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Fantasias que se cumplen... y se dejan llevar (11)

en Transexuales

La tienda de discos del centro de la ciudad estaba abarrotada de gente. El último éxito dance sonaba por todo el local y las colas para pagar en caja daban la vuelta al mostrador. Los días de Agosto languidecían despacio y de vez en cuando una racha de viento frió entraba por las puertas corredizas de cristal cuando estas se abrían al cruzar otro grupo de personas dispuestas a comprar las pocas ofertas que quedaban. Subí las escaleras al piso de arriba, la zona de música de fiesta y disco detrás de Sonia. Su pelo rubio, liso y cada vez más largo le caía por sus hombros hasta la mitad de la espalda. Su culo redondo y respingón se movía con cada escalón que subíamos amoldando su pantalón azul fuerte elástico a unas caderas que sobresalían lo justo para que los chicos se volvieran a contemplarla. Sus pechos redonditos y puntiagudos se marcaban bajo una camiseta corta amarilla y desteñida sin mangas.

Seguí a Sonia hasta un mostrador lleno de los últimos éxitos dance y comenzamos a mirar los compact disc dobles recopilatorios. Mi pelo rizado me caía por ambos lados de la cara haciéndome cosquillas cada vez que la dichosa corriente cruzaba todo el local. Esa última ráfaga de aire frío me puso la carne de gallina y me acerqué a Sonia abrazando su cuerpo delgado y caliente por detrás. Me encantaba sentir su piel suave contra mi cuerpo.

 

- tía, desde que vas de rubita estas de un empalagoso...

Me dijo tocando mis manos con sus uñas largas y rojas.

Y es que lo primero que hizo mi hermana cuando volvimos de la sierra, cumpliendo su promesa, fue la de enseñarme a teñir mi pelo negro de un rubio brillante precioso. Yo siempre había odiado a muerte a las morenazas que de repente iban de rubias... me parecían las típicas pijas gilipollas que se creían mas guapas que nadie solo por tener el pelo de color platino. Al verme reflejado en la portada del CD que tenía Sonia entre sus manos me di cuenta de que mi hermanita me había convertido en una de ellas.

Sonreí. Estaba encantado con mi nuevo aspecto pese al gesto de tía pija y creída que mi hermana Belén me había pegado. Me dijo que desde ese momento tendría que darme el tinte dos veces al mes como todas las mujeres teñidas para no parecer vulgar, porque no había nada más horrible que un pelo medio teñido. Por supuesto ella tenía razón, y me había inculcado que cuidara mi pelo por encima de todo. Aprovechando que mi pelo había cambiado a un rubio muy amarillo llevaba dos días poniéndome un top rojizo fuerte pequeño muy apretado de mi hermana que remarcaba el color de la punta de mis rizos, un poco mas oscuro del resto. Me había enfundado un pantalón elástico blanco súper ajustado con unas letras rojas grandes en el culo con el nombre de una discoteca muy conocida y las perneras se ensanchaban mucho al final. Llevaba unas zapatillas deportivas rojas con algo de tacón. La verdad es que Sonia y yo estábamos para comernos tan apretadas y maquilladas todo el día.

 

- Yo no voy de rubita... idiota.

Le dije metiendo mis uñas rojas entre los rizos de mi pelo para contemplarlo una vez mas. Se me hacia rarísimo verme de rubia.

 

- No, que va... de rubita pija y sin cerebro.

Me dijo ella doblando sus labios en una sonrisa cínica mientras soltaba un CD en el mostrador. Miro a su alrededor y al notar que nadie nos miraba se apretó contra mi cuerpo metiéndome la lengua hasta el fondo. Su cuerpo se calentaba mientras mis manos le acariciaban el culo hasta que note como mi polla se ponía demasiado dura debajo de mis braguitas. Me aparte para que el calentón no me volviera loco de nuevo.

Le pegué un manotazo en el culo sin decir nada y fui corriendo hasta uno de los puestos para escuchar los cd's con los auriculares que una tía acababa de dejar libres. Elegí la canción seis, uno de los éxitos de las discotecas y me puse el volumen a tope intentando copiar todos los movimientos del cuerpo de Sonia. Ella seguía eligiendo cd's aunque casi siempre hablaba a voces a través de su móvil con alguna amiga. Después de escuchar varias veces la misma canción que me recordaba al local de la sierra donde me enrollé con Fer, vi la figura de mi hermana subir por las escaleras. El día anterior, cuando me enseño a teñirme el pelo, se había cortado su pelo moreno muy corto y su cara parecía mas alargada, sobre todo cuando ponía ese gesto de mala leche que tanto me esforzaba en copiar yo.

Llevaba una camisa azul fuerte muy entallada y corta, abierta por el ultimo botón enseñando el piercing de su ombligo y unos pantalones blancos parecidos a los míos, pero sin letras en el culo porque decía que eran demasiado de malota pija, o sea como Sonia y yo. Sus botas de plataforma negra la hacían como cinco centímetros mas alta de nosotras. No llevaba bolso, y en la mano sostenía el móvil y un paquete de tabaco light. Saludó a Sonia dándose un beso en la mejilla. Desde que volvimos de la sierra, donde las dos se habían hecho el amor mutuamente, estábamos más unidas que nunca. Sonreí al ver como después se acercaba a mi. Me quité los auriculares y la esperé apoyada en la columna colocándome el top hacia arriba con ambas manos. Moví la cabeza para que el pelo se colocara como era debido, a ambos lados de mi cara sobre mis hombros. Necesitaba que mi hermana me dijera lo guapa que estaba, porque hasta que ella no me lo decía no me sentía realmente mujer.

 

- Joder lo que da de si mi hermanito...

Me dijo riéndose mirándome de arriba a abajo.

Yo la miré torciendo mis labios pintados de un rojo oscuro. No me gustaba que me llamara "hermanito". Después de todo ese tiempo esforzándome yo ya era Yolanda.

 

- Quien me iba a decir que un niño tan tímido se convertiría en una rubia de bote tan... pija.

Me dio un beso en la mejilla bajo la atenta mirada de la chica de antes. Yo devolví la mirada.

 

- ¿Que estas mirando, gilipollas?

La dije a gritos por encima del mostrador de las bandas sonoras. Ella desvió la mirada mientras la gente de mi alrededor me miraba negando con la cabeza. Últimamente me encantaba dar la nota y que se fijaran en mí. Mi hermanita y Sonia me habían pegado la odiosa costumbre de hacerme notar donde quiera que fuéramos. Belén me cogió de la mano y me llevó junto a Sonia riendo.

 

- Escuchar, ¿que os parece si esta noche vamos al local donde pincha Tony para despedir el verano?. Van a hacer una fiesta salvaje... joder, que solo nos queda una semana de vacaciones...

Ya estaba ella haciendo los planes de la noche.

 

- Cojonudo.

Dijo Sonia dejando otro CD en el mostrador. Mire a la chica del fondo que no paraba de mirarnos y saqué un poco mi mandíbula en señal de disgusto.

 

- ¿Por que no lo hablamos fuera, tías?... necesito fumarme un cigarro pero ya... además, Fer me recoge dentro de una hora.

Dije cogiendo a Sonia de la cadera. Aunque había pasado mucho tiempo y supuestamente tendría que haberme acostumbrado, todavía me ponía cachondo el tacto de mis uñas largas con la tela elástica de unos pantalones ajustados. Busqué el tabaco dentro de mi bolsito. Aquella chica me estaba poniendo nervioso con tanto mirarme. Deseaba que Fer me recogiera en su coche e irme con el a dar una vuelta.

 

- Espera un segundo, anda, herma... que quiero ver un regalo para un amigo... si queréis ir bajando vosotras.

Mi hermana se fue hasta los discos de trip-hop.

 

- ¿Bajamos o que, joder?

Dije a Sonia de mal humor.

 

- Si... Un segundo...

Sonia seguía mirando CD’s. Entonces noté como alguien me tocaba el hombro. Me di la vuelta y vi a esa tía que me miraba de cerca cerrando un poco los ojos. Llevaba el pelo recogido en una coleta muy tirante con una cinta verde y unas gafas de sol alargadas de peineta. Iba muy maquillada con los parpados perfilados de azul claro, como su camiseta con un dibujo en negro de un tatuaje grande. Su pechos miraban hacia el techo y sus hombros caían hacía atrás en un gesto muy pijo. Sus ojos me sonaban de algo, pero no podía identificarlos.

 

- Perdona... pero... es que me suenas mogollón, tía... por eso te miré antes...

¿Quién era esa tía?. Negué con la cabeza.

 

- Yo a ti no te conozco... y déjame en paz, ¿quieres?

Ella dio un paso hacia atrás por el tono de mi voz. Como siempre decía mi hermana, lo primero era intimidar.

 

- Per... perdona...

Yo la mire más de cerca y un sudor frío me recorrió el cuerpo aunque nadie había abierto las puertas de la calle. Acababa de dar con esos ojos. Sabía quien era aquella chica. Se llamaba Teresa. Había estado colado hasta los huesos de aquella tía hacía unos años cuando estudiaba COU... mucho antes de... bueno, de sentir a Yolanda dentro de mí. Pero estaba muy cambiada, más... más excitante. Si de verdad era Teresa había dado un giro de ciento ochenta grados, porque ella nunca se arreglaba, odiaba el maquillaje y siempre se metía con el resto de las tías por salir de marcha a los pubs de moda. Era la típica chica inteligente que pensaba que podía cambiar el mundo capitalista.

 

- Eres Teresa, ¿verdad?

Ella sonrió.

 

- Si... ¿Tú eres...?

Me acerqué a su oído y le dije mi nombre. Ella movió la cabeza rápido. Me miró con los ojos muy abiertos.

 

- ¡ ¿Como? !

Yo la sonreí mientras ella me miraba a los ojos fijamente.

 

- No... Joder... ¿de verdad?...

Sus ojos me miraban de arriba a abajo sin pestañear.

 

- Tu también has cambiado mucho... ¿que pasó con el rollo ese de muerte al capitalismo y cambiemos el mundo?

Teresa sonrió mirando para otro lado como avergonzada.

 

- Ehhh... nada... ahora me gustan otras cosas...

Yo sonreí también.

 

- Jajá... pues te sienta de muerte.

 

- Joder, no me puedo creer que seas...

Me miro las tetas

 

- ¿Son de verdad?

 

- Todavía no...

 

- Esto es increíble... joder, es que no se te nota nada... la verdad es que siempre fuiste muy femenino, ya lo decíamos en clase... pero de ahí a verte así...

Sonia seguía escuchando cd's y mi hermana hacia lo propio en la sección de trip-hop. Teresa me miraba de forma extraña, casi tanto como yo a ella... los dos habíamos cambiado muchísimo.

 

- ¿Y como... ehhh... es decir.. Desde cuando tú... ?

Sonreí.

 

- Te invito a un café y hablamos un poco, además, quiero que me cuentes tu cambio también... porque estas ideal, tía.

Teresa asintió.

 

- Espera que quedo con mi hermana un segundo.

 

- ¿Tu hermana? ¿Belén?

 

- Si... esta allí...

Señale el final del local con mi dedo y el anillo que Sonia me regalo hacia una semana.

- Es que...

Recordé que Teresa se había peleado con mi hermana al acabar el instituto. Mi hermana siempre andaba metida en follones con todo el mundo.

 

- ¿Todavía estáis con esas?

Mi hermana se acerco hasta nosotros con un cd en la mano. Se quedo mirando a Teresa.

 

- ¿Quien es?

 

- Es... Teresa, de clase, ¿Te acuerdas de ella?... la hippie...

 

- ¿Teresa?

Teresa sonrió con timidez. Mi hermana doblo la comisura de sus labios pintados de negro.

 

- Joder, o sea, que tanto meterte con nosotras y ahora mírate...

 

- ¿A que esta guapísima?... vamos a bajar a tomar un café...

Añadí para romper la tensión.

Mi hermana se dio la vuelta y se fue hasta donde estaba Sonia. Yo sonreí a Teresa que torció sus labios y ambas bajamos a la cafetería de enfrente en la calle mayor. Miraba a Teresa bajando las escaleras. Estaba mucho mejor así, arreglada, maquillada... la verdad es que las mujeres ganamos muchísimo cuando nos arreglamos para salir. Me moría de ganas de preguntar a Teresa cuando se dio cuenta de ello.

Nos sentamos las dos en una de las mesas a la entrada a la izquierda, al lado de la barra y pedimos un café cada una. Ella sacó un paquete de tabaco rubio y me ofreció uno. Lo encendimos cuando un camarero guapísimo, rubio con ojos verdes, nos puso los cafés.

 

- No sabía que fumaras...

Me dijo expulsando el humo hacia un lado echando el sobre de azúcar en el café.

 

- Ya ves... café y cigarrito, otro de los vicios que mi hermana me ha pegado. La que odiaba el tabaco eras tu...

Ella se rió tirando la ceniza de un golpe al suelo.

 

- Bueno... ¿y como fue lo tuyo?... joder, estas guapísima así, me cuesta creerlo, de verdad.

Me preguntó. Tome un sorbo de café y di una calada larga al cigarro.

 

- Pues... creo que siempre lo había querido, y una vez mi hermana me sorprendió con sus pantalones puestos...

Teresa se rió.

 

- No jodas, ¿de verdad?

Asentí sacando el móvil de mi bolso para mirar la hora. Fer me recogería en 15 minutos y estaba deseando verle.

 

- Si. No sabia si morirme de vergüenza o de excitación. Para mas inri estaba con Sonia, una amiga... y entre las dos fueron moldeándome. A mi encantaba sentirme su muñequita, y ahora, ya nos ves, somos inseparables las tres.

El café estaba muy caliente y di un par de vueltas a la cuchara. Le mire el culo al camarero.

 

- Que fuerte, tía... se me hace rarísimo pensar que estoy hablando contigo así vestido, perdón, vestida.

 

- ¿Y tu?... porque antes tu no te arreglabas ni de coña... siempre metiéndote con mi hermanita... y mírate ahora, igual que ella.

Teresa se termino el café de un trago y dio una calada al cigarro. Sus labios estaban más gorditos y en general estaba mucho mas pechugona que antes. Sus ojitos maquillados de azul me estaban dando envidia. Tome nota para la noche.

 

- Pues lo mío es de hace poco también. Cuando entre en la universidad me enrolle con un Paco, que era relaciones de un local de marcha en la playa. Dicen que los lados opuestos se atraen, porque jamás me imagine que me iba a enrollar con un tío como ese.

El camarero se acercó con un cenicero para cambiarlo. Teresa y yo le miramos y cuando se fue Teresa me guiño un ojo.

 

- ¿Que te parece ese?

Yo asentí.

 

- Esta para comérselo.

 

- ¿De verdad te gustaría estar con un tío?... perdona que te lo pregunte, pero...

Apague el cigarrillo y me subí el top que se estaba cayendo. Moví la cabeza para que mi pelo rizado se colocara como a mi me gustaba, por encima de los hombros por igual.

 

- Mi novio viene dentro de una hora... pero me estabas contando lo tuyo.

 

- Es verdad, pues poco a poco me fui dando cuenta de que Paco tenía razón y que estaba mucho más guapa cuando me arreglaba. Al principio me resistía a ponerme lo que me regalaba porque me parecía ropa muy de tía pija, pero bueno, no se, la verdad es que comenzó a excitarme ponerme aquello y un buen día al volver de compras yo sola me di cuenta de que todo lo que me había comprado era igual a lo que el me regalaba. Imagina, con todo lo que yo me metía con ellas, incluida tu hermana... Ahora me apasiona ir con Paco a su discoteca, ya ves...

Soltó una risa aguda muy pija. Yo le cogí la mano.

 

- Pues tía, estas ideal. Mucho mejor que antes, de verdad. ¿Y sigues con el?

 

- ¿Con Paco?. Si. Nos vamos a casar dentro de poco. El esta trabajando en un local en la playa, y yo termino azafata... Se me esta ocurriendo una cosa, ¿por que no te vienes a la playa una semanita con nosotros?. Si se quieren venir tu hermana y vuestra amiga que se apunten si quieren... así hacemos las paces.

El corazón se me acelero un poco. Me encendí otro cigarro de los nervios. La playa... nunca había estado en la playa como Yolanda, y ponerme morena seria un sueño.

 

- ¿Lo dices en serio?

 

- Claro, tío, joder, tía, claro que si. Así salimos de marcha las dos... y conozco unas tiendas de ropa que te mueres...

Yo sonreí nerviosa.

Teresa se levanto dejando un billete en la mesa tras mirar la hora en su móvil.

 

- Me tengo que ir... toma, este es mi móvil, esta noche hablamos y mañana nos vamos a la playa, ¿vale?... a no ser que el camarero ese te ponga tan caliente como para quedarte.

Me dijo ella. Yo mire al camarero que no paraba de mirarnos a las dos. Le sonreí y se acercó.

 

- ¿Necesitan algo más?

Teresa se acercó a su oído y le dijo algo. El soltó una carcajada. Cogio el dinero y se marcho.

 

- ¿Qué le has dicho?

 

- Que mas te da, tía...

Mi móvil sonó. Era Fer, estaba esperándome fuera. Nos levantamos y al salir nos despedimos Teresa y yo a la vez que le tiraba un beso furtivo al camarero que me respondió con una carcajada. Prometí llamar a Teresa por la mañana para que nos viniera a recoger. Me acerque a Fer que estaba fumando un cigarro apoyado en su BMW azul fuerte. Tenía un cuerpo de impresión, y una cara que aunque no era de modelo tenía algo especial... sus ojos azules me miraron con deseo. Me acerqué a el y nos besamos muy fuerte. Sus manos me apretaron el culo durante cinco largos minutos.

 

- ¿Quien era esa?

 

- Una amiga del instituto...

 

- ¿Tu hermana y Sonia?

Saque el móvil y llame a Sonia. Estaban saliendo por la puerta en ese momento. Grite con todas mis fuerzas para decirlas donde estábamos y cruzaron corriendo la calle sorteando los coches. Fer y ellas se saludaron y entramos todos en el coche. Mi hermana se encendió un cigarro en el asiento trasero acercando su cara a mi respaldo.

 

- ¿De verdad esa era Teresa?... que huevos tiene la tía...

 

- Pues nos ha invitado a su casa en la playa...

 

- ¿En serio?

Pregunto Sonia abriendo los ojos.

 

- Que si... toda la semana...

 

- La hostia...

Dijo Fer.

Su mano se metió entre mi entrepierna y comenzó a masajearme la polla. Le mire sonriendo medio cerrando los ojos. Me estaba calentando muchísimo. Siempre nos calentábamos muchísimo juntos, y eso era muy especial para mi. Al llegar a nuestra casa Fer se puso una cerveza mientras veía la televisión haciendo tiempo para que nos cambiáramos las tres para ir a la fiesta de la macro discoteca donde pinchaba Tony. Entre en el cuarto de mi hermana abriendo su armario. Desde hacia unos meses habíamos llegado al acuerdo de que toda la ropa que había allí seria de las dos, tanto lo mío como lo de ella, así que comencé a buscar algo realmente excitante que ponerme aquella noche. Sonia a mi lado se puso a buscar también, y mi hermana se tumbo en la cama.

 

- Cuando acabéis con el armario me lo decís, joder con las niñatas...

Lo primero que cogí fue un pantalón morado clarito muy ajustado sin bolsillos ni detrás ni delante atrás con un símbolo de un sol en la parte delantera, donde se supone que deberían haber ido los bolsillos, después un top blanco pequeño y encima me puse una camisa negra entallada con los cuellos muy grandes y las mangas pequeñas. Con los ojos maquillados del morado del pantalón estaría de muerte. Sonia opto por mi falda verde ceñida y abierta por un lado y después una camisa blanca muy corta. Se puso unas botas marrones con el tacón ancho y se recogió el pelo tirando fuerte hacia atrás. Mi hermana como siempre fue la última. Se puso sus botas altas negras, su minifalda negra y un top rojo cruzado por la espalda.

Me encendí un cigarrillo muy quieto mientras esperaba que mi hermana terminara de perfilarme los labios y los ojos de un negro profundo. Me seguía excitando muchísimo que ella me maquillara... era como al principio. Los pendientes de aro bailaban sobre mis orejas cada vez que me volvía para tirar la ceniza en el cenicero rojo. Sonia a mi lado se daba maquillaje para quitarse algunas ojeras frente al espejo redondo y azul.

 

- Estate quieta un segundo, hermanita, joder...

Me dijo mi hermana colocándome recta la cabeza con sus manos. Me miro unos segundos y después bajo sus manos.

 

- Ale, ya estas.

Me levante y fui hasta el salón con Fer dejando que mi hermana y Sonia terminaran. Antes de entrar me mire en el espejo del pasillo y me subí los pechos para parecer mas pechugona. Entre y cerré la puerta con pestillo. Mi hermana me había puesto súper caliente maquillándome. Fer me miro y sonrió.

 

- Joder... Perfecta. Estas guapísima.

Me acerque a él sentándome encima de un almohadón. Comencé a morderle el cuello despacio y metí mi mano derecha por dentro de su pantalón. Era increíble como se calentaba de rápido Fer. Me cogio de la cabeza y nos besamos de nuevo muy fuerte. Su mano se metió por mi pantalón hasta mi polla que comenzaba a ponerse como un mástil de dura. Fer era como un regalo del cielo... no le importaba nada que yo no fuera una mujer con todas las de la ley, e incluso le ponía a mil que mi polla estuviera bien erecta. Comenzamos a hacernos una paja mutuamente hasta que yo no pude mas y me abalancé a cuatro patas sobre la suya, descansando mis rodillas en la moqueta del salón, y mi cuerpo entre sus piernas. Comencé a chuparle su polla en toda su extensión subiéndole la camisa para que no se la manchara, y el, agarrándome de la cabeza con sus manos grandes y fuertes fue marcándome el ritmo a sacudidas. Mi pelo rizado y plateado caía por sus piernas y a veces tenía que apartarlo de mi cara porque me hacia cosquillas en la mejilla. Durante diez minutos no hice otra cosa que chuparle y mamarle su verga deliciosa de forma continua. El semen empezó a salir a borbotones mientras el soltaba un grito grave de placer. Trague todo cuanto pude hasta que no pude tragar más. Lo mejor de Fer era que incluso después de correrse todavía la erección se mantenía unos diez minutos mas. Aprovechando aquello, me baje los pantalones hasta la rodilla y le enseñe mi culo/coño perfectamente depilado apoyándome en el brazo del butacón. El se subió encima mío y me la introdujo después de mojarme de saliva el agujerito. Me envistió como sabia que me gustaba, agarrándome fuerte de los hombros para que me llegara al fondo una y otra vez. En esos momentos me sentía realmente una mujer y gemía como ellas.

Me corrí sin poder reprimir un gritito agudo. Necesitaba aquello por lo menos una vez al día, porque si no mi libido llegaba a ponerse tan alto que pensaba que me volvería loca. Mientras me secaba la boca de saliva y semen de Fer Sonia dio unos golpes en la puerta del salón.

 

- ¡Venga, viciosos, dejar algo para esta noche!

Fer se levanto besándome en la boca y abrió la puerta. Sonia entro marcando el paso con sus tacones. Me miro sonriendo.

 

- Joder, tía, es que no paras...

Me ofreció un cigarrillo y nos sentamos juntas las dos. Me coloque la camisa y me subí la cremallera lateral de los pantalones. Fer se fue al baño a lavarse las manos y algo más.

 

- Oye...

Comenzó a decirme Sonia acariciando mi manos.

 

- Tengo que decirte una cosa...

Mire a Sonia que se estaba poniendo roja. Me apasionaba verla ruborizada.

 

- Dime...

Dije echando la ceniza a golpes en un plato.

 

- Veras... es que... bueno, ahí va: tía, no puedo dejar de pensar en ti.

Me quede parado un segundo. Sonia estaba espectacular aquella tarde, y además, con la cara toda roja estaba muy excitante.

 

- Pues...

No sabia que decirla.

 

- De verdad. Esta mañana me he hecho...

Bajó la voz hasta un susurro muy débil, casi insonoro.

 

- un dedo por el culo pensando en ti.

Lo dijo muy deprisa, como si fuese algo malo. Se levanto y salio andando deprisa hasta la entrada donde mi hermana y Fer nos esperaban con las llaves en la mano. Me levante sonriendo. Jamás habría imaginado que como chica pudiera ligar tanto...

La llegada a la macro discoteca en el centro de la ciudad fue muy ajetreada, con muchísimos coches peleándose por aparcar y gente cruzando de un lado para otro. Hacia tiempo que no íbamos a aquella discoteca y su envergadura me sorprendió. Tenía cuatro plantas distintas con músicas diferentes. Por lo menos mil personas bajaban y subían las escaleras, las tías todas súper bien vestidas y maquilladas. Algunas chicas se paraban a nuestro lado poniendo gesto de competición, y los chicos se nos ponían detrás cuando pedíamos alguna copa. Sonia me miraba de vez en cuando y yo la sonreía, pero tenía que pensar en algo, porque entre ella y Fer... tenía que decidir que hacer. En el segundo piso, la de música progresiva, que era la que mas nos gustaba para empezar porque era muy rápida y contundente, nos sentamos en unos butacones los cuatro viendo pasar a la gente mientras nos fumábamos un cigarro y apurábamos la primera copa. Hacia bastante calor y la gente no paraba de pasar. Tony, el amigo de mi hermana pincharía en la tercera planta a partir de la una de la mañana así que nos pondríamos a tono antes.

Un par de chicos bastante decentes se acercaron con la típica excusa de pedirnos fuego, pero mi hermana los espantó antes de que pudieran decir "gracias". Fer me saco a bailar bajo la atenta mirada de Sonia. Mi hermana estaba claro que se enrollaría con Tony, y bueno, si yo me iba con Fer Sonia estaría muy sola, aunque podría tener a cualquier chulillo de los que nos rondaban. Fer y yo bailamos hasta que se nos acabo la copa de ron con kivi y entonces cogí a Sonia de la mano y me la lleve al centro de la pista. Me acerque mucho a ella.

 

- Me apetece un huevo ir mañana a la playa, tía...

La dije a gritos por encima de la música. Ella sonrió bajando la cabeza.

 

- ¿Y va a venir Fer con nosotros?

Encendí un cigarrillo y mientras expulsaba el humo moviendo mi cuerpo al ritmo de la música, negué con la cabeza. Aquel viaje seria solo de chicas y para chicas. Subí los brazos al compás del estribillo y me deje llevar unos segundos con el sonido del bombo martilleando mi cabeza. Me encantaba sentirme parte de aquel mundo de fiestas. Me desabroché la camisa y la deje encima del altavoz. Sonia se acercó a mi y me abrazo.

 

- Tía... vámonos al baño, anda...

Me sonrió apretando sus labios. Parecía que iba a explotar de lujuria. Me cogió la mano y me llevo entre la gente hasta el servicio. Entramos corriendo hasta el fondo, y en un segundo que nadie miraba entramos en el reservado. Me empujo al lado de la puerta enfrente de la taza del inodoro y me cogio con sus manos el culo. Me beso el cuello con ansia y después fue subiendo hasta mi orejas. Chupó los pendientes de aro plateados y metió su mano por dentro de mi pantalón. Yo se la agarré. Sonia iba muy deprisa. La di la vuelta haciendo que me diera de espaldas y le cogi los pezones que estaban como piedras. Ella gimió. Después metí mi mano por debajo de la falda y busque su clítoris con mucha calma, despacito, húmedo... Ella movió bruscamente su cuerpo como si hubiera tenido un escalofrío al apretar un poco su coño. Lentamente le metí mi dedo índice con cuidado de no hacerla daño con mis uñas largas y di varias vueltas dentro de su agujerito. Sonia gemía cada vez más alto. Su mano me agarró el brazo con fuerza y se dio la vuelta. Nuestros labios estaban a menos de un milímetro de distancia.

 

- Voy a explotar, tía...

Me dijo doblando sus piernas hasta agacharse a la altura de mi entrepierna. Me bajo los pantalones y se metió toda mi polla entre sus labios rojizos. Yo cerré los ojos. La música, Sonia, sus labios suaves... todo me estaba volviendo loca de nuevo. Estaba a punto de correrme cuando Sonia se dio la vuelta y bajándose la falda y sus bragas, apoyó las manos en la pared. Yo sabía lo que quería. Sonreí porque me seguía sorprendiendo como Sonia perdía los estribos conmigo. Despacito y con cuidado le introduje la polla en su culo después de mojarle el agujero con un poco del hielo de la copa. Me sorprendí que entrara tan fácil hasta casi la mitad. Seguro que ella había estado jugando con su nuevo agujero. Eso me la puso aún mas dura. La enculé varias veces de forma salvaje al notar que su culo no ofrecía tanta resistencia... yo sabía lo que dolía las primeras veces, así que tampoco forcé demasiado. Ella pegó un grito que se enmascaró con una tronada de la canción y se dejo caer sentándose en la tapa del inodoro. Me miro pasándose la lengua por sus labios.

 

- Jo... joder... ha... sido...

Me acerqué a ella mostrándole mi polla. Ella me miro y sonrió. Se la volvió a meter en la boca y después de varios minutos me corrí dentro de su garganta. Ella tragaba como yo, manteniéndolo en la boca antes de tragarlo, y por eso un hilo grande cayo al suelo desde la parte inferior de sus labios carnosos.

Le di el papel higiénico y nos limpiamos las dos. Hacerlo en el baño de una discoteca se estaba convirtiendo en algo demasiado normal.

 

- ¿Que me decías?

la pregunté retocándonos en el espejo.

 

- La hostia, tía... no se... me... me encanta sentirme tan llena por detrás... es algo tan distinto...

Sonia sacó de su bolso blanco un espejito y ambas nos metimos un par de rayas de coca antes de salir para no permitir que el orgasmo mutuo nos relajara. Salimos bailando hasta la mesa donde mi hermana y Fer hablaban con Tony.

Tony era un chico de nuestra edad, moreno, con perilla y las manos llenas de anillos. Era el Dj residente de la disco y siempre nos conseguía los mejores discos. No sabia nada de mi, pero tampoco se lo imaginaba, así que yo me comportaba muy normal con él.

 

- Bueno, en una horita me pongo a dar tralla...

Dijo despidiéndose.

Nos había dejado como diez tarjetas de copas gratis en la mesa. Cogí una y mi hermana me acompaño a la barra sorteando un montón de gente que bailaba y silbaba.

 

- ¿Se puede saber que pasa con Sonia?

 

- ¿Por?

Contesté sin entender porque me miraba tan seria.

 

- ¿Por?... joder, anda, que habéis salido del baño finas las dos... Tías, tomároslo con calma, ¿vale?... y cuidado con su culito que ella no sabe de estas cosas tanto como tú.

Le mostré la palma de mis manos en señal de que yo no tenía la culpa y ella me dio un beso en la mejilla.

 

- Mañana nos vamos a la playa las tres con la tonta esa de Teresa, ¿vale?... estoy deseando ver a mi hermanita morena con su pelo tan rubio... nos los vamos a comer a todos ¿de acuerdo?

Yo sonreí. Iba a ser un viaje inolvidable, entre otras cosas porque se nos estaba acabando el dinero ahorrado y el verano se extinguía a una velocidad tremenda. Sonó la canción favorita de mi hermana y mía y ambas nos cogimos de la cintura saltando como locas. Yo ya solo podía pensar en los bikinis que me iba a comprar y tumbarme en la arena con mi cuerpo desnudo lleno de crema bronceadora. Miré a Sonia y ella me guiño un ojo. Las tres en la playa...

 

 

Undécima entrega de las aventuras de Yolanda, su hermana y Sonia... ufff, ya han pasado cantidad de cosas desde la primera. Bueno, como siempre se lo dedico a la gente que sigue la serie con tanto interés, espero que no os este defraudando... si es así, no dudar en decírmelo a través de mi e-mail o por el Messenger. Un saludo.