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Fantasias que se cumplen... y se dejan llevar (15)

en Transexuales

El calor se filtraba por la puerta de los lavabos mezclado con el humo y el sudor del ambiente, haciendo que mi top de leopardo de licra se me pegara como una segunda piel y que los últimos rizos rubios de mi pelo cayeran empapados por mis hombros. Con ambas manos me subí el top lo suficiente para que mi estómago y mi espalda desnuda cogieran un poco de aire fresco y me miré en el espejo con el cigarrillo entre mis labios negros, colocándome el pelo. Tenía que reconocer que aquella noche tenia una pinta de calientapollas que no era normal, y de nuevo pensé en lo excitada que me sentía al verme así, pese a que jamás había pensado en convertirme en una pija como la que últimamente parecía... y aquella vez no era culpa de mi hermana. Era una de las últimas noches del verano antes de que tuviera que hacer algo con mi vida, porque estaba ya decidido: Cuando volviera lo dejaría todo bien claro con mis padres y comenzaría la nueva vida de Yolanda. Así que tenía que aprovecharla bien.

Di una calada fuerte y abrí la puerta del baño entre codazos con otras chicas que entraban al baño. Por supuesto, las miraba de arriba a abajo para compararme, y de vez en cuando sacaba alguna que otra idea para la noche siguiente, como los pendientes alargados de la última morena que acababa de entrar. La música sonaba altísimo y a lo lejos distinguí a mi hermana hablando con Irene en la barra, mientras un grupo de moscones rondaba cerca de ellas. Me quede quieta un segundo apoyando la suela derecha de mi bota contra una columna contemplando a Irene y a mi hermana hablar... Era como si me estuviera viendo a mi misma la primera noche que salí con Sonia y mi hermana. La verdad es que Irene daba el pego total, su carita era bastante fina y mi falda verde la hacía un culo redondito que joder, ya le gustaría a muchas de las que estaban allí tenerlo. Irene miraba nerviosa a ambos lados de la barra, y de vez en cuando bajaba la vista cuando alguno la miraba. Sonreí. Irene estaría disfrutando como nunca... y tuve una punzada de celos. Aunque yo ahora disfrutaba de otra forma, echaba muchísimo de menos la tensión de las primeras veces. Ya no había nervios al salir de casa siendo Yolanda, y por supuesto no tenía que estar robándole ropa a mi hermanita... en todo caso ella me la robaba a mi. En definitiva, por fin disfrutaba siendo tía y no siendo un tío que iba de tía, o al menos eso es lo que pensaba.

Me acerqué como pude a través del local abarrotado y de algunos que con la excusa de estar tan cerca de mi, me tocaban el culo. Apreté mis mandíbulas como lo hacía mi hermana cuando quería poner cara de mala hostia y avancé hasta Teresa y Sonia que bailaban como locas con los brazos encima de la cabeza moviendo sus caderas en una de las esquinas cerca del guardarropa.

 

- ¡¿Donde esta Irene?!

Me preguntó Sonia en voz alta rascándose la nariz. Sus dos coletas rubias se juntaban encima de sus pechos redonditos como globos.

 

- ¡Con Belén... !

Miré de nuevo hacía ellas. Mi hermana estaba hablando con un chico e Irene acaba de darle dos besos al tío. Me acerque al oído de Teresa para no tener que gritar.

 

- Vamos a ver que hace con ella, porque mi hermanita me da un miedo...

 

- ¿Tu hermana?... seguro que Irene se lo está pasando genial con ella...

Dijo Teresa dejando una copa vacía encima del altavoz lleno de ropa de por ambos lados. Me agaché y arranqué un trozo de cristal de una copa rota que se me había quedado en la suela ancha de mis botas. Llegamos las tres hasta mi hermana e Irene me sonrió con cara de alivio cogiéndome de la mano.

 

- Bueno... ¿quienes son estos tíos?

Pregunté.

Ellos, tres chicos altos y no muy guapos nos sonrieron como si les hubiera tocado la lotería. Yo me mojé los labios con la lengua y le quité la copa a Irene.

 

- Son Jose, Pedro y... ¿Álvaro?...

Dijo mi hermana. Esos tres pobres no tenían que hacer nada con nosotras... por lo menos conmigo, porque yo todavía estaba dándole vueltas a la cabeza al chico aquel de la entrada que me miró las tetas de forma descarada. Miré a mi hermana y ella soltó una carcajada. Así era ella, y por eso me encantaba. Era una zorra, y lo único que estaba haciendo era jugar con los tres.

 

- Vaya... pues encantada...

Dijo Sonia guiñándome un ojo antes de beber de su copa.

 

- Les estaba diciendo que Irene, nuestra primita...

Sonrió abiertamente a Irene.

 

- está afónica y que no puede hablar, pero que es nuestra última noche aquí y queremos disfrutar...

Yo miré a Irene. Estaba como en un subidón continuo. La encendí un cigarro y mientras expulsaba ella el humo me acerqué a su oído.

 

- ¿Quieres ser una mujer autentica esta noche?

Ella casi se atraganta, me miró con miedo sin saber que decir. A mi me encantaba ponerla nerviosa. Teresa se acercó a su lado y la cogió de la cintura.

 

- Pues ahora no está con nadie...

Dijo pasando su mano por su cara.

 

- Pero la noche es muy larga... ¿quieres que salgamos a la terraza?

Irene me miró y asintió. Estaba muy nerviosa. ¿Estaba yo así cuando mi hermanita me emborracho el primer día?. Decidí pedirme otra copa y otra para ella... y bien cargada. Con un poco de suerte Irene amanecería mañana con un dolor de culo tremendo y un lío monumental en su cabecita. La sonreí.

 

- Bébetela del tirón, cariño...

Ella por supuesto hacía caso a todo lo que la decíamos, así que se la bebió sin rechistar.

 

- Eh... tía... que tenemos que aguantar toda la noche...

Dijo Sonia.

Nos despedimos de los tres plastas y salimos por la puerta hacía la terraza. A la salida vi que estaba aquel chico de la puerta.

 

- Ahora os cojo, ¿de acuerdo?... y mirar si podéis coger sitio para sentarnos...

Las cuatro se fueron andando hacía afuera y yo me acerqué al chico, que me sonrió.

 

- Eh... tu eres la amiga de Teresa.. ¿no?

Yo bebí de la copa y saqué la mandíbula hacía afuera. Gesto algo pijo pero que sabía que a mi hermana le daba muy buen resultado.

 

- Si...

Contesté.

 

- Bonito top...

Me dijo. Yo instintivamente me lo bajé un poco. Me divertía que aquel tío me mirara de aquella forma... me sentía un poco zorra, pero después de todo lo que había hecho ya era lo menos que mi cuerpo me pedía. Me arrimé un poco a su oreja.

 

- Oye... Este sitio está de muerte...

Le dije para entablar una típica conversación estúpida. La verdad es que últimamente no estaba para conversaciones metafísicas. El me miró sonriendo y levantó una ceja.

 

- ¿Sabes una cosa?

Yo negué con la cabeza soltando la risa pija y aguda que ya era incapaz de reprimir, buscando el tabaco dentro de mi bolso. El me agarró del brazo y me juntó más a su cuerpo escultural.

 

- Se que no eres una mujercita de verdad...

Al oír aquello un sudor frío me recorrió la espalda. Se me cayó el paquete de tabaco e instintivamente me subí la falda por si acaso mi polla me había traicionado.

 

- No... no te preocupes...

Me dijo él devolviéndome el paquete de tabaco. Me miraba directamente a los ojos, que los tenía verdes y grandes.

 

- Es que se un poco de eso... ¿sabes?... tengo una amiga que es como tú... y claro, si sabes donde y como mirar es muy obvio... aunque tu eres muy guapa.

Yo no sabía que hacer. Casi nunca me habían pillado, hasta el punto de haber momentos en que me olvidaba de ello. Estaba sudando mucho y me encendí el cigarrillo nerviosa. Busqué con la vista a mi hermana para sentirme mas segura y vi que estaban sentadas en una mesa a orillas del mar, al fondo de la terraza.

 

- Eh... tengo... tengo que irme...

Alcancé a decir a duras penas. Estaba enfadada conmigo misma por haber bajado la guardia y que alguien me hubiera descubierto. ¿Que pensaría Irene de mí?. El me cogió del hombro de nuevo y sentí la fuerza de sus bíceps al no permitirme dar un solo paso.

 

- Mira... que no pasa nada... ¿sabes?... de verdad, ya te he dicho que conozco gente como tú... y es más, me parecéis mas excitantes que muchas mujeres. Pero si te quieres ir, vete...

Eso me tranquilizó un poco más, pero todavía estaba nerviosa de la impresión. Le sonreí y me fui intentando que nadie se diera cuenta de lo roja que me había puesto. Al llegar a la mesa donde estaban Sonia, Belén, Irene y Teresa me senté y apuré la copa rápido. Irene me miraba con los ojos un poco perdidos del tabaco y el alcohol que se había tomado sin estar acostumbrada. Sonia dejaba que unos tíos de enfrente la miraran las piernas y Teresa y mi hermana hablaban de sus cosas.

 

- Irene... ¿Estas bien?

Ella me sonrió.

 

- Ehh... estoy un poco mareado... , perdón, mareada...

 

- Joder, ¿te has bebido otra copa?

 

- Si... tu hermana... tu hermana me ha dado la suya...

Me levanté y la cogí del brazo para que andara un poco y no se le subiera tanto a la cabeza... solo eran las dos de la mañana y tenía que aguantar hasta la madrugada. Miré un barco grande que encendió sus faros para entrar en el puerto. Nos levantamos las dos mientras yo seguía pensando en ese chico. Sin darme cuenta pasamos cerca de él.

 

- Ven... venir aquí, preciosas...

Nos dijo con la mano. Yo miré a Irene y las dos fuimos de la mano andando hasta él.

 

- Vaya... que dos chicas tan guapas... ¿ella también, verdad?

Yo asentí. Me sentí un poco relajada al no tener que mentir ni actuar. A veces era bueno que alguien más lo supiera para no ir siempre con tanto estrés.

 

- Si... es... estamos de inauguración, ¿sabes?

Moví la cabeza hacía Irene sin que ella se diera cuenta. El sonrió.

 

- Pues enhorabuena... a las dos... estáis magnificas, de verdad...

Su mano se fue hasta mi pecho izquierdo, y después de tocarlo subió de nuevo la ceja izquierda.

 

- Eso... no son, ¿verdad?

 

- No... todavía no...

 

- Ya... que pena, ¿verdad?...

Yo subí los hombros.

 

- Ven conmigo un segundo, anda.

Se puso a andar cogiéndome de la mano hacía la entrada de la terraza, donde había una puerta verde cerrada que decía "Prohibido el paso. Solo personal del bar". Yo cogí a Irene que miraba con la boca medio abierta a un chico rubio que acababa de entrar. Los tres entramos en el cuarto, cuatro paredes de cemento grises con humedades cerca del techo, donde había muchas botellas en cajas, unas fregonas y una pequeña lámpara sucia colgando de un cable del techo. El cerró la puerta con fuerza y la música pareció perderse un poco. El olor a humedad, el ruido del aparato de aire acondicionado y los ventiladores de los amplificadores de sonido de la disco retumbaban entre las 4 paredes repletas de cajas de bebidas. Me sonrió apoyándose en la estantería que tenía a su espalda.

 

- Bueno, me alegro de que vinierais a la playa... Así que sois amigas de Teresa... no sabía que ella tuviera amigas así.

Su cara puso una sonrisa extraña. Irene le miraba un rato a él, después me miraba a mi, después la puerta cerrada... pero no decía nada.

 

- Ya... no, yo soy de fuera, e Irene vive aquí, pero estamos de inauguración como ya te he dicho antes. Teresa es una antigua amiga.

El chico se acercó a Irene y la tocó la cara.

 

- ¿Así que eres una chica bella y linda?

Irene me miró y después asintió.

 

- Bien... ¿Lo suyo tampoco es...?

Yo asentí.

 

- Tampoco... pero danos tiempo, ¿Verdad, Irene?

Ella me miró sin saber de que estábamos hablando, así que se limitó a asentir con fuerza.

 

- No nos has dicho tu nombre...

Le dije jugando con un trozo de cuerda rota que colgaba de la estantería.

 

- No... es verdad... podéis llamarme Dani.

Yo me acerqué moviendo mi cuerpo de la forma mas femenina posible, o mas puta posible, como decía mi hermana siempre, con mi bolso pequeño negro pegado a mi axila izquierda... y le plante dos sonoros besos en la mejilla.

 

- Pues ella es Irene y yo soy Yolanda...

El sonrió.

 

- ¿Os puedo hacer una pregunta?

 

- Claro...

 

- ¿En que trabajáis?

Me estaba dando un calentón por el calor del sitio, y además Dani me miraba de una forma muy sugerente.

 

- No... todavía no trabajamos... estudiamos.

 

- ¿A si?

Irene asintió varias veces. Dani se acercó a mi y me pasó su mano por la cara.

 

- ¿Y... os gustaría trabajar?... dos bellezas como vosotras seguro que necesitan dinero ¿verdad?

No sabía que contestar. Mi hermana me dijo que tuviera cuidado con lo que hacía, que había mucho desgraciado suelto, pero era verdad lo del dinero. Se me habían acabado los ahorros, no tenía para pagar las clases el año siguiente y además estaba la cuestión de mis pechos...

 

- ¿Y en que trabajaríamos, si puede saberse?

El me cogió de la nuca y comenzó a besarme muy fuerte, con su mano empujando mi cuello hacía el. Yo lejos de asustarme, me abracé a él y comencé a jugar con su lengua. Su mano fue hasta mi culo y lo apretó. Cerré los ojos como tantas veces y me sumergí en la mujer que yo ya era. Tras varios minutos de magreo continuo el paró. Miró a Irene.

 

- Perdona... pero quería hacer eso desde que te vi... No os penséis nada raro... yo no soy un chulo ni nada de eso... soy fotógrafo profesional.

Yo estaba mareada de los besos y sentía mi cuerpo hincharse pidiendo mas. El me miró divertido.

 

- Las dos tenéis potencial para mis fotos, en serio. Me encanta retratar travestis, y bueno... aquí hay dos de los mejores que he visto.

No me lo podía creer. ¿Nosotras?. Miré a Irene que estaba sudando, hinchada también de pasión, pese a que nadie la había tocado. Eso si era suerte, el primer día y besar el santo, como se suele decir.

 

- No... no lo sé... ¿tú crees?

 

- ¿Te lo diría si no lo creyera?

 

- Es que... bueno, nunca lo había pensado...

 

- Venga ya, joder, te mueves como una profesional, y ¿sabes?, no lo haces mal, jaja...

Aquello me estaba poniendo a mil. ¿Fotos?... por que no... me dije, pero antes tenía que apagar el calentón que tenía. Me acerqué a él y comencé a desabrocharle el pantalón vaquero que tenía. El me miró y le guiñé el ojo derecho. Necesitaba sentir un orgasmo cuanto antes o estallaría en llamas. Le bajé el pantalón, pero el me agarró del brazo y me subió.

 

- No... guapa, a mi no... ¿sabes lo que quiero?

 

- Si...

 

- No. No lo sabes... quiero que se lo hagas a él.

Miró a Irene que dio un paso hacía atrás.

 

- ¿A ella?

 

- Ella... él... como quieras...

Yo me di la vuelta. Aquello era mas morboso todavía, y era lo que me faltaba por oír. Me acerqué a Irene y la bese en la boca mientras bajaba su falda verde que yo tan bien conocía. Ella se quedó parada. Después me arrodillé bajo su entrepierna y bajé aquellas bragas de Sonia. Su polla salió disparada y se puso delante de mi. Saqué la lengua y comencé a lamerla en toda su extensión mientras miraba la cara de Dani que me sonría. Después me la metí casi toda en la boca y comencé a hacerle una paja sin tocarle nada más que con mis labios carnosos pintados de negro. Irene se estaba poniendo mala de ardor.

 

- Ahora tú...

Le dijo a ella. Yo me levante sorbiendo un poco de semen que le salía de la puntita. Irene copió mis movimientos y comenzó a chuparme la polla debajo de mi falda como loca. Yo ya sabía controlarme, y me concentré en que durara un poco más, pero me estaba volviendo loca también, así que la obligué a que subiera y la puse de espaldas con las piernas abiertas. Subí mi polla hasta el agujero de su culo, me mojé de saliva la punta y comencé a introducirla poco a poco en su culo. Entró difícil y no del todo, e Irene chilló de dolor, pero vi que sus manos se agarraron a la estantería que tenía en frente dispuesta a recibir. Culeé hasta que perdí la cuenta, y antes de correrme hice que ella se diera la vuelta y acabé en su cara, mientras Irene tenía un orgasmo sin que nadie la tocara. Respiré fuerte varias veces, y Dani me paso una copa bien fría que casi me bebí de un golpe.

Irene se subió la falda y se sentó en una caja de bebidas que estaba dada la vuelta limpiándose la cara con un paquete de clinex que mi hermana había metido en su bolso. Encendí dos cigarrillos y le pasé uno a ella, que estaba medio hipnotizada por el calentón repentino que habíamos tenido.

 

- Vaya espectáculo que sois las dos... y Teresa sin contarme nada...

Dijo Dani tocándome el pelo.

 

- Bueno, ¿que decís de las fotos?

Le miré expulsando el humo y colocándome los pechos apretados contra el top.

 

- ¿Solo fotos?...

Dije inocentemente. La verdad era que ya había perdido cualquier pensamiento inocente, pero eso de follar delante de gente que no conocía todavía me daba pánico.

 

- Fotos, tía... solo fotos... ya os lo he dicho, no soy un chulo ni nada parecido...

 

- ¿Desnudas?

Preguntó Irene en voz baja. Dani la miró sonriendo.

 

- ¿Cómo?

 

- Si tenemos que salir desnudas.

Dije más seria.

 

- Bueno, algunas si otras no... pero después de este espectáculo que os habéis montado no tendréis reparos, ¿no?

 

- ¿Y... y que cobraríamos?

pregunté con la cara un poco colorada de la vergüenza al pasarme por la mente el tener que desnudarme delante de un objetivo.

 

- De momento poco, ya sabes, porque las fotos las vendo a revistas de discotecas, revistas eróticas para los teléfonos...

Yo ya empezaba a excitarme de nuevo al oír hablar de dinero. Podría ser perfecto, así podría salir de casa al fin y hacer lo que quisiera. Sonreí ante las nuevas perspectivas.

 

- Ehhh... Bueno, la verdad es que tenemos que hablarlo... ¿donde haces las fotos?

 

- Aquí. Tengo un estudio cerca de la playa. ¿Es un problema?

 

- No, para nada.

Dije rápido.

 

- Estaba pensando en mudarme aquí todo el año... me encanta la playa, y empiezo a odiar la ciudad... y además Irene vivé aquí.

 

- Pues el moreno te queda muy bien, así matarías dos pájaros de un tiro... y tu amiga... ¿Por que no hablas, encanto?

Irene me miró nerviosa y se levantó. Abrió la boca pero la volvió a cerrar.

 

- Es que todavía se le nota muchísimo... es su primera noche, ¿sabes?

Dani soltó una carcajada y le pasó a Irene el brazo por su espalda.

 

- Vaya, vaya... la primera noche... deberías escribir una historia de eso... los otros travestis que he conocido me dijeron que era la mejor... pero no te pongas nerviosa. Mira a Yolanda lo buena que esta.

Sonreí ante el cumplido. La verdad era que me había costado lo mío tener aquella voz tan femenina, aunque a veces me traicionara cuando estaba realmente nerviosa.

 

- ¿Que decís entonces?. Solo por probar.

 

- Vale. ¿Cuando?... es que solo estamos aquí hasta dentro de dos días. Pero después vendría cuando quisieras.

 

- Bien... así me gusta, predisposición a trabajar. Pues entonces lo dejamos para cuando vuelvas, porque me tengo que ir un par de días de negocios, ya sabéis. Toma mi numero y me llamas dentro de dos días para quedar. Y poneros morenas, que ha la gente les encanta la piel morenita.

Dani abrió la puerta y la música y el calor entraron de golpe a la habitación. Un par de chicos se nos quedaron mirando desde el otro lado y siguieron su camino. Irene me cogió de la mano y salimos antes de Dani, que nos mostraba el camino con la mano. Nos dimos un par de besos y Dani desapareció por la salida de la terraza.

 

- ¿Donde cojones estabais, zorras?

Me preguntó mi hermana de mal humor. Habíamos estado mas de media hora dentro de la habitación.

 

- Pues... no te lo vas a creer, tía.

Dije mirando a Teresa, a Sonia y a mi hermana.

 

- Os han raptado dos negros en pelotas.

Dijo riéndose Sonia.

 

- No... joder, escuchar, ¿tu conoces a un chico que se llama Dani, Teresa?

Teresa apuró el cigarrillo y lo lanzó lejos sonriendo a alguien que pasaba. Odiaba cuando hacia esas cosas, porque pasaba de nosotras como la mierda. Me encantaba que Teresa ahora fuera de tía pija, pero a veces se pasaba de jilipollas.

 

- ¿Me has oído, tía?

Teresa me miró abriendo mucho sus ojos perfectamente maquillados.

 

- ¿Dani?... no lo se...

 

- El tío de la puerta de antes.

 

- A coño, si, es amigo de mi novio. Es fotógrafo, aunque no se si es bueno o no... ¿por?

Yo cogí la copa de Sonia y di un sorbo grande manteniendo el hielo en mi boca unos segundos.

 

- Porque quiere pagarnos por hacernos unas fotos.

Mi hermana torció el cuello y miró a Tere.

 

- ¿Cómo?

Preguntó.

 

- Pues eso... que quiere hacernos unas fotos a Irene y a mi...

 

- Joder con las niñas...

Dijo Sonia.

 

- ¿Y no le has hablado de nosotras?

Mi hermanita era una envidiosa, y era el momento de hacerla sufrir un poco.

 

- Pues no creo que esté interesado... estaba bastante contento con nosotras... dijo que éramos unas bellezas...

 

- ¡Ja!... pues ya veras cuando descubra que...

Dijo Belén como si fuera un insulto. Yo sonreí.

 

- Pues ya lo sabe.

La cara de mi hermana se puso seria y comenzó a jugar dándole vueltas a sus anillos.

 

- Y eso es lo que más le gusta... así que a no ser que te pongas un polla en la entrepierna... las fotos nos las hará a nosotras.

Sonia soltó una carcajada, y Tere me puso la mano en el hombro mientras saludaba a otra persona.

 

- Que guay, tía, me alegro muchísimo... ahora vengo.

Tere pasó entre nosotras y desapareció. Sonia me pasó su brazo por mi cadera y me besó en la mejilla.

 

- Como mola... vas a ser famosa, tía...

me puso su boca en mi oreja y me mordió el lóbulo.

 

- Es súper excitante...

Me susurró cogiéndome de la mano.

 

- Nosotras nos vamos a dar una vuelta por la playa...

Dijo llevándome de la mano. Antes de desaparecer miré a Irene que no sabía que hacer. Mi hermana se acercó a ella.

 

- Vale... nosotras vamos a ver si nos ligamos a dos que he visto por ahí... si no estamos aquí a las cinco quedamos en el coche, ¿vale?... y tu Irene, déjate llevar y fíate de mi... y si no mira a Yolanda lo putita que es, ¿sabes? es todo gracias a mi.

Mi hermana se dio la vuelta y se llevo a Irene que aquella noche era nuestro juguete.

 

 

La playa estaba medio vacía y el mar chocaba con ritmo contra la arena. Un faro pequeño daba vueltas con su luz cada segundo, y un par de farolas muy oscuras casi no iluminaban ni el palo que las sujetaba a lo lejos. Sonia me llevó de la mano hasta detrás de una barca pequeña de madera que estaba dada la vuelta cerca de la orilla. La música de la disco se perdía entre la brisa del mar y el sonido de las olas rompiendo en un dique del puerto. Nos sentamos apoyando nuestras espaldas al barco y Sonia sacó del bolso su espejo. Nos metimos un par de rayas para estar mas despiertas.

 

- Tía... que emocionante lo de las fotos... además, así podrás salir de casa... que guay... casi te envidio.

Sonia estaba guapísima, y yo excitada con el tema de las fotos. Me acerqué y la besé en la boca con mis labios carnosos. Ella sacó su lengua y comenzamos a jugar con la saliva.

 

- ¿Quieres que le hable de ti... ?

 

- ¿De mi?

 

- Si... tía.... a lo mejor tu también...

Sonia se echó para atrás.

 

- No... a mi no me apetece...

Yo comencé a pasar mis uñas largas y negras por sus pechos, pellizcando sus tetitas hasta que se pusieron durísimas y parecían atravesar su camiseta. Entonces ella metió su mano por mi falda y me agarró de la polla mordiéndose el labio de abajo.

 

- ¿Y no te dará cosa hacerlo desnuda delante de una cámara?

Sonreí. Sonia era una calienta como yo.

 

- No...

Dije volviendo a besarla. Entonces ella se bajó su falda y las bragas y me dio un condón. Me lo puse enseguida tirando de él hacía arriba para que entrara hasta el fondo. Antes de que me lo pudiera meter bien, Sonia ya estaba introduciendo mi polla hasta el fondo de su coño.

 

- Si...

Dijo mientras la luz del faro iluminaba otra de las barcas cercanas. Se bajó el top enseñándome unas tetas perfectas y comenzamos a cabalgar despacio, con mucho amor. Tras un breve pero continuo y especial polvo, y antes de que nos corriéramos, ella se puso casi de pie mostrándome todo su coño depilado. Seguí follando con mi lengua su concha, saboreando los líquidos densos que ella producía, pero mi mente seguía pensando en las fotografías, en como se tomaría mi familia que me fuera de casa y sobre todo, en como mi vida empezaría por fin como Yolanda...

Ale, fin del relato 15 de la saga... uff, esto cada vez está mas difícil. Por eso, si queréis decirme cualquier cosa, lo bueno y lo malo, ya sabéis donde estoy . Un saludo a la gente del messenger, ¡¡¡fieles seguidores de esta serie!!!