia una sonrisa extraña en su cara alargada. Su pelo rubio estaba despeinado y la manchita en su bañador no había desaparecido. Yo dejé todas las bolsas de playa en el suelo y me acerqué.

 

- ¿Te gustó la cremita?

La pregunté acariciando sus pechos con mi uñas.

 

- Siiii... y ahora te toca a ti...

Mi piel me quemaba un poco y el calor nos hacía mas... mas exuberantes, mas gorditas. Comenzamos a besarnos oyendo a la gente en la playa y algún coche que pasaba deprisa. El mar se fundía con el resto de sonidos de aquella ciudad costera y pequeña. Cerré los ojos y sentí como ella me lamía la espalda.

 

- Estas súper salada, tía...

Me dijo.

Su lengua continuó bajando por mis piernas hasta mis pies. Me chupó los dedos del pie varias veces y al final me introdujo su mano delgada por dentro del bañador donde mi polla iba a estallar. Me la sacó con cuidado y sus labios me rozaron el fresón. Entre lo caliente que tenia mi piel por el sol y el sofoco que me estaba entrando con mi polla dentro de la boca húmeda de Sonia mi corazón latía como nunca. Me agarré a la silla para no caerme de la ansiedad. Sonia movía su lengua como loca rozando con cada pasada la punta de mi verga.

 

- Túmbate en el sillón... a cuatro patas y cierra los ojos...

Me dio un beso en la polla y salió corriendo. Yo cerré los ojos obediente. No podía imaginar que tenia ella entre manos. Oí sus pasos trotando de vuelta por el pasillo.

 

- A ver si te gusta...

Note algo duro cerca de mi cara que intentaba entrar en mi boca.

 

- No abras los ojos todavía, por favor...

Me dijo en un susurro de lo mas excitante.

A cuatro patas abrí la boca todo lo que pude y comencé a chupar lo que parecía un consolador grande, con venas y todo. Estaba fresquito y el tacto era muy suave. Sonia estaba loca. Me lo paso por toda la boca agarrándome de la cabeza, obligándome a llevar un ritmo, como me hacía Fer. La única diferencia entre lo que tenía en mi boca y la polla de Fer era la temperatura. No podía aguantar mas, así que subí mi mano para agarrar aquel falo de textura tan agradable y para mi sorpresa no pude moverlo.

 

- Abre los ojos... cariño mío...

Al abrir los ojos descubrí a Sonia de pie a mi lado, con aquel pedazo de verga acoplado a un arnés azul claro que se cerraba en su cintura de avispa. Me quede parado un segundo. Su cuerpo desnudo con aquello entre las piernas era tan extraño como excitante. Yo ya no podía parar. La agarré su culo metiendo el consolador hasta mi garganta, chupando como loca. Era como si Sonia tuviera polla... el máximo de lo máximo.

 

- Date la vuelta...

Jamás, de verdad, jamás pensé en Sonia como lo estaba haciendo en ese momento. Era una pedazo de pervertida, y solo podía imaginarme su cara de chica buena en la tienda donde lo había comprado.

Sus cuerpo caliente se acercó al mío por detrás y sentí como un chorro de crema fría me caía por la raja de mi culo/coño. Di un pequeño salto hacia adelante por la temperatura, pero en seguida me acostumbre. Ella me agarró de los hombros y con lentitud me clavo su juguete en el centro de mi culo. Sus dedos me agarraron de mis hombros para hacer presión y su cadera comenzó a moverse rápido. Me estaba enculando Sonia, no me lo podía creer.

 

- Si... si...

Dije sin poder evitarlo...

 

- Si...

Repetía con cada sacudida que ella me daba. Sus uñas larguísimas se me clavaban en los hombros hasta el punto de no importarme que me hiciese daño, y aquel aparato ya caliente se me incrustaba hasta mi esófago. Cuando ya no pude reprimirme mas solté un grito tan grave que me dio hasta miedo a mi. Con reflejos cogí una de las toallas que había en el suelo y lo puse debajo de mi polla, para que mi leche no cayera al butacón al salir disparada.

 

- ¿Ya?

Yo asentí respirando con dificultad.

 

- Jo... joder...

Sonia me besó tiernamente en los labios mientras salía de mi culo.

 

- Era mi regalito... ¿te ha gustado?

Asentí de nuevo sin poder moverme. Mire a Sonia que se contemplaba con el arnés color azul claro puesto en el reflejo del televisor.

 

- Joder, parezco una putona de esas de peli porno sado...

Puso cara seria aunque graciosa mientras se hacia una paja en esa polla de goma. Su imagen era como un sueño sexual, con su pelo rubio largo sobre sus pechos redondos.

 

- ¿Es así como os la meneáis, verdad?

Yo no podía parar de reírme.

Nos dimos una ducha juntas y después de comer los espaguetis con tomate nos tumbamos en el sofá del salón a ver la televisión una encima de otra. Su olor a champú mezclado en su piel era reconfortante...

Mi hermana y Teresa nos despertaron entrando en casa.

 

- ¿Estáis vestidas?. ¡Venimos acompañadas!

Sonó la voz de Teresa desde el recibidor. Sonia se levanto y se puso nada mas que una camiseta que le llegaba hasta justo el final de su coño y yo me puse el una camisa un poco larga también con mi sujetador relleno debajo. Estábamos medio dormidas y la luz del sol oblicua y rojiza de la tarde llenaba la casa. El mar se oía a lo lejos.

 

- ¡Si!. ¡Pasar si queréis!

grité en respuesta.

La puerta se abrió y mi hermana y Teresa entraron en el cuarto con un chico al lado. El chico era alto, pero la verdad es que tenia rasgos muy femeninos. Al encender la lámpara de la esquina vi que sus ojos eran verdes y su pelo moreno lo tenia un poco largo para ser chico. Nos miro sonriendo. Teresa nos presentó.

 

- Este es Alberto, el hermano de un amigo...

Nos dimos los besos correspondientes y se sentó junto con Sonia y conmigo.

 

- ¿Habéis comido bien?

 

- Si... hemos dejado para mañana unos pocos

dijo Sonia.

Alberto no nos perdía de vista. Su cara alargada tenia estilo y sus maneras era femeninas, de eso no había ninguna duda. Me recordó cuando yo sentía a Yolanda dentro de mi.

 

- Nosotras nos vamos a cambiarnos para salir de marcha. Alberto nos ha dicho que se apunta... ¿verdad?. ¡Vamos a reventar las discotecas esta noche!

 

- Si...

Alberto no sabía donde mirar.

Teresa y mi hermana se fueron por el pasillo hasta el baño, pero justo antes de desaparecer, Teresa me hizo un gesto con la cabeza señalando a Alberto. Nos quedamos callados todos durante unos segundos viendo un programa de motor hasta que rompí el hielo.

 

 

- ¿Y que tal por aquí?

 

- Bien... bueno...

Dijo con su voz entrecortada. Sonia se levantó apoyándose en mis piernas.

 

- Bueno, os dejo solos... yo me piro a arreglarme.

Alberto siguió con la mirada a Sonia y después siguió mirando la televisión, aunque notaba que de vez en cuando me miraba las piernas. Estaba claro que Alberto saldría de marcha con nosotras, solo tenía que decidir si lo haría como amiga o como amigo... Me acerqué a él lentamente sintiendo la excitación en mi cuerpo al verme en el otro lado, el lado de pervertir a un chico tímido y convertirle en una putita por una noche en la playa... o por el resto de su vida, como mi hermana había hecho conmigo. Quería salir de marcha, follar como nunca con Sonia, mamar una polla caliente y hacer que Alberto gritara de placer sintiéndose una putona cuando estrenara su nuevo coño. Apoyé mi cara en un cojín al lado de su hombro y le miré abriendo la boca tiernamente. Sabía exactamente que decirle.

 

 

Doceava parte de las fantasías que se cumplen... y esto cada vez se lía mas. Bueno, un saludo a todos en especial para aquellos que contactan conmigo para transmitirme lo bueno y lo malo de mis relatos... como siempre, estoy a vuestra disposición tanto en mail como en el messenger.