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Mi querido escolta y maestro

en Hetero: General

A mi querido escolta y maestro.

Hola soy una chica de 18 años muy caprichosa y poco experta en el arte del sexo pero bastante buena en arte de seducir.

La historia comienza cuando mi padre que es un empresario bastante importante en la zona decide contratar un escolta para que me lleve de paseo, como era de suponer a mis 18 años después de estar en un colegio internada hasta los 17 no era que tuviera muchos amigos pero desde que había llegado a aquí no paraba de enrollarme con un chico y otro, mi padre al ver mi reacción contrato a mi escolta, pensando que así al menos me cortaría un poco el vuelo.

La primera noche que le vi fue el día de mi cumpleaños. Jamás se me olvidara como iba el vestido, llevaba un traje negro, con una camisa blanca y su corbata negra haciendo juego, su pelo engominado hacia atrás y su cara de bicho. Por muy serio que se pudiera no la podía ocultar.

Ya desde el principio sospeche que debajo de aquel traje había algo raro, no parecía un escolta normal por su cara supuse que tendría unos 28-29, pero la edad no supuso un impedimento para que el se convirtiera en uno de mis tantos caprichos de niña consentida. Yo llevaba un vestido negro con tirantes finos y de cruzar en la espalda, como era de suponer era imposible llevar sujetador con el y se me notaban los pezones por el frío, encima del vestido apenas llevaba tapándome los hombros un echarpe de seda semitransparente. Que conste yo no me había vestido así para conocer a mi escolta, tan solo era porque era mi cumpleaños y me dirigía a mi fiesta, aunque en ella solo hubieran niños pijos y consentidos sin mero interés.

Ahora solo me centraría en llamar la atención de mi nuevo escolta, que aunque fuera algo mayor para mi se había convertido en uno de mis caprichos el descubrir que era lo que tapaban aquellas ropas de niño formal.

Mi padre después de presentármelo me dijo que yo iría delante de ellos con mi escolta en el coche negro, que si quería podía ir sentada adelante como acostumbraba siempre ya que atrás no me permitía tener una buena vista, y esta vez no me iba a perder la oportunidad de tener una vista del completa, sentado en el asiento.

Le mire a la cara y empecé a descender mi mirada hacia abajo, al llegar a su entrepierna me fije y tenia un bulto bastante considerable, en ese momento me mordí los labios, mi deseo era tocarlo, el se dio cuenta de mi acción.

¿En que piensas? ¿ Por qué te muerdes el labio? ¿A caso nunca has estado cerca de un chico?

Yo me puse colorada se había fijado en mis gestos, eso no era justo a el le pagaban por llevarme de paseo y mirar para la carretera no para mis gestos.

Perdón es que tenia una pequeña pelleja en el labio, no era por ti por lo que me mordí el labio.

Uffffff menos mal valió mi excusa y sin preguntarme más miro de nuevo a la carretera. Menos mal yo ya pensaba que nos íbamos a estrellar.

Ya estábamos cerca del sitio donde seria la fiesta, era un caserío rodeado de viñas y de bosque, era un sitio excepcional para ir con tu rollito por el verano, aunque yo como antes mencione no había tenido la oportunidad porque me pasaba el año en un internado. Esta seria mi noche, la casa llena de gente y yo con mi escolta que no me quitaba ojo de encima, bien por su trabajo o por mi vestido, lo que se que eso a mi me excitaba, y cada vez mis pezones se notaban más a través de la tela de mi vestido, y creo que el lo percibía y eso a mi me ponía más.

Como siempre para variar llegue tarde y mis padres que habían venido por el atajo para que cuando llegara estar allí con mi regalo. La fiesta me aburría, era la típica de etiqueta con los niños ricos amigos de tus padres, pero yo seguía a lo mío, mi intención era llevar a mi escolta lo mas lejos posible de la casa, al ser posible a la pequeña cabaña de la que tanto hablaba mi hermana mayor situada al lado del río, un sitio encantador, la noche no era que fuera fría pero tampoco muy calurosa, pero yo estaba dispuesta a sumergirme en el río, para que mi escolta me viera empapada y desvalida.

Como tenia planeado mi escolta cuando salí por la puerta de atrás de la casa me siguió, yo iba con tacones así que decidí descalzarme, era un camino de hierva a trabes del bosque que parecía una alfombra, así que empecé a correr hasta que llegue al río. Empecé a quitarme la ropa como si no fuera vista por el, me quite el vestido y lo deje reposando en el suelo, y antes justo de quitarme el tanga metí el pie en el agua, para mi sorpresa cuando me metí en el agua y me di la vuelta mi escolta me estaba mirando, la luna reflejaba en el agua y el se recreaba la vista con mi cuerpo desnudo y mojado.

Oye que tu padre me dijo que no salieras del recinto de la finca y estamos ya en el río.

Pues para que lo sepas el río también es de la finca. ¿No será que te estas empezando a poner nervioso?-Le contéstate yo desde el agua.

 

Yo le vi hacer algo raro, entro en la cabaña y vio la chimenea encendida. Como era costumbre nuestra sirvienta había estado allí y había dejado la chimenea encendida porque siempre que había fiesta alguien acababa allí. Cogió una toalla y salió de nuevo.

Venga niña no tengo ganas de juegos, tu padre no me paga por estar aquí mirando como te bañas.

Si tan cabreado estas ven tu a por mi. – conteste yo sabiendo que su tentación a meterse seria inminente, puesto que lleva un rato nervioso y rehuyendo mi mirada.

¿De verdad quieres que me meta?

 

Si.- Conteste con voz de picara.

Aya voy.

Y con esas palabras se metió en el agua con ropa y todo. Yo jugaba con ventaja porque conocía el rincón del río, porque alguna vez de pequeña cuando aun no había empezado en el internado mis estudios mi padre me había llevado allí a aprender a nadar, así que me metí en el pozo, y de golpe desaparecí, el probe estaba ya nervioso pensando que me había pasado algo cuando empiezan mis manos a recorrerle sus piernas y a desabrocharle los pantalones y a meterse por ellos, en ese momento el se puso nervioso, yo deseaba que el también recorriera mi cuerpo con sus fuertes manos, y asome mi cabeza por encima del agua, el me cogió en cuello.

Pero niña ¿que te crees que haces?, ¿qué te piensas que soy tu títere? ¿a caso no conoces el refrán que dice que los cazadores a veces son los cazados? Tu padre no me paga por seguir tus niñerías.

No mi padre te paga para que nadie me toque, pero eso no quiere decir que tu no puedas tocarme.- y le empecé a besar, creo que el también quería lo mismo.

Como ya estaba en su cuello me dejo caer al agua, y entonces el comenzó a quitarse su traje ya empapado para dejar libre su cuerpo, para mi sorpresa era cierto lo de que su traje ocultaba algo, ocultaba dos tatuajes en su brazo derecho.

Yo seguía en mis trece así que le bese, el empezó a recorrer mi cuerpo con sus manos desesperadamente, su miembro cada vez estaba mas duro, y yo sentía como el me apretaba cada vez mas a el cogiendome por mis nalgas, en ese momento me cogió en brazos y me llevo hasta la cabaña, donde me recostó en la cama, y me ato a la cama, me tenia a su merced, se arrodillo a mi lado y me puso su miembro ya duro cerca de mi cara, y sin falta de que me dijera nada le empecé a lamer a chupar y a juguetear con su polla en mi boca, era la primera vez que hacia algo así, pero era como si lo hiciera de toda la vida. Su cara era el espejo del placer que estaba recibiendo al sentir como mi lengua virgen tocaba su pené, el eyaculo en mi boca, y no deje que se derramara nada, ni una sola gota, me lo trague todo, para que negarlo me gusto esa sensación de sentir como un poco de su vida era absorbida por mi.

Después de esto el empezó con su boca a recorrer mi cuerpo, a besar mis pechos, a mordisquear mis pezones duros, yo me retorcía de placer, ya que mientras con su boca hacia eso su mano estaba en mi sexo, buscando mi clítoris para acariciarlo y hacer que vibrara de placer, el seguía cada vez un poco mas abajo con su boca y ahora empezaba a introducir un poquito uno de sus dedos en mi vagina, el seguía besando mi barriga hasta llegar a mi vulva donde entonces empezó a besar mis muslos y mis piernas, y volvió a subir, el quería hacerme de sufrir.

Hazme tuya no me hagas más de sufrir quiero que me folles hasta que te canses, tan solo quiero sentir como tu polla entra en mi, como rompe el velo que me separa de la niñez y ser mujer.

El ya tenia su lengua en mi rajita y mis palabras eran entrecortadas por gemidos y alaridos de placer, sentir como su lengua jugaba con mi clítoris era algo muy placentero que causaba estragos en mi haciéndome que me retorciera de placer aun estando atada a la cama.

Entonces el sin avisar se puso ante mi, su polla volvía a estar dura, me abrió las piernas y me dijo:

Ahora si, ahora vas a probar lo que tu querías, te la voy a meter hasta el fondo, vas a sentir como mis 18 centímetros de polla entran en ti, rompiendo tu virgo.

Yo tan solo quería que me la metiera que me hiciera suya, tan solo jadeaba y me retorcía de placer cuando de golpe siento un pequeño pinchazo en mi vagina y como su enorme polla entra en mi mientras el dice:

Si zorrilla rica, yo quiero que me folles que me apretes como puedas mi polla con tu vagina, quiero que me lleves al cielo del placer.

Mientras lo decía el me había soltado las manos de la cama y quería que yo me colocara encima de el. Nos giramos ahora quien tenia el control era yo, entonces empecé a mover mis caderas, a intentar que el sintiera como mi vagina se aferraba a su polla , a sacarla y meterla en mi interior.

El se incorporo un poco para besarme y manosear mis senos y mi culo, eso me puso aun mas caliente, entonces le coloque sus manos en mi cadera y le pedí que me guiara el entre gemidos. El cogió mis caderas fuertemente como si cogiera algo que se pudiera romper para que no se le cayera, pero con suavidad como si fuera de porcelana.

El ahora me marcaba el ritmo pero yo controlaba la profundidad a la que su polla llegaba en mi interior. Note como sus manos firmes se volvían temblorosas y sentí como un liquido caliente inundaba mi interior, fue entonces cuando le dije:

Escolta yo con esto no tengo suficiente, quiero algo mas fuerte, quiero que me desvirgues mi culito. ¿ No dicen que el sueño de muchos hombres es ver a una mujer dejarse desvirgar su culito?

Entonces el se levanta de la cama coloca unas almohadas y me manda colocarme en la posición de a gatas, entonces empieza con su saliva a lubricar mi culito, primero empieza con un dedo, luego con dos, a mi me dolía, pero le deseaba, quería que el fuera el primero en introducir su polla en cada agujero de mi cuerpo, luego siguió por tres, me miro y dijo:

Si te duele ¿por qué me lo has pedido?

Te deseo y quiero que a parte de mi escolta seas mi maestro. – conteste con alguna lagrima entre los ojos porque aun tenia sus tres dedos en mi culito.

Intentare que no te duela, pero tendrás que tener el culito relajado para que yo pueda meter mi polla baby.

Entonces sentí como sacaba sus tres dedos de mi culito y apoyaba su miembro en el y empezaba a empujar su polla contra mi para que mi ano cediera mas y poder introducirla en el. Os lo aseguro sentí un dolor tan agudo cuando empezó a entrar su polla en mi culito, pero a la vez sentía algo placentero.

Cada vez embestía más fuerte contra mi, pensé que me iba a romper, me tenia cogida por las caderas para poder impulsarse mejor para la embestida siguiente, con cada embestida sentía dolor, tal vez el ser penetrada por el lugar prohibido, por ser suya por segunda vez, no lo se, pero el dolor cada vez se volvía más soportable hasta llegar a un punto en el que se volvió placer.

Cuando ya llevaba un rato metiendo y sacando su polla de mi culito, sentí un orgasmos apoteósico ya que con uno de sus dedos estaba entrando y saliendo de mi coñito, también sentí como un liquido caliente inundaba mi interior que al sacar su polla se mezclo con unas gotitas de sangre.

EL me miro con cara dulce, la verdad yo estaba bastante agotada, y extasiada del placer, entonces el con una sonrisa me cogió en cuello y me llevo hasta el rió, donde me ayudo a lavarme, aunque solo fuera con agua nos serviría para borrar las huellas de lo sucedido en aquella cabaña.

Ya llevábamos casi tres horas en aquel lugar, yo me puse mi vestido y cuando me iba a poner el tanga el me dijo:

Baby, ¿me das el tanga de recuerdo?

Tranqui, que habrá más noches como esta si tu no le dices nada a mi padre, el te contrato para que ningún chico me tocara, pero no dijo nada de que tu no lo podías hacer.

Diciendo esto se lo di, y el lo guardo en el bolso de su traje, que ya estaba seco y el se había apresurado a poner aunque estuviera algo arrugado.

Nos dirigimos a la fiesta, donde les dije a los invitados y a mis padres que me había encontrado mal y había ido al río a dar un paseo cerca del río y como era su obligación mi escolta me había acompañado para asegurarse de que estuviera bien.

Bueno creo que para haber sido mi primera vez estuvo bastante ajetreada, pero me gusto, a esta noche le siguieron más pero esas ya las contare.

Solo les diré que mi escolta es bueno en su trabajo.